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El legado Maya

La Civilización Maya se destacó por su extraordinaria capacidad para realizar obras que, van a
sobrevivir al período histórico en el que fueron realizadas. Monumentos funerarios, viviendas,
palacios reales y, por supuesto, los famosos templos piramidales que construyeron son algunas de
sus expresiones más notables, a las que se suman una producción escultórica, pictográfica y
ceramista. También van a destacarse en las ciencias, en especial las matemáticas y la astronomía,
las que les permitirán confeccionar su calendario. En estelas esculpidas, en murales bellamente
pintados, en altares hermosamente decorados, en los códices, en sus construcciones armoniosas,
en los patios de pelota y en las puertas y dinteles, se proyecta el legado cultural de la civilización
maya, que llevó a la perfección la astronomía, la escritura y las notaciones numéricas.

Chichén-Itzá

La ciencia de los mayas

Los conocimientos alcanzados por los mayas en matemáticas y astronomía pusieron a su cultura
en lo más alto del desarrollo mesoamericano precolombino. Inventaron un sistema numérico que
incluía el cero, una creación que les llevaría aún varios siglos a otras tantas culturas
contemporáneas. También se manejaron con dos calendarios, uno de ellos con la misma cantidad
de días que el gregoriano. Detallistas en la observación de los astros, también dominaron las
cualidades sanadoras de la naturaleza que los rodeaba. Los mayas se hicieron especialistas
en cosmología y astronomía. Construyeron observatorios y un sistema matemático que fue
madurando hasta alcanzar una perfección que hoy asombra a los estudiosos de su proceso
histórico.

Como otras culturas de Mesoamérica, los mayas tuvieron un desarrollo científico considerable. En
cuanto a las matemáticas, se sabe que basaron su contabilidad en un sistema vigesimal y de base
cinco, y que recién hacia el 36 a.C. hay referencias documentales de la utilización del cero. Los tres
símbolos básicos eran el punto, al que le asignaron el valor uno, la raya, equivalente a cinco, y por
último una concha estilizada, para el cero. A diferencia de la numeración arábiga, que es
horizontal, los números mayas se disponían verticalmente, con los valores menores en la parte
inferior y los más altos arriba. De esta manera, el cinco era una raya horizontal, a la que se le
agregaban los puntos suficientes para designar del seis al nueve. El diez eran dos rayas, y así
sucesivamente.

Muestra inequívoca de sus conocimientos y aplicaciones matemáticas son, por ejemplo, sus
seguimientos sobre el movimiento de la Luna y los planetas. Las matemáticas fueron incorporadas
al calendario en el llamado cálculo de computo largo, que consistía en la acumulación de cinco
tipos de ciclos de tiempo, en los coeficientes numerales por los que han de multiplicarse.

También fue sorprendente su capacidad para medir con exactitud la duración del año solar, de
365 días, medición que, según varios estudiosos, era más exacta que la utilizada por entonces en
Europa. Su calendario tiene trascendental importancia científica y está íntimamente relacionado
con la mitología, la cosmología, la teología, la astronomía y las matemáticas. Se basa en un
complejo sistema de gran exactitud; se afirma que su precisión es comparable a la obtenida
actualmente con base en los cálculos de nuestra era electrónica.

El calendario maya tenía tres diferentes y simultáneas cuentas de tiempo: el Sagrado o Tzolkin de
260 días, el Civil o Haab, de 365 días o kim, y la Cuenta Larga, de 144.000 días, es decir 20 ciclos de
20 años. El primero se combinaba con el de 365 días, y entre ambos formaban un ciclo de 52
Haabs. También contaban con ciclos de 13 días y de 20 días para el Tzolkin y el Haab,
respectivamente. En ambos, las anotaciones numéricas se escribían mezclando números con
glifos. De los dos, el calendario más utilizado era el Tzolkin, especialmente para planificar tareas
agrícolas y ceremonias religiosas. Finalmente, la cuenta larga de 1.872.000 días tenía como
finalidad inscribir las fechas de los grandes eventos en el calendario, partiendo de un
acontecimiento mítico que servía para referenciar cualquier otro posterior.

El influjo del calendario en la vida de los mayas

"Apenas nacía, el niño maya era llevado ante el sacerdote para que este pudiera adivinar su
destino, determinar su ocupación futura y darle un nombre. En un texto sobre augurios se afirma
que los niños nacidos los días de Kan, Chuen y Men estaban destinados a ser artesanos; los
nacidos en los días Khish y Kib, guerreros; los nacidos del día de Khets'-nab, curanderos, etc. De
este modo, los sacerdotes podían clasificar inmediatamente a los niños por los empleos que
habrían de ejercer y aconsejar a sus padres sobre la forma de educarlos."

Yuri Knorozov, Los mayas en la vida y en la muerte (adaptación).

