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AMAR: PERDONANDO, RESTAURANDO, SOPORTANDO, NO JUZGANDO NI CONDENANDO,

Deberes de los amos o jefes


Y ustedes, amos, correspondan a esta actitud de sus esclavos, dejando de
amenazarlos. Recuerden que tanto ellos como ustedes tienen un mismo Amo en el
cielo, y que con él no hay favoritismos.
(Efesios 6:9)

A los amos o jefes les dice que deben tomar en cuenta la nueva actitud de
sus esclavos y hermanos en la fe. Hay que recordar el valor que Dios nos da
y cuánto nos ama a todos seamos siervos o amos. En esa época, esto
requería bastante esfuerzo, un cambio de mentalidad para mirar al otro
como un ser humano amado por Dios y creado a su imagen.

Los jefes no deben amenazar ni insinuar la intención de causar daño a sus


siervos. Pablo les recuerda a los amos cristianos que ellos también están
bajo la autoridad de Dios y que él nos ve a todos iguales. La justicia y el amor
de Dios son para todos y él desea que tratemos a todos los demás de forma
justa y con amabilidad.

A los ojos del Señor todos somos valiosos. Jesús murió en la cruz por amor a
los padres, a los hijos, a los siervos, a los amos, y por amor a toda la
humanidad. No menospreciemos a nadie, tratemos a todos con respeto y
con honra. Permitamos que el Espíritu Santo transforme nuestros corazones
y nos ayude a ver a los demás tal como Dios los ve.

Este capítulo de Efesios continúa hablando sobre la armadura de Dios y lo


importante que es saber para qué sirve y cómo usarla. Cuando vivimos
llenos y guiados por el Espíritu Santo vemos a los demás desde la
perspectiva de Dios y también nos encontramos mejor preparados para
hacer frente a los retos diarios y a la guerra espiritual.

¿Cómo deberíamos tratar al prójimo?

“Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, háganles de igual manera a ellos.” (LUC.
6:31.)

1, 2. a) ¿Qué es el Sermón del Monte? b) ¿Qué analizaremos en este artículo y en el siguiente?

JESUCRISTO fue, sin lugar a dudas, el Gran Maestro. Cuando sus enemigos religiosos enviaron
guardias a arrestarlo, estos regresaron con las manos vacías y dijeron: “Jamás ha hablado otro
hombre así” (Juan 7:32, 45, 46). Uno de los discursos más destacados de Jesús fue el Sermón del
Monte, que se encuentra en los capítulos 5 a 7 del Evangelio de Mateo. En Lucas 6:20-49 leemos
información similar.*
2
Quizás la porción más conocida de dicho sermón sea la llamada Regla de Oro. Esta regla muestra
la forma en que debemos tratar al prójimo: “Así como quieren que los hombres les hagan a
ustedes, háganles de igual manera a ellos” (Luc. 6:31). ¡Y cuántas cosas buenas hizo Jesús por la
gente! Curó a los enfermos y hasta resucitó a los muertos. Pero sobre todo, predicó las buenas
nuevas, y quienes las aceptaron recibieron la mayor de las bendiciones (léase Lucas 7:20-22). Los
testigos de Jehová también predicamos las buenas nuevas del Reino, y eso nos produce gran
satisfacción (Mat. 24:14; 28:19, 20). En este artículo y en el siguiente analizaremos lo que Jesús
dijo acerca de dicha labor, así como otros puntos del Sermón del Monte que muestran cómo
debemos tratar al prójimo.

Seamos apacibles

3. ¿Qué implica ser apacible?


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Jesús dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra” (Mat. 5:5).
Según las Escrituras, la apacibilidad no es en absoluto una debilidad. Ser apacible implica ser
manso, dócil y amable, pues así nos lo manda Dios. Tal actitud se manifiesta en nuestra relación
con quienes nos rodean. Por ejemplo, la persona apacible ‘no devuelve mal por mal a nadie’
(Rom. 12:17-19).

4. ¿Por qué son felices los de genio apacible?


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Los de genio apacible son felices porque “heredarán la tierra”. Jesús, que es “de genio apacible y
humilde de corazón”, fue nombrado “heredero de todas las cosas”. Por eso es el principal
Heredero de la Tierra, aquel que la gobernará (Mat. 11:29; Heb. 1:2; Sal. 2:8). Pero no será el
único. La Biblia predijo que habrá otros gobernantes en el Reino celestial aparte del “hijo del
hombre” (Dan. 7:13, 14, 21, 22, 27). Se trata de 144.000 cristianos ungidos, que también
demuestran apacibilidad. Estos son los llamados “coherederos con Cristo” (Rom. 8:16, 17; Rev.
14:1). Habrá, además, otras personas apacibles que recibirán vida eterna en la Tierra bajo el Reino
(Sal. 37:11).

