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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL ALTIPLANO

ESCUELA PROFESIONAL DE CIENCIAS CONTABLES

o DOCENTE: LIC.

o PRESENTADO POR: Luis Rafael Capacoila Mamani.


Betsy Eliane Choquehuanca Tamayo.
Desiree Pamela Quispe Villafuerte.

o SEMESTRE: I

o GRUPO: “C”

PUNO – PERU

2019

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INDICE

INTRODUCCION
ESPACIO GEOGRÁFICO Y ANTECEDENTES HISTÓRICOS
 Ubicación geográfica
 Origen del nombre de San Luís de Alva
 Antecedentes Históricos
 Relación entre Elica y José Salcedo
 Descubrimiento de las minas de Laycacota
 Fundación del asentamiento de San Luís de Alva
 Carácter o Naturaleza de San Luís de Alva
 Ciudadela

ACONTECIMIENTOS SOCIALES, ECONÓMICOS EN LAS MINAS DE LAYKAKOTA E


INTERVENCIÓN VIRREYNAL
 Un 3 de agosto de 1668 llego el conde de Lemus a las minas de Laycacota
 Muerte de José Salcedo:
 Los Sucesos De Laycacota:
 Consolidación-Hispana
 Rivalidad Entre Vascos Y Andaluces
 Batalla De Laycacota
 Intervención Del Conde De Lemus A Su Llegada A San Luis De Alva
 Juicio A Los Salcedo

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INTRODUCCIÓN

En el mundo actual donde vivimos se percibe una falta de identidad profunda y esta se ve reflejada en
muchas formas de actuar cotidiana. Observamos cómo vamos olvidando nuestras costumbres a tal
punto de admirarlo lo ajeno y de olvidar lo nuestro, pasamos a despreciarla. Se puede observar con
mucha tristeza cómo los lugares más alejados y recónditos del país se van quedando deshabitadas,
dando paso a la centralización de la población. En nuestra región que más atrae a la población es
Juliaca, quien habita en Juliaca desea irse a Arequipa, el Arequipeño quiere llegar a Lima y el
capitalino aspira vivir en Estados Unidos; entonces uno se pregunta dónde queda el amor por la tierra
que un día nos vio nacer en el cual pasamos momentos de alegría, tristeza… tantos momentos que
marcaron nuestro vida; acaso no debimos quedarnos en ella para formar parte del engrandecimiento
de ese terruño.
Al repasar la historia nos encontramos con la labor del “Mercurio Peruano” que cuya labor consistía
en dar a conocer a sus lectores la grandeza de su pasado, así como aspectos geográficos y otros, el
objetivo era amar y valorar la tierra que habitaban. Quizás ahí encontremos las respuestas a las
interrogantes planteadas y entendiéndolo así es que se ha optado en dar a conocer y trasladar la mente
humana a San Luís de Alva a mediados del siglo XVII.
En ese sentido lo que se ofrecen las siguientes páginas es un estudio de diversos fuentes de información
y su posterior compilación; de tal manera que está organizada en cuatro partes bien definidas: La
primera referida al espacio geográfico y antecedentes históricos, donde se describe la geografía del
lugar así como acontecimientos que dieron lugar al descubrimiento y posterior explotación de las
minas de Laycacota; luego se considera la visión panorámica de la ciudadela de San Luís de Alaben
el cual se describe las zonas o sectores que existen; la tercera parte trata sobre el desenlace de los
Salcedo, las minas y la ciudadela; a cuyo término se destaca el balance histórico de San Luís de Alva
y las sugerencias para su conservación.
Finalmente puntualizaremos al decir, que aquel que muestre su disposición al leer el presente trabajo
no solamente con la mente también con el corazón, habrá de querer más al terruño que lo cobija.

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COMPLEJO ARQUEOLOGICO DE SAN LUIS DE ALVA

I. ESPACIO GEOGRÁFICO Y ANTECEDENTES HISTÓRICOS:

1. Ubicación geográfica: Las impresionantes ruinas arqueológicas de la ciudadela 7– fuerte de


"San Luís de Alva", capital del corregimiento de Paucarcolla, antiguo asentamiento minero
español, antiguo pueblo que dio origen a la hoy ciudad capital de Puno, está ubicado al
suroeste a unos 12 Km. de la actual ciudad de Puno; a una altitud aproximado de 3910 m.s.n.m,
y situada específicamente en la ladera del cerro Itapalluni (para otros San Luís) y a orillas del
riachuelo del mismo nombre. Limita con las siguientes comunidades.

- Limita por el Este con la comunidad de Cchasani, Cabana y Ventilla


- Limita por el Oeste con la comunidad de Itapalluni.
- Limita por el Norte con el cerro de San Luís.
- Limita por el Sur con la comunidad mi Perú..

2. Origen del nombre de San Luís de Alva: Una vez que se dio la inmigración y establecimiento
de los cateadores de minas, en la zona del altiplano, como los Salcedo; en los primeros
momentos sólo descubrieron y explotaron algunas minas de azogue. Pero para los
descubridores no era suficiente solamente ser dueños de la mina, sino también la autoridad
sobre ella.

Entonces Gaspar Salcedo solicitó un cargo a la autoridad virreynal, en aquel entonces estaba
como virrey; García Sarmiento de Sotomayor “Conde de Salvatierra” (1648-1655). Este
accedió la petición de Salcedo, nombrándole capitán del corregimiento de Paucarcolla el 18 de
abril de 1654.
Cuando el asentamiento de San Antonio de Esquilache fue agregado a Paucarcolla, Salcedo
también fue ratificado en el cargo por el virrey “Conde de Alva de Liste” en 1656. Un año
después José Salcedo quiso retirarse del lugar a cusa de que los yacimientos de azogue iban
rindiendo cada vez menos.

Sin embargo, éste durante su estadía en la zona se había establecido en la casa de una familia
indígena, y una de las hijas de dicha familia se enamoró profundamente del hispano. La joven
indígena de nombre ELICA (Carmen) para impedir la partida de Salcedo, le informó el secreto
que sus padres le habían confiado, de la existencia de la mina de laguna embrujada (Laycacota
o laycocha) en los alrededores del mismo lugar.

Semanas más tarde fue descubierto los ricos yacimientos de plata a 5 Km. del Tambo de
Puñuypampa (Puno), entonces fue necesario establecer en las cercanías de la zona minera, para
proceder la explotación y encontraron un lugar apropiado, una hoyada con agua, allí fundaron
el asentamiento minero en mayo de 1657, con el nombre de “SAN LUIS DE ALVA”; pero no
hay fecha ni documento alguno de manifestación.

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Como la mina se descubrió en la época del virrey conde de Alva de Liste (1655 – 1661), el
asentamiento recibió el nombre oficial de San Luís de Alva de Laicacota (o, a veces, san Luís
de Alva de Puno).

La ciudadela fue bautizado con dicho nombre, en honor al virrey Luís Henríquez de Guzmán
“Conde de Alva de Liste” (1655-1661), quien siempre estuvo a favor de los Salcedo,
nombrándole en cargos importantes del corregimiento de Paucarcolla o de la mina misma. En
tal sentido la composición del nombre de la ciudadela- fuerte, es:

 SAN: Es un apocope de Santo, que los españoles acostumbraban anteponer al nombre


con que bautizaban un lugar, pueblo o ciudades.

 LUIS: proviene del nombre del Virrey, era una forma de honrar a las autoridades (podía
ser nombre del Rey, Virrey, conde, Príncipe, etc.)
 ALVA: proviene del título del Virrey, éste era “Conde de Alva de Liste”

Entonces la toponimia de la ciudadela, no se genuino de la zona; sino es atribuido por los


españoles a la usanza del mundo occidental.

3. Antecedentes Históricos: En diciembre de 1534 partieron del Cuzco, Diego de Agüero y


Pedro Martínez de Moguer, que fueron los primeros españoles que pisaron territorios del
Collao, los cuales son citados con más frecuencia por los cronistas, y se dice que ellos tal vez
durmieron en la “pascana de puñuypampa”. Estos españoles estuvieron recorriendo el altiplano
durante cuarenta días, llegando hasta las minas de Chuquiago (hoy territorio boliviano),
tomando nota de la existencia de riqueza en la isla del Sol en el Lago Titicaca y el oro de las
selvas de Carabaya, observaron la existencia de pueblos poblados con regular cantidad de
habitantes, las construcciones de casas con paredes de piedra y techos de pajas. En 1534
llegaron los primeros misioneros dominicos, encabezados por Fray Tomas San Martín, e
iniciando la evangelización de la región. De esta labor persisten los templos de piedra como
los de Acora, Ilave, Juli, Pomata, Zepita y otros, que se consideran joyas del arquitectura
colonial.

