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Universidad

Nacional del
centro del Perú.

FACULTAD DE
SOCIOLOGIA

23/07/2018 SOCIOLOGIA DE

VIVIENDAS
LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN

CARCELARIAS
Problemática de las viviendas carcelarias
A nosotros hombres del siglo XX, acostumbrados a ver en la prisión la pena por excelencia del arsenal
punitivo, nos llama poderosamente la atención el carácter marginal representado por la misma en el
transcurso del Antiguo Régimen. CATEDRATICA
LiC. Zonia Camargo
Santana

ALUMNA:

Bettsy Ore Quinto


Dedicatoria

La vida se encuentra plagada de retos, y uno


de ellos es la universidad. Tras verme dentro
de ella, me he dado cuenta que más allá de ser
un reto, es una base no solo para mi
entendimiento del campo en el que me he
visto inmerso, sino para lo que concierne a la
vida y mi futuro.
Introducción

La misión de las cárceles era custodiar a los presos mientras durara el periodo
procesal, por lo tanto, cumplían una función de depósito. Esa situación era la
consecuencia de aplicar una ley garantista, es decir, no se consideraba
delincuentes a los encarcelados hasta que no se dictara una sentencia inculpatoria.
Si se confirmaba la transgresión de la ley, entonces se aplicaban las penas, que
pasaron del castigo físico a redimirse por medio del trabajo, ya fuera en las galeras
o, posteriormente, en minas, obras públicas o astilleros. Cualquiera de éstas
medidas utilitaristas, todas ellas con un resultado económico, se adoptaron en
beneficio de la corona.

El primero, a finales del siglo XVIII, después de visitar un gran número de


establecimientos carcelarios europeos, puso de manifiesto las lamentables
condiciones de vida que sufrían los confinados12. Es necesario incidir, de nuevo,
entre las conexiones existentes entre humanistas e ilustrados. En España, alguno
de los representantes de la corriente del siglo XVI ya se había hecho eco de las
penurias que debían de afrontar los pobres en las cárceles y los vicios del sistema;
así como de algunos posibles remedios para poder paliarlos13. De todos modos,
las propuestas de unos y otros apenas tuvieron incidencia inmediata en la práctica
penitenciaria.
Polémica: construyen casas en los predios carcelarios para que los presos

cumplan su condena

La iniciativa es parte de un programa del Ministerio de Seguridad de la provincia

de Buenos Aires para mejorar el sistema penitenciario. Quienes no tienen casas

están indignados.

Las viviendas alojarán a ocho internos cada una

Pese a las críticas que genera la medida en los millones de inquilinos que tiene la

provincia de Buenos Aires, el plan de reinserción para delincuentes apunta a

mejorar el sistema penitenciario.

El Ministerio de Justicia de Buenos Aires anunció que se puso en marcha el

programa "Casas por cárceles", que consiste en la construcción de viviendas

dentro de las unidades penitenciarias para la convivencia de detenidos con

régimen abierto, sin advertir que para muchos que no están tras las rejas sería un

verdadero premio acceder a ese privilegio o evaluar que es probable que quien

cumple condena deba volver a lugares que pueden haber sido el preciso motivo

que los llevó a violar la ley.


Las construcciones estarán "fuera del muro, pero dentro del tejido de la cárcel",

según explicó el Ministro Ricardo Casal. Ya se construyeron 140 unidades que

albergarán a más de mil personas que dejarán la celda en el pabellón para convivir en

comunidad bajo el techo de una vivienda.

Los internos conformarán grupos que estarán regidos por un régimen de convivencia

específico con "pautas de educación, trabajo y conducta" para "una mejor convivencia

social" antes de reinsertarse en la sociedad, sostuvo Casal.

Las voces que se alzan en contra de la disposición del ministro provienen no sólo de

quienes están obligados a pagar un alquiler, sino de aquellos que esperan la adjudicación

de casas construidas con fines sociales o los que han usurpado viviendas construidas con

fondos del estado sobre todo desde que se anunciaron los planes de erradicación de villas

de emergencia.

Al margen del cometido que tuvieran las cárceles de Antiguo Régimen, es decir, que

fueran utilizadas como recinto de estancia provisional o como instrumento de castigo, el

simple hecho de estar confinado en ellas implicaba estar sometido a penalidades físicas

tan duras —mala alimentación, falta de higiene, hacinamiento en el caso de las más

grandes…— que bien podían equipararse con el cumplimiento de la condena.