5. ¿Qué logramos cuando imitamos la apacibilidad de Cristo?


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Si tratamos con rudeza a los hermanos, seguramente se cansarán de nosotros y terminarán por
evitarnos. En cambio, si imitamos la apacibilidad de Jesús, se sentirán atraídos por nuestra
personalidad agradable y edificante. La apacibilidad es parte del fruto que el espíritu de Dios
produce en quienes viven y andan por dicho espíritu (léase Gálatas 5:22-25). ¿Verdad que todos
deseamos estar entre las personas apacibles a quienes Jehová guía mediante su fuerza activa?

¡Qué felices son los misericordiosos!

6. ¿Qué notables cualidades distinguen a “los misericordiosos”?


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En su Sermón del Monte, Jesús también mencionó lo siguiente: “Felices son los misericordiosos,
puesto que a ellos se les mostrará misericordia” (Mat. 5:7). “Los misericordiosos” sienten ternura
y compasión por los desfavorecidos y los tratan con consideración. Jesús alivió milagrosamente el
sufrimiento de las personas porque se sintió “enternecido” y “se compadeció” de ellas (Mat.
14:14; 20:34). La compasión y la consideración también nos impulsan a nosotros a actuar con
misericordia (Sant. 2:13).

Cuando veamos a una persona en dificultades no importándonos de que índole son, es el


momento de ser movidos a misericordia, pues Dios no envía a Sus hijos (Heredero y coherederos)
a condenar sino a salvar
movidos a misericordia no implica la opinión de nuestro yo pues se supone que está muerto.
Implica lo que Dios piensa y dice a través de la presencia de Su espíritu en nosotros con quien
formamos un equipo:

1. Sus hijos, persuadimos con Su palabra y nuestra fe


2. El Espíritu Santo, convence a la persona de que está equivocada
 Como pecadores no hijos, para recibirle como Señor y Salvador y corregir lo que
hemos hecho mal
 Como hijos pecadores, para corregir lo que aún hacemos mal.

En ambos casos, un hijo de Dios guía al arrepentimiento (tiene que ver el E/S en el hijo de Dios).
La palabra enseña, redarguye, corrige e instruye para justicia de acuerdo a los dos casos.
y el E/S convence de la equivocación y pecado en el hombre.

7. ¿Qué hizo Jesús movido por la compasión?


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En una ocasión, Jesús decidió tomar un descanso. Sin embargo, al ver que una muchedumbre
había ido a buscarlo, “se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor”, y “comenzó a
enseñarles muchas cosas” (Mar. 6:34). De igual modo, nosotros le hablamos a la gente acerca del
Reino y de la gran misericordia de Dios. ¡Y qué contentos nos sentimos de poder hacerlo!

8. ¿Por qué son felices los misericordiosos?


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Los misericordiosos son felices porque a ellos también “se les mostrará misericordia”. Cuando
tratamos a las demás personas con misericordia, normalmente recibimos la misma respuesta de
ellas (Luc. 6:38). Además, Jesús dijo: “Si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial
también los perdonará a ustedes” (Mat. 6:14). Solo los misericordiosos tienen la dicha de que
Jehová les perdone los pecados y les conceda su favor.

¿Por qué son felices “los pacíficos”?

9. ¿Qué haremos si somos pacíficos?


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Jesús se refirió a otra cualidad que produce felicidad cuando dijo: “Felices son los pacíficos,
puesto que a ellos se les llamará ‘hijos de Dios’” (Mat. 5:9). La palabra griega que aquí se traduce
“pacíficos” significa literalmente “pacificadores”, es decir, personas que promueven la paz.
Si tenemos esta cualidad, no haremos nada que “[separe] a los que se han familiarizado entre sí”,
como difundir calumnias, y tampoco toleraremos que otros lo hagan (Pro. 16:28). Promoveremos
la paz de palabra y obra, tanto dentro como fuera de la congregación (Heb. 12:14). Pero, sobre
todo, nos esforzaremos al máximo por estar en paz con Jehová (léase 1 Pedro 3:10-12).

10. ¿Por qué son felices “los pacíficos”?


