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Introducción general

La teoría literaria ha llegado a constituirse, a lo largo del siglo XX, en un vasto campo de producción discursiva en el que, al
parecer, no es posible establecer un ordenamiento que satisfaga a todos los especialistas. Formalismo, estructuralismo y
postestructuralismo, semiótica, deconstrucción, psicoanálisis, aproximaciones ideológicas y políticas, enfoques de historia
cultural, feminismo, teorías centradas en el lector son algunas de las numerosas etiquetas en que se despliega la pluralidad de
enfoques y conceptualizaciones. En principio, hay que señalar que la teoría literaria es, junto con la historia literaria y la crítica
de textos, en tanto actividad sistemática, uno de los campos operativos vigentes en los estudios literarios, en los que imperan
dos modos básicos de pensar la actividad propia: ya sea como investigación, ya como escritura. Planteadas en términos de
disyunción, investigación y escritura conformarían una oposición entre dos aspectoS que, fácilmente, deberían ser reconocidos
como constitutivos y solidarios de una misma práctica cultural, de suyo compleja y heterogénea. A pesar de esto, la distinción
ha tenido éxito en buena medida debido al conjunto de connotaciones que se han ido agregando a cada uno de los términos en
el curso de los últimos treinta años. Así, no cabe duda de que la noción de "escritura", en la tradición barthesíana,' implica
esfuerzo de innovación, experimentalismo expresivo, incorporación del texto teórico/crítico al canon literario, progresismo y
actualidad, en tanto que "investigación" es, con frecuencia, equiparada a tradición, elaboración de informes académicos,
reiteración de procedimientos, corroboración de hipótesis, modelos cientificistas de ordenamiento de las ciencias humanas,
etcétera.

Esta priorización de la escritura la puesta en primer plano de la forma del informe, en el que desemboca necesariamente toda
investigación sistemática merece ser repensada en su carácter de imperativo epocal. En un comentario sobre la noción de
postmodernidad, Paul de Man observa que "los teóricos de la literatura [...] sienten la necesidad de alinear su obra con la obra
de ficción contemporánea, [...] sienten la ligera intimidación que a veces sienten los críticos en relación con los llamados autores
de creación y que quisieran estar en armonía con ellos" (La resistencia 183-84).

Así, si se acepta esta sugerencia, resultaría que el esfuerzo de experimentación y búsqueda expresiva en los informes elaborados
por algunos estudiosos de la literatura en sus diversos campos no es consecuencia de una necesidad interna de los proyectos de
investigación que desarrollan sino de una imposición propia de la cultura postmoderna. Frente al compromiso por explorar las
fronteras entre diversas prácticas discursivas, no se trata, en realidad, de negar la importancia de la preparación del informe, ya
que en esta etapa de la producción de conocimiento se concretan y organizan lás ideas, se' definen las estrategias de
argumentación y, en última instancia, se despliegan los mecanismos orientados a provocar determinado efecto en los lectores,
sino rescatar el papel que cumple en tanto aspecto de la investigación, como dinámica compleja y fundante.

Desde otro ángulo, Roger Seamon ha planteado una cuestión próxima en términos de la distinción entre poética, entendida
como estudio científico, y hermenéutica: "[esta última] trata de descubrir principios de interpretación, mientras que la poética
busca descubrir las reglas que gobiernan 'todo sistema de signos, o estructura de signos, que cumplen con una finalidad estética
especifica' (Wellek y Warren). [...] Esta división clara de tareas es ilusoria pero la distinción está de todos modos en el centro de
la definición de la poética moderna"

La poética, tal como se la concibe en la actualidad, procede a partir de la convicción, que puede ser entendida como
convención, de que el estudio de la literatura ha de diferenciarse con claridad de la actividad literaria productora (escritura ) y.
receptora (lectura). De ello se derivan para Seamon dos consecuencias: la institución de la literatura, pensada como conjunto de
prácticas estrechamente interrelacionadas, abarca obras literarias e interpreta-ciones y no se las puede considerar como formas
científicas o sistemáticas de conocimiento; además, la "ciencia" literaria, ocupada en el estudio de los sistemas literarios, en el
desarrollo de un discurso racional, etcétera, queda necesariamente fuera de la institución literaria.

