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Veamos lo sucedido con el término feudalismo. Artola, que disentía de la versión oficial,
indicaba que el régimen señorial, o feudal, aún subsistía en la situación de Castilla La Vieja
en el siglo XVIII y entre el rey y los súbditos se interponía la autoridad de señores
jurisdiccionales. Pero quizá el autor con mayor lucidez que afrontó el problema fue
Fontana. Explicaba por qué hablaba de feudalismo en su trabajo, que se refería a inicios
del siglo XIX. Para él eran los propios campesinos españoles quienes calificaban de
feudalismo el régimen al que se oponían y éste es un argumento de mucho peso. Esta
concepción tiene que ver con la predominancia del materialismo histórico, toda vez que
desde territorio se había propuesto la aceptación del término feudal como equivalente a
modo de producción y no solo a instituciones que plasmaban el desarrollo de relaciones
personales.
D) Fragmentación del poder público que origina en cada país una jerarquía de
instituciones autónomas. Esta fue la sociedad de Europa Occidental de siglos X, XI y XII.
Más adelante, el autor, define a feudalismo como un conjunto de instituciones que crean
y rigen obligaciones de obediencia y servicio por parte de un hombre libre, llamado
vasallo, hacia otro hombre libre llamado señor, y obligaciones de protección y
sostenimiento por parte del señor respecto del vasallo, dándose el caso de que la
obligación tenga como efecto la concesión, de un bien llamado feudo. La clave del sistema
eran las relaciones entre vasallos y señores, plasmados en la presentación de homenaje y
la concesión de un beneficio. Y al tener aspectos militares, quedaba reducida a muy poca
población.
La sociedad que se construyo tomando como base estas relaciones, germino en territorios
del imperio de Carlomagno, especialmente ámbito francés y alemán. Su máximo
florecimiento fue entre el X y el XIII. El modelo franco-alemán se mudo a otros territorios.
Se presentan como características fundamentales del mismo: la fragmentación de la
autoridad política, el traspaso de poder público a manos privadas y la existencia de un
sistema militar en el que parte esencial procede de contratos privados.
Las características de los reino germánicos entre siglos VI y X son el absoluto dominio de lo
rural, el papel insignificante de las ciudades y comercio, y deterioro de poder público que
indujo la multiplicación de lazos personales. De acuerdo con las circunstancias de la época,
los grandes dominios territoriales fueron convirtiéndose en señoríos rurales. Los
propietarios de tierra pasaron a ser señores, al acumular poderes diversos sobre los
campesinos: militares, fiscales, judiciales, económicos. Desde el siglo IX se precipitó el
fenómeno de concentración de poderes en señores de los dominios. Al incremento del
poder contribuyó también una manera destacada desarrollada en tiempos merovingios
llamada inmunidad. Concedieron a la Iglesia muchas tierras con el privilegio de la
inmunidad. Esto significaba que en esos dominios no intervenían agentes reales. Con los
carolingios se generalizo la inmunidad. En realidad, la casi totalidad de tierras de la Iglesia
adquirieron la condición de inmunes en tiempos de Carlomagno. Los poderes fiscales y
judiciales que tenía el inmunista añadió el militar. Al tiempo que se producía la
transformación de grandes dominios territoriales en señoríos, los campesinos instalados
en un grupo homogéneo comenzaron a llamarse servidumbre. Y había dos tipos: libres o
esclavos. Ahora bien, desde una perspectiva social y económica pueden distinguirse tres
sectores. Seguía habiendo un número pequeño de propietarios libres. Había lógicamente
esclavos. Y finalmente los colones, auténtico eje en torno al cual gira el campesinado
medieval.
Los dos elementos básicos del entramado feudal, es decir el vasallaje y el beneficio
prosiguieron su desarrollo en tiempos germánicos, alcanzando su fusión en tiempos
carolingios. Por eso se dice que en el X ya estaba consolidado. Muchos hombres libres
ante la necesidad de protección que sentían, se acogían al amparo de otro más poderoso
que ellos. El acto jurídico por el que un hombre libre entraba en el patrocinio de otro era
la enconmendacion. Un hombre libre, pero carente de recursos se ponía bajo la
protección de otro que le podía exigir diversos servicios compatibles a su condición y que
a cambio le aseguraba su existencia material. El contrato, obligatorio para las dos partes,
era indisoluble hasta la muerte de una de ellas. La forma más frecuente era la concesión
de tierra, que se llama benefcium. Podían hacerlas los poderosos sin que estuviera
necesariamente a la enconmendacion. Para entender cómo se produjo la fusión es
necesario entender condiciones políticas. EL primer paso importante fue el ascenso de los
mayordomos del aplació al trono. Los mayordomos, una vez convertidos en soberanos
necesitaban reforzar su clientela. Ello los llevó a buscar adeptos, ofreciendo como
contrapartida beneficios. Un nuevo paso hacia la consolidación del sistema feudal se dio
en días de Carlomagno, debido a que este pensó en usar el vasallaje como instrumento al
servicio de la monarquía. Carlomagno entendió que una buena solución era que los
puestos altos los ostentaran aquellos nobles que se habían encomendado a el. Vasallos
del rey, ocuparon los primeros puestos en el palatium y en las diversas circunscripciones.
Pero, los agentes que actuaban bajo sus órdenes también debían ser vasallos. Carlomagno
exhorta a todos los hombres libres a encomendarse. Pero esto provoco el fraccionamiento
de múltiples poderes privados. Con sus hijos, perdida la homogeneidad, día a día se
multiplicaban los vasallos de los grandes, especialmente condes, que obedecían a estos
directamente.
En el período comprendido entre segunda mitad del siglo VIII y el 1000, se multiplican las
relaciones vasallaticas política de los carolingios, actitud de agentes superiores del
poder central y magnates de la iglesia que buscaban la clientela privada y la preocupación
de hombres por su seguridad. Cada vez más la institución tenía un sesgo militar. El
hombre que se encomendaba debía presentar una ayuda de carácter militar. El acto por el
que un hombre se hacía vasallo de otro, la enconmendacion, estaba sujeto a un
formulismo. El que se encomendaba daba las manos a su señor. El vasallo presentaba un
juramento de fidelidad, para lo cual, aparte de la apelación a la dignidad, era preciso tocar
algo sagrado. De esa forma establecía una relación más fuerte con el vasallo. La prestación
del juramento de fidelidad por parte de un vasallo hacia un señor establecía entre ambos
un nexus iuris. EL contrato obligaba a las dos partes no pudiendo ser denunciado
unilateralmente. En la época a la que nos referimos, no se podía ser vasallo más que de un
señor. Esto se debía principalmente al servicio militar. La transmisión del beneficio al
vasallo se da por medio de un acto simbólico, llamado investidura. El vasallo recibía un
objeto que simbolizaba el beneficio otorgado. De allí, surge un lazo jurídico, la
documentación observada nos demuestra que la entrada en vasallaje era una condición
necesaria para la concesión de un beneficio.