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EL MISTERIO DEL CAPITAL – HERNANDO DE SOTO

En El misterio del capital, De Soto analiza la manera en que los países en vías de desarrollo y los que
salen del comunismo pueden generar capital a través de un eficiente sistema de propiedad legal
que les permita salir de la pobreza y empezar a transformar activos y trabajo en capital, como es el
caso de los países de Occidente, para que toda la población tenga acceso a un desarrollo
sustentable. Sostiene que la riqueza de las naciones depende de la capacidad de sus gobiernos para
crear sistemas legales que al mismo tiempo, reflejen y articulen adecuadamente el contrato social
de sus pueblos. El libro se divide en siete capítulos. En el primero, Los cinco misterios del capital, el
autor hace un recuento de las condiciones necesarias para que el capitalismo sea exitoso.
Condiciones que no están dadas en los países en desarrollo, pero que se pueden establecer a partir
de una infraestructura legal que se apoye en una amplia decisión política.

En el capítulo El misterio de la información ausente, analiza cómo la falta de información fidedigna


acerca de los activos con los que cuentan los países pobres, puede llevar a deficientes sistemas de
propiedad donde los derechos no están claramente definidos y donde la mayor parte de esos activos
permanece en la ilegalidad y sub capitalizados. Por ello, el potencial económico en estos países no
se ha identificado ni convertido en capital y su economía se mantiene estancada, es lo que el autor
llama, capital muerto. En este escenario, el autor señala que la única disyuntiva real de los gobiernos
de estos países, es incorporar esos recursos económicos a un marco legal ordenado y coherente que
se refleje en el bienestar de la sociedad en su conjunto. En el capítulo tercero, El misterio del capital,
De Soto analiza detalladamente el concepto de capital al que considera el potencial de los activos
para impulsar una nueva producción. Enfatiza que en occidente lo que crea capital es un proceso
fundamentado en un sistema legal, donde la propiedad de los activos está claramente definida y
contribuye a su rápida transformación en capital. Aunque en los países en desarrollo y los que salen
del comunismo, los pobres han acumulado millones de millones de dólares en activos, carecen de
un acceso fácil a los mecanismos de propiedad que les permita aprovechar legalmente el potencial
económico de sus activos para producir, afianzar o garantizar mayor valor en el mercado. En
occidente, los activos se han hecho fungibles, al enlazar propietarios y activos, activos y domicilios,
propiedad y obligaciones y, al facilitar el acceso a la información sobre la historia de activos y
dueños; los sistemas de propiedad formal convirtieron a los ciudadanos de esos países en una red
de agentes comerciales individualmente identificables y comerciales. Ello aporta los mecanismos
que el sistema monetario y bancario requiere para operar y las inversiones para funcionar. Es
entonces, que para generar capital se requiere un complejo y poderoso sistema de propiedad legal
que los países en desarrollo y los que salen del comunismo no tienen. En el capítulo cuarto, el autor
aborda El misterio de la conciencia política, que se refiere al problema real que existe para los países
en desarrollo, la falta de un sistema de derechos de propiedad bien definido apoyado en un
consenso que integre a todos los actores sociales para que se elimine la extra legalidad de los activos
y, al mismo tiempo, se dé una mayor distribución del poder y la riqueza. En el capítulo siguiente, Las
lecciones no aprendidas de la historia de Estados Unidos, explora la historia de ese país para
ejemplificar la manera en que integraron los activos extralegales a un único sistema de propiedad
legal a partir del acceso o el derecho a los derechos de propiedad. Es el caso de la Ley de Concesión
de Tierras del Estado, que se modificó según la realidad y prácticas cotidianas de los colonos
estadounidenses del siglo XIX. Los políticos adaptaron la ley a los acuerdos extralegales existentes y
con ello dieron al país un orden pacífico. Se demuestra entonces, que la ley debe ser compatible con
la forma en que las personas organizan sus vidas. En esta exploración se señala cómo la adaptación
de las leyes a los acuerdos extralegales fue un pilar fundamental para el reconocimiento e
integración de su sistema de derechos de propiedad, elemento clave para hacer de Estados Unidos
la más importante economía de mercado y el principal productor de capital en el mundo. Para el
autor, el desafío de capitalizar a los pobres del mundo en desarrollo es, en el fondo, una tarea
política que debe lograrse con herramientas legales. A continuación De Soto analiza El misterio del
fracaso legal: por qué la ley de propiedad no funciona fuera de occidente. Para el autor el problema
radica en que la mayor parte de la población no puede ingresar al sistema de propiedad formal, el
cual es reservado a un segmento muy pequeño de la sociedad. La mayoría es obligada a replegarse
con sus activos hacia el sector extralegal, donde viven y hacen negocios, pero sin lograr convertir
sus activos en capital. El reto que tienen estos países para lograr la fórmula que el autor llama
“proceso de capitalización”, es el desafío jurídico que se refiere a la integración de los múltiples
contratos sociales a un solo marco normativo común para la propiedad, que será legítimo y auto
imponible en la medida en que refleje tanto la realidad legal como la extralegal. Así también, un
desafío que implica un verdadero liderazgo político que impulse una reforma hacia la constitución
de un sistema de propiedad formal que ponga capital en manos de todo el país. Finalmente, en el
capítulo siete, A manera de conclusión, De Soto explica que la crisis del capitalismo fuera de los
países avanzados no se debe a que la globalización internacional esté fracasando, sino a que los
países en desarrollo no han podido globalizar el capital en sus territorios. Para el autor el acceso a
la globalización implica contar con un adecuado sistema de derechos de propiedad que dé lugar a
la generación de capital, fuente de una productividad creciente y que por ello constituye la riqueza
de las naciones. El breve análisis de la visión marxista acerca del capital se complementa con sus
aportaciones sobre la propiedad formal. Para reorientar el rumbo del capitalismo en los países del
tercer mundo, es necesario que sus gobiernos impulsen con una clara decisión política, la creación
de un sistema de propiedad creador de capital y acepten la importancia que tiene la sociedad,
principalmente los pobres en la constitución de sistemas legales que reflejen y articulen
adecuadamente el contrato social de sus pueblos.

