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¿Por qué, según el Kant de la Crítica de la razón pura, pueden ser necesarias

las leyes empíricas? Una discusión crítica

Martín Arias Albisu (CONICET)

En su Crítica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft = KrV), Kant distingue entre
los principios trascendentales del entendimiento y las leyes naturales empíricas. Mientras que los
primeros establecen las determinaciones fundamentales que los objetos empíricos en general
tienen que poseer para ser objetos de una experiencia humana unificada, las segundas se refieren
a regularidades en el comportamiento de los diferentes objetos empíricos. Sin embargo, debe
notarse que, según Kant, incluso las leyes naturales empíricas pueden alcanzar una cierta
necesidad. De acuerdo con el filósofo de Königsberg, “[i]ncluso las leyes de la naturaleza, si se
las considera como principios del uso empírico del entendimiento, llevan consigo, a la vez, una
expresión de necesidad, y por tanto, al menos la sospecha de una determinación a partir de
fundamentos que son válidos a priori y antes de toda experiencia”1 (A159/B198).2
La tarea de explicar en qué sentido las leyes empíricas pueden ser necesarias no es de
ninguna manera sencilla. En la medida en que son empíricas, estas leyes se basan en la inducción
a partir de un cierto número de casos dados en la experiencia, es decir, ellas son a posteriori. Los
juicios a posteriori son particulares y contingentes. En la medida en que son necesarias, las leyes
que nos ocupan, como dice Kant en el pasaje citado más arriba, “llevan consigo […] al menos la
sospecha de una determinación a partir de fundamentos que son válidos a priori”. Obviamente
Kant no afirma aquí que las leyes empíricas necesarias sean en cierto sentido a priori, sino
solamente que podrían ser determinadas por fundamentos que son válidos a priori. Sin embargo,
debe notarse que, para Kant, la necesidad y la universalidad estrictas son “señales seguras de un

1
“Selbst Naturgesetze, wenn sie als Grundsätze des empirischen Verstandesgebrauchs betrachtet werden, führen
zugleich einen Ausdruck der Nothwendigkeit, mithin wenigstens die Vermuthung einer Bestimmung aus Gründen,
die a priori und vor aller Erfahrung gültig sind, bei sich”.
2
Siguiendo el modo de proceder habitual, doy las referencias a la Crítica de la razón pura de acuerdo con la
paginación de la primera (A = 1781) y la segunda (B = 1787) ediciones originales. Todas las citas de esta obra son
tomadas de la traducción de Mario Caimi (Kant, 2009). La totalidad de las referencias a otros escritos de Kant
remiten a la edición académica de las obras de este filósofo (Kant, 1900ss.). En este caso, consigno el volumen en
números romanos y la(s) página(s) en números arábigos, precedidos por la abreviatura “AA” (por Akademie-
Ausgabe).

1
conocimiento a priori, y son también inseparables una de la otra”3 (B4). Por tanto, una primera
aproximación al problema de la necesidad de las leyes empíricas conduce a la tesis según la cual
estas leyes son o bien empíricas y contingentes, o bien a priori y necesarias.
El objetivo de esta comunicación es ofrecer una interpretación del sentido en el cual, de
acuerdo con la Crítica de la razón pura de Kant, las leyes empíricas pueden ser necesarias.
Intentaré mostrar que, si bien estas leyes no pueden ser necesarias en un sentido estricto del
término, como los conocimientos a priori de hecho lo son, ellas son, como Kant sugiere en el
pasaje citado anteriormente, determinadas por “fundamentos que son válidos a priori”, y, por
consiguiente, pueden alcanzar una determinada necesidad que denominaré “regulativa”.
A fin de preparar al oyente para la comprensión de este concepto de necesidad regulativa,
expondré previamente, de manera concisa, las tres clases de interpretaciones acerca de la
necesidad de las leyes empíricas que pueden encontrarse en la bibliografía kantiana reciente. Mi
concepto de necesidad regulativa tiene su origen en una reelaboración de una de las mencionadas
clases de interpretaciones.
Como ya mencioné, según mi lectura del pasaje citado más arriba, las layes empíricas
necesarias son determinadas por fundamentos que son válidos a priori o, más concisamente, por
fundamentos a priori. Las tres clases de interpretaciones sobre la necesidad de las leyes
empíricas pueden distinguirse y caracterizarse de acuerdo con las maneras en la que conciben
esos fundamentos a priori. En primer lugar, Michael Friedman sostiene que los fundamentos a
priori de las leyes empíricas necesarias son los principios trascendentales del entendimiento.
Estos principios establecen las determinaciones fundamentales de los objetos empíricos en
general. Por ejemplo, el principio trascendental del entendimiento correspondiente a la categoría
de causalidad y dependencia establece que todos los acontecimientos son efectos de ciertas
causas de las cuales se siguen regularmente (A189ss., B232ss.). Para Friedman, la necesidad de
las leyes empíricas sólo podría derivarse de una fundamentación a priori en los principios
mencionados.
Debe notarse que los mencionados principios trascendentales tienen que ser especificados
en los principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza. Kant efectúa esta especificación en
sus Primeros principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza (Metaphysische
Anfangsgründe der Naturwissenschaft = MAN) de 1786. Tal especificación se realiza mediante

