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2- El propósito esencial de la enseñanza es la transmisión de información mediante la

comunicación directa o soportada en medios auxiliares, que presentan un mayor o


menor grado de complejidad. Como resultado de su acción, debe quedar una huella en
el individuo, un reflejo de la realidad objetiva, del mundo circundante que, en forma de
conocimiento, habilidades y capacidades, le permitan enfrentarse a situaciones nuevas
con una actitud creadora, adaptativa y de apropiación.

Pero con las transformaciones socio-históricas que han ocurrido en las últimas
décadas en relación con los procesos de transmisión cultural, nos encontramos con
nuevos modos de conocer y de aprender, en donde muchas de las prácticas más
tradicionales, en relación a la enseñanza escolar, quedaron desdibujadas, produciendo
así grandes cambios y transformaciones, las cuales nos asustan y/o paralizan en
nuestra tarea docente.

Pasaremos a nombras algunas de las transformaciones más significativas, las cuales


nos ayudaran a abordar las nuevas visiones y conceptualizaciones en relación al cómo
se conoce y qué nuevas prácticas se introdujeron en nuestras formas de aprender.

En un primer momento, podemos mencionar los cambios producidos en los modos de


circulación y de producción del saber, relacionado directamente con los grandes
avances tecnológicos. Aquí Martin Barbero, hace mención a un término al que llama
descentramiento, el cual refiere al conjunto de procesos y experiencias que dan cuenta
la expandida circulación por fuera del libro de saberes socialmente valioso, es decir, el
saber se descentra del que ha sido su eje durante los últimos siglos: el libro. El libro
había moldeado la práctica escolar desde la invención de la imprenta y hoy se ve
como sufre una gran mutación cuyo más largo alcance lo evidencia la aparición del
texto electrónico o la hipertextualidad, como nuevo modelo de organización y
aprendizaje de conocimientos. Otros modos de circulación y articulación de los
saberes serán los medios audiovisuales, los videojuegos y el computador.

Ante un des-centramiento culturalmente desconcertante, el mundo escolar, dice


Barbero, en lugar de buscar entender se contenta con estigmatizar. Estigmatización
que parte de desconocer la complejidad social y epistémica de los dispositivos y
procesos en que se rehacen los lenguajes, las escrituras y las narrativas. La escuela,
como espacio de enseñanza por excelencia, tiene que convivir con saberes “sin lugar
propio”, y no solo eso, sino que es atravesada por saberes del entorno tecno-
comunicativo los cuales están regidos por otras modalidades y ritmos de aprendizaje
que los distancia del modelo de comunicación escolar.

El desordenamiento de los saberes halla uno de sus espacios más polémicos en la


reconfiguración que atraviesa la figura del intelectual y/o experto. La investigación
como tal, como operación metódica destinada a descubrir conocimientos y ponerlos en
circulación, pasa a integrarse como un componente más. Entonces, parece haber
llegado el momento en que el conocimiento deja de ser el dominio exclusivo de los
intelectuales, para convertirse en un medio común a través del cual las sociedades se
organizan y cambian.

En un segundo momento, podemos nombrar “los modos escolares de educar” y “el


modo institucional de construir conocimiento”. En una sociedad de la educación, el
intercambio esencial es de información, pero estos espacios de encuentran llenos de
puntos de vista, de matices, de contextualizaciones, de maneras de interpelación de
los sujetos sociales, de valoraciones y de formas y criterios de legitimación de lo
intercambiado.

Lo institucional pierde centralidad y su hegemonía en la educación entra en


competencia y deterioro, ya que otras instituciones, como las mediáticas, irrumpen en
la escena. Por otro lado, los tiempos educativos quedan así mismo en jaque, ya que
ahora los procesos educativos se realizan en cualquier momento. La educación ya no
se encuentras circunscripta a interiores, ya que la misma como bien dijimos se ha
descentrado y se ha desplazado casi a cualquier lugar.

