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Desierto, migrantes y narcotráfico: un análisis de la narcocultura en Altar, Sonora.

El presente ensayo pretende dar un esbozo de la cultura del narcotráfico en Altar, Sonora; lo
anterior, derivado de la teorías aprehendidas durante la clase de Antropología Social. Por ende, se
busca dar una descripción y valoración somera sobre la cultura del narcotráfico en el municipio de
Altar, debido a la preeminencia de esta actividad en la región. Es entonces que nuestra tesis es la
siguiente: la presencia de la actividad del narcotráfico ha significado un cambio del paradigma
cultural en la zona ya mencionada. De tal forma que el texto versará en torno a tres temas en
específico: el primero, la cultura del narcotráfico como un conjunto de elementos simbólicos; la
segunda, la cultura del narcotráfico como generadora de expectativas de vida y, en tercer lugar, la
cultura del narcotráfico como mecanismo de legitimación del tráfico de drogas.

El escrito será respaldado por los trabajos de Guillermo Bonfil Batalla con “La teoría del
control cultural en el estudio de procesos étnicos”; Lawrence Grossberg con “Los estudios
culturales como contextualismo radical” y por último a Gilberto Giménez con “Cultura, identidad
y memoria. Materiales para una sociología de los procesos culturales en las franjas fronterizas”.
Todas ellas nos ayudarán a comprender de mejor manera la tesis que se busca comprobar. Claro
está que existe un conocimiento previo de la problemática y es por ello por lo que se han
seleccionado esos trabajos y se consideran los más adecuados. Cabe mencionar que apelamos a la
transversalidad de la educación por lo que hemos de utilizar textos vistos en la clase de Sociología
de la Cultura.

La estructura propuesta para el tratamiento de las cosas comenzará con un dilucidamiento


sobre qué es la cultura del narcotráfico para así tener en claro este punto central para el trabajo y
apegarnos a una definición que de entrada se le acusa de polisémica. Es necesario dotar de un
contexto al el trabajo, en consecuencia, se procederá a dar una ubicación del espacio el cual se
pretende exponer y la justificación del tiempo elegido para el análisis. En el ámbito cultural se
sentarán las bases de los conceptos teóricos metodológicos necesarios para llevar la tarea a cabo
con base en las tres teorías expuestas y, por último, las tres concepciones expuestas en el primer
párrafo.
“Una droga más dañina que las mal llamadas drogas heroicas se introdujo en la cultura nacional:
el dinero fácil. Prosperó la idea de que la ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada
sirve aprender a leer y escribir, que se vive mejor y más seguro como delincuente que como gente
de bien. En síntesis: el estado de perversión social propio de toda guerra”.

Gabriel García Márquez1

En este apartado se pretende dejar en claro el concepto de “narcocultura” y para ello es necesario
recurrir a los teóricos. Preciso que una definición homogénea no existe, sino que tenemos
numerosas definiciones debido a que el dilema aún no se ha terminado de resolver, pero tenemos
algunas muy sintéticas como la siguiente:

La narcocultura en sí misma es una forma de exposición del mundo del


narcotráfico que proviene del ámbito del crimen organizado, pero también del
imaginario colectivo.2

También es designada como una subcultura de la transgresión y la desviación social, por


los signos y símbolos que enaltecen el poder de los narcotraficantes y de la ilegalidad. Como
consecuencia del avance del narcotráfico en muchos de los ámbitos sociales, políticos, culturales
y económicos de nuestro país se han creado nuevos símbolos. Estos símbolos están compuestos de
expresiones, manifestaciones, contenidos, elementos, formas y códigos.3

“Una narcocultura que teóricamente puede definirse más bien como una
subcultura, es decir, como un conjunto de valores, modos de vida, comportamientos
y actitudes peculiares que diferencian a un determinado grupo social, dándole una
identidad particular y una cohesión interna; pero que, al mismo tiempo, participa
de algunos aspectos de la cultura global de la sociedad en la que se encuentra
inmerso”.4

Por lo anterior la narcocultura tiende a hacerse presente en aquellos lugares donde la


incidencia de las actividades del narcotráfico son más visibles, comunes, normalizadas y

1
García Márquez, Gabriel (1996). Noticia de un secuestro. Bogotá, Colombia. Editorial Norma.
2
Becerra Romero, América Tonantzin (2018). Investigación documental sobre narcocultura como objeto de estudio
en México. Culturales, 6, e349. https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e349
3
Ibid.
4
Ibid.
frecuentes. Tal es el caso de Altar, Sonora, una zona fronteriza en la cual las actividades del
“narco” forman parte del imaginario colectivo desde hace años y que continúa siendo un enclave
importante para el tráfico de drogas y el paso de migrantes.

