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INTRODUCCIÓN
Puestas en cuestionamiento algunas categorías propias de la modernidad, se
constituyen nuevos lenguajes para designar los otrora definidos objetos disciplinarios. Esta
circunstancia permite reinterpretar los sentidos otorgados a las prácticas educativas, campo
de estudio hasta entonces claramente vinculado a los conocimientos sobre educación, en el
marco de nuevas formas de abordajes epistemológicos transdisciplinarios. Así, la clásica
noción de formación, se manifiesta hoy por lo menos de tres maneras: o se continúa
utilizando el término formación redefinido desde diferentes enfoques conceptuales; o se lo
reconoce en otras expresiones como “prácticas educativas” o “prácticas pedagógicas” (1); o
aparece ocasionalmente con referencia a algún asunto específicamente entendido como
pedagógico, como cuando se habla de formación de adultos, para luego incluirlo dentro de
procesos de producción y transformación de las subjetividades.
En todos los casos, esas significaciones no dejan de recoger el viejo sentido de
formación ya que incluyen tanto las acciones exteriores que interpelan a los sujetos como
los involucramientos resultantes de las prácticas que dinamizan cada uno de los sujetos. Ese
juego interactivo puede visualizarse en perspectivas teóricas que enfatizan en los aspectos
objetivos o subjetivos de esos procesos, o en su dialéctica, o en los particulares modos
como se conjugan, o en las posibilidades sociales/individuales que generan, o en los logros
y en las acciones que se alcanzan.
En la riqueza generada por esas opciones, el campo pedagógico aparece hoy como
un territorio de escaso rastreo, más aún, si coincidiéramos con quien considera que estamos
frente a un ocultamiento del lugar de mediación de las prácticas pedagógicas como espacio
de producción (Larrosa, 1992). En este trabajo se intenta un acercamiento a algunas
producciones actuales que dan cuenta de una renovada preocupación por el tema. Se toma
como foco de análisis la idea de formación en sus orígenes, para comprender algunas de sus
continuidades y rupturas, se transita luego brevemente por las conceptualizaciones que
sobre la formación realizan cuatro autores contemporáneos y se las sistematiza
provisoriamente en dos grandes grupos: las que ponen el acento en la formación como
producción y transformación de la subjetividad, y las que enfatizan la existencia de una
articulación dialéctica entre sujeto y sociedad desde una perspectiva de crítica política.
LA NOCIÓN DE FORMACIÓN
La idea de formación ha acompañado a la Pedagogía desde su constitución
disciplinaria. Puede rastrearse su uso a través del estudio de diversas concepciones y de
autores que la analizan como objeto central de análisis epistemológico. Humboldt fue quien
le otorgó carta credencial a la expresión bildung de la que Peuckert recuerda su sentido
original: "no sólo el aceptar lo que nos llega por tradición, sino el ir desarrollando una
nueva conciencia y nuevos modos de comportamiento consigo mismo y con la realidad en
suma, y el poder desarrollarlos siempre de nuevo" (Peuckert: 1994: 21-22). La continuidad
de la tradición alemana la fue enriqueciendo con nuevas perspectivas, incluso hasta se llegó
a proponer la constitución de una “teoría de la formación” (2). Entre nosotros, Ricardo
Nassif considera que la formación constituye “la categoría básica de la Pedagogía” (3)
siempre que se la piense en una sentido que permita comprenderla en una compleja
dialéctica que involucre al mismo tiempo el desarrollo personal y la adaptación o crítica
social (Nassif,1982, p.252) (4)
Planteada la formación (o la educación) (5), o las prácticas educativas o
pedagógicas, a lo largo del tiempo y en distintos lugares, como objetivo pedagógico con
fines trascendentales o inmanentes, individuales o sociales, resulta hoy tema obligado y
central desde un abordaje epistemológico que de cuenta de la complejidad de los procesos
por los que los sujetos sociales constituyen y reconfiguran su subjetividad en un momento
histórico determinado. Así lo entienden los autores que son objeto de análisis en este
estudio y que veremos a continuación (6).
REFLEXIONES FINALES
Ninguna de las perspectivas analizadas desconoce los componentes propios de los
procesos formativos: En los dos primeros casos, hay un énfasis en los procesos individuales
pero sin ignorancia de los elementos sociales que los constituyen. En los dos últimos,
aparecen destacados ambos términos, con mayor desarrollo de los segundos. De la lectura
de los cuatro autores se colige que consideran poco probable una acción sustantiva que no
reconozca la identidad que se expresa en las tareas, creencias y emociones contenidas en
los proyectos individuales.
Los aportes que ponen mayor énfasis en los aspectos subjetivos resultan altamente
fructíferos siempre que el acento en lo biográfico o en lo experiencial, se articulen con el
reconocimiento de un contexto sociopolítico que, desde una lógica de poder que se proyecta
hegemónica, procura convertir a los sujetos en objetos de adaptación pasiva (y no en
sujetos crítico- transformadores).