Este expediente aporta un importante volumen de información sobre la infraestructura

carcelaria de aquel momento. Sobre la base de la información allí reflejada,

acometeremos el análisis de las características de la red carcelaria en las provincias de

León, Zamora y Toro. El patrón de organización extraído de ese informe, dado el pequeño

tamaño de esos núcleos de población y su escaso dinamismo económico, es muy posible

que fuera, en gran medida, el que estuvo vigente a lo largo del Antiguo Régimen en esos

territorios y, muy probablemente, en gran parte de los de la Corona. A su vez, hemos de

tener en cuenta que en aquel documento solamente se reflejan las prisiones públicas,

pues en ningún caso se registraron las de aquellas instituciones que tenían las suyas

propias, como, por ejemplo, las del clero.


1. La red carcelaria en las provincias de León y Zamora

A la encuesta que realizó la Chancillería de Valladolid, a comienzos del siglo XIX,

para valorar la situación real de la red carcelaria, respondieron un total de 510

localidades de las provincias de León y Zamora21, concretamente 374 de la

primera y 136 de la segunda.

Según señalaban los justicias, poseían instalaciones de ese tipo solamente 210

poblaciones, es decir el 41,2% de las que contestaron. De estas, 101 pertenecían

al territorio leonés y 109 al zamorano. Así pues, si nos ceñimos a los datos,

mientras que en León solamente había cárcel en una de cada cuatro localidades,

en Zamora, prácticamente, ocurría lo contrario. Ahora bien, esos datos

cuantitativos, como ocurrirá con los cualitativos, deben de ser precisados. Pues si

gran parte de las justicias de las localidades leonesas, independientemente de si

tenían o no instalaciones de ese tipo, enviaron el cuestionario cumplimentado,

los zamoranos eligieron otra vía para atender a esa obligación. En aquellos

lugares en los que no había ningún edificio destinado específicamente a cumplir

la función de cárcel, los representantes locales consideraron que no era necesario

responder por escrito a la encuesta, por lo que se limitaron a trasladar

verbalmente la situación al corregidor, que así lo señaló en la valoración global

de su circunscripción.

2. Las cárceles urbanas

Las instalaciones, incluidos patios y corrales, ocupaban unos 2.800 metros

cuadrados, casi tres veces más que la de la capital leonesa, que apenas superaba

los 1.000. Más pequeñas eran las de Toro, que disponía de 552, y Astorga. El

tamaño de ésta es difícil precisar, pues el recinto donde se albergaba tenía varios

usos, pero en cualquier manera era el edificio con el perímetro más reducido.

Esas cárceles, que eran consideradas como las más seguras, servían de referencia
para cada una de las demarcaciones de esos núcleos urbanos. Pero la realidad era

otra, puesto que las inspecciones realizadas por las autoridades políticas y los

técnicos, a propósito de la encuesta, ponían en evidencia la precariedad de las

infraestructuras, poco acordes al fin al que estaban destinadas.

Cómo gobernar las ciudades Observamos una tendencia predominante en el

urbanismo postmoderno con una intensificación del control social y espacial. La

pérdida paulatina del espacio público es un hecho que reedifica una nueva

realidad urbanística: son los espacios protegidos y amurallados. Las “ciudades

carcelarias” de Foucault. Este urbanismo postmoderno desarrolla estructuras de

poder y autoridad con el fin de gobernar las ciudades desde otra visión,

salvaguardando los intereses de las élites poderosas con una remodelación del

imaginario urbano, hasta hacer difícil distinguir quiénes están dentro o fuera de

las cárceles urbanas.

3. El concepto de cárceles urbanas

En este proceso identificar quiénes están fuera y quiénes están dentro no es fácil,

dónde se sitúan los barrotes y cuál es su función. La apropiación de los espacios

públicos sustituidos por los pseudo-públicos, como es el mall o la comunidad

enrejada se apropia, según Foucault del espacio donde el poder se expresa y ejerce.

La resistencia social al poder para su transformación produce un orden urbano

cuyo significado desarrolla un discurso donde el espacio de encuentro y

construcción social ciudadano puede percibirse de distintas formas. Los

habitantes de la comunidad enrejada, desde dentro, determinan y ordenan el

espacio público y social exterior, con todo tipo de elementos de vigilancia,

protección y control social, consiguiendo el oxímoron de la libertad enrejada.