Astronomía

Se admite que la cultura maya alcanzó el mayor desarrollo astronómico y científico de toda la
América prehispánica. La atención mayor de los astrónomos mayas se detuvo con mayor precisión
en el Sol, astro al que siguieron en su trayectoria. También prestaron particular importancia a la
Vía Láctea, conocida por ellos como el Árbol del Mundo y representada por un majestuoso árbol
floreciente: la ceiba.
Estudiaron el movimiento de los planetas y predijeron los eclipses. Los conocimientos
astronómicos de los mayas superaban a los de los egipcios; realizaron un calendario de una
exactitud científica verdaderamente sorprendente. Calcularon las revoluciones de Marte y Venus,
lo mismo que los eclipses, los solsticios y los equinoccios; todos estos conocimientos son mucho
más sorprendentes en cuanto a que las observaciones astronómicas solamente contaban con el
ojo humano para ser realizadas.

Observatorio en Chichén-Itzá

La arquitectura

Las ruinas de construcciones arquitectónicas nos revelan que este arte conoció una época de gran
esplendor. Palacios en ruinas, pirámides, templos, juegos de pelota, observatorios astronómicos,
puertas de entrada, plataformas elevadas y centros ceremoniales, son algunas de las edificaciones
del pueblo maya, aparte de las que aún permanecen escondidas en las selvas, que atestiguan de
manera elocuente un extraordinario pasado.

Sobresalieron las construcciones de tipo civil y religioso, caracterizadas por diversos estilos
arquitectónicos. A través del estudio que han hecho arqueólogos y etnólogos, se sabe que éstas
exigían un largo proceso; además, una obra plasmaba la historia de varias generaciones, ya que
ellas montaban sobre las viejas estructuras las nuevas. Un rasgo distintivo de la arquitectura
maya es la construcción de grandes edificios en puntos determinados por su conveniencia para la
observación astronómica. Además, ya como un elemento común a otras culturas, por lo general
levantaban sus ciudades en las cercanías de cursos de agua, bosques, valles y selvas, lo que les
permitía administrar una serie de recursos naturales esenciales para la supervivencia de la
comunidad.

Estilos de arquitectura en las ciudades mayas

En términos técnicos, las grandes construcciones mayas contaban con cimientos establecidos en
amplias plataformas rectangulares, sobre las que se erigían las pirámides y palacios. Además,
contaban con grandes calzadas para la circulación de las personas, y en sus centros, plazas
circulares de amplias dimensiones. Por lo general, también, a los lados de los edificios
gubernamentales o de palacios y templos, se levantaban canchas de juego de pelota. El centro de
cada ciudad maya estaba compuesto por un gran complejo de edificios. El plano de estos
complejos ceremoniales se estableció en los primeros días de esta civilización, alrededor del 2000
a.C.

Las primeras construcciones totalmente desarrolladas, con plazas rodeadas por pirámides de
piedra coronadas por templos y palacios, datan entre el 300 a.C. y 300 d.C. Estos grandes centros
político-religiosos se transformaron en verdaderas ciudades hacia comienzos de la etapa clásica de
la civilización maya (300 d.C.). Los siglos 600-800 d.C. fueron un período de vigorosa expansión. La
ciudad de Tikal fue reconstruida y se construyeron importantes templos, palacios, plazas y recintos
de juego de pelota en Palenque, Piedras Negras, Copán, Quiriguá, Naranjo y Cobá.
La ciudad seguía su diseño según la cosmovisión maya, en cuyo centro se hallaba lo religioso y a
partir de allí se distribuía hacia la periferia el resto de la ciudad, siguiendo siempre un orden
jerárquico. De esta manera, en los suburbios se levantaban las precarias casas de los trabajadores
agrícolas. Los restos arqueológicos y las ruinas de los grandes edificios permiten acercarnos en
detalle a la arquitectura maya. Uno de los aspectos que se compadecen con la visión religiosa es la
elevada altura de los templos, que, con un promedio de 40-50 metros, representaban un mayor
acercamiento a las divinidades como a las estrellas que tanto estudiaron.

Una extensa escalinata permitía el acceso desde la plataforma inicial hasta la cúspide, donde
habitualmente se establecía un templo ceremonial y sacrificial. Templos y palacios exhibieron
paredes gruesas que necesariamente precisaron de grandes esfuerzos humanos para su traslado y
colocación, paredes que a su vez eran revestidas con relieves de estuco o tallas directas sobre la
misma piedra.
Principales centros urbanos mayas

La extensión temporal y geográfica de la civilización maya determinó la existencia de numerosos


estilos predominantes por épocas y regiones. Entre ellos se destacan los edificios de muros anchos
y fachadas decoradas en piedra y estuco de Copán y San Andrés; las pirámides inclinadas de El
Petén central; los palacios de dos plantas de Tikal; los edificios con grandes cuartos de Palenque;
los de torres paralelas y escaleras tan verticales que no pueden ser subidas de Becán y Chicanná; y
las pirámides con patios de columnas de Chichén-Itzá, donde las edificaciones son colosales y
manifiestan influencias de los pueblos invasores. Las columnas, los atuendos guerreros, las figuras
de los Atlantes y el dios Chacmol, son algunos de los elementos que surgieron del proceso de
fusión de la cultura maya con la tolteca, entre otros muchos ejemplos.

