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Conociendo el corazón paternal de Dios

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Juan 1:12

La paternidad de Dios

Dios entra en una relación filial con todo persona que ha aceptado a Cristo como Señor y Salvador personal, y en virtud
de ese hecho le adopta como su hijo (Juan 1:12). Cuando recibimos a Cristo pasamos a formar parte de la familia de
Dios.

Como creyentes necesitamos recibir a Dios no solo como Señor y Salvador, sino también como Padre, y aprender a
vincularnos con Él como hijos. La paternidad divina es una de los grandes privilegios y beneficios que nos provee la obra
de Cristo.

La mejor manera de conocer a Dios es entender su paternidad, porque a través de ella es como mejor podemos
comprender y experimentar en profundidad Su amor. “Miren con cuán grande amor nos ha amado el Padre para que
seamos llamados Hijos de Dios… Amados, ahora somos Hijos de Dios” (1ra. Juan 3:1-2).

La obra de Cristo trajo un cambio radical en el rol de Padre de Dios

El A.T. contiene apenas 15 referencias a Dios como padre vs las 245 en que se hace referencia en el NT. En el AT la
referencia a Dios como Padre es esencialmente en forma colectiva, mayormente, como el padre del pueblo judío. En el
N.T. con la aparición del Hijo – Jesucristo, Dios se revela como un padre personal. Dios no solo es el padre de todos, tal
como lo expresa Efesios 4:6:” un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”, sino que es
mi padre en forma individual y personal (Juan 1:12). En Cristo entramos en una relación filial – intima y personal - con
Dios como nuestro Padre Celestial.

El propósito fundamental de la obra de Cristo es revelarnos al Padre Celestial. Dios se revela en la Biblia bajo muchos
roles: creador, redentor, salvador, señor, etc., pero el rol que mejor le define es el de Padre. Dios es, por excelencia,
nuestro Padre Celestial.

La paternidad de Dios le da a los creyentes su verdadera identidad


El encuentro con Dios nos es solamente un encuentro con el Creador, o con el Salvador y Señor, es un encuentro con
nuestro Padre Celestial. Al encontrar a Dios como Padre Celestial encontramos nuestra identidad. Es la paternidad de
Dios, la que nos da nuestro carácter y naturaleza espiritual.

Dios quiere revelarnos Su paternidad para que tengamos Su identidad. Fuera de la paternidad de Dios, somos simples
criaturas – hechura de Dios. Pero la paternidad de Dios, nos introduce a la familia celestial. Nos da un nombre y una
identidad espiritual; un lugar y una posición en la familia de Dios, como hijos y herederos de él. Como creyentes
tenemos la bendición de un parentesco íntimo con el Dios vivo creador del universo.

El propósito de Dios para el hombre está ligado a Su paternidad

Ese es el propósito de Dios al ser crearnos, que pudiéramos conocerle como un Padre. Desde antes de la fundación del
mundo, Dios había previsto el adoptarnos como sus hijos. Nos creo para proveerse de una familia. Así como un padre se
prepara cuando va a llegar un nuevo bebé a su hogar; así preparó Dios desde antes de la fundación del mundo el medio
por el cual podríamos acercarnos a Él.

3
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad”.

Efesios 1:3-5

A lo largo de toda la Escritura vemos que el pacto de Dios siempre fue: “Y Yo les seré a ellos por Padre y ellos me serán
por hijos” (2 Corintios 6:18); el gran Pacto de Dios con el hombre consiste en que Él será nuestro Padre y nosotros Sus
hijos.

¿Qué significa la palabra Padre en el Nuevo Testamento?

Pater:

“Padre” se traduce del griego “Pater” (Strong 3962) que significa: Nutridor, protector y sustentador. Esta palabra se
utiliza de Dios en relación con aquellos que han nacido de nuevo en virtud de su fe en Cristo (Juan 1:12-13). Se utiliza
para aquellos que han sido adoptados con hijos por Dios Padre, por medio de Jesucristo. Para sus hijos Dios – el Padre
Celestial - es un padre nutridor, protector, proveedor, cuidador y sustentador.
Abba:

"Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie
sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar"

Mateo. 11:27.