4. La identidad sucumbe a la identidad: la comunidad enrejada


En un mundo en tan rápido proceso de globalización como protagoniza la

sociedad postindustrial donde la privatización y el individualismo competitivo

son las guías de la construcción social de la realidad a través de la palabra y el

juego de moda (Hobsbawm, 1996), donde la identidad pretender ser el centro de

una nueva construcción social y por ende urbana; pero no deja de ser un

“sucedáneo de la comunidad” (Hobsbawm, 1996). Lo que enfatiza J. Young

(1999) sobre la afirmación de Hobsbawm cuando concluye: “La identidad se

inventa justo cuando se colapsa la comunidad”. Una identidad cambiante en esta

vertiginosa posmodernidad donde especificidades especiales del urbanismo se

pierden en la vorágine de la vida en la postmetrópolis donde sus habitantes

desarrollan una psicastenia que conlleva a los lenguajes e imágenes que

necesitamos para vincularnos con los demás y para vernos a nosotros mismos

(Olalquiaga, 1992). Esta nueva Sociedad de la Información, que expande sus

redes de realidad virtual, comunidades digitales y comunicaciones

ciberespaciales es la que da cobertura a esa nueva forma de agrupamiento social:

mall o comunidad enrejada. Esta suplantación de la Comunidad tal y como

Tönnies (1979) la identifica como entendimiento común que se produce de forma

natural… y que Bauman (2009) amplia en sus significados y como “sensación”.

Produce una buena sensación sea cual sea el significado de comunidad (Bauman,

2009). La comunidad es un lugar cálido, un lugar acogedor y confortable. Ahí

afuera, en la calle, acecha todo tipo de peligros… vigilar con quién hablamos y

quién nos habla, estar en guardia en todo momento (Bauman, 2009). En

definitiva, la comunidad es la antítesis de la identidad postmoderna.

5. Dos principios irrenunciables: libertad y seguridad

Como afirma Bauman (2009) no se puede ser humano sin seguridad ni libertad.

La comunidad significa seguridad, pero también puede significar perder libertad.

Ambos valores, seguridad y libertad, anhelados por el ser humano son


difícilmente disfrutados en una relación de equilibrio. Esta dificultad permite que

sea poco probable la resolución de la dicotomía seguridad y libertad; es el debate

entre comunidad e individualidad. Como seres humanos es imposible superar el

dilema, quizás solo podemos negarlo. Ante esta dualidad el urbanismo

postmoderno a puesta por la individualidad pagando un alto precio la

Comunidad. Si hacemos nuestro el modelo de Tönnies (1979) estaríamos

transitando de la comunidad a la asociación; de la sociedad tradicional a la

sociedad industrial, pero la dinámica de los procesos temporales es imparable y

el tránsito a la sociedad postindustrial un hecho palpable en el siglo XXI. Es a

partir de aquí donde se nos presenta la posible contradicción seguridad/libertad.

Si no queremos renunciar a ninguno de los dos principios tendríamos que

proponer un urbanismo colectivo, exento de individualidad, sin embargo, si las

sociedades postindustriales nos venden individualidad como factor de libertad,

es ella misma la que se significa cuando niega que los espacios públicos sociales

contribuyen a la construcción de la libertad ciudadana. Y que cuando en nombre

de la libertad utiliza el aparato represor del Estado contra la expresión libre en

los espacios sociales colectivos y el diseño urbanístico que promueve en las

sociedades modernas (Harvey, 1992).

6. Proceso de inclusión: Trabajo y vivienda

En este apartado queremos dar un paso más y analizar datos de otros estudios

que arrojen luz sobre una futura intervención para la mejora de la población

reclusa en su proceso de inclusión social. Partiendo de lo anterior, la

investigación de Ríos y Cabrera (2012), Andar 1 Km en línea recta, en el que se

afirma que “el trabajo y la vivienda constituyen un serio problema en el horizonte

de las personas presas”. En este estudio se aborda la cárcel del Siglo XXI

analizándose la percepción que tienen los presos sobre su futuro. Estos autores

analizan la información obtenida a raíz de las contestaciones de 2.000 personas


presas, en el que para casi un 40% la inserción laboral posterior será un problema

difícil (29%: 20.000 personas presas) o incluso imposible (9%: 6.000 personas

presas) de resolver. Consideran que sobre estos dos segmentos deberían

intensificarse los esfuerzos formativos. Por lo que respecta a la vivienda, la red