Fruto de estos estilos son los grandes edificios, palacios y templos que aún asombran por su
calidad y magnificencia, como el observatorio de Uaxactún, el templo de Palenque y los diversos
edificios y templos de El Mirador, Tikal, Chichén-Itzá y Uxmal. Entre los monumentos más
famosos encontrados hasta ahora, vale la pena mencionar los gigantescos monolitos
hermosamente tallados en forma de prisma cuadrangular, que se encuentran en la región de
Yucatán. Sus pirámides escalonadas truncas, de la misma región, aunque menos monumentales
que las egipcias, en cambio las supera en belleza.

En Chichén-Itzá se ha encontrado un notable complejo arquitectónico construido en círculos


concéntricos y templos en forma de pirámides escalonadas truncas, sostenidas con columnas
decoradas con figuras de serpientes emplumadas. La Casa del Gobernador en Uxmal presenta una
bóveda sin arco, formada con bloques cada vez más grandes que se juntan con el centro del
espacio comprendido entre dos muros. Cerca de Palenque hay un alto relieve que representa el
sacrificio de un sacerdote al dios Kukulkán, el mismo Quetzalcóatl de los Aztecas.
Casa del Gobernador - Uxmal

Arte del tallado en piedra

Variada en su tratamiento temático y rica en estilos, materiales y dimensiones -que van desde la
monumentalidad hasta las miniaturas-, la creación sobre piedra es una de las expresiones
artísticas más destacadas de la cultura maya. Ligada a las celebraciones rituales, representaciones
religiosas y del poder político, esculturas, relieves, discos, dinteles, columnas y estelas constituyen
un legado en el que el realismo y el simbolismo se mezclan permanentemente.

El arte escultórico maya es tan antiguo como su civilización, y la acompañó a lo largo de todo su
desarrollo. En particular, sus artistas se han destacado en la estatuaria, tanto en grandes como en
muy pequeños tamaños. También realizaron bajorrelieves y estelas, siendo las de mayores
dimensiones las de Quiriguá. El material por excelencia que utilizaron fue la piedra calcárea y el
estuco, una pasta que hicieron con polvo de piedra, conchas y algunos elementos vegetales que
les sirvieron de aglutinante, producto que luego era pintado en diversos y coloridos tonos.
Vista de estela tallada P de ruinas en el fondo

Toda la temática de la escultura maya gira en torno de los grandes personajes de su religiosidad,
sea ya en forma de representaciones divinas como en figuras y objetos que las identifican. En este
sentido, son características las figuras de dioses o animales asociadas a éstos. Las
representaciones humanas también han sido unas de sus inclinaciones temáticas más recurrentes,
destacando para el caso los tallados en relieve de Palenque y Copán, característicos por sus
detalles de gran precisión y realismo. Las estelas, en cambio, constituyen un maravilloso mundo de
representaciones históricas y religiosas, que suelen aportar datos clave para interpretar el curso
de la sociedad maya, habitualmente acompañadas por piezas de cerámica de carácter funerario y
ritual.

Los artistas mayas eran maestros en los tallados en piedra y madera, en murales y en modelado
en estuco. Los alfareros no sólo producían tiestos para cocinar, sino también delicadas vasijas
policromadas ilustradas con escenas épicas del mundo sobrenatural, utilizadas como artículos
funerarios. En cuanto a la pintura, los mayas practicaron fundamentalmente la técnica del fresco,
y por lo general carecieron de la idea de perspectiva. También utilizaron el estuco para realizar sus
obras, en especial los murales, los que luego coloreaban vistosamente, con tonos rojos y azules.
Los temas que abordaron en sus pinturas murales prestan particular atención a la vida cortesana y
los rituales ceremoniales.
Mural de Bonampak

El alto nivel técnico de los artesanos, la ejemplificación del poder e ideología maya en sus templos,
palacios y ciudades y sus impresionantes logros intelectuales en cuanto a la escritura y
el calendario, se combinaron para hacer de los mayas la civilización de mayor importancia del
Nuevo Mundo.

