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BOSQUE ANDINO (Condiciones físicas)

Los bosques andinos son una diversidad de ecosistemas montanos ubicados entre los 1.000 y
los 4.000 msnm, presentes en condiciones bioclimáticas secas, estacionalmente húmedas y
muy húmedas, asociados a la compleja topografía de los Andes (Fondo de Becas 2019). De
acuerdo a ello se clasifican como: bosque seco andino, bosque húmedo andino y bosque muy
húmedo andino. Y de acuerdo a la altitud en que se desarrollan, se definen tres tipos
principales: bosque montano bajo o subandinos, bosque montano alto y bosque altoandinos,
estos últimos también conocidos como bosques de niebla. Pese a estas consideraciones es
importante mencionar que “en sentido general, los bosques andinos no tienen un rango de
altitud definido, pues se encuentran distribuidos en altitudes diferentes dependiendo de las
condiciones ambientales de cada sitio y de su exposición a las corrientes de masas de aire
humedecido” (Tobón 2019, 10).

El clima puede variar, dependiendo de la altitud; entre 2.000 y 4.500 msnm la temperatura
está entre los 12 y los 6 grados centígrados, pudiendo caer hasta los 0 grados centígrados en
ciertos períodos del año. Cuando la altitud está entre los 1.000 y los 2.000 msnm, pueden
presentar una temperatura que ronda entre los 14 y los 20 grados centígrados. En los bosque
andino de tierras bajas, denominados así en algunos estudios, que puede situarse entre los
300 y los 700 msnm, presentan una temperatura media mayor a los 18 grados centígrados
(Ibarra s.f.).

En los bosques andinos las condiciones climáticas no están condicionadas sólo por los sistemas
de presiones generales. En Colombia, por ejemplo, las superficies de calentamiento que
provocan los altiplanos, generan una alta presión en la alta troposfera; y la presencia de
vientos alisos debido a los valles interandinos, hace que otros queden protegidos del viento, lo
que conlleva a que sean muy secos. “Esto implica que los bosques andinos están expuestos a
diferentes masas de aire: algunas muy húmedas como aquellas provenientes de la cuenca del
Pacífico (Póveda et al., 2005; González, 2000) y de la cuenca amazónica (Espinoza et al., 2008;
Tobón, 1999); y otras relativamente secas, especialmente en los valles interandinos (Rangel,
2000)” (Tobón 2019, 27).

La precipitación es un aspecto de gran


relevancia para el bosque andino y sus
ecosistemas asociados. En su relación de
altitud y exposición a masas de aire, los
bosques andinos tienen precipitaciones
determinadas, lo que a su vez define el
rendimiento hídrico del ecosistema. En
ese sentido es importante definir que el
ciclo hidrológico se determina por
múltiples factores en completa conexión,
tales como las precipitaciones en todas
sus formas, la precipitación neta, el agua
en el horizonte orgánico, infiltración,
escorrentía, evapotranspiración, agua en el suelo, percolación profunda y drenaje a nivel de
cuenca, y para el bosque andino se caracteriza por precipitaciones relativamente altas y por
una evapotranspiración baja (Tobón 2019). “Pese a que existen regiones donde la cantidad de
lluvia alcanza valores de hasta 6000 mm al año (Espinoza et al., 2008; Rollenbeck et al., 2008;
Bendix et al., 2004c;), la mayoría recibe una precipitación media anual de alrededor de 2000
mm (Schawe et al., 2008; Tobón y Arroyave, 2007)” (Tobón 2019, 28).