Jesús usa más de cien veces esta palabra en el N.T. Abba era la palabra familiar que los niños judíos empleaban para
dirigirse a sus padres. Más o menos corresponde al "papito" castellano. Jesús se dirige a Dios como un niño a su padre.
Esta palabra comporta familiaridad y confianza. Una relación de mucha cercanía e intimidad personal. Y esa es la
invitación que Dios nos hace en Cristo, que nos acerquemos con familiaridad a Su presencia, y que desarrollemos una
relación filial muy estrecha.

Dios es un Padre cercano, amoroso, familiar y personal. Ese es el Padre que Jesús quiere revelarnos y darnos a conocer.
Muchos creyentes no conocen plenamente quien es el Padre Celestial. Tienen mapas e información distorsionada de
quién y cómo es Dios, sobre todo en el rol de Padre.

Imagen distorsionada de la paternidad de Dios

Algunos conciben a Dios como un padre lejano que habita arriba en los cielos, o como un viejito gruñón que nos
disciplina, o como un juez duro que juzga nuestros pecados. Pero, fundamentalmente, Dios es nuestro padre amoroso y
bondadoso, y muy cercano a nosotros.

El problema de la imagen distorsionada de Dios nace desde dos fuentes:

a. La religión del hombre (juez, con mucha formalidad)

La religión nos ha mostrado un Dios al estilo como lo entendían los fariseos. Un Dios distante y alejado de la vida de sus
hijos. Un Dios religioso poco involucrado con la trama de vida de sus hijos. Un juez que juzga con dureza y firmeza la
actuación de los hombres. Pero esas ideas con construcciones y mapas desarrollados por la religión humana, que no
hacen justicia a la revelación de la paternidad de Dios Su palabra.

b. La experiencia familiar

Para que un niño pueda comprender lo que significa la palabra “padre”, Dios le ha dado un padre terrenal. El padre
terrenal es el sustituto temporal de Dios, el modelo físico de Dios. De ahí el énfasis en la Biblia de honrar a nuestros
padres (incluida la madre). Si nuestros padres fueran perfectos, serían un fiel reflejo de nuestro Padre Celestial.
Lo cierto es que formamos una identidad como persona muy asociada a nuestro contexto familiar y al tipo de relación
que experimentamos en nuestros hogares de origen. Esas experiencias y aprendizajes, en buena medida, han
determinado las personas que somos hoy. Esto configura una identidad.

Desde niños desarrollamos características que se convierten en nuestra identidad. Eso es en lo natural. Pero Dios nos
otorga junto con su paternidad, una nueva identidad; una identidad espiritual, superior a nuestra identidad terrenal.
Pero los creyentes necesitan asumir, apropiarse y vivir en la identidad que tenemos en nuestro Padre Celestial. Somos
hijos del Rey de Reyes y Señor de Señores. Somos hijos del creador del universo. Pero sobre todo somos hijos de nuestro
Padre Celestial, que nos ama incondicionalmente.Necesitamos vivir en esa realidad espiritual.

Dios creó a la familia como un medio de protección y bendición para cada ser humano, pero el enemigo ha tratado de
diferentes maneras de destruirla para distorsionar el camino de las personas, desde su niñez, y ha introducido el
divorcio, la violencia doméstica, la irresponsabilidad y el abandono del hogar, entre otros males que acosan a la familia.

Puede que aquí haya hijos e hijas que cargan con un profundo dolor a causa de las heridas causadas por el maltrato,
rechazo y abandono sufrido por sus padres. Y luego les cuesta reconocer y experimentar la paternidad perfecta de Dios.

 ¿Cuántos hijos hay que sus madres quisieron abortarles?

 ¿Cuántos hijos hay que sus padres le abandonaron o le expresaron rechazo?

 ¿Cuántos hijos hay que experimentaron violencia y agresiones de sus padres?