La lectura de esta obra se vuelve necesaria tanto para estudiantes como para aquellos que se
ocupan del diseño y aplicación de las políticas públicas en sus países. Se plantea la problemática de
la pobreza en los países en desarrollo y los que salen del comunismo, pero al mismo tiempo,
Hernando de Soto hace aportes innovadores la solución de ésta problemática, insoslayable para
estas regiones. En el marco general de la temática, la constitución de un sistema de propiedad
formal se muestra como una alternativa que puede conducir a nuestros países hacia mejores niveles
de vida y bienestar social.
Analisis

La tesis central del libro es que en los países sub-desarrollados existe una serie de activos físicos no
utilizados, es decir, un “capital muerto” que si fuera utilizado, dichos países podrían desarrollarse.
El principal obstáculo para que el “capital muerto” se convierta en “capital vivo” es un sistema socio-
político que combina la lentitud política y burocrática del Estado, la falta de información y la
ausencia de un sistema legal de propiedad. Este diagnóstico lo lleva a formular recetas de reformas
neoliberales, tanto en el plano político como institucional.

La informalidad y su contexto

El mayor aporte del nuevo libro de De Soto es haber puesto a la informalidad en un mayor
contexto, con todo el sistema que la crea y la reproduce, donde descubre los misteriosos factores
que impiden el desarrollo capitalista. Sin embargo, lo que está en discusión en los medios
académicos y políticos es si la informalidad es verdaderamente el mayor obstáculo al desarrollo,
un factor entre otros o una fase inevitable del desarrollo capitalista tardío. Su argumento es sobre
cómo construir un puente que nos lleve de la tierra del “capital muerto” (la informalidad) a la
tierra del “capital vivo” (la formalidad), y que una vez que lleguemos a destino entraremos en la
vía del desarrollo casi de manera automática. El problema es que el único “capital vivo” es el ser
humano o “capital humano”, como se le denomina hoy, el cual es el único capaz de agregar,
modificar o destruir valor a todo capital muerto, incluyendo el capital natural. La formalización o
incorporación en el sistema legal de los sectores informales no transforma la calidad del capital
humano, sólo podría ser un medio.