Ya en 1567, en la vista hecha a la provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel, se
anota “en el pueblo de Puno repartiendo de indios encomendados en Martín Dolmos vecino de
la ciudad de Cuzco que el dicho pueblo de Puno está a tres lenguas de Chucuito veinte dos días
del mes de diciembre de mil quinientos y sesenta y siete años, el dicho visitador tomó y recibió
juramento en forma de derecho de Alfonso de Vélez residente al presente en el dicho pueblo
de Puno su cargo del cual prometió decir la verdad”.
Después de transcurrir un tiempo, en 1657 los Andaluces Gaspar y José Salcedo descubrieron
las minas de Laycacota, paralelo a tal acontecimiento fundaron el asentamiento minero de San
Luís de Alva.

Pero, en el entorno de Puñuypampa (Puno), ya desde 1619 se comenzaron a trabajar en las


minas de San Antonio de Esquilache justamente cuando estaba el virrey en el Perú, don
Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache (1615-1621).

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4. Legislación Minera: La minería considerada como la principal actividad de la colonia tuvo su
auge en el siglo XVII y para su explotación se emitieron varias disposiciones que desde luego
favorecieron a los españoles de esta manera creando una carga más para los naturales. Para
analizar este sistema extractivo explotador citaremos al antropólogo Núñez Mendiguri “la
minería del siglo XVII” en su libro “minas y mineros del siglo XVII en San Luís de Alva y sus
efectos socioeconómicos “(2000: 5).

Sostiene el manejo minero estuvo regulado por la real cedula de Carlos V, expedido el 5 de
febrero de 1554; por ella autoriza a buscarlas y catearlas y explotarlas; resolución que fue
confirmada por otras posteriores como las ordenanzas Mineras expedidas por Felipe II en
Valladolid el 10 de enero de 1559 para nueva España, pero que se hizo extensiva para el
virreinato del Perú en 1583. Por estos dispositivos legales se declaraba que las minas eran
propiedad de la real corona española. Sustentada es esta legislación se estableció el pago de los
quintos reales a favor del estado español, Ingreso fiscal que fue el sustento de la economía
hispana.

La legislación vigente en el siglo XVII en materia de concesiones y denuncias establecía:


“cualquier español que descubriera alguna veta de metal en algún cerro, sale de ochenta varas
medidas con la vara señalada de esta ciudad de plata, el largo de la veta de cuarenta de ancho
y a los de más que estacaren y pidieren estacas en tal veta, se les den sesenta varas de largo y
treinta de ancho y al descubridor se les den otra mina salteada de sesenta varas como la da a
los demás. Con que haga dos minas al medio de ella y de la descubridora” (Matienzo [1567]
1967, Cit Frisancho, 1990).

 Que lo mismo se entienda con cualquier indio que descubriese alguna veta, sea cacique u
otro indio particular.

 Se declara que se entienda ser descubridor al primero que hallare el metal, aunque haya
otro comenzado a dar cata, no siendo en la misma veta, y si dos hallaron el metal en un
mismo día, se entienda ser descubridor el que primero lo registrase y manifiesta a la justicia.

El derecho a la propiedad minera en la mina está sujeto a la disposición siguiente : “ que


el descubridor, entre tanto no se piden estacas, pierde catear toda la veta y sacar metal de ella;
e impidiéndoselas sea obligado, dentro de quince días, a escoger y señalar ochenta varas de
largo en la parte y lugar que se quiere, y después echa estaca fija no puede variar; los demás
han de medir su mina desde la estaca del descubridor, el tercero desde la estaca del segundo y
así sucesivamente.Mientras en la técnica de aplicación de la explotación minera disponía: “que
se labren las minas por socavón y no a tajo abierto para su seguridad y perpetuidad. Matienzo,
(Cit. en Frisancho, 1990).

En relación al denuncio y explotación minera, la legislación vigente disponía: “que pasado


cuarenta días para la cata de la mina del descubridor, diez para labrarla, que si por esos nueve
días estuviese despoblada y por labrar, parézcale que quisiere tomar ante el alcalde de minas y
citando al dueño de la mina que le registro o compro o la posee por otro la mina, cualquier otro
título estando en dicho asiento o pueblo y no estando en el citándolo con tres pregones que se
den en tres días sucesivamente, dé información de cómo ha estado y despoblado los nueve días

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y no se labra es ella siendo bastante el alcalde le meta en la posición de ella, lo cual se llama
título bastante” ( Frisancho, 1990, Cit.).

La modalidad de trabajo estaba reglamentado, señalándose los días que deberían laborarse en
la mina: “ que cada minero suba el martes de cada semana al cerro y no baje al pueblo hasta el
sábado después de mediodía, porque así conviene para que saque más plata y ellos hagan mejor
su oficio”.(Matienzo en Frisancho, 1990). Y por cierto uno se preguntara ¿por qué no
trabajaban los días domingos? La respuesta es simple iban a escuchar los malogrados sermones
de los ·´hijos de dios ´; ósea de los taita curas.

Finalmente queremos resaltar lo señalado por Núñez Mendiguri “el interés que tenía la corona
española era lograr que la minería fuera la fuente de mayor captación por concepto de los
quintos reales” (2000: 8). Este auge de la minería llevo, pues, al peor desastre de las poblaciones
del altiplano a costa de la fuerza de trabajo de los naturales los españoles se enriquecieron;
pero ciertamente si bien España era dueño de la vaca más no fue de la leche. Además debemos
subrayar lo dicho por un virrey que de América no fue oro ni plata la que se llevó a España;
sino fue sudor, sufrimiento y muerte de los que a diario debieron soportar en los malditos
socavones; sabe dios a costa de que vejámenes.

5. Relación entre Elica y José Salcedo: Respecto a la relación o romance del español desertor
del ejército de Paucarcolla y la “indiecita” Imasumaj “chaska ñahui” llamada Elica para unos
y para otros Malica, Carmen o Noemí, que moraba cerca del apu Cancharani; se ha tejido
muchas historias dependiendo de quién lo escribe. Pero ciertamente sobre Elica se puede
sostener con lo dicho hasta el momento, que era una de las descendientes de la panaca real del
Cusco y era de apariencia física muy agradable, era como señalan una “chaska ñahui”que
acompañaba a su madre cuidando los hatos de camélidos en las praderas de los cerros ricos de
Cancharani. Pero muy de pronto por los años de 1665 un harapiento español natural de
Andalucía impulsado por suculentas leyendas de esta parte del altiplano y conmovido de una
sed de riqueza se constituyó por las ricas praderas de Cancharani trabando una relación
sentimental con Elica para posteriormente convertirse en el hombre más rico de América
inclusive.

Esta una de las muchas historias que se han conjeturado sobre el advenimiento de las riquezas
de Laycacota y con ella sobre la crítica situación que puso, en la mirada de todo el virreinato,
los disturbios ocurridos allí, con un final infeliz a través de la llegada del virrey Conde de
Lemus. A continuación presentamos tres diferentes historias narradas por destacados
investigadores sociales.

En primer lugar citaremos a Teobaldo Loayza quien basándose en la historia del Maestro José
Antonio Encinas y el Historiador Jorge Basadre señala: “José Salcedo por el año de 1655 llegó
por la región del Kollao, hasta Laycacota, y se alojó en la choza de la descendiente de
Kusikoyllor y Ollantay su hija IMASUMAJ, quien se había establecido en las faldas de
Laicacota y había tenido dos hijas (ELICA) Carmen y Teresa y un mancebo llamado Tomás.

Carmen (Elica) se enamoró perdidamente del apuesto español José Salcedo, quien explotaba
las minas de azogue, pero como estas iban rindiendo cada vez menos decidió partir, por lo que

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Carmen como hermana mayor conocía el secreto dado por su madre la existencia de la mina de
Laycacota. Y con el objeto de que no partiese el hispano, le relevó el secreto.