 ¿Cuántas mujeres hay que aún siendo niñas fueron violadas por sus padres?

 ¿Cuántos hijos hay cuyos padres fueron irresponsables, y no les proveyeron para sus necesidades?

Pero si estás aquí es señal de que el enemigo no ha podido destruirte. Estas aquí porque Dios tiene un propósito contigo
y tú tienes un destino ligado a Dios. Las mejores cosas para tu vida están por venir, de la mano de tu Padre Celestial.

La experiencia negativa de muchos hijos con sus padres terrenales, es un obstáculo para conocer a Dios como Padre

Mucha de nuestra relación con Dios, la filtramos a través de nuestras experiencias con nuestros padres terrenales. Las
experiencias negativas y las heridas emocionales de la niñez pueden impedirnos concebir a Dios como Padre, por la
referencia distorsionada que podamos tener, a causa de modelos introyectados, producto de experiencias y
aprendizajes negativos con nuestros padres.

Como psicoterapueta y consejero he alcanzado a comprender lo definitoria, vital e indispensable que es para el ser
humano la experiencia de contar con un padre, y poder sentirse hijo (a), y crecer en un contexto nutridor, que provea
cuidado, seguridad, protección y amor. Ese era el propósito de Dios al crear la familia. Cuando ese propósito falla y no se
alcanza en una familia específica, los hijos de ese hogar son profundamente afectados, y crecen con muchas carencias,
que se manifiestan en inseguridad, baja autoestima, desconfianza, explosividad o inexpresividad emocional, falta de
arraigo y sentido de pertenencia, dificultad para expresar (dar y recibir) amor, etc. (estoy hablando en sentido general),
y que luego afectan la forma como se relacionan con otras personas: cónyuges, hijos, jefes, pastores.

He visto personas y aun creyentes con ese historial de vida, generando enganches y apegos con figuras de autoridad. En
ocasiones les cuesta reconocer figuras de autoridad, y en ocasiones actúan con excesiva sumisión ante éstas. En el
terreno de las relaciones, pueden ver a sus jefes en cierta medida como una especie de padres. Muchas vences, cuando
se casan, inconscientemente, buscan una mamá o un papá. Hay creyentes que no tuvieron la experiencia de tener un
padre responsable, protector y amoroso; y peor aun que el padre no estuvo presente porque lo abandono o rechazo,
pueden ver en el pastor un papá y en la pastora una mamá, pero los que caen en ese error se frustrarán fácilmente al no
obtener lo que esperan de ellos. Solo Dios puede llenar ese vacío asociado a la falta de padres. Sólo Dios puede ministrar
a las necesidades del alma, derivadas de la ausencia paternal, solo Dios puede tratar la orfandad que produce la
ausencia de la figura paterna. Salmos 27:10: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me
recogerá.”

Todas estas carencias y distorsiones pueden convertirse en un obstáculo en el proceso de conocer a Dios como Padre.
Hay dos ejemplos en el Nuevo Testamento, recogida Parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) en la que tipifican a
muchos creyentes que no han aprendido a conocer a Dios como Padre.

En la parábola del hijo pródigo vemos dos modelos de hijo que no han aprendido a conocer el corazón de su
padre. 11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los
bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue
lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo
malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los
ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de
las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17! Y volviendo en sí, dijo! Cuántos jornaleros en casa de mi
padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó
sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado
tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en
sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha
revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando
vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y
sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas él, respondiendo,
dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para
gozarme con mis amigos.30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar
para él el becerro gordo. 31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.32 Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.

El hijo prodigo (el hijo menor):

· Dios nos ama tanto que respeta nuestro libre albedrio. No quiere que le obedezcamos como si fuéramos robots.
Quiere que elijamos libremente amarle. Este hijo no andaba en comunión y obediencia a su padre, que representa a
Dios es esta parábola (Lucas 15:11-13). Finalmente tuvo que pasar por la dura disciplina. Hebreos 12:6: “Porque el
Señor al que ama castiga, Y azota á cualquiera que recibe por hijo”.

