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Programa de Reconversión para docentes del tercer ciclo de EGB

Ciencias Sociales: Geografía#


Federico Fritzsche* y Marcela Vio**

Algunos Conceptos básicos

Espacio geográfico
Un paisaje de una porción de la superficie terrestre nos muestra una distribución
geográfica de objetos. La descripción de esa distribución ha sido la tarea originaria de la
Geografía, incluso si nos remitimos a su definición etimológica. Sin embargo, si lo que
se pretende es buscar la explicación de una determinada distribución geográfica, es
necesario acudir a conceptos más profundos, como el de espacio geográfico.
Este concepto nos remite necesariamente al proceso (siempre histórico) que da como
resultado una determinada configuración geográfica o espacial. ¿Por qué? Por que la
forma espacial que nosotros encontramos en la superficie terrestre, es decir, la
organización y relación entre los distintos objetos (“naturales1” y artificiales) es el
resultado de una construcción social. Por supuesto, en este proceso interviene la relación
sociedad-naturaleza; pero es la sociedad, sus relaciones (principalmente las que se
vinculan con el proceso productivo) y su organización la que da lugar a una determinada
distribución de los objetos y a una creciente modificación de los elementos “naturales”
del entorno.
Ahora bien, el paisaje es aquello que se ve en una determinada porción de la superficie
terrestre. En este sentido, la observación y la descripción del paisaje con todos sus
elementos, “naturales” y artificiales, son necesarias para proceder a la explicación de la
configuración y organización del espacio geográfico. Es por eso que no planteamos el
reemplazo de un término por otro, sino más bien la superación de la instancia
descriptiva a partir de un concepto explicativo.
Concluyendo, cabe destacar que “la observación directa no devela la esencia y el
significado de [la] realidad observada. Para comprenderla y poder explicar su estructura
y cómo funciona, debemos pasar a una construcción conceptual o compuesta por
distintos niveles de abstracción. En un momento posterior, cuando se identifican en
otros lugares o en otras circunstancias las situaciones antes analizadas, hablamos de
generalización, de ideas generales: se encuentran explicaciones que enlazan distintos
lugares o situaciones. Luego podremos volver a la realidad concreta con otros ojos, más
explicativos, y podremos captar un tanto más ajustadamente su significado. De modo
que, a partir del análisis de situaciones concretas (...) podemos alcanzar a entender la

#
Este documento ha sido publicado por la Universidad Nacional de General Sarmiento en el marco del
convenio con la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, en mayo del
año 2000.
*
Geógrafo, investigador-docente del Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General
Sarmiento.
**
Arquitecta, M. Sc. en Economía Urbana, investigadora-docente del Instituto del Conurbano, UNGS.
1
Cabe aclarar que hoy en día resulta difícil encontrar objetos totalmente naturales, es decir, sin ninguna
influencia de la acción de la sociedad. Es conocido el ejemplo de la Antártida que, pese a ser un
continente poco explorado y casi deshabitado, ha sufrido notables cambios –principalmente en sus
condiciones climáticas– relacionados con procesos sociales, entre otros factores, tales como la creciente
industrialización que contribuye a acentuar el efecto invernadero.

1
organización espacial” (Gurevich, 1994: 74).
Para ejemplificar la utilidad del concepto de espacio geográfico, podemos referirnos a
la agricultura en la llanura Pampeana. Si observamos el paisaje actual de las áreas
rurales de la provincia de Buenos Aires, seguramente vamos a apreciar que en muchas
de ellas predomina la actividad agrícola (especialmente el cultivo de soja, trigo, maíz y
otras plantas). Sin embargo y pese a que las condiciones ambientales son aptas desde
hace mucho tiempo para este tipo de actividad, los registros históricos nos muestran que
en el siglo XVIII el uso del suelo en la llanura Pampeana era muy distinto. Los
mapuches que habitaban la mayor parte de esta región en esa época, se dedicaban
principalmente a otro tipo de actividad, como la cría de ganado (equino,
fundamentalmente). Además, los europeos y descendientes de europeos radicados en
esta región, también se dedicaban predominantemente a la ganadería. Por eso, aunque a
partir de la observación del paisaje nos parezca evidente que la agricultura es la
actividad característica de la llanura Pampeana, el análisis del proceso histórico nos
revela que las actividades que se desarrollaron allí se han ido transformando a partir de
los procesos sociales y económicos (incluso, la ganadería que hoy se practica es muy
diferente a la que se desarrollaba en los siglos anteriores).