3
“sichere Kennzeichen einer Erkenntniß a priori und gehören auch unzertrennlich zu einander”.

2
una aplicación de los principios trascendentales del entendimiento al concepto empírico de
materia. Por ejemplo, al principio trascendental del entendimiento que mencioné anteriormente
le corresponde en MAN la segunda ley de la mecánica: “[t]oda alteración de la materia tiene una
causa externa. (Todo cuerpo persiste en su estado de reposo o movimiento, en la misma
dirección y con la misma velocidad, si no es obligado por una causa externa a abandonar este
estado)” 4 (MAN, AA 04: 543). Tanto los principios trascendentales de KrV como los principios
metafísicos de MAN son proposiciones a priori y, por consiguiente, estrictamente necesarias y
universales.
De acuerdo con Friedman, los principios metafísicos de MAN fundamentan la ley
empírica más elevada, a saber, la de gravitación universal. Las restantes leyes empíricas deben
ser puestas en conexión con estos principios metafísicos (y, mediante ellos, con los principios
trascendentales del entendimiento) a fin de ser consideradas como necesarias.5
Los principios de MAN constituyen, en su conjunto, la parte metafísica de la física
matemática, esto es, un conocimiento metafísico acerca de los objetos materiales en general
(MAN, AA 04: 468-473). Tal parte metafísica es el fundamento de la parte empírica de la física
matemática. Por tanto, si bien es posible que, como sostiene Friedman, los principios metafísicos
de MAN fundamenten la necesidad de ciertas leyes empíricas pertenecientes a la física
matemática, no hay sustento en los textos de Kant para afirmar que los principios mencionados
sean los fundamentos de las leyes empíricas en general.6
La segunda manera de comprender la doctrina kantiana de la necesidad de las leyes
empíricas es propuesta, más desarrolladamente, por Michael B. McNulty. McNulty se ocupa,
fundamentalmente, de la necesidad de las leyes empíricas de la química. Este comentarista
4
“Alle Veränderung der Materie hat eine äußere Ursache. (Ein jeder Körper beharrt in seinem Zustande der Ruhe
oder Bewegung, in derselben Richtung und mit derselben Geschwindigkeit, wenn er nicht durch eine äußere
Ursache genöthigt wird, diesen Zustand zu verlassen.)”.
5
Cf. Friedman (1992a; 1992b; 1992c y 2014).
6
En el “Prólogo” a MAN, Kant sostiene que la física matemática es una ciencia de la naturaleza en un sentido
propio del término; la química flogística, una ciencia de la naturaleza en un sentido impropio del término; y la
psicología empírica, una descripción de la naturaleza que no alcanza el estatus de una ciencia de la naturaleza. La
física matemática es una ciencia en sentido propio porque su parte metafísica justifica la aplicación adecuada de la
matemática dentro de su campo. La química flogística y la psicología empírica no son ciencias en sentido propio
porque no poseen una parte metafísica que fundamente la aplicación adecuada de la matemática. Por otro lado, la
parte metafísica de la física matemática toma al movimiento como propiedad fundamental de la materia (MAN, AA
04: 476-477). Las leyes químicas y psicológicas no pueden adquirir necesidad a partir de una fundamentación en
esta parte metafísica, porque ni las reacciones químicas ni los estados y procesos del sentido interno, objetos estos
últimos de la psicología empírica, pueden ser presentados a priori como movimientos en el espacio. Para los fines
de este trabajo, no es necesario examinar los diferentes estatus de la química flogística y la psicología empírica.
Acerca de este tema, cf. Arias Albisu (2017).

