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Santiago, cinco de septiembre de dos mil doce.

Vistos:

El Tribunal Oral en lo Penal de Quillota condenó a Manuel Antonio

Arancibia Olivares y a Davis Dan Castillo Prado como coautores del delito de

robo con fuerza en lugar habitado a cumplir, el primero, la pena de cinco años y

un día de presidio mayor en su grado mínimo y accesorias de inhabilitación

absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos y la de

inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena; y, al

segundo, la sanción de dos años de libertad asistida especial.

La defensa de Manuel Antonio Arancibia Olivares dedujo recurso de

nulidad, cuya copia está agregada a fs. 30 de este legajo, el que fue aceptado

a tramitación, fijándose por resolución de fs. 81 la audiencia en que se procedió

al conocimiento del recurso interpuesto, con la asistencia de los apoderados de

la Defensoría Penal Pública y del Ministerio Público de lo que da cuenta el acta

agregada a fs. 64.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que por el recurso deducido se invocó como causal

principal la del artículo 373 letra a) del Código Procesal Penal,

denunciándose infracción al debido proceso y al derecho a defensa.

Explicó la parte recurrente que en la audiencia de preparación del juicio

oral solicitó la exclusión de la testigo Ximena Sánchez Tapia porque no se le

tomó declaración en la etapa de investigación, lo que fue rechazado por la Juez

de Garantía que estimó no ser necesaria tal declaración previa. Más tarde, los

jueces del Tribunal Oral desestimaron el mismo reclamo que levantó, en el

juicio, porque consideraron que la designación de la mencionada testigo no


podía ser sorpresiva para la defensa desde que tanto la identidad de la testigo

como su calidad de tal le eran conocidas, porque otro deponente (Vega) dijo

que la vio pasar por el sector y que aquélla podía identificar a los sujetos,

aunque la señaló con referencias generales, siendo preciso realizar diligencias

para identificarla.

Aduce que el hecho que la testigo Sánchez sólo haya prestado

declaración en el juicio oral y no en la etapa de investigación, deja en situación

de desmedro al defensor que no conocía –hasta el juicio- los dichos de la

testigo presentada por el Ministerio Público, lo que entorpeció su estrategia de

defensa, así como su teoría del caso.

Agrega que la indefensión y el carácter sustancial de la infracción

quedaron en evidencia en el mismo fallo, porque exceptuada la referida testigo,

sólo subsiste un testigo de cargo que no reconoció a los imputados en el juicio

oral, siendo este el momento en que se controla la prueba producida por el

persecutor.

Concluye su libelo pidiendo que se declare la nulidad de la sentencia y

del juicio y se proceda a excluir a la testigo Ximena Sánchez Tapia,

ordenándose la realización de un nuevo juicio por tribunal no inhabilitado.

SEGUNDO: Que, en subsidio, la defensa invocó la causal del artículo

374 letra e) del Código Procesal Penal, en relación con los artículos 342 letra

c) y 297 del mismo cuerpo legal.

Sostiene, en relación a tales preceptos, que la infracción se produjo

porque se valoró la prueba en forma contraria a los principios de la lógica, las

máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados, al


dar por establecida la participación del imputado, porque no hay una relación

lógica entre la valoración de la prueba y las conclusiones asentadas en el fallo.

Aduce que ninguno de los testigos que declararon en la audiencia, Óscar

Vega y Ximena Sánchez, estuvieron en condiciones de reconocer al imputado,

a pesar que según Carabineros, el testigo Vega habría reconocido en un 100%

a los imputados al momento de su detención, pero sólo por sus vestimentas, ya

que no les pudo ver el rostro. Tampoco se encontró en su poder la especie

sustraída, en tanto la víctima nada pudo aportar porque se enteró del hecho

después de ocurrido.

