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ECLIPSAMIENTOS

Diego de La Mattaz.
I

Remojar ecuaciones en aceite: ¡Este ha sido el


vicio de la humanidad hasta hoy!.

Mi deber es transgredirlo.
II

La locura precede la entrada en la inmortalidad.


III

Nunca hubiera podido percibir el recelo que me


ocasiona el acto de reflexionar sino hubiera sido
por el suplicio del que me expolia la reflexión en sí.
IV

El azar; el delirio de mi energía me ha llevado ante


él.
V

La decepción es en mí lo que las ruinas a la


libertad: un abuso de vitalidad.
VI

Quisiera ser abatido por el regocijo de una


demencia sagaz.
VII

La vida te recompensa con la locura sólo después


de un gran periodo de lucidez. Es la gratificación
del pesimismo.
VIII

La gente ordinaria hace de la necesidad del


fracaso el sustento de su vida.
IX

No existe acto más sublime que aprender a ignorar


lo que desde el nacimiento se ha aprendido. El
sustento de mi aprendizaje es el olvido.
X

Un lenguaje desterrado de su significado me


seduce más que cualquier mujer, ¿Acaso no a
todos?
XI

La caída corporal en las ramas de mi conciencia


se da en la eternidad de un instante.
XII

Egolatría ilimitada, caos inconsciente, locura


embriagante, sarcasmo subterráneo, pasión
delirante… el carácter de esta hembra atrofia mi
ecuación. Adoro la sutil ruina de mi razón.
XIII

Todo gran hombre ha sido en su vida un frenético


y peligroso ególatra para su persona.
XIV

Como los ecos, las maldiciones siempre habrán de


resonar…
XV

Es en el mayor éxtasis de la demencia cuando el


genio se complementa.
XVI

No hay acciones altruistas, sólo odios frustrados.


XVII

La vida es un idilio en oxidación.


XVIII

El aislamiento es lo más elevado a lo que el


orgullo puede aspirar.
XIX

Errar, inmóvil, en la vastedad estética del vacío,


acechado por los ocasos interminables de
silencios rasgados, por el fugaz desliz de
pensamientos eclipsados.
XX

El engaño es la manera más sofisticada que se


considera para decir la verdad.
XXI

El trance que disgrega al ser humano del clamor


por la verdad, elevando el culto a la insolencia más
allá de sus confines contradictorios, debe incluso
dilacerar nuestro propio espíritu; nuestra
inmanente enfermedad de obscura transgresión
sarcástica.
XXII

La ironía; un dilatado trastorno del espíritu


insomne.
XXIII

La sabiduría es un subterráneo desierto de errores


en el que desgastadas estructuras de solemne
egolatría retienen nuestra respiración. Quienes
perecen se hacen llamar filósofos. Quienes
perduran; terroristas filosóficos.
XXIV

Morir convulsionado de ácida hilaridad…


XXV

La enfermedad; sueño triturable que dialoga la


creación de una revolución espiritual.
XXVI

La soledad es una orgía estética de latente


vagabundez intelectual.
XXVII

La amputación de la música sólo es efectiva


cuando la causa el bramido de un inconsolable
dios suicida.
XXVIII

No se puede tener lástima de los hombres sin


haber antes descubierto las carencias de su dios.
XXIX

La poesía; el ruido que rueda en un exilio de


silencios.
XXX

La estética esquizofrénica de la que vegeta el caos


prolongando la discontinua meditación sobre el
espíritu insomne; mi auténtica motivación errante.
XXXI

Se debe eliminar el lenguaje si deseamos


conservar nuestros pensamientos.
XXXII

Jamás se debe sentir condescendencia por el


soberbiamente persuasivo espectáculo de la
discapacidad.
XXXIII

El poder es el único narcótico que se obsesiona


por la destrucción…del polvo.
XXXIV

Si el polvo fuera un lenguaje que pudiéramos


interpretar, ¿Quién tendría el atrevimiento de ser
analfabeto?.
XXXV

Un momento después de haber dejado el exilio…


¿es que acaso se puede vivir sin Él?, es más,
¿alguien puede evitar el deseo de querer morir en
ÉL?, o incluso, ¿quién ha tenido el valor de
exiliarse en sí mismo?.
XXXVI

Con cuanto deleite descendería al infierno…


¡Elevándome!, pero, ¿bajo qué descaro me
arrojaría a la tierra? Este es el auténtico conflicto
en dios.
XXXVII

Quisiera enlodar mi conciencia de ideales puros.


