Ensayo IB de Lengua – Soledad Thibaud

El Autoritarismo de los Padres, los Jefes de la Familia.

( Basado en las obras La Metamorfosis y Casa De Muñecas )

Desde tiempos inmemoriales, la figura del padre ha sido esencial para componer

lo que hoy llamaríamos una familia modelo. Sea por influencia de las religiones o por

una tendencia natural de la sociedad a idealizar la imagen del varón, el hombre siempre

ha tenido el rol preponderante dentro del núcleo familiar. Su carácter de abastecedor, lo

hace casi omnipotente e incuestionable, tanto en juicios como en decisiones, respecto al

hogar. El solo hecho de mantener la estabilidad económica y, por lo tanto, material lo

libra de sus obligaciones educativas y afectivas para con sus hijos. Teniendo entonces

éstas que ser suplidas por otro miembro de la familia, o en el peor de los casos, por una

persona ajena a ella.

Otro título que al padre le concierne es el de ser símbolo del honor familiar,

convirtiéndose así en el emblema de la tradición y del intachable apellido de la familia.

Esto le da pie a ser el que ocasionalmente imparte reprimendas y castigos, sin recibir

contestación o cuestionamiento alguno, por más inmerecidas que estas hayan sido. Son

estas, y muchas otras características estereotipo, arrastradas desde hace varios siglos, las

que hoy abordamos frecuentemente en acaloradas discusiones y fuertes críticas.

Fruto de grandes sucesos históricos, tales como la revolución industrial, los

regímenes autoritarios y la primera guerra mundial, surge el cuestionamiento de la

sociedad y sus falencias. Apareciendo aquí con sus obras autores tales como Franz

Kafka y Henrik Ibsen. Es en estos tiempos de deshumanización que agobian

fuertemente al hombre, donde salen a la luz textos como La Metamorfosis y Casa de

Muñecas, aludiendo tópicos como el materialismo, la decadencia de los valores y los

patriarcados familiares, entre otros.

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En La Metamorfosis de Kafka, un tiempo después de la transformación de Gregor,

el rencor del padre se revela. El Señor Samsa tiene asco de su hijo, lo desprecia. Le

significa un estorbo, que por su inutilidad y por la cantidad de problemas que ha traído a

la casa, debe ser eliminado.

Esta postura tomada por el padre es, sin duda, la respuesta al cambio de roles

ocurrido dentro de la familia. En algún momento Gregor fue también el sustento, y por

ende el ser respetado. Sin embargo su presente situación provoca que dicho papel sea

adoptado por su progenitor, quien hace con él cuanto le plazca.

“(...) Gregorio, atraído por la música, atrevióse a avanzar un poco y encontróse

con la cabeza en el comedor (...). Al padre le pareció lo más urgente (...), tranquilizar a

los huéspedes (...). Precipitóse hacia ellos, y, extendió los brazos, quiso empujarlos

hacia su habitación a la vez que les ocultaba con su cuerpo la vista de Gregor.” (Parte 2)

En este fragmento podemos ver claramente marcado el sentido de honor familiar

defendido por el padre. Gregor en aquel monstruoso estado, ensucia la reputación de los

Samsa. Es esta una de las razones que lo lleva a impartirle castigos físicos a su hijo,

incluso con la intención de eliminarlo. La segunda razón está relacionada con la

estabilidad económica del hogar. Antes de su metamorfosis, Gregor era el que

solventaba los gastos de la casa, obteniendo así ciertas garantías dentro de su hogar.

Pero luego de la transformación todo este panorama cambia abruptamente. Gregor se

vuelve inútil y el Señor Samsa ya casi imposibilitado de efectuar cualquier labor por su

avanzada edad, sale a buscar un trabajo. Convertido el padre en el nuevo proveedor,

adquiere toda omnipotencia, siéndole lícito descargar su ira contra el causante de

aquella terrible situación.

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De manera distinta, pero a la vez mucho más evidente, la relación entre los

personajes Nora y Helmer, muestra en la obra de Ibsen, Casa de Muñecas, el actuar del

varón en una familia aparentemente normal.

Son innumerables los pasajes del escrito que revelan las características de un “jefe

de familia”. Por ejemplo Nora se tiene que esconder para comer caramelos sin que su

marido la vea. Al igual que la novela de Kafka, Casa de Muñecas prueba lo importante

que es el padre en la función de mantener el equilibrio familiar mediante una buena

estabilidad económica.

“Nora - Calcula que han nombrado a mi marido director del banco.

Cristina - ¿A tu marido? ¿Oh, que suerte?

Nora - (...) Empezará a desempeñar el cargo en año nuevo, y entonces tendrá un

buen sueldecito y multitud de utilidades (...) ¿No te parece?

Cristina - Indudablemente. Por lo menos debe ser una cosa excelente tener lo

necesario.

Nora - No, lo necesario nada más no, sino mucho muchísimo dinero.” (Acto I)

Aquí vemos cómo la felicidad de Nora y, por lo tanto, de la vida matrimonial, está

basada en el dinero y en adquisiciones materiales. Helmer al aportar con la manutención

adquiere una posición de intocable, la cual le agrada a Nora mientras ella sea

complacida. Esto le da facultades casi extraordinarias. El control de los problemas

familiares depende de él y está habilitado a reprender sin escuchar razones.

Hay que mencionar también que Nora al pedir el préstamo, falsificando la firma

de su padre, hace algo que sin importar razones, atenta contra el poder de su marido

quebrantando lo que para él es lícito. En este momento el honor familiar comienza a

peligrar. El miedo de que aquella situación poco noble se haga pública cambia la actitud

de Helmer, convirtiéndolo en un arbitrario padre de familia.

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“Helmer - ¡Desgraciada! ¿Qué has tenido el valor de hacer? (...) !Basta de

comedias! ( Cierra la puerta de la antecámara ) Te quedarás ahí, y me darás cuenta de

tus acciones. ¿Comprendes lo que haz hecho? Di. ¿Lo comprendes? (...) ¡Has perdido el

juicio! No tienes derecho a marcharte. Te lo prohíbo.” (Acto III)

Esta situación “despierta” a Nora. Se da cuenta de lo disminuida que se encuentra

frente a su marido. El hecho de que Torvaldo considere más importante mantener limpia

su reputación, que entender el amor detrás de las acciones de Nora, es lo que la lleva a

tomar la drástica decisión de dejarlo.

En ambos textos encontramos características del autoritarismo paternal, tales

como el predominante poder del varón, los regaños a los que tiene derecho el padre por

aportar con el sustento familiar y el concepto del honor, superando este en importancia

incluso a los lazos familiares.

En conclusión, se puede establecer que el verdadero sentido de estos textos tanto

para Kafka como para Ibsen, es abrirnos los ojos a los errores dentro de nuestras propias

vidas para que así nos demos cuenta de las falencias de la sociedad que nos cobija. En el

caso particular de los autoritarismos familiares, estos dos autores emiten, por medio de

sus obras, un llamado a efectuar un profundo cambio en lo que a la figura del padre

respecta, dentro del núcleo familiar.

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Obras consultadas:

- Kafka, Franz. La Metamorfosis. Buenos Aires, Losada, 1995.

- Visen, Henrik. Casa de Muñecas. Santafé de Bogotá, Panamericana, 1993.