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El Papel de la Empresa en la Sociedad

Una Revisión de Opiniones en Venezuela


El Papel de la Empresa en la Sociedad
Una Revisión de Opiniones en Venezuela
Prefacio
En este informe se exploran las opiniones de representantes de la acade-
mia y la industria en Venezuela sobre el rol de la empresa, en particular de
la empresa privada, en una economía de mercado y en el contexto nacional.
Una economía de mercado1 es un sistema económico en el que los pre-
cios se fijan de acuerdo a la oferta y la demanda —es decir, de acuerdo a
la relación entre la cantidad de bienes y servicios que están a la venta y
la cantidad de gente que los quiere comprar— y hay poca intervención del
gobierno o planificación central.
El mercado1 es a) el lugar donde los compradores y vendedores de bie-
nes o servicios llevan a cabo las transacciones, a veces a través de un inter-
mediario; y también es b) todo el grupo de potenciales compradores para
un bien o servicio.
Este informe fue preparado por Javier Toro.

Abril de 2016

Desarrollo para la Ciencia y la Tecnología, C.A.


Apartado Postal 2005
Maracay 2101-A
Aragua, Venezuela

info@dct.com.ve

1
Financial Times Lexicon – The definitive dictionary of economic, financial and business
terms. (s. f.). Recuperado el 31 de marzo de 2016 de http://lexicon.ft.com/

1
Sobre esta investigación
Este informe está basado en investigaciones documentales y en entrevis-
tas a profundidad. Desarrollo para la Ciencia y la Tecnología quiere agrade-
cer a las siguientes personas (listadas en orden alfabético según el apellido)
por haber participado en el programa de entrevistas (los cargos mostrados
son los ocupados al momento de la entrevista):

• Francisco Martínez, presidente de la Federación de Cámaras y


Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela
(FEDECÁMARAS)

• Luis Mata Mollejas, presidente de la Academia Nacional de Ciencias


Económicas

• Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana


de Industriales (CONINDUSTRIA)

• Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar

• Cipriana Ramos, presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los


Servicios (CONSECOMERCIO)

• Benjamín Scharifker, rector de la Universidad Metropolitana

2
¿Qué es la empresa y por qué existe?
La empresa es una entidad involucrada en la provisión de bienes y ser-
vicios. “El propósito de las empresas es contribuir a realizar de manera
racional el aprovechamiento de los recursos naturales y humanos para satis-
facer las necesidades de la población”, precisa Luis Mata Mollejas, presiden-
te de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Su función es esencial.
Para Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar, “la empresa
es una unidad fundamental dentro de la economía y dentro de una sociedad
normal”.
La empresa es fundamental porque ella representa un método eficiente
y favorable de organizar la producción. Por un parte, la empresa reduce los
costos de producción2 . Ella surge cuando resulta más barato organizar la
producción por medios propios —contratando empleados, por ejemplo—
que haciendo contrataciones externas de tareas particulares. “A mí me va
a salir mucho más caro producir mi propio zapato que ir a comprar el
zapato a una zapatería”, dice Benjamín Scharifker, rector de la Universi-
dad Metropolitana. Por otra parte, la empresa puede dirigir la producción
y crear conocimiento de forma única3 . Ella puede hacer converger una am-
plia gama de recursos —particularmente recursos difusos como la “cultura
empresarial” o los “conocimientos colectivos”— sin los cuales muchos pro-
ductos y servicios no existirían. En relación a esta superioridad organizativa
de la empresa, Benjamín Scharifker comenta: “El zapatero desarrolló técni-
cas para producir zapatos que hacen esa producción mucho más económica
y mucho más eficiente”. “Entonces, no tiene sentido que yo [como indivi-
duo] produzca zapatos, que produzca hortalizas y que produzca todo”.
El origen de la empresa privada reside en el ánimo de lucro. La empresa,
por lo tanto, surge no para explícitamente satisfacer necesidades sino para
generar ganancias. Sin embargo, para poder generar ganancias la empresa
tiene que necesariamente ofrecer algo que la gente necesite o desee y que
además pueda pagar. De esta manera todos se benefician: los productores
se procuran un medio para ganarse la vida y los consumidores se procuran
2
Coases, R. H. (1937). The nature of the firm. Economica, vol. 4, núm. 16, págs. 386–
405.
3
Why do firms exist? (2010, 16 de diciembre). The Economist. Recuperado de
http://www.economist.com/node/17730360

3
los bienes y servicios que necesitan o desean para vivir. La empresa “genera
riqueza para los empleados de la empresa, para los propietarios, para los
gerentes, pero también para la gente que utiliza o compra ese producto
[que la empresa provee]”, afirma Enrique Planchart.

¿Todos concuerdan con sus beneficios?