3
considera solamente la química flogística, porque en el período de KrV (1781/1787) y MAN
(1786) Kant es un seguidor de la química flogística tradicional elaborada particularmente por
Georg E. Stahl.7 Según la interpretación de McNulty, la necesidad de las leyes pertenecientes a la
química flogística resulta del empleo de ciertas ideas de la razón teórica que este autor denomina
“elementos”.8 Ejemplos de estos elementos son la sal y el flogisto (A645-646/B673-674). La
postulación de estos elementos posibilita una explicación causal y unificada de una gran variedad
de fenómenos químicos. Por ejemplo, la postulación del flogisto permite al químico explicar
causal y unificadamente todos los fenómenos de calcinación y combustión. Por otro lado, los
elementos, en la medida en que son ideas de la razón, son a priori. Los principios que los
postulan, como por ejemplo “el flogisto es la causa de la calcinación y la combustión”, son
entonces también a priori y, consiguientemente, estrictamente necesarios y universales. Estos
principios transmitirían esta necesidad y esta universalidad estrictas a las leyes de nivel inferior
que pueden derivarse de ellos, como por ejemplo “el flogisto es la causa de la calcinabilidad del
estaño”.
Sin embargo, esas leyes de nivel inferior poseen necesidad y universalidad estrictas
solamente desde el punto de vista de la razón. Dado que las ideas de la razón tales como los
elementos son incognoscibles, los principios que postulan a estos elementos no pueden justificar
epistémicamente las leyes de nivel inferior que pueden derivarse de estos principios. Desde la
perspectiva de la justificación epistémica, estas leyes se basan en la observación y la
experimentación, y no pueden ser entonces estrictamente necesarias y universales.
Mi crítica principal a la interpretación de McNulty consiste en que su tesis acerca del
carácter necesario y universal de las leyes y principios de la química carece de relevancia
cognitiva para seres finitos dotados de una intuición sensible como nosotros. Dado que nuestra
sensibilidad no nos permite conocer ideas de la razón como los elementos, no es posible que
conozcamos ni esa necesidad ni es universalidad. Además, debe señalarse que la argumentación
de McNulty acerca de la necesidad y la universalidad de las leyes y principios de la química se
basa en el carácter a priori de las ideas de la razón en general. El autor no menciona ningún

7
Cf. Friedman (1992a: 265; Carrier, 2001 y Blomme, 2011 y 2015). Según Friedman (1992a, 289), Kant adoptó la
química antiflogística de Lavoisier a más tardar en 1795.
8
Sigo la terminología de McNulty (2015), quien en la mayoría de los pasajes no establece una distinción entre los
elementos en tanto ideas de la razón y los elementos en tanto entidades ideales que corresponden a estas ideas.

4
pasaje de Kant en el que se vinculen específicamente los elementos con esa necesidad y esa
universalidad.9
En tercer lugar, varios comentadores consideran que la sistematicidad de las leyes
empíricas es la fuente de la necesidad de estas leyes. En virtud de la precedencia histórica y la
cantidad de trabajos dedicados a este problema, esta clase de interpretación se atribuye a menudo
a Gerd Buchdahl.10 Puede afirmarse que, de acuerdo con esta clase de interpretación, ciertas
ideas y principios de la razón teórica son los fundamentos a priori de la necesidad de las leyes
empíricas. En efecto, en el “Apéndice a la dialéctica trascendental” de su KrV, Kant sostiene que
el empleo regulativo de estas ideas y principios hace posible y necesaria la máxima
sistematicidad posible (esto es, la máxima unidad y extensión sistemática posible) de las leyes y
los conceptos empíricos. Como tales ideas y principios se originan en la razón, ellos son a priori.
Por un lado, están los principios a priori de homogeneidad, especificación y continuidad
11
(A642/B670ss.). Por el otro, están las ideas a priori del alma, el mundo y Dios
(A669/B697ss.). 12 Dado que, de acuerdo con la clase de interpretación bajo examen, la