Las articulaciones posibles entre lo subjetivo y lo social, refieren en las dos grandes
posturas, a maneras diferentes en que el sujeto va fabricando su subjetividad: Mientras que
en las primeras, los múltiples modos de interpelación y respuestas ponen en juego
posibilidades ciertamente ligeras en cuanto a las improntas que puede ir dejando el medio
social en los sujetos, en las segundas, el uso decidido de ciertas categorías daría cuenta de
una necesaria sobredeterminación.
Por último, en las perspectivas teóricas analizadas y no obstante el énfasis que
realizan en diferentes cuestiones, resulta destacable la relevancia que adquiere hoy el
análisis de los procesos formativos, redesignados como de fabricación y producción de la
subjetividad. Esta circunstancia da cuenta de un proceso constitutivo de los sujetos de suma
importancia que sin embargo, como señala Larrosa, permanece oculto.
NOTAS:
(1) En este trabajo no se indagarán de manera específica las relaciones, diferencias,
superposiciones y sustituciones entre los conceptos de formación, prácticas pedagógicas y
prácticas educativas.
(2) Pueden consultarse los análisis de Speck y Wehle, en el que se enuncian las
posibilidades, límites y problemas de lo que denominan una “teoría de la formación” y se
desarrollan cuatro perspectivas para definirla. Speck, Josef y Wehle, Gerhard (1981),
Conceptos fundamentales de pedagogía, Barcelona, Herder.
(3) Nassif, Ricardo (1981) Teoría de la Educación, Madrid, Cincel-Kapelusz. Resulta
pertinente señalar que Nassif, agrega a continuación de esa afirmación que acuerda con la
idea de una “ciencia social integrada” que no puede dejar de reconocer “el conocimiento
especializado de las distintas ‘regiones’ que la componen”.(p.252)
(4) Estas últimas funciones, adquieren su direccionalidad en las más amplias de
conservación y de renovación de la cultura, a las que Nassif reconoce como tensiones
centrales de la pedagogía englobantes de otras tensiones: realidad e idealidad, teoría y
práctica, libertad y autoridad. (idem, p. 247-248).
(5) En el lenguaje pedagógico las expresiones educación y formación se suelen usar en
forma indistinta. No obstante, reservamos la primera para hacer referencia a las acciones
que se ejercen sobre los individuos con la finalidad conciente o no de formarlos, y la
segunda a los procesos subjetivos de reflexión y acción que se van produciendo por la
interacción con tales influencias. Así como en la dimensión más específicamente didáctica,
hoy se diferencian los procesos de enseñanza de los de aprendizaje, también en la
pedagogía aparece una preocupación por distinguir “acciones de formación”, de
“formación”. Por ej. Benner diferencia la idea de educación (acción educativa consciente
de la sociedad sobre los individuos) de la de formación (efectos de esa acción que se
manifiesta en la praxis pedagógica entendida como acción de los individuos sobre la
sociedad) (Benner, Dietrich (1998), La pedagogía como ciencia, Barcelona, Pomares-
Corredor.
(6) El presente trabajo no supone un estudio exhaustivo de los autores a los que se hace
referencia, sino de alguna de las obras en las que manifiestan una postura respecto del
asunto objeto de nuestro interés.
(7) Esta asociación formación-forma, ya se encuentra en texto como la Pedagogía General
de Nassif, cuando se dice: “La educación apunta a la formación. Esta es el desarrollo de la
forma individual que se apropia de los elementos que la escuela o el mundo le proporcionan
para darles su sello peculiar ”(Nassif, Ricardo, Pedagogía General, Bs.As., Kapelusz,
1958, p. 16)
(8) Larrosa define la experiencia de sí como “el resultado de un complejo proceso histórico
de fabricación en el que se entrecruzan los discursos que definen la verdad del sujeto, las
prácticas que regulan su comportamiento y las formas de subjetividad en las que se
constituye su propia interioridad” (Larrosa: 1992: 270)
(9) Esta idea que sólo enuncia Larrosa es tan importante como polémica, pero no es motivo
de análisis de este trabajo.
(10) El pensamiento de Zemelman tuvo particular incidencia en Lizárraga Bernal, quien a
partir de estas ideas generales centraliza sobre la idea de formación.
(11) En este punto cabe expresar una diferencia entre nuestra postura con la de Lizárraga
Bernal, en lo que respecta a la demarcación entre la educación informal y la formal.
Lizárraga les atribuye rasgos diferenciados que subestiman las potencialidades críticas de la
educación informal y sobreestima las de la educación formal.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Larrosa, Jorge (1992), “Tecnologías del yo y educación”. En: Jorge Larrosa (Ed.), Poder,
Escuela y Subjetividad. Madrid, Ed. La Piqueta, 1995.
- Ferry, Giles (1997), Pedagogía de la formación, Fac.de Filos.y Letras-UBA;
- Peuckert, Helmut: "Las ciencias de la educación de la modernidad y los desafíos del
presente", en Revista de Educación, Madrid, Vol.49/50, 1994.
- Lizárraga Bernal, Alfonso: “Formación humana y construcción social: una visión desde la
epistemología crítica”, en Revista de Tecnología Educativa, Vol. XIII, N” 2, Santiago,
Chile, 1998.
- Zemelman, Hugo (1998): Conversaciones didácticas. Universidad Nacional del Comahue,
Editorial EDUCO.