No hay elementos de convicción que permitan inferir categóricamente la

conclusión de los sentenciadores, que se asila en conjeturas sin basamento,

estableciendo “máximas de experiencia” ambiguas, que son meras

afirmaciones. Así se lee del motivo 10° del fallo donde se concluyó que fueron

detenidos cerca del lugar, a pocos minutos, corriendo mientras intentaban

cambiarse poleras; que reunían las características referidas por el testigo Vega

y que fueron identificados por la testigo Sánchez, como los que observó fuera

del domicilio afectado, a los que después vio entrar por una ventana y salir por

la puerta principal. Además, agregaron los jueces que el hecho que no hubieran

reconocido a los testigos en estrados (sólo el testigo Vega reconoció a Castillo)

habría reforzado que eran testigos imparciales. En apoyo de sus conclusiones

dijeron que los funcionarios policiales confirmaron que los detenidos fueron

reconocidos en el sitio del suceso.

Sin embargo, la defensa destaca que el testigo Vega no explica por qué

no pudo reconocer a los imputados y lo hace el tribunal aduciendo cambios por

la edad –que no resultan razonables porque no pasó ni siquiera un año- y,


además, aquél dijo que los reconoció por la ropa. Tampoco el tribunal se hizo

cargo de la protesta de la defensa en el sentido que si fueron reconocidos por

la ropa, por qué aquella no fue incautada ni se fijó fotográficamente.

No se aprecia en el fallo, la narración clara, lógica y completa de los

hechos y circunstancias que se dieron por probados ni la valoración de los

medios de prueba de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 297 del Código

Procesal Penal.

TERCERO: Que, en subsidio de las causales antes mencionadas, la

defensa invocó la del artículo 374 letra c) del Código Procesal Penal, asilada

también en el hecho que la testigo Ximena Sánchez Tapia, no prestó

declaración durante la investigación lo que impidió a ese interviniente

contrastar sus declaraciones previas con las entregadas en el juicio oral. Se le

impidió ejercer el derecho a controlar su versión porque no pudo pedir la lectura

para apoyo de memoria de declaraciones previas para demostrar o superar

contradicciones o pedir aclaraciones que no existían, facultad señalada en el

artículo 332 del Código Procesal Penal. Esta infracción la reclama tanto como

falta de declaración previa como de omisión de registro.

Explica que el Ministerio Público está obligado a registrar las

actuaciones que realiza durante la investigación, incluida la incorporación de

las declaraciones de testigos, de modo que la omisión de declaración previa

impide a la defensa conocer de antemano cuáles son los hechos sobre los que

iba a declarar la testigo en cuestión y así elaborar una estrategia de

interrogatorio acorde a su deposición. La anotada omisión, también privó a la

defensa de la posibilidad de contrastar a la testigo con su declaración ante el

Ministerio Público para que el tribunal pudiera calificar su autenticidad.


Aduce que lo que verdaderamente ocurrió, fue que hubo declaración

previa de la testigo cuestionada, pero que aquella no se consignó en la

investigación, de modo que se infringió el deber de registro, lo que produce una

afectación de los derechos de la defensa, en este caso de tal entidad, que

puede ser calificada de sustancial y que fue reclamada en cuanto se tomó

conocimiento del defecto.

La existencia del vicio debió conducir a los jueces del tribunal a valorar

negativamente la prueba.

CUARTO: Que en relación a la causal principal, atendida la circunstancia

que se trata de la denuncia de una infracción a las normas de procedimiento,

se deja constancia que la preparación del recurso no fue cuestionada por el

representante del Ministerio Público que compareció a estrados, sin perjuicio

de que consta del motivo quinto del fallo que la exclusión de testigos fue

efectivamente solicitada en la audiencia preparatoria.