· Conocía de la generosidad de su padre, quien simboliza a Dios, pero desconocía que el amor de su padre era
incondicional (Lucas 15:17-19). Pero su padre lo sorprendió, superando sus expectativas. El esperaba ser tratado como
un jornalero. Pero su padre que lo amaba incondicionalmente y no por sus méritos, como Dios el Padre nos ama a
nosotros sus hijos, supero sus expectativas (Lucas 15: 20-24), al restituirlo nuevamente a la posición de hijo.

El hijo mayor:

· Ocupaba una posición nominal, sin entrar al disfrute de la relación padre-hijo (Lucas 15:25-31). Desconocía la
generosidad de su padre. Vivía como un extraño en casa de su padre. Constantemente buscaba demostrar que valía,
pensando que debía ganarse el amor de su padre.

· El hijo mayor pensaba que tenía que realizar alguna buena conducta o acción, para recibir el amor de su padre. Si un
hijo necesita demostrar que vale, queda con la inseguridad de si lo aman y aceptan o no. Si su actuación decae en algún
momento pueden preguntarse una y otra vez: “¿Me aman por lo que soy o solamente por lo que hago?”

No necesitamos ganarnos el amor de Dios, ya él nos ama incondicionalmente, por lo que somos en Cristo Jesús: sus
hijos. El Padre le estaba diciendo al hijo mayor, que todo lo que es de Él, también pertenece como hijo.

No tienes por qué tener carencia de nada, porque tu Papá – El Padre Celestial - lo tiene todo. ¿Sabes por qué a veces no
disfrutamos de todo lo que nos corresponde? ¡Porque nos sentimos bastardos!, ilegítimos, porque desconocemos quien
es realmente Dios como Padre. Porque no pedimos con confianza y fe en quien es nuestro Padre Celestial.

Requisitos para conocer a Dios como el Padre Celestial:

1. Conocer a Cristo

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan
1:12).

“Nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).


“A Dios sólo le conocemos real y plenamente en Jesucristo, su Hijo: "A Dios nadie le ha visto jamás. El Hijo único, que
está en el seno del Padre, es quien nos le ha dado a conocer" (Juan 1:18).

Jesús es el revelador del Padre

Jesús es el revelador pleno de la paternidad de Dios. El núcleo central del mensaje de Jesús consiste en la revelación
del Padre. Como creyentes somos hijos en el Hijo. Conocemos a Dios como Padre porque Jesús nos lo revela, y nos hace
acreedores a la paternidad de Dios, en virtud de su obra redentora.

Nuestra filiación divina nos viene por Jesús el Hijo. No por obras ni méritos. Esta filiación es una participación en
la filiación misma del Hijo, es decir, una derivación de la relación o vínculo que Jesús el Hijo tiene con Dios el
Padre. Somos hijos de Dios en el Hijo. Dios es nuestro Padre, no porque nos ha creado, sino porque nos "ha hecho
partícipes de la naturaleza divina" en Cristo Jesús (2 Pedro 1,4), pues los hijos de Dios "no han nacido de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1:13).

Somos hijos por un derecho adquirido en Cristo. La expresión “les dio potestad (derecho,LBLA) connota el
recibir potestad, autoridad legítima, libertad de acción; por eso, derecho, para ser hijos de Dios, por medio de Cristo.

Cuando le decimos "Padre" a Dios, no nos referimos a una vaga paternidad de origen religioso. Nos referimos a una
persona específica: "al Padre de nuestro Señor Jesucristo". Cuando Cristo nos exhorta a invocar a Dios como Padre, nos
está invitando a comunicarnos con Su mismo Padre.

Conocer a Cristo no solo implica conocerle como Salvador y Señor, sino conocerle como el Hijo de Dios; conocerlo en su
relación de amor con Dios. Cristo en su condición de Hijo, es el modelo o prototipo del tipo de relación y posición que
tenemos con Dios el Padre, en virtud de la obra de Su obra.

2. Experimentar crecimiento espiritual

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo”(Efesios 4:13).