En esa misma línea la definen como: “la narcocultura es un estilo de vida definido por significados,
códigos de conducta, sistema de valores, actitudes, creencias, costumbres, expresión de intereses,
formas simbólicas objetivadas e internalizadas en la vida cotidiana, que hacen referencia al
narcotráfico, y que han sido institucionalizadas por ciertas personas de la cultura dominante.”5
Ejemplos de la internalización de estas prácticas nos remiten a lugares como Badiraguato, Sinaloa;
Altar, Sonora; Nogales, Sonora y otras ciudades de Chihuahua, Tamaulipas y demás estados de la
republica donde esta actividad tiene presencia.

En consecuencia, nos hemos encontrado con abanico muy amplio de definiciones que nos
refieren las actividades del narcotráfico como detonantes y catalizadores del cambio en la dinámica
cultural de los lugares en los que este sistema está implantado. Es así como el proceso de simbiosis
entre la cultura del narcotráfico y el espacio donde se desarrolla comienza a crear nuevas dinámicas
que nos llevan a los cambios de paradigmas culturales.

Una vez trazado nuestro concepto central, es hora de delimitar el espacio y tiempo en que
el estudio se desarrollará. El municipio de Altar, Sonora colinda con los municipios de Sáric,
Tubutama y Oquitoa al este, al oeste con el municipio de Caborca y Pitiquito, al sur con los
municipios de Trincheras y Pitiquito.6 Fue fundado hace 243 años por Bernardo Urrea como un
presidio que llevaba el nombre de Santa Gertrudis de Altar, que más tarde fue cambiado a Nuestra
Señora de Guadalupe de Altar. Su población según el ultimo censo esta en 9,578 habitantes según
el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.7

5
Uribe Aviña, Víctor Manuel (1994). Narcotráfico y cultura: los narcocorridos. Revista de la Universidad de México.
520. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles-files/df1d9729-2fff-4e1f-a5e9-e7cb71cb106f
6
Véase Figura 1
7
Ibid.
Imagen 18

Altar se caracteriza por ser un punto de paso para los migrantes provenientes de países
centroamericanos como Guatemala, El Salvador, Nicaragua y los estados del sur de México.
Natalia Mendoza menciona que el paso de migrantes por la zona comenzó aproximadamente en el
año de 19959 y se destaca que el punto más álgido de paso de migrantes se dio entre los años de
2005 y 2008. La conclusión anterior deviene del desarrollo de servicios de hospedaje en la zona
por la población flotante que se alojaba en el municipio.

Pero ¿qué había antes del desarrollo del narcotráfico? Sin duda alguna podemos
caracterizar a Altar al igual que a los demás pueblos de la zona, un municipio con un economía
basada en la agricultura, ganadería y los servicios. Altar ha sido de los municipios más prominentes
de la zona junto con Pitiquito y Caborca, los cuales siempre han contado con una población mayor
a los 5,000 habitantes como no ha sido el caso de las comunidades de Oquitoa, Trincheras, Átil y
Sáric que han sido relegadas y olvidadas a lo largo de la historia, primero por su baja población y
desarrollo, y segundo, por la falta de una ruta de comunicación más eficiente que la actual. Lo
anterior tiene lugar debido a que fueron esas pequeñas comunidades las que se convirtieron en
satélites de la urbe más próxima debido a la diversa oferta de servicios que ofrecía y la cercanía
relativa con los demás poblados.

8
INEGI (2009). Altar, Sonora (26004). Mapas.
https://www.inegi.org.mx/app/areasgeograficas/?ag=26004#tabMCcollapse-Indicadores
9
Mendoza Rockwell, Natalia (2011). Microhistoria de la violencia en Altar, Sonora, en: Las bases sociales del
crimen organizado en México. México, SSP.
Así pues, estamos hablando de una comunidad con cierta importancia en la zona y en la cual el
detonante del cambio fue sin duda la posición geográfica en la que se encuentra, que junto con
Sáric forma parte de las plazas disputadas por el paso fronterizo con el que cuentan.

