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30 11 2007
Biografía
Juan Calvino nació en Noyon, un pueblo francés a 70 millas de Paris, el 10 de julio de 1509. Nació
en un hogar católico de clase media, su padre, un abogado, deseaba que su hijo, quien era evidente,
poseía una mente privilegiada, estudiara teología. Nació bajo el nombre Cauvin, que en latín se
convirtió en Calvinus.
En Noviembre de 1533, Nicolás Cop, su amigo, predicó en el inició del curso de invierno de la
Universidad de Paris, hablando acerca de la necesidad de reformar la iglesia, y la necesidad de
volver a la pureza original. Cop es llamado a comparecer ante el Parlamento debido a su doctrina
Luterana. Cop debe huír de la ciudad. Calvino debe huír, debido a que las autoridades deciden
allanar su hogar y encuentran evidencias, en sus escritos sobre el pensamiento reformista de Calino.
Inclusive, los historiadores creen que Cop predicó un sermón escrito por Calvino.
Nadie sabe exactamente cuando fue que ocurrió su conversión. Su vida era introspectiva. En una
carta a Sadoleto, el cardenal, Calvino escribe,
Cada vez que veía dentro de mí o levaba mi corazón hacia Tí, tan violento terror me tomaba
que no existía purificación ni satisfacciones que me pudieran curar. Entre más me miro, más
filosos eran los clavos que presionaban mi conciencia, a tal punto que no permanecía otro
confort más que engañarme a mí mismo con el olvido…Y había una cosa especialmente que me
mantenían de creer en esta gente[refiriéndose a los protestantes], queera la reverencia a la iglesia.
Pero luego de haber escuchado y sufrir siendo enseñado, me di cuenta que tal miedo que la majestad
de la iglesia pueda ser disminuída es vano y superfluo. Y cuando mi mente había sido alistada para
ser verdaderamente atenta comencé a comprender, como si alguien me hubiera dado una luz, para
ver el error en el que había caído, y me había convertido en suciedad, y con cuanta suciedad me
había desecrado. Tuve ninguna otra cosa como necesaria que condenarme y llorar por las maneras
pasadas de mi vida, y entregarme con todo mi ser a Tus caminos…”
Dios en Su secreta Providencia finalmente me volvió hacia otra dirección. Primero, a pesar
de que yo me había entregado obstinadamente a las supersticiones del papado, que era
dificultoso traerme de las profundidades, pero por una súbita conversión Él domó mi corazón
y lo hizo capaz de aprender, este corazón que para su edad estaba excesivamente endurecido en
estos temas.”
Por lo tanto iluminado por el poder del Espíritu, creemos, no por nuestro ni por el de ningún
otro juicio, que las Escrituras son de Dios; pero sobre el juicio humano afirmamos con toda
certitud (como si miráramos la majestad de Dios) que ha fluído hacia nosotros desde la
misma boca de Dios por el ministerio de hombres.”
Históricamente es seguro que para 1533 ya era un evagélico. Calvino entonces, hecho nuevo
espiritualmente, huye de Paris, hacia Strasbourg. En su huída termina en Basel, Suiza entre 1534 y
1536. Para no perder el tiempo se dedicó a estudiar Hebreo. En marzo de 1536 publica la primera
edición de sus Institutos, los cuales sufrirían aproximadamente cinco revisiones, hasta lo que
tenemos hoy día en 1559. Cuál fue el motivo de escribir este inmenso volumen de pensamientos?
Calvino dice,
Mientras yo estaba escondido en Basel, y siendo conocido por tan pocas personas, muchas
fieles y santas personas estaban siendo quemadas en Francia…Me pareció, que a menos que
me opusiera [a los perpetradores] hasta lo más profundo de mi habilidad, mi silencio no
podía ser vindicado del cargo de cobardía y traición. Esta fue la consideración que me indujo a
publicar mis Institutos de la Religión Cristiana…Fue publicado sin ningún otro diseño que los
hombres pudieran conocer la fe que mantuvo a aquellos que vi defamados.”
En 1536 debido a una amnestía en Francia, Calvino decide regresar a Francia para poner sus cosas
en orden, pero en lugar toma a su hermano Antoine y hermana Marie y sale de nuevo huyendo.
Decide ir a Strasbourg, pero por la guerra entre Charles V y Francis I debe ir a Ginebra. Es aquí
como vemos la providencia de Dios.
