You are on page 1of 11

LA CRISIS DEL SISTEMA DE INTELIGENCIA Y ESTABLECIMIENTO DE CONTROLES

DEMOCRÁTICOS

Galoc Chasquibol, Ricky Henderson


Kahn Abanto, Jimy Andi
Torres Rodríguez, Cesar Antonio

Universidad Nacional De San Martin – Tarapoto


Facultad de ciencias económicas

INDICE
CARATULA…………………………………………………………………………………………………
…………………..1
INDICE………………………………………………………………………………………………………
……………………2
INTRODUCCION……………………………………………………………………………………………
………………..3
RESUMEN……………………………………………………………………………………………………
…………………4
ANTESEDENTES……………………………………………………………………………………………
………………..5
DEFINICION…………………………………………………………………………………………………
…………………6
OBJETIBOS…………………………………………………………………………………………………
………………….7
CRISIS DEL SISTEMA DE
INTELIGENCIA…………………………………………………………………………..8
INTRODUCCIÓN
La importancia de los servicios de inteligencia recae no solamente en su relevancia para la toma
de decisiones, sino en su importancia como mecanismo de control de amenazas a la seguridad:
se trata de un brazo necesario para los Estados contemporáneos. Y si bien hay un largo y
sostenido consenso sobre su necesidad e importancia, en contraste no hay una amplia línea de
trabajo e investigación sobre su historia reciente y sus problemas.
El servicio de inteligencia en el Perú ha pasado por una severa crisis durante las últimas dos
décadas. Durante los años noventa atravesó una suerte de auge institucional —aumentó en
tamaño, presupuesto, personal—, pero ello caminó de la mano con la cooptación de actores del
Ejecutivo que utilizaron el Servicio para fines ilegales. Durante la primera década del siglo XXI el
desmantelamiento y la crisis institucional fue la característica central: la reducción del
presupuesto, la desactivación del servicio, el despido del personal. Aquella situación trajo
consigo severas consecuencias que no se han terminado de entender.
RESUMEN:
Tras la difusión del video Kouri-Montesinos el 14 de septiembre del año 2000, el gobierno de
Fujimori entró en crisis. Una de las principales acciones tras aquel evento fue la desactivación
del Servicio de Inteligencia Nacional SIN (aún durante el gobierno de Fujimori), y luego la
reforma del sistema, durante el gobierno de transición de Paniagua en el año 2001. Por diversas
presiones y perspectivas políticas, en ese periodo fueron despedidos, cesados, desactivados o
reasignados un gran contingente de analistas, operativos, agentes e informantes: cerca de 2 mil
personas terminaron su relación con el Sistema de Inteligencia Nacional.
Los constantes cambios en la jefatura del CNI, creado en 2001 en sustitución del Servicio de
Inteligencia Nacional (SIN) que dirigió Montesinos, desataron duras críticas por la
"improvisación" del gobierno al nombrar funcionarios sin antes conocer sus antecedentes.
ANTECEDENTES:

El 27 de enero de 1960 fue creado el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), luego el 04 de


noviembre de 1970 se constituye el Sistema de Inteligencia Nacional (SINA).

En 1984 fue expedido el Decreto Legislativo Nº 271 que incluyó como labor de inteligencia, a los
campos o dominios no militares de la seguridad.

En el mes de julio de 1992 entró en vigencia el Decreto Ley Nº 25635 y su Reglamento (DS Nº
065-DE-SG).

En noviembre de 2000 fue desactivado el Servicio de Inteligencia Nacional mediante la Ley Nº


27351.
El 05 de junio de 2001 fue publicada la Ley Nº 27479 que crea el Consejo Nacional de
Inteligencia, CNI y la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica, DINIE.
El 04 de enero de 2006 fue publicada la Ley Nº 28664, Ley del Sistema de Inteligencia Nacional
y de la Dirección Nacional de Inteligencia, DINI. Su Reglamento es el Decreto Supremo Nº 025-
2006-PCM.
El 11 de diciembre de 2012 fue publicado el Decreto Legislativo Nº 1141 que establece el marco
jurídico que regula la finalidad, principios, organización, atribuciones, funciones, coordinación,
control y fiscalización, que deben observar los componentes del Sistema de Inteligencia Nacional
- SINA y los que señale esta norma.
DEFINICIÓN:

Según el Decreto Legislativo de Fortalecimiento y Modernización del Sistema de Inteligencia


Nacional - SINA y de la Dirección Nacional de Inteligencia - DINI Nº 1141, el SINA es el conjunto
de principios, normas, procedimientos, técnicas, instrumentos, organismos y órganos del Estado
funcionalmente vinculados, que bajo la dirección y coordinación de la Dirección Nacional de
Inteligencia - DINI como ente rector, producen Inteligencia Nacional, Inteligencia Militar e
Inteligencia Policial, y ejecutan medidas de contrainteligencia en las áreas de su
responsabilidad.
El Sistema de Inteligencia Nacional - SINA forma parte del Sistema de Defensa Nacional y
mantiene relaciones técnicas de coordinación con la Secretaría de Seguridad y Defensa
Nacional - SEDENA.
El 11 de diciembre de 2012 fue publicado el Decreto Legislativo Nº 1141 que establece el marco
jurídico que regula la finalidad, principios, organización, atribuciones, funciones, coordinación,
control y fiscalización, que deben observar los componentes del Sistema de Inteligencia Nacional
- SINA y los que señale esta norma.
OBJETIVOS:

Producir el conocimiento útil para el proceso de toma de decisiones en materia de seguridad


nacional.
Proteger las capacidades nacionales y evitar acciones de inteligencia de actores que
representen amenazas a la seguridad nacional.
CRISIS DEL SISTEMA DE INTELIGENCIA NACIONAL
Tres días después de la difusión pública del video (ocurrida el 14 de septiembre de 2000) en el
que se mostraba imágenes en las que el asesor presidencial Vladimiro Montesinos entregaba un
soborno al congresista de oposición Alberto Kouri para pasarse a la bancada oficialista, el gobierno
de Alberto Fujimori decidió llamar a elecciones presidenciales anticipadas. En el discurso de ese
mismo día —el 16 de septiembre de 2000— decretó también la desactivación del Servicio de
Inteligencia Nacional (SIN). Y tras la desactivación formal del SIN, trascurrieron solo 58 días antes
de la salida de Fujimori del Perú rumbo a la VIII Cumbre de la APEC en Brunei (el 13 de noviembre
del año 2000), después de la cual renunció por fax a la Presidencia de la República, el 20 de
noviembre (el 21 de noviembre el Congreso rechazó la carta de renuncia y lo destituyó). El 22 de
noviembre el presidente del Congreso, Valentín Paniagua (dirigente de Acción Popular), asumió
el mandato interino del Gobierno de Transición, que duraría hasta el 28 julio de 2001. La
desactivación del SIN implicó una medida más formal que práctica. En el intento de Fujimori de
replantear el sistema de inteligencia, presentó un proyecto de ley al Congreso que daba a luz a la
«Central Nacional de Inteligencia (CNI)», pero este proyecto no se llegó siquiera a discutir con
precisión debido a las tensiones de la crisis política y a la huida de Fujimori del país. Así, el 3 de
octubre de 2000 se publicó la ley que desactivó el SIN en un plazo de quince días (ley 27351),
pero luego, el 30 de octubre de 2000 una nueva ley (ley 27361) amplía el plazo por treinta días
más. Finalmente, el 7 de diciembre (ya durante el gobierno de transición), la ley 27374 amplió el
plazo hasta el 15 de enero de 2001. Con una desactivación formal pero que en la práctica no había
generado modificaciones estructurales en el diseño institucional, el coronel del Ejército Peruano
Luis Rodríguez Silva (hasta entonces subjefe del SIN de Montesinos) quedó a cargo del Sistema
de Inteligencia del 30 de octubre de 2000 hasta el 26 de febrero de 2001 (por cuatro meses),
cuando el gobierno de transición de Paniagua designó como jefe del SIN al general en retiro Juan
Campos Luque. Este se mantendría en el puesto solo por cinco meses, pues en junio de 2001 se
aprobó la ley 27479 de Sistema de Inteligencia Nacional, que creaba el Consejo Nacional de
Inteligencia (CNI) como cabeza del sistema y a la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica
(DINIE) como el organismo operativo. La etapa de transición estaba llegando a su fin, el candidato
Alejandro Toledo ya había ganado las elecciones presidenciales y asumiría el cargo el 28 de julio
de 2001. Un mes antes de que el nuevo presidente asuma el mando del gobierno, el 27 de junio
de 2001, el Gobierno de Transición nombró como presidente del CNI al contralmirante en retiro
Alfonso Panizo (y este nombró como jefe de la DINIE al almirante en retiro Luis Zuzunaga, que
había sido jefe de la inteligencia naval DIN), lo que inició una segunda etapa en el proceso de
desactivación-reforma del Servicio de Inteligencia. Sin embargo, Panizo solo estuvo en el puesto
por siete meses. El 22 de enero de 2002, Toledo lo retiró del cargo y nombró como jefe del CNI a
Juan Velit (que había sido congresista del Partido Perú Posible), y la jefatura de la DINIE se
entregó al general en retiro del Ejército Daniel Mora. Los cambios en la jefatura del CNI y en la
DINIE no terminaron ahí: después de Velit llegó Rospigliosi, a este lo sucedió Almeyda, a este
Panizo (su segunda vez como jefe), y a este Mora; y a Mora lo sucedió Arboccó, y finalmente
tomaría el puesto Raygada. Una sucesión de ocho jefes de inteligencia en la primera mitad de esa
década.
Debido al proceder inepto, corrupto y politizado de la administración Toledo respecto a la
comunidad de inteligencia, la seguridad nacional del Perú ha sido colocada en una posición de
vulnerabilidad frente a amenazas internas y externas.
La administración Toledo careció de una política coherente para lograr un funcionamiento
adecuado de la comunidad de inteligencia; por el contrario, en sus cinco años de gestión, tuvo un
accionar basado en el revanchismo y el temor, en un contexto de incompetencia y prejuicios
sobre el tema, mientras facilitó una persistente politización del nuevo Consejo Nacional de
Inteligencia (CNI); donde surgieron casos de corrupción, complots políticos, espionaje contra la
prensa, y llegó a soportar ¡siete jefes! en menos de tres años y ocho durante todo el período
gubernamental, convirtiendo al CNI en un lastre en lugar de una institución destinada a
robustecer la seguridad nacional.