QUINTO: Que la defensa ha controvertido la existencia de declaración

previa registrada en la carpeta de la investigación de la testigo Sánchez Tapia,

sobre lo cual no se rindió prueba que demostrara su existencia, ni aún de una

declaración en sede policial, apareciendo de contrario, según se lee de la

declaración de esa testigo, que ella no fue al cuartel ese día, ni dio la

información que prestó en el juicio a la SIP, ni tampoco fue a la Fiscalía de la

ciudad a aportar los antecedentes sobre los que declaró en el juicio, sino que

llegaron a ella porque ella misma conversó con Oscar (Vega, el otro testigo)

para decirle que si necesitaba ayuda, podía prestársela. Dijo que si bien ese

día reconoció a los sujetos que estaban en la patrulla policial, no firmó ningún

documento por ello, ni se le tomó declaración. Luego, a las preguntas de la


defensora, dijo que la semana anterior a la audiencia había conversado con el

fiscal, que la llamaron por teléfono para recordarle que tenía que asistir. Dijo

que no era inubicable para el Ministerio Público y que -al margen de la

preparación del juicio-, fue citada en un día anterior y que no fue porque estaba

en la Corte de Valparaíso, pero que en la entrevista de la semana pasada, no

se le dijo que declarara en un sentido u otro.

El Suboficial Mayor de Carabineros –funcionario aprehensor- Eugenio

Reyes Arriagada, dijo que él era el funcionario a cargo del procedimiento y que

en el sitio del suceso no empadronó a todos los testigos, sólo al que llamó a la

Unidad, es decir, a don Oscar a quien entrevistó en el mismo lugar y que no se

percató si había más testigos, pero que a él no se le presentaron más.

El Cabo 2º de Carabineros Jorge Ahumada Zúñiga, conductor del

vehículo que hacía patrullaje y que detuvo a los sospechosos, declaró no haber

escuchado el nombre del testigo, pero supo que era un hombre. Dijo que por su

parte no se empadronó testigos, pero supo que los había y que no se les

alcanzó a tomar declaración porque se retiró, “…pero es cierto lo que dijo el

suboficial en cuanto dijo que tuvo conocimiento sólo del testigo que éste

identificó”. Además, “explicó que si una persona dice ser testigo, se le toma

declaración y cuentan con material para hacerlo, pero no se maneja acta de

reconocimiento, porque eso generalmente se hace en la SIP, ya que se agrega

una fotografía de la persona, pero sí se puede poner en la declaración un

párrafo que diga que los reconoce.”

SEXTO: Que de los antecedentes arriba transcritos y extraídos de las

declaraciones que constan del fallo remitido a esta Corte, aparece efectivo el

reclamo de la defensa en el sentido que la declaración de la testigo Ximena


Sánchez Tapia no constaba en la carpeta de la investigación, hecho no

contrariado por el representante del Ministerio Público. Pero, ocurre que ni

siquiera su nombre aparecía en ella, porque no fue indicado en el parte de

carabineros, como tampoco en alguna declaración policial suya, porque tal

como ella misma lo reconoció y lo admitieron los dos funcionarios que

prestaron declaración en el juicio oral, la Sra. Sánchez Tapia no fue siquiera

empadronada como testigo en el parte policial.

Oscar Vega, el otro testigo, sólo dijo respecto de Ximena Sánchez Tapia

que “venía llegando otra señora que vive por ahí”, a lo que luego agregó sobre

ella que “no recuerda el nombre de la señora” y que “esa vecina podía

reconocerlos detalladamente”.

De lo explicado aparece que mal pudo la defensa conocer la identidad

de la testigo que faltaba y menos aún, cuál sería su aporte como tal.

SÉPTIMO: Que, por otra parte, el artículo 181 del Código Procesal Penal

describe bajo el epígrafe “Actividades de la investigación”, que ésta se “…

llevará a cabo de modo de consignar y asegurar todo cuanto condujere a la

comprobación del hecho y a la identidad de los partícipes en el mismo. Así, se

hará constar el estado de las personas, cosas o lugares, se identificará a los

testigos del hecho investigado y se consignarán sus declaraciones…”.