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Jesús dijo que “los pacíficos” son felices porque “se les llamará ‘hijos de Dios’”. Por su fe en
Jesús, a los ungidos se les otorga el privilegio de “llegar a ser hijos de Dios” (Juan 1:12; 1 Ped.
2:24). ¿Y qué hay del pacífico grupo de las “otras ovejas”? Pues bien, Jesús será su “Padre Eterno”
durante el Reinado de Mil Años, período en el cual gobernará desde los cielos junto con sus
coherederos (Juan 10:14, 16; Isa. 9:6; Rev. 20:6). Al final del Milenio, los pacíficos habitantes de la
Tierra llegarán a ser hijos de Dios en todo el sentido de la expresión (1 Cor. 15:27, 28).

11. ¿Cómo trataremos a los demás si dejamos que “la sabiduría de arriba” nos guíe?
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Para tener una relación íntima con Jehová, “el Dios de la paz”, debemos imitar todos los rasgos
de su personalidad, lo que incluye su carácter pacífico (Fili. 4:9). Si dejamos que “la sabiduría de
arriba” nos guíe, seremos pacíficos con las demás personas (Sant. 3:17). Y al promover la paz, sin
duda seremos felices.

“Resplandezca la luz de ustedes”

12. a) ¿Qué dijo Jesús sobre la iluminación espiritual? b) ¿Cómo hacemos brillar nuestra luz?
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Como hemos visto, debemos tratar bien a nuestros semejantes. Pero lo mejor que podemos
hacer por ellos es ayudarles a recibir iluminación espiritual de parte de Dios (Sal. 43:3). Jesús les
dijo a sus discípulos que ellos eran “la luz del mundo” y les mandó que hicieran brillar su luz para
que así la gente pudiera ver “sus obras excelentes”, es decir, sus buenas acciones a favor del
prójimo. Su luz brillaría “delante de los hombres”, iluminando espiritualmente a la
humanidad (léase Mateo 5:14-16).Hoy en día, nuestra luz resplandece cuando ayudamos en lo
que podemos a nuestros vecinos y cuando colaboramos en la labor de evangelización que se lleva
a cabo “en todas las naciones”, sí, “en todo el mundo” (Mar. 13:10; Mat. 26:13). ¡Qué gran honor
tenemos!

13. ¿Por qué cosas se nos conoce a los cristianos?


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Jesús señaló: “No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña”.
En efecto, una ciudad así se vería fácilmente, aun a la distancia. De la misma manera, a los
proclamadores del Reino se nos conoce por nuestras buenas obras y por nuestras buenas
cualidades, como la moderación y castidad (Tito 2:1-14).

14. a) ¿Cómo eran las lámparas del siglo primero? b) ¿Cómo evitamos ocultar la luz espiritual bajo
una “cesta de medir”?
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Jesús explicó que si alguien encendía una lámpara, no era para colocarla debajo de una cesta,
sino sobre un candelero, de modo que alumbrara “a todos los que est[uvieran] en la casa”. Por lo
común, las lámparas del siglo primero eran vasijas de barro rellenas de aceite de oliva o de otro
tipo. Una mecha absorbía el aceite por atracción capilar y así alimentaba la llama. La lámpara se
colocaba sobre un candelero, una base alta de madera o metal, precisamente para que alumbrara
a todos los que estuvieran en la casa. A nadie se le hubiera ocurrido colocarla debajo de una cesta
de medir (recipiente de unos nueve litros [unos dos galones y medio] de capacidad que se usaba
para medir cereales). Pues bien, Jesús no quería que sus discípulos ocultaran su luz bajo una
“cesta de medir”; su luz espiritual debía brillar sin estorbos de ningún tipo. Por eso, nunca
permitamos que la oposición o la persecución hagan que ocultemos las verdades bíblicas, que
dejemos de hablar de ellas.

15. ¿Cómo influyen nuestras obras excelentes en algunas personas?


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Después de hablar de la lámpara, Jesús dijo lo siguiente a sus discípulos: “Así mismo
resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y
den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos”. Hay quienes le dan gloria a Dios y se hacen
sus siervos debido a nuestras obras excelentes. Saber esto es sin duda un poderoso incentivo para
continuar resplandeciendo “como iluminadores en el mundo” (Fili. 2:15).

16. En vista de que somos “la luz del mundo”, ¿qué debemos hacer?
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En vista de que somos “la luz del mundo”, debemos predicar el Reino y hacer discípulos. Pero
hace falta algo más. El apóstol Pablo lo expresó así: “Sigan andando como hijos de la luz, porque
el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad” (Efe. 5:8, 9). Nuestra
conducta siempre debe demostrar que servimos a Dios. Así es, debemos seguir este consejo del
apóstol Pedro: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que
hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de
ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él”
(1 Ped. 2:12). Ahora bien, ¿qué hemos de hacer cuando las relaciones con algún hermano se
vuelven tirantes?

