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COMPOSICIÓN DE BODEGONES

Incluso el menos entendido en fotografía o en arte es capaz de decir cuándo una fotografía le
resulta agradable y cuándo no. Y, ¿por qué pensáis que es? Aunque en fotografía las reglas
están para ser rotas, hay unas convenciones básicas en cuanto a la composición, que no es más
que el modo en que se colocan los objetos dentro de un encuadre, que son esenciales para
que una fotografía nos resulte agradable a la vista.

Podemos decir que las fotografías se leen, al igual que un texto. Empiezan por un sitio y
acaban por otro. Las reglas de la composición ayudan a guiar el ojo del espectador dentro de la
fotografía, desde un punto de entrada al punto de interés principal. Hacen que el ojo se pasee
por la fotografía siguiendo una cierta ruta.

Existen diversas reglas generales de composición que son perfectamente válidas para la
fotografía de bodegones. Aquí vamos a hacer un somero repaso de los casos más sencillos
para no marearos y porque no hace falta tener un conocimiento profundísimo de la disciplina
de la composición artística para hacer fotos que, al menos, no den pena, que es de lo que se
trata.

Ciertas zonas de una imagen atraen nuestra atención de forma automática porque guardan
ciertas proporciones, a nuestro cerebro esto le gusta. De esto deriva que una de las normas
básicas de composición es la regla de los tercios. Nos dice que cuando en una foto los objetos
se colocan sobre las líneas que dividen la imagen en tres partes, tanto en horizontal como en
vertical, o en sus intersecciones, nos resultará armónica y equilibrada a la vista.

Esta norma por la que se rige nuestra apreciación de la armonía visual la estudió Leonardo da
Vinci y la llamó la proporción áurea. La regla de los tercios es la proporción áurea simplificada,
una relación geométrica que se encuentra en toda la naturaleza, y que rige, por ejemplo, el
número de pétalos de las flores y su distribución. Según la proporción áurea una imagen no se
parte en tercios exactos, no a 0,67 (2/3) del ancho o el alto, sino a 0,62; y no a 0,33 (1/3) del
ancho o el alto, sino a 0,38.

En la imagen anterior se indican las líneas de la regla de los


tercios en rojo y las correspondientes a la proporción áurea en
amarillo.
Otra norma que hay que tener en cuenta
es la del número impar de elementos.
Nos resulta más agradable un número
impar de objetos en una imagen, por
ejemplo, en la siguiente, a pesar de que
los objetos ocupen los tercios del
espacio, el exceso de simetría no resulta
agradable. Si quitamos uno de los
objetos la imagen nos gustará más,
tendrá más movimiento interior.

Una regla que funciona bien es la de colocar el sujeto de manera


que todas las miradas converjan en él, por estar centrado en la
imagen con pocas distracciones a su alrededor o por separarlo del
resto de los objetos con el uso de una profundidad de campo muy
corta, como en la siguiente imagen. Vemos que el fondo es
comparativamente abigarrado, pero al usar una profundidad de
campo tan corta se llama la atención sobre él de forma efectiva.

Otra opción para componer una escena es dejar los objetos


recortados, en la periferia de la imagen. No hay por qué
recortarlos todos, se pueden recortar solo algunos, pero de esta
forma instintivamente imaginamos lo que no está en la imagen,
lo que queda fuera de ella, y por esa razón la foto tiende a
contarnos una historia.
Otro método clásico de composición consiste
en colocar los objetos en diagonal; sobre todo
cuando se trata de una bandeja o fuente larga, suele
dar buen resultado, principalmente en las imágenes
cenitales. Es una forma sencilla y efectiva de colocar
los objetos en una imagen.

A continuación vemos este tipo de composición en


una imagen cenital; esta colocación nos va
estupendamente para enseñar bizcochos o tartas
rectangulares, sin ir más lejos.

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