Tales son las actividades de la investigación, propias por lo tanto del

fiscal a cargo de ella (sin perjuicio de las facultades que tiene para delegar) y

cuyo registro está mandatado en los artículos 227 y 228 del Código Procesal

Penal. El primer precepto citado alude al registro de las actuaciones del

Ministerio Público, a quien ordena dejar constancia tan pronto tengan lugar,

utilizando cualquier medio que permita garantizar la fidelidad e integridad de la


información, así como el acceso a la misma de quienes de acuerdo a la ley,

tiene derecho a exigirlo. El inciso segundo de ese artículo, explica que la

constancia de cada actuación deberá consignar a lo menos, fecha, hora y lugar

de realización, funcionarios y demás personas que han intervenido y una breve

relación de sus resultados. En el artículo 228 se regula el registro de las

actuaciones policiales.

Si bien es cierto, puede afirmarse que la investigación es de carácter

des-formalizado, ello es en tanto la obligación de registro está desprovista de

ritos o solemnidades especiales, imponiendo a la autoridad involucrada tan sólo

el uso de un medio que garantice fidelidad e integridad en la información, pero

no se extiende a suprimir el contenido de aquélla, que corresponde a un

derecho de la defensa según se explica más adelante.

OCTAVO: Que por su parte, el artículo 259 del Código Procesal Penal,

que regula el contenido de la acusación, precisa en su literal f) la obligación de

contener en forma clara y precisa “El señalamiento de los medios de prueba de

que el ministerio público pensare valerse en el juicio” y para el caso que se

trate de testigos, el fiscal “deberá presentar una lista, individualizándolos con

nombre, apellidos, profesión y domicilio o residencia” salvas las excepciones

legales “y señalando, además, los puntos sobre los que habrán de recaer sus

declaraciones”.

Es preciso concordar esta disposición, con el artículo 260 del código de

la materia que dispone la citación a audiencia de preparación de juicio oral,

donde se dispone que al acusado se entregue copia de la acusación,

dejándose constancia de encontrarse a su disposición, en el tribunal, los

antecedentes acumulados durante la investigación.


El cumplimiento de estas obligaciones responde al derecho reconocido

en el artículo 93 del mismo Código Procesal Penal, que señala como garantía

del imputado, que puede hacer valer desde el momento que describe el artículo

7° del mismo cuerpo normativo y hasta la terminación del proceso (o la

completa ejecución del fallo), entre otras, la siguiente: e) solicitar que se active

la investigación y conocer su contenido, salvos los casos de secreto y

mientras este dure.

El conocimiento del contenido de la investigación, a su vez, permite

el ejercicio de los derechos señalados en las letras c) (solicitar diligencias de

investigación) y f) (pedir el sobreseimiento) de ese mismo artículo; del señalado

en el artículo 194, que impone expresamente al fiscal la obligación de indicar al

imputado “los antecedentes que la investigación arrojare en su contra”; como

asimismo, el derecho que le franquea el artículo 182 en tanto, señala en su

inciso segundo que “El imputado y los demás intervinientes en el procedimiento

podrán examinar y obtener copias, a su cargo, de los registros y documentos

de la investigación fiscal y podrán examinar los de la investigación policial”.

El artículo 93 citado corresponde a la concreción del artículo 19 N° 3 de

la Constitución Política que asegura a toda persona que toda sentencia de un

órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo legalmente

tramitado y la consecuente obligación del legislador de establecer las garantías

de un procedimiento y una investigación racionales y justos.

Entre las garantías mínimas que reconoce al imputado el artículo 8 de la

Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, se contemplan en su

número 2, las siguientes: b) comunicación previa y detallada al inculpado de la

acusación formulada; c) concesión al inculpado del tiempo y los medios


adecuados para la preparación de su defensa; y, f) derecho de la defensa de

interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia

como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los

hechos.

En similar forma están contempladas las garantías mínimas en el

número 3 del artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos, que expresa el derecho de toda persona: a) a ser informada sin

demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada, de la naturaleza y

causas de la acusación formulada en su contra; b) a disponer del tiempo y de

los medios adecuados para la preparación de su defensa…; e) a interrogar o

hacer interrogar a los testigos de cargo.