9
Cf. McNulty (2015).
10
Cf. Buchdahl (1965; 1967; 1969 y 1971).
11
Siguiendo a Kant, y por motivos de espacio, presentaré brevemente el uso regulativo de las ideas en tanto
principios sólo en la medida en que conduce a la formación de sistemas de conceptos. De acuerdo con el principio
de homogeneidad, es necesario buscar la identidad del género en diferentes conceptos empíricos específicos. Esta
búsqueda de identidad entre conceptos de órdenes cada vez más elevados puede detenerse únicamente si se alcanza
un género supremo. La aplicación de este principio conduce a la máxima unidad sistemática posible de los
conceptos (A651-654/B679-682). El principio de especificación, a la inversa, hace necesario intentar dividir o
especificar cada uno de los géneros en especies diferentes. Este principio puede aplicarse indefinidamente, y su
aplicación lleva a la máxima extensión sistemática posible de los conceptos (A654-657/B682-685). Por último, el
principio de continuidad hace necesario intentar introducir, entre dos especies del mismo género consideradas
inicialmente como colindantes, cada vez más especies intermedias. Por tanto, este principio apunta a la producción
de una transición continua entre las diferentes especies de cada uno de los géneros. Asimismo, el principio de
continuidad puede aplicarse indefinidamente (A657-663/B685-691).
12
A fin de emplear regulativamente las ideas del alma, el mundo y Dios, es necesario relacionar los fenómenos con
lo que Kant denomina objetos “en la idea” (A670-671/B698-699, A679/B707, A687/B715, A693/B721, A696-
698/B724-726). Estos objetos no son objetos existentes suprasensibles e independientes de estas ideas, sino que
constituyen el contenido lógico de esas ideas, en la medida en que este contenido es considerado como un objeto o,
más precisamente, como un cuasi-objeto (cf. Caimi, 1996: 76ss. La expresión “cuasi-objeto” / “Quasi-Gegenstand”
es introducida por Zocher. Cf. Zocher, 1958: 48). Puede afirmarse que estos cuasi-objetos son objetos intencionales
correspondientes a las ideas mencionadas (Allison, 2004: 438). Según Kant, podemos y tenemos que representar
sistemáticamente los objetos empíricos al relacionarlos con estos objetos intencionales. Por ejemplo, el objeto
intencional correspondiente a la idea del alma hace posible y necesario obtener la máxima unidad sistemática
posible de las determinaciones de la mente, en la medida en que estas determinaciones son entendidas como
pertenecientes a la misma substancia simple y permanente (esto es, el alma) y, por tanto, como enteramente
diferentes de los fenómenos externos (A672/B700, A682-684/B710-712. Es importante señalar que, de esta manera,
no obtenemos ningún conocimiento acerca de lo que sea el alma en sí misma). A diferencia de los principios de la
razón, los objetos intencionales correspondientes a las ideas del alma, el mundo y Dios no son empleados para
sistematizar las leyes y los conceptos empíricos, sino ciertos dominios o aspectos de los fenómenos. Sin embargo,