Territorio y Estado
El concepto de territorio es más específico que el de espacio geográfico, porque hace
referencia al ámbito geográfico en el que se ejerce un poder, ya sea de tipo político,
económico o cultural. En la actualidad el territorio por excelencia es el del estado
nacional, ya que ejerce su poder de manera exclusiva y excluyente. Esto significa que
un estado nacional es soberano, no admitiendo la autoridad de ninguna otra institución
dentro de su jurisdicción territorial. Sin embargo, estos atributos del estado no siempre
estuvieron tan claros ni fueron unánimemente reconocidos. Se vinculan con el proceso
histórico de conformación de los estados nacionales, el cual, a su vez, presenta una
estrecha relación con otro proceso histórico simultáneo al anterior, el del surgimiento,
consolidación y expansión geográfica del sistema capitalista.
La “territorialización” del poder (político) en el estado moderno presenta ciertas
ventajas frente a otras formas de ejercicio del poder no territorializadas. Esto tiene que
ver con que las relaciones sociales y económicas propias del capitalismo se han
consolidado a través de un proceso dinámico y en constante transformación. Esto hace
que surjan nuevas modalidades de regulación social a partir de distintos tipos de
instituciones que ejercen el poder sobre nuevos y diferentes tipos de fenómenos. En
otras palabras, cuando el Estado define su territorio, está considerando que todos las
personas, objetos, fenómenos y relaciones que existen en ese ámbito geográfico están
bajo su competencia, su autoridad.
Un ejemplo de esto lo encontramos en el “caso Pinochet”. Aquí, el estado nacional
(chileno) sostiene que tiene autoridad no sólo sobre las personas sino también sobre los
delitos que puedan cometer en su territorio. Sin embargo, la posición de los funcionarios
que piden la extradición del senador vitalicio consiste en que cierto tipo de crímenes que
atentan contra los derechos humanos, considerados de “lesa humanidad”, pueden ser
juzgados en otras jurisdicciones. De acuerdo a este argumento, esos delitos afectan al
género humano en su conjunto, razón por la cual la jurisdicción de competencia de la
justicia (su territorio) es el mundo. He ahí el conflicto, ya que se está planteando la
posibilidad de que una institución ejerza su autoridad por sobre el poder exclusivo y
excluyente de un estado nacional.

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Cabe recordar, de todas maneras, que el territorio no se refiere exclusivamente al poder
político de un estado nacional. También encontramos territorios de dominio económico
asociados a empresas. Podemos encontrar ejemplos en el poder exclusivo de operación
(monopólica) de algunas empresas de servicios públicos en ciertos territorios: las de
energía eléctrica, de teléfonos, de gas, etc. Además, pueden mencionarse aquellos
territorios en los que se ejerce un poder simbólico y cultural, a través de un idioma, por
ejemplo. Claro está que en este caso, este poder suele estar respaldado por el del estado
nacional. Pero incluso existen territorios más informales y hasta “temporales”, como los
de ciertas bandas callejeras (“patotas”) en algunos barrios y a ciertas horas. Otros
ejemplos de territorios en los cuales se ejerce un poder pueden ser: los territorios de los
vendedores, de los operadores inmobiliarios y hasta de actividades ilegales como el
tráfico de drogas y la prostitución.
En definitiva, el territorio es un concepto que nos permite avanzar en el análisis de las
relaciones de poder que se dan en el seno de la sociedad y que se vinculan con el
entorno físico-natural, ya que nos muestra cómo una institución y/o grupo social ejerce
el poder sobre distintos objetos, fenómenos y relaciones en un determinado ámbito
geográfico.