XXXVIII

A la locura jamás se le dejará de ver de reojo: es


esta carencia, la de una vital fortaleza frente a una
infinita caída horizontal, por lo que el ser humano
vuelve su mirada a dios.
XXXIX

Únicamente pueden tener miedo a la muerte los


que han tenido miedo de vivir, y sólo quien es
incapaz de aprender a saber morir a tiempo puede
tener miedo de vivir.
XL

La locura insomne es agresivamente elitista, pues


sólo a los genios se ofrece como un
enfermizamente profundo estado natural.
XLI

Si pudiera meditar inclinado… ¿tendría la fortaleza


requerida para escribir eso que he pensado?.
XLII

¡Ir más allá de la locura insomne y ser asimilado


por el pensamiento impar! Es este el único reactivo
de mi vitalidad, es este devastador sentimiento el
que persigo en la vastedad de una reflexión, es
este el placer estético de un vómito matemático.
XLIII

La autodestrucción de la humanidad comienza con


un pensamiento par, Principio-fin, y vuelve a
comenzar con un pensamiento impar.
XLIV

La inspiración es un trastorno que surge de las


ruinas indestructibles del subterráneo deseo de
transgredir. Psicología que oscila entre el delirio y
la solemnidad de un aliento afilado.
XLV

La mirada de una mujer sólo me puede cautivar


cuando posee la bella expresión de una aislada
perdición.
XLVI

¡Jamás dejar de eclipsarnos sobre nuestro espíritu


insomne, pues sólo la oscilación entre el deleite y
la locura nos hará enfermos inmortales!.
XLVII

Mi espíritu insomne aspira únicamente a algo:


sumergirse en el error de un instante aislado.
XLVIII

¡Que conmiserativo es un hombre consigo mismo


cuando cesa de eludir la fatalidad de sus
prematuros instantes trastornados!.
XLIX

La más grandiosa desventaja del ser humano


consiste en que sólo se muere por enfermedad,
cuando lo ideal sería morir por exceso de
enfermedad; por una saturación de desequilibrios
espirituales.
L

Mi muerte está ya destinada a una inmortalidad


ambulante y mi vida lo está… de nada.
LI

“Que el universo se derrumbe, pero que me dejen


terminar mi taza de té” Dostoievski.

Ahora todo está claro; el pesimismo y la insolencia


serán los ejes oxidados de mi existencia inmóvil.
LII

León Chestov, un authentique ideologue de la


decadence, me ha revelado mi más subterránea
pasión: el cultivo del error.
LIII

Meditar acerca de la Nada es tan


devastadoramente bello que incluso amerita la
creación de su propia estética.
LIV

Estoy psicológicamente desequilibrado,


filosóficamente subterráneo y poéticamente
desilusionado: estoy en el cenit de la más insomne
genialidad.
LV

El aspecto disfuncional de la melancolía reside en


la infalible equivocación de excederla en el
anonimato.
LVI

El culto al error es consecuencia de violentas


convulsiones intelectuales.
LVII

No es sino esa olvidada facultad de vagar en la


enfermedad lo que genera al espíritu insomne, lo
que proyecta las distracciones de una melancolía
por lo subterráneo.
LVIII

Si se demostrara del vacío su inmovilidad, de


cualquier forma me arrojaría a convulsionarme en
ÉL.
LIX

En esencia, el eco de un error posee mayor


vitalidad estética que la imagen de un cristo
amputado… en la cruz.
LX

No manifiesta la escisión de nuestra capacidad de


burla el grito de una carcajada, sino su
extenuación.
LXI

No es que tenga una visión pesimista, tan sólo


evoco mi más devastadores y contradictorios
sentimientos.
LXII

De todos los más allá, el del insomnio es el único


generado por fragmentos de éxtasis en ruinas.
LXIII

Estoy condenado a las equivocaciones de


insomnios intemporales, a errar en el vacío de la
libertad.
LXIV

Filósofo: ser que ha caído fuera de la enfermedad


de meditar.
LXV

… en los silencios requeridos por nuestras más


clamorosas obsesiones, en los destellos de
matices obscuros, en los trayectos malditos de
experiencia inmóvil… Es en estos sitios donde
surge nuestra más atrofiada humanidad, nuestra
más exasperante deleitación.
LXVI

