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Liturgia de

Pentecostés
Salmodia

Salmo 112
¡Aleluya! Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo;
él honra a la mujer estéril en su hogar,
haciendo de ella una madre feliz.

Salmo 110
¡Aleluya!
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas.
Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
El hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo.
Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones.
Las obras de sus manos son verdad y justicia;
todos sus preceptos son indefectibles:
están afianzados para siempre
y establecidos con lealtad y rectitud.
El envió la redención a su pueblo, +
promulgó su alianza para siempre:
su Nombre es santo y temible.
El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría: +
son prudentes los que lo practican.
¡El Señor es digno de alabanza eternamente!

Salmo 137
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.
Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor está en las alturas, +
pero se fija en el humilde
y reconoce al orgulloso desde lejos,
Si camino entre peligros, me conservas la vida, +
extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor lo hará todo por mí. +
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos!
H IMNO L UZ G OZOSA

C Á N T I C O

ORACIÓN

LITURGIA DE LA PALABRA
Génesis 11, 1-9

Salmo

Salmo 47
El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es la Ciudad del gran Rey:
el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.
Porque los reyes se aliaron
y avanzaron unidos contra ella;
pero apenas la vieron quedaron pasmados
y huyeron despavoridos.
Allí se apoderó de ellos el terror
y dolores como los del parto,
como cuando el viento del desierto
destroza las naves de Tarsis.
Hemos visto lo que habíamos oído
en la Ciudad de nuestro Dios,
en la Ciudad del Señor de los ejércitos,
que él afianzó para siempre.
Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.
Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia:
se alegra la Montaña de Sión;
las ciudades de Judá se regocijan
a causa de tus juicios.
Den una vuelta alrededor de Sión
y cuenten sus torreones;
observen sus baluartes y miren sus palacios,
para que puedan decir a la próxima generación:
"Así es el Señor, nuestro Dios".
El nos guiará eternamente.
Exodo 19, 3-8a. 16-20b

Salmo 28
¡Aclamen al Señor, hijos de Dios!
aclamen la gloria y el poder del Señor!
¡Aclamen la gloria del nombre del Señor,
adórenlo al manifestarse su santidad!
¡La voz del Señor sobre las aguas! +
El Dios de la gloria hace oír su trueno:
el Señor está sobre las aguas torrenciales.
¡La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es majestuosa!
La voz del Señor parte los cedros,
el Señor parte los cedros del Líbano;
hace saltar al Líbano como a un novillo
y al Sirión como a un toro salvaje.
La voz del Señor lanza llamas de fuego; +
la voz del Señor hace temblar el desierto,
el Señor hace temblar el desierto de Cades.
La voz del Señor retuerce las encinas, +
el Señor arrasa las selvas.
En su Templo, todos dicen: "¡Gloria!".
El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales,
el Señor se sienta en su trono de Rey eterno.
El Señor fortalece a su pueblo,
él bendice a su pueblo con la paz.

Ezequiel 37, 1-14

Salmo 45
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar;
aunque bramen y se agiten sus olas,
y con su ímpetu sacudan las montañas.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
Tiemblan las naciones, se tambalean los reinos:
él hace oír su voz y se deshace la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor, +
él hace cosas admirables en la tierra:
elimina la guerra hasta los extremos del mundo;
rompe el arco, quiebra la lanza
y prende fuego a los escudos.
Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios: +
yo estoy por encima de las naciones,
por encima de toda la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.

Joel 3, 1-5

Sal 103, 1-2a. 24. 27-28. 29bc-30

Gloria
Oración

Romanos 8, 22-27

San Juan 7, 37-39

M A G N I F I C A T
Mi alma canta la grandeza del Señor, +
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, +
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas :
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono
y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.

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