Para un lector no académico el libro es relativamente convincente pues, con ejemplos sacados de
sus experiencias como consultor internacional y con adecuadas citas bibliográficas, muestra las
posibles bondades de la generación de un sistema de propiedad para valorizar al capital muerto.
Es un libro que da esperanzas en las potencialidades de millones de informales, aún sin probar
convincente y rigurosamente los puntos empíricos sobre los que se apoya.

Del dicho al hecho hay mucho trecho

El gobierno del ex-presidente Alberto Fujimori, con el apoyo de las organizaciones del Banco
Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo ha desarrollados varios proyectos de
formalización de la propiedad, modernización de los registros de propiedad y de reforma de los
procedimientos administrativos, además de la apertura financiera, es decir, ha seguido recetas
parecidas a las que propone en el libro que comentamos. El gobierno ha formalizado la propiedad
de más de un millón de propietarios rurales y también ha avanzado en el reconocimiento de la
propiedad de asentamientos populares urbanos, por la Comisión de Formalización de la Propiedad
(COFROPI), que el mismo de Soto ayudara a crear. Sin embargo, esto no ha significado un
incremento masivo de la demanda de créditos hipotecarios, basados en propiedades tituladas,
para desarrollar proyectos empresariales agropecuarios o urbanos y, peor aún, los niveles de
pobreza tanto en las zonas urbanas y rurales han retrocedido a promedios de antes de 1990. Es
decir, no basta con los títulos de propiedad bien registrados y la existencia de una oferta de
créditos, los bancos solicitan que los potenciales prestatarios demuestren que el negocio para el
que se pide el préstamo es productivo, rentable y sostenible, es decir, socialmente necesario. Aquí
obviamente, la teoría de De Soto muestra sus limitaciones, pues, se requiere de ingredientes
adicionales para el desarrollo.

¿Un marxista o un hegeliano del siglo XXI?

A diferencia de Marx, de Soto sostiene que la propiedad puede también crear capital y riqueza,
mientras que para el viejo pensador alemán, sólo el trabajo socialmente necesario es el creador.
Por consiguiente, la gran diferencia es que, para Marx, las cuestiones institucionales como los
derechos de propiedad son un resultado de los cambios materiales en la producción, mientras que
para de Soto es al revés: mejores condiciones institucionales pueden mejorar las cuestiones
materiales. Su propuesta se sustenta en esta visión filosófica, mas bien pre-marxista y algo
hegeliana, de que la fuerza de las ideas puede transformar las cosas. En otras palabras, es
necesario formalizar para desarrollar, antes que desarrollar para formalizar. Aquí está el quid del
problema y quizás el punto neurálgico de De Soto, pues la pregunta que debería hacerse es:
¿porqué debería formalizarse la propiedad de un capital que está muerto? Si está muerto es
porque no puede vivir competitivamente con aquellos capitales que están vivos del lado formal, es
decir, probablemente existen problemas tecnológicos, de baja dotación de capital humano, y
todos aquellos otros factores materiales que De Soto minimiza o ignora en el libro y que son las
condiciones indispensables para que el capital muerto vuelva a vivir o resucite. Si el capital muerto
se vuelve competitivo será automáticamente empujado a la formalización por el propio mercado.
En este sentido, la propuesta de De Soto es incompleta para generar desarrollo: el desarrollo
institucional sólo no es suficiente y, lo que es más importante, el desarrollo material va por
delante de los cambios institucionales.

En consecuencia, de Soto dice: reformemos el orden institucional, modernicemos al Estado de los


países en vías de desarrollo capitalista y resucitemos tanto capital muerto y el desarrollo no tendrá
ningún misterio. Ya los países de occidente lo han hecho con éxito. En realidad lo misterioso no es
por qué algunos países se han desarrollado y muchos no se han desarrollado, sino por qué los
modelos o recetas de aquellos que se desarrollaron no han podido ser transferidos a otros países.
Este sigue siendo un misterio, sobre todo en el libro de De Soto.