A fin de articular más claramente esta separación de esferas culturales, entenderemos aquí por investigación literaria una serie
de actividades relacionadas con el procesamiento intelectual de la literatura, tal como ha sido definida en el párrafo anterior. De
tal modo, la investigación pasa a ser la categoría más amplia que puede del imitarse en los estudios literarios, dentro de la cual,
por lo común, se dan por asentados diversos campos (histórico, crítico, teórico) y niveles de operación. Estos últimos pueden
reducirse, esquemáticamente, a dos: el teórico, que se orienta a los problemas generales como la posibilidad de constituir
conceptos y modelos explicativos "universales" o metodologías específicas para abordar el análisis de los tex-tos, y el práctico,
cuya premisa de trabajo es el texto, ya como caso particular ya como miembro de una o varias clases.

A lo indicado anteriormente, hay que agregar que los fenómenos de que se ocupa la investigación literaria alcanzan su condición
de objeto de estudio en él momento en que se define su concreción desde una perspectiva sin-crónica o diacrónica (tal como
han sido definidas estas nociones en la lingüística saussuriana y en las múltiples transferencias a las ciencias humanas y
sociales).' A partir de la combinación de los niveles de operación y las perspectivas indicadas para la configuración del objeto
surge el siguiente cuadro que contribuye a delimitar los grandes campos en que operan los estudios literarios actuales:

Como todo cuadro, el precedente requiere de varias observaciones. En primer lugar, al ubicar la teoría literaria en el centro de
ambas perspectivas no se quiere indicar que todas las posturas teóricas adopten una postura sincrética frente al problema de la
determinación de la naturaleza temporal/ atemporal del objeto sino que, de hecho, responden cada una a su modo esta
problemática. En efecto, existe toda una serie de modelos teóricos que se orientan hacia el polo sincrónico, en el sentido de
que neutralizan el as-pecto histórico de los fenómenos estudiados y, por otra parte, modelos alter-nativos que subrayan esta
dimensión así como también modelos específicamente sincréticos. Además, dado que la historia interna de la disciplina no ha
seguido un modelo de desarrollo unificado y racional, desgaja-do de la historia general, hay que reconocer como una de las
ramas de la teoría el estudio de los diversos paradigmas dominantes, tanto en su contemporaneidad como en su sucesión,
finalmente debe tenerse en cuenta que los dos campos fundamentalmente prácticos que se han definido, crítica e historia
literaria, no carecen de alguna instancia de discusión teórica, que en general tiene que ver con su función, sus metodologías y
problemas relacionados. En esta exposición se considerarán estos momentos como incursiones en el campo de la teoría, lo cuál
por otro lado permite destacar la necesaria articulación de todos los campos en los que, con frecuencia un mismo investigador
incursiona.

El conjunto de nociones presentadas hasta aquí derivan de la adopción de una postura metacrítica frente a los estudios
literarios. Por metacrítica entendemos una disciplina orientada epistemológicamente, cuyo objeto dé estudio es una proyección
elaborada a partir de los rnetatextos que resultan del desarrollo de paradigmas o progra

mas de investigación. Ahora bien, los metatextos en si no son el objeto de la meta crítica sino la documentación que emplea
para acceder al conocimiento de los programas mismos.'

La metacrítica constituye un camino fructífero a recorrer en los estudios humanísticos, que forma parte de un amplio
movimiento intelectual dirigido a satisfacer la necesidad de generar campos de indagación vastos, en los que se integran
diversos y , a veces, contradictorios programas de investigación.

La noción de "paradigma".