La obligación que pesa sobre el Ministerio Público de consignar todo

cuanto condujere a la comprobación del hecho y a la identidad de los partícipes

en la comisión de un hecho punible, en forma detallada, lo que se pormenoriza

(en lo que a este recurso interesa), en la obligación de hacer constar el estado

de las personas, cosas o lugares y la obligación de identificar a los testigos del

hecho investigado y de consignar sus declaraciones, tiene correlato en la

consecuente obligación que la ley impone al persecutor no sólo de

individualizar a los testigos de cargo, sino que de indicar, además, aquellos

puntos sobre los cuales recaerán sus declaraciones, junto con poner a

disposición de la defensa todos los antecedentes acumulados durante la

investigación.

Tales obligaciones responden al derecho que tiene el inculpado a una

debida defensa, que se materializa no sólo en la asistencia letrada, sino que

también, en el derecho a conocer con detalle el hecho imputado y los


elementos de cargo que sirven para sustentarlo, desde que no basta con la

mera indicación del nombre de un testigo, aparecido además sólo en la

acusación, puesto que en el caso concreto se trata del nombre de una persona

que no figura en ninguna parte de la indagación.

El artículo 93 del Código Procesal Penal, en su literal e), reconoce el

derecho del imputado a imponerse del contenido de la investigación, lo que

resulta necesario no sólo para la elaboración de la estrategia defensiva o la

teoría del caso, sino que para la presentación adecuada a la audiencia de

preparación del juicio, como asimismo, para el desarrollo de los

contrainterrogatorios de los testigos de cargo, puesto que no es posible

pretender que la defensa esté en condiciones de elaborar una estrategia

defensiva o adoptar alguna decisión sobre aquella, si no conoce todos los

elementos de cargo. El escenario que le muestra la investigación del fiscal y

que es la que recibe junto con la acusación -con el tiempo suficiente

garantizado por el legislador antes de la audiencia de preparación de juicio-, es

el que le permite discernir la mejor forma de enfrentar el juicio y defender los

derechos del acusado.

La información contenida en la investigación, las declaraciones de los

testigos en este caso, permiten al abogado solicitar al juez de garantía que

haga uso de las facultades que le franquea el artículo 276 del Código Procesal

Penal, en su inciso segundo. ¿Cómo podría el juez ordenar reducir la

testimonial que aparece dilatoria o destinada a probar hechos que no guardan

pertinencia sustancial con la materia que conocerá el Tribunal Oral, si no

conoce el contenido de las declaraciones de los testigos? La defensa sólo

puede ejercer los derechos que señala la mencionada disposición si tiene


alguna noción de lo que dirán los testigos, lo que en el caso concreto no era

posible advertir de modo alguno desde que se trataba de una testigo

desconocida durante la investigación.

NOVENO: Que si bien es cierto, puede esgrimirse la existencia de

circunstancias en las que no es posible contar con declaraciones previas de los

testigos en la investigación, como es el caso del artículo 393 bis del Código

Procesal Penal o el de los testigos hostiles o renuentes e incluso el caso de los

coimputados y de las acciones privadas, que corresponden a los casos

argumentados en audiencia por el abogado que representó los intereses del

Ministerio Público, es lo cierto que tales son los casos de excepción. Las reglas

del procedimiento simplificado son diversas a las del juicio ordinario y del

artículo 391 se lee que el requerimiento no exige la individualización de los

testigos y la precisión de aquello sobre lo cual van a declarar.

Los testigos hostiles o renuentes en tanto, avalan lo concluido en las

motivaciones precedentes, desde que el legislador estableció en el artículo 190

del código de la materia, la forma en que deben ser citados los testigos ante el

Ministerio Público y la forma en que éste debe proceder cuando uno de ellos no

comparece sin justa causa o se niega injustificadamente a declarar,

disponiéndose para el caso las medidas de apremio respectivas. Luego, el

artículo 191, establece que aquélla persona que tomó la declaración del testigo

debe hacerle saber su obligación de comparecer y declarar en el juicio oral.