Semanas más tarde se desaguó la laguna artificial quedando al descubrieron las más ricas minas
de plata de América, la misma que comenzó a ser explotada. Los trabajos siguieron en dos
boca, la una denominada “Las Animas” y la otra “Laycacota baja”. De la segunda de ellas en
una sola noche los Salcedo sacó 93 de esas bolsas piramidales de cuero llamadas botas,
evaluando su contenido en 100,000 pesos. De la misma mina salió un volumen de plata maciza
y sin mezcla tan grande que, pagando el quinto del Rey, se le puso marca como si fuera barra.

A los lados del cerro de Laycacota están los de Cancharani y San José, también ricos, sobre
todo el primero. Otro cerro al norte, el de “Azogue”, explotado desde el tiempo del virrey
ALVA, era considerado superior al asiento de Huancavelica. Sin embargo, todo palidecía ante
la leyenda de Laycacota.

Es posible que los Salcedo fuesen los hombres más ricos de toda América. La fortuna quedaba
en familia porque Gaspar se había casado con su sobrina, doña AGUSTINA, Apenas había
convento de religiosos o religiosas que no hubieran participado en el reparto que hacían de
limosnas, que llegó a sumar más de un millón de pesos, según dijo un memorialista de la época,
Fray Domingo Álvarez. En un memorial de doña Agustina, se lee que su marido había metido
de monjas a 70 mujeres, dándoles dote y rentas; la dote individual era 4.000 pesos. Casi no
había persona en el Perú que no debiese a los Salcedo algún favor o subsidio, inclusive los
oidores de la audiencia de Lima. El mismo ALVAREZ creía que entre GASPAR y JOSÉ
habían sacado más de 24´000,000 pesos; otros cálculos estiman que llegaron a dar 3,000 pesos
de quinto al rey por día, o sea más de un millón al año. Ellos solos llenaban de plata el reino”.
(Loayza, 1972: 269).

Y a su vez atrajo mucha gente debido a su gran riqueza, atrayendo a muchos otros mineros en
busca de muchas vetas que efectivamente la encontraron en el mismo cerro de Laycacota y
cerros aledaños como el Cancharani, Pompería, en Manto, san Luís de Alva y otros, algo más
alejados, como Totorani, Arapa, Chupa, Huacullani, Sanchillo y muchos más, que fueron
generando un mercado de bienes y servicios y un intenso comercio regional.

Los hermanos salcedo, Gaspar y José, devinieron en mentores y paradigmas de los mineros
Andaluces “vicuñas” como se les llamaba (por usar ponchos y otras prendas confeccionadas
con la finísima lana de vicuñas). Aunque se les tenía por hombres generosos y desprendidos,
la actitud autoritaria su ambición por ganar posiciones sociales y políticas y su menos precio
por personas que se consideraban importantes originó mal estar y descontento contra ellos.

Por su parte José Luís Velásquez, en su constante investigación encontró una crónica titulada:
“Don José Salcedo” (crónica de la época del virrey del Perú Conde de Lemus 1667 en el diario
“La Bolsa” de Arequipa, sin día de edición, en donde contiene y dice: “en 1665 llego a este
mineral un español joven todavía desconocido y tan pobre que andaba descalzo, el que venía
buscando ocupación para ganar la vida. Al pie del cerro de Laycacota había varias casitas de
indios, en una de las cuales habitaba un indígena, que se ocupaba con sus hijos y parientes del
trabajo de las minas. Esta familia poseía varias entre las cuales había una que ella únicamente
conocía.

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A esta casa llegó el español solicitando trabajo, y la india compadecida á su aspecto la acogió
bondadosa y le proporcionó ocupación. El huésped correspondió agradeciendo la generosidad
de la india, consagrándose con ardor a las labores de la mina con el mejor suceso. Así
transcurrieron varios meses en la tranquilidad de la familia; sin embargo, la madre había
comprendido la pasión que una de sus hijas había inspirado al huésped, por quien tenía mucho
cariño, concibiendo desde entonces la posibilidad de un enlace. Cuando tuvo la certidumbre de
que su hija lo amaba, abandonando la reserva característica de las indígenas, le ofreció con
franqueza la mano de su hija, y una dote capaz de deslumbrar al desconocido: era nada menos
que una mina de plata pura que se cortaba a cincel.

El joven aceptó la mano de la que amaba, y la boda se efectuó entre la india (que la crónica
dice que fue hermosa) y D. José Salcedo, que así se llamaba el desconocido, con toda la pompa
de una fiesta indiana.

La india complacida con este matrimonio le dio la más rica de sus minas de Laycacota, que
solo ella conocía, y cuyo secreto conservaba hasta de su misma familia. Tan fabuloso fue el
caudal que Salcedo sacó de la mina que, según la tradición, ocasionó su persecución y muerte.

La noticia de esta riqueza se esparció rápidamente, y a fines del siglo XVII, afluían los
aventureros a las minas de Puno, donde hicieron fortunas rápidas tanto que aquella nueva llegó
a la metrópoli, despertando la codicia de los desheredados de la fortuna. La tradición cuenta
que todo pobre que solicitaba la protección de los Salcedo, la obtenía amplia y generosa, pues
le señalaba una de sus vetas de su mina para que pudiese explotar por un término que fijaba,
donándoles todo lo que sacasen”. (Velásquez, 2006:26-27).

Mientras el escritor Luís Gallegos en su libro últimamente publicada bajo el rótulo “Agonía y
muerte de José Salcedo: andaluces y vascongados contra su rey”.Mayo, 2007 que es una novela,
varia un tanto lo dicho anteriormente que Elica por tanto amor que sentía por José desveló el
secreto de la mina rica, así lo da a entender cuando señala: “la mamá de Carmen… Doña
Agustina, antes de caer en cama me habló delante de Carmen, su hija mayor ´wirajocha José,
tollkajatawa´, eres mi yerno, sé que buscas una veta de plata, mañana a primera hora, te
enseñaré. Ésa veta sólo conocía mí finado esposo que era el guardián secreto de este tesoro que
pertenece al inca del Cusco” (Gallegos, 2007:56). Al día siguiente caminamos por la cresta de
Laycacota y dice: “al final de esta cresta rocosa que se emerge en las profundidades de la laguna
encontrarás la veta que buscas, es de plata pura sin mezcla alguna”… (Ibíd.:57).

6. Descubrimiento de las minas de Laycacota: La famosas minas de Laycacota fueron


descubiertos y explotadas en 1657 por los hermanos Gaspar y José Salcedo, que en poco tiempo
se convirtieron en los hombres más adinerados y se llegó a decir que su riqueza no era
igualada en América, por la cantidad de plata que se podía extraer fácilmente de los
mencionados yacimiento.

Al respecto refiriéndose Loayza O´bando sostiene “la explotación minera en la provincia de


Paucarcolla se remonta a los primeros años del gobierno de Conde de Alva, aun cuando el
descubrimiento de la mina de Laycacota se fija en mayo de 1657. Fundándose algunas
poblaciones, entre las cuales figuran San Luís de Alva y San Antonio de Esquilache luego

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Laycacota, al sur de Puno y pocas leguas de esa ciudad. San Luís de Alva, fue la primera capital
de la provincia de Paucarcolla.

Gaspar Salcedo que había dejado la milicia para convertirse en cateador de las minas, descubrió
en el asiento denominado San luís de alva una rica veta en un cerro, en cuya parte superior
había una laguna, como es frecuente observar en estos lugares. Asociado a su hermano José,
que años se ejercitaba en el mismo oficio, empezaron a explotar el yacimiento y, abriendo dos
bocas, sacaron del mismo una buena cantidad de plata casi mezcla. Se dice que en una sola
noche extrajeron mineral por valor de cien mil pesos. La prosperidad del asiento hizo que
muchos acudiesen a establecerse en aquellos lugares y, fuera de San Luís de alva y apareció
otra población además de las ya descritas la de Huarumpampa. A salcedo le convenía no solo
tener la propiedad de las minas sino también la autoridad sobre ellas y tuvo que los virreyes,
Conde de Salvatierra y conde de Alva, le nombrasen, primero capitán del asiento y más tarde
justicia mayor. El 18 de abril de 1654 el virrey Conde de Salvatierra, visto su memorial
alegando que había buen número de españoles en Paucarcolla y faltaba Capitán, le dio ese
nombramiento. Cuando el asiento de San Antonio de Esquilache fue agregado a Paucarcolla,
se extendió al dicho nombramiento por el virrey Conde de Alva en 1656. Luego el 18 de abril
de 1663, el corregidor nombró su justicia mayor

Pese a su jactancia y a su fortuna, cuando Gaspar pidió en 1668 para él un título de castilla y
hábitos para él y su hermano, ofreciendo 70.000 pesos, el Consejo de Indias opino por la
denegatoria a pesar de tan tentadora oferta, no solo por los disturbios en que ya estaba envuelto
sino por tenerlo “por hombre de me nos calidad de lo que se requiere para dignidad de tanto
honor”. En otra ocasión el consejo llamole, con cierto desprecio, “soldado feliz”. Tampoco
obtuvo el título de Márquez que pidió en 1674”. (Loayza, 1972: 268-269).
Al respecto Luís Gallegos en su novela indica:” era el martes primero del año 1657 en que hice
romper la cresta de esa roca y boté todo el agua de la laguna de Laycacota: el fino metal empezó
a brillar a mis asombrados ojos. Inmediatamente envié propio a Paucarcolla para comunicar a
mi hermano Gaspar la buena noticia del descubrimiento, del hallazgo de fabuloso tesoro de
incalculables proporciones que nos obsequia ésta pródiga naturaleza del nuevo mundo. Mi
hermano Gaspar, llegó en la tarde y durante toda la noche trabajamos en la explotación del fino
metal de plata pura, sin mezcla alguna. Toda la noche hasta el amanecer, sacamos 93 bolsas…”
(Gallegos, 2007:59-60).