familiar sigue constituyendo un recurso de primer orden en su proceso de

reinserción ya que más un tercio de las personas presas volverá a casa de sus

padres (36%), y una proporción similar retornará a su propia casa (37%); el resto,

esto es, casi otra tercera parte, vivirá en una situación de inestabilidad o incluso

de exclusión residencial, puesto que si bien un 13% serán acogidos por familiares

distintos de sus padres, otro 5% dependerá de la buena voluntad de los amigos y,

finalmente, casi un 10% se encontrará con que no tendrá una casa donde poder

vivir. Esto significa que actualmente existen unas 7.000 personas sin hogar entre

la población encarcelada en España. Si las personas sin hogar –residiendo en un

albergue (0,5%) o directamente en la calle (3,7%) apenas rozaban el 4,2% al

entrar en prisión, su paso por la cárcel, lejos de hacer disminuir las situaciones

de exclusión residencial más severas, las amplifica hasta multiplicarlas por 2,3.

Del mismo modo, si, a la entrada, el 19% de los presos estaba acogido por

familiares, esta situación se reduce al salir hasta menos del 13%, lo que permite

concluir que la cárcel añade más exclusión a la exclusión.

7. La nueva orden social como estrategia de contestación a la tecnología

y a la evolución de las normas sociales

La conjunción entre los procesos políticos, sociales, económicos y la organización

espacial La complejidad al analizar simultáneamente el análisis social y espacial

sin que aún dispongamos del marco adecuado para construir una teoría de la

ciudad, no nos facilita alcanzar una hipótesis de trabajo; aunque no desistiremos,

pese a la dificultad, en profundizar en la interacción que se produce entre forma

espacial y proceso social, y como aquella influye en éste. Sin embargo, Webber
(1963) plantea la emergencia de un nuevo orden espacial como estrategia de

contestación a la tecnología y a la evolución de las normas sociales. Sea como

fuere la aportación que hace el autor concede primacía a las interacciones sociales

sobre la concreción de las posesiones en las que se produce. Los “dominios

urbanos” (Webber, 1974) en Indagaciones sobre la estructura urbana; plantean

una cohabitación donde no identifica una localización concreta. Los ciudadanos

habitan en diversas comunidades al mismo tiempo, diversificando sus funciones

en cada una de ellas. Esta simultaneidad que propone, atisba un acercamiento al

propio proceso social como dinamizador de prácticas de convivencia colectivas,

donde se concreta. La afirmación de Manuel Solá-Morales: “Ideas

+Participación= Ideales colectivos”; que amplía al concepto de urbanismo sin

lugar, de tal forma que “Ideales + Infraestructuras= Urbanismo sin lugar”. Son

los procesos sociales los que supeditan la planificación y ambas perspectivas se

nos muestran como aparentemente opuestas.

8. Así serán las casas para los presos con buena conducta

Serán construidas adentro del penal y se utilizarán para una mejor reinserción de

quienes ya gozan de salidas transitorias. Ellos mismos las construirán.


Como adelantaba Diario La Provincia a mediados de enero, San Juan formará

parte del programa nacional "Casas por Cárceles". Consiste en la construcción

intramuro de viviendas para los presos que están prontos a salir en libertad. La

idea es que sirvan de adaptación para los reclusos ya que funcionará como

cualquier casa en la que deberán cocinar, limpiar y convivir con los demás.

"Van a ser parte del sistema de readaptación y reintegración social para nuestra

comunidad carcelaria. Esas cabañas van a ser para las personas que tienen un

régimen de semilibertad, es decir, para los que ya tienen salidas asistidas,

trabajos afuera, visitas familiares. Vamos a tratar de que esa gente empiece a

tener unas condiciones de habitabilidad y un ritmo de vivienda más cercano a lo

que se va a encontrar después cuando vuelva a la sociedad. La idea es que ellos se

puedan cocinar, que lleven la limpieza, como hacemos cualquiera de nosotros en


nuestras casas", aseguró a Diario La Provincia el Secretario de Seguridad Gustavo

Fariña.

Se estima que hay alrededor de 60 personas en condiciones legales para ocuparlas,

y que estarán listas entre julio y octubre de este mismo año.

Las características

Debido a que es un programa nacional, si bien las viviendas no serán exactas, habrá

grandes similitudes. "Las casas no tienen todas la misma cantidad de ambientes, pero

me parece que el promedio será de entre 4 y 5 personas. Va a haber viviendas de 6 u 8,

y también de 3", aseveró el secretario.