Cerámica

La cerámica maya tuvo una diversa funcionalidad, siendo especialmente ricas las dedicadas a la
vida cotidiana (vasos, platos, distintos tipos de vasijas) y a las celebraciones religiosas, cuyas
representaciones necesitaban numerosos objetos para el culto. En la generalidad de los casos, la
cerámica sumó también una importante decoración, rica en figuras zoomorfas y dibujos
geométricos. Las temáticas recurrentes de sus decoraciones incorporan también escenas de la
vida diaria y las funciones de la casta dirigente, en especial nobles, militares y sacerdotes.
Piezas de ceramica maya

Característica de la cerámica maya será la delgadez y el pulimiento de sus paredes, además de la


multiplicidad de colores y, en ocasiones, el acabado acuarelado de su ornamentación. Las piezas se
confeccionaban para ser cocidas en hornos al aire libre que alcanzaban temperaturas de hasta 800
grados. Además de la cerámica, los mayas fueron expertos escultores, tanto en grandes como en
muy pequeñas dimensiones.

Escritura

Entre los pueblos americanos, el maya fue el único que inventó una escritura capaz de representar
fielmente el lenguaje hablado. Esta escritura se elaboraba con base en glifos o dibujos, que
expresaban sonidos o palabras enteras. Así, por ejemplo, un escudo y un mazo significaban guerra.

Los glifos

La civilización maya adoptó como soporte de su escritura al glifo, un signo grabado o pintado que
transmite un determinado concepto y que podía ser combinado con otros. En este sentido, y por
su notable contenido simbólico, los glifos mayas están emparentados con los jeroglíficos egipcios,
aunque jamás hubo contacto entre ambas culturas. El empleo de los glifos fue particularmente
muy extenso en el Período Clásico, y se han llegado a recopilar más de 10.000 inscripciones sobre
edificios, monumentos, alfarería y códices. Los mayas se valieron de esta escritura para dejar
constancia de sus creencias religiosas, de sus conocimientos astronómicos, y de los
acontecimientos más importantes protagonizados por reyes y personajes legendarios.

Glifos mayas en Copán

Los mayas escribieron con el sistema pictográfico, en el que combinaron símbolos fonéticos e
ideogramas. La conquista y la colonización posterior de los españoles lamentablemente
destruyeron el acervo original de la cultura maya, y se admite que fueron cientos los libros
quemados. En particular, todos los encontrados en la península de Yucatán fueron destruidos por
órdenes de fray Diego de Landa en julio de 1562. El descubrimiento de terrones rectangulares de
yeso hace pensar que se trata de restos de libros originales. De esta manera se perdió uno de los
mayores tesoros de la cultura maya, quedando apenas a salvo de las llamas y del tiempo tres libros
y algunas páginas de un cuarto, todos ellos conocidos como códices.

Los mayas fueron la única civilización verdaderamente alfabetizada del continente americano,
pero por muchos años sus inscripciones en jeroglíficos no pudieron ser descifradas sólo se podían
leer los números y las fechas. Sin embargo, desde fines de la década de los 50, fecha en que se
realizaron avances importantes en el desciframiento de los jeroglíficos, se ha revolucionado
nuestro entendimiento sobre la cultura e historia maya.

El conocimiento de la escritura no estaba al alcance de todos los estratos sociales del pueblo
maya. Era privilegio del grupo sacerdotal. Aunque en el período Posclásico se enseñaba a escribir a
los gobernantes y a los nobles, seguían siendo los sacerdotes quienes elaboraban loscódices en los
cuales consignaban su historia, sus mitos y sus ritos, o sea que eran la base de las tradiciones
orales transmitidas.

Códice Peresiano

Los códices mayas son libros escritos antes de la conquista y muestran algunos rasgos de la
civilización maya. Los que se han rescatado son el Códice de Dresde, el más antiguo, (Alemania
Oriental), en cuya biblioteca se encuentra; procede de la población Tikal. Está escrito en 39 hojas
de maguey con figuras jeroglíficas; contiene principios científicos de matemáticas y astronomía.
El Códice Tro-Cortesiano, que se encuentra en el museo de América en Madrid. Es de origen Itzá y
describe escenas rituales y sociales, por lo cual se convierte en una importante fuente para
conocer las costumbres de los mayas. El Códice Peresiano, se encuentra en la Biblioteca Nacional
de París, procedente de Yucatán; contiene referencias a los nombres de los meses y de los días y
relatos sobre la mitología maya; hace mención del transcurso de los días, meses y años, de las
fechas de las festividades y de algunas plantas medicinales; contiene también nociones de cirugía
e higiene. Un cuarto, el Códice Pérez, es la recopilación de varios textos procedentes
de Maní, Tikal y otros sitios de Yucatán. En él se agrupan tablas y correlaciones de los calendarios
cristiano y maya; material profético, almanaques y fechas históricas. También, está el tratado de
Tierras de Maní y un relato de la conquista española, junto a otros acontecimientos de la
península de Yucatán entre 1511 y 1562. Y el Códice Grolier, el único que se encuentra en México.