En Ginebra, William Farel, el líder de la reforma en esa ciudad, cuando se dio cuenta que Calvino
estaba en la ciudad, lo buscó. Calvino intentó hacerle comprender a Farel que sus intenciones eran
las de una vida tranquila de academia. Calvino deseaba tiempo para escribir. Farel le dice a Calvino,
“si no me ayudas, Dios te maldecirá a ti y a tu tranquilidad y a tu trabajo.” Esas palabras
infundieron tanto temor en Calvino que decidió quedarse.
Calvino tomó sus responsabilidades en Ginebra como profesor de las Sagradas Escrituras y fue
luego nombrado Pastor de la iglesia de San Pedro. En 1538, los líderes de Basel deciden echar a
Farel y Calvino, pues no estaban de acuerdo con sus ideas.
De ahí decide ir a Strasbourg, donde llega a ser profesor del Nuevo Testamento por tres años.
Además escribe sus comentarios a la epístola a los Romanos, y revisó la segunda edición de sus
Institutos. Es en esta ciudad que conoce a su esposa, Idelette de Bure, la viuda de un anabaptista.
Ambos llegan a tener dos hijos.
En Ginebra debido a que la iglesia Católica Romana estaba decidida a retomar el control, los líderes
de la ciudad contactan a Farel para que vuelva con Calvino. Juan, al principio no deseaba volver,
pues sabía que su vida correría peligro, pero debido a que se consideraba un siervo de Cristo, decide
volver. En 1541 vuelve por segunda vez a Ginebra de donde nunca más saldría hasta su muerte en
1564.
Su hijo, después de dos semanas de nacido muere. Luego tienen dos hijos más los cuales mueren a
los pocos días de nacidos. En marzo de 1549, su esposa Idelette muere de tuberculosis. Acerca de
estos eventos Calvino escribe,
El Señor seguramente ha causado una herida severa y amarga en la muerte de nuesto hijo.
Pero Él es Padre y sabe que es lo mejor para sus hijos.”
Y sobre su esposa, “He perdido al mejor acompañante de mi vida, uno que, si hubiera sido
ordenado, hubiera voluntariamente compartido no sólo mi pobreza, pero hasta mi muerte. Durante
su vida, fue la fiel ayudante del ministerio”
Calvino por su parte no se perdonaba, trabajando más allá de su poder sin tener en cuenta su
salud. Predicaba comunmente cada día de semana de por medio, dos veces el domingo, o un
total de 10 veces de día de por medio. Cada semana daba clases de teología…Nunca falló en
visitar a los enfermos, y tenía un gran cariño por los creyentes en Francia, tanto enseñándoles,
exhortándoles y aconsejándoles por medio de cartas a aquellos que eran perseguidos. Todo esto no
le impidió de su estudio especial y componer tantos espléndidos y útiles libros.”
Tanto trabajaba que Colladon escribía que por muchos años tomaba una comida diaria. Las razones
de esto era que por experiencia había aprendido que sus migrañas sólo se podían controlar con la
abstinencia continua, pero si podía trabajar día y noche en sus estudios.
Según los historiadores, su salud no era algo que desear, pues se quejaba de hemoptisis, gota,
hemorroides, pero sobre todo de los cálculos renales, que debían pasar sin ningún sedante.
Pero no sólo debía vivir con los sufrimientos personales, sino que también debía tolerar las
amenazas a su vida, que venían principalmente de los “Libertinos” que tenían leyes como la de una
amante por hombre. Para estos, la comunión de los santos era la posesión de cosas materiales, casas,
tierras, esposas, etc. Un día en la iglesia, Calvino precedía la cena del Señor, y se negó a dar el
sacramento a los libertinos. Estos se abalanzaron sobre la mesa y Calvino intentando protegerla,
gritó diciendo,
Estas manos las podrán aplastar, estos brazos los podrán cortar, mi vida podrán tomar, mi
sangre es suya, pueden derramarla, pero no podrán por la fuerza hacerme darles de las cosas
sagradas para que sean profanadas, y así deshonrar la mesa de Dios”
Después de esto, según Beza, su primer biografo, el sacramento se celebró en un profundo silencio,
y en solemne atención, como si Dios mismo se hubiera hecho visible a ellos.
El trabajo de este hombre en el púlpito fue increíble. Acostumbraba predicar la Biblia libro por
libro. Inició con Hechos de los Apóstoles en 1549 y terminó en 1554. Luego las epístolas a los
Tesalonicenses (46 sermones), Corintios (186 sermones), pastorales (86 sermones), Gálatas (43
sermones), Efesios (48 sermones), hasta mayo de 1558. Luego en 1559 inició con la Armonía de los
evangelios hasta su muerte en 1564. En ese tiempo, durante la semana, predicó 159 sermones del
libro de Job, 200 de Deuteronomio, 352 de Isaías, 123 de Génesis, etc.