Naturaleza
Como ya se había aclarado anteriormente, hoy en día resulta muy difícil encontrar
elementos de la naturaleza en estado puro, sin ninguna influencia de la sociedad, aunque
sea de manera indirecta, tal como lo señalábamos en el ejemplo de la Antártida.
Entonces, ¿para qué sirve el concepto de naturaleza? Y, más aún, ¿cuál es el interés
que tiene la Geografía en él, considerando que como venimos reiterando es una ciencia
social, incluso integrada en un área en el tercer ciclo de la EGB?
En primer lugar, cabe recordar una vez más que uno de los temas clave de la disciplina
es la relación sociedad-naturaleza. Ahora bien, ambas partes de esta relación están cada
vez más integradas y resulta cada vez más difícil diferenciarlas. Como ejemplo, baste
señalar que resultaría sumamente engorroso e inútil trazar una línea demarcatoria entre
“lo social” y “lo natural” en el trayecto que va del centro de una región metropolitana
(como Buenos Aires o San Pablo) a las áreas rurales circundantes, pasando por los
alineamientos comerciales, las zonas industriales, las áreas residenciales, los barrios
cerrados, las quintas y fincas dedicadas a la agricultura intensiva y los espacios
intersticiales “desocupados”.
La distinción entre naturaleza y sociedad es útil como esquema de análisis, ya que nos
permite abordar una serie de cuestiones que sirven para explicar y comprender el
proceso de organización y configuración del espacio geográfico. Estas cuestiones se
refieren a la manera en que la sociedad utiliza y pone en relación los objetos,
fenómenos, procesos y relaciones (“naturales” o no) para organizar el espacio
geográfico de acuerdo a sus necesidades. Cabe reiterar una vez más que este proceso no
está estrictamente planeado ni es unidimensional; en él intervienen distintos actores y
grupos sociales con intereses diversos que entran a menudo en conflicto. Entonces, si
bien estas dos dimensiones (naturaleza y sociedad) no están claramente diferenciadas en
la realidad concreta, separarlas nos sirve para analizar cómo se modifica y organiza el
espacio geográfico. Y aquí aparece una contribución a la respuesta a las dos preguntas
formuladas más arriba.
Por último, creemos de utilidad ejemplificar las mediaciones sociales que existen entre
estas dos dimensiones. La cada vez mayor independencia que tiene la sociedad para

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desarrollar sus actividades con respecto a los fenómenos y procesos propios de la
naturaleza, revela que existen crecientes instancias de mediación entre una y otra
dimensión, así como diferentes formas de aprovechamiento de los llamados recursos
naturales. Recordemos que la fuerza del viento, invariable a lo largo de los siglos, era
utilizada hace más de doscientos años para poner en movimiento a los barcos; hoy en
día, se la aprovecha para generar electricidad. Otro ejemplo está dado por lo siguiente:
Antiguamente no existía ninguna mediación entre un grupo de cazadores y la presa que
les servía de alimento. En la actualidad (particularmente a partir de las relaciones
capitalistas de producción) pueden identificarse más de cinco etapas de mediación entre
el producto y el consumidor, incluyendo: la cría, la “invernada”, el transporte, los
mataderos y frigoríficos, el comercio mayorista y el comercio minorista en sus distintas
expresiones (supermercados, carnicerías).

Ambiente y recursos naturales


El entorno que nos rodea constituye nuestro ambiente. A su vez, nosotros formamos
parte de él y contribuimos a su modificación. Aunque a menudo se hace referencia al
ambiente natural, nuestro entorno está considerablemente transformado por las
actividades que desarrolla la sociedad. En consecuencia, el concepto de ambiente se
ajusta más que el de naturaleza a la realidad que nos circunda. Ahora bien, ¿cuál es la
utilidad específica de este concepto?
En el seno de la compleja relación sociedad-naturaleza (que abordaremos más
adelante) surgen los denominados problemas ambientales que se manifiestan a nuestro
alrededor. En este sentido, su definición contribuye a comprender los inconvenientes
para la vida en sociedad generados por los desajustes o desequilibrios presentes en el
desarrollo de esta delicada relación. Un ejemplo de definición que se adecua a las
necesidades de este análisis es el siguiente: “Entendemos por problemas ambientales
aquellos aspectos de la relación entre la sociedad y el medio físico (transformado o no)
que generan directa o indirectamente consecuencias negativas sobre la calidad de vida
de la población presente y/o futura” (Di Pace, 1992: 132).
En relación con lo anterior, puede afirmarse que muchos de los problemas ambientales
son una consecuencia del manejo de los recursos naturales por parte de la sociedad.
Tradicionalmente, éstos han sido considerados como los elementos de la naturaleza de
los que se apropia el hombre para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, a partir de la
consideración de la relación sociedad-naturaleza, puede señalarse que estos elementos
(funciones y procesos) se transforman en recursos cuando la sociedad les otorga un
determinado valor de acuerdo a necesidades que se definen socialmente y de manera
distinta en diferentes momentos históricos.