Posteriormente se confeccionaron los Libros de Chilam Balam, que fueron redactados después de
la conquista española, recogen textos relativos a la historia, medicina, cosmología, astronomía,
cronología y textos no clasificados de los mayas. El Ritual de los Bacabes, siglo XVIII, es otra fuente
escrita procedente de Yucatán. Está compuesto por cuarenta y dos textos médicos de carácter
ritual, en los cuales se alude a las principales creencias míticas de los mayas. Estos hombres
siempre quisieron registrar sus concepciones religiosas, su historia y sus logros científicos.
Quisieron transmitir la tradición, prepararse para el futuro y conjurar las influencias maléficas, por
medio de múltiples rituales.
Primera página del manuscrito del Popol Vuh, guardado en la Biblioteca de Newberry, Chicago.
Colección Ayer.

El Popol Vuh y Los Anales de los Cakchiqueles fueron escritos en maya yucateco, quiché y
cakchiquel respectivamente, pero en todos los casos utilizando el alfabeto latino incorporado por
los colonizadores. De todos ellos, sin duda el más conocido es el Popol Vuh o Popol Wuj (en
quiché "Libro del Consejo" o "Libro de la Comunidad"); es una recopilación de varias leyendas del
Quiché, un reino de la civilización maya situado al sur de Guatemala; más que en un sentido
histórico, tiene valor e importancia en el plano religioso. Escrito por un sacerdote maya, contiene
la mitología y parte de la historia del pueblo maya, es una narración que trata de explicar alguna
manera el origen del mundo, la civilización y los diversos fenómenos que ocurren en la Naturaleza.
De él se han hecho varias versiones en español, en una de las cuales participó el consagrado
escritor y Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, admirador incondicional de la
Cultura de sus antepasados. Además, los códices, que son manuscritos sobre fibra de papel,
procedente de un árbol tropical llamado amate; estas fibras son estucadas y luego pintadas con
figuras y glifos (caracteres jeroglíficos mayas).
El legado Azteca

Piedra de Moctezuma I. Piedra labrada que se conoce como Temalacatl Cuauhxicalli y reseña las conquistas de
Moctezuma I sobre los pueblos del Valle de México. La pieza se descubrió en 1987 y se llevó al Museo Nacional de
Antropología e Historia para su restauración y exhibición.

El desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas presenta una serie de rasgos culturales


comunes que las caracterizaron, entre los que se destacan el uso de calendarios, el
conocimiento de sistemas de numeración y escritura pictográfica, y una cosmovisión religiosa
basada en el culto y el ritual sacrificial. Olmecas, zapotecas, totonecas y mexicas o aztecas,
entre otros, supieron legar a la humanidad centros urbanos y creaciones artísticas que aún
asombran por su magnificencia.

Los aztecas reconocieron el valor de la habilidad en los oficios y usaron los productos de éstos
para honrar a los dioses, que para ellos eran los intermediarios entre el hombre y el infinito
poder del Universo. Su arte fue pujante en arquitectura y en escultura, aunque menos notorio
en pintura y dibujo. El legado cultural de este pueblo sobrevivió al tiempo, la exactitud de su
calendario, sus templos ceremoniales, sus jardines flotantes y su arte colorido constituyen
apenas una muestra de su inestimable aporte.

Escultura azteca

Las piezas escultóricas mexicas se caracterizan por conservar el mismo sentido de la proporción
evidenciado en la arquitectura. Maestros en el manejo de grandes y pequeñas proporciones,
las piezas más pequeñas exhiben la misma dignidad de las tallas más voluminosas que se
hallaban en los templos. Sobresale en la escultura mexica, una equilibrada combinación entre
realismo y simbolismo, de carácter monumental, pletórica en figuras híbridas donde lo humano
y lo animal se conjugan con singular creatividad.
Coatlicue (diosa tierra), Quetzalcóatl (dios principal) y un hombre sosteniendo un fruto del árbol del cacao,
respectivamente, son muestra de la escultura del pueblo mexica.

Las grandes esculturas reproducen generalmente águilas, jaguares y serpientes, pero sobre
todo representaciones de los dioses. Igual que los antiguos egipcios, pudieron mover
gigantescas estatuas sin contar con carros ni animales de tiro. La producción escultórica azteca
revela una curiosa relación entre realismo y simbolismo. Ejemplo de ello es la representación
de Coatlicue, diosa de la Tierra, donde el cuerpo de forma humana se complementa con garras
de águila como pies, y la falda compuesta de serpientes entrelazadas. En el pecho luce un
cráneo colgado del cuello, a manera de collar. El rostro, finalmente, son dos cabezas de
serpiente viéndose una a la otra.

Las Cabezas de piedra, características de la cultura olmeca, constituyen su legado más


destacado. Por lo general predominan las formas redondeadas, pero el rasgo común es la
monumentalidad de su tamaño, alcanzando algunas de ellas los 4 m de alto. Se admite que
representaban a figuras divinas o a gobernantes. También fueron utilizadas como tronos en las
regiones de La Venta, San Lorenzo, Tres Zapotes y Cobata.