7. Fundación del asentamiento de San Luís de Alva: Cabe destacar que sobre el origen o inicio
del asentamiento de San Luís de Alva como centro de aglutinación social nada está establecido
hasta el momento. Barra Catacora (2007) quien, sostiene que se constituyó en el Archivo de
Indias de Sevilla para obtener una copia del informe del Virrey Conde de Lemus sobre lo que
ha obrado en el asiento de Puno. Fechado el 27 de diciembre de 1668. En ella el virrey
refiriéndose a la construcción del fuerte de San Luís de Alva, señala: “Joseph de Salcedo
reforzó un fuerte cuya construcción la inicio Joseph de Avellaneda en su calidad de corregidor
de aquel asiento, fue continuado por Gaspar de Salcedo posesionándoselo Joseph Salcedo
aprovechando que se hallaba desempeñando el cargo de justicia Mayor del asiento contra orden
expresa del gobierno que lo ordeno que no prosiguiese en su empeño, más por el contrario; la

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guarneció con gente de su sequito, la fortifico con bocas de fuego, balas y pólvora para resistir
la entrada del virrey (Barra, 2007:28; en periódico al Día).Mientras, por su parte Núñez
sentencia “El fuerte [fue] mandado a construir por los Salcedo para proteger al pueblo contra
la incursión de los alzados, sobre todo de las huestes de los Vascos” (Núñez, 2000:44).

San Luís de Alva fue “fundada” en el año de 1657, simultáneo al descubrimiento de las vetas
de plata, “inicialmente fue sólo un campamento precario de mineros, algunos años más tarde
adquirió importancia hasta, convertirse en la capital del Corregimiento de Paucarcolla,
residencia del corregidor de Paucarcolla; justicias, jueces de minas, oficiales de la Real Caja
de su Majestad, los escribanos de su Majestad Licenciados Nicolás de la Rosa y Antonio de la
Cruz, de los frailes de la orden franciscana, el comisario de Jerusalén Fray Limón de miranda,
además centro de actividades económicas más importantes de la región; lugar obligado por
donde pasaban los arrieros, trajinantes (indígenas que participan en el sistema de transporte de
mercancías conducido en llamas preferentemente), por estar San Luís de Alva dentro del eje
comercial Cuzco, Potosí, próximo a Zepita lugar a donde arribaban los productos agrícolas de
Ochosuma (Moquegua) vinos y otros licores; el azogue llegado de Arica. La ruta de los
comerciantes de mulas procedentes de Tucumán para asistir a las grandes ferias anuales de la
época en Vilque y Pucará. Cosme Bueno afirma que San Luís de Alva estaba en la advocación
de la purísima concepción.”(Romero en Núñez, 2000:42).
Pero no existe acta ni documento que comprueba la fundación, el pueblo creció rápidamente
hasta llegar a las 2,000 viviendas como da testimonio el virrey Conde de Lemos en una carta
que envía a Mariana de Austria Reina Regente de España el 27 de diciembre de 1668.

“San Luís de Alva se desarrolló siguiendo el trazo urbano español. Tenía como eje la Calle
Real, en ella las capillas de los Santos Lugares y la de los Frailes de San Francisco, residencia
de los empresarios mineros, funcionarios de la colonia, comerciantes, centro de recreación,
quienes mandaron a construir sus casas; mientras que Laycacota fue la zona de producción
minera, marginal, periférica de San Luís de Alva barrios de residencia de los indios. Esta
concepción y distribución espacial tomada de precarias viviendas (Chozas en su mayoría
similares a las de Potosí) no estaba acabada; porque el pueblo se hallaba en la fase de formación
por el corto número de años de existencia desde 1657 hasta 1668 apenas once años, su abrupta
destrucción truncó su desarrollo urbano.

La Calle Real articulaba el antiguo camino inca que va de Norte a Sur, siguiendo hacia el Norte
estaba el tambo y pulpería de Mañazo, en el hoy barrio del mismo nombre en Puno, residencia
de los comerciantes en carnes abastecedores de las minas”. (Núñez, 2000:43) .En cuanto al
número de viviendas no se puede precisar, ha podido existir campamentos provisionales como
en toda mina.

8. Carácter o Naturaleza de San Luís de Alva: Sobre la naturaleza o carácter del asentamiento
de San Luís de Alva como ya se dijo que aún principio solo fue un precario asentamiento de
los mineros dirigidos por los Salcedos pero de pronto adquirió importancia hasta convertirse
en la capital del corregimiento de Paucarcolla. Se sugiere que en su fase de formación fue una
ciudadela a razón de que se viva en un clima de aparente paz y estabilidad social; sin embargo
poco después a partir de la fiesta de san Juan realizada, como es de costumbre, el 24 de junio

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de 1665 se suscitaron una pendencia entre los trabajadores liderados por los Salcedo
(andaluces) y los suyos de Garayar (vizcaínos). A partir de esta fecha es que, los hermanos
Salcedo se preocuparon por reforzar con un perímetro de murallas de una altura superior a los
8 metros como se puede constatar en la actualidad y; más aún, solo tres años después enterados
de la venida del virrey se aprestaron a reforzar con mayor entereza la ciudadela, inclusive con
cañones en las vértices de la muralla; en consecuencia es solo a partir de estas enemistades y
la presencia del virrey el asentamiento de San Luís de Alva se convirtió en un fuerte de defensa.

Algunos afirman que las ruinas de San Luís de Alva es un Fuerte, es decir que los mineros
Salcedo construyeron como un centro de defensa contra los ataques de los criollos Vascos o
de los movimientos indígenas. Esta afirmación da razón a lo que la ciudadela ha podido ser
una fortaleza, a esto se suma el perímetro que rodea a las ruinas arqueológicas.

Estas características de las ruinas de San Luís de Alva hacen pensar a cualquier investigador o
visitante que llega a esa zona como un centro de defensa. (Refugio de los Salcedo que habían
causado disturbios en el altiplano, y cuando vino el virrey tuvieron que construir como un
fuerte) Para defenderse de los ataques de los Vascos y del ataque de algún levantamiento de
los indígenas y mestizos: como afirmo el siguiente texto: “El fuerte mandato a construir por los
Salcedo para proteger el pueblo contra las incursiones de los alzados, sobre todo las de las
huestes de los vascos. No fue sino una muralla artillada ubicada en la parte baja de San Luís de
Alva, pero que estratégicamente controlaba las vías de acceso al pueblo así como los asientos
mineros de Laycacota “(Núñez, 2000:44).
9. Ciudadela.- Se pude afirmar como una ciudadela, porque las ruinas de San Luís de Alva están
divididas en zonas bien definidas: La zona de trabajo, de descanso, de residencia de los
chapetones, zonas libres (patios), salas de reuniones, recintos religiosos y más arriba la
residencia de los mitayos (una clara muestra de desprecio a los indígenas) y de acuerdo a una
investigación en-situ de prospección arqueológica que realizamos el 26 de octubre del 2007, al
constatar y observar todas estas características de las ruinas, el grupo de trabajo llegó a la
conclusión de que las ruinas arqueológicas de San Luís de Alva es una Ciudadela.