Sociedad
Desde la Geografía y otras disciplinas, a menudo se ha considerado a la sociedad como
una mera suma de individuos. Incluso muchas veces se ha homologado este concepto al
de hombre, en sentido genérico, o al de población. Nos referimos a “otras disciplinas”
también porque aún es muy usual escuchar en ciertos discursos ambientalistas
ampliamente difundidos (a través de los medios de comunicación) expresiones como:
“el hombre es el culpable de la deforestación progresiva de la selva Amazónica”, o bien,
“el tiburón no tiene predadores ni enemigos naturales, excepto el hombre”, o incluso,
“el hombre ha puesto en peligro de extinción a numerosas especies animales, como la
ballena franca o el oso panda”. Esta particular perspectiva desde la que se aborda la

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relación sociedad-naturaleza transforma a la primera en una suerte de “caja negra” a la
que le otorga el epíteto genérico de hombre y le atribuye la responsabilidad de todos los
problemas y catástrofes que aquejan a la naturaleza, o bien, a los ecosistemas
“naturales”.
Sin embargo, habíamos señalado que el funcionamiento de la sociedad era el que
determinaba las mediaciones que se establecían en la relación sociedad-naturaleza. Por
lo tanto, es menester estudiar en profundidad las lógicas de los diversos actores y grupos
que la integran y que entran en relación en los procesos sociales. Ahora bien, los
procesos que resultan de la dinámica social a menudo difieren del interés y la voluntad
de los individuos, actores y grupos que forman parte de ella. La complejidad de la
sociedad encierra conflictos y contradicciones que deben ser considerados y analizados
a la hora de establecer las relaciones sociales y sociedad-naturaleza que contribuyen al
proceso de conformación del espacio geográfico. A su vez, todos estos conflictos están
expresados y “canalizados” en el proceso productivo (organización económica), en el
aparato regulatorio e institucional (organización jurídico-política), así como en los
aspectos culturales (que incluyen los religiosos, étnicos y filosóficos, entre otros).
Todos estos elementos deben ser considerados a la hora de analizar el funcionamiento
de la sociedad y las mediaciones que dan lugar a una determinada configuración del
espacio geográfico. Podemos ejemplificar la contemplación de todos estos elementos en
el análisis de la sociedad en relación con su entorno, a partir de la siguiente pregunta:
¿por qué existe una concentración tan importante de población en la Región
Metropolitana de Buenos Aires?
Si tomáramos a la sociedad como una simple “caja negra”, podríamos considerar que la
abundancia de recursos hídricos, las condiciones climáticas, la calidad del suelo y las
características del relieve alcanzan para explicar la existencia de un conglomerado
urbano de tal magnitud. Sin embargo, sabemos que existen otros lugares que presentan
condiciones físico-geográficas similares (Montevideo, por ejemplo) y que, pese a ello,
no han alcanzado el mismo destino que Buenos Aires.
Seguramente, será necesario recurrir al análisis histórico, teniendo en cuenta los
procesos sociales que se desarrollaron, para alcanzar una explicación satisfactoria. Tal
estudio deberá considerar, entre otros factores: el papel de la ciudad como puerto de
exportación e importación de productos, la importancia estratégica de su ubicación
geográfica para el dominio colonial español frente al avance portugués, la declinación
del poderío económico de Potosí y el Alto Perú, la conformación del Virreinato del Río
de la Plata, el papel de la burguesía comercial porteña en el proceso revolucionario que
terminaría con el dominio político español, la consolidación del modelo económico
agroexportador y el proceso de industrialización posterior.