La relevancia de la citación de los testigos al Ministerio Público y la

declaración que se les toma, así como su registro, aparece además,

correctamente comprendida por el persecutor en los mismos términos que aquí

se concluye, en el oficio N° 133 de 2010 de esa repartición pública -a que se


refirió también la defensa en estrados- y que, en cuanto al registro, expresa

“con el objeto de dar efectiva aplicación al derecho de los intervinientes de

acceder a los diversos antecedentes que componen la investigación, los

fiscales deberán registrar todas las actuaciones indagatorias decretadas y

verificadas en la causa”. En tanto que, en lo que a los testigos se refiere, esa

instrucción establece que “…cuando, reiterada la citación, se determinare por

el fiscal adjunto que el testimonio del renuente es importante para la

investigación, deberá solicitar al Juez de Garantía que autorice su

comparecencia compulsiva. Asimismo, si el compareciente se negare

injustificadamente a declarar, el fiscal deberá promover una investigación para

indagar el eventual delito de desacato…”.

El establecimiento de medidas compulsivas para llevar ante el fiscal al

testigo rebelde e incluso de sanciones penales al testigo que se niega a

declarar, sólo pueden tener sentido si se comprende como necesaria o

indispensable la declaración de los testigos durante la investigación.

DÉCIMO: Que la posibilidad de rendir prueba nueva, en los términos del

artículo 336 del Código Procesal Penal, puede ser esgrimida como argumento

en contrario al necesario registro previo de la declaración de los testigos, sin

embargo, esta situación es de carácter excepcional y como tal, está aceptada

por el legislador como una que si bien puede producir sorpresa en la defensa y

con ello, afectar los derechos del imputado, responde a casos reglados y que

pueden proceder a favor de cualquiera de los intervinientes: el inciso primero,

ante prueba desconocida y sólo cuando se justifica no haber sabido de su

existencia; en tanto, el inciso segundo regula los casos de controversia sobre la

veracidad, autenticidad o integridad de la prueba


UNDÉCIMO: Que en conclusión, la correcta comprensión del ejercicio

del derecho a defensa del imputado y del debido proceso que conlleva como

garantías mínimas el derecho a conocer en detalle la imputación y los

elementos de cargo, así como el derecho a contrainterrogar a los testigos de

cargo, supone el acceso sin restricciones al contenido íntegro de la

investigación (salvo los casos excepcionales de secreto) y ello supone

necesariamente el acceso a la información completa.

Al respecto, resulta reveladora la expresión del sistema norteamericano

que describieron nuestros legisladores al referirse a la audiencia de

preparación de juicio como el discovery o “mostrarse las cartas”, cuando

explicaban que era imposible que el fiscal ocultara algún medio de prueba.

(Informe de la Comisión de Constitución, Pág. 368, Historia de la Ley)

Sin embargo, el cumplimiento de esa obligación tan gráficamente

descrita no puede quedar reducida en la práctica, a la individualización seguida

de una mención genérica sobre lo que dirá un testigo que nunca declaró

durante la investigación, de modo que la mención que se hace sobre aquello

que va a declarar no sea más que un acaso, un evento, una suposición de que

será lo que sabe, puesto que ese deber no puede entenderse de forma tan

liviana ni como el mero cumplimiento formal de una obligación, desde que se

está explicitando un derecho fundamental.

DUODÉCIMO: Que establecido que ha sido, que doña Ximena Sánchez

Tapia no prestó declaración alguna durante la investigación -ni aún en sede

policial- resulta que se ha incumplido con la obligación que pesa sobre el

Ministerio Público de identificar a los testigos del hecho investigado y de

consignar sus declaraciones.