Para dar cuerpo a la postura metacrítica, proponemos un modelo en el que se integran varios aportes tomados de la
epistemología contemporánea.' Al considerar la historia de la ciencia moderna se descubre que, en contra de la idea más
generalizada de crecimiento acumulativo sostenida por los científicos del área de las ciencias naturales y por los historiadores
que avalan el principio del progreso los cambios fundamentales de perspectiva y métodos se debieron a desplazamientos de
valores: lo que es significativo estudiar en un momento dado ya no es aquello que preocupaba a las generaciones de científicos y
filósofos precedentes. La teoría de los cambios de los paradigmas científicos de Thomas S. Kuhn (1922-1996) se propone explicar
este fenómeno.' Conviene destacar que los estudios de Kuhn no solamente han puesto en tela de juicio la posición de la teoría
científica concebida tradicionalmente como independiente y neutra en cuanto al problema de los valores, sino también
propiciaron el desarrollo de un instrumental más preciso para dar cuenta de los trabajos particulares. En la postura kuhniana,
un concepto central es el de "ciencia normal". Por él se entiende la labor de los científicos que se ocupan, de ordinario, en tres
clases de actividades: la determinación de hechos significativos, la puesta en relación de dichos hechos con la teoría y la
articulación en sí de la teoría (La estructura 66). Pero la ciencia se enfrenta ocasionalmente con anomalías que los paradigmas
en uso no pueden explicar. Así, la detección de una ano-malía genera investigaciones extraordinarias que pueden conducir a los
miem-bros de la comunidad científica a adoptar compromisos intelectuales diferen-tes de los que sostenían anteriormente.

Estas alteraciones se constituyen en revoluciones científicas que son, precisamente, "episodios de desarrollo no acumulativo en
que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente o no, por otro nuevo e incompatible" . Como consecuencia, el punto
focal, el centro de interés de la investigación, cambia al reorganizarse no sólo los objetos de estudio sino también los valores
explicativos implícitos. De acuerdo con Kuhn, las nociones de ciencia normal y revolución científica permiten explicar los
procesos históricos de cambio en el ámbito de la ciencia. A pesar de la importancia incuestionable de los cambios de
paradigmas, debe tomarse en consideración la atinada advertencia de Jesús Mosterín: 'En nuestro tiem-po se han multiplicado
las revoluciones científicas, pero ya no tienen el carác-ter estridente y dramático de las renacentistas [que son las que Kuhn ha
analizado prioritariamente en sus estudios]. De hecho es frecuente que el mismo científico trabaje al mismo tiempo en div

ersas teorías alternativas, sin casarse definitivamente con ninguna" .

En los párrafos anteriores hemos empleado reiteradamente el término "paradigma". En el lenguaje cotidiano, un paradigma es
un modelo opera-tivo, como por ejemplo, el paradigma de los verbos en una lengua. Para Kuhn, los desarrollos científicos tienen
lugar de modo semejante: un logro científico particular ofrece un "paradigma

" para abordar y resolver proble-mas similares. Sin embargo, el término fue evaluado como portador de un concepto ambiguo.
Puede, en su versión más quintaesenciada, tener dos valores: a) sociológico, en cuanto designa una "constelación de creencias,
valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada" (Kuhn,

La estructura 269), en este sentido sería un constructo ideológico y b) técnico si se refiere a las "realizaciones científicas
universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad
científica"

En la extensa "Postdata" agregada en 1969 a La estructura de las revoluciones científicas, aclara Kuhn que, en el seno de una
comunidad científica, lo que da unidad al trabajo del grupo y abre las posibilidades de comunicación entre los investigadores es
una matriz disciplinaria, noción que cubre todo el conjunto de elementos que con anterioridad había llamado paradigma: "Todos
o la mayor parte de los objetos de los compromisos de grupo que en mi texto original resultan paradigmas o partes de
paradigmas, o paradigmáticos, son partes constituyentes de la matriz disciplinaria, y como tales forman un todo y funcionan en
conjunto". Dado que la "matriz disciplinaria" está integrada por generalizaciones simbólicas, aspectos metafísicos, valores y
ejemplares, nos parece ajustado adoptar este listado de constituyentes como definición por enumeración del contenido del
término paradigma. A continuación caracterizaremos sintéticamente cada uno de estos elementos:
1. Por generalización simbólica entiende Kuhn todo enunciado descriptivo al que se reconoce valor universal como, por
ejemplo, las leyes de la física o expresiones del tipo "acción igual reacción".

