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Pablo R. Andiñach
Los cambios sociales, el clima político y algunos incipientes nuevos vientos en la vida
de las iglesias cristianas aportaron la tierra fértil donde comenzó a germinar un nuevo
modo de leer las Escrituras. Hacia 1970 se percibe en América Latina que eran
necesarias otras herramientas para entender la misión cristiana y nace la que luego fue
llamada Teología de la Liberación, un camino diferente para aproximarse a la reflexión
teológica. Junto a ella, como fiel compañera, surge una alternativa en la búsqueda de
interpretar la Biblia. Eso que Juan Luís Segundo desarrolló en su Liberación de la
Teología1 y que tiene en el campo bíblico su mejor exponente: de la praxis social y
política nació una nueva hermenéutica. Es necesario destacar esta característica pues la
distingue de casi todo lo anterior. La hermenéutica bíblica latinoamericana no surge en
los centros de estudios teológicos ni es el producto de un autor individual que forma
escuela y al que otros discípulos continúan. Es el resultado de organizar
intelectualmente lo que los cristianos ya estaban haciendo en sus congregaciones y en
sus parroquias y –a la vez- es la búsqueda por profundizar la reflexión bíblica para que
a partir de esa praxis de liberación (eso es el círculo hermenéutico) se pueda construir
una nueva manera de leer los textos sagrados que sustente las acciones de los creyentes
en su búsqueda de liberación y justicia.
1
Segundo, 1975, especially Chapter 1: 11-46.
2
Croatto, 1981.
2
Para esa misma época Carlos Mesters comenzaba a desarrollar su búsqueda de una
hermenéutica popular, produciendo una infinidad de materiales de divulgación bíblica
en clave de liberación, alentando con ellos la expansión de las Comunidades Eclesiales
de Base. Estas comunidades se multiplicaban día a día entre los sectores pobres del
Brasil –y luego de otros países latinoamericanos- y desafiaban con su compromiso
político y social a las estructuras eclesiales clásicas, pero más importante aún, actúan en
los movimientos populares y contribuyen a las luchas por la justicia. Estas
Comunidades serán unos de los lugares donde el pensamiento bíblico de liberación
abrevará en busca de materia prima para sus reflexiones más elaboradas. La obra de
Mesters tiene como principal valor el haber traducido al lenguaje de los pobres la
lectura muchas veces compleja del texto bíblico, especialmente cuando se busca que no
sea una simple repetición de narraciones sino que ponga en evidencia sus
consecuencias políticas, sociales y sus incentivos para la praxis de transformación de la
sociedad4. Esto lo hizo en decenas de trabajos, artículos, libros que llegaban a los
sectores más apartados del saber bíblico y los invitaba a una reflexión madura y
comprometida. A la vez, este autor –como pocos- logró incorporar el lenguaje del
pueblo pobre y de las comunidades al producto de sus reflexiones. De modo que no
solo coloca las Escrituras en lenguaje popular sino que toma el lenguaje popular –sus
conceptos, cosmovisión, anhelos, etc.- y lo hace jugar con la lectura de los textos. El
impacto de su obra ha sido inmenso y lo perdurable imposible de medir.
Para la misma época otros autores como Jorge Pixley y Gustavo Gutiérrez exploraban
las posibilidades del texto en relación con situaciones particulares. Pixley publicaba su
Job5 donde incursionaba en la crítica del lenguaje teológico y sus consecuencias para el
proceso de liberación. Luego llegaría su comentario a Éxodo6, una obra escrita desde el
momento mismo de las luchas de liberación en Nicaragua. Esta última obra es un
intento de llevar la contextualidad de la lectura a sus últimas consecuencias, dándole a
la narrativa bíblica el carácter de andamiaje teórico para la acción revolucionaria.
Pixley logra hacer del contexto del lector la llave de lectura y el criterio para discernir
entre las diversas opciones de interpretación, logrando así que el texto plasme en una
hermenéutica para el momento mismo que el lector está viviendo. Esta es su mayor
virtud y su límite. Leído a la distancia, el Éxodo de Pixley se revela también como una
3
Croatto, Génesis 1986, 1997; Isaías 1989, 1994, 2001.
4
Cf. Mesters, 1983: 154-168.
5
Pixley, 1982.
6
Pixley, 1983.
3
frontera que clausura el horizonte de otras posibles lecturas y dejar poco espacio al
lector para sucesivas aplicaciones del texto a nuevas situaciones.
Gutiérrez en su obra sobre Job9 señala que esta narración pone en evidencia el drama
humano del sufrimiento de los inocentes, que son incomprendidos por quienes los
rodean. Y encuentra que millones de personas viven en su continente y en ese tiempo el
mismo drama milenario: la sociedad –y la Iglesia- contemplan como se sufre y muere
injustamente atribuyendo a la víctima la responsabilidad de su destino. Se asume que
son los pecados del que sufre quienes manchan y oscurecen su alma, o que son su
pereza y falta de iniciativa económica que los condena a la pobreza y marginalidad. El
pensamiento de Gutiérrez busca en Job respuestas a la angustia de ver millones de seres
humanos librados a una muerte social y cultural que, sin caer en concordismos, se
asemejan a la experiencia de este personaje que recibe toda clase de calamidades sin
saber ni poder imaginar la causa de ellas. Por momentos la interpretación va hacia una
espiritualidad que intenta dar cuenta de lo único que le queda a Job: su vida, sus
sentimientos, su íntimo convencimiento de su inocencia. A su vez el autor no se engaña
y observa la evidencia de las injusticias y su prolongación en el tiempo, lo que lleva a
Gutiérrez a preguntarse por la responsabilidad del Creador en la historia de opresión y
7
Pixley, 1982: 14.
