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Entramado Teológico de San Pablo

Por Gabriel De Gracia

1. Cristología: En san Pablo la experiencia de camino a Damasco fue determinante


(Hech 1, 9). Como judío que era, compartía las esperanzas mesiánicas de su tiempo;
anhelaba la venida de un mesías (con unas características determinadas). Pero la
aparición de Jesús le enseñó que el Ungido de Dios ya había venido en la persona de
«Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación»
(Rom 4,25). La cruz, que había sido piedra de escándalo para los judíos, se convirtió
para él en «poder y sabiduría de Dios» (1 Cor 1,18-25). En adelante miraría al
crucificado, «Señor de la gloria», como su Mesías exaltado. La cristología de Pablo es
amplia y desde ella se entienden otras temáticas como son: la soteriología, antropología,
eclesiología, etc… es importante la humanidad y divinidad de Jesucristo en Pablo. El
apóstol habla abiertamente de Nuestro señor manifestado en la carne (1Tim 3, 16),
nacido de mujer (gal 4, 4). Participa de nuestra humanidad pero menos en el pecado
(2Co 5, 21; Gal 2, 17; Rom 7, 3), de tal modo que es el nuevo Adán (Rom 5, 12-21; 1Co
15, 45-49). Asimismo su divinidad la entiende Pablo no como categoría moral, sino
como consustancial al Padre. Jesús es el Hijo de Dios (Rom 1, 3; Ef 4, 13; Col 1, 12; 2,
9ss). El cántico cristológico de Colosenses nos deja claro que Cristo no es simplemente
el primogénito de toda criatura sino que también es en quien, por quien y para quien
fueron hechas todas las cosas.

2. Dios: En san Pablo, la coordinación del Padre, Hijo y Espíritu Santo aparece en
diferentes ocasiones, por ejemplo en 2Co 13, 13: la gracia de Nuestro Señor Jesucristo
y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo esté con todos vosotros”.
Asimismo, es importante la expresión de 1Co 12, 4-11: Hay diferentes dones
espirituales, pero el Espíritu es el mimo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el
mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. Es
decir, Pablo tiene una idea muy clara de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres
personas pero un solo Dios.

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3. Antropología: Podemos decir que la antropología de Pablo es una consecuencia de la
redención realizada por Cristo. Utiliza la expresiones como una criatura nueva (2Co 5,
17; Gal 6, 15), se reviste de Cristo (Gal 3, 27), el hombre nuevo (Ef 4, 24; Col 3, 10),
filiación adoptiva (Gal 4, 5; Rom 8, 15, 23; Ef 1, 5) y herederos (Rom 8, 2-3; Gal 5, 1).
El hombre adquiere por Jesucristo una nueva condición personal. Estar en Cristo (Rom
8, 2-3; Gal 5, 1) significa una liberación del hombre por el Espíritu Santo de las
ataduras de la Ley. El hombre en Cristo adquiere una nueva realidad, liberada y
redimida. Por el bautismo, todos formamos un sólo cuerpo (1Co 12, 12ss; 12, 27) en el
que Cristo es la cabeza (Col 1, 18; 2, 19; Ef 4, 15).

4. Eclesiología: el término ekklesia aparece con frecuencia en las cartas de Pablo. En


muchas expresiones tiene un matiz particular, como por ejemplo en 1Tes: A la Iglesia
de los Tesalonicenses. En otras cartas habla de la Iglesia de Dios que está en Corinto
(1Co 1, 2; 2Co 1, 1) que está en Galacia (Gal 1, 2, etc). En otros momentos habla de la
Iglesia en sentido genérico. Para Pablo esta Iglesia no es suya ni nuestra sino de Dios y,
por eso la llama: Cuerpo de Cristo, Iglesia de Dios, Campo de Dios, Edificación de
Dios, Templo de Dios (1Co 3, 9.16). En la carta a Timoteo Pablo habla de Casa de Dios
(1Tm 3, 15), lo cual es novedoso porque indica una estructura comunitaria en la que se
viven cordiales relaciones interpersonales de carácter personal (BENEDICTO XVI, 15
OCTUBRE DE 2008).

5. Ética: Hablar de las obras de la Ley versus las obras de la Fe es en Pablo un tema
recurrente, especialmente en Romanos y Gálatas. La fe en Cristo hace del hombre una
nueva criatura, en la cual el Espíritu actúa y vive (Gal 5, 18ss). La vida en Cristo tiene
unas exigencias éticas para el apóstol de los gentiles. Para los espirituales no hay
exigencias éticas y todo está permitido (1Co 6, 12; 10, 23) en cuanto viven bajo la ley
fundamental de Cristo, es decir, del amor a Dios y al prójimo. Este amor está
impregnado del amor divino (Rom 5, 5) y es fruto del Espíritu que actúa y vive en
nosotros (Rom 13, 8.10; Gal 5, 14; 6, 10; 1Co 13, 1-8). Asimismo, la temática que de él
podemos entresacar con respecto a lo ético es: la renuncia a la envidia y celos (1Co 3, 3;
Gal 5, 20; Fil 1, 15), la condena de homicidios y reyertas entre la comunidad (Rom 1,
29, 2Co 12, 20), rechaza los pleitos (1Co 6, 1-8), exhorta a la Unidad (1Co 12), pide la
ayuda mutua (Gal 2), respeto (Rom 14, 1Co 8) y exhorta a la humildad, a la sencillez y
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a la paciencia (Rom 12, 12.16; 1Cor 4, 19; 2Cor 6, 6; Fil 3, 8). También interesante la
regla de vida que nos ofrece Efesios 4 – 6, en donde baja a lo concreto normas de
conductas propias de los cristianos.