Relación sociedad-naturaleza
Ya hicimos referencia repetidas veces a este concepto a lo largo del presente eje
temático porque constituye uno de los temas clave de la Geografía. ¿Y por qué está
enunciado en este orden? Precisamente porque la sociedad es la que comanda y le da
sentido a esa relación; por supuesto, teniendo en cuenta las limitaciones que presentan
las condiciones del medio físico-natural. En este contexto, el manejo y la valoración de
los recursos naturales por parte de la sociedad, constituye el núcleo central alrededor del
cual se estructura la relación sociedad-naturaleza.
A lo largo de la historia y de una manera dinámica y cambiante, la sociedad va
modificando a la naturaleza en dos sentidos. Por un lado, los sucesivos procesos de

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valoración, apropiación y utilización de los recursos naturales van transformando las
condiciones iniciales “puras”del medio físico-natural. Por el otro, según el momento
histórico y de acuerdo a los intereses, necesidades y posibilidades de cada sociedad en
su ámbito geográfico de acción, serán valorados como recursos distintos elementos,
funciones y procesos de la naturaleza, y en condiciones variables. En este sentido, un
mismo elemento o proceso de la naturaleza puede ser considerado recurso o no y, a su
vez, puede ser apreciado de manera diferente en distintos períodos históricos de una
sociedad o en diversos lugares.
Por ejemplo, el petróleo ya era utilizado por los árabes desde el siglo IX, entre otras
cosas, para encender antorchas y alimentar lámparas; sin embargo, recién encontró la
utilidad como combustible para los motores a explosión a fines del siglo XIX, en los
países de Europa Occidental. Otro caso más cercano es el del ganado vacuno en la
llanura Pampeana, que en los siglos XVI y XVII era valorado por sus cueros, sebo y
cuernos, mientras que en la actualidad (y especialmente a partir del siglo XIX) se lo
valora principalmente por la carne y la leche.

Población
Es importante no confundir población con sociedad. El primer concepto se refiere a un
agregado estadístico, es decir, agrupa a individuos de acuerdo a ciertas características.
Por ejemplo: población de una jurisdicción, urbana o rural, con Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI), bajo la Línea de Pobreza (LP), de más de 65 años, desocupada, etc.
En consecuencia, este concepto nos aporta información estadística sobre ciertos
conjuntos de individuos, no es en sí explicativo ni hace referencia a procesos y
relaciones sociales, por eso no es suficiente, aunque necesario.

Actores/grupos sociales
Los actores y/o grupos sociales (diferentes perspectivas los conceptualizan de distinta
manera) son personas o instituciones que intervienen en la sociedad. Por ejemplo:
asociaciones civiles, empresas, cámaras empresarias, sindicatos, sociedades de fomento,
clubes, partidos políticos, organismos públicos, grupos autoconvocados, grupos
religiosos. Todos ellos pueden ser o constituirse en actores sociales.
Es necesario analizar la lógica de comportamiento, así como los intereses, necesidades y
limitaciones de los actores y grupos sociales para comprender los procesos y relaciones
sociales que influyen en la conformación del espacio geográfico.

Proceso productivo
Si bien este concepto aparece en el último lugar de la lista, bien podría estar en el
primero. Esto se debe a que la manera que tiene la sociedad actual (capitalista) de
perpetuarse, es decir, de reproducirse de acuerdo a las condiciones y reglas de este
sistema económico (y social en sentido amplio) es a través del proceso productivo en el
cual, por medio del trabajo, la sociedad se apropia de los elementos del entorno (natural
o modificado) los transforma otorgándoles un valor, produce bienes y los destina al
consumo. Este circuito, el del capital que produce mercancías (estos bienes a los que se
les ha incorporado un determinado trabajo social necesario para su fabricación), las
vende obteniendo una ganancia y reproduce, así, el capital, de manera ampliada, es el
motor de la economía capitalista y constituye el núcleo central de la organización de la
sociedad. Por lo tanto, se encuentra en la base y en la cúspide de todos los procesos