Porque si fuera simplemente un fuerte no existiría la distribución de zonas especiales y además


debería estar en lugar estratégico en caso de que fuese un fuerte, es decir en lugar elevado y
visible lo cual no es así, al contrario el lugar se encuentra en una zona cerrada fácil de ser
invadida o sufrir cualquier ataque belicoso o de represión.

II. ACONTECIMIENTOS SOCIALES, ECONÓMICOS EN LAS MINAS DE


LAYKAKOTA E INTERVENCIÓN VIRREYNAL:

A. Un 3 de agosto de 1668 llego el conde de Lemus a las minas de Laycacota: Las famosas minas
de Laycacota fueron descubiertas y explotadas en 1657 por los hermanos Gaspar y José Salcedo,
que en poco tiempo se convirtieron en los hombres más adinerados de esta zona. Se llegó a decir

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que la riqueza de Laycacota no era igualada en América por la cantidad de plata que se podía
extraerse de los mencionados yacimientos.

Aunque a los hermanos Salcedo se les tenía por hombres generosos y desprendidos, la actitud
autoritaria, su ambición por ganar posiciones sociales y políticas y su menosprecio por personas
que se consideraban importantes, originó malestar y descontento entre sus similares. Según afirman
algunos, los hermanos Salcedo habrían fundado la ciudad de Puno a la usanza española, con el
nombre de San Juan Bautista, cuando descubrieron las minas de Laycacota en mayo de 1657, no
existiendo acta, ni documento que compruebe sobre lo dicho, pero es evidente, según han señalado
varios autores, que al lado de las minas de Laycacota se formó otra población que adquirió gran
importancia, a la que se le llamaba San Luís de Alba, lugar que según algunos, llego a tener hasta
10 000 habitantes y que fue designada capital de la provincia de Paucarcolla, como así se llamaba
por entonces Puno. Retomando nuestra historia, el descontento de algunos sectores de esta
población contra los hermanos Salcedo u originó el recrudecimiento de una tradicional rivalidad
entre andaluces y vascongados, momentáneamente aplacada cuando los españoles se vieron
obligados a unirse para defenderse de la rebelión indígena iniciada en la Paz en 1661; en el curso
de la cual los rebeldes asaltaron y saquearon Laycacota, San Juan Bautista y otras poblaciones.
Pero restablecida la autoridad de los españoles, se acentuó la división entre ellos, generándose los
graves disturbios que se iniciaron en 1665, siendo Virrey el Conde de Santisteban, quien designó
Gobernador al Conde Ángel de Peredo, que perdió la vida en los sangrientos sucesos, igual suerte
corrieron otras autoridades similares en dicha localidad, entre ellas un jesuita, lo que contribuyó a
aumentar la violencia entre los grupos-rivales.

Conocido todo ello y a fin de sofocar tales disturbios, llego a Puno Don Pedro Antonio Fernández
de Castro, Conde de Lemos y Virrey del Perú, quien encontró los graves asuntos antes señalados,
a los que drásticamente puso fin el día 3 de agosto de 1668, fecha en que mando a ejecutar a José
Salcedo y a otros protagonistas de los sucesos.

El Virrey mandó destruir la ciudad de Laycacota es decir la ciudad de San Luís de Alva y ordenó
que la capital se trasladara a San Juan Bautista de Puno, dándole el nombre de Villa de San Carlos
en honor al Rey, a dicho lugar hoy conocida como Puno.

Se afirma que cuando el Virrey llegó a Puno, ya existía una población con sus calles, la Capilla
San Juan Bautista para indígenas, la Concepción para españoles y mestizos, sobre la que después
se edificó la Catedral de Puno. En la actualidad existe la casa en que se alojó el Virrey, conocida
como la Casa de Conde de Lemus.

B. Muerte de José Salcedo: El fanático don Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos,
marqués de Sarriá y de Gátiva y duque de Taurifanco, que cifraba su orgullo en descender de San
Francisco de Borja, y que, a estar en sus manos, como él decía, habría fundado en cada calle de
Lima un Colegio de Jesuitas, apenas fue proclamado en Lima como representante de Carlos II el
Hechizado, se dirigió a Puno con gran aparato de fuerza y aprehendió-a-José salcedo.

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El virrey, según muchos historiadores, lo condujo preso, tratándolo durante la marcha con
extremado rigor. En breve tiempo quedó concluida la causa, sentenciado Salcedo a muerte, y
confiscados sus bienes en provecho del real tesoro.

Como hemos dicho, los jesuitas dominaban al Virrey. Jesuita era su confesor el padre Castillo, y
jesuitas sus secretarios. Las crónicas de aquellos tiempos acusan a los hijos de Loyola de haber
contribuido eficazmente el trágico fin del rico minero, que había prestado no pocos servicios a la
causa de la corona y enviado a España algunos millones por el quinto de los provechos de la mina.
Cuando leyeron a Salcedo la sentencia, propuso al virrey que le permitiese apelar a España, y que
por el tiempo que transcurriese desde la salida del navío hasta su regreso con la resolución de la
corte de Madrid, lo obsequiaría diariamente con una barra de plata.

Y téngase en cuenta no sólo que cada barra de plata se valorizaba en dos mil duros, sino que el
viaje del Callao a Cádiz no era realizable en menos de seis meses. La tentación era poderosa, y el
Conde de Lemos vaciló, pero los Jesuitas le hicieron presente que mejor partido sacaría ejecutando
a Salcedo y confiscándole-sus-bienes. El que más influyó en el ánimo de su excelencia fue el padre
Francisco del Castillo, Jesuita Peruano que está en olor de santidad, el cual era padrino de bautismo
de don Salvador Fernández de Castro, Marqués de Almuña e hijo del Virrey.

Salcedo fue ejecutado en el sitio llamado Orca-Pata, a poca distancia de Puno un 16 de octubre de
1668

C. Los Sucesos De Laycacota: En Los territorios de la actual localidad de Puno, durante los años
comprendidos entre 1665 a 1668, ocurrieron una serie de sucesos que conmocionaron la estabilidad
del Virreinato. Estos sucesos se originaron por el odio, envidia, ambición y avaricia unidos a las
diferencias regionales ancestrales de los españoles. Por un lado andaluces y criollos y por otros
vizcaínos y montañeses, se disputaban la hegemonía del fabuloso asiento de yacimiento en las
minas de plata en Laycacota.
Luego de enconadas luchas, los andaluces y criollos, liderados por los hermanos José y Gaspar de
Salcedo, fueron expulsados por los vizcaínos que tenían como líder al Gobernador o Corregidor
señor Ángel de Peredo. Los de Salcedo instalaron una Junta en Juliaca, constituyéndose de esta
manera en su Cuartel General, en cambio, la localidad de San Antonio de Esquilache, fue
convertido en Cuartel de los vizcaínos; mientras estos últimos tenían el apoyo del Corregidor
Peredo, los andaluces y criollos contaban con la decidida colaboración del Corregidor de Lampa,
el maestre de Campo D. Juan de Salazar.
Gaspar de Salcedo, desde el Cusco enviaba a Juliaca armas de fuego, municiones, dinero y alentaba
a la gente a fin de recuperar los territorios arrebatados por los vizcaínos. Francisco de España y el
Licenciado Mestas, fueron los hombres de Salcedo que organizaron el movimiento en Juliaca.
Según Jorge Basadre, el Vizcaíno Pedro de Arquiñigo, ex-gobernador de Paucarcolla tenía
instrucciones “para que a fuerza de armas entrase a Juliaca donde habían ya aglomerados 2000
personas, contando indios y mestizos, disolviera aquella mesnada y apresase a Gaspar de Salcedo";
tarea ésta que no pudo-concretar.
Para la oficialidad colonial, los Salcedo eran rebeldes que atentaban contra la estabilidad virreinal;
en cambio, los vizcaínos eran considerados como leales a la corona hispana. Con el objeto de