La devoción de este hombre por la majestad dee Dios, y el celo que sentía por la Palabra de Dios es
algo que todos nosotros debemos aprender. Calvino creía que la Biblia era la lámpara que había sido
robada de las iglesias y el volverla a enseñar fue la lucha a través de toda su vida.
Este personaje, podía ser en ocasiones algo irritable, pero se atribuía a su mal estado de salud. De
hecho, sus migrañas eran casi interminables, las cuales en ocasiones no le permitían dormir.
Además sufría de hemoptisis, por un supuesto mal traqueal, que hacía que sangrara cuando hablaba
por largos períodos. Además, sufría de hemorroides, que eran insoportables, en ocasiones
asociándose a abscesos rectales que no sanaban. Y para terminar, sufría de artritis, aunque algunas
de sus biografías detallan gota como la enfermedad. Es de admirar lo que este hombre logró con
tales padecimientos.
Otra de las características del reformador era su incesante trabajo. Según describe el Dr. Jack
Arnold en su biografía, Calvino escribió los Institutos y comentarios de casi todos los libros de la
Biblia. Además escribió otras obras, dio sermones, y mantenía una correspondencia con los más
prominentes reformadores de Europa e Inglaterra. Tenía además el trabajo de pastor de su
congregación en Ginebra, y se dedicaba a predicar y enseñar en ocasiones hasta dos veces diarias en
un domingo.
Hasta en su lecho de muerte, ya fuera teniendo a alguien que redactara lo que él dictaba o de su
propia mano, se mantuvo con sus obras. Cuando alguna persona le decía que descansara,
acostumbraba decir, “Ayúdenme a que Dios me encuentre viendo y esperando y ocupado trabajando
en Su obra hasta mi último aliento.”
Con mucha frecuencia escuchamos acerca de la valentía de Lutero en su forma de enfrentarse a los
enemigos de la Palabra de Dios, pero Calvino era tan valeroso cuando se mantenía en sus
convicciones bíblicas. Muchas veces estuvo a punto de perder su vida, mientras se oponía a los
Libertinos en Ginebra. En la entrada anterior relatamos uno de los hechos cuando los Libertinos
deseaban que Calvino les diera la comunión, pero se negó debido al estilo de vida de estos hombres.
Debido a estas fuertes convicciones era objeto de constante burla en las calles de Ginebra.
Hombres, mujeres y hasta niños, según comenta Stickelberger, le llamaban “perro”, “cerdo”,
“satanás’, etc. Ni siquiera se le permitió ser ciudadano de Ginebra hasta diecisiete años después de
su segunda entrada enla ciudad. En su vida vemos la humildad que venía de Cristo.
Su testamento, en 1564, muestra esas marcas de humildad que le caracterizaban. Calvino escribió,
“En el nombre de Dios, Yo, Juan Calvino, siervo de la Palabra de Dios en la Iglesia de Ginebra,
debilitado por muchas enfermedades…agradezco a Dios que ha mostrado misericordia de mi, su
pobre criatura, y, ha sufrido hacerme participe de su gracia a través de mi trabajo…Confieso vivir y
morir en esta fe que Él me ha dado, entre tanto no tengo otra esperanza o refugio que en su
predestinación, en la cual se basa toda mi salvación. Abrazo la gracia que Él me ha ofrecido en
nuestro Señor Jesucristo y acepta los méritos de Su sufrimiento y muerte de que a través de ellos
mis pecados son enterrados; y humildemente le pido que me lave y limpie con la sangre de nuestro
gran Redentor, como fue derramada por todos los pecadores para que, cuando yo aparezca ante su
rostro, pueda llevar su semejanza.”
Juan Calvino era un hombre con una increíble sabiduría. Estaba comprometido a la Biblia, era un
proclamador del verdadero evangelio y un fiel maestro de todo el consejo de Dios. Cómo dice
Arnold en su biografía, él, hubiera odiado el término “Calvinismo” debido a que sólo deseaba ser
conocido como un hombre de Dios. Todos los protestantes estamos en deuda con este hombre, pero
principalmente debemos dar gracias a Dios porque en un tiempo de oscuridad, levantó hombres
temerosos de Su palabra, para que llevaran la luz del evangelio a las naciones y lucharan porque la
Biblia fuera la autoridad de la humanidad.