Es intramuros pero con un régimen especial y apartado de lo que son los pabellones

para que tengan otro tipo de convivencia entre ellos. Según lo que se ha podido ver en

el programa en Buenos Aires (mirar la galería de fotos), las construcciones tendrán

tanto luz natural como artificial, gas, electricidad, habrá una cocina, heladera, e incluso

en algunos puntos del país se incluyó un televisor. Según manifestó el director del Penal

de Chimbas, Oscar Ghilardi, en San Juan no habrá televisores.

"Por lo que tenemos entendido, las casas son iguales en todo el país. Pero no en todos

lados va a ser la misma población carcelaria la que la construya. Dentro de nuestro

sistema de reinserción social tenemos talleres para que la gente vuelva a tener una

salida laboral, de plomería, electricidad, construcción, albañilería, también tenemos

una bloquera", explicó Fariña.

Los elegidos

A lo largo de la entrevista, se hace especial reiteración en quiénes podran gozar de este

beneficio. "Van a ser para personas con buena conducta, que ya están en un programa

de reinserción social, con trabajo y que dentro de todo eso, nos pareció acorde, como

una política digna de lo que va a ser nuestro Servicio Penitenciario del SXXI. Cuando
comencemos a construir nuestro nuevo penal acorde a los más avanzados del mundo,

esa gente se empiece a adaptar más a lo que va a ser su vuelta a la sociedad", continuó.

Además, Fariña aseguró que no será gente del sistema carcelario quien designe quiénes

estrenarán las casas. "La justicia es la que fija quiénes irán a vivir ahí. Todavía no

sabemos cuántos serán asignados, pero hay varios que están con un régimen así.

Nosotros hacemos solo evaluaciones de conducta. Por supuesto, habrá un cupo que se

irá cubriendo a medida que haya gente que deja el programa de salidas transitorias para

ser liberado".

Otras ideas

Según manifestó el secretario, este gobierno piensa hacer hincapié en la reinserción de

los reclusos con distintas estrategias. "Estamos con unos planes de reinserción laboral

que vamos a anunciar prontamente. vamos a implementar estos programas con gente

que ya está liberada, con gente que está con salidas transitorias y con gente que no ha

pasado por el sistema penitenciario, pero vamos a organizar microemprendimientos

para que trabajen en conjunto", manifestó.

"Es un mandato muy claro que tenemos del gobernador Uñac y del ministro Baistrocchi,

de que trabajemos fuertemente en el servicio penitenciario para que sea parte de un

sistema integrado de seguridad", sentenció Fariña.


Conclusiones

 La desaparición del espacio público es un hecho incontestable cuyas

consecuencias socioeconómicas y políticas profundizan en una brecha de

desigualdad social donde, y a modo de conclusión, destacamos las siguientes: El

urbanismo posmoderno contribuye a la negación del derecho a los espacios

públicos. El espacio público se convierte en un espacio residual, de forma que se

separa legalmente el espacio público moderno entre propiedad privada urbana y

propiedad pública. Esta estrategia de separar lo público de lo privado influye en

el vaciado de la dimensión sociocultural del propio espacio público y dificulta la

interacción entre los actores sociales y los espacios urbanos en los que se

encuentran, incluso pudiendo constituir una alternativa de comunidad (Borja,

2003). Esta ausencia de contacto debilita la función y la idea de la democracia, y

tiene un alcance aún mayor en el contexto del contrato social. Forma parte de una

estrategia del capitalismo especulativo inmobiliario y los espacios de crecimiento

de la ciudadanía. El espacio público se ve afectado por unas pautas urbanizadoras

extensivas, excluyentes y privatizadoras. Tanto es así como que se presentan

espacios dislocados, lugares o los “no lugares”, guetos clasistas, territorios

marcados por la incertidumbre o la exclusión social. Este espacio público de

organización discontinua va desapareciendo y atomiza a los habitantes de un

determinado territorio que se ven sin salidas y dependientes de una tendencia

dominante a la privatización de los servicios públicos.

 En definitiva, las cárceles urbanas se superponen a la ciudad como elemento

integrador. Negación más concluyente de la ciudad, muros de la vergüenza del no

reconocimiento del derecho ciudadano y de la disolución del espacio público

como ámbito colectivo de conocimiento e intercambio (Borja, 2013).