Pablo les dice a los Efesios que necesitan llegar a la estatura del varón perfecto, pero no sólo para andar como Jesús
anduvo en santidad, carácter y amor, sino también para conocer el corazón paternal de Dios.

La estatura del varón perfecto: El camino hacia la intimidad con Dios como Padre.
Alcanzar la madurez espiritual demanda conocimiento de Dios; pero conocer a Dios demanda comunión / relación y
experiencias con Dios.

Dios no es un concepto, o una idea, o una energía, sino una persona. Por ellos no le podemos conocer por razonamiento
o deducción. Sólo le podemos conocer por relacionarnos con él. Necesitamos de amistad, compañerismo y comunión
con Dios. Necesitamos tener contacto con él, a través de Su palabra y la oración. Necesitamos tener experiencias con
Dios, sobre todo como hijos. Comunión no solo como Dios, sino como Padre.

La meta suprema del creyente es ser como Cristo, no solo en su carácter, sino también en su relación de Hijo-Padre con
Dios. Ese es el sentido que encierra Juan 17:21-23: “Para que todos sean uno, como tú, oh Padre en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros...”.

Hemos dicho que el propósito supremo en la vida del creyente es ser conformado a la imagen de Cristo - el reproducir
en nuestro carácter y conducta las virtudes de Cristo - el alcanzar la estatura del varón perfecto; pero en todas sus
dimensiones, la cual incluye el rol de hijos.

Como padre de tres hijos puedo entender esta verdad. El nivel de comunicación, comprensión de ideas e intercambio de
conocimientos que tengo con mi hijo mayor, sobre todo cuando estaban pequeños, es diferente al que tengo con los
otros dos menores. Es más difícil hablar de relaciones matrimoniales con mis hijos menores solteros, que además no
trabajan, que con el mayor que es casado y trabaja; y la explicación está dada en que mi hijo mayor tiene un nivel de
madurez más alta, lo cual nos permite tener compañerismo/ interacción a un nivel mayor en muchas áreas. De manera
similar sucede con Dios nuestro Padre Celestial: a mayor madurez espiritual, mayor profundidad en la comunión y vida
relacional.

Dios quiere una mayor intimidad en nuestra comunión con él. Alcanzar la estatura del varón perfecto no es un fin en sí
mismo; es la medida de la capacitación necesaria para un fin superior: tener una comunión y compañerismo más
profundos con Dios nuestro Padre. Dios tiene el propósito de que usted se asemeje a Cristo no sólo en carácter y
conducta, sino también en su relación íntima de amor con él como Padre. Dios quiere que usted experimente su
presencia y cuidado paternal en cada una de sus circunstancias. Quiere que usted le conozca como al Padre Celestial, tal
como le conoce Cristo.

Dios desea ardientemente y tiene como propósito que seamos perfeccionados y madurados en el lugar y posición de
hijos, a semejanza de la relación Padre-Hijo que hay entre Dios el Padre y Jesucristo el Hijo (Juan 1:12; Romano 8: 16-17;
Gálatas 4:6).

Cuando nos asemejemos a Cristo en carácter, actitud y conducta, también nos estaremos asemejando a él, en conocer y
disfrutar el corazón paternal de Dios, porque seremos capaces de comprender y recibir el amor de nuestro Padre
Celestial y de ofrecerle a él, el mayor tributo que un padre pueda anhelar: una íntima, dinámica y vital comunión de
amor con él.
Dios va a seguir revelándose a nosotros como Padre, para que nos apropiemos de su identidad, seguridad y herencia. El
Padre desea ver a sus hijos madurar para entregarles la herencia que les corresponde.

En griego hay varias palabras para definir hijo:

• Paidion: Hijo(a) inmaduro que no ha desarrollado sus genitales, reacciona como niño(a).