Para determinar si esa infracción ha resultado sustancial en la resolución

del asunto, es preciso tener presente que en el juicio oral declararon cinco

testigos, sin embargo, la afectada no estaba en el domicilio y nada vio, de

modo que nada aportó al establecimiento de la participación de los imputados.

Los dos funcionarios aprehensores, tampoco presenciaron el hecho y

recibieron a los detenidos de otros carabineros que circulaban en moto,

limitándose a transportarlos hasta el lugar del suceso para que fueran

exhibidos al testigo Vega. Ambos dijeron que según aquél, uno de los sujetos

vestía polera verde y era delgado y el otro, polera negra y era de contextura

gruesa.

Reyes dijo que el testigo Vega los reconoció como los que había visto

entrar al domicilio. En tanto Ahumada, dijo que no estuvo presente cuando el

testigo reconoció a los detenidos.

El testigo Óscar Vega, por su parte, dijo que vio a dos sujetos fuera de

una casa, que eran bastante jóvenes y que uno era más gordito que el otro,

pero no recordaba bien la ropa que vestían, pero era bien a la moda, como con

pantalones desteñidos, no recordó si eran cortos. Dijo que esa descripción se

la dio a carabineros. Dijo que 5 a 10 minutos después que denunció, llegaron

los funcionarios y le pidieron que reconociera a las personas que tenían en la

patrulla por las vestimentas, desde donde mismo estaba “y por eso no fue el

único que los reconoció, sino que carabineros decidió llevar a otra persona. Él

los reconoció por las vestimentas”, después cuando los cambian al furgón los

pudo ver mejor y los reconoció como las mismas personas, pero el día de la

audiencia no los pudo reconocer. No les vio el rostro. El día de la audiencia

tampoco estuvo en condiciones de describir la vestimenta.


La testigo cuestionada, Ximena Sánchez Tapia, no los vio cometer el

delito, sólo los vio frente a la casa y después dentro de la patrulla policial, sin

embargo ella los reconoció sin ninguna duda como las mismas personas que

estaban fuera de la casa. Les vio la cara y describió con detalle sus

vestimentas, reconociéndolos en la sala de audiencia el día del juicio oral.

En el razonamiento undécimo de la sentencia, se advierte que los jueces

tuvieron en consideración la declaración de la testigo Ximena Sánchez Tapia

para tener por establecida la participación de los imputados, en conjunto con

los dichos de Vega y de los dos funcionarios aprehensores, sin que sea posible

para esta Corte determinar la mayor o menor entidad del aporte de la referida

testigo, desde que ello corresponde a un proceso de valoración propio de los

jueces del Tribunal Oral, siendo relevante sólo establecer que su versión fue

considerada por el tribunal para arribar a la decisión condenatoria y ello

conduce necesariamente a tener por cierto que la infracción cometida ha

resultado sustancial.

DÉCIMO TERCERO: Que establecida la existencia de la infracción de

garantías constitucionales y derechos establecidos en tratados internacionales

vigentes y reconocidos en el país y su carácter sustancial, se acogerá el

recurso por la causal principal deducida, de modo que no será preciso analizar

las causales interpuestas de forma subsidiaria.

DÉCIMO CUARTO: Que la defensa del adolescente Davis Dan Castillo

Prado se conformó con la sentencia pronunciada desde que no dedujo recurso

en su contra, sin embargo, aquél se encuentra en la situación reglada en el

inciso segundo del artículo 360 del Código Procesal Penal, de modo que los

efectos de esta sentencia se extenderán también al mencionado imputado.


Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 360, 373 y 384 del Código

Procesal Penal, se acoge el recurso de nulidad deducido por la Defensoría

Penal Pública a favor de Manuel Antonio Arancibia Olivares y se invalida la

sentencia de diecinueve de junio del año en curso pronunciada en el proceso

RUC 1101113212-1, RIT 67-2012 y el juicio oral que le antecedió y se repone la

causa al estado de realizar nueva audiencia de juicio oral por tribunal no

inhabilitado, debiendo excluirse del auto de apertura la declaración de la testigo

doña Ximena Sánchez Tapia.

