You are on page 1of 6

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad Nacional Experimental Politécnica de las Fuerzas Armadas

Maracay- Edo. Aragua

Ética y valores en la sociedad


venezolana

Prof.: Ciro Dorantes Alumno(a)s:

Victor Martinez 27.050.837

Maurely Gamez 27.541.880

Cesar Aray 27.568.799

Daniel Medina 27.425.611

Yulimar Chirino

Fecha: 04/10/2018
INTRODUCCIÓN

Venezuela es conocida por la calidez y solidaridad de su gente. La sociedad se ha


desarrollado conforme crece su población y con ello, hoy en día las personas han dejado de
preocuparse por las cualidades de valor para el hombre, para prestarle importancia a los
intereses y problemas individuales que aquejan a la sociedad venezolana en la actualidad.

Los valores son cualidades que posee una persona, estos por lo general están
asociados a la moral, la educación y la cultura de cada sociedad, pero muchos de los valores
se han transformado en antivalores.

La pérdida moral de los venezolanos y el surgimiento de los antivalores están


vinculados con las deficiencias y precariedades del país, puede ser en materia económica,
social, cultural, religiosa y hasta política, lo cierto es que las personas no le ven sentido a
generar acciones en pro de los valores y su uso como alternativas a la buena vida en
sociedad.
DESARROLLO

En el caso de las relaciones entre civiles y militares, las distintas teorías apuntan a
desentrañar las características y modalidades de la relación entre una sociedad y sus fuerzas
armadas. Entendemos aquí por relaciones cívico-militares la dinámica de la relación
existente entre determinada sociedad, expresada (y representada) en un Estado, y el
instrumento militar del mismo. Esta dinámica incluye tanto las alternativas del diseño y
ejecución de la política de seguridad y defensa como la relación que el aparato militar del
Estado entabla con los representantes electos.

El concepto de relaciones cívico-militares, acuñado por la sociología militar para


explicar la dinámica de la relación entre el sector civil y el sector militar, ha sido objeto de
debate. Se ha debatido, por ejemplo, que el concepto correcto a utilizar es el de relaciones
político-militares planteando que la problemática histórica de los países resulta de la
relación entre las fuerzas armadas y la clase política, y no entre aquéllas y la sociedad.1
Pero esta distinción aparentemente semántica encierra en realidad una problemática más
profunda. Si el militar profesional sirve a los ciudadanos de un Estado, en un régimen
democrático esto significa que el gobierno legítimamente electo representa a la sociedad, y
que la relación entre la clase política y los militares es una de las expresiones de las
relaciones entre sociedad y fuerzas armadas.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 322


establece: “La Seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del
Estado, fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de
los venezolanos y venezolanas; también de las personas naturales y jurídicas, tanto de
derecho público como de derecho privado, que se encuentren en el espacio geográfico
nacional”. Estas consideraciones de rango constitucional, aunadas al nuevo enfoque de los
problemas de seguridad, abren una amplia gama de participación que no se circunscribe
solamente al ámbito militar, ya que la Nación exige que sus intereses se basen en la amistad
y en las relaciones recíprocas del Estado y la Sociedad, implicando necesariamente la
integralidad de sus acciones sobre la base del valor, la habilidad y la constancia, en la
formación de un espíritu nacional derivado de los valores superiores del ordenamiento
jurídico y de la actuación del Estado como son, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad,
la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social, y en general la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

El concepto de desarrollo integral se encuentra en el Artículo 4 de la Ley Orgánica


de Seguridad de la Nación, estableciendo que: "El desarrollo integral, a los fines de esta
Ley, consiste en la ejecución de planes, programas, proyectos y procesos continuos de
actividades y labores que acordes, con la política general del Estado y en concordancia con
el ordenamiento jurídico vigente, se realicen con la finalidad de satisfacer las necesidades
individuales y colectivas de la población, en los ámbitos económico, social, político,
cultural, geográfico, ambiental y militar."

Pero dicho desarrollo antes mencionado se ve en un estado de decadencia. En


Venezuela se ha perdido el respeto entre las personas, el respeto a las instituciones y
también a los principios de legalidad, legitimidad y moralidad que son el sustento del
entramado jurídico, legal y constitucional.

La democracia es el sistema que debe garantizar el pleno disfrute de las libertades


individuales; hacer cumplir las leyes y del fortalecimiento del Estado de Derecho; el todo
dirigido a impulsar el progreso individual y colectivo con base en convicciones y valores
compartidos entre los diversos estamentos de la sociedad.

Los antivalores se deben desechar y los valores cultivar. Tomando la iniciativa y


practicándolos se podrán mejorar las relaciones de convivencia y aceptación con los otros,
lo más importante siempre será mantener el respeto.

La buena convivencia con las personas es el factor fundamental para vivir en


armonía. Si no estás bien internamente no podrás seguir adelante. La honestidad, lealtad y
esperanza son valores esenciales para el buen desarrollo de cualquier sociedad.

En este nuevo contexto el tema de la Seguridad de la Nación, íntimamente ligado a


la Defensa y al Desarrollo integral y el papel que juegan la sociedad civil y la Fuerza
Armada en la nueva institucionalidad que sustentan, es que se conjuga una triangulación de
un nuevo modelo que demanda repensar los enfoques que sirvieron para brindar soporte a
las explicaciones teóricas de la doctrina de Seguridad de la Nación y que hoy día no
responden a la dinámica socio-política del proceso antes señalado y que pretende la
refundación de la República.