LA PIEDRA DEL SOL

Las esculturas aztecas se caracterizaban por la actitud feroz y severa de los dioses tallados
en piedra o en materiales volcánicos. La más famosa es la Piedra del Sol, esculpida en una
roca de basalto de olivino. Comenzó a labrarse bajo el reinado de Axayacatl, en 1449, y se
terminó tres décadas más tarde. Sus medidas son asombrosas: 3,5 metros de diámetro y 24
toneladas de peso. En su centro se halla la imagen del Sol, con rostro feroz, rodeado por los
puntos cardinales y los cuatro soles o edades del mundo. Además, están esculpidos los veinte
signos de los días junto con grandes serpientes.
La Piedra del Sol. Su verdadero nombre es "Cuauhxicalli", que significa “receptáculo del Águila”. Fue hallado el 17
de diciembre de 1790 en la actual Plaza de la Constitución de México, D.F., y trasladado al Museo Nacional de
Antropología en 1964.

La Piedra del Sol, exhibe un resumen del infinito universo azteca, representando su cosmología
y las edades del mundo. Esta pieza monolítica tiene grabada sobre su superficie un resumen
del conocimiento que de astronomía y de la ciencia del tiempo habían alcanzado los
Anahuacas en miles de años. Además, muestra en términos calendáricos, su percepción del
universo y la concepción del mundo, el cual dividieron en 5 grandes eras o soles temporales.
Cada era o sol llevó un nombre de la cuenta del Tonalpohualli de acuerdo con el día en que
éste llegaba a su fin, así las cuatro eras ya terminadas o completadas se nombraron con los
nombres de 4 Agua, 4 Lluvia, 4 Viento, 4 Jaguar, y finalmente la última era o Quinto Sol lleva
por nombre el de 4 Movimiento o "Nahui Ollin", nombre del día en que terminará.
Disco central de la Piedra del Sol. En el centro se encuentra el rostro del dios de Sol Tonatiuh, dentro del glifo
"movimiento" (Ollin), con sus dos manos. En cada mano, sus garras apresan un corazón humano. Los cuatro
cuadrados que rodean la deidad central representan los anteriores Cuatro Soles.

Calendario mexicas

Los aztecas contaron con dos tipos de calendarios, que utilizaron tanto para optimizar y
sistematizar sus ciclos de producción económica como para regular sus actividades religiosas.
El calendario solar o civil, proporcionaba las coordenadas de tiempo para realizar las siembras
y las cosechas. El calendario místico o sagrado, en cambio, era utilizado para realizar
predicciones, establecer horóscopos y señalar cuáles eran los días más afortunados. El primero
estaba dividido en 365 días, mientras que el segundo en 260. Cada 52 años, estos dos ciclos
diferentes se alinean, causando que los aztecas llevaran a cabo el Festival del Fuego
Nuevopara evitar el desastre durante este evento, conocido como Xiuhmolpilli, o "agrupación
de años".

Calendario civil o solar

El año solar era la base del calendario civil mediante el cual los mexicas determinaban la
profusión de ceremonias y rituales relacionados con los ciclos agrícolas. Asociaron los meses
del año con sus principales actividades económicas y sociales, y por lo general estaban
determinadas por las estaciones. El calendario estaba compuesto de 18 meses llamados
metztli de 20 días cada uno. Cinco días componían una semana y de éstos, el quinto día,
tianquiztli, era dedicado al mercado. El año se completaba a 365 días con la adición de 5 días
llamados nemontemi (días vacíos), en estos días cesaba toda actividad normal, eran
dedicados al ayuno y la abstinencia.

Meses del calendario azteca: El calendario solar marca y da nombre al mes con la festividad
o ceremonia que se lleva a cabo durante ese período. En la siguiente tabla están explicitados
el número, símbolo y nombre del mes, con su significado, los dioses a quienes se dedica, y la
fecha de la ceremonia central.
Calendario sagrado o místico

La disposición del calendario místico o sagrado azteca concebía un año de 260 días, a cada
uno de los cuales se asignaba una fecha por la combinación de uno de los 20 signos de los días
y un número de 1 a 13, representado por puntos, de modo tal que era imposible confundir dos
días del ciclo anual. Por lo tanto, el almanaque estaba compuesto de 20 semanas de 13 días.
Cada uno de estos días se dividía en 13 horas diurnas y 9 nocturnas. El calendario sagrado,
era especialmente importante por su aplicación en las artes de la adivinación. De hecho, el
destino de una persona dependía de las buenas o malas cualidades que se le atribuían a la
fecha de nacimiento.

20 glifos que representan los 20 días del mes azteca.