Es importante considerar, que para el bosque andino y todos los bosques en general, es
esencial la fracción de precipitación neta (fracción de la precipitación que llega realmente al
suelo). Ésta en algunos bosques puede llegar a ser mayor a la precipitación total y para otros
se encuentra por debajo de la misma. Lo primero ocurre por las entradas adicionales de agua,
por ejemplo, por interceptación del agua de la niebla y de la lluvia transportada por el viento
en una dirección distintas a la vertical, y lo segundo ocurre en bosques andinos en los que una
cantidad de agua proveniente de la precipitación total, es interceptada y por un proceso de
evaporación desde el dosel retorna a la atmosfera (Tobón 2019). Además, por la franja
altitudinal característica de estos bosques, la nubosidad reduce la radiación solar, aumenta la
humedad relativa y disminuye procesos de evapotranspiración y el déficit de vapor (Tobón
2019).

En la franja de los 2900 a 3800 msnm se pueden diferenciar los bosques altoandinos, los
cuales por su ubicación y por recibir el aire ascendente y saturado de vapor de agua, se
condensa para producir nubosidad o niebla envolvente (IDEAM 1998). Un factor característico
de estos bosques es su alta humedad atmosférica (Carrizosa y Hernández, 1990 citado por
IDEAM, 1998, p. 286).

Derivado, en parte, de las propiedades de sus suelos, es la alta capacidad de regulación hídrica
de estos bosques. Los suelos tienen un alto contenido de materia orgánica, una baja densidad
aparente, alta porosidad, alta capacidad de infiltración, alta capacidad de retención de
humedad y alta conductividad hidráulica (Tobón et al., 2009a; Osorio y Bahamon, 2008; Díaz-
Granados et al., 2005; Buytaert et al., 2004; Poulenard et al., 2003; Luteyn, 1992 citado por
Tobón 2019)). En razón a ello los suelos de los bosques andinos son capaces de almacenar y
retener grandes cantidades de agua, mantienen una alta humedad permanente, esto
relacionado con la gruesa capa de musgos y materia humificada que se encuentra en ellos, y
de la frecuencia de niebla y las bajas pérdidas por evapotranspiración. La recarga de agua en
el suelo y el subsuelo son bastantes eficientes y la escorrentía superficial es mínima. Además,
las características de la vegetación en los compartimentos aéreos y subterráneos influyen de
manera importante y junto a los demás aspectos referidos le confiere un alto valor de
infiltración (Ataroff y Rada, 2000 citado por Tobón 2019).

Los bosques andinos en comparación con bosques más secos de menor altitud regulan los
caudales en el tiempo, ya que almacenan agua en periodos de lluvia y la sueltan en épocas
secas. Adicionalmente, los bosques cumplen una función clave en la protección del suelo en
laderas con fuertes pendientes y suelos pocos profundos. Las raíces de los árboles estabilizan
el suelo mientras que su follaje, pero también la vegetación del sotobosques, la hojarasca y la
materia orgánica acumulada, protegen el suelo contra el impacto directo de las gotas de lluvia
y el viento (Herzog et al.,2011:11,175) (Doornbos 2015, 3).
Bibliografía
Doornbos, Bernita. «Bosques Andinos.» El valor de los bosques andinos en asegurar agua y
suelo en un contexto de creciente riesgo climático ¿(re)conocemos lo imperdible? 2015.
http://www.bosquesandinos.org/wp-
content/uploads/2015/12/061115_articulo_n3.pdf (último acceso: 17 de Mayo de
2019).

Fondo de Becas. «Bosques andino y cambio climático.» 2019. http://www.bosquesandinos.org


(último acceso: 15 de Mayo de 2019).

Ibarra, Marco. «Bosque andino: características, ubicación, flora, fauna y clima.» Lefeder. s.f.
https://www.lifeder.com/bosque-
andino/#Climas_de_bosque_de_montana_intertropical (último acceso: 18 de Mayo de
2019).

IDEAM. «Documentos del IDEAM.» El medio ambiente en Colombia. 1998.


http://documentacion.ideam.gov.co/openbiblio/bvirtual/000001/cap7.pdf (último
acceso: 15 de Mayo de 2019).

Tobón, C. Los bosques andinos y el agua. Serie investigación y sistematización Nº 4., Quito:
Programa Regional ECOBONA INTERCOOPERATION, 2019.

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