El culto a la melancolía se rinde mediante los


deleites discontinuos de errores retardados.
LXVII

Es característico del ser humano el error, mas el


cultivo del error sólo es propio del espíritu
insomne.
LXVIII

No existe deleitación más transgresiva que la


caída horizontal, desde nuestros trayectos
decadentes e indefinidos, a la voluptuosidad de
ese subterráneo delirio de errores cultivados que
es el azar, pues sólo lo que tiene su origen en
fragmentos de instantes inmóviles puede
arrojarnos a los excesos que florecen sobre las
ruinas.
LXIX

La magnanimidad del aislamiento consiste en que


nos induce a errar en el caos de un oasis
melancólico.
LXX

En el desliz vehemente de silencios humillados


convalece el vestigio de los éxtasis de la Nada;
inspiración de todo insomnio.
LXXI

Bastaría toda una vida para presentir la vitalidad,


pero sólo se requiere de un instante de expresión
insomne para rendirle nuestro último y más
dilatado elogio.
LXXII

Cuando mi pusilanimidad se ausenta, asilos


mentales me visualizo allanar.
LXXIII

Si del espíritu jamás surgiera una enfermedad, me


sería suficiente con cultivar la matriz de mis
trastornos.
LXXIV

No sería de mal gusto que cualquiera se jactara de


ser egoísta, sería simplemente la ausencia de él.
LXXV

El insomnio; locura de una inexistencia en peligro


de extinción.
LXXVI

De nuestra pasión al aislamiento jamás dejaran de


emanar esas bellas descomposiciones de la razón,
esos frenéticos adagios de breve inmortalidad.
LXXVII

La razón; frívola cortesana de la conciencia.


LXXVIII

¿Revolución?, ¡Qué importa ella a nosotros!.

Cuando un espíritu posee las fuerzas vibrantes


para errar en un exilio introspectivo, cuando la
voluntad enferma germina en la expresión
subterránea de trastocadas caídas, cuando del
complemento de la carne herida y el espíritu
insomne surge la más apasionante contradicción,
cuando el universo ha sido asimilado por la
cosmopolita ninguna-parte, cuando el simbolismo
solar eclipsa desde las vísceras a nuestras
obsesiones enloquecidas, cuando se han
extraviado nuestros deseos en la desesperación
de uno solo, cuando la inmortalidad en sí misma
se lentifica en los instantes, cuando la estática del
egoísmo desequilibra las pasiones de danzas
fragmentadas.

Cuando esto ha ocurrido, el exterior se disuelve.


LXXIX

Estoy destinado al azar de la contradicción, a ese


revolotear de imágenes precipitadas a los
elevados confines de la atemporalidad, a esas
precipitaciones sin vértigo, pero aun así violentas y
agresivas.
LXXX

Desde el momento en que la contradicción existió,


dejo de ser contradictoria; pero desde que se aisló
en un individuo, a él lo saturo de su fragancia más
inmemorialmente elemental.
LXXXI

He transitado por todos los estados de ánimo y en


la ausencia de ellos he encontrado mi más
paroxístico ánimo: desolación convertida en
estética disgregante.
LXXXII

¡Revivificarlo todo, excederlo todo, aislarlo todo!.


En sí: cortejar la Nada.
LXXXIII

No hay nada más apasionante que la Nada, que la


sonoridad intoxicante de sus danzas.
LXXXIV

Una vez que se percibe la violencia con que


emanan las revoluciones egoístas en nuestras
vísceras, ya no se puede ser parte de las
exteriores.
LXXXV

Ser revolucionario en la introspección: presagio de


un universo en derrumbe.
LXXXVI

El arte NO puede ser parte de una revolución. EL


ARTE ES REVOLUCION. Y en esta revolución no
existe el destierro terrenal, pues habiendo un
subsuelo espiritual, el mundano es destruido; el
mundano levita en la atmósfera de lo insustancial y
a su vez, y contrariamente, el espiritual lo hace en
el vacío.

De la expresión humana emanan los obstáculos


de sus propios deseos, de la expresión humana
insomne también, pero las dificultades de este arte
noctámbulo exaltan a nuestro ser; inmovilizándolo.
Esta es la diferencia entre el arte que es parte de
la revolución y el otro, el periférico, que ES
revolución.