2. Las partes metafísicas del paradigma corresponden a "compromisos compartidos con creencias tales como: el calor es la
energía kinética de las partes constituyentes de los cuerpos; todos los fenómenos perceptibles se deben a la interacción de
átomos cualitativamente neutrales en el vacío o bien, en cambio, a la materia y la fuerza, o a los campos". En términos más
generales, se trata de creencias en modelos particulares.

3. El tercer elemento del paradigma, esto es, los valores, adquiere crucial importancia a la hora de producir una evaluación de la
marcha de la disciplina o de teorías nuevas que comprometan la actividad de la ciencia normal. Para las ciencias naturales, por
ejemplo, los valores más frecuentemente aludidos son los que se refieren a las predicciones teóricas cuya falta de exactitud
puede conducir a poner en entredicho a la teoría misma. En general, se emplean como valores en la elaboración de un juicio
sobre una teoría particular los principios de sencillez, coherencia y probabilidad de las formulaciones que se proponen.

4. Finalmente, bajo el rótulo de ejemplares engloba Kuhn todos los ejemplos canonizados, que se emplean en una ciencia
particular en la for-mación de jóvenes científicos, cuyo caso clásico corresponde a los pro-blemas-soluciones dados en los
manuales de instrucción. Si nos desplazamos ahora del terreno de la historia al de la filosofía de la ciencia, disponemos de una
elaboración paralela a la kuhniana: la metodolo-gía de los programas de investigación científica propuesta por el epistemólogo
Imre Lakatos. Los paralelismos han sido señalados por ambos. Kuhn sostiene: he insistido repetidas veces que las decisiones
científicas importantes generalmente descritas como una elección entre teorías se describen con Mayor precisión como una
elección entre "formas de hacer ciencia", o "entre tradiciones" o "entre paradigmas". La insistencia de Lakatos en que la unidad
de elección es un "programa de investigación científica", me parece que va en la misma dirección.

Por su parte, Lakatos dice que "donde Kuhn ve `paradigmas', yo también veo 'programas racionales". Aunque las posturas de
uno y otro no son coincidentes, dado que Kuhn se orienta a rescatar el papel que los elementos no racionales cumplen en el
desarrollo de la ciencia y Lakatos, Considerando qUe estos aspectos son detalles desprecia-bles de la realidad; subraya, que
reflexión epistérnica debe trabajar con "reconstrucciones racionales" de los programaS de inveStigáCión, laS referencias
anteriores dan pie para eStablecer una serie de "ecuaciones entre conceptos ale daños: paradigMa, matriz disciplinaria y
programa de investi-gación. Adoptar las tres expreSiones cómo sinonímicas, tal como hacemos aquí, supone apartarse del
debate interno de la epistemología parareinscribir estos instrumentos: conceptuales- en el contexto de la metacrítica.

Algunos conceptos fundamentales de Lakatos" contribuyen a poner en orden los conjuntos de hipótesis iMplícitos y explícitos,
del modelo que estamos proponiendo básica mente, 'adoptaremos las nociones de "Centro firme" (hard -core, literalmente,
"núcleo duro") y "cinturón protector" (protective belt). El propió lakatos ha observado qUe para' este fin:

La unidad básica de "estimación no debe ser una teoría aislada ni una conjunción de teorías sino Más bien un programa de
investigación con un Centro firme convencionalmente aceptado (y por una decisión provisional "irrefutable") y con una
heurística positiva qUe defina problemas, esboce construcción de un cinturón de hipótesis auxiliares, prevea anomalías y las
transforme en ejemplos victoriosos; todo ello según un plan preconcebido.

En su ámbito especifico, frente al interés kuhniano por el cambio, la propuesta de Lakatos procura dar cuenta de la continuidad
científica. Su metodología, que puede extenderse más allá de las ciencias naturales,' descompone los programas en un centro
firme aquella parte que ha de aceptarse sin discusión, provisionalmente, para poder llevar adelante la investigación rodeado de
un cinturón .de.teorías secundarias. Según Lakatos, las decisiones metodológicas y los ajustes hechos para hacer corresponder
los resultados de la experimentación con lá teoría (la dimensión heurística), afectan sola mente al cinturón protector puesto que
el centro firme es, en cualquier circunstancia, y por convención, irrefutable, aunque para el aspecto experimental del programa
no interesa que dicho centro esté compuesto de proposiciones refutables o irrefutables en cuanto a su formulación.'