Se previene que el Ministro Sr. Juica, concurre a la acogida del recurso,

pero no por la causal principal, sino que por la primera subsidiaria, la causal

absoluta contenida en el artículo 374 letra e) del Código Procesal Penal, por las

siguientes motivaciones:

Que en lo que atañe a la causal deducida en forma principal, estima que

sin entrar al análisis de fondo de la cuestión discutida, en la especie, la

declaración de la testigo Sánchez Tapia no resultaba sustancial para la

condena del recurrente, desde que aquella no tenía siquiera el carácter de

presencial del hecho.

Que, sin embargo, de la sola lectura de los razonamientos décimo y

undécimo de la sentencia en alzada, aparece que no se satisfacen las

exigencias de las letras c) y d) del artículo 342 del Código Procesal Penal, en

cuanto a la exposición clara, lógica y completa de cada uno de los hechos y

circunstancias que se dieron por probados y de la valoración de los medios de

prueba que fundamentan tales conclusiones de acuerdo a los principios de la

lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente

afianzados; además de las razones legales o doctrinales que permiten la


calificación jurídica de aquellos, tanto en relación al hecho, como a la

participación que es lo controvertido por el recurrente.

Al respecto, valga tan solo destacar que se incorporó el dicho de la

testigo Vega en las maniobras de escalamiento y apropiación, en

circunstancias que ella declaró no haber visto el hecho, como asimismo, se

concluye la sustracción de un celular, sin precisar ningún elemento de cargo útil

para arribar a tal aserto, afirmaciones que no se ajustan a los parámetros

ordenados en el artículos 297 del Código Procesal Penal.

Del mismo modo, en lo que cabe a la participación delictiva, se incluyen

los dichos de los funcionarios aprehensores para avalar la versión del

denunciante, a pesar que ambos dijeron que ese testigo sólo reconoció a los

imputados por las ropas y en un caso donde que ellos sólo manejaban el color

de las poleras a las que no pudo referirse el testigo en estrados, lo que resulta

contrario a toda lógica. Luego, se asigna mérito a la versión de la testigo

Sánchez, que dijo expresamente no haber visto el hecho y que se limitó a

reconocer a unas personas como las mismas que antes vio paradas en la calle,

de modo que repugna a las máximas de la experiencia extrapolar de ese dicho

que aquella habría reconocido a los autores de un delito.

En las circunstancias anotadas, por estimar que el fallo adolece de

graves defectos de aquellos que describe el artículo 374 letra e) del Código

Procesal Penal, el previniente estuvo por acoger el recurso formalizado por

dicha causal y proceder en consecuencia a la invalidación tanto de la sentencia

como del juicio oral que le antecedió, ordenando proceder a nuevo juicio por

tribunal no inhabilitado, extendiendo el efecto de esta decisión al condenado no

recurrente por aplicación de lo dispuesto en el artículo 360 del código citado.


Se previene que el Ministro Sr. Brito también tuvo en consideración para

concurrir a la invalidación del fallo, que la testigo Sánchez Tapia manifestó que

concurrió al Ministerio Público la semana anterior al juicio y que declaró, pero

que no firmó ninguna transcripción, por lo que con ello se ha quebrantado el

principio de igualdad de armas, puesto que sólo el persecutor dispuso de la

versión de la testigo no pudiendo por ello ser considerada por la defensa.

Regístrese y devuélvase con su agregado.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Künsemüller y de las prevenciones,

sus autores.

Rol N° 5116-12

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Milton Juica
A., Hugo Dolmestch U., Carlos Künsemüller L., Haroldo Brito C. y Juan Escobar
Z. No firma el Ministro Sr. Brito, no obstante haber estado en la vista de la causa
y acuerdo del fallo, por estar en comisión de servicios.

Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a cinco de septiembre de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por


el Estado Diario la resolución precedente.

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