Ahora bien, ¿Qué habría sido de este arte, errante


en lo oculto de la inmortalidad, de no haber tenido
al egoísmo como aliado? Desde que en la
perpetuidad del egoísmo se ha asentado el arte, la
locura surge en la historia como una desviación
intelectual.

¡Egoísmo!, sin el no habría trascendencia alguna,


sin el no habría creación alguna, sin el no habría
existencia alguna. Mi espíritu se revuelca en
desproporción, ¿efecto o causa? Ambos se
separan de él. ¡Poetas, filósofos, músicos,
pintores, cineastas!, ¿Cómo habrían podido
trastornar a un individuo si no se hubieran
entregado al egoísmo… por amor?

El arte está ausente cuando no hay rastros de


vísceras alrededor; y de ellas, frágil intoxicación
nos empapa si han muerto enloquecidas.
LXXXVII

Es en la brevedad que existe la auténtica


inmortalidad; esa que se extingue en el anonimato
de la impercepción.
LXXXVIII

Desde que el vacío ha asimilado las


inflorescencias de la obscuridad, frutos malditos
nos atragantan de dulce melancolía.
LXXXIX

Roer el insomnio para no morir de hambre


espiritual.
XC

Desecharnos en el vacío para no experimentar


éxtasis, sino ser éxtasis; ser disgregación de
fuerzas esparcidas en los deleites del espacio.
XCI

Quisiera incendiar la enfermedad del espíritu para


así sumergirme en los océanos de la antigüedad.
XCII

Amo la enfermedad, ella ralentiza el frenesí de la


inmortalidad exiliada en los instantes.
XCIII

Sepulcro… ¿Qué caso labrar en piedra lo que el


ser humano labró toda su vida?.
XCIV

No soy ególatra con los demás, eso sería un


exceso de piedad. Pues ¿Quién le ha dicho a la
humanidad que tiene derecho a elogiar mi máxima
virtud?.

¡Vaya! Dije humanidad, debí de haber dicho


universo.
XCV

“…el haber aprendido a odiar con la razón lo que


ya odiaba por instinto” Monbron.

En efecto, este ilustre atenuó sus fuerzas, de otro


modo habría sucumbido ante tanta tenacidad.
XCVI

Toda revolución requiere de seres humanos


exiliados, mas si el exilio es espiritual; cada aliento
es revolución.
XCVII

Creo en la egolatría y, de no ser por ella misma, le


rendiría tributos. Pero ¿No es ya esta creencia lo
menos perfecta?.
XCVIII

Pensar es una enfermedad, pero sólo así se


alcanza la verdad.
XCIX

Un ser humano aislado ya sólo puede pernoctar en


el desprecio, pues ¿Qué hay después del exceso
sino una exhalación de odio?. Odio a saber que,
tras haber alcanzado los límites de la existencia,
viviremos fuera de ellos. ¿Por qué es tan
complejo, riguroso, simétrico, abstracto y
sistemático respirar aquí, en esta existencia
indigente?. Esta misantropía hacia el ser humano,
esta inexorable irritación hacia el universo, ¿Qué
es lo que presagia?, ¿Cuál será su efecto?. De
este germen despreciable madurará la agresiva
pasión por agrietar el pensamiento, haciendo fluir
en ellas, sus hendiduras, truenos guillotinados.
C

Al margen del egoísmo no existe la libertad.


CI

Reflexionar sobre el egoísmo es un vicio menor de


lo que es la reflexión en sí.
CII

No es tanto degustar el valor del egoísmo, mas


bien es remover ahí, insípida acidez, toda
sensación.
CIII

En la perfidia al egoísmo el ser humano decapitará


su creación.
CIV

¡Perpetuarme en la glorificación de la egolatría!.


CV

Lo imperfecto no es la sublimación de la
perfección, es simplemente su virtud.
CVI

Ser incluso incapaces de compartir nuestro


egoísmo…
CVII

La naturaleza maltratada suscito al lenguaje.


CVIII

La vida errante es el adagio de la inmovilidad.


CIX

De impurezas se perfeccionan las virtudes.


CX

El egoísmo cae del subsuelo como en las batallas


de los deseos la enfermedad.
CXI

La existencia es la máxima enfermedad espiritual.


CXII

El espíritu se vomitó para condescender al mal.


CXIII

El error es la verdad descongelada.