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liquidar los escándalos en el Altiplano, la Audiencia de Lima, nombró y envió hacia Juliaca al
Obispo de Arequipa Fray Juan de Almoguera, en calidad de pacificador. "Mientras el Obispo
acompañado de don José de Avellaneda, Corregidor que había sido del Cusco, se disponía a pasar
a Laycacota, los de la Junta de Juliaca entraron en el asiento por fuerza de armas..." Los días 8 y 9
de marzo de 1666, lunes y martes de carnaval, en las inmediaciones de Laycacota, se libraron
cruentas batallas entre los grupos rivales. En estas luchas murieron aproximadamente 40 personas
por bando, entre ellos D. Pedro de Arquiñigo; el gobernador Peredo fue herido gravemente, y sus
aliados fueron derrotados por Salcedo.
Ante la gravedad de los sucesos, empeorado por los tergiversados comentarios y denuncias en
Lima, obligaron a la máxima autoridad virreinal, centrar su atención en Laycacota. Y, en medio de
las batallas hegemónicas en agosto de 1668 arribó a Puno el mismísimo Virrey Conde de Lemos
(D. Pedro Antonio Fernández de Castro y Andrade), quien de inmediato tomó acciones de
pacificación y dentro de ellas llegó a reducir un ejército de 600 hombres que se habían atrincherado
en Juliaca. Luego de un curioso como sumario proceso, el Virrey declaró traidor a José Salcedo
(como lo fueron Gonzalo Pizarro y Hernández Girón) y le hizo aplicar el garrote el 16 de octubre
de 1668, al mismo tiempo que mandó destruir los pueblos de Laycacota y San Luís de Alva, a
cuyos pobladores los mudó de residencia hacia la actual capital del departamento. De estos últimos
acontecimientos, aún no esclarecidos, empieza contarse el aniversario de la ciudad de Puno sin que
haya “fundación española” propiamente dicho; sin embargo, recién en las últimas décadas se
reivindican estos hechos, por ello el 13 de agosto de 1942, en sesión ordinaria, el Municipio de
Puno oficializa el aniversario de esta ciudad, la misma que concluye con la dación de un Decreto
Supremo de fecha 20 de octubre de 1954, el cual reconoce como Día de Puno, y declara feriado en
aquella provincia el 4 de noviembre por recordarse el 286 de su aniversario de su fundación
española en la ciudad de Puno como capital de la provincia.

D. Consolidación-Hispana: La Conquista Española No Sólo Fue Militar, Sino Que Significó La


Transformación Integral Del Panorama Andino; Nuevos Hombres, Técnicas, Animales Y
Vegetales Empezaron A Dominar El Paisaje Físico Y Espiritual Modelado Por Hombres Virtuosos
Que Sin Misericordia Fueron Desalojados. Con La Irrupción Hispana, En El Agro-Pastoril
Escenario Los Amaneceres Fueron Reemplazados Por El Sonoro Cántico De Los Gallos, Los
Cacareos De Las Gallinas, Así Como Con Los Estruendos De Bronce Que Nacen De Los
Campanarios. Al Decir De Luis E. Valcárcel, “El Paisaje Jocundo Y Feliz Tórno Se Doliente Y
Sombrío”.

a) Encomiendas-Corregimientos: Dominada militarmente el Kollao todas estas tierras pasaron


a ser consideradas como patrimonio de la Corona española. Y, con la intención de retribuir a
los "notables conquistadores" por sus acciones y servicios, en lugar de asignarles un salario
permanente la paga por su labor no sólo fue en metales preciosos, sino en el Reparto de tierras
e indígenas sometidos y por someter. Es decir que los españoles se apropiaron, por el burdo
derecho de conquista, de hombres, tierras y animales del inkario en encomiendas "formando
grandes feudos pletóricos de injusticia". Las encomiendas se otorgaban a través de una especial
ceremonia, así encontramos cómo, previo juramento por el Corregidor se entregó a Cabanillas
en calidad de Encomienda a don José Ramírez y Zegarra, el día 4 de septiembre de 1575:

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"El Corregidor tomó de las manos a los indios Baltassar Cabana Apassa, cacique principal y a
otros indios: Francisco Acusha y Baltasar Ticona y se les entregó por la mano a Ramírez
dándole posesión. El encomendero los atrajo de las manos, les quitó las mantas con que estaban
cobijados y se las tornó a cubrir en señal de posesión que tomaba de la encomienda que fue por
dos vidas".
El sistema de las encomiendas, que “como su nombre lo indica, eran circunscripciones que se
encomendaban a españoles con tres finalidades: enseñar la religión católica, cobrar los tributos
y proteger a los indios” (36, 28), pero todo esto “fue una ficción, pues no era otra cosa que el
comienzo de una servidumbre personal y de explotación. Se convirtieron bien pronto en
institución de oprobio” Y “en lo económico y social no fue otra cosa que el trasplante de la
Metrópoli a las colonias de un régimen feudal, en el que primó la explotación llamada
servidumbre, sometiendo al aborigen a una verdadera esclavitud”. A pesar de tener
expresamente otros fines, las encomiendas posibilitaron a que los soldados permanezcan en
lugares escogidos así como contribuyó a que la población se diezmara. El reparto de "tierras,
indios y animales" permitió que los encomenderos se convirtieran en poderosos personajes que
se dedicaban a succionar criminalmente la parte del botín que les había tocado. Las primeras
décadas de dominio hispánico significó para la meseta kollavina una profunda transformación
brusca e integral, que se manifestó en la “caída demográfica de hombres y auquénidos,
introducción del ganado europeo, implantaciones de los gérmenes del sistema de hacienda que
combinaron la gran propiedad territorial con el mantenimiento de las costumbres y relaciones
del trabajo prehispánicas"
b) Los Repartimientos: “La introducción de la encomienda y el repartimiento en el Altiplano,
siguió un proceso dual, pues paralelamente se introdujeron ambas instituciones opresivas”. Si
legalmente las encomiendas habían sido eliminadas, éstas subsistían con la denominación de
Corregimientos; incluso, en la práctica, en muchos documentos se las menciona
indistintamente. La Encomienda subsistió durante todo el Coloniaje dentro del-Corregimiento.
Los corregidores, a pesar de que eran funcionarios públicos, entre otras actividades, se
dedicaban al comercio privado dentro de sus circunscripciones mediante el sistema de los
Repartos de mercaderías, que consistía en una venta forzosa y obligatoria por parte del
corregidor hacia los nativos, quienes estaban obligados de recibir, a precios elevadísimos, en
calidad de venta, diversos objetos, en muchos casos inútiles. En nuestro medio, la crueldad de
los corregidores superó a la de los primeros encomenderos.
“Benéficos en principio, los repartos se tornaron en la más irritante explotación. Los
corregidores obtenían subidas ganancias indebidas y burlaban los pagos fiscales con olvido de
su juramento de fidelidad. En una palabra, extorsionaban a los indios y traicionaban al monarca
en su afán de obtener ganancias personales. Para sus Repartos adquirían mercaderías ordinarias,
averiadas o de escasa demanda y al visitar su jurisdicción las distribuían de manera arbitraria.
Era tragicómico contemplar a indios dueños de una vista excepcional adquirir a precios
exorbitantes un par de anteojos; a otros, sucios y harapientos, tomar entre sus manos un fino
paño de terciopelo o prendas de seda en trance de deterioro. Cuando el indio no podía abonar
puntualmente sus deudas, la familia del moroso o a veces del fugitivo sufrían represalias
monstruosas; y si pagaban las deudas en breve plazo, el corregidor repetía el negocio so

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pretexto de que la pronta cancelación significaba una necesidad urgente de readquirir aquellas
mercancías”.
Por estos y otros cínicos malabarismos de explotación, desde el inicio de la dominación
hispana, la historia de Juliaca fue la historia de la opresión indígena y de la lucha por la
liberación, porque su sistema social fue destruido y reemplazado por otro tiránico llegado en
corceles, con la espada y la cruz como emblemas, produciéndose así nuevas relaciones de
producción entre gobernantes y gobernados.
La población juliaqueña, así oficialmente quedó condenado a tener sólo obligaciones sin un
ápice de derechos.
Concluiríamos que con Toledo se consolida la dominación hispana, pues este personaje, luego
de organizar la “Visita General” a esta colonia, eliminó costumbres ancestrales, ejecutó su plan
de Reducciones que desintegró al país despoblándola, eliminó los tributos en especies,
introdujo el dinero en la masa nativa, etc. Así, observamos que Toledo aplicó una política de
desperuanización o mejor dicho de desincanización.