La empresa en una economía de mercado crea riqueza y eleva el nivel de
vida, pero lo hace de una forma que muchos encuentran moralmente ofen-
sivo4 . El sistema se sustenta en el afán de lucro. Y el dinero, o la búsqueda
de este, tiene una gran capacidad para socavar las bases éticas cuando todo
empieza a ser racionalizado en términos de pérdidas y ganancias. Luego se
infiere, como una consecuencia ineludible, que las ganancias de la empresa
son indebidas porque ellas se obtienen de abusar del trabajador, del con-
sumidor o del sistema. “Desde el punto de vista individual”, dice Juan Pablo
Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales, la
empresa “puede perjudicar en el sentido de maltrato a los trabajadores, de
vender productos fraudulentos”. Pero, “allí estamos hablando de una cosa
que es delictiva, una cosa que es ilegal, que no está en la filosofía [de la
empresa]”. “Todo tipo de abuso, independientemente de que sea manejado
por una empresa o que sea manejado por una persona, es perjudicial”.
Los excesos del espíritu empresarial pueden ser contenidos y reducidos
por la legislación. “Los países, con sus legislaciones, deben contemplar qué
sucede en el caso de que hayan ofertas engañosas, qué sucede en el caso de
que hayan personas burlando el fisco”, dice Juan Pablo Olalquiaga. Además,
las leyes deben ser cumplidas con rigurosidad. Francisco Martínez, presi-
dente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Produc-
ción de Venezuela, sostiene que a los empresarios que “quedan al margen
de la ley”, que “no cumplen con la normativa de un país, [...] les debe caer
el precio de la ley”.
Las ganancias de la empresa deben ser vistas no como algo que es injus-
tamente tomado del consumidor sino como una compensación por el riesgo
4
Plender, J. (2015, 17 de julio). Capitalism: morality and the money motive. Financial
Times. Recuperado de http://www.ft.com

4
Prácticas anticompetitivas 5

No todas las prácticas comerciales dirigidas a ampliar la ventaja de una


empresa sobre otras son aceptables. Los tipos de prácticas empresariales
que son susceptibles de ser interpretados como contrarias a la competencia
varían según la jurisdicción.

Las prácticas comerciales que restringen la competencia son, en términos


generales, clasificadas en dos grupos: restricciones horizontales y restric-
ciones verticales. En general, en las restricciones horizontales están impli-
cados otros competidores en el mercado. En este grupo se incluyen prácti-
cas tales como carteles, colusión, conspiración, fusiones, fijación de precios
predatorios, discriminación de precios y acuerdos de fijación de precios. En
las restricciones verticales están implicadas las relaciones entre proveedores
y distribuidores. En este grupo se incluyen prácticas tales como acuerdos de
exclusividad, restricciones geográficas, negativa a negociar, imposición de
precios de reventa y ventas atadas.

o como una retribución por la eficiencia. La actividad empresarial “tiene un


riesgo”, dice Benjamín Scharifker. “Puede ser que falle”. “Puede ser que a
la gente no le guste por alguna razón [lo nuevo que se ofrece] o que [el
nuevo producto] funcione peor que lo que ya se ofrece. Bueno, entonces
[el emprendedor] perdió su inversión, perdió su tiempo, perdió su esfuer-
zo”. “Pero solamente asumiendo esos riesgos es que tú vas a poder ofrecer
nuevos productos”, asevera.

La libre competencia es esencial


Para que las ganancias no sean excesivas y para que haya bienes y servi-
cios de buena calidad debe existir la libre competencia. Es decir, cualquier
vendedor o comprador de un bien o servicio debe poder actuar en el merca-
5
Khemani, R. S., y Shapiro M. (1993). Glossary of industrial organisation economics and
competition law. Directorate for Financial, Fiscal and Enterprise Affairs, OECD. Recuperado
de https://stats.oecd.org/glossary/detail.asp?ID=3145

5
do de forma independiente sin que exista alguien que imponga condiciones
en las relaciones de intercambio.
La libre competencia debe ser protegida y estimulada. A las empresas
no se les puede permitir que incurran en prácticas que busquen mantener
o incrementar de forma ilegítima su posición relativa en el mercado y sus
ganancias. En Venezuela, por ejemplo, una forma común en la que las em-
presas han evitado la competencia ha sido a través de la creación de carte-
les, afirma Enrique Planchart. “Varias empresas que producen lo mismo [...]
se ponen de acuerdo”, y dicen, por ejemplo, “yo me voy al oriente del país,
tú te vas al occidente del país, y los precios son iguales, los tuyos y los míos,
y podemos subir los precios [tanto como queramos]”. Evidentemente, esto
beneficia a los dueños de las empresas a costa de la sociedad.

