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El enfoque de salud pública basado en el género parte del reconocimiento de las diferencias
entre el hombre y la mujer. Ello nos sirve para determinar cómo difieren los resultados,
experiencias y riesgos sanitarios entre hombres y mujeres, niños y niñas, y para actuar en
consecuencia.
En la mayoría de las sociedades la mujer tiene un menor estatus social que el hombre, lo
que se traduce en relaciones de poder desiguales. Por ejemplo, la mujer se encuentra en
condiciones de inferioridad en la familia, la comunidad y la sociedad en general: Tiene un
menor grado de acceso a los recursos y de control sobre los mismos, y un menor peso que
los hombres en la toma de decisiones. Todos estos factores han llevado a restar importancia
a la salud de la mujer y a no prestarle la debida atención.
La atención a la salud de la mujer se ha venido centrando hasta ahora en los problemas que
ésta sufre durante el embarazo y el parto. El enfoque de salud pública basado en el género
nos ha servido para comprender mejor los problemas sanitarios de la mujer y determinar
formas de abordarlos en mujeres de todas las edades. Por ejemplo, sabemos hoy que las
enfermedades cardiovasculares son una importante causa de mortalidad femenina. Sin
embargo, no se reconoce suficientemente este hecho, lo que retrasa la búsqueda de
tratamiento y el diagnóstico entre las mujeres. La identificación de diferencias de género
en las enfermedades cardiovasculares ha permitido formular estrategias de promoción de
la salud y prevención más eficaces, lo que a su vez ha redundado en mejoras de la salud de
la mujer en muchos países.
Datos y cifras
Los roles de género son construcciones sociales que conforman los comportamientos, las
actividades, las expectativas y las oportunidades que se consideran apropiados en un
determinado contexto sociocultural para todas las personas. Además, el género hace
referencia a las relaciones entre las personas y a la distribución del poder en esas relaciones.
El género guarda relación con las categorías del sexo biológico (hombre y mujer), no se
corresponde forzosamente con ellas.
Es un factor que crea inequidades sanitarias por sí solo y que puede agravar las que son
producto de la situación socioeconómica, la edad, la etnia, la discapacidad, la orientación
sexual, etc.
El género afecta a todas las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible porque interactúa
con otros determinantes e influye en los riesgos y las exposiciones, los comportamientos y
la respuesta del sistema de salud.
La OMS ayuda a sus Estados Miembros promoviendo sistemas de salud que tienen en
cuenta las cuestiones relacionadas con el género y que reconocen, comprenden y modifican
el modo en que este factor determina las conductas en relación con el sistema de salud, el
acceso a los servicios, las vías de atención sanitaria e interactúa con otros factores
determinantes de la salud y causantes de inequidades.
El género se refiere a los roles, las características y oportunidades definidos por la sociedad
que se consideran apropiados para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y las
personas con identidades no binarias. El género es también producto de las relaciones entre
las personas y puede reflejar la distribución de poder entre ellas. No es un concepto
estático, sino que cambia con el tiempo y del lugar. Cuando las personas o los grupos no se
ajustan a las normas (incluidos los conceptos de masculinidad o feminidad), los roles, las
responsabilidades o las relaciones relacionadas con el género, suelen ser objeto de
estigmatización, exclusión social y discriminación, todo lo cual puede afectar
negativamente a la salud. El género interactúa con el sexo biológico, pero es un concepto
distinto.
Los determinantes de la salud relacionados con el género son las normas, expectativas y
funciones sociales que aumentan las tasas de exposición y la vulnerabilidad frente los
riesgos para la salud, así como la protección frente a los mismos, y que determinan los
comportamientos de promoción de la salud y de búsqueda de atención sanitaria y las
respuestas del sistema de salud en función del género. Son uno de los principales
determinantes sociales de las inequidades sanitarias.
El concepto de interseccionalidad se refiere al significado y la relación entre el sexo, el
género y otros determinantes sociales, así como a los factores que crean inequidades
sanitarias en los procesos y sistemas de poder a nivel individual, institucional y mundial (2).
Se basa en el análisis de las cuestiones relacionadas con el género, y lo amplía.
De acuerdo con el desglose por sexo de los datos, los hombres tienen una menor esperanza
de vida (4,4 años menos en 2016 (3)) y una mayor carga de años de vida ajustados por
discapacidad (AVAD) que las mujeres (4). Gran parte de estas diferencias se deben a
factores relacionados con el género: por ejemplo, hay normas sociales que determinan que
los hombres estén más expuestos al tabaco y las bebidas alcohólicas, lo que a su vez genera
tasas de AVAD tres veces superiores en los hombres que en las mujeres (5). Sin embargo,
también existen normas sociales y de género que aumentan la carga de algunas
enfermedades entre las niñas y las mujeres: por ejemplo, debido a que tienen relativamente
menos acceso a los servicios de tratamiento de la catarata, sus tasas de ceguera son más
elevadas.
Los sistemas de salud que tienen en cuenta las cuestiones relacionadas con el género
incorporan la perspectiva de género para adoptar las siguientes medidas en los seis
componentes básicos de los sistemas de salud:
Programa de apoyo a los países: Este conjunto de medidas ofrece a los sistemas nacionales
de salud instrumentos para recopilar, analizar y comunicar datos sanitarios para analizar la
equidad. Estos instrumentos se basan en los derechos humanos y ayudan a transformar las
relaciones de género, entre otras cosas promoviendo la inclusión de las cuestiones
relacionadas con el género en el análisis de los datos desglosados por sexo. Los
componentes de este programa (entre ellos, el manual técnico Innov8 e instrumentos para
hacer un seguimiento de las inequidades sanitarias y para realizar evaluaciones de los
obstáculos) se han puesto a prueba en varios países. Actualmente se está ampliando el
programa para ayudar a reforzar la capacidad en determinados países.
La guía Gender mainstreaming for health managers: a practical approach. Facilitators’ guide
and Participants’.
Cada dos años se informa a la Asamblea Mundial de la Salud de los progresos realizados en
la aplicación de la Estrategia para incorporar el análisis y las acciones de género en las
actividades de la OMS.