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Abril de 2016
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Financial Times Lexicon – The definitive dictionary of economic, financial and business
terms. (s. f.). Recuperado el 31 de marzo de 2016 de http://lexicon.ft.com/
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Sobre esta investigación
Este informe está basado en investigaciones documentales y en entrevis-
tas a profundidad. Desarrollo para la Ciencia y la Tecnología quiere agrade-
cer a las siguientes personas (listadas en orden alfabético según el apellido)
por haber participado en el programa de entrevistas (los cargos mostrados
son los ocupados al momento de la entrevista):
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¿Qué es la empresa y por qué existe?
La empresa es una entidad involucrada en la provisión de bienes y ser-
vicios. “El propósito de las empresas es contribuir a realizar de manera
racional el aprovechamiento de los recursos naturales y humanos para satis-
facer las necesidades de la población”, precisa Luis Mata Mollejas, presiden-
te de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Su función es esencial.
Para Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar, “la empresa
es una unidad fundamental dentro de la economía y dentro de una sociedad
normal”.
La empresa es fundamental porque ella representa un método eficiente
y favorable de organizar la producción. Por un parte, la empresa reduce los
costos de producción2 . Ella surge cuando resulta más barato organizar la
producción por medios propios —contratando empleados, por ejemplo—
que haciendo contrataciones externas de tareas particulares. “A mí me va
a salir mucho más caro producir mi propio zapato que ir a comprar el
zapato a una zapatería”, dice Benjamín Scharifker, rector de la Universi-
dad Metropolitana. Por otra parte, la empresa puede dirigir la producción
y crear conocimiento de forma única3 . Ella puede hacer converger una am-
plia gama de recursos —particularmente recursos difusos como la “cultura
empresarial” o los “conocimientos colectivos”— sin los cuales muchos pro-
ductos y servicios no existirían. En relación a esta superioridad organizativa
de la empresa, Benjamín Scharifker comenta: “El zapatero desarrolló técni-
cas para producir zapatos que hacen esa producción mucho más económica
y mucho más eficiente”. “Entonces, no tiene sentido que yo [como indivi-
duo] produzca zapatos, que produzca hortalizas y que produzca todo”.
El origen de la empresa privada reside en el ánimo de lucro. La empresa,
por lo tanto, surge no para explícitamente satisfacer necesidades sino para
generar ganancias. Sin embargo, para poder generar ganancias la empresa
tiene que necesariamente ofrecer algo que la gente necesite o desee y que
además pueda pagar. De esta manera todos se benefician: los productores
se procuran un medio para ganarse la vida y los consumidores se procuran
2
Coases, R. H. (1937). The nature of the firm. Economica, vol. 4, núm. 16, págs. 386–
405.
3
Why do firms exist? (2010, 16 de diciembre). The Economist. Recuperado de
http://www.economist.com/node/17730360
3
los bienes y servicios que necesitan o desean para vivir. La empresa “genera
riqueza para los empleados de la empresa, para los propietarios, para los
gerentes, pero también para la gente que utiliza o compra ese producto
[que la empresa provee]”, afirma Enrique Planchart.
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Prácticas anticompetitivas 5
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do de forma independiente sin que exista alguien que imponga condiciones
en las relaciones de intercambio.
La libre competencia debe ser protegida y estimulada. A las empresas
no se les puede permitir que incurran en prácticas que busquen mantener
o incrementar de forma ilegítima su posición relativa en el mercado y sus
ganancias. En Venezuela, por ejemplo, una forma común en la que las em-
presas han evitado la competencia ha sido a través de la creación de carte-
les, afirma Enrique Planchart. “Varias empresas que producen lo mismo [...]
se ponen de acuerdo”, y dicen, por ejemplo, “yo me voy al oriente del país,
tú te vas al occidente del país, y los precios son iguales, los tuyos y los míos,
y podemos subir los precios [tanto como queramos]”. Evidentemente, esto
beneficia a los dueños de las empresas a costa de la sociedad.
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puedan [...] demostrar que están asumiendo el compromiso con una visión
con la cual yo como votante me identifico”. Francisco Martínez también
considera que “el balance y el equilibrio de poderes es importantísimo”. “El
poder legislativo, el poder judicial, el poder ciudadano deben actuar con la
mayor [...] independencia [posible]”. “Mientras exista un poder ejecutivo
omnipotente y omnipresente [...] eso va a traer problemas”.