5
sistematicidad es la fuente de la necesidad de las leyes empíricas, y esas ideas y principios son
los fundamentos de esta sistematicidad, tales ideas y principios son, como ya afirmé, los
fundamentos a priori que explican y determinan la necesidad investigada en esta
comunicación.13
Intentaré mostrar que esta última clase de interpretación es la que mejor explica las
afirmaciones de Kant acerca de la necesidad de las leyes empíricas. Un importante pasaje del
“Apéndice a la dialéctica trascendental” de KrV provee sustento para la clase de interpretación
bajo examen. “Esta idea [MAA: de una totalidad del conocimiento] postula, según eso, una
unidad completa del conocimiento que es propio del entendimiento, en virtud de la cual ese
[conocimiento] no se constituye como un mero agregado contingente, sino que llega a ser un
sistema interconectado según leyes necesarias.” 14 (A645/B673. Cf. A647/B675). Estimo que,
para Kant, cuando un cierto conjunto de conocimiento empírico adquiere una forma sistemática
completa, las leyes empíricas que forman parte de este sistema completo pueden considerarse
como necesarias. Hasta donde sé, la mejor explicación de esta tesis es dada por Fred L. Rush.
Según este comentarista, mientras más leyes genéricas y específicas contenga un sistema, y
mientras más inferencialmente conectadas estén estas leyes, más se aproxima este sistema al
ideal de completitud. Debe notarse que, como nuestra experiencia objetiva es finita, ningún
sistema de leyes empíricas puede sernos dado de manera completa. Sin embargo, cuando un
sistema de esta clase es extendido progresivamente, tiende a descartar sistemas de leyes que
ofrecen explicaciones competidoras de la naturaleza. Y, en la medida en que el sistema en
cuestión hace eso, sus leyes parecen exclusivas y, con mayor motivo, necesarias.15
En la parte final de esta comunicación, quisiera esbozar una interpretación según la cual
ciertas leyes empíricas dadas en nuestra experiencia pueden alcanzar una necesidad potencial.

como las leyes y los conceptos empíricos se refieren a los fenómenos, los objetos intencionales aquí considerados
inciden indirectamente en estas leyes y estos conceptos. Es digno de mención que algunos comentaristas sostienen
que las funciones regulativas de, por un lado, los mencionados objetos intencionales y, por el otro, los mencionados
principios de la razón, son diferentes aspectos de la misma teoría (Morrison, 1989: 164-166; Caimi, 1995: 319;
Allison, 2004: 438-439). La divergencia entre esas concepciones había sido previamente señalada por Zocher (1958:
58; 1966: 225). Desarrollé la interpretación de Morrison, Caimi y Allison en Arias Albisu (2012).
13
De acuerdo con la Crítica de la facultad de juzgar (Kritik der Urteilskraft = KU), la tarea de sistematizar leyes y
conceptos empíricos no es efectuada por la razón teórica y sus ideas y principios, sino por la facultad de juzgar
reflexionante y su principio de finalidad. Cf. la “Introducción” de dicha obra (KU, AA 05: 171-198).
14
“Diese Idee [MAA: von der Form eines Ganzen der Erkenntniß] postulirt demnach vollständige Einheit der
Verstandeserkenntniß, wodurch diese nicht bloß ein zufälliges Aggregat, sondern ein nach nothwendigen Gesetzen
zusammenhängendes System wird.”
15
Cf. Rush (2000: 847). Afirmaciones similares pueden encontrarse en Kitcher (1994: 267-268).

6
Esta necesidad potencial sería poseída por las leyes empíricas que cumplan con dos condiciones.
En primer lugar, estas leyes tienen que haber sido puestas a prueba empíricamente con éxito en
numerosas ocasiones. En segundo lugar, estas leyes tienen que estar integradas en sistemas
parciales existentes de leyes de esta clase. Las leyes empíricas que cumplen con estas
condiciones pueden considerarse justificadamente como potencialmente necesarias, porque con
respecto a ellas es probable suponer que podrían llegar a ser parte en un futuro ideal de un
sistema completo de las mismas. Mientras más sustento empírico posea una ley, y mientras más
extenso y unificado sea el sistema en el que ella estaría integrada, más probabilidad tiene la
suposición de que la ley en cuestión sería integrada en un futuro ideal en un sistema total de
leyes empíricas. Sin embargo, una ley empírica con amplio sustento empírico e integrada en un
sistema extenso y unificado podría ser falsada en algún momento futuro real. Por tanto, las leyes
empíricas no pueden alcanzar en nuestra experiencia finita una necesidad real, sino, como señalé
anteriormente, solamente potencial. Propongo denominar “regulativa” a esta necesidad potencial,
porque, al menos en KrV, la sistematicidad de los conocimientos empíricos depende del uso
regulativo de ciertas ideas y principios de la razón teórica. Puede concluirse que el fundamento
de la necesidad regulativa de las leyes empíricas consiste en la posesión de un sustento empírico
amplio y en la integración de estas leyes en sistemas parciales existentes extensos y unificados
de leyes de esta clase.

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