 La ciudad como proyecto colectivo y recuperación política ciudadana, que amplíe

los derechos de las nuevas generaciones, derecho al lugar y la movilidad. A un


gobierno autónomo con igualdad jurídica para todos, donde convivan lo común

y las diferencias. Una República Urbana con sus espacios para la libertad y el

conocimiento, para la libertad y el encuentro, para la libertad y la justicia social.

Palimpsesto del cambio sociopolítico transformador de la realidad social.

Propuesta de Intervención

 Cualquier propuesta de intervención enfocada hacia la mejora de la salud física y

emocional de las personas reclusas pasa por la coordinación con los servicios

sociales de base y con el entorno social al que pertenezca la persona presa, así

como por una apuesta decidida que potencie todos aquellos programas de

asistencia postpenitenciaria. Esta idea central supone un compromiso

imprescindible por parte de Instituciones Penitenciarias. Desde el trabajo social

se trata de potenciar la inclusión ciudadana con una serie de medidas que giran

en torno a la formación, a la adquisición de disciplina horaria y de buenos hábitos,

a fomentar el contacto con la familia, a la búsqueda de empleo y al alojamiento.

Estas variables constituyen el estado de ánimo de la persona reclusa porque

fomentan uno de los objetivos de los que parte la Institución penitenciaria, que

no es otro que el de la rehabilitación social del preso.


¿Cómo es la vida de un preso en Escandinavia?

'Educad al niño para no castigar al hombre', decía Pitágoras. Los países escandinavos

(Dinamarca, Noruega, Islandia, Finlandia y Suecia) parecen honrar esta máxima.

Las cárceles en Escandinavia no tienen cercas ni personal de seguridad. En lugar de

cercas, hay campos, y en lugar de seguridad, profesores. La rehabilitación o reinserción

de un individuo en la sociedad tras años de prisión hace parte de la política criminal de

casi todos los países del mundo, pero muy pocos logran hacerlo realidad. La educación

juega un papel fundamental.

Noruega y Finlandia, tienen una de las tasas de encarcelación más bajas de Europa: 66

presos por cada 100.000 habitantes en Noruega y 52 por cada 100.000 habitantes en

Finlandia; mientras Estados Unidos registra 727 presos por cada 100.000 habitantes y

Colombia 393 por cada 100.000 habitantes, es decir hay sobrecupo: 117.000 reclusos

frente a 78.000 de capacidad de albergue.

Escandinavia, a diferencia de Estados Unidos, Colombia y del mundo en general, es una

sociedad altamente educada donde las diferencias sociales son menores. En este sentido,

es muy difícil que los individuos sientan necesidad de recurrir a trabajos ilegales para

ganarse la vida o subsistir.


Cuando un escandinavo –bien sea un islandés, un finés, un noruego o un sueco– es

condenado por violación a la ley penal, es enviado a hacer parte de un programa de

rehabilitación o socialización que incluye distintas actividades de orden pedagógico:

música, arte, lectura e, incluso, agricultura. Bajo estas actividades aprenden el valor del

trabajo y de la ética y el ejercicio de sus talentos naturales como fuerza productiva del

país. En otras palabras, son formados intelectualmente, de modo que aprendan a

integrarse en el mundo en que viven y a identificarse con su realidad.

El mensaje de la política carcelaria en Escandinavia hace hincapié en privilegiar la

necesidad de reintegración del condenado en la sociedad más que en la necesidad de

castigo. No se concibe el castigo como justicia, concepción normalmente impartida por

las religiones. La justicia en el norte de Europa es asociada con la restitución y con el

equilibrio. Si robaste, produces; si mataste, aprendes el valor de la vida. Es decir, una

acción negativa se contrarresta con una acción positiva diametralmente opuesta a la que

se incurrió.

En el verano, asesinos, violadores y ladrones pueden practicar tenis, cabalgar por el

bosque, nadar en la playa o estudiar sobre importantes personalidades de la historia. Los

convictos trabajan durante horas construyendo sus propias viviendas en madera y

labrando la tierra en una granja con ganado al que hay que atender. Hay leña para cortar

y procesar en el aserradero –con hachas y sierras- y cultivos y cosechas que emprender.

Si el tiempo de condena alcanza, hasta un certificado laboral de lo aprendido obtienen a

la salida.

