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La princesa Delly llegó desde Texas haciendo malabarismos y magia (la única que se divertía
fue la gata) pero la Reina y el Príncipe se aburrían.
La siguiente fue una sonriente princesa que llegó desde Groenlandia pero no le impresionó a
la madre ... salvo al paje del Príncipe que se enamoró perdidamente de ella.
- ¡Vaya! con esos brazos tan largos seguro que puede saludar a todo el pueblo - dijo el
Príncipe. Pero la Princesa Rahjmaputínn, de Bombay, empleó sus largas piernas para salir
corriendo del palacio.
La reina y el Príncipe se miraron con tristeza. Ninguna de las princesas les había gustado.
- ¡Un momento! - dijo el paje - todavía queda una princesa. ¡tachín, tachín! Les presento a
la Princesa Magdalena y su hermano, el Príncipe Azul.
De pronto el Príncipe quedó sin respiración y su corazón empezó a latir. Fue un flechazo.
- ¡Qué príncipe tan guapo!
- ¡Qué príncipe tan guapo!
Fue una boda muy especial. La Reina lloraba sin parar.
Desde ese entonces los príncipes viven juntos como Rey y Rey. Y la Reina pudo descansar.
Y vivieron felices y comieron perdices.
“Papá chas-chas mamá”.
Hace varios años, me consultaron por una niña de cinco años que no hablaba. Me sorprendió
que se comunicara por señas, que armase juegos simbólicos, que dibujase y que se
conectase muy bien conmigo, ya en la primera entrevista y, sobre todo, que yo entendiese lo
que quería decir más que sus padres, que estaban presentes. En la segunda entrevista entra
sola (a su pedido) y dibujando dice: “papá chas chas mamá”. Esto lo repite a lo largo de la
entrevista. Yo le digo que a ella la pone muy triste y la asusta que el papá le pegue a la mamá
y que no sabe qué hacer y afirma que sí con la cabeza. Después de esta entrevista, la niña
comenzó a contar esto en la escuela y en otros lugares, a pesar de que el padre enfurecía y
decía que la niña mentía. No hablaba… hasta que comenzó a hablar, diciendo lo que estaba
prohibido.
Un niño de siete años le pega a la madre delante de mí y la insulta. Frente a la inmovilidad y el
silencio de la madre, le digo al niño que está prohibido pegarle a la mamá. Él me contesta:
“¿Por qué no le puedo pegar yo si mi papá le pega? Este niño tenía “dificultades de conducta”,
era violento con sus compañeros y con los adultos y por eso consultaban.
Un niño de seis años no atiende en clase y no aprende. Después de varias sesiones relata
que el padre golpea a la madre, le grita y le tira objetos. Lo cuenta muy angustiado y diciendo
que está cansado de escuchar los gritos y que él no puede pensar en otra cosa cuando está
en la escuela. Niños que pueden develar la violencia que viven cotidianamente cuando alguien
los escucha… Niños que suelen ser ubicados como “trastornos” sin darles lugar a que
expresen aquello que los hace sufrir. Niños que se han quedado sin adultos protectores. En
todos estos casos los padres desmintieron la situación mientras que las madres se mostraban
vencidas, sintiendo que nadie iba a creerles y que no había modo de defenderse (una de ellas
había ido a la comisaría a denunciar el maltrato y se habían burlado de ella).
Pienso que cada vez que un hombre maltrata a una mujer, la denigra, le grita o le pega, como
si fuera el “señor” de la horda primitiva, no sólo hay una mujer herida y humillada sino que él
mismo se descalifica como hombre, en tanto solo se puede sostener en el sometimiento de
otro. Y cuando hay niños, estos sufren doblemente: el dolor de ver el maltrato hacia su madre
y el desvalimiento más absoluto. Ese niña/o sentirá que está solo, a merced de un ser
arbitrario, que no respeta a su pareja ni la considera como ser humano sufriente y que por
ende no lo va a respetar a él o a ella y de una mujer que queda a merced de los ataques y que
no se puede proteger a sí misma, por lo que tampoco puede protegerla/o. ¿En qué circuito
entra entonces la/el niña/o? ¿Quién va a cuidarla/o si la violencia toma todo el terreno? Se
queda sin padres. A la vez, ¿por qué respetar él las normas que los adultos no respetan? Si
es la ley de la selva, ¿por qué no va a poder él también maltratar a otros? Otra opción es
quedar prisionera/o de la angustia e inmovilizarse.
Es por esto que el Estado tiene que cumplir un papel fundamental, para proteger a las mujeres
pero también a todos los niños y las niñas que viven cotidianamente el arrasamiento de su
subjetividad, la denigración de sus madres (lo que los deja siendo testigos de lo insoportable).
Para creer cuando una niña denuncia, cuando una mujer denuncia…
Para que no haya ni una mujer menos, ni una niña menos, para que la educación sexual sea
efectiva, para que sostengamos los derechos de todas a decidir qué hacer con su cuerpo,
para que todas las niñas y jóvenes puedan elegir qué caminos tomar en la vida, con una
educación gratuita e igualitaria, para que no se ubique a las mujeres ni a las niñas como
objetos de consumo en los medios de comunicación, para que ninguna niña ni mujer sea
violentada…Por esto y muchas otras cosas…pero sobre todo para luchar por un mundo más
justo, donde todas tengamos un lugar y podamos brindarles a nuestras hijas y a nuestros hijos
un futuro digno… debemos exigir el compromiso del Estado, porque si éste no garantiza el
bienestar de la población, si la pobreza crece día a día, si la desocupación gana terreno, las
mujeres quedamos expuestas a una violencia infinita…
Por esto y mucho más salimos hoy a las calles…Ni una menos… Vivas nos queremos….
Beatriz Janin. Psicoanalista.