EL DERECHO A UN CUARTO PROPIO
Ana Luts Mora
Practicar el poliamor en el sentido mas etimolégico de la
palabra,sus cuartos propios, sus vidas intimas? zY si no tuviéramos
Ja presion de mantener estaticos nuestros vinculos, y deja~
ramos que estos se transformen segtin sea organico para las
partes?
éNo seria entonces mas factible conservar a las personas
que amamos a largo plazo?
EI poliamor - que no es equivalente a la poligamia, pero si
es una forma alternativa de vivir la sexualidad ~ es subversi-
vo porque nos propone que, en vez de buscar a nuestra “otra
mitad’, busquemos a los otros, y que cuando los encontre-
mos, los veamos por lo que son y no por lo que podrian ser
para nosotros ~ y esa me parece una forma mas ética, hori-
zontal y transparente de querer.nos sexo, menos volatilidad, y mas habito, compaiierismo, y
convivencia, Pero no puedo imaginarme una vida en la que,
por consecuencia de mi deseo de mantener esa compaiiia,
no puedo volver a enamorarme de nadie y compenetrar sin
culpa, sin resistencia: descubrir cmo hablan los otros y de
qué, observar sus posturas, tocar sus manos, recostarme en
sus regazos, oler sus nucas, y si, inclusive besarlos o tener
experiencias erdticas con ellos ... gnunca mas? Para sentir
eso tengo que dejar de amar a, y de compartir mi vida con,
mi pareja? Estoy absolutamente convencida de que nadie
est obligado (ni puede ni debe), satisfacer todas las nece-
ningiin otro, mas si pensamos en cémo van cambiando estas
expectativas con el tiempo. No queda mas que aceptar que
esa pareja tinica ¢ idilica es un mito, (0 al menos una singu
laridad), Exigirle a alguien ese nivel de sincronizacion - aun-
que lo hagamos no por egoismo, sino por nuestro genuino
€ ingenuo deseo de ser felices - es agotador y desalentador
para ambas partes.
Muchas veces,
xual) puede ayudar a resolver estas tensiones, y devolver
tranquilidad y estabilidad a un vinculo, porque nos permite
apreciarlo otra vez por sus virtudes, y no por lo que desea~
riamos que fuera. Durante el amorio, el nuevo afecto que he-
mos sentido nos recargé las pilas, nos puso de nuevo en pie,
nos estimulé y nos desperté.
Prueba de que estos impulsos por buscar lo que nos falta
son compartidos por la mayoria de las personas, es que la
infidelidad es una institucién dentro de la monogamia.
Entonces gsi en vez de fijarnos en hacer pareja, hacemos
manada? :Qué pasaria si dejaramos de exigirle a nuestros
romances que sean amores tinicos ¢ idilicos, y celebramos
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Cuando tenia 23 afios estaba en medio de la escritura de
los textos que se convirtieron luego en mi primer libro. El
proceso mental para llegar a las imigenes de Un Hombre
Tedrico tenia todo que ver con un impulso casi desespera-
do por encontrar las palabras mas elocuentes para justifi-
carme sin echarme al agua, Aunque ya han pasado mas de
cinco afios desde eso, encontrar a una pareja que me permi-
ta ahondar en temas del afecto, incluso de manera tedrica,
no ha dejado de ser dificil. Mis cuestionamientos acerca de
la monogamia y el rol que el tema de emparejarse juega en
perpetuar las dinamicas de género, han desembocado en los
pleitos mas terribles y violentos que he tenido en la vida
Lo hemos sufrido; yo y los demas. Me gusta pensar que mi
insistencia por estar casi siempre emparejada ha resultado
de mi busqueda por aprender al respecto... solo asi podria
justificar este extrafiisimo estudio antropolégico que ha sido
mi vida romantica.
Lo que si es cierto es que aprendi a tener miedo de hablar
y escribir al respecto - y aunque mas tarde empecé a ser
parcialmente sincera sobre mis expectativas, la realidad es
que eso ha sido también una fuente inagotable de conflic~
to: me he visto constantemente forzada a decidir entre vivir
Jas cosas a medias o decir las cosas a medias. Tardé muchos
afios en entender que me debia a mi misma algo de compa-
sién, y sobretodo la bondad de permitirme vocear las pre-
guntas que empezaban a atormentarme cada vez que partia
hacia una nueva aventura monogamica.
Somos multitudes, y cada uno sabe en el fondo de qué
manera le gustaria realmente vivir el afecto, Incluso como
individuos somos volatiles y diversos, a veces una cosa y a
veces otra. Esta certeza elimina la idea de que nuestras con-
tradicciones son supuestamente incompatibles: por ejemplo
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