Para Calvino, y a diferencia de la doctrina estoica, Dios es el gobernador de todas las cosas, quien
en la eternidad determinó lo que iba a suceder, y que ejecuta su poder para llevar a cabo lo que ha
decretado. Todo en el universo está gobernado por la providencia de Dios, desde los objetos
inanimados, hasta las deliberaciones y deseos de los hombres…todo está siendo llevado hacia el
final decretado por Dios. La soberanía de Dios obliga a saber que nada en el universo ocurre por
contingencia o fortuitamente. Calvino escribe,
“La voluntad de Dios es la suprema y primera causa de todas las cosas, porque nada ocurre sino por
su mandato o permiso.” Institutos de la Religión Cristiana. I, XVI.8
“La mano de Dios regula las afecciones internas así como los actos externos, y que Dios no realiza
por medio de las manos de hombres esas cosas que ha decretado sin primero trabajar en sus
corazones la voluntad que precede a sus actos.”
Para Calvino esta era una doctrina con la cual había que tener mucho cuidado. Esto lo vemos en sus
comentarios a la epístola de los Romanos, donde escribe,
“la predestinación de Dios es un laberinto del cual la mente del hombre no se puede liberar. Pero no
por esa razón debemos evitar pensar en ella. Pues el Espíritu Santo no nos ha enseñado más de lo
que debemos saber…Dejemos que esto sea nuestra regla sagrada, buscar saber nada más
concerniendo a esto, excepto lo que las Escrituras enseñan; cuando el Señor cierra su santa boca,
detengámonos en nuestro camino, y no sigamos más allá.”
Pero para Calvino el detenerse donde las Escrituras nos detienen, no quería decir que no debemos
investigar, leer a profundidad y escudriñar la palabra de Dios. Para él, aquellos que hacían eso no
estaban honrando a Dios, pues estaban negándose a escuchar lo que Dios les había revelado.
Con respecto a la doctrina de la elección, mantiene e insiste que, “la salvación de los creyentes
depende de la elección eterna de Dios, para la cual no hay razón o causa más que su propio gratuito
placer. Entretanto Dios elige algunos y reprueba otros, la causa no se debe encontrar en otra cosa
más que su propio propósito.” Con respecto a esto, Calvino reconoce que la elección fue hecha en
Cristo. Para él, este hecho demostraba que la elección era gratuita, “pues si fuimos elegidos en
Cristo, no depende de nosotros.” Comentario a la Epístola de los Efesios 1:4.
Luego refiriéndose a Juan 17:6 dice, “Vemos en este pasaje que Dios inicia con Él mismo ( a se
ipso), cuando nos elige, pero nos hace iniciar a nosotros con Cristo para que podamos conocer que
pertenecemos a una gente peculiar. La elección en anterior a la fe, pero es aprendida por fe.”
Comentarios a la epístola a los Colosenses 3:18 y 3:19.
La Providencia de Dios
La providencia de Dios toma en cuenta todos los eventos, pasados, presentes y futuros, y aplica
tanto para el mal, como para el bien, a los actos pecaminosos, tanto como a los actos buenos de
hombres y ángeles. Con relación a esto, y debido a algunas enseñanzas que existían en ese
momento, así como ocurren en nuestros tiempos, Calvino enseña que Dios no es tan solo un
espectador en la historia, sino que la providencia de Dios consiste en que todos los eventos son
gobernados por el consejo secreto y dirigidos por la presente mano de Dios. Calvino no niega que a
las cosas creadas les hayan sido otorgadas propiedades y leyes que hacen que operen de acuerdo a
su naturaleza, pero sin embargo son tan sólo instrumentos por mediode los cuales Dios infunde
tanta eficacia como Él desea, y de acuerdo a Su voluntad hace lo que desea.
“un instrumento que Dios utiliza, porque así lo desea, ya que puede no ocuparlo y actuar
directamente sin mayor dificultad. Dios detuvo el sol (Josué 10:13) para testificar que el sol no sale
de mañana ni se escode por un instinto secreto de la naturaleza, sino que Él mismo gobierna su
curso para renovar la memoria de su favor paternal hacia nosotros.” Institutos de la Religión
Cristiana. I, XVI, 2.
“Cualquier cosa que sea intentada por los hombres o Satanás, Dios mantiene el yelmo para volver
sus intentos hacia la ejecución de Sus juicios.” Institutos de la Religión Cristiana. I, XVIII, 2.
Para Calvino, así como debe ser para nosotros, la soberanía de Dios está claramente expuesta en la
Biblia, y a partir de ese conocimiento, Calvino expuso con la mayor profundidad sus obras, las
cuales continúan siendo hasta el día de hoy, motivo de estudio teológico. Con esta pequeña
descripción de lo que Calvino consideraba esencial, vamos a iniciar el estudio de las doctrinas del
calvinismo.