8
Pixley, 1982: 15.
9
Gutiérrez, 1986.
4
el sufrimiento humano. Concluirá que “la justicia sola no tiene la última palabra en el
hablar sobre Dios”.10 Hay más para decir y de eso se trata el drama de Job.
Humberto Ramos Salazar falleció tempranamente pero nos dejó su Teología Aymara11.
Producto de su experiencia de vida como aymara y con cristiano, en su trabajo busca
aproximarse a la teología cristiana desde el lugar del pueblo aymara. Pero no puede
hacerlo sin antes no exponer la cosmovisión de ese pueblo, su comprensión de Dios, el
choque con la cultura occidental, el despojo sufrido y que aún sufre a manos del mundo
blanco. ¿Cómo ser aymara y cristiano cuando esa religión vino acompañando las
injusticias y la condena de la cultura de sus ancestros? ¿Cómo aceptar la Biblia cuando
se la utilizó y utiliza para justificar la destrucción de su tejido social y la conquista de
sus tierras? Esta y otras preguntas son las que vertebran la obra de Ramos Salazar en la
cual va hacia lo profundo tratando de encontrar el punto en el cual el mensaje de Jesús
de Nazaret se despoja de la ropa invasora y del traje opresor y pasa a brillar como una
10
Gutiérrez, 1986: 160.
11
Ramos Salazar, 1997. Cf. también el número dedicado a este tema por la Revista de Interpretación
Bíblica Latinoamericana, 27 (1997); Estermann, 2006. El pueblo aymara es uno de los grandes pueblos
originarios de la actual Bolivia. Ramos Salazar fue pastor y luego Presidente de la Iglesia Luterana en
Bolivia.
5
En la misma página concluye diciendo que la teología aymara debe construirse sobre el
Dios del Nuevo Testamento. Esto en su pensamiento no contradice lo anterior sino que
le da el marco teológico desde el cual leer el Antiguo Testamento. El pueblo aymara
busca en las narrativas bíblicas orientación para sus luchas y anhelos y ven en el Cristo
muerto y resucitado el amor de Dios que no conocieron de boca de los conquistadores
cristianos. Hallan allí el criterio para leer las narraciones del Antiguo Testamento.
12
Ramos Salazar, 1997: 132.
13
Gebara 2002, 2004.
6
las Escrituras en clave de género. De hecho los últimos trabajos en AL sobre lectura de
género han comenzado a involucrar a la reflexión teológica en su conjunto de modo que
ya no es posible pensar en una hermenéutica que no contemple al menos como uno de
sus actores semióticos las cuestiones de género.
14
Boff, 1996.
15
Boff, 1996: 104-105.
16
Boff, 1996: 237-238.
17
Míguez, 2004: 334-347 y 2006:120-129.
7
observan qué aspectos del texto son resaltados por uno u otro ambiente cultural, y cómo
la situación cultural del lector influye en sus conclusiones. A diferencia de las
interpretaciones “culturalistas” clásicas que a partir de constatar la influencia del medio
cultural en la lectura proponen relativizarla en sus conclusiones asignándole por esa
causa un valor inferior, como si la presencia de lo cultural debilitara la interpretación,
en este caso se hace el camino inverso al valorar los ingredientes culturales y
considerándolos una llave que abre a dimensiones del mensaje ausentes en otras
culturas. Una vez más se construye sobre la convergencia y no sobre la exclusión.
Esta lectura intercultural se revela como muy rica cuando no solo se colocan juntas
lecturas europeas y latinoamericanas sino principalmente cuando en América Latina se
ponen juntas las lecturas del mundo occidental con las que se producen entre los
creyentes del mundo indígena. Grandes comunidades pertenecientes a los pueblos
originarios de América están leyendo las Escrituras y produciendo una interpretación
renovadora al colocarlas en el seno de sus propias tradiciones. Sin embargo Míguez
advierte sobre la situación –quizás todavía mayoritaria- de que las lecturas provenientes
del Tercer Mundo tienden a reproducir la teología de los misioneros: “The basic
orientation of the missionaries and of the denominational origins persists, more than
people realize, beyond their presence and through various experiences.”18 A la vez la
lectura intercultural conduce a poner en perspectiva nuestras propias interpretaciones,
las que solemos asumir como normativas e indiscutibles. En cierta medida la
confrontación con la lectura del otro, del distinto, supone un primer paso de autocrítica
sobre nuestra propia comprensión del texto en busca de comprender que hay otra
mirada posible y otros parámetros para valorar las Escrituras.