CXIV

La filosofía es la espiritualización del mal en el


error.
CXV

El arte debe inducirnos a un trance esquizofrénico,


debe fragmentarnos en nuestro más íntimo y
obscuro error; pues es él, el arte, el que surge
siempre de trastornos colapsados, de
enfermedades errantes, de vitalidades
decadentes…
CXVI

En las ruinas de un exilio introspectivo está el


origen de la expresión.
CXVII

El arte se manifiesta solamente cuando nos


encontramos exiliados en el error.
CXVIII

¡Eclipsarnos en el arte mediante el cultivo del


error!.
CXIX

Mi destino: abismarme en un exilio introspectivo.


CXX

¡Revolcarnos a carcajadas en las ruinas de la


obscuridad!.
CXXI

¡Dichosos aquellos que encuentran en la


enfermedad su eclipsamiento!.
CXXII

El amor; ese éxtasis de ruina y enfermedad,


¡Perturbación de nuestros más subterráneos
deleites!.
CXXIII

Schopenhauer, con ese sagaz espíritu que lo


caracterizaba, lo supo mejor que nadie Todo
querer es un error… ¡Ahora comprendo el porqué
de la perpetuación de la vida en los interminables
deseos del ser humano!.
CXXIV

La obscuridad; ese abismo de carne enferma que,


arrastrados por el insomnio, golpeamos con
nuestro llanto.
CXXV

La música más auténtica es la que desinterpreta el


silencio.
CXXVI

Debemos vivir para la inmanifestación, y el error


es el erial más genuino para cultivarnos.
CXXVII

La naturaleza es obscura, y a ella nos extravía el


error.
CXXVIII

Fragmentación: atmósfera inclinada del errar


orgánico e inorgánico, quiero decir,
inmanifestación y poesía. Un par morirá para lo
impar.
CXXIX

¡Ya no poder vivir más que en los instantes


fragmentados!.
CXXX

Es en los abismos del espíritu donde tiene lugar la


más enferma elevación, y que es la única digna de
orgullo.
CXXXI

De las grietas del viento cae la sangre afilada de lo


inmortal.
CXXXII

Rasparme con el viento… ¡Que el viento arañe!.


CXXXIII

Esta noche, entre la tempestad de las tinieblas, he


visto la decapitación del espíritu… sus
decapitaciones. Ya en sus olas de sangre flotan
las garras de jaguares perdidos y los aguijones de
escorpiones congelados. ¿Cómo deslizarse en las
heridas del tiempo? Es verdad lo que digo: el
pensamiento es quien más acuchilla a la vida; esa
que reposa en el filo de los deseos…
CXXXIV

El Error es un músculo espiritual, y es de la


tenacidad de este músculo de la que emana y se
sostiene la vida.

¿Cual ha sido el origen de este Error? El vacío


desnudo expuesto a las fuerzas, luminosas en
obscuridad, de soles muertos. Tal vez debiera
decir de universos con extremidades
evolucionando hacia su esencia. Esencia que el
tiempo ha destazado, pero son los trozos, los
retazos de esta esencia de la que surge el espíritu
erróneo.

Ahora bien, ¿Cómo evitar el no sumergirnos,


oscilando, en éste subterráneo oasis de errores?,
¿Cómo ser indiferentes ante ésta belleza inmóvil
en la enfermedad?, ¿Cómo no desintegrarnos en
la compacta inmortalidad de nuestras fuerzas?.

He dicho que el Error es un músculo espiritual,


debo agregar que de este viento convulsionado,
en el estar golpeado reside su efectividad, la
efectividad de la que caen gotas esquizofrénicas, y
que el roce, tan solo el roce con nuestro pelaje, de
una de ellas, tan solo el roce con una gota, nos
haría perecer.

Goteos de fuego salpicados de gritos; clima idóneo


para el Cultivo del Error. ¿Quién no ha sido
salpicado por la rabia de esta maldición?.
Maldición exenta de la muerte, maldición
destinada a errar en el azar de la inmortalidad. ¡El
Error! Sí, el Error es característico del ser humano
y el cultivo del error es característico del…

Pero, ¿Por qué el espíritu se ha eclosionado


proyectándose en el zumbido de un solo músculo?
Y no sólo eso, sino un músculo enfermo, es decir,
un músculo sobreviviente en el vacío, en polvo
enloquecido por sus violentas fuerzas inactivas.