“Haz las paces con tu hermano”

17-19. a) ¿Qué era la dádiva que se menciona en Mateo 5:23, 24? b) ¿Cuánta importancia tiene
reconciliarse con un hermano, y cómo lo destacó Jesús?
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En el Sermón del Monte, Jesús advirtió a sus discípulos que no se encolerizaran con sus
hermanos ni los trataran con desprecio. Les aconsejó que, más bien, hicieran las paces sin demora
con cualquier hermano que estuviera ofendido con ellos (léaseMateo 5:21-25). Detengámonos a
analizar este consejo de Jesús. Imagine que usted está llevando una dádiva al altar del templo y, al
llegar allí, recuerda que un hermano tiene algo contra usted. ¿Qué debería hacer? Dejar la dádiva
frente al altar e ir a hacer las paces con él. Una vez arreglado el problema, podría regresar a
ofrecer su dádiva.
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Esta dádiva era una ofrenda que se presentaba en el templo de Jehová y que a menudo
consistía en un animal que iba a ser sacrificado. Era muy importante que los israelitas realizaran
este tipo de ofrendas como parte de su adoración, pues así lo estipulaba la Ley mosaica. Pero si
un israelita recordaba que un hermano suyo tenía algo contra él, lo más importante en ese
momento no era ofrecer la dádiva, sino arreglar el problema. “Deja tu dádiva allí enfrente del
altar, y vete —dijo Jesús—; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto,
ofrece tu dádiva.” En efecto, reconciliarse con un hermano era más importante que cumplir las
obligaciones establecidas en la Ley.
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Pero tengamos en cuenta que Jesús no habló de ningún tipo de ofrendas en particular ni de
pecados específicos. Por lo tanto, sin importar qué clase de ofrenda estuviera llevando, el israelita
debía posponerla si recordaba que un hermano tenía algo en su contra. Si se trataba de un
animal, tenía que dejar el animal vivo allí, “enfrente del altar” para ofrendas quemadas, situado
en el patio de los sacerdotes. Una vez que el problema se resolviera, el israelita podía volver y
presentar su ofrenda.

20. Si estamos enojados con algún hermano, ¿por qué debemos solucionar el problema de
inmediato?
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Para que Dios apruebe nuestra adoración, tenemos que llevarnos bien con los hermanos.
En Israel, los sacrificios perdían todo su valor a los ojos de Dios si quienes los ofrecían no trataban
bien a sus hermanos (Miq. 6:6-8). De ahí que Jesús recalcara a sus discípulos la necesidad de
“arreglar prestamente los asuntos” (Mat. 5:25). De la misma manera, Pablo escribió: “Estén
airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado,
ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27). Aunque tengamos razones para molestarnos con
alguien, debemos resolver el problema de inmediato. De lo contrario, nos quedaríamos “en
estado provocado” —es decir, enojados— y le daríamos al Diablo la oportunidad de aprovecharse
de la situación (Luc. 17:3, 4).

Siempre tratemos con respeto al prójimo


21, 22. a) ¿Cómo podemos seguir las instrucciones de Jesús que acabamos de analizar? b) ¿Qué
veremos en el siguiente artículo?
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Este repaso de algunas porciones del Sermón del Monte debe motivarnos a tratar al prójimo
con bondad y respeto. Aunque somos imperfectos, podemos seguir las instrucciones de Jesús,
pues ni él ni nuestro Padre celestial nos pedirían algo que no pudiéramos hacer. Si le solicitamos a
Jehová su ayuda y ponemos de nuestra parte, seremos personas apacibles, misericordiosas y
pacíficas. Además, resplandeceremos con luz espiritual para la gloria de Jehová y lograremos
restablecer la paz con nuestros hermanos cuando surjan dificultades.
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En conclusión, si queremos que Dios acepte nuestra adoración, debemos tratar bien al prójimo
(Mar. 12:31). En el siguiente artículo veremos otros pasajes del Sermón del Monte que también
nos ayudarán a hacer el bien. Después de meditar en las lecciones que hemos extraído de este
incomparable discurso de Jesús, preguntémonos: “¿Trato yo bien a los demás?”.

[Nota]

Le será útil leer ambos pasajes antes de estudiar en su hogar este artículo y el siguiente.

¿Qué respondería?

• ¿Qué significa ser “de genio apacible”?

• ¿Por qué son felices “los misericordiosos”?

• ¿Cómo podemos hacer que brille nuestra luz?

• ¿Por qué deberíamos hacer las paces con nuestros hermanos de inmediato?