La combinación de los dos calendarios, el solar y el sagrado, dio lugar al calendario redondo de
cincuenta y dos años. El tiempo y el destino de los hombres y de la sociedad eran considerados
cíclicos. Al final de cada período de cincuenta y dos años renacían simbólicamente el tiempo y
el mundo, por lo que se celebraba la terrible "Ceremonia del Fuego Nuevo".
Calendario Azteca

El arte azteca

En sus orígenes producto de la amalgama de diversos estilos exportados por los pueblos
precedentes y vecinos, finalmente llegó a expresar algunas destacadas características propias.
Orfebres, textiles y ceramistas, sus principales producciones fueron joyas y utensilios de uso
cotidiano. Aunque austeros en el recurso de la policromía, sus creaciones fueron ciertamente
expresivas.

Máscaras

Una de las mayores expresiones del arte mexica está reflejada en la confección de máscaras,
cuyo empleo estuvo circunscripto al universo de las representaciones religiosas y las ofrendas
funerarias. Tributarios de la tradición de olmecas y teotihuacanos, quienes las realizaron en
piedra y jade y decoraron con turquesa, los aztecas se esmeraron en el singular diseño en
mosaico que caracteriza su producción. Por lo general eran de grandes dimensiones y de
madera, representaban animales de gran fuerza. Se las utilizaba en las ceremonias públicas,
en las festividades religiosas y en el curso de las batallas. Las máscaras también personificaban
a sus divinidades y con ellas decoraban templos, palacios y hogares. También sirvieron para
cubrir los rostros de sus muertos.

Los aztecas mostraron una inclinación por la combinación de unos pocos colores por pieza o
uno mismo en diferentes tonos. Para decorarlas, cortaban en pequeños trozos las piezas de
turquesa, hueso y concha, que luego pulían y colocaban con una resina vegetal en superficies,
por lo general, de madera o barro. El jade fue uno de los materiales más empleados por los
aztecas para la confección de sus mascarillas mortuorias. La elección tenía mucho de
pensamiento religioso, ya que el jade estaba asociado a la vegetación y el agua, y por lo tanto
a los ciclos vitales.

Máscara del dios Quetzalcóatl Máscara de jade del dios Totec Máscara de Tezcatlipoca

Literatura y escritura

Dado que no tenía un método efectivo de escritura, la literatura azteca quedó limitada a la
efímera producción oral. Esencialmente de carácter pictográfica, hay sobradas evidencias de
que estaba progresando hacia la fonética silábica. Como carecían de alfabeto, la representación
de un animal o de un elemento u objeto podía combinarse con la de otros para dar un tercer
significado. Por ejemplo, escribían el nombre de su capital, Tenochtitlán, dibujando una piedra
("tena"), de la cual brotaba un cactus de nopal ("notchli").

Lo que hoy se conoce de la literatura azteca, en realidad, procede de los textos en alfabeto
latino que se escribieron a partir del siglo XVI. Por ellos se sabe que conocieron la prosa, siendo
los géneros más cultivados la historia y los discursos educativos. La poesía no les fue ajena y
tenía que ver con las grandes celebraciones, ocasiones en las que se la declamaba
acompañada de música. De hecho, había un poema para cada ocasión: la guerra; el culto a los
dioses y el recuerdo de su historia; además, la poesía expresaba los distintos estados de ánimo,
como así también el erotismo.

Medicina

En términos generales, puede afirmarse que se destacaron en medicina y en el manejo curativo


de las hierbas. Si bien la magia y la medicina estaban muy relacionadas, bajo los ritos había
conocimientos muy sólidos. De tal manera, sus medicamentos eran eficaces, especialmente las
infusiones y fomentos. Las fracturas sufridas por los guerreros por el uso de las mazas eran
reducidas mediante el uso de clavos intraóseos.

El baño daba origen a un ritual, en el que hombres y mujeres se bañaban juntos. Por ese motivo
los españoles prohibieron los baños de vapor. Además, el contraste entre la higiene de aztecas
y europeos era extraordinario. El encendido de sahumerios de copal por parte de los indígenas
cuando estaban en presencia de los conquistadores fue atribuido por algunos autores a que los
aztecas creían ver en los españoles a dioses. Por el contrario, otros creen que lo hacían pues
no podían soportar el hedor que desprendían los cuerpos de éstos, poco afectos a la higiene.

Tanto hombres como mujeres practicaban la medicina. Las últimas, en especial, se dedicaban
a los partos. También deben haber practicado la odontología: se hallaron cráneos con
deformaciones provocadas en los dientes, así como implantes en ellos de piedras finas.

Farmacopea natural

Los aztecas poseían alrededor de mil doscientas plantas de uso medicinal. Los curanderos y
herboristas se abastecían en los mercados de las hierbas curativas que otorgaba la naturaleza,
cuya atenta observación les había permitido conocer perfectamente las propiedades
terapéuticas de las plantas, los animales y los minerales, así como las enfermedades en que se
debían aplicar. La existencia en la región de gran cantidad de animales sumamente agresivos,
sumado al carácter mortífero del veneno, los obligó, además, a elaborar remedios contra sus
picaduras.