La corrupción, una fuente de distorsiones


La corrupción distorsiona los mercados y crea una competencia desleal6 .
Ella ocurre cuando las empresas pagan sobornos o manipulan licitaciones
para obtener contratos públicos, cuando tratan de influir ilícitamente en
la toma de decisiones políticas o cuando se aprovechan de leyes fiscales o
abusan de vacíos legales.
La corrupción es un hecho de múltiples actores. “Cualquier empresario
que en algún momento esté en prácticas al margen de la ley probablemente
siempre está de la mano de algún funcionario publico”, afirma Francisco
Martínez. “Entonces, por cada empresario [...] corrupto debe haber por lo
menos una contraparte corrupta del lado del gobierno”. “Y muchas veces,
por cada funcionario [corrupto] del gobierno probablemente hay una can-
tidad [...] de ciudadanos y de empresarios [...] orbitando en torno a esos
focos de corrupción”.
La corrupción puede ser contenida y reducida. Francisco Martínez opina
que el ciudadano juega un rol esencial. El ciudadano puede lograr cambios
“buscando la elección de gobernantes con, primero, la rectitud de intención;
segundo, con la visión adecuada de desarrollo de un país; tercero, con la ca-
pacitación o con el nivel de conocimiento [adecuado]; y por sobre todo que
6
Corruption by topic – Private sector. (s. f.). En Transparency International. Recuperado
el 31 de marzo de 2016 de https://www.transparency.org/topic/detail/private_sector/

6
puedan [...] demostrar que están asumiendo el compromiso con una visión
con la cual yo como votante me identifico”. Francisco Martínez también
considera que “el balance y el equilibrio de poderes es importantísimo”. “El
poder legislativo, el poder judicial, el poder ciudadano deben actuar con la
mayor [...] independencia [posible]”. “Mientras exista un poder ejecutivo
omnipotente y omnipresente [...] eso va a traer problemas”.
Para combatir la corrupción la administración pública debe establecer un
marco general de políticas que permita incentivar la integridad, disuadir las
actividades corruptas y, si existe, desmantelar la corrupción sistémica. Hay
que tener siempre presente que todas las regulaciones pueden incitar, como
una consecuencia no intencionada, actos de corrupción. “En Venezuela”,
observa Benjamín Scharifker, “tenemos 4 o 5 ventanillas para acceder a un
mismo bien: el dólar”. “Entonces, uno tiene un dólar a 6.30, un dólar a
12, un dólar a 200 y un dólar a 800”. “Mientras existan 4 ventanillas para
un mismo bien no queda más remedio que esto [el sistema cambiario] esté
distorsionado”. No es difícil deducir cómo este sistema distorsionado puede
ser abusado.

¿En qué puede incursionar la empresa?


En principio, “la empresa privada va a participar en todo aquello que
genere [...] ganancia”. “Eso es lógico”, dice Cipriana Ramos, presidenta
del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios. Sin embargo, aunque
la economía de mercado constituye una herramienta útil para organizar las
actividades productivas, se cuestiona si todo lo relacionado con la actividad
humana puede ser negociado7 . Hay por lo menos dos razones por las cuales
surge esta inquietud. En primer lugar, en una sociedad dominada por el
dinero, en donde todo es considerado una mercancía canjeable por dinero,
la desigualdad —medida en términos de la cantidad de bienes y servicios
a los que se puede acceder— puede fácilmente agravarse. En segundo lu-
gar, poner un precio a todo puede resultar corruptor. ¿Qué sucedería, por
ejemplo, si los votos para la elección de autoridades públicas pudiesen ser
comprados?
7
Sandel, M. (2015). Marché, morale et vie civique. Le Monde diplomatique, núm. 739
(supl. Réflexions sur le progrès), pág. III.

7
La corrupción en América Latina

La corrupción es un hecho profundamente arraigado en la vida política


y social de América Latina. En la región, los residentes la aceptan como
una parte ordinaria de la vida cotidiana, siempre y cuando sus vidas no se
vean gravemente afectadas. “Rouba, mas faz” (Roba, pero hace), dicen con
tolerancia en Brasil para restar importancia a las acusaciones de corrupción
de los politicos que por lo menos logran resultados. Sin embargo, cualquier
grado de corrupción es dañino. Incluso pagar sobornos para obtener
servicios básicos hace, por ejemplo, que los pobres sean aún más pobres.

Por fortuna, esta actitud hacia la corrupción parece estar cambiando8 . Acon-
tecimientos recientes han mostrado que los latinoamericanos han comenza-
do a denunciar la corrupción cada vez con mayor firmeza y a ser más críticos
a la hora de juzgar la honradez de los políticos.