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sociales por medio de los cuales se interviene en la configuración del espacio
geográfico.
Es por todo lo anterior que la comprensión del proceso productivo capitalista constituye
un herramienta conceptual de fundamental importancia en la explicación en Geografía y
ciencias sociales. Asociado a él, surgen conceptos que hacen referencia a aspectos más
sutiles de las relaciones de producción capitalistas, pero que sirven para explicar gran
cantidad de transformaciones que se han producido y se siguen produciendo en la
organización y configuración del espacio geográfico, a lo largo de distintas etapas
históricas del capitalismo.
Algunos de ellos son, además de capital, capitalismo, mercancía y proceso productivo:
proceso y organización del trabajo, relación capital-trabajo en la fabricación de bienes,
régimen de acumulación y modo de regulación, como conceptos que contribuyen a la
comprensión de cambios recientes en la organización económica y social dentro del
sistema capitalista, entre otros.
Existen numerosos ejemplos que ilustran la necesidad de este tipo de conceptos. El caso
de algunas actividades económicas como la industria, es claro. En este sentido, ¿cómo
puede explicarse que en la Región Metropolitana de Buenos Aires numerosas plantas
fabriles de gran tamaño hayan cerrado o se estén reciclando o transformando en otro
tipo de emprendimientos económicos (super e hipermercados, centros culturales, ferias,
centros de gestión y logística, etc.)? En la explicación de esta transformación del
espacio geográfico (industrial) deben intervenir los elementos antes mencionados, ya
que se aprecian las consecuencias de la desindustrialización generada por la crisis del
petróleo, entre otros factores. Esta crisis introdujo cambios en el sistema económico
mundial que llevaron a la adopción de determinadas innovaciones tecnológicas que ya
estaban en curso y modificó la estructura de la organización industrial, así como integró
progresivamente a las distintas economías nacionales, antes relativamente aisladas. En
este contexto, muchas plantas se tornaron obsoletas, o bien, las empresas se
reestructuraron y/o sucumbieron ante la instauración de un nuevo escenario económico-
productivo.

Escalas en Geografía: el papel del espacio y del tiempo


Para concluir con este eje temático debemos recapitular sobre la necesidad de todos
estos conceptos para el abordaje de los problemas de la realidad social desde la
Geografía. Además del aporte conceptual, es fundamental considerar los aportes
metodológicos que brindan nuevos elementos y perspectivas de análisis. En este
sentido, la consideración de los distintos procesos desde una perspectiva histórica
constituye una herramienta analítica enriquecedora e históricamente ignorada por la
disciplina geográfica, paradójicamente. Asimismo, la aplicación de distintas escalas
geográficas en el análisis, también proyecta un horizonte analítico más amplio y
abarcativo que contribuye a construir un aprendizaje significativo de los problemas y
núcleos temáticos abordados.
Distintos problemas que pueden abordarse desde la Geografía nos permiten aplicar
distintas escalas espaciales y temporales de análisis, para contribuir a una explicación y
comprensión integral de los mismos. Veamos el caso del crecimiento de la ciudad de
Buenos Aires en dos momentos históricos distintos y en dos escalas geográficas
diferentes. De esta manera podremos comprobar que aparecen aspectos diferentes del
mismo problema y fenómenos conexos.
Primer momento: El aumento de la población de la ciudad alcanzó dimensiones