dos tendencias que no se excluyen sino que se alimentan mutuamente pero que de algún
modo definen los énfasis del autor en cuestión. Podemos decir que en la hermenéutica
en AL hay una tensión entre una lectura que privilegia lo sociológico y otra que
privilegia lo literario. La lectura sociológica se la ha llamado “de los cuatro lados” pues
utiliza como gráfico un cuadro en el cual cada lado expresa un concepto: lectura
política, ideológica, social y económica. Los textos se someten a estos cuatro criterios
de lectura no en forma mecánica pero sí utilizando herramientas de análisis que vienen
de la sociología y del campo político, así como de instrumentos críticos de la llamada
“lectura materialista” de los textos.
Esta manera de leer ha dado frutos muy interesantes aún cuando es probable que en su
forma más directa exprese un límite hermenéutico. En la base de la lectura sociológica
está la idea de que las condiciones de producción del texto y los actores sociales y
políticos que estuvieron en su constitución pueden ser identificados y en cierta medida
puestos en evidencia sus intereses de clase, de género, económicos, etc. Una vez
identificados esos actores es posible leer el texto desenmascarando sus intenciones
ideológicas ocultas y buscando reconstruir el mensaje superando esas contradicciones.
Es evidente que este camino supone una confianza en las herramientas de
reconstrucción histórica y social, y una disposición a buscar el mensaje más en las
relaciones semánticas profundas del texto que en la forma del texto tal cual se presenta
a sí mismo. La crítica que entendemos corresponde hacer es que esta lectura privilegia
la reconstrucción hipotética del texto y eso hace que su hermenéutica pueda en ciertos
casos construirse sobre una base débil. Pero por otro lado es notable la capacidad que
esta lectura tiene de poner en evidencia los factores de poder e ideológicos que ocultan
entre sus líneas las narraciones. Esto se debe decir para ambos lados: mientras hay
textos que se revelan como justificadores de la usurpación de los territorios (por
ejemplo el libro de Josué), en otros casos se descubren elementos liberadores donde
antes pasaban inadvertidos (por ejemplo en la lectura de ciertos salmos o en los textos
de creación del Génesis).
que es leer el texto en el seno de la vida. La situación social, cultural, personal, etc. se
ve iluminada por el texto y este a su vez abre sus secretos a partir de ser leído desde
esos lugares. Como todo método también este tiene su límite y a nuestro criterio es que
si no se utilizan con seriedad las herramientas técnicas para el abordaje del texto se
puede caer en una lectura individual o ingenua, o como ha sucedido, sesgada por lo
ideológico sea en la dirección que fuere. Sin embargo la aproximación literaria llevada
al plano de la divulgación de la Biblia ha dado frutos riquísimos en la interpretación de
las Escrituras, y a pesar de que en su forma académica exige un alto caudal de
conocimientos, estos frutos lo han sido especialmente en relación con la lectura
comunitaria y popular ejercida en grupos de estudio y reflexión.
IV. Conclusión
Más allá de todo lo expuesto, todavía sigue siendo vigente que las lecturas en AL
continúan siendo una reflexión en busca de colaborar con la búsqueda concreta de
liberación. Hoy esa búsqueda no tiene el aspecto que tuvo en décadas pasadas, pero la
situación de marginalidad y pobreza no solo no ha cambiado sino que en muchos casos
se ha incrementado, lo que inevitablemente genera su praxis social y con ella su
palabra. Esta palabra en la medida que es teológica vuelve a alimentar el círculo
hermenéutico y echa a rodar la reflexión bíblica. Una vez más, renovados actores
sociales y nuevos desafíos a los creyentes enriquecerán el trabajo y alentarán a las
nuevas generaciones.
Bibliografía
Boff, Leonardo (1996), Ecología: grito de la tierra grito de los pobres. Buenos Aires,
Lumen.
Gebara, Ivone (2002), El rostro oculto del mal: una teología desde la experiencia de
las mujeres. Madrid, Trotta.
Gutiérrez, Gustavo (1986), Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente: una
reflexión sobre el libro de Job. Salamanca, Sígueme.
Mesters, Carlos (1983), Flor sin defensa. Una explicación de la Biblia a partir del
pueblo. Bogotá, CLAR.
Míguez, Néstor (2004), “Reading John 4 in the interface between ordinary and
scholarly interpretation”. In Hans de Wit, Louis Jonker, Marleen Kool and Daniel
Schipani (eds.), Through the Eyes of Another. Intercultural Reading of the Bible.
Amsterdam, Institute of Mennonite Studies – Vriej Universitet.
Pixley, Jorge (1982), El libro de Job. San José de Costa Rica, SEBILA.
Ramos Salazar, Humberto (1997), Hacia una teología Aymara: desde la identidad
cultural y la vida cotidiana. La Paz, CTP-CMI.
11
Segundo, Juan Luís (1975), Liberación de la Teología. Buenos Aires, Lohlé. Trad.
(1976), Liberation of Theology, Maryknoll, NY, Orbis Books.