• Technon: Hijo que va hacia la madurez (Juan 1:12)

• Huios: Referida mayormente a Jesús. Parentesco. Hijo maduro, Hijo listo para tomar la herencia. Juan 4:9, Romanos
8:14

14
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos (huios) de Dios. 15 Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos:!Abba, Padre!16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Huios se usa para hijos en el verso 14 (hijos maduros, que por ser dirigidos por el Espíritu, tienen capacidad de
administrar la herencia.) Technon es usada para hijos en el verso 16 (los que reciben convicción por el Espíritu que son
hijos de Dios, lavados por la sangre del Cordero y redimidos). En potencia son herederos, pero todavía no lo pueden
disfrutar. Necesitan crecer y madurar en su posición de hijos para comenzar a disfrutar de una comunión más profunda
con Dios como Padre, y recibir de él su herencia.

En Su presencia e intimidad es donde recibimos la identidad del Padre; en Su presencia somos transformados; en Su
presencia y en la comunión con él, recibimos revelación; Él se revela a nosotros; en Su presencia y en intimidad con él,
vamos adquiriendo el carácter, la naturaleza de Él, porque en la comunión con él, comenzamos a conocerle tal y como Él
es; entonces sabemos cómo es el carácter de Papá, como piensa, como ama, como corrige.

3. Ser guiados por el Espíritu

Somos engendrados como hijos de Dios, por la acción del Espíritu Santo. El Espíritu Santo hace la paternidad de Dios,
una realidad en nuestra experiencia.

Romanos 8:16: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

Gálatas 4:6: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre!”
Sin la guía, dirección y acción del E.S. en nuestras vidas podemos caer en la tentación de no vernos como hijos de Dios.
Es el E.S. el que nos posibilita recibir la revelación de Dios Padre, y que podamos conocerle y experimentarle como
tal.

Sin el E.S. no podemos acceder a la dimensión de hijos de Dios, ni percibir, recibir y disfrutar del amor paternal de Dios.
Dios es espíritu, y nuestra relación con él es de carácter espiritual, por lo que necesitamos la mediación del E.S.

La paternidad de Dios no puede ser enseñada teológicamente, no nos puede ser mostrada en un salón de clases o en un
culto, no puede ser recibida a través de la predición simplemente; eso puede traerle a usted algún conocimiento
mediante el logos de la Palabra, pero la paternidad de Dios tiene que ser revelada por el Espíritu Santo de Dios a nuestro
espíritu, a nuestro corazón; y hasta que no es revelada esa paternidad de Dios, no podemos caminar en la condición de
hijos. Por eso hago énfasis una y otra vez en que todo es por revelación. Podemos recibir estudios teológicos,
discipulados bíblicos, prédicas (lo cual es muy bueno, nos enriquecen), pero lo único que nos puede traer la vivencia de
la palabra Padre, es la revelación del Espíritu Santo. Cuando esa palabra y ese conocimiento son trasladados por el
Espíritu Santo a nuestro espíritu y nos lo hace vivir, entonces ya no sólo es el logos de esa palabra sino que se convierte
en rhema: en vida, en energía, en una vivencia, en verdad en nosotros.

Sabemos que la Biblia, la palabra de Dios, es la verdad. La Biblia declara que Dios es nuestro Padre Celestial, pero no
podemos caminar en la autoridad de esa verdad a no ser que la hayamos vivido. De lo contrario sólo es una verdad
mental o teológica, hasta que caminamos en esa verdad por revelación del Espíritu Santo.

Dijimos que en lo natural desarrollamos una identidad asociada a nuestro hogar paterno, y al contexto de vida que
vivimos en nuestro hogar de origen. Eso determina una forma de ser y actuar. Pero cuando llegamos a Cristo, somos
introducidos a la familia de Dios, y nuestro Padre Celestial nos imprime una nueva identidad. Entonces, se opera un
cambio espiritual, al ser adoptados como hijos de Dios. Ya no somos creación de Dios, sino hijos de Dios. Entramos en
una relación en la que somos edificados, educados y guiados por nuestro Padre Celestial, a través del Espíritu Santo.