Si el Error no hubiera percibido su egolatría,


¿Acaso podría seguir jactándose de ser el
cortesano de la inmovilidad, de ser ese
desplazamiento inmanente a una psicología
animal, de ser el deterioro del dolor excedido en
nuestra más pusilánime ferocidad, de ser un
océano de sarcasmo visible en la obscuridad, de
ser la última fuerza del plumaje en el lenguaje de
la agresividad, de ser el vestigio de las ruinas de la
eternidad, de ser la sabiduría en la ausencia de
temporalidad, de ser la brevedad prolongada en la
discontinuidad del azar, de ser la vehemencia de
la carcajada de un silencio en su obscenidad?.

Sí, aunque el Error no hubiera percibido su


egolatría, podría seguir siendo soberbio en
magnanimidad, pues el Error es egolatría mojada
de espiritualidad.

¡Socavar la humedad del Error!


…espiritualidad disecada en la obscuridad.
CXXXV

El espíritu es el órgano en el que fluyen los


errores. ¿No lo dijo ya Artaud? El espíritu y la
carne NO son opuestos, no existe contrariedad
alguna, pues son una fuerza única.

Es de ésta fuerza única, de éste espíritu escupidor


de sonidos, de la que brota La Sabiduría del Error
y que es la que nos absorbe en sus vítreas
entrañas, abandonándonos a las ruinas de una
energía oculta, de una potencia vital.

La Sabiduría del Error no es un huésped del


intelecto; es el abyecto intruso del desperdicio de
un impulso, y que, no sobra decirlo, quiere
traspasarlo como lo hacen las flechas del viento en
las alas enfermas de una libélula, en la espuma de
una maldición hirviendo, en las esferas de las
vegetaciones muertas, quiero decir, en las
cicatrices del vacío.
Este traspaso, en sí, quiere arrastrarnos en el
charco sangriento del regocijo de un ideal.
CXXXVI

Un eclipse de Error haría en los vértigos florecer


una inundación de colores envueltos en un pétalo
de obscuridad.
CXXXVII

Decir que padecemos una enfermedad espiritual


equivale a decir que del espíritu hemos encontrado
su sótano carnoso más sustancial.
CXXXVIII

¡He destazado el universo por gatear en el vicio de


la espiritualidad!.
CXXXIX

En la anatomía del espíritu, la zona del corazón


siempre es allanada por la miseria.
CXL

En mi trayecto a la desesperación, el infierno me


ha ofrecido los nervios de una náusea
diseccionada, desde entonces mi espíritu me
impide alejarme de mí mismo, es decir, de una
vitalidad encarnada.
CXLI

Debajo del hedonismo de la negación, la musa de


mi insomnio me sutura con su visión.
CXLII

…la inmortalidad en el arte,


¿Quién ha dicho que se debe morir para ser
inmortal?
Soy inmortal en la brevedad.
CXLIII

El léxico de un materialismo espiritual…


¡Evanecer la expresión para generar la poética del
vacío!

Deslexicalizar el universo…
Desmantelar el vacío…
Desindividualizar el individuo…
Degollar el espíritu…

En sí, potenciar la inmovilidad.

Del eclipsamiento de la poesía surgirá la partícula


de éste último universo masticado; partícula de
una poética del vacío.

¡Despoetizar un insecto espiritual!


CXLIV

Debemos arrancar las costras de nuestro espíritu


para, en sus heridas, presenciar el colapso de
nuestro aniquilamiento epiléptico.
CXLV

¡Basta de Manifiestos!
Me manifiesto, es decir, me sublevo contra mis
vísceras.
¡Basta!
¡ES DESTIEMPO PARA INMANIFESTARNOS!
Es destiempo para la Época Inmanifiesta
Es destiempo para sublevarnos…

NO CONTRA LAS VÍSCERAS


NO CONTRA NUESTRAS VÍSCERAS
NO EN LAS VÍSCERAS
NO EN NUESTRAS VÍSCERAS

Es destiempo para sublevarnos, ser vísceras, en el


insomnio del espíritu.

¡Es destiempo para desuniversalizar el eco


paralítico de un insecto inexistente!
Se debe entender esto:
La época de la escritura como expresión
espiritual,
La época de la manifestación del espíritu a través
de la poesía,
La época íntimo-afectiva…

Todas han muerto.

