Persona y Libertad es un estudio interesante sobre la posibilidad de una antropología metafísica de la persona humana a partir del acceso antropológico del ser personal, a modo de una ontología radical de hombre, mediante el concepto de posesión basándose en una serie de filósofos de inspiración cristiana.
Persona y Libertad es un estudio interesante sobre la posibilidad de una antropología metafísica de la persona humana a partir del acceso antropológico del ser personal, a modo de una ontología radical de hombre, mediante el concepto de posesión basándose en una serie de filósofos de inspiración cristiana.
Persona y Libertad es un estudio interesante sobre la posibilidad de una antropología metafísica de la persona humana a partir del acceso antropológico del ser personal, a modo de una ontología radical de hombre, mediante el concepto de posesión basándose en una serie de filósofos de inspiración cristiana.
Biblioteca Filosófica Balmesiana, serie I, Vol VI. Barcelona: Balmes. 315p.
Persona y Libertad es un estudio interesante sobre la posibilidad de una
antropología metafísica de la persona humana a partir del acceso antropológico del ser personal, a modo de una ontología radical de hombre, mediante el concepto de posesión basándose en una serie de filósofos de inspiración cristiana. La obra se estructura en tres capítulos. En el primer capítulo el autor presenta, a modo de introducción, el proyecto de elaborar una antropología metafísica de la persona humana a partir del desarrollo de una antropología fenomenológica del hombre. Y este acceso fenomenológico del hombre se realiza desde la humanidad incorporando una reflexión metafísica, que descubre la radicalidad del acto de ser de todo ente, en la tarea de pensar al hombre. El segundo capítulo, que constituye en núcleo de la investigación con 189pp, lo divide en autor en cuatro apartados, a saber. a) Lo específico del hombre; b) la persona humana en la historia; c) metafísica fundamental de la persona humana y d) el acceso antropológico al ser personal. Según el autor, lo originalmente distintivo del hombre es la personalidad (la originalitas personae); el dato metafísico más radical es que el hombre es persona. La esencia humana, nuestra naturaleza humana y corpórea, es manifestación de nuestro ser personal. ¨El ser personal es el acto de todos los actos, es decir, el acto más original del hombre, que hace que la esencia sea propiedad de una persona¨ (51). Y esta tarea se impone al realizar el autor un transito de la originalitas hominis (corporis, animae, virii, mulieris) a la originalitas personae (2 a). Una vez anclado en la originalitas personae el autor intenta comprender al hombre como persona en la historia. Y realiza un esfuerzo por interpretar la historia del pensamiento occidental a partir de la noción de persona. Para ello realiza un recorrido desde el mundo clásico hasta la memoria personae pasando por el mundo judío, el mundo cristiano, el pensamiento medieval, la modernidad y la conciencia de la persona en Kierkegaard (2 b). Tras este análisis histórico de la comprensión filosófica de la persona, el autor continúa su engarce argumental con una metafísica fundamental sobre la persona humana. En efecto, el autor realiza un análisis antropológico al interior del compuesto metafísico del ente personal en tanto y en cuanto composición de ser y esencia lo cual permitirá una metafísica de la persona humana. Y ello se logra, según el autor, a partir del concepto de posesión que sintetiza lo activo y lo pasivo en el hombre que es capaz de poseer porque es radicalmente libre (196-197). Y poseer significa, según el autor, adscribirse como propios actos o perfecciones; o adscribirse como propias cosas o personas. Toda posesión es creativa porque es una posición de adscripción personal que configura un ser que tiene propiedad o es posesivo y que busca poseer; la esencia que posee como manifestación del ser que se posee. Esta estructura de posesión se dibuja en cuatro órdenes: a) El ser divino en cuanto posee la criatura personal (orden de la creación); b) el ser personal en cuanto se autoposee a sí mismo (orden del ser personal); c) el ser en cuanto posesivo (orden de la esencia) y finalmente d) el nivel esencial de posesión donde aparecen tres tipos de posesiones: física (posesión a través del cuerpo), cognoscitiva (posesión intencional de la forma de otro según semejanza) y amorosa (intencionalidad de posesión unitiva del otro). (198-199). Así la noción filosófica de posesión personal engloba la noción filosófica de pertenencia personal: la persona creada pertenece al Ser personal divino (2 c). Según el autor, la persona humana es el ente único (uno mismo; alguien; ente hombre o mujer) que se posee a sí mismo, que tiene capacidad de poseer, y que originaria y radicalmente es poseído por el Ser personal divino con una posesión amorosa (la persona que es capaz de poseer amorosamente es capax amoris). Es aquí donde podemos hablar de filiación de la persona respecto a Dios y de fraternidad ontológica y universal entre personas, entendida como mutua pertenencia. En esta dinámica se encuentra la libertad personal en tanto curva de autoposesión del ser personal que tiene origen en el amor de Dios: su trascendencia antropológica consiste en informar la libertad esencial, en cuanto capacidad de poseer lo otro y al otro, con el principio de amor. Según el autor, la persona humana, por tanto, es el ser radicalmente libre (aquel que puede darse y se autodetermina en el acto de donación amorosa), dado en amor como auto-posesión, que se posee amorosamente a sí mismo, y es capaz de amor (2 d). Finalmente, en tercer capítulo el autor, a modo de conclusión, analiza el ser personal a partir de una antropología de la libertad personal. En efecto, la libertad personal es autoposesión amorosa del ser, en cuanto amor divino participado. Cada persona es don de amor y este acto de ser amoroso, que es la vida de amor poseída y poseedora, es el acto fundante de todos los actos del ser humano. El acto de amor personal funda la potencia---activa y pasiva--- de la voluntad, por la que la persona es amada y ama. Con ello, la voluntad libre es la potencia que nace del amor personal (es una potencia amorosa) y el acto que corresponde a la esencia de la voluntad es el amor y por lo tanto la elección amorosa (299). Por ello el hombre se auto determina mediante su libertad en tanto elección de carácter amoroso: el acto de ser personal es amor, en cuanto ser que se posee a sí mismo. Por tanto, la existencia humana consiste en culminar la determinación amorosa de la libertad, a través de la obra del amor (306). Indudablemente no dudamos en recomendar al lector Persona y Libertad que será de agrado a todos aquellos interesados en la antropología filosófica; la obra es consistente y presenta un riguroso estudio sobre la posibilidad de desarrollar una antropología metafísica de la persona humana y, por su estructura argumentativa y el conjunto de autores tratados, sin lugar a dudas, es la continuación del minucioso estudio presentado por el autor sobre el dolor en Sufrimiento humano: verdad y sentido. Una aproximación filosófica según el espíritu tomasiano. Biblioteca filosófica de balmesiana. Serie I, vol. III., Editorial Balmes, Gerona 2004; 521 pp.