Lo que se puede visualizar es un cambio de paradigma del conocimiento. Aquí lo


importante no es la apropiación, sino la construcción de conocimientos y los métodos
no serán otros más que los de exploración, experimentación, ensayo y error. La
creatividad será la destreza que se buscará fortalecer. El expresar y compartir
creativamente lo aprendido.

Pero aquí surgieran otros interrogantes e inquietudes y estas estarán relacionadas con
la transmisión y el concepto de autoridad. Para abordar estas dos problemáticas, no
podremos dejar de lado las diferencias generacionales.

El problema de la transmisión, señala Sandra Carli, se vincula directamente con las


modalidades de relación entre las generaciones en un contexto de generalizado
deterioro de los vínculos básicos y de los vínculos sociales en general. Este problema
se da en el marco de las formas de filiación generacionales, en tanto que la filiación
constituye el reconocimiento de la posición de los sujetos en el orden de las
generaciones.

La misma se la puede encontrar en el sistema educativo, donde se ve un cambio en


las posiciones de los sujetos. Esta idea de inversión de lugares se vincula con cierta
caducidad de las fronteras entre las edades a partir del impacto provocado en la
conformación de las identidades culturales modernas, las cuales se encuentran
globalizadas, mediatizadas e informatizadas, las cuales cuestionan toda clase de
tradición, autoridad y universos culturales.

El rechazo sistemático del pasado, pero también la erosión del tiempo real y virtual, los
cambios tecnológicos, el consumo y la mediatización de la vida social; son rasgos de
una experiencia social que pone en cuestión la relación de la escuela con los
horizontes más amplios de la sociedad en su conjunto. Los sujetos de la educación,
generacionales, contemporáneos, emergen hoy como portadores de culturas y de
proyectos de distintos momentos históricos. Entonces, el espacio intergeneracional
debe pensarse hoy como un trabajo de reconocimiento de esas diferencias, donde el
éxito de la transmisión educativa consista en crear condiciones para que los jóvenes
se animen a encarar esa labor, con voz propia.

Por otro lado, estas distancias generacionales, traerán consigo el problema de la


autoridad. El halo de respeto y prestigio que tuvo siempre el magisterio se fue
desdibujando con los cambios sociales y el cuestionamiento hacia las instituciones en
general, entre ellas, la escuela. La autoridad parece estar asociada al poder y
obediencia incondicional. Pero lejos de esas antiguas conceptualizaciones en relación
a ella, hoy podemos decir que la autoridad implica una obediencia en la que los
hombres conservan su libertad.

La crisis de las bases tradicionales de la autoridad docente se da en el


cuestionamiento al saber de los profesores como fuente de legitimidad de su
autoridad, al cuestionamiento de su papel en tanto adultos capases de sostener la
orientación moral de los jóvenes y finalmente, al cuestionamiento del lugar de la
escuela como institución monopólica de trasmisión de un saber relevante para
insertarse en la sociedad. Lo que reina entre adultos y no adultos es la
incomunicación, la falta de vínculo, el asilamiento.

Hoy parece ponerse en cuestión tanto el origen de la autoridad docente, como su


capacidad de generar algún desarrollo personal o social. ¿Qué es lo que provoca el
cuestionamiento a la autoridad? ¿A través de qué mecanismos esta se reconoce y se
desconoce? , se preguntará Grabriela Diker, y concluye que resulta del encuentro
entre un emisor autorizado, un mensaje autorizado y otro que, paradójicamente, con
su obediencia autoriza. La autoridad no puede asociarse exclusivamente a una
posición en una organización o institución. Por el contrario, “la autoridad es acordada a
alguien por aquellos que otorgan confianza a su palabra”.

La autoridad docente implica abordar la cuestión del reconocimiento y la valoración de


aquello que está en la base de su funcionamiento. Y el origen de la autoridad no es
tanto la obediencia, sino sobre todo la creencia en la autoridad misma.

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