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Resumen Juan Gelpí

“Capítulo 1: Literatura y paternalismo en Puerto Rico”, en Literatura y paternalismo en


Puerto Rico, 1993.

“Del paternalismo habría que destacar ante todo una “topografía” peculiar que lo
caracteriza: el hecho de que supone una relación jerárquica entre sujetos, uno de los
cuales se constituye un “superior· al relegar al otro o a los otros a la categoría de
“subordinados”” (2)

“La retórica del paternalismo a menudo remite a las relaciones familiares, y su metáfora
fundamental consiste en equiparar a la nación con una gran familia.” (2)

“Julia de Burgos no es el único caso de exclusión en la historiografía literaria


puertorriqueña. Sirviéndonos del verso que emplea Dávila en el título de su ensayo, se
puede decir que Julia de Burgos es una figura intercalada en una genealogía literaria que
ha excluido de manera sistemática a las escritoras. Prueba de ello es que, con excepción
de las autoras que comienzan a publicar en la década del sesenta y setenta, las escritoras
están prácticamente ausentes de las generaciones literarias en Puerto Rico. (3-4)

“Si se lee la literatura puertorriqueña desde los márgenes de la teoría de las generaciones,
se advierte que ese modelo teórico constituye una transposición del discurso paternalista
al ámbito literario. Según esa teoría, las generaciones giran alrededor de un caudillo
odirigente que viene a ser una especie de padre figurado. Añádese a esto, el hecho de
que, al constituirse como una entidad totalizante, las generaciones funcionan como un
aparato jerárquico: subordinan l multiplicidad a la unidad, excluyen y condenan la
heterogeneidad y la diferencia” (4)

“El énfasis en las generaciones explicar el carácter genealógico que han tenido las historias
literarias puertorriqueñas, las cuales han contribuido a la constitución de un canon
patriarcal excluyente”. (5)

“(…) en el caso de Puerto Rico, la constitución del canon literario ha tenido como meta
imponer un consenso, una cohesión, a través de una retórica en la cual se privilegian
metáforas totalizantes que colindan con instituciones disciplinarias: la familia, la escuela,
la casa. (5)

“(…) en el caso de la literatura puertorriqueña el nacionalismo cultural, la constitución del


canon y el privilegio de la teoría de las generaciones son elementos de una misma serie
cuyo hilo conductor es la voluntad de poder de los letrados” (6)

“Entre las literaturas de los países latinoamericanos, la puertorriqueña parecería


destacarse por varias razones. En primer lugar, porque la sustenta una contradicción
aparente: el hecho de que se haya creado una literatura nacional en un país que aun no se
ha constituido en nación independiente” (6)
“Al construir el canon literario en Puerto Rico la lcrítica ha consolidado una serie de obras
que insisten en leer la enfermedad como metáfora del colonialismo” (7)

“Es ya un lugar común el señalar que la Generación del 30 tiene como temática obsesiva la
identidad nacional o, para recordar las palabras de uno de sus textos claves, Insularismo
de 1934, el “qué somos y cómo somos los puertorriqueños globalmente considerados””
(7-8)

“No hay que olvidar que Puerto Rico es, en Insularismo, un país infantilizado y enfermo”
(8)

“Es curioso que la novela más leída y difundida de los últimos años, La guaracha del
Macho Camacho, publicada por Luis Rafael Sánchez en 1976, prolongue, con una mezcla
de impugnación y aceptación, esta trayectoria de la enfermedad en la literatura” (10)

“Esa obsesión por una totalidad que proyecta la crítica sobre la producción literaria
repercute también en una jerarquía que está implícita en la constitución del canon
literario patriarcal en Puerto Rico: la literatura digna de pasar al canon es literatura de
hombres, de políticos, de constructores de naciones” (12)

“Además de esta parcelación de la actividad literaria, se ha ignorado la novelística de


varias escritoras coetáneas de Zeno García: Ana Roqué de Duprey (Pasatiempos, 1984,
Sara la obrera de 1895 y Luz y sombre, 1903), Carmela Eulate Sanjurjo (La muñeca, 1895 y
Marqués y marquesa de 1911), Eulalia Matos Bernier (Felicidad de 1902) y otras
novelistas. Ni las poetas ni las novelistas han logrado un verdadero acceso al canon.” (13)

“Ese anhelo de poder de los treintistas nos lleva a la coyuntura precisa en que produjeron
sus obras “literarias” y “críticas”. Los estudios de Ángel G. Quintero Rivera nos muestran
que la crisis cultural que se produjo entre los integrantes de la Generación del 30 está muy
ligada al hecho de que los hacendados decimonónicos -clase de la cual eran herederos
directos los treintistas- habían perdido su hegemonía a raíz de la invasión norteamericana
de 1898. Esta pérdida de la hegemonía podría verse reflejada en el tema obsesivo de ese
grupo de escritores: la búsqueda de la identidad nacional.

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