Una de las teorías de las que haremos uso en este ensayo es la del control cultural de
Guillermo Bonfil Batalla, más específicamente sobre los elementos culturales, para ello es
necesario rescatar la siguiente cita:

“Por control cultural entiendo el sistema según el cual se ejerce la capacidad social
de decisión sobre los elementos culturales. Los elementos culturales son todos los
componentes de una cultura que resulta necesario poner en juego para realizar todas
y cada una de las acciones sociales: mantener la vida cotidiana, satisfacer
necesidades, definir y solventar problemas, formular y tratar de cumplir
aspiraciones”.10

Bonfil Batalla define 5 tipos de elementos culturales: materiales; de organización, de


conocimiento, simbólicos y emotivos, cada uno bien delimitado y definido. Entonces los
principales elementos que utilizaremos son los materiales, de conocimiento y simbólicos, los
cuales se corresponden con tres hechos en específico: la cartelización11, el establecimiento de
fronteras territoriales y la profesionalización de los narcotraficantes.

Los elementos materiales “son todos los objetos, en su estado natural o transformados por
el trabajo humano, que un grupo esté en condiciones de aprovechar en un momento dado de su
devenir histórico: tierra, materias primas, fuentes de energía, herramientas y utensilios, productos
naturales y manufacturados, etc.” Dentro de los cuales se puede aportar el dinero, las propiedades
y todo eso “material” que de posicionamiento a nivel social.

Entonces ¿a qué nos queremos referir con lo anterior? A que hay un claro cambio en la
organización de las formaciones ligadas al narcotráfico, esto culmina en una jerarquización de los

10
BONFIL, G. (1991). La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos. Estudios sobre las culturas
contemporáneas. 04 (12), 165-204. Recuperado de
http://www.culturascontemporaneas.com/anteriores.php?revista=10&page=9
11
Con cartelización nos referimos a dos transformaciones paralelas en el tráfico de drogas. En primer lugar, al proceso
de concentración del tráfico en una sola organización regional que desplaza a los traficantes independientes y las
organizaciones de traficantes locales. En segundo lugar, al sentido de pertenencia a una organización que se registra
entre las personas de cada eslabón del tráfico, por ejemplo, entre burreros, cruzadores, o sicarios.
actores implicados y un desplazamiento de la “vieja guardia” y un nuevo sistema de
funcionamiento. De tal manera que los nuevos carteles de droga, hablando claramente de los que
tienen actividad en Altar se hacen de recursos materiales, lo cual les posiciona en su lugar y
mantiene la jerarquización de la que hablábamos anteriormente. El impacto de estos elementos
materiales se hacen visibles en la comunidad. En primer lugar, se da un desarrollo que está
implicado con establecimientos que tiene relación con el “lavado de dinero”12, dichos
establecimientos no duran más de 6 meses, y pasado ese tiempo cambian. En segundo lugar,
afirmamos que la economía está ligada a la migración que es otro punto importante, el dinero
emanado del narcotráfico “da vida y funcionamiento” a muchos de los sectores del municipio
norteño.

El sistema de tráfico de drogas y toda su carga cultural están inmersos en el funcionamiento


de la sociedad altarense desde hace años, pero sobre eso hablaré más adelante. Siguiendo la línea
ya establecida, es un deber recuperar a Bourdieu con su teoría del habitus y el espacio social donde
estos “capitales” materiales, económicos se ponen en juego en el campo. La analogía nos dice que
el campo es Altar y elementos/capitales son una apuesta por los carteles. De tal manera que el
poder que acumulan es mucho mayor al de la pequeña oligarquía regional conformada ganaderos,
agricultores y comerciantes de antaño que se sostienen de esta migración de paso.

Los elementos de organización conciernen a la dos puntos, en poco a la cartelización por


el nuevo sistema de organización, pero atañen de manera más tajante a la profesionalización, están
definidos de la siguiente manera: “son las formas de relación social sistematizadas, a través de las
cuales se hace posible la participación de los miembros del grupo cuya intervención es necesaria
para cumplir la acción”. La razón es que la profesionalización que implica una “cadena productiva
que puede extenderse desde el campesino que cultiva la droga hasta el narcomenudista”. 13 Las
categorías que están subsumidas en esta cadena productiva de burreros y guías que son el eslabón
mas bajo en el tráfico de drogas. Los burreros son aquellas personas, mayoritariamente hombres
jóvenes que se encargan de cargar en sus espaldas de 10-20 kilos de marihuana y en recientes

12
El lavado de dinero consiste en la actividad por la cual una persona o una organización criminal, procesa las
ganancias financieras, resultado de actividades ilegales, para tratar de darles la apariencia de recursos obtenidos de
actividades lícitas. Córdova Gutiérrez, Alberto y Palencia Escalante, Carlos, El Lavado de Dinero: Distorsiones
Económicas e Implicaciones Sociales, Óp. Cit., Pág. 2.
13
Mendoza Rockwell, Natalia (2011). Microhistoria de la violencia en Altar, Sonora, en: Las bases sociales del
crimen organizado en México. México, SSP.
casos, cocaína. Los guías son aquellos encargados de la cuadrilla de burreros y que son
“conocedores” del terreno, las rutas y son conscientes de los cuidados para que no los agarre la
migra.