E. Rivalidad Entre Vascos Y Andaluces: La rivalidad entre vascos y andaluces se dio desde el
virreynato, es decir esta rivalidad era antigua. Ella había ensangrentado a Potosí durante el siglo
XVI, acerca de ello menciona el judío portugués quien escribió en el siglo XVII en donde la
menciona como un latente u honda en el virreynato. En los comienzos del asiento de Laycacota,
los españoles allí residentes tuvieron que unirse, sin distinción de regiones, frente a la sublevación
de mestizos ocurrida en 1661. Dicha rebelión fue iniciada por la gente suelta ociosa de esa raza,
expedida del asiento por causas de justicia y reunida en la ciudad de La Paz. El corregidor,
Cristóbal de Cañedo, cuya benevolencia o descuido favoreciera a los mestizos; fue asesinado, como
tenemos manifestado, esa suerte también corrió Juan de Ortega (corregidor de Carabaya); y
gravemente herido quedo D. Antonio Vaca Dávila (Alcalde de La Paz). Los sublevados saquearon
las casa del corregidor y del Alcalde; soltaron de la cárcel a los presos, mataron al Capitán y al
Sargento que estaban llevando para Chile; mataron al Capitán y al Sargento que estaban llevando
para chile, eligieron nuevos alcaldes ordinarios y justicias mayores; y robaron muchas haciendas
y casas de particulares. Teniendo como cabecilla a Juan de la Vega, se hicieron gruesos de gente
con orden militar y con banderas tendidas, se encaminaron a Laycacota y a San Antonio de
Esquilache. Muchos mestizos del Cusco se les unieron a los de Potosí, incluso otros amenazaron
seguir el ejemplo. Regía el asiento el capitán Pedro o Francisco Erquiñigo, ayudado por el Alcalde
ordinario, Agustín Zegarra de las Ruelas, alcanzó a poner algún orden y con el asistente general
Francisco de Guzmán y Toledo, (gobernador de lugar); y llegaron a quemar las moliendas de plata
de Huarupampa y el trapiche que Gaspar de Salcedo tenía a media legua de Laycacota, con pérdida
de más de 200 000 pesos. La batalla fue el 28 de octubre de 1661. Mandó Gaspar de Salcedo la
vanguardia y la embestida de ella cayeron varios de las cabecillas facciosos, lo cual amedrento a
los demás de sus secuaces. Entre los prisioneros, algunos recibieron severos castigos Gaspar
Salcedo llego a ofrecer 5 000 pesos por la cabeza de cada sedicioso.

F. Batalla De Laycacota: La minería fue el pilar de la economía española de esa época, pues el
estado hispano oriento toda su atención para lograr mayor rentabilidad posible de la minería. Pues
Laycacota era una de las minas más importantes, es por ello, todos querían ser los dueños de la

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mina, como los hermanos Salcedo dueños de la mina Laycacota, entonces surgen rivalidades,
peleas de la mina Laycacota. El asunto de estas rivalidades ya estaba trascendiendo de los límites
que en un principio tuvo. El virrey era favorable a los vascongados. Sus dos secretarios, D. Miguel
de Izaldeyen y D. Alonso de Herrera eran navarros, y según el visitador Cornejo le ocultaba
algunas noticias y daban las cartas a los mismos interesados que en ellas eran acusados. La familia
del Virrey (según el mismo Cornejo) estaba prendada de D. Ángelo “por qué tenía prendas para
estarlo” sin embargo “esperaba otras”. EL oidor Francisco Sarmiento también influía en el mismo
sentido. Los vascongados de lima y otras ciudades del virreynato reunían gente y pagaban que
fuera el asiento y a reforzar las fuerza; lo mismo hacían los del bando contrario.

La noche antes de la muerte del Virrey se acordó dar al Corregidor de Lampa a D. Pedro de
Erquiñigo, vizcaíno, para que, a fuerza de arma, entrase a Juliaca donde habían ya aglomeradas 2
000 personas, contando indios y mestizos, disolviera aquella mesnada y expresase a Gaspar de
salcedo. Entre tanto, nueve días antes de la muerte del Virrey ya se habrían producido las
desordenes pero graves que eran de prever. Los andaluces y criollos de Juliaca, cansados de
esperar, entraron a Laycacota del 8 al 9 de marzo lunes y martes de carnaval al grito inconoclasta
de ¡muera al mal gobierno, el Rey y el Papa!
Que si fue esparcido en realidad, debió partir en asilados ebrios o frenéticos. Entonces hubo una
gran batalla. Murieron más de 80 personas, Cuarenta vascos entre ellos, incluyendo al propio Pedro
de Erquiñigo. D. Ángelo Pinedo quedó con tres balazos y con riesgo de la vida. Los vascos que
pudieron escapar, se alejaron del asiento. Los robos y saqueos de los andaluces y criollos
vencedores menudearon. Siete días después se ponía en camino a Laycacota, el Obispo de
Arequipa, al que nos hemos referido anteriormente, existiendo una referencia narración de hechos
respeto a la muerte de Erquiñigo y la forma como fue herido D. Ángelo.

G. Intervención Del Conde De Lemus A Su Llegada A San Luis De Alva: A la llegada del Virrey
Conde de Lemos se encierra a José Salcedo en un calabozo, luego han empezado por demoler
primeramente la casa de José Salcedo, enseguida de su hermano Gaspar Salcedo, posteriormente
han empezado por destruir por completo el Fuerte, la plaza de toros, las casas de la calle Real

Las casas de la calle del comercio donde se encontraban los burdeles de las pirujas. Éstas de miedo
han escapado a distintos lugares de la región, y temerosas de que los soldados del Virrey las
tomaran. En la calle del comercio se encontraban cantinas más surtidas con aguardientes de
Moquegua y vinos de los valles de Manjes y Vitor de Arequipa. Igual las casas del placer y
alegrías. Después del arresto de José Salcedo el Virrey hizo capturar a Diego Trejo y a Juan
Vargas Machuca. Quienes fueron los fieles colaboradores y luchadores en las filas de los Salcedo.
Diego fue capturado escondido en una cueva y fue llevado a Laycacota para ajusticiarlo. En cuanto
a Vargas Machuca este era un mulato, y la cosa fue más difícil, fue capturado en el pueblo de
Sicasica. Antes de ser apresado sorprendió a un personaje en su casa en vísperas de contraer
matrimonio. El novio llevaba 40000 pesos. Vargas Machuca le robó el dinero y le dio muerte. Por
la noche tomo la cabeza del muerto y le extrajo los ojos y en las cuencas vacías colocó dos velas
para alumbrarse y jugar con otros pillos como él. Vargas Machuca fue capturado en La Paz donde
se le condenó a la horca, su cabeza fue remitido a Laycacota y exhibido en una picota.

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Otro grupo de sediciosos fugitivos encabezados por el Clérigo Francisco de España compuesto
por 250 hombres se dirigieron hacia la región de Larecaje y fueron apresados en Laycacota y luego
ajusticiados. Condenados a la horca 65 procesadas.
El Conde de Lemos pone mucho rigor en el castigo que prácticamente, no perdona a nadie. Es así
que envía a la cárcel de la capital a un tal Pedro Gonzáles por haber disparado un arcabuzazo al
Corregidor Ángel Peredo, cuando éste se encontraba en la capilla de San Francisco rezando en el
altar del Cristo de la Agonía. La bala no le cayó al Corregidor Peredo sino al Cristo de la Agonía
que empezó a sangrar del costado derecho de la espalda. El Nazareno recibió la bala en lugar de
Ángel Peredo. Desde entonces, al Cristo de la Agonía, se le conoce como el Cristo de la bala.
Prácticamente en pueblo de Puno estaba horrorizado ante tantas muertes, abusos y forma de
castigo del Virrey Conde de Lemos. Una mañana apareció en la puerta de la casa donde se alojó
el Conde el siguiente pasquín: “Conde de Lemos Amainemos, Sino veremos”. El Conde no
amainó, al contrario castigó con mayor rigor a los culpables.