Quiero decir; Toda poesía que no surja desde este


instante;

En el error de este instante;


En el aislamiento de este error;
En el insomnio de este aislamiento;
En el exilio de este insomnio;
En el espíritu de este exilio;
En la víscera de este espíritu;
En el eco de esta víscera;
En la parálisis de este eco;
En el pelaje de esta parálisis;
En el aullido de este pelaje;
En la inmovilidad de este aullido;
En el desliz de esta inmovilidad;
En la fuerza de este desliz…

Toda poesía que no surja desde esto,


También ha muerto si no surge en esto.

No es cuestión de ser aforistas, poetas, filósofos,


músicos, artistas, terroristas… e inmanifestarnos,
es cuestión de Ser aforismo... e inmanifestarnos.

¡Inmanifestarnos en el Ser aforismo!

Estar en ninguna-parte del No-ser…


¡Basta!
Es destiempo de Ser Ninguna-parte del No-ser …

El universo de esta inmanifestación debe


despellejar el decrépito codo del espíritu post-
moderno, el vello de la víscera del Error debe
hacerlo. Y es en este inmóvil revoloteo del vello de
la víscera del Error donde me veo convulsionarme,
es decir, donde la pausa poética despoetizante de
la poesía surge.

Este Error-insecto que devora al espíritu caníbal…


CXLVI

Así como en el apogeo de su lujuria una espuma


se despelleja de crueldad, la carne no lo hace, la
carne no se despelleja de crueldad, y al no
hacerlo, una orgía con el espíritu da origen a esa
peste subterránea de una energía inactiva
elemental, es decir, la estética del vacío.
CXLVII

Existo yo, es decir, el universo debe perecer.


CXLVIII

Quisiera que por la egolatría de una gota la


naturaleza mendigara una clemencia
intrascendental.
CXLIX

Soy un Esteta del Error, esos inmóviles


vagabundeos en las ruinas de mis deseos lo
pueden confirmar.
CL

“Vivir: especializarse en el error” Cioran.

En la debacle hacia el Error, ¡Que digo!, en esa


debacle que es el Error existen la burla trepidante,
el sarcasmo danzante, la ironía serpenteante, y el
más importante, ese que aglutina a todos: silencio
crepitante.

Esta mística balbuceante carece de espiritualidad,


mas es en esa carencia donde advirtió al espíritu,
es mejor decir, su espíritu; tirado, abandonado,
insultado, pateado, salpicado… Así lo encontró,
convaleciente como un perro desaliñado tras
haber cepillado sus dientes con un fango de
carroña.

El espíritu convaleciente resurge de la enfermedad


para de ésta manera ser enfermedad, ser el
órgano de la vitalidad.
Ahora bien, habiendo admitido esto: la
enfermedad es el órgano de la vitalidad en el que
deambula el error. Podemos entonces
atragantarnos con su ristra humorística.

Su humor, el del espíritu erróneo, es de carácter


maldito, ya no se manifiesta devorando, sino
devorándose. Sin embargo, tal vez sea este su
único atributo, devorarse, pero, ¿Por qué devorar
el universo, así, recostados, cuando nuestro
humor se devora con devoción?.

Este humor esta hastiado de expresarse, siente


una férrea aversión a la expresión, y es por ello
que se inmanifiesta triturando cada elogio de
corrosión. Ya no necesita expresarse, pues ahora
es expresión.

La burla trepidante es aquella…


El sarcasmo danzante es aquel…
La ironía serpenteante es aquella…

Dos aquellas y un aquel = silencio crepitante.

¡Cuántas épocas sucumbirán a su encanto!


Encanto fúnebre, pero aun así encanto.
CLI

La vida es un Error, es por esto que debemos


vivirla, incorrigiéndonos en cada colapso, es decir,
inmanifestándonos en la expresión.
CLII

En la plenitud del Error, los conflictos del espíritu


adquieren un intenso ardor de veleidad.
CLIII

Hay que decirlo: las palabras expresadas en un


ánimo insomne adquieren un espesor que en
intensidad superan a los rayos de un sol muerto.
CLIV

Únicamente cuando amas experimentas los


éxtasis del sufrimiento.
CLV

¡Maldito insomnio!, ah ¿Cómo dejar de


retorcernos en esta ebria cascada?.
CLVI

El pensamiento es fecundo en aquellos que han


presentido la descomposición de su vida.
CLVII

Sufrir es derramar una lágrima inagotable; y


amar… bueno, amar es tan sólo besar aquel mar.
CLVIII

La enfermedad es la creación poética de una


exiliada vitalidad espiritual.

Diego de La Mattaz.

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