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Y CONSAGRACIÓN DE ALTARES
EXCELENTÍSMO MONSEÑOR
JUAN CARLOS VERA PLASCENCIA
OBISPO GENERAL CASRTRENSE DEL PERÚ
Sr. Obispo:
Todos: Amén.
Sr. Obispo:
Entonces, si, según las circunstancias (cf. Notas preliminares, n. 2b), la Iglesia ha de ser
entregada al Obispo, los representantes de los que colaboraron en la edificación de la
iglesia (fieles de la parroquia o de la diócesis, donantes, arquitectos, obreros) la entregan
al Obispo, presentándole o una escritura pública de posesión del edificio, o las llaves o
una maqueta del templo, o un libro en el que se describe la historia de la obra con los
nombres de quienes la dirigieron y de los obreros. Uno de los representantes se dirige al
Obispo y a la comunidad con breves palabras, ilustrando, si es el caso, el significado de
la arquitectura y de la forma peculiar de la iglesia.
APERTURA DEL TEMPLO Y PROCESIÓN A LA IGLESIA
Luego de recibir las llaves, toca las puertas del templo tres veces con el báculo. Entonces,
entrega las llaves al presbítero encargado de la comunidad, para que abra las puertas
con estas palabras:
Sr. Obispo:
Querido hijo,
ya que te ha sido confiada esta comunidad,
te invito a abrir esta Iglesia,
donde presidirás para este pueblo,
los Misterios del Señor.
Luego el párroco, rector de la iglesia o responsable de la comunidad, abre las puertas
del templo. Entonces el Obispo invita a los fieles a ingresar al templo con estas palabras:
Sr. Obispo:
Terminado el rito de entrada, el Obispo bendice el agua para rociar al pueblo en señal
de penitencia y en recuerdo del bautismo y para purificar las paredes y el altar de la
nueva iglesia. Los ministros llevan el calderillo con el agua al Obispo que está de pie en
la cátedra. El Obispo invita a todos a orar con estas u otras palabras semejantes:
Sr. Obispo:
R. Amén.
El Obispo, acompañado por los diáconos, rocía al pueblo con agua bendita. Luego, si el
altar es totalmente nuevo, también lo rocía. Mientras tanto se canta una antífona.
Después de la aspersión, el Obispo vuelve a la cátedra y, terminado el canto, de pie, con
las manos juntas, dice:
Sr. Obispo:
R. Amén.
ORACIÓN COLECTA
R. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Luego, el Obispo se sienta y recibe la mitra; todos también se sientan. Entonces tiene
lugar la Liturgia de la Palabra. Se organiza una procesión de los lectores con el
leccionario, cuando llegan donde está el Obispo, este, de pie y con mitra, dice:
Sr. Obispo:
Para el Evangelio no se llevan ciriales ni incienso. Después del Evangelio el Obispo tiene
la homilía, en la que ilustra los textos bíblicos y el sentido de la dedicación de la iglesia.
Luego, el Obispo invita al pueblo a orar con estas u otras palabras semejantes:
Sr. Obispo:
Terminadas las Letanías, el Obispo, de pie, con las manos extendidas, dice:
eñor, te rogamos
por la intercesión de la Virgen María
y de todos los Santos,
que recibas benignamente nuestras súplicas,
para que este templo que dedicaremos a tu nombre
se convierta en casa de salvación y de gracia,
donde el pueblo cristiano, fraternalmente congregado,
te adore en espíritu y en verdad
y se edifique en la caridad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
El diácono, si es el caso, dice: Nos ponemos de pie.
Si se han de colocar reliquias de Mártires o de otros Santos debajo del altar, el Obispo
se acerca al mismo. Un diácono o un presbítero lleva las reliquias al Obispo, quien las
coloca en el sepulcro oportunamente preparado. Entre tanto se canta una antífona.
PLEGARIA DE LA DEDICACIÓN
Luego, el Obispo, de pie, sin mitra, en la cátedra o junto al altar, con las manos
extendidas, en voz alta dice:
Iglesia sublime,
Ciudad erigida en la cima de la montaña,
Visible a todos e iluminada para todos,
En la que brilla la perenne antorcha del Cordero
Y resuena el cántico agradecido de los Santos.
R. Amén.
UNCIÓN DEL ALTAR Y DE LAS PAREDES
Si el Obispo quisiera asociarse para la unción de las paredes a algunos presbíteros que
con él concelebran el sagrado rito, realizada la unción del altar, les entrega las crismeras
y con ellos realiza las unciones.
El Obispo puede encomendar la unción de las paredes a los presbíteros, en cuyo caso,
después de la unción del altar, les entrega las crismeras.
Luego, vierte el santo Crisma en el medio y en los cuatro ángulos del altar, siendo
conveniente ungir toda la mesa.
Después, unge las paredes de la iglesia marcando doce o cuatro cruces distribuidas
convenientemente, ayudándole, si es oportuno, dos o cuatro presbíteros.
Terminada la unción del altar y de las paredes de la iglesia, el Obispo vuelve a la cátedra
y se sienta.
Los ministros le acercan lo necesario para lavarse las manos. Luego, el Obispo deja el
gremial y se pone la casulla. También los presbíteros se lavan las manos después de ungir
las paredes.
INCENSACIÓN DEL ALTAR Y DE LA IGLESIA
Después del rito de la unción, se pone sobre el altar un braserillo para quemar incienso
o aromas, o, si se prefiere, se pone sobre el altar incienso mezclado con cerillas. El
Obispo echa incienso en el braserillo o con un cirio pequeño, que le alcanza un ministro,
enciende el incienso, diciendo:
Entonces, el Obispo echa incienso en los incensarios e inciensa el altar. Luego, vuelve a
la cátedra, es incensado y se sienta. Los ministros, pasando por la nave de la iglesia,
inciensan al pueblo y las paredes. Mientras tanto se canta una antífona.
Terminada la incensación, algunos ministros limpian con toallas la mesa del altar y, si
es el caso, lo cubren con una tela impermeable; luego, lo cubren con el mantel y lo
adornan, si es oportuno, con flores; colocan adecuadamente los candeleros con los cirios
requeridos para la celebración de la Misa y, si corresponde, también la cruz.
Entonces se hace una iluminación festiva: se encienden todos los cirios, también los que
se pusieron donde se hicieron las unciones, y las demás luces de la iglesia, en señal de
alegría. Mientras tanto se canta una antífona.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Los diáconos y los ministros preparan el altar como de costumbre. Algunos fieles llevan
el pan, el vino y el agua para el sacrificio del Señor. El Obispo recibe las ofrendas en la
cátedra. Mientras se preparan las ofrendas puede entonarse un canto.
Te pedimos, Señor,
que por los sacramentos que hemos recibido,
tengamos una profunda experiencia de ti,
tara que todos te adoremos siempre
en tu santo templo
y podamos gloriarnos de tu presencia
con todos los santos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.
R. Amén.