¿Puede imaginarte, en el ámbito espiritual, como hijo de Dios? Puedes decirle en este momento ¡Padre mío, Padre
bueno! Dios te predestino para ser su hijo desde la eternidad. Tú tienes una identidad y ubicación en los registros de
Dios; un nombre que le es familiar a Dios. El invirtió la vida de su unigénito Hijo para darte vida eterna y tener el gozo de
adoptarte como hijo suyo. Tú no eres una voz más dentro del concierto de voces de miles de millones de habitantes que
se escuchan. Él tiene registrados a todos los habitantes del planeta tierra. Pero en tu espíritu tú tienes impresa una
identidad específica. Cuando el Padre escucha que tú le dices Padre, cuando tú le pides, o le cantas, Él sabe quien está
orando, hablando o cantando. Él sabe que no es nadie más porque conoce el timbre de tu voz, tus decibeles, conoce tus
palabras características, el ritmo de tu voz, y sobre todo conoce tu corazón con el cual les cantas, oras y hablas con él. Él
sabe específicamente quién eres, porque tienes una identidad especial de hijo con Dios el Padre. Cuando uno de sus
hijos le habla, Él sabe quien le está hablando.

Dios nos ama a cada uno de nosotros incondicionalmente:

·Nuestro Padre celestial suple todas nuestras necesidades. La Biblia nos asegura que nuestro Padre Celestial conoce
todas nuestras necesidades, aun antes de que le pidamos, y que Él las suplirá “conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús” (Mateo 6:8; Filipenses 4:19). Sus recursos son ilimitados, y podemos tener la seguridad de que ninguna de
nuestras necesidades dejará de ser satisfecha.

·Nuestro Padre promete que nunca nos desamparará, ni nos dejará (Hebreos 13:5).Podemos depender de Dios y
entregarnos sin reservas a su fiel cuidado. Dios – el Padre Celestial - nunca nos defraudará, ni fallará.

·El amor de Dios como Padre no está condicionado a nuestros méritos, títulos, inteligencia, o desempeño. Dios nos ama
incondicionalmente. No tenemos que demostrarle nada a Dios, ni tenemos que ganarnos su amor. Podremos tener mil
defectos, pero Dios siempre nos amará.

·Cuando vivimos en su amor todas nuestras necesidades emocionales y psicológicas son suplidas. Sólo Dios – nuestro
Padre Celestial, puede tocar los más recónditos y profundos lugares de nuestro corazón herido y desilusionado, para
traer sanidad a nuestras vidas. Por las llagas de Jesús fuimos sanados (Isaías 53).

¿A qué familia pertenece tú?

Hay una familia espiritual de la que Dios te quiere hacer partícipe, y en la que él es tu Padre Celestial. ¿Conoces tú a Dios
como tu Padre celestial? Si no lo conoces, debes saber que Él está listo para adoptarte en Su familia (Romanos 8:15;
Gálatas 3:26). Lo único que tienes que hacer, es confiar en Su Hijo Jesucristo como tu Salvador personal. Como diceJuan
1:12: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Muchos de nosotros tenemos necesidad de sanar nuestro corazón, y de reconstruir la imagen de lo que es un padre.

· Necesidad de perdonar a nuestros padres terrenales para poder ver a Dios como padre. Necesitamos hacer las
paces con nuestros padres terrenales. Efesios 6:2.

· Para ser sanados también necesitamos experimentar a Dios como nuestro Padre Celestial. Sólo Dios – nuestro
Padre Celestial, puede tocar los más recónditos y profundos lugares de nuestro corazón herido y desilusionado, para
traer sanidad a nuestras vidas. Necesitamos experimentar el amor nutridor y transformador de Dios.

Dios es un padre perfecto. Podemos depender de Dios y entregarnos sin reservas a su fiel cuidado. Dios – el Padre
Celestial - nunca nos defraudará, ni fallará, ni abandonará, ni nos rechazará.

Dios es un padre perfecto. Podemos depender de Dios y entregarnos sin reservas a su fiel cuidado. Dios – el Padre
Celestial - nunca nos defraudará, ni fallará, ni abandonará, ni nos rechazará.

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