ANALISIS 2

La idea central del libro es que la raíz del atraso del Tercer Mundo radica en que sus sistemas
legales no definen adecuadamente los derechos de propiedad. Por culpa de ello, sus activos no se
convierten en capital, es decir, en instrumentos de crédito, con los cuales se puedan “apalancar”
los negocios. Para un abogado como yo, la teoría de De Soto resulta seductora, por cuanto exalta
la importancia de las leyes en el proceso de desarrollo. A diferencia de las teorías marxistas, según
las cuales las leyes serían sólo una superestructura, De Soto nos dice que las leyes son la base o la
infraestructura a partir de la cual se hace posible el desarrollo.
La exaltación de los derechos de propiedad también es positiva. En este libro se precisan mejor los
efectos benéficos de tales derechos: fijar el potencial económico de los activos; integrar
información dispersa a un solo sistema; volver responsables a las personas; volver fungibles a los
activos; colocar a las personas en red y proteger las transacciones.

Pero, más allá de esto, ¿está De Soto en lo cierto? A partir de mi experiencia profesional como
abogado y de mis propias investigaciones académicas, considero que hay un gran ausente en la
teoría del desarrollo de De Soto: el marco político en el que se establecen los derechos de
propiedad y, por tanto, se desarrolla la economía. Sería injusto decir que De Soto no le presta
ninguna atención a la estructura política, pero, en este aspecto, no profundiza suficiente. Brinda
observaciones al paso, que no nos dicen mucho.
Desde mi punto de vista, no basta que los derechos de propiedad estén adecuadamente definidos
en la legislación civil o comercial. En 1995, por ejemplo, hice un estudio tratando de encontrar por
qué la oferta pública primaria de acciones y bonos no era más utilizada como mecanismo de
inversión y financiamiento. Luego de analizar las leyes y reglamentos peruanos y compararlos con
los de otros países llegué a la conclusión de que no sufríamos ningún “costo de transacción” que
fuera notoriamente superfluo. El problema radicaba en que no había quién comprara las acciones
y bonos que se ofrecían en la Bolsa de Valores de Lima.
¿Por qué no había más compradores de los títulos-valores de las empresas peruanas? La
respuesta, a mi modo de ver, se relaciona, fundamentalmente, con la inestabilidad política
peruana. Los inversionistas no se animaban a comprar esos papeles no porque les falta tal o cual
característica sino porque no sabían quién sería el próximo gobernante peruano.
Cualquier teoría institucional sobre el desarrollo resulta incompleta, pues, si no incluye un análisis
de las instituciones políticas o constitucionales. La desatención de De Soto a las instituciones
políticas tiene importantes consecuencias: sus ideas pueden ser -¿no han sido ya?- utilizadas por
regímenes autoritarios, que las desnaturalicen y desprestigien.
Para evitar que ello ocurra, la lucha por el fortalecimiento de los derechos de propiedad, por
tanto, debe ir de la mano con la lucha por la democracia constitucional.

En su opinión, los pequeños negocios informales y viviendas marginales de los pobres son
esencialmente activos económicos ("capital muerto"), que deberían ser revitalizados por el
sistema legal oficial y convertidos en un capital líquido que permita a sus dueños el acceso al
crédito formal y la posibilidad de invertir en sus viviendas y negocios, y de esa manera fortalecer la
economía como un todo. Según sus cálculos, el monto de ese capital muerto de los países
subdesarrollados es de unos US$9,3 billones. La enormidad de esta cifra ha atraído la atención de
muchos políticos, promotores de suelo, funcionarios y organizaciones financieras de renombre.

Según de Soto, el reconocimiento del derecho de la propiedad facilita el acceso a crédito y


financiamiento. Él sostiene que cuando Estados Unidos y los países europeos mejoraron sus
sistemas de propiedad, sus actores económicos supieron reconocer el potencial económico de sus
activos, lo cual les permitió producir dinero no inflacionario para financiar y generar productividad.
En seguimiento de esa lógica, organizaciones nacionales e internacionales han propuesto (e
incluso impuesto) la total legalización de negocios y el reconocimiento incondicional de títulos de
propiedad absoluta para los habitantes urbanos de algunos asentamientos como método “radical”
para transformar las anquilosadas economías urbanas.

Pero no se fija en que somos culturas diferentes, educación diferente.

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