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explosivas a fines del siglo pasado y principios del actual, gracias al aporte demográfico
de la inmigración proveniente de Europa. La población europea (principalmente rural)
era “expulsada” de sus lugares de origen por la creciente industrialización y la
consecuente pérdida de puestos de trabajo en el campo. Este crecimiento de Buenos
Aires se dio en el contexto de la consolidación del modelo de desarrollo económico
denominado agroexportador. La actividad económica que generaba la principal fuente
de ingresos para la economía nacional era la exportación de los productos generados por
la ganadería (fundamentalmente bovinos) y la agricultura (principalmente el cultivo de
cereales) extensivas.
Segundo momento: En las décadas de 1940 y 1950 la ciudad siguió creciendo –en
tamaño y población– pero en mayor medida gracias al aporte poblacional de
migraciones internas (provenientes del noroeste y del nordeste del país) y de países
limítrofes (sobre todo de Bolivia y Paraguay). Esta población se vio “atraída” hacia la
ciudad por la creciente industrialización que demandaba mano de obra. Esta
industrialización se produjo en el contexto del modelo de sustitución de importaciones.
El cierre de las economías nacionales como consecuencia de la crisis internacional de
1930 había generado la necesidad de fabricar aquellos productos que antes se
importaban (primeramente, textiles). Por lo tanto, la actividad industrial pasó a tener
una relevancia de la que no había gozado hasta ese momento en la historia argentina.
Desde la escala local, tanto en el primer momento como en el segundo se verifica un
importante incremento de la población (y también del tamaño) de la ciudad de Buenos
Aires. Justamente este fenómeno es el que va a dar lugar a que nos refiramos a la
“aglomeración urbana”, “conurbano”, “área/región metropolitana” o Gran Buenos
Aires, para explicar el crecimiento geográfico de la ciudad más allá de sus límites
administrativos originales.
Más allá de la proveniencia de la población que migra hacia la ciudad, lo cierto es que
ésta crece en los dos momentos. Pero, dadas las características de la población migrante
y el tipo de trabajo en el que se emplean, el crecimiento se produce de forma diferente
en los dos momentos. Mientras que en el primero los inmigrantes (principalmente
italianos y españoles) se ubicaban en lugares céntricos y se hacinaban en conventillos y
casas de alquiler, en el segundo momento se produjo el denominado “proceso de
suburbanización”, por el cual los inmigrantes se ubican en terrenos baratos de la
periferia de la ciudad, dando lugar a la expansión hacia los suburbios. Estos fenómenos
conexos son estrictamente locales y se desprenden del que estamos analizando: el
crecimiento de la ciudad.
Desde la escala regional, podemos analizar las razones que provocaron la migración de
pobladores desde áreas del interior del país hacia Buenos Aires en el segundo momento.
Este proceso tiene que ver con que la industria se concentró en la ciudad capital, que ya
contaba con la infraestructura y la mayor parte del mercado de consumo que daba
sustento a la industrialización. Por lo tanto, esto contribuyó a acentuar el desigual
desarrollo de distintas regiones del país en comparación con el de la ciudad de Buenos
Aires. Y este es otro fenómeno relacionado con el anterior.
Cabe aclarar que la concentración de la población y de la infraestructura, que ya existía
en Buenos Aires antes de este segundo momento histórico, venía generando una cierta
desigualdad entre las economías regionales del interior del país y el fuerte desarrollo
económico de Buenos Aires, en relación con la concentración del comercio en su
puerto, en el contexto de un modelo agroexportador.
Considerando, por último, la escala global, debemos tener en cuenta que el primer

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momento, el de la inmigración ultramarina, se vincula con la Revolución Industrial en
Europa que generó la “expulsión” de gran cantidad de población del mercado laboral.
Consecuentemente, estos “exluidos” se desplazaron a lugares distantes (en países
“nuevos”) y, supuestamente, con mercados en expansión en donde podrían desarrollar
sus actividades. Estos lugares fueron principalmente los Estados Unidos de América, la
Argentina, Brasil y Australia.
Cabe aclarar que, en la Argentina, muchos inmigrantes que esperaban contar con la
propiedad de la tierra para trabajar en el campo, no pudieron acceder a ella y retornaron
a sus lugares de origen o recurrieron a las ciudades principales (como Buenos Aires)
para poder emplearse. En definitiva, fenómenos que tienen consecuencias geográficas
globales como la Revolución Industrial y la División Internacional del Trabajo (que
explica en gran medida el modelo agroexportador) contribuyen a la comprensión de un
fenómeno con manifestaciones locales como el crecimiento de la ciudad de Buenos
Aires.
Recapitulando, cabe señalar que, si bien es importante articular distintas escalas de
análisis, también debemos tener en cuenta que los procesos sociales tienen un alcance
geográfico determinado y la escala de análisis debe estar subordinada a ese alcance.

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