La apreciación sobre qué cosas pueden ser ofrecidas a la venta y cuál


es su valor es un asunto que genera disputas. Sin embargo, en general se
acepta que el acceso a algunos servicios como la educación, la salud y la
seguridad no debe estar condicionado a si las personas pueden costear o
no esos servicios y que ese acceso debe ser garantizado por el Estado. “El
Estado tiene una función muy importante que es [garantizar el acceso a] la
salud, la seguridad y la educación de la gente”, dice Enrique Planchart. Pero
luego también surge la pregunta de cómo ese acceso debe ser garantizado.
Por ejemplo, ¿debe el Estado ser propietario de la infraestructura y de otros
medios para directamente proporcionar esos servicios?; o, ¿puede el Estado
organizar el acceso a esos servicios a través de proveedores privados? Juan
Pablo Olalquiaga dice que estas preguntas no tienen una respuesta clara.
“Son dilemas en los cuales hay opiniones acertadas de lado y lado”. Son
asuntos en los que se puede “entrar en alguna profundidad [...] y que tienen
que ser debidamente abordados”. Luis Mata Mollejas explica que el asunto
es “una cuestión de cómo el Estado y la sociedad civil ven al mundo”. En la
8
Castañeda, J. G. (2016). Latin Americans stand up to corruption: the silver lining in a
spate of scandals. Foreign Affairs, vol. 95, núm. 1, págs. 145–152.

8
explotación petrolera, por ejemplo, “en otros países de este continente, las
empresas [privadas] producen libremente y [la actividad] no es un monop-
olio del Estado”. Incluso, “en Venezuela existieron empresas privadas que
producían petróleo”, pero en algún momento, por alguna razón, el Estado
decidió cambiar de criterio.
La producción de bienes y servicios debe estar en manos de la empre-
sa privada. “Yo creo que el Estado debe intervenir lo menos posible en la
economía”, dice Enrique Planchart. “Una de las cosas que se ha visto en
el mundo entero [es] que cuando el Estado interviene demasiado en la
economía el país no progresa; lo que está pasando en Venezuela”. “El Es-
tado se ha metido en todo y la economía del país se ha ido deteriorando
cada vez más”. Uno de los problemas que surge cuando el Estado se con-
vierte en productor es que asume nuevos intereses que pueden corromper
su acción. “Es una deformación que [...] pone al que tú elegiste [como]
administrador/regulador [...] a tomar parte [en la actividad que él mismo
regula]”, asegura Juan Pablo Olalquiaga. Es por esta razón, dice Cipriana
Ramos, que el gobierno no hace ni una cosa ni la otra bien.
El gobierno debe facilitar el dinamismo económico del sector privado. Y
no sólo eso, el gobierno debe también fomentar la creación de nuevos mer-
cados a través de la innovación9 : el gobierno debe ser un socio clave del sec-
tor privado, dispuesto a proporcionar la inversión de riesgo necesaria que de
otra forma sería prácticamente imposible conseguir. El gobierno nacional,
sin embargo, se ha mostrado contrario. Por una parte, según la lectura que
Cipriana Ramos hace del Plan de la Patria, el gobierno quiere “eliminar el
sector privado”, aún cuando la “constitución dice que el gobierno está obli-
gado a propiciar la iniciativa privada”. Por otro lado, según la apreciación
de Benjamín Scharifker, el gobierno no valora adecuadamente el talento de
las personas, y en consecuencia frena el progreso. “Si un venezolano solicita
una patente de invención en Venezuela para proteger un invento hecho en
Venezuela no se le entrega esa protección porque se dice que los productos
del talento son un bien público”. Ahora, ¿es posible fomentar una economía
basada en el conocimiento y la innovación sin la protección brindada por
los derechos de propiedad intelectual? No hay evidencia que sugiera que
eso pueda ocurrir.
9
Mazzucato, M. (2015). The innovative State: governments should make markets, not
just fix them. Foreign Affairs, vol. 94, núm. 1, págs. 61–68.

9
Observaciones finales
La empresa privada difícilmente prosperará en un entorno adverso. Y
el entorno depende de las opiniones que el gobierno y la sociedad tienen
y de lo que ellos hacen para apoyar esas opiniones. Entonces, la empresa
privada, ¿realmente beneficia a la sociedad o sólo se aprovecha de ella?
¿Deberíamos fomentar su existencia o deberíamos simplemente deshacer-
nos de ella?
“El caso venezolano”, considera Enrique Planchart, “es muy desafortu-
nado”. “Los distintos gobiernos que hemos tenido [...] han divulgado la idea
de que Venezuela es un país riquísimo y que todos los venezolanos tenemos
derecho, sin hacer nada, por el sólo hecho de haber nacido aquí, a partici-
par en esa riqueza”. “Entonces se ha creado una visión de la empresa y del
empresario como un usurpador. Este es uno que está aprovechándose de la
riqueza que nosotros tenemos, que es de todos nosotros, para usarla en su
provecho. Y esa es una idea absolutamente falsa. También es absolutamente
falso que somos [...] un país rico”. La riqueza proviene de “el trabajo y el
conocimiento”.

10

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