6. Escatología: San Pablo esperaba la parusía (griego: Llamada o Venida) de Cristo o


su Segunda Venida. 1Tes es la carta en donde más desarrolla este tema. 1Tes 1, 9-10; 4,
15-17; 5, 1; 1Co 15, 51-52 son citas en las que recogen la idea de Pablo de una cercanía
de esta segunda venida de Jesucristo. Esta venida del Señor implica un juicio que viene
expresado por Pablo como día del Señor o día de Jesucristo (1Co 1, 8; 2Co 1, 14; Fil 1,
10). En 2Co 5, 10 nos dice: porque es necesario que todos nosotros comparezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su
vida mortal, el bien o el mal. Sin embargo, el mismo que nos juzgará es el mismo que
nos ofrece la salvación, como dice 1Tes 1, 10: Jesús nos salva de la ira venidera. Esta
conciencia escatológica trae como consecuencia la exigencia de una conducta
irreprochable (1Tes 3, 12-13; 5, 23; 1, 9-10). El tema de la resurrección también es
tratado por Pablo en este contexto, pues afirma que los que murieron en Cristo
resucitarán en aquel lugar (1Tes 4, 16). La resurrección de los muertos es tratado con
más detalle en el cap. 15 de 1Corintios. El pensamiento escatológico de Pablo pone su
horizonte en la paz de Cristo (1Tes 4, 17: estar con el Señor), por eso somos peregrinos
en esta tierra y ciudadanos del cielo (Fil 3, 20-21). Finalmente podemos ver una
evolución en el pensamiento paulino con respecto a este tema del final de los tiempos,
según lo vemos cronológicamente en las siguientes citas: 1Tes 4, 13-8; 1Cor 15; 2Co 5;
Fil 1, 21-23; Fil 3, 20-21; 1Tes 4; 1Tes 4, 13-18.

7. Soteriología: Pablo nos dice que la salvación de los hombres tiene su iniciativa en
Dios, quien os ha escogido desde el principio para salvaros por la acción santificadora
del Espíritu y la fe en la verdad. Precisamente para esto os llamo por nuestra
predicación del evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo
(2Tes 2, 13-14). Este designio divino de salvación se menciona con frecuencia en las
cartas (Ef 1, 9.11; 3, 11; Rom 8, 28; 9, 11). Dios nos llama a la fe en su Hijo para que
por él seamos justificados. El Padre ha enviado a su Hijo para salvarnos (Gal 4, 4; Rom
8, 3) y por medio de él nos ha reconciliado (2Co 5, 18) con su sangre (Rom 3, 25).
Cristo mismo se da a sí mismo (Gal 1, 4; 1Tim 2, 6; Tit 2, 14) es decir, se entrega por
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amor a los hombre (Gal 2, 20; Ef 5, 2. 25). Esta salvación ha sido comprada a un gran
precio (1Co 6, 20; 7, 23; Gal 3, 13; 4, 5). Por eso, es el pensamiento paulino identifica
la salvación como una reconciliación entre Dios y los hombres (2Cor 5, 17-20) por
medio del sacrificio en la cruz de Cristo (1Co 15, 3; Ef 5, 2). Esta salvación ha de
vivirse desde la fe (Rom 1, 17). Esto lo constatamos en la carta a los Gálatas y sobre
todo en Romanos. Pero también desde la esperanza, pues, la esperanza no nos defrauda,
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo que se nos ha dado (Rom 5, 5; 8, 16-18. 31-39).

8. Resumen: La experiencia de Pablo de camino a Damasco le hace comprender a


Cristo como aquel Mesías a quien tanto esperaba. Lo reconoce como su Redentor y no
sólo eso, sino que lo reconoce como el Hijo de Dios, consustancial y coeterno al Padre.
La fe en el Hijo hace que cambie su visión del hombre en cuanto es ahora una criatura
nueva en Jesucristo, por lo cual ha de abandonar al hombre viejo, que estaba sujeto a la
Ley. Su comprensión no se limita a una redención personal sino también comunitaria, es
decir, universal (ya no hay distinción entre judíos y gentiles). De este modo, adheridos a
Cristo por la fe y en ella justificados, vivimos como peregrinos por esta tierra en
dirección a la Nueva Jerusalén, por lo cual hemos de vivir conforme al don del amor
que el Espíritu santo nos da como hijos adoptivos de Dios. Vivimos, nos movemos y
existimos en la fe y en la esperanza de la resurrección definitiva, en la promesa de
Cristo Redentor.

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