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La fundación de UNIR

El debate de las bananeras sirvió a Gaitán de fundamento para su figura de


líder popular. En 1931, con los liberales en el poder, fue elegido presidente
de la Cámara de Representantes, presidente de la Dirección Nacional Liberal
y segundo designado a la Presidencia; al año siguiente, rector de la
Universidad Libre. A finales del mismo año viajó por América Latina
planteando la posición colombiana en el litigio con el Perú.

Las tímidas reformas y los lentos programas sociales con los que Enrique
Olaya Herrera pensó acostumbrar al país al cambio partidista en el gobierno
parecieron insuficientes a los liberales de izquierda; a pesar de los esfuerzos
aglutinadores del director del partido, Alfonso López Pumarejo, un grupo de
decepcionados rompió con éste en octubre de 1933. Liderada por Jorge
Eliécer Gaitán y Carlos Arango Vélez, nació la Unión Nacional de Izquierda
Revolucionaria (UNIR). Fuera del tradicional marco bipartidista, esta
organización sería uno de los más importantes esfuerzos políticos en el país.
UNIR tuvo particular influencia entre la clase campesina, en las zonas
cafeteras de Cundinamarca, en el norte del Tolima, Caldas y el Valle.

En la primera etapa de agitación, la guardia de Cundinamarca disolvió a


balazos una manifestación de campesinos uniristas presidida por Gaitán en
Fusagasugá el 4 de febrero de 1934, dejando un saldo de varios campesinos
asesinados. Otra masacre tuvo lugar el 14 de agosto de 1934 en la hacienda
Tolima, en la jurisdicción de Ibagué, en cuyos trabajadores influía la UNIR.
El motivo tuvo que ver con la negativa de los colonos a aceptar los avalúos
de las mejoras en los términos arbitrarios en que los realizaba la hacienda.

El partido de Jorge Eliécer Gaitán estimulaba el principio de la militancia


individual y de carnetización de sus miembros. Al comienzo se insistió en la
necesidad de una rígida disciplina, que incluía prácticas gimnásticas como
rudimento de preparación militar. Los organismos no eran propiamente
deliberantes y las orientaciones políticas generales del partido eran
responsabilidad del caudillo.

La plataforma de acción de la UNIR, enunciada a través del semanario


informativo Unirismo, consistía en la intervención del Estado, con criterio
social, en la economía; la reforma agraria y la organización de cooperativas
campesinas; un nacionalismo antiimperialista en cuanto a la política exterior;
la reforma constitucional que diera menos protagonismo al presidente y
reformas legislativas de tipo social, incluyendo la creación de un banco de
previsión social constituido con aportes obligatorios de hasta un 50 por ciento
por parte del capitalismo.

Aunque el movimiento captó adeptos no sólo en el campo sino también


dentro del sector trabajador de la incipiente industria nacional, las tácticas
disolutorias de la burguesía obtuvieron frutos: en el campo con la represión,
y en el liberalismo oficial y en la prensa con el silencio y la acusación de pro
comunismo. Aprovechando la vanidad e impaciencia del líder, se logró atraer
de nuevo a las filas oficialistas al propio Gaitán, quien declaró disuelta la
UNIR en mayo de 1935.

En 1936 Gaitán contrajo matrimonio con doña Amparo Jaramillo, y el 8 de


junio de ese año se posesionó como alcalde de Bogotá. Como tal, realizó una
labor progresista, aunque corta; pero ciertas medidas algo extremas y la
presión de la derecha lo obligaron a dejar el cargo. En febrero de 1937 falleció
doña Manuela Ayala; la pérdida de su madre y maestra fue un duro golpe,
sólo mitigado por el nacimiento, siete meses más tarde, de su única hija,
Gloria. Tras algunos viajes internacionales, Gaitán fue elegido magistrado de
la Corte Suprema de Justicia en 1939 y, al año siguiente, el presidente
Eduardo Santos lo hizo ministro de Educación. Ocupó este cargo nuevamente
por corto tiempo, pero entre otros logros desarrolló un ambicioso plan contra
el analfabetismo y para la popularización de la educación y la cultura.
La carrera hacia la presidencia

Opuesto a la reelección de López Pumarejo, Gaitán iniciaría en 1941 una


carrera política que sólo se detuvo con su asesinato: senador por Nariño en
1942, presidente del Senado en septiembre de ese año, ministro de Trabajo
entre 1943 y 1944, y candidato presidencial en oposición al liberal oficialista
Gabriel Turbay, creando el Movimiento Liberal Gaitanista. Éste, más que un
socialismo estructurado, era de corte populista.

Nunca en el país se volvieron a ver manifestaciones tan multitudinarias ni


con tanta emoción y fe en su jefe. Sus famosos gritos de "¡A la carga! ¡Contra
la oligarquía! ¡Por la restauración moral de la República!" lograron interpretar
el sentimiento de las masas de una manera única y original. Sus variaciones
de tono, sentido del humor e ironía, el manejo de los silencios, hicieron de
Gaitán un orador telúrico que llegaba a transfigurarse por la emoción de lo
que decía y la forma de decirlo, y que lograba transmitir su sentimiento al
público.
La organización, disciplina y fe de los gaitanistas hicieron que muchos lo
tildaran de fascista, pero, aunque trajo de Italia ese gusto por los desfiles de
antorchas y algo de la teatralidad de Mussolini, Gaitán era un liberal
demócrata, reformista, que buscaba una revolución legal dentro de los
marcos constitucionales.
En las elecciones del 5 de mayo de 1946, que ganó Mariano Ospina Pérez,
Gaitán, para quien esa contienda sólo había sido un paso más hacia el poder,
ocupó un tercer lugar, con sorprendente número de votos y con un apoyo
mayoritario en los centros urbanos. Sirvieron también estos comicios para
que el gaitanismo tomara el poder dentro del liberalismo y fuera elegido jefe
único del partido.

Sus planteamientos sociales fueron enunciados en la Convención del Teatro


Colón del 18 de enero de 1947 y en agosto del mismo año, en el Congreso,
con el fallido Plan Gaitán. Legendarias son ya la Marcha de las antorchas,
organizada desde el popular barrio La Perseverancia, en la que él quería "un
río de candela, que no se vieran filas cada tres metros, sino filas bien juntas
para formar un río de fuego sobre Bogotá", y la sobrecogedora Marcha del
silencio, en la que multitudes nunca vistas y perfectamente organizadas
llenaron de temor, con su mutismo, a los sectores tradicionales de ambos
partidos.

En Manizales pronunció la "Oración por los humildes", en febrero de 1948. Al


mes siguiente, debido a la incontrolada violencia gobiernista, Gaitán rompió
los lazos del liberalismo con Ospina. Por expreso deseo de Laureano Gómez,
ministro de Relaciones Exteriores, fue excluido de la IX Conferencia
Panamericana en Bogotá, inaugurada el 30 de marzo.
El 9 de abril logró Gaitán uno de sus mayores triunfos como penalista al
obtener la absolución del teniente Jesús Cortés. Hacia la una de la tarde,
cuando salía del edificio donde tenía sus oficinas, fue muerto a balazos, en
presencia de algunos de sus amigos, por un pálido joven llamado Juan Roa
Sierra, iniciándose así la más pavorosa jornada de muerte y destrucción que
haya vivido Bogotá y agudizándose la creciente ola de violencia que, con
escasos respiros, viviría el país durante las siguientes décadas.

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