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Todos los niños necesitan establecer vínculos afectivos con diversas personas porque éstas les
proporcionan modelos de relación distintos y, con frecuencia, realizan una labor sustitutiva en
caso de ausencia de una de las personas queridas por el niño. Sin embargo, esto no quita que,
en ese conjunto de vínculos afectivos, los padres constituyan las figuras de vinculación más
importantes para el niño, con una importancia tal que se mantendrá a lo largo de toda su vida
aunque construya otras relaciones.
El tiempo compartido, la permanencia, es esencial para construir la relación afectiva con los
hijos. Con los niños, sobre todo cuando son muy pequeños, todo lo que no se dice o no se
muestra no existe. Cuando somos adultos sabemos que alguien nos quiere aunque no nos lo
recuerde a diario y, aún así, necesitamos que ese amor se cultive y se mantenga para sentirnos
seguros de él. No basta con tener un niño y garantizar su bienestar material. Los padres tienen
que crear un vínculo afectivo fuerte y positivo con sus hijos que les ayude a crecer, y no podrán
crearlo si no están presentes de manera regular en los pequeños detalles de su vida cotidiana.
La expresión del afecto es también vital para los niños. Los padres y madres nunca deben dar
por sentado que sus hijos “ya saben” que les quieren. Hay que decirlo y demostrarlo, tanto
física como verbalmente. Todos, y los niños aún más, necesitamos sentirnos queridos y a todos
nos agrada recibir mensajes explícitos de que esto es así, a diario.
Los niños necesitan también saber que el afecto de sus padres es incondicional, es decir, que
hagan lo que hagan les seguirán queriendo. Una de las cosas más dañinas para un niño es sentir
que el amor de sus padres puede desaparecer; por eso no es nada aconsejable amenazarles con
retirarles su amor (“Si no haces esto, no te voy a querer”). El niño necesita sentirse seguro
y saber que, haga lo que haga, tendrá el afecto y el apoyo incondicional de sus padres. Sólo
de esa manera podrá sentir seguridad en sí mismo y en el mundo, e iniciar el camino hacia la
autonomía.
Disponer de unos vínculos afectivos fuertes y positivos con sus padres permitirá a los niños
sentirse seguros, protegidos y estables. Las relaciones afectivas que establecen en los primeros
años constituyen la base sobre la cual construyen sus relaciones futuras y la percepción de sí
mismos.
Los estudiosos de la crianza de los niños afirman que es una característica central de la
misma que ambos progenitores puedan proveer una base segura a partir de la cual el niño o
un adolescente pueda hacer salidas al mundo exterior y a la cual puede regresar sabiendo con
certeza que será bien recibido, alimentado física y emocionalmente, reconfortado si se siente
afligido y tranquilizado si está asustado.
Esencialmente, este rol consiste en ser accesible, estar preparado para responder cuando se
le pide aliento, y tal vez ayudar, pero intervenir activamente sólo cuando es evidentemente
necesario.
• Abordar temas de importancia para nosotros y/o para nuestros hijos de forma rápida, sin
calma suficiente.
• Abordar temas de importancia para nosotros y/o para nuestros hijos cuando no tuvimos un
buen día o estamos de mal humor.
• Anteponer nuestras obligaciones sociales y/o laborales al tiempo que
• Dejarlos hacer lo que les dé la gana para evitar poner límites o suscitar polémicas.
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• Ponerles metas y exigirles como si fueran mayores de lo que son.
• Desconfiar de nuestros hijos sin fundamentos.
• Imponer nuestra manera de hacer las cosas.
• Recibir sus alegrías con indiferencia.
• Acoger sus éxitos como si fuera lo esperable y no les hubieran representado ningún esfuerzo.
• Remarcar los fracasos.
Recordemos
La comunicación
Es muy importante que los padres se puedan comunicar de forma abierta y eficaz con sus hijos.
Comunicación no abarca solamente lo que transmitimos con las palabras. Se refiere a todo lo
que manifestamos de manera verbal y gestual para informar qué pensamos, cómo nos sentimos,
qué necesitamos, qué deseamos, que rechazamos, que nos hace doler, qué nos provoca alegría.
Cuando la comunicación es abierta y eficaz beneficia no sólo a los niños, sino también al resto
de miembros de la familia. Las relaciones entre padres e hijos mejoran mucho cuando existe
una buena comunicación. Por lo general, si la comunicación entre padres e hijos es buena, su
relacióntambién será buena.
Los niños aprenden a comunicarse observando a sus padres. Si los padres se comunican abierta
y eficazmente, sus hijos también lo harán. La habilidad de comunicarse beneficiará a los niños
toda su vida. Los niños empiezan a formarse sus ideas y opiniones de sí mismos en base a
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cómo sus padres se comunican con ellos. Cuando los padres se comunican positivamente con
sus hijos, les demuestran respeto. Los niños empiezan a sentir que sus padres les escuchan y les
comprenden, lo cual aumenta su autoestima. Por el contrario, si la comunicación entre padres
e hijos es ineficaz o negativa, puede hacer que los niños piensen que no son importantes, que
nadie les escucha ni les comprende. Estos niños pueden pensar también que sus padres no son
de gran ayuda ni son deconfianza.
Cuando los padres se comunican bien con sus hijos es más probable que los niños estén
dispuestos a hacer lo que se les pide. Estos niños saben lo que sus padres esperan de ellos y es
más probable que lo cumplan.
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Referencias
• Navarra, G. d. (s.f.). La proteccion infantil. Navarra: Gobierno de Navarra departamento de
bienestarsocial.