El texto constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, establece que: La


Seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del Estado,
fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los
venezolanos y venezolanas; también de las personas naturales y jurídicas, tanto de derecho
público como de derecho privado, que se encuentren el espacio geográfico nacional.

Considerando que entre los principios fundamentales de la Constitución de la


Republica, se encuentra que el fin esencial del Estado es la defensa y el desarrollo de la
persona, el respeto a su dignidad, y el ejercicio democrático de la voluntad popular, es
imperativa la conclusión de que el Estado se debe al ciudadano y que éste (el Estado) ha
sido concebido para su protección en tanto, es el Ciudadano el centro de toda la actividad
que el Estado despliega para darle cumplimiento a los principios fundamentales
consagrados en el texto constitucional, entre los cuales destaca el que toda persona tiene
derecho a la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad ciudadana
regulados por la ley frente a situaciones que se consideran amenazas.

Sin embargo, la nueva forma de participación en el proceso de defensa conduce así


mismo, a generar las condiciones en las cuales se estarán garantizando la satisfacción de las
necesidades individuales y colectivas de los venezolanos y venezolanas, mediante un
proceso de desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad
nacional, entre otras. Estas necesidades están referidas a todas aquellas vinculadas con la
seguridad personal y de sus bienes particulares así como de los elementos culturales básicos
que constituyen la nacionalidad, de esta forma el Estado a la seguridad ciudadana,
conformándose una relación simbiótica que ofrece mutuos beneficios.

La participación en el desarrollo implica que dentro del marco de la


corresponsabilidad en materia de seguridad, el Estado deberá, en tiempo de “no conflicto,”
promover y generar las condiciones necesarias y suficientes que permitan a la sociedad
civil participar desde cualquiera de sus ámbitos de actuación particular y de sus propias
competencias en esta actividad, de esta manera estará garantizando el sostenimiento
logístico de la defensa militar, en caso de agresión, en este momento podría decirse que el
ciudadano contribuye a la seguridad del Estado y que sin lugar a dudas es necesaria para
garantizar la propia seguridad ciudadana.

La nueva forma de participación en el proceso de defensa conduce así mismo, a


generar las condiciones en las cuales se estarán garantizando la satisfacción de las
necesidades individuales y colectivas de los venezolanos y venezolanas, mediante un
proceso de desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad
nacional, entre otras. Estas necesidades están referidas a todas aquellas vinculadas con la
seguridad personal y de sus bienes particulares así como de los elementos culturales básicos
que constituyen la nacionalidad, de esta forma el Estado a la seguridad ciudadana,
conformándose una relación simbiótica que ofrece mutuos beneficios.
CONCLUSION

La construcción de instituciones democráticas y la predominancia política sobre los


asuntos militares -y más aún, la no intervención en política- necesita un ambiente de
pensamiento democrático donde desarrollarse, una conducción de parte de quienes son
electos para esa tarea, y la respuesta de los mandos militares de adherir al sistema. Si
alguno de estos elementos no se encuentra presente, la democracia se pone en riesgo. Este
riesgo no se refiere sólo al ámbito formal o legal. El problema actual más severo respecto
de la democracia en la región no estriba tanto en la ruptura del orden legal, sino en la
profunda falta de legitimidad que los gobiernos democráticos poseen ante los ciudadanos.

Las relaciones cívico-militares refieren a tres actores: la institución militar, los


representantes político-estatales, y la sociedad en su conjunto. Por tanto, a cada uno de ellos
corresponde observar qué situaciones o características de su comportamiento ejercen
influencia sobre el desarrollo del control civil, y cómo puede operarse sobre ello.

Si la construcción de control ha experimentado hasta el momento diversas etapas


ello ha demostrado ser escasamente efectivo. La experiencia académica ha tomado distintas
piezas de una realidad compleja no sólo a medida que se debatía y reflexionaba sobre
diversos avances teóricos, sino también en cuanto la circunstancia lo permitía. No puede en
este sentido obviarse el hecho de que la reconstrucción democrática en algunos países de la
región contó con severos condicionamientos políticos, principalmente resistencias militares.
Sin embargo y como hemos visto, aún en el caso en el que no hubo condicionamiento a la
transición -el argentino- tampoco se logró establecer pautas de control que permitieran el
avance de la institucionalización. Así, el abordaje progresivo de la problemática del control
civil debe ser reemplazado por una consideración simultánea y sistemática de las variables
que en él intervienen. A partir de las diversas propuestas teóricas, de la realidad observada
y de la consideración de los tres actores que intervienen en el proceso, surge que la
problemática de la construcción institucional democrática y del control civil tiene ante sí
básicamente:

-.Una institución militar cuya mentalidad profesional lo acerca o lo aleja de la intervención;

-.Representantes político-estatales que asumen o no la responsabilidad de conducir;

-.Una sociedad que sostiene el ambiente democrático sobre el cual se apoya el control, o
que vacila (y hasta proyecta) ante la intervención militar.

You might also like