Aunque la presencia constante de personal con reconocida experiencia en Inteligencia Naval en


la dirección del CNI (ahora DINI), durante el accidentado funcionamiento de dicha central de
inteligencia nacional en los últimos años, evitó que esa institución ingresara en un caos total e
irreversible que condujera a su desaparición, debido a las negativas decisiones adoptadas a
nivel político-gubernamental; en definitiva, uno de los más clamorosos fracasos en el ámbito de
la seguridad nacional durante el régimen de Toledo, ha sido la pretendida «reforma,
modernización y democratización» del sistema de inteligencia nacional y en especial, su
incapacidad para conformar una central de inteligencia eficaz.
Peor aún, varios funcionarios y diferentes jefes de estratégicas áreas de lo que fue el CNI (ahora
Dirección Nacional de Inteligencia-DINI), vienen siendo investigados por la Contraloría General
de la República y el Poder Judicial, por presuntos manejos ilegales de los fondos reservados.
En paralelo, al igual que en las demás instituciones públicas -donde en total habrían ingresado
unos 150 mil empleados nuevos entre el 2001 y el 2006- otro pesado lastre que deja la
administración Toledo a su sucesor, es el excesivo burocratismo en la central de inteligencia
nacional: hasta julio del 2004, 583 personas laboraban en el CNI; devorando un presupuesto
anual de unos 20 millones de dólares. Resulta que los numerosos jefes que ha tenido este
organismo durante el gobierno toledista -ocho en total- incrementaron su planilla sin tener en
cuenta la relación costo-beneficio de ese proceder nefasto.
Cabe acotar del mismo modo, que al final del gobierno de Toledo, también se mantienen
trabajando en la actual DINI, unos 10 funcionarios y empleados que ingresaron al ex SIN antes
del régimen de Fujimori y algunos de ellos que empezaron a laborar durante el período
fujimorista. El Ejecutivo, el 4 de enero de 2006, el Congreso de la República aprobó una nueva
Ley del Sistema de Inteligencia Nacional (Ley Nro. 28.664) donde entre otros aspectos, se
establece que la estructura de la naciente DINI estará compuesta por tres órganos de línea:
Dirección de Contrainteligencia, Dirección de Informaciones y la Dirección de Inteligencia
Estratégica, encargada de producir análisis de inteligencia sobre amenazas internas y externas
de manera simultánea (análisis interméstico), pretendiendo dejar de lado así, el esquema
anterior donde se analizaba por separado las amenazas, tanto en el frente externo como en el
frente interno.