En América y muchos otros lugares de Asia y Europa, los convictos comienzan su

condena en una cárcel tradicional, es decir, en instalaciones seguras o herméticas, pero

que tienen los problemas comunes a otras cárceles del mundo: drogas y falta de

educación. Los internos permanecen encerrados en sus celdas sin nada que hacer o

producir. Pasa el tiempo de su condena y son liberados en igual o peores condiciones en

que fueron condenados, por lo que continúan delinquiendo.


El hacinamiento y el plan de construcciones y refacciones de
establecimientos carcelarios - Colombia

Las acciones desarrolladas por las entidades a las cuales la Corte Constitucional les

asignó responsabilidades específicas en el cumplimiento de la Tutela 153/98, muestran

resultados positivos en términos de construcción y refacción de infraestructura

carcelaria, punto sobre el cual la mencionada providencia judicial encomendó de manera

específica a la Defensoría del Pueblo y a la Procuraduría General de la Nación su

supervisión5 . El esfuerzo realizado en tal sentido es evidente. El desarrollo del “plan de

construcciones y refacciones carcelarias” creó nuevos cupos y consecuencialmente

redujo de manera notoria el hacinamiento. No obstante lo anterior, se considera

necesario tener en cuenta que al referido decrecimiento en las cifras de la superpoblación

carcelaria contribuyó en parte la entrada en vigencia de la nueva legislación penal (Leyes

599 y 600 de 2000, códigos penal y de procedimiento penal, respectivamente).

Aproximadamente a partir del mes de agosto del 2001, la tasa de superpoblación

carcelaria bajó en 793 personas y al terminar el año tal disminución alcanzo la cifra de

2.246 internos. La Defensoría del Pueblo advirtió en ese entonces que esta disminución

del hacinamiento no sólo se debía a la construcción de nuevos establecimientos

carcelarios y a las refacciones efectuadas en algunos ya existentes, sino que también era

producto de la puesta en vigencia de la nueva legislación penal y, más concretamente, de

la aplicación del principio de favorabilidad penal, por lo tanto tal decrecimiento tendría

efectos efímeros. Además, la situación social y económica que vivía en ese entonces, y

que aun vive, el país y la tasa de reincidencia criminal que habitualmente maneja el

sistema penitenciario y carcelario en Colombia, fácilmente hacían prever que esa mengua

sería momentánea. A que este efecto fuera fugaz también contribuyeron los nuevos tipos

penales, el aumento del límite mínimo de la pena privativa de la libertad y el uso excesivo

de la detención preventiva. Es por ello que esta entidad en reiteradas oportunidades y en

diferentes escenarios, ha manifestado que la solución al hacinamiento no está

únicamente en la construcción de nuevos establecimientos carcelarios y en la refacción


de los existentes; es necesario además atender los otros factores causantes de este flagelo:

la criminalización o creación de nuevas conductas punibles, el abuso de la privación de

la libertad como medida de aseguramiento, la deficiente aplicación de las normas

vigentes encaminadas a la reinserción social del condenado y a evitar la

reincidencia, la implementación de una política criminal y penitenciaria

preventiva antes que represiva, etc. Los recursos de inversión no se pueden

destinar a satisfacer solamente el déficit de cupos, porque podría verse afectada

la atención de los demás elementos que integran el sistema penitenciario y

carcelario, como por ejemplo el tratamiento progresivo para la reinserción, la

salud, la contratación de profesionales para conformar los grupos

interdisciplinarios y la ampliación de la planta de personal administrativo y de

custodia y vigilancia. Por eso, una vez más se debe reiterar que si en verdad se

quiere solucionar, o por lo menos aliviar, la problemática carcelaria y

penitenciaria es necesario crear alternativas idóneas y eficaces a la pena privativa

de la libertad. El problema carcelario requiere desde hace mucho tiempo, más

asignación de partidas del presupuesto nacional para construcciones y

refacciones, y con igual urgencia requiere una atención integral, para lo cual es

necesario establecer una mayor coordinación entre los poderes legislativo,

ejecutivo y judicial con el fin de adoptar las políticas que permitan enfrentar y

