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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARÍA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICO ADMINISTRATIVAS


ESCUELA PROFESIONAL DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

TAREA N°2: PRINCIPIOS


DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Por:
Nataly L. Molina Adriazola

AREQUIPA – PERÚ
2017
1. Reflexión sobre Carta desde el Desierto, desde los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia
Carta desde el Desierto es el testimonio de un misionero, que viaja a la región de Somalia,
África. Al llegar a Gode (una ciudad algo más accesible) comienza a darse cuenta de
ciertas carencias y problemas de las poblaciones: enfermedades, falta de higiene,
hambruna, falta de agua…
Al adentrarse aún más e ir a una zona prácticamente no accesible, llega al origen de tanta
enfermedad y la falta de calidad de vida de los habitantes: La falta de agua. La región se
encuentra en sequía total, hasta los animales y el ganado muere. Una ONG, con el
propósito e intención de ayudarlos busca darles agua, mas el agua está contaminada y
más que dar beneficios, genera más enfermedades.
¿Son estas personas carentes de dignidad? ¿Se demuestra la dignidad como persona a
través de esta calidad de vida? La dignidad de la persona es el primer principio de la
Doctrina Social de la Iglesia, además de ser el objeto y su finalidad. Es inalienable e
inherente, y suele estar reflejarse a través de la forma de vida. Si todos somos imagen de
Dios y por tanto tenemos la misma dignidad humana, por qué las personas de la zona
africana anteriormente mencionada no pueden vivir plena y satisfactoriamente, y menos
crecer como personas, en condiciones de igualdad al resto de nosotros.
El hablar de condiciones igualitarias de vida nos lleva al segundo principio de la Doctrina
Social: El Bien Común, es decir, los aspectos de la vida que nos lleven a encontrar plenitud,
llegar al logro de la perfección como sociedad, la cual está llamada a preocuparse por
este, siendo responsabilidad de todos. Sin embargo, Carta desde el Desierto nos muestra
una realidad totalmente distinta: la vida plena de algunos, quizás nuestra realidad propia,
y la vida de carencias de otros, como los son los habitantes del desierto. Comenzado por
el Gobierno de la zona, pasando por las comunidades cercanas, ONGs, misioneros, hasta
llegar a cada uno de nosotros, es que debería de haber no solo una preocupación, sino
acciones en pro de mejorar las condiciones de vida de nuestros iguales, no solamente los
que menciona en la Carta, sino también aquellos que están más cerca de nosotros y que
padecen de carencias parecidas, y que es incluso más accesible darles nuestro apoyo.
Al momento de comparar las realidades es que llegamos al tercer principio: El destino
Universal de los bienes. Todos somos iguales, por tanto, los bienes creados por Dios,
deberían llegar a nosotros de forma equitativa, quizás no igualitaria, pero sí repartida con
justicia y que permita que todos nos desarrollemos íntegramente. Evitando que el
progreso de unos no sea el obstáculo de otros.
En cuanto al principio de Subsidiaridad, propone la no centralización del poder. Las
sociedades más desarrolladas están llamadas a otorgar a las menores, las oportunidades
necesarias de crecimiento y desarrollo con cada acción que realiza. Cosa que no se ha
visto en Gode, pues las grandes potencias mundiales, por querer ser beneficiadas, son las
que explotan los recursos de las comunidades menores (tercer principio), ocasionando
pérdidas y perjuicios a su ambiente para luego desentenderse.
Finalmente, en cuanto a los dos últimos principios: La participación y la solidaridad, los
cuales a mi parecer van bastante ligados, nosotros como miembros de la sociedad
debemos participar en el logro de los objetivos que buscamos (como contribuir a la vida
cultural) para que así no se instauren los beneficios ocultos, como son fáciles de identificar
en el caso visto. La solidaridad es el fin y motivo primario de la organización social,
estando ligada a la interdependencia entre hombres y pueblos, la deuda de los hombres
con la sociedad. Esto quiere decir, es gracias a nosotros y la contaminación que hemos
generado problemas de este tipo en diferentes partes del mundo, generando
consecuencias que ponen en riesgo la vida de otros seres humanos ¡No podemos ser tan
indiferentes a esto! Si no hay cómo retroceder el tiempo y evitar la situación que se vive,
por lo menos debemos ayudar a reconstruir y mitigar las terribles consecuencias. Los
afectados no son solamente otros seres humanos con la misma dignidad que nosotros,
ni con los mismos derechos, son también la imagen viva de Dios.

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