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VANA
Esther Díaz
RESUMEN
El canto
tal como
lo enseñas
no son
ansias,
Ni
súplicas
por algo
alcanzable
al cabo.
El canto
es
existencia.
Pera lograr una cartografía musical o filosófica hay que pasar por
las horcas caudinas de un minucioso aprendizaje. Tanto para la
producción como para su disfrute. En palabras de Nietzsche, se tiene que
aprender a amar:
Así nos sucede con la música: primero se tiene que aprender a oír, a
entreoír, a distinguir una figura y un motivo, a aislarla y a delimitarla
como a una vida por sí sola; luego se requiere esfuerzo y buena
voluntad para tolerarla a pesar de su extrañeza, paciencia frente a su
mirada y expresión, practicar la generosidad frente a lo sorprendente
que hay en ella; finalmente llega un instante en que estamos
habituados a ella, en que la esperamos, presentimos que nos haría
falta, si faltase; y luego ejerce más y más su imposición y hechizo y
no acaba hasta que nos hemos convertido en su humilde y arrobado
amante, que no quiere nada mejor del mundo más que a ella y sólo a
ella.xvi[xvi]
BIBLIOGRAFÍA
i[i]
Cfr. Araon, J.-P., Les Modernes, Paris, Gallimard, 1984.
ii[ii]
Cfr. Eribon, D., Michel Foucault, Barcelona, Anagrama,
1992.
iii[iii]
En 1955 y 1960 respectivamente.
iv[iv]
Cfr. Foucault, M., Las palabras y las cosas, México,
Siglo XXI, 1975.
v[v]
Deleuze se refiere a la primera etapa de su obra como
“monográfica”, queriendo expresar con ello sus trabajos sobre
grandes filósofos (Kant, Spinoza, Hume, Nietzsche, entre
otros) y diferenciándola de la etapa de su pensamiento
“autónomo”, ya sea en obras que firma individualmente o en
coautoría con Feliz Guattari.
vi[vi]
A diferencia del clasicismo, el barroco y la música del
siglo XX comparten y se acercan en ciertos procedimientos
compositivos.
vii[vii]
Se trata de dos composiciones de Pierre Boulez: Sur
incises (1996/1998) y Messagesquisse (1976/1977),
respectivamente.
viii[viii]
Características de algunas composiciones de John Cage.
ix[ix]
Deleuze, G., El pliegue, Buenos Aires, Paidós, 2005, pág.
159.
x[x]
Deleuze, G. Lógica del sentido, Barcelona, Paidós, 1989.
xi[xi]
Deleuze, G., y Guattari, F., El Antiedipo, Barcelona,
Paidós, 1973.
xii[xii]
Deleuze, G., y Guattari, F., Mil mesetas, Valencia, Pre-
textos. 1994.
xiii[xiii]
Deleuze, G. y Guattari, F., Mille piani, Roma,
Biblioteca Biographica, 1987. “Los principios-gritos” refieren
a las entelequias trasmundanas pretendidamente universales y
verdaderas impuestas por la metafísica, y “los conceptos-
cantos” a las cateogrías filosóficas que se asumen como
creación, sin pretensión de verdad y sabedoras de su
perspectivismo.
xiv[xiv]
Cfr. Deleuze G., Guattari, F., op.cit. (1994), pág. 326.
xv[xv]
Ibidem, pág. 347.
xvi[xvi]
Nietzsche, F., La ciencia jovial. (La gaya ciencia),
Caracas, Monte Ávila, parágrafo 334.
xvii[xvii]
Wittgenstein, L., Movimientos del pensar, Valencia,
Pre-Textos, 2000, pág. 103.
xix[xix]
Magritte, R., en una carta (dirigida a Foucault) del 23 de
mayo de 1966, en Foucault, M., Esto no es una pipa,
Barcelona, Anagrama, 1881, pág. 85.
xx[xx]
Lucero, G., “Música insignificante. Avatares de la
insistencia musical en la crítica nietzscheana del lenguaje”, en
Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, Buenos Aires,
2007, pág. 68.
xxi[xxi]
En el caso de la música únicamente la partitura puede
indicar esa diferencia, y en el de las filosofías de Nietzsche o
Deleuze sólo la reiteración indefinida de las lecturas puede
lograr el alumbramiento de ciertos sentidos deslizantes e
inciertos.
xxii[xxii]
Cfr. Adorno, T., Teoría estética, Barcelona, Orbis,
1983.
xxiii[xxiii]
Theodor Adorno no acordaría con esta aseveración, ya
que considera que no se puede identificar la obra de arte con
el concepto, en la medida en que éste constituye el único
abordaje desde el discurso filosófico. Pero aquí se pone en
juego la posibilidad de abordar lo no pensado tanto desde un
discurso que lo busca de manera no representativa, como el
foucaultiano, como el de un discurso que pretende
conceptualizarlo representativamente, como el hegeliano, pero
que a fuerza de enrularse en los vericuetos de las
complejidades de lo real termina resultando tan indiscernible
como el do sostenido y el re bemol.
xxiv[xxiv]
Schönberg, A., Tratado de armonía, Madrid, Real
Música, 1997, pág. 305; citado por Guadalupe Lucero, o. c.,
pág. 81.
xxv[xxv]
Los estado de cosas son empíricos, los acontecimientos
son las valoraciones intelectuales que construimos sobre lo
dado.