solucionar la crisis carcelaria a corto y mediano plazo. Doble carácter del

hacinamiento El hacinamiento guarda una doble condición: es efecto y causa al

mismo tiempo. Efecto, por cuanto su existencia se deriva de las variables ya

mencionadas (el incremento de las conductas delictivas con privación de la

libertad, el aumento del quantum de la pena de prisión, el abuso de la privación

de la libertad como medida de aseguramiento, etc.). Causa, porque como ya se

anotó, en sí mismo considerado, el hacinamiento constituye una de las


principales fuentes de las violaciones a la dignidad y a los derechos humanos en

las cárceles colombianas. Él origina condiciones inhumanas para vivir,

corrupción y violencia por la consecución de un espacio mínimo en donde

pernoctar, factores que a su vez entorpecen el cumplimiento del tratamiento

penitenciario para la reinserción social del interno y disminuyen ostensiblemente

las oportunidades de trabajo, educación y recreación para los internos, dificultan

la capacidad de control y la gobernabilidad por parte de las autoridades

carcelarias y, consecuencialmente, comprometen la obligación del Estado de

garantizar la vida e integridad física de las personas privadas de la libertad. En

síntesis, el hacinamiento representa para la población reclusa una pena adicional

a la judicialmente impuesta, en cuanto genera una situación de tratos crueles,

inhumanos y degradantes. Por eso, una vez más se debe reiterar: si en verdad se

quiere solucionar, o por lo menos aliviar, la problemática carcelaria y

penitenciaria es necesaria la voluntad política, sincera y decidida, que incursione

de una vez por todas en una verdadera política criminal de alternatividad penal

propia de un Estado social y democrático de derecho como el prometido en la

Constitución Política. Mientras no nos demos cuenta de la existencia de la

proporción: a mayor política social menor política criminal, mientras nos

preocupemos más por reprimir que por prevenir la delincuencia, seguiremos

igual o peor a como nos encontramos actualmente en esta materia. El tratamiento

penitenciario, la reincidencia y el hacinamiento El anterior análisis habilita a la

Defensoría del Pueblo para insistir en las observaciones y recomendaciones ya

plasmadas en acápites precedentes. Una de tales reflexiones, sobre la cual se hace

énfasis en cuanto está supeditada a la atención de las autoridades carcelarias está

basada en el tratamiento carcelario. Es evidente que la deficiencia en el

tratamiento penitenciario es una de las causas de la reincidencia y, como ya se


dijo, de la superpoblación carcelaria; veamos por qué. El objetivo del tratamiento

penitenciario “es preparar al condenado, mediante su resocialización para la vida

en libertad” . En otras palabras, la pena privativa de la libertad estará siempre

orientada hacia la reeducación para la reinserción social, por ende, la misión

encomendado a las instituciones penitenciarias no es otra que la de conseguir la

recuperación social del sentenciado. Por su parte, el tratamiento penitenciario

consiste en un conjunto de actividades educativas, instructivas, laborales,

recreativas, deportivas, de actividad cultural y -un aspecto muy importante- de

relaciones de familia. A grandes rasgos, esta es la forma en que está consagrada

la resocialización en la legislación colombiana vigente. Así planteada, su misión

fundamental no es otra que la de poner a disposición del condenado soluciones a

las deficiencias personales y ambientales que hayan motivado su capacidad

criminal o inadaptabilidad social. Es decir, tal ofrecimiento pretende mostrar al

interno un nuevo proyecto de vida, otro futuro posible, para que cuando sea

puesto en libertad no vuelva a delinquir. De lo legalmente previsto para redimir

a quien ha delinquido muy poco se está cumpliendo, lo cual viene incidiendo, de

forma progresiva, en la superpoblación que se registra. Si el sistema penitenciario

no ofrece al condenado esta opción de cambio, los establecimientos carcelarios se

convierten en oprobiosos depósitos de personas y la detención en un degradante

encerramiento, resultados que envilecen la potestad punitiva del Estado y la

convierten en un gran aparato reproductor de delincuencia.

Podemos afirmar que las medidas estatales para solucionar el hacinamiento, no

han arrojado hasta ahora resultados positivos porque en lugar de atacar las

causas que lo originan han atendido sólo sus efectos. Como se dijo, el problema

carcelario en Colombia es estructural y está atravesado por variables complejas,


tales como el conflicto interno que azota al país, la crisis institucional y económica,

etc., por lo tanto exige estrategias claras y mancomunadas de los poderes públicos,

que se materialicen a través de acciones concretas que perduren en el tiempo y

ataquen de fondo las causas del mismo, garantizando el respeto de los derechos

fundamentales de la población reclusa y los objetivos de reinserción social del

infractor penal que deben estar implícitos en un sistema penitenciario propio de

un Estado social y democrático de derecho.


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