EL CICLO DEMOCRÁTICO 2000-2016

El ciclo democrático inaugurado el año 2000 con la destitución de Alberto Fujimori, luego de su
vergonzosa fuga a Japón y la toma de posesión de Valentín Paniagua, tiene a pesar de sus
errores y omisiones un saldo positivo que merece debe reconocerse y servir de base para la
renovación de la democracia. En la defensa crítica y renovadora de ese ciclo de 15 años se
encuentra una de las discusiones que opera como un parteaguas del proceso electoral que
concluye mañana 5 de junio.
Cuando Fujimori fue destituido, el Perú tenía 56% de pobres y el año anterior -1999- había
crecido solo 1,5% luego de un pésimo registro de -0,4 el año anterior; y el quinquenio anterior la
demanda interna solo había crecido 3,6% y el consumo privado apenas 3,1%. El ciclo recesivo
de varios sectores impedía la generación de empleo paliada insuficientemente por programas
sociales clientelistas.
En 15 años de democracia, el Perú ha reducido la pobreza a 22.7% de la población; es decir, 24
puntos porcentuales, debido a la distribución de los beneficios del crecimiento, tanto la que
realiza el mercado a través del empleo, como la que se debe a los programas orientados a
combatir la pobreza y extrema pobreza. El desagregado de estas cifras señala las insuficiencias;
la pobreza rural es de 45,2%, en la selva (28.9%) y en la sierra (32.5%), frente a la costa que
exhibe una tasa menor, de 13.8%.
Estos resultados se han logrado sin el uso clientelar de los programas sociales, y al mismo
tiempo superando los programas de compensación focalizada de la época fujimorista. En ese
sentido, Juntos y Pensión 65 son modelos que deben continuar, al igual que otros dos
programas que se acercan al ideal de la universalización de derechos: el Seguro Integral de
Salud (SIS) y Qali Warma.
Esta drástica reducción de la pobreza no se habría logrado sin el proceso de descentralización
que a pesar de sus imperfecciones ha operado como una vigorosa expansión de servicios de
infraestructura y descentralización de los recursos. Si el régimen fujimorista se hubiese
prolongando, como lo habían programado la dupla Fujimori-Montesinos, estos resultados
sociales habrían sido notablemente insuficientes.
Se tiene asimismo una ganancia democrática que no solo se refiere a la continuidad
constitucional de tres gobiernos elegidos en procesos limpios, sino al ejercicio de los controles
de los poderes y el balance entre el gobierno y la oposición. Además, en los últimos 15 años se
han desarrollado convicciones colectivas y derechos que en las circunstancias de la
prolongación del ciclo fujimorista no se tendrían a la vista como una realidad. Incluso en
referencia a la corrupción, los casos denunciados estos años han podido ser judicializados, a
diferencia de la complicidad abierta de los jueces del autoritarismo.
La etapa democrática 2000-2016 es cualitativamente superior a la década fujimorista en sus
elementos políticos, económicos y sociales. La comparación entre ambos es importante en estas
horas de reflexión, especialmente si Fuerza Popular ha intentado vender en la campaña electoral
la idea del caos democrático contra el horizonte de la mano dura que pretende imponer en el
país.

You might also like