Hay una relación entre los migrantes y la categoría de burreros, muchos de los migrantes
que acuden a Altar son empleados como burreros, es así como el migrante consigue cruzar al otro
lado, pero el migrante paga cargando marihuana. Es menester hacer una observación de la
situación actual de Altar, la cual tiene que ver con que la principal actividad hoy en día, al mes de
mayo del 2019 tiene que ver con el paso de inmigrantes y no tanto con el tráfico de marihuana ya
que la legalización de esta sustancia en varios estados de la unión americana se traduce como una
baja en la demanda. En el pasado cualquiera podía ver a los migrantes que esperan su turno a ser
transportados a Estados Unidos paseando, consumiendo en los negocios locales, sin embargo, la
dinámica cambió y ahora se trata de hacer menos visible a la población flotante, están ahí, en sitios
confinados para ellos, pero sin ser ese foco de atención que fueron en el pasado.

Están también los cruzadores los cuales son “los encargados logísticos de la operación de
trasiego de la droga a través de la frontera internacional. El cruzador vende su conocimiento de la
geografía, las personas y la situación local a un patrón del que en general se sabe poco”.14 De ello
me han contado poco, pero en muchas ocasiones con guías de carrera conocen al cruzador con el
cual el guía hace los pago dependiendo de la “confianza” que se le tenga por parte del patrón ya
en otra categoría están los bajadores que son estos contras del cartel para “bajarles” la carga que
fue pasada por el desierto. En el pasado, cuando se presentó el caso, los carteles comenzaron a
enviar gente armada junto con las cuadrillas para cuidar la mercancía.

Una última categoría se presentan los cobra-cuotas, puntos y sicarios que son muy
comunas en la dinámica regional. Los primeros, se encargan de cobrar el dinero que cada migrante
paga por su paso hacia Estados Unidos; los segundos son los encargados de vigilar los caminos y
puntos estratégicos, muchos de los jóvenes que entran al narcotráfico se desenvuelven como
puntos, los puntos del jefe de la plaza pueden estar esparcidos en toda la zona de influencia
vigilando entradas a los pueblos y reportando cualquier anomalía que se presente. Los terceros,
están definidos como: “Se trata en general de jóvenes armados, algunos originarios de familias

14
Mendoza Rockwell, Natalia (2011). Microhistoria de la violencia en Altar, Sonora, en: Las bases sociales del
crimen organizado en México. México, SSP.
humildes de Altar y otros provenientes de estados del sur de la República asentados temporalmente
en la frontera. Los sicarios actúan como el cuerpo armado que se encarga de que se paguen y
respeten las cuotas, pero también son una forma de seguridad privada en la medida que brindan
protección física y vigilancia a algunos narcotraficantes”. 15

En conclusión, los elementos de organización son una parte toral en lo que al


funcionamiento de las actividades del narcotráfico se refiere. Sin esa organización la estructura se
caería sin lugar a dudas.

Ya como último elemento tomado de la teoría de los elementos culturales están los
elementos de conocimiento que son: “Son las experiencias asimiladas y sistematizadas que se
elaboran, se acumulan y transmiten de generación a generación y en el marco de las cuales se
generan o incorporan nuevos conocimientos”.16 Con o anterior me quiero referir específicamente
a los conocimientos que se aprenden y enseñan en esta cultura del narco o narcocultura. Los
procesos de cambio y aprendizaje se están dando después de 10 años de “inmovilismo” y es que
los cambios en la dinámica migratoria y la política exterior de Estados Unidos requieren esas
innovaciones.

El segundo punto por desarrollar es el establecimiento de las fronteras internas que son un
proceso conjunto al de la cartelización y consiste en la construcción de delimitaciones territoriales
de las “plazas”, el decir “hasta aquí es mío”. En lo que antes se conocía como libre tránsito hoy
está establecido una serie de demarcaciones que indican el territorio y en caso de incurrir en ellas
se debe pagar una cuota. Es por tanto que la construcción de las fronteras internas tiene que ver
con los recursos con los que cuentes y la afiliación a la que pertenezcas. Si bien podemos hablar
de productores independientes, la cartelización supone un afiliación necesaria para sobrevivir, por
lo tanto, no es un proceso del todo subjetivo sino basado en los elementos culturales materiales,
económicos y de censura ante posibles beligerantes los que hacen que esas fronteras se mantengan