[Ilustración de la página 4]

Una importante manera de hacer brillar nuestra luz es predicando el mensaje del Reino

[Ilustración de la página 5]

Nuestra conducta siempre debe demostrar que servimos a Dios

[Ilustración de la página 6]

Hagamos todo lo posible por hacer las paces con nuestros hermanos

Versículos bíblicos acerca de la ayuda al prójimo

Categorías: Destacados, Inspiracional, Versículos // Publicado 27/11/2018 a las 04:00 AM

Dios es amor y cuando le aceptamos en nuestra vida debemos compartir con otros ese amor que
recibimos por medio de acciones de solidarias. En la Biblia, la historia del Buen Samaritano, que se
encuentra en Lucas 10:25-37, es la más conocida en cuanto a la ayuda al prójimo; sin embargo,
hay otros versículos que también nos instan a apoyar a los demás y proveer para sus necesidades.
Estos son algunos de ellos:

Deuteronomio 15:10-11 (TLA)

«Mejor ayuden siempre al pobre, y háganlo con alegría. Si lo hacen, les irá bien y Dios los
bendecirá en todo lo que hagan. En este mundo siempre habrá gente pobre. Por eso les ordeno
que sean generosos con la gente pobre y necesitada del país».
Proverbios 3:27-28 (RVR1995)

«Si tienes poder para hacer el bien, no te rehúses a hacérselo a quien lo necesite; no digas a tu
prójimo: “Vete, vuelve de nuevo, mañana te daré”, cuando tengas contigo qué darle».

Proverbios 19:17 (CST)

«Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones».

Proverbios 22:9 (TLA)

«Dios bendice al que es generoso y al que comparte su pan con los pobres».

Mateo 5:15-16 (NTV)

«Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un
lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus
buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial».

Mateo 10:8 (RVA-2015)

«Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen fuera demonios. De gracia han
recibido; den de gracia».

Mateo 25:44-45 (TLA)

«Ellos me responderán: “Señor, nunca te vimos con hambre o con sed. Nunca supimos que tuviste
que salir de tu país, ni te vimos sin ropa. Tampoco supimos que estuviste enfermo o en la cárcel.
Por eso no te ayudamos.” Entonces les contestaré: “Como ustedes no ayudaron ni a una de las
personas menos importantes de este mundo, yo considero que tampoco me ayudaron a mí.”»

Lucas 3:10-11 (PDT)

«La multitud le preguntó:


—¿Entonces qué debemos hacer?
Juan les contestó:
—El que tenga dos mantos que le dé uno al que no tiene y el que tenga comida que la comparta.»

Lucas 6:38 (PDT)

«Den a los demás y ustedes también recibirán. Se les dará una cantidad mayor a la que puedan
contener en su regazo, aunque se la haya agitado y apretado al máximo, siempre se rebosará.
Porque con la misma medida que ustedes midan a los demás, Dios los volverá a medir a ustedes».

Lucas 12:33-34 (TLA)

«Vendan lo que tienen, y repartan ese dinero entre los pobres. Fabríquense bolsas que nunca se
rompan, y guarden en el cielo lo más valioso de su vida. Allí, los ladrones no podrán robar, ni la
polilla podrá destruir. Recuerden que la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo
corazón».

Romanos 12:13-14 (BLPH)

«Solidarícense con las necesidades de los creyentes; practiquen la hospitalidad; bendigan a los que
los persiguen y no maldigan jamás».

Romanos 15:1-2 (RVA-2015)


«Así que, los que somos más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no
agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras
a la edificación».

Gálatas 6:2 (BLPH)

«Ayúdense mutuamente a soportar las dificultades, y así cumplirán la ley de Cristo».

Efesios 4:28 (NTV)

«Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego
comparte generosamente con los que tienen necesidad».

Filipenses 2:4 (DHH)

«Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros».

Hebreos 6:10 (PDT)

«Dios no es injusto para olvidarse de todo el trabajo que han hecho y recordará que ustedes le han
demostrado su amor ayudando al pueblo de Dios y que continúan haciéndolo».

Hebreos 13:16 (DHH)

«No se olviden ustedes de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen; porque éstos son
los sacrificios que agradan a Dios».

Santiago 2:14-17 (PDT)

«Hermanos míos, ¿de qué puede servir que alguien diga que tiene fe si no hace el bien? ¿Lo podrá
salvar esa clase de fe? Supongamos que un hermano o hermana tiene necesidad de vestido o
comida. Llega uno de ustedes y le dice: “¡Que Dios lo bendiga, abríguese y aliméntese!” Sin
embargo, si no le da lo que realmente necesita en ese momento, ¿de qué sirve? De la misma
manera, si la fe no está acompañada de hechos, así sola está muerta.»

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