Según un dicho popular azteca, había dos clases de serpientes: las buenas y las malas. Para
las mordeduras de serpiente aplicaban distintos antídotos con éxito desigual. Los ungüentos y
las pócimas no siempre sanaban al atacado, pero podían por lo menos aliviar los efectos del
envenenamiento. A pesar de la peligrosidad de estos animales, los europeos se asombraron al
observar que las boas eran animales de compañía.

Un médico mexica informa a una mujer de las propiedades curativas de la raíz del Oquichpatri, utilizada para
prevenir enfermedades. Códice Florentino.

Astronomía

La astronomía, al menos en sus formas más incipientes, ya existía cuando los aztecas llegaron
al valle de México. Basada en la exactitud de las mediciones, estaba estrechamente ligada al
calendario. No obstante, lo que resulta especialmente meritorio es que esta ciencia se desarrolló
sin contar con otros soportes que la experimentación. En efecto, los aztecas no disponían de
instrumentos ópticos ni de cálculo, por lo que la precisión de sus datos se debía
fundamentalmente a la observación paciente, ayudada nada más que de líneas visuales. Aun
así, los aztecas elaboraron el calendario de 365,2420 días, más preciso que el europeo de
Gregorio XIII, de 365,2425 días.

Sistema numérico

El sistema numérico empleado por los aztecas era relativamente sencillo y se fundamentaba en
un registro vigesimal, indicando cantidades hasta veinte con el número necesario de puntos.
También empleaban una bandera para indicar veinte, repitiéndola para representar cantidades
hasta cuatrocientas unidades. Un signo que representaba un abeto expresaba por sí solo
cuatrocientas unidades. Ocho mil unidades, o sea 20x20x20, se indicaban por un costal debido
al contenido casi incontable de granos de cacao que podían caber en él.
Representación numeral azteca.

Los códices

Los códices constituyen el testimonio más directo de la cultura mexica. Narran la historia de
sus dinastías, cultos religiosos y guerras. Estaban elaborados en papel amate y piel de venado.
Los códices se convirtieron en emblemas de la cultura azteca, ya que develaron los elementos
esenciales de su sociedad y su desarrollo. Confeccionados como manuscritos pictográficos,
combinaban el dibujo con el texto en náhuatl. Se los clasifica en prehispánicos y coloniales; los
primeros fueron realizados sobre papel de amate, piel de venado, tela de algodón y papel de
maguey; los segundos, en papel europeo, tela industrial y pergamino. Se conservan unos 500
códices, la mayoría en México.

La palabra códice proviene del latín (codex) y su significado está asociado al libro manuscrito.
Por lo general se le suele agregar un nombre referido al lugar de su hallazgo, a su propietario
(Códice Borgia) o a la autoridad que lo encargó (Códice Mendoza). Las temáticas que abordan
constituyen un documento histórico, social y cultural único, que nos permite conocer
acontecimientos que van desde la migración originaria de los aztecas hasta aspectos de su vida
social y cotidiana.

Museos

Buena parte de las producciones culturales de las civilizaciones mesoamericanas se perdieron


durante la conquista y posterior colonización española de su territorio. Sobrevivientes a la
barbarie y al latrocinio, miles de piezas recuperadas en los sitios arqueológicos hoy gozan de la
protección de instituciones especializadas en su conservación y en la difusión de su desarrollo.
El Museo Nacional de Antropología de México y el del Templo Mayor constituyen las dos más
importantes, a la vez que ofician como fuentes de difusión de los logros alcanzados por aquellas
culturas.

Museo Nacional de Antropología de México


Museo Nacional de Antropología de México

Conformado por salas dispuestas de manera cronológica y cultural, el museo alterna interiores
y exteriores (un gran patio central y pequeños jardines). Cada uno de estos espacios puede ser
recorrido como si fuera un museo propio, dada la especialidad de sus contenidos. El primer piso
está especialmente dedicado a las etnias de México. Posee un auditorio, biblioteca, un área
audiovisual y una sala de exhibiciones temporales.

Museo del Templo Mayor


Entrada al Museo del Templo Mayor y vista de las ruinas del Templo Mayor de Tenochtitlán.

Inaugurado en 1987, está enclavado en el corazón del centro histórico de la ciudad de México.
Cuenta con ocho salas y un vestíbulo de exposiciones temporales que recrean de manera
simbólica el Templo Mayor de Tenochtitlán. Su patrimonio suma miles de piezas recuperadas
de los más importantes centros arqueológicos. Además, el Museo del Templo Mayor brinda
numerosos servicios y asesoramientos a especialistas y cuenta con un completo acervo
bibliográfico, fototeca y archivo arqueológico.

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