Para combatir la corrupción la administración pública debe establecer un
marco general de políticas que permita incentivar la integridad, disuadir las
actividades corruptas y, si existe, desmantelar la corrupción sistémica. Hay
que tener siempre presente que todas las regulaciones pueden incitar, como
una consecuencia no intencionada, actos de corrupción. “En Venezuela”,
observa Benjamín Scharifker, “tenemos 4 o 5 ventanillas para acceder a un
mismo bien: el dólar”. “Entonces, uno tiene un dólar a 6.30, un dólar a
12, un dólar a 200 y un dólar a 800”. “Mientras existan 4 ventanillas para
un mismo bien no queda más remedio que esto [el sistema cambiario] esté
distorsionado”. No es difícil deducir cómo este sistema distorsionado puede
ser abusado.
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La corrupción en América Latina
Por fortuna, esta actitud hacia la corrupción parece estar cambiando8 . Acon-
tecimientos recientes han mostrado que los latinoamericanos han comenza-
do a denunciar la corrupción cada vez con mayor firmeza y a ser más críticos
a la hora de juzgar la honradez de los políticos.
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explotación petrolera, por ejemplo, “en otros países de este continente, las
empresas [privadas] producen libremente y [la actividad] no es un monop-
olio del Estado”. Incluso, “en Venezuela existieron empresas privadas que
producían petróleo”, pero en algún momento, por alguna razón, el Estado
decidió cambiar de criterio.
La producción de bienes y servicios debe estar en manos de la empre-
sa privada. “Yo creo que el Estado debe intervenir lo menos posible en la
economía”, dice Enrique Planchart. “Una de las cosas que se ha visto en
el mundo entero [es] que cuando el Estado interviene demasiado en la
economía el país no progresa; lo que está pasando en Venezuela”. “El Es-
tado se ha metido en todo y la economía del país se ha ido deteriorando
cada vez más”. Uno de los problemas que surge cuando el Estado se con-
vierte en productor es que asume nuevos intereses que pueden corromper
su acción. “Es una deformación que [...] pone al que tú elegiste [como]
administrador/regulador [...] a tomar parte [en la actividad que él mismo
regula]”, asegura Juan Pablo Olalquiaga. Es por esta razón, dice Cipriana
Ramos, que el gobierno no hace ni una cosa ni la otra bien.
El gobierno debe facilitar el dinamismo económico del sector privado. Y
no sólo eso, el gobierno debe también fomentar la creación de nuevos mer-
cados a través de la innovación9 : el gobierno debe ser un socio clave del sec-
tor privado, dispuesto a proporcionar la inversión de riesgo necesaria que de
otra forma sería prácticamente imposible conseguir. El gobierno nacional,
sin embargo, se ha mostrado contrario. Por una parte, según la lectura que
Cipriana Ramos hace del Plan de la Patria, el gobierno quiere “eliminar el
sector privado”, aún cuando la “constitución dice que el gobierno está obli-
gado a propiciar la iniciativa privada”. Por otro lado, según la apreciación
de Benjamín Scharifker, el gobierno no valora adecuadamente el talento de
las personas, y en consecuencia frena el progreso. “Si un venezolano solicita
una patente de invención en Venezuela para proteger un invento hecho en
Venezuela no se le entrega esa protección porque se dice que los productos
del talento son un bien público”. Ahora, ¿es posible fomentar una economía
basada en el conocimiento y la innovación sin la protección brindada por
los derechos de propiedad intelectual? No hay evidencia que sugiera que
eso pueda ocurrir.
9
Mazzucato, M. (2015). The innovative State: governments should make markets, not
just fix them. Foreign Affairs, vol. 94, núm. 1, págs. 61–68.
9
Observaciones finales
La empresa privada difícilmente prosperará en un entorno adverso. Y
el entorno depende de las opiniones que el gobierno y la sociedad tienen
y de lo que ellos hacen para apoyar esas opiniones. Entonces, la empresa
privada, ¿realmente beneficia a la sociedad o sólo se aprovecha de ella?
¿Deberíamos fomentar su existencia o deberíamos simplemente deshacer-
nos de ella?
“El caso venezolano”, considera Enrique Planchart, “es muy desafortu-
nado”. “Los distintos gobiernos que hemos tenido [...] han divulgado la idea
de que Venezuela es un país riquísimo y que todos los venezolanos tenemos
derecho, sin hacer nada, por el sólo hecho de haber nacido aquí, a partici-
par en esa riqueza”. “Entonces se ha creado una visión de la empresa y del
empresario como un usurpador. Este es uno que está aprovechándose de la
riqueza que nosotros tenemos, que es de todos nosotros, para usarla en su
provecho. Y esa es una idea absolutamente falsa. También es absolutamente
falso que somos [...] un país rico”. La riqueza proviene de “el trabajo y el
conocimiento”.
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