H. Juicio A Los Salcedo: El 03 de agosto del año 1668 es capturado José Salcedo. Su esposa Carmen
le llevaba comida cada día, los soldados que le cuidaban la dejaban entrar a Carmen hasta la celda
de José donde se quedaba a conversar con él un buen tiempo, por este favor, Carmen le regala 5
pesos a cada soldado. El 11 de octubre. La fecha de la sentencia de la muerte de José Salcedo será
mañana 12 de octubre, la cual fue firmada por el Conde de Lemos y el Juez Pedro Gracia Ovalle.
De esta sentencia José Salcedo apela, y para que esta apelación fuera aceptada ha ofrecido pagar,
100000 reales y 1ooo más por cada día de la apelación a España. Este pedido fue negado por el
Virrey y el Juez. El 12 de octubre del año 1668, muy temprano empujaron violentamente la puerta
y entraron cuatro verdugos entre ellos Felipe de la Romaña criado del Virrey Conde de Lemos. Estos
verdugos le informan a José Salcedo que junto a él serán ejecutados 41 inculpados. Entre los
ajusticiados está un artesano que ha hospedado en su hacienda al Conde de Lemos y le prestó su
caballo el día que entró el Virrey a Arequipa. El otro ajusticiado llevó una vara del patio el día que
entró el Virrey a Lima. Después de esta conversación con los verdugos entró el cura quien pidió
que por un momento desocupen la habitación que servia de cárcel., con toda devoción empecé a
confesar mis culpas, si es que las tengo, perdoné a mis enemigos y a mis muchos deudores. El cura
le dio la hostia y le dijo: que todas sus culpas has sido perdonadas, le hecho agua bendita en la
cabeza y salió de la habitación. Inmediatamente ingresaron los verdugos. Le quitaron toda la ropa
y le pusieron un camisón de color blanco le ataron las manos y colocaron una cruz en ella, en la
cabeza le pusieron un capirote luego le sacaron a la calle montado en una asno. Sin embargo José
Salcedo no sabía dónde le llevaban porque el capirote le impedía ver a donde le llevaban los
verdugos. En el trayecto le bajaron del asno e ingresaron a una habitación donde recibió martirio
y muerte del garrote. El dolor que sintió José Salcedo fue intenso principalmente en el cuello y la
espalda. Los verdugos le colgaron del cuello, con una cuerda en un palo en el promontorio del
pueblo de Puno que desde entonces, se llamaría al lugar: Orcapata. La esposa y sus hijos de José
Salcedo observaban de lejos este acto bárbaro.

Sin embargo su hermano Gaspar es llamado por el Virrey Conde de Lemos a Lima, para lo cual
acompañó su esposa Agustina que a su vez es su sobrina (la hija primogénita de José Salcedo).
Ella acompañó a su marido a Lima cuando el Virrey Conde de Lemos lo llamó, Gaspar se presenta

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al Virrey en el término de la distancia. Agustina vivió varios años en Lima acompañando a su
marido detenido en la cárcel del puerto del Callao, permanecerá allí hasta que le den libertad.
Para enviarlo a la prisión a Gaspar Salcedo se le acusó de los siguientes cargos:
1. Haberse hecho dueño absoluto de Laycacota.
2. Haber impedido el ejercicio de la justicia, rodeado de un crecido número de individuos
que a su sombra se hallaban exentos de poder.
3. Haber tenido bajo su voz y nombre un cuerpo de gente armada con más de mil bocas de
fuego.
4. Haberse negado acatar la provisión real y las repetidas cartas del Virrey que le ordenaba
apersonarse a Lima, en cuya oportunidad había afirmado que de hacerlo bajar a la capital
correría arroyos de sangre por las calles y que si apretaban no quedaba otro camino que
alzarse en armas.
5. Haber intentado apoderarse de los fondos reales, y haber levantado un fuerte con el
propósito de resistir.
Su defensor Manuel de Tabeada, después de enumerar los servicios prestados de su defendido a
la corona, incluyendo 1700485 pesos por pago de quintos reales hasta el mes de enero de 1668 y
diferentes préstamos a la Real Hacienda, ofreció servir con un donativo de 200000 pesos
embargados en barras y metales, más medio millón en el plazo de un año obligándose a labrar la
rica veta de Laycacota si la causa era sometida a la jurisdicción del consejo de indias.
El 15 de Septiembre de 1671 el consejo de indias falló la revocación de la sentencia expedida en
Lima en cuanto a la pena capital. Finalmente el 15 se noviembre de 1671 Gaspar Salcedo salió en
libertad. La corona al mismo tiempo, rehabilito el linaje de los Salcedo, expedido el 7 de Febrero
de 1703 para un hijo de José Salcedo el título de Márquez de Villarrica con el respectivo blasón
nobiliario. Los bienes confiscados les fueron restituidos en el año 1681.
Gaspar Salcedo tuvo solo un solo hijo natural llamado también como el padre, Gaspar, para él le
fundó una capellanía con 6000 pesos

I. Traslado De San Luis De Alva A La Villa De San Carlos De Puno: El 9 de septiembre día en
que se trasladan las imágenes de los santos y santas que veneran en las capillas e iglesias de San
Luís de Alba. El traslado se inició a las nueve de la mañana. Las imágenes en sus propias andas,
son llevadas en procesión hasta el pueblo de Puno. Entre estas imágenes va el milagroso Cristo de
la Agonía conocido también como el CRISTO DE LA BALA. Fueron recibidas en la plaza de
Puno, donde el cura celebra una misa antes que fueran colocadas en la iglesia de la Concepción. Y
en San Luís de Alva, cuando las iglesias fueron desocupadas empezaron a destruirlas por órdenes
del Virrey Conde de Lemos, sembrarlas con sal.

En traslado de la población de San Luís de Alva Al pueblo de Puno fue 9 de Septiembre del año
de 1668. Ese día repartieron y señalaron los solares para que los habitantes de San Luís de Alva
edifiquen sus casas en este nuevo pueblo.
La villa de Puno fue elevada a la categoría de cuidad en el año 1805 por orden del Rey Carlos IV.
Las minas de Laycacota, Cancharani y Pompería se intentaron trabajar durante el gobierno del
General Juan Velasco Alvarado y su ministro de energía y minas General Jorge Fernández
Maldonado. Con estas minas se formó la sociedad minera de Propiedad Social que integraba a

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varias comunidades campesinas. Estos trabajos fueron dirigidos y conducidos por el padre Fray
Ramón León Alvarado con resultados muy desfavorables.
En la actualidad existe una urbanización y una calle que lleva el nombre de Salcedo en honor a
quien fue uno de los más grandes mineros de la época virreynal y por quien este pueblo tributaba
miles de pesos anuales a la corona española.

J. Importancia De La Explotación Minera: La minería fue el pilar sobre el que estaba la economía
española, por esto que el estado hispano orientó toda su atención para lograr de ella la mayor
rentabilidad posible. La minería colonial estaba sustentada en dos factores principales:

 En los recueros mineros diversos y abundantes con inmensas reservas.


 En la fuerza laboral indígena sobre la que recayó todo el peso de la extracción de los
metales y la fase de lo que los españoles llamaban beneficiar los metales.

Esta última consistía en las diversas fases del tratamiento de la plata y otros minerales desde su
estado cubrillo hasta la fase final en barras. Este proceso se hacía en las haciendas de moler
minerales conocidos también con el nombre de trapiches o plantas de concentración de metales.
Las fases por las que debía pasar la plata en las zonas de Laycacota (San Luís de Alba) y en las
otras haciendas dispuestas a lo largo de la cuenca de los ríos Cutimbo, Laraqueri y otros hacia el
sur de San Luís de Alva.
En la primera fase se transportaba los minerales desde las minas hasta los trapiches, traslado que
casi estaba a cargo de indios mitayos o indios mingas en llamas, las cuales estaban controlados por
capataces.
Las haciendas de minas estaban preferentemente próximas a un río o lugar de abundante agua como
Totorani hacia el norte de San Luís de Alba, San Juan, San Miguel, Sto Cristo y Jancolaya hacia
el sur. Estas casas estuvieron en pleno funcionamiento los siglos XVII, XVIII.
La fuerza hidráulica era absolutamente necesaria para mover grandes ruedas de piedra, estas
giraban en torno a otra que tenía también la forma circular. Además de éstas se usaban también
molinos manuales, movidos por fuerza humana. Estos molinos eran conocidos con el nombre de
kimbaletes.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍCAS:

 AYCA GALLEGOS, Raúl "Sillustani" Instituto de Arqueología del Sur, Tacna-Perú, 1 995.

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S. A., Lima, 1948.
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 CIEZA DE LEON, Pedro "La crónica del Perú" Edit. PEISA Lima, (1 553) 1 973.
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Edit. Brasa. S.A., 1 994.
 GALLEGOS ARRIOLA, Luís “Agonía y muerte de José Salcedo: Andaluces y Vascongados
contra su rey”.Edit TMG, Puno – Perú, 2007.
 RAMOS ZAMBRANO, Augusto “Fundación de la ciudad de Puno y otros ensayos
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 ROMERO, Emilio “Monografía del departamento de Puno”. Imprenta Torres Aguirre, Lima,
1928.
 TORRES LUNA, Alfonso "Puno histórico", talleres gráficos del colegio Unión Ñaña, Lima,
1968.

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