Aplicación del modelo a los estudios literarios: un ejemplo.

Son numerosos los traslados del modelo kuhniano al ámbito de la teoría de la literatura. Uno de los fundadores de la estética de
la recepción alemana, Hans Robert Jauss, por ejemplo, lo retoma para caracterizar su propio trabajo como "un cambio de
paradigma en los estudios literarios y reconoce como paradigmas dominantes en l

a tradición de la modernidad el historicismo neopositivista y el análisis formalista de textos. Es relativamente sencillo multiplicar
empleos legitimadores de este tipo, que se fundamentan en el rescate de la noción de l'cambio revolucionario" y sus implícitos
contenidos progresistas.' Sin embargo, el modelo combinado de Kuhn/

Lakatos es un instrumento que permite organizar internamente los componentes de las diversas manifestaciones que la
especulación teórica ha adoptado en los estudios literarios. Con los diversos elementos presentados hasta este punto,
constituimos un modelo 'integrado de descripción metacrítica, que resumimos en el siguiente cuadro: A título de ejemplo, se
desarrolla a continuación una aplicación, preli-minar, a una serie de modelos que tienen en común el adoptar una perspec-tiva
lingüística. Así, bajo la denominación "modelos de base lingüística" se agrupan todas aquellas tendencias que se ocupan, al
menos inicialmente, de la literatura como hecho de lenguaje.' Corresponden, fundamentalmente, a la adopción de la lingüística
"intuitiva", tal como fue empleada por I. A. Richards y el New Criticism anglo-nortearnericano; la lingüística "científi-ca", que
siguieron Roman Jakobson y los estructuralistas de diversas es-cuelas; la lingüística generativo-transformacional, que aplicaron
Jonathan Culler y varios críticos sociales; y la teoría de los actos de habla, que impactó en Wolfgang Iser, Stanley Fish y otros.
Esta heterogeneidad de modelos y de adopciones teóricas plantea una cuestión teórica básica: ¿qué se entien-de por lenguaje?,
cuya respuesta se encontrará en el tratamiento por sepa-rado de cada corriente. Dado el carácter preliminar e indicativo de esta
aplicación del modelo metateórico, procuraremos describir la cuestión en los términos más amplios posibles, sin introducir
matices de diferenciación.'

En relación con los aspectos metafísicos del centro firme o núcleo duro del programa de investigación, se establece un modo
particular de problematizar la literatura, es decir, definirla como problema y en consecuencia, anticipar su resolución: el soporte
formal de la literatura es el lenguaje, Ello determina, como observa Colin MacCabe, la necesidad de manejar una serie de
saberes que tienen que ver directamente con los estu-dios lingüísticos: la habilidad de leer depende del conocimiento de los
cam-bios de significados, de la sintaxis y la fonología, y la habilidad de analizar los textos exige la capacidad de emplear las
categorías gramaticales y prosódicas que articulan los efectos literarios. En general, estas modalidades de teorización adoptan
la lingüística como modelo "natural": si la lingüística estudia los fenómenos de lenguaje, sus descripciones deberían, en
principio, poder describir los fenómenos que de-nominamos "textos literarios", esto es, aquellos textos lingüísticos que una
cultura dada caracteriza como literatura. Este convencimiento inicial determina un conjunto de decisiones heurísticas que
incluyen la determinación y concreción conceptual del objeto, la definición de estrategias que se emplearán en la investigación,
etcétera. De esta manera, se especifica, en el heterogéneo material del lenguaje, un objeto de estudio, por ejemplo el problema
de la significación textual o el valor lingüístico de un texto o la competencia del hablante nativo ideal o las reglas de empleo de la
lengua cotidiana en la literatura. Como resultado de la transferencia conceptual de esta clase de especificaciones surgen los
grandes temas que aborda la teoría literaria: el problema de la significación poética, la literariedad, la competencia litera-ria, las
convenciones interpretativas. En cuanto a la definición de estrategias, los modelos de base lingüística se caracterizan por
recurrir a la lectura apegada de los textos (lo que en inglés se denomina close reading), la búsqueda de rasgos caracterizadores
de la lengua poética, la introspección institucional como camino para la identificación de los conocimientos necesarios para
participar de la cultura letra-da, la adopción de metáforas con valor explicativo, etcétera.

Otro elemento relacionado con los aspectos metafísicos de estos modelos ha sido apuntado por Jacqueline Henkel. En primer
lugar, se reformula en ellos la noción tradicional de obra artística para concebirla como objeto mental, del cual el texto impreso
es nada más que el soporte material o significante. A partir de la conciencia de que las convenciones y propiedades de la
institución literaria son cambiantes, se acepta que cada texto es susceptible de múl-tiples lecturas. Al mismo tiempo, se
reconoce que, como no hay lecturas neutrales o inocentes, todo procesamiento del texto es siempre interpretativo, lo que
supone que los textos no tienen un significado único y que se hace necesario estudiar el nivel de poder de determinación del
lector, en general previsto no como individuo sino como instancia o proyección textual.

En el nivel de los valores, también formante del núcleo duro del programa de investigación, se advierte por un lado una
significativa redefinición del canon literario a través de la selección de textos por comentar, en gene-ral predeterminada por el
tipo de tratamiento literaria del lenguaje adoptado. No por casualidad, los forma listas rusos se ocupan prioritariamente de los
experimentos lingüísticos de sus poetas contemporáneos, los futuristas. O el análisis estructuralista de Jakobson aborda textos
construidos sobre el principio del paralelismo en varios niveles de descripción (fonético, morfosintáctico, semántico). Más allá
de este primer plano de adecuación observacional, un segundo plano exige la especificación de los datos extraídos del corpus en
términos de generalizaciones significativas. Los modelos de base lingüística, que es-tamos comentando en general, han
recurrido a nociones tales como las de oposición binaria", "competencia literaria", diversos Modelos de lector como instancia
textual ("lector implícito", "lector ideal", "lector modelo") para dar cuenta de la adecuación descriptiva de la teoría.

Finalmente, en el nivel de la adecuación explicativa, esto es, de la justificación interna de la teoría, resulta evidente que todas las
modalidades rese-ñadas definen como procedimiento de legitimación su compromiso por de-sarrollar un estudio "científico" de
la literatura. Tal como se ha dicho anteriormente, 'el cinturón protector la otra di-mensión constitutiva del programa de
investigación incluye las teorías secundarias o locales y los ejemplares, que suelen ser el recurso fundamen-tal para el
entrenamiento de las nuevas generaciones. Dado el carácter fundamentalmente introductorio deesta aplicación, dejamos
laejemplificación de ambos constituyentes para el resto de la-exposición.

Propuesta de trabajo. A continuación se transcribe una serie de planteos generales sobre la teoría literaria, que provienen de
diversos manuales introductorios. Le proponemos que lea detenidamente la selección y elabore un ensayo de carác-ter
comparativo, destacando similitudes y diferencias, entre lo expuesto en esta "Introducción general" y las posturas
representadas en cada uno de los pasajes seleccionados.

Texto A.

La teoría de la literatura se integra en el grupo de las llamadas ciencias del espíritu, caracterizadas por un objeto, unos métodos
y una meta que no son los de las llamadas ciencias de la naturaleza. Mientras que éstas tienen como objeto el mundo natural, la
totalidad de las cosas -y de los seres simplemente dados ya al conocimiento sensible ya a la abstracción intelectual, la ciencias
del espíritu tienen como objeto el mundo creado por el hombre en el transcurso de los siglos ámbito singularmente vasto, pues
abarca todos los dominios de la múltiple actividad humana. Las ciencias naturales tienen como ideal la explicación de la realidad
mediante la determinación de leyes universalmente válidas y necesarias, que expresan relaciones inderogables entre los
múltiples elementos de la realidad empírica; las ciencias del espíritu; en cambio, se esfuerzan por comprender "la realidad en su
carácter individual; en. su devenir, espacial y temporalmente condicionado"'. Quiere decirse, por consiguiente, que la teoría de
la literatura, rama del saber incluida en las ciencias del espíritu, no puede aspirar a la objetividad, rigor y exactitud que
caracterizan a las ciencias naturales: el concepto de ley, elemento nuclear de las ciencias de la naturaleza, no se verifica en ros
estudios literarios, y algunas tentativas de establecer leyes en el estudió del fenómeno literario han tropezado con dificultades
insuperables. La teoría literaria, sin dejar de constituir un saber válido en sí, se convierte en una disciplina propedéutica
ampliamente fructífera para los diversos estu-dios literarios particulares,. y éstos --,estudios de historia o de crítica literaria
contribuirán cada vez Más a corregir y fecundar los principios y las conclusiones de la teoría de la literatura.

Creemos, en efecto, que la teoría de la literatura, para alcanzar resultados Válidos, no puede transformarse en disciplina de
especulación apriorística, sino que debe recorrer continua y demoradamente las obra literarias: requiere un conocimiento
exacto, concreto, vivo del fenómeno literario.

Vítor.Manuel de Aguiar e Silva, Teoría de la literatura 36-41,

Texto B.

Para empezar, una teoría literaria tiene que crear una reserva de conceptos universales o al menos, generales con relación a los
cuales se describan y expliquen los hechos individuales. Si no podemos descubrir leyes generales de alguna importancia, al
menos seremos capaces de ver que la literatura está determinada por relaciones que son de carácter universal. Existen las
relaciones entre originalidad' y tradición, forma y contenido, ficción y realidad, emisor y destinatario, combinación y selección de
materiales.

De estas parejas de conceptos, cuyo número podría aumentarse, al menos un elemento está condicionado históricamente. Toda
teoría literaria tiene que tomarlo en consideración. La teoría que reduzca la literatura a algo abstracto, en una forma ahistórica y
sobre esa base establezca leyes universales, corre peligro de quedarse sólo en su fase programática. Por otro lado, la posición
hermenéutica que contempla sólo la interpretación de obras individuales y rechaza toda generalización, no podrá hacer avanzar
nuestra comprensión del proceso literario.

El único camino abierto para el desarrollo de la disciplina de teoría literaria es la construcción de conceptos generales y modelos
que expliquen los desvíos individuales y den cuenta de la base histórica de todas las litera-turas. La mayoría de las teorías
[existentes...) han contribuido a la construcción de un metalenguaje en cuyo seno se puede estudiar la literatura
sistemáticamente. Sin conceptualización y generalización, sin la terminología de un metalenguaje, no parece posible la discusión
científica sobre los elementos componentes de la literatura y la historia literaria.

D. W. Fokkema y Elrud Ibsch, Teorías de la literatura del siglo XX 24-25.

Texto C.

Todo terreno del conocimiento y toda disciplina necesitan una fase de autorreflexión. La que se refiere a la literatura siempre ha
acompañado en realidad a ésta sin reivindicar por ello un estatuto verdaderamente teórico, en particular como ciencia del
discurso. Esta fase ha asumido con frecuencia la forma de crítica que analiza , describe y tal vez juzga un texto o un corpus en
concreto. También ha asumido la forma de historia literaria que reagrupa los fenómenos literarios, estableciendo entre ellos
vínculos sincrónicos y diacrónicos, o la forma de doctrinas literarias, o de poéticas, tanto normativas como descriptivas. ¿Por qué
en el seno de todo lo mencionado ha habido y hay que teorizar? ¿Cómo asume la teoría una existencia específica en relación con
su objeto, la literatura? Los estudios literarios han tardado en plantearse estas preguntas y en tratar de responderlas. Poco a
poco lo han ido haciendo bajo el impulso de las renovaciones que en el transcurso de los años cincuenta y sesenta se han
producido en el campo de las ciencias del hombre, y sobre todo en lingüística, en psicoanálisis y en antropología cultural. En su
momen-to, el estructuralismo fue un llamado al rigor en el análisis, pero también al distanciamiento entre el modelo de
búsqueda y los materiales que había que organizar. El espacio que de este modo se creaba ya era teórico en la medida en que
exigía por parte del sujeto del conocimiento una intervención metodológica consciente y transferencias conceptuales de
disciplina a disci-plina, pero también un esfuerzo de validación. En nuestra opinión, este últi-mo fue sobre todo el signo
anunciador de una era de reflexión teórica en materia de Literaturwissenschaft [Ciencia de la literatura). Esta reflexión se ha
esforzado por dar a las investigaciones literarias su metalenguaje propio y sistemas de notación homogéneos. Pero esta
reflexión tenía ante todo que revertir sobre el la misma, como así ha sido en la historia de las ciencias exactas, naturales y
humanas, a fin de interrogar su propia validez empezando, claro está, por la de sus experiencias pasadas. Esta fase ha
contrapuesto "teóricos" a "historiadores". Los primeros repro-chan a los segundos la naturaleza a veces positivista de sus
constataciones, de sus trabajos, y la fragilidad epistemológica de sus enunciados. Y los segundos reprochan a los primeros su
olvido aparente del carácter irreductiblemente único de la obra literaria en el tiempo. Entramos en la era de las teorías, que
nacen en contraposición con las prácti-cas, y a veces se convierten a su vez en prácticas y se esclerotizan en una definición.
Ahora bien, la teoría, si quiere permanecer viva, no ha de identificarse precisamente con una teoría, sino que ha de seguir
creando y renovando un espacio en el que la reflexión teórica se distancie, se objetivice y se universalice en relación con su
objeto.

Marc Angenot y otros, Teoría literaria 10-12.

Texto D.

La teoría en los estudios literarios no es una exposición de la naturaleza de la literatura o de los métodos para su estudio
(aunque estas cuestiones pertenecen a la teoría [...). Es un cuerpo de pensamiento y escritura cuyos límites son
extremadamente difíciles de definir. El filósofo Richard Rorty se refiere a un género nuevo, mixto, que comenzó en el siglo XIX:
"A partir de los días de Goethe, Macaulay, Carlyle y Emerson, se desarrolló una nueva clase de escritura que no es ni evaluación
de los méritos relativos de las producciones 'literarias, ni historia intelectual, ni filosofía moral, ni profecía social, sino todo esto
entremezclado como género nuevo". La denominación más conveniente para este género variado es, simplemente, teoría,
palabra que ha pasa-do a designar obras que desafían y reorientan el pensamiento en campos diferentes a aquellos a los que
aparentemente pertenecen. Esta es la explicación más simple de lo que hace que algo sea considerado como teoría. Las obras
de este tipo tienen efectos más allá de sus campos de origen. Esta explicación simple constituye una definición poco
satisfactoria pero parece captar lo que ha sucedido a partir de la década de 1960: los especialistas en estudios literarios
adoptaron escritos producidos fuera de su campo pues estos análisis del lenguaje, la mentalidad, la historia o. la cultura les
ofrecían explicaciones nuevas y persuasivas de cuestión es textuales y culturales. En este sentido, la teoría no es un conjunto de
métodos para el estudio de la literatura sino un grupo abierto de escritos sobre todo lo existente, desde los problemas más
técnicos de la filosofía académica hasta las cambiantes modalidades de hablar del cuerpo y de pensar en él. El género de la
"teoría" incluye obras de antropología, historia del arte, estudios cinematográficos, estudios de género, lingüística, filosofía,
teoría política, psicoanálisis, estudios de la ciencia, historia social e intelectual y sociología. Las obras en cuestión están unidas a
formulaciones de dichos campos, pero se convierten en "teoría" porque sus visiones o argumento tos son sugerentes o
productivos para gente que no estudia estas disciplinas. La s obras que se convierten en "teoría" ofrecen explicaciones que otros
pueden usar sobre el significado, la naturaleza y la cultura, el funcionamiento de la psiquis, las relaciones entre la experiencia
pública y la privada y entre las fuerzas históricas y la experiencia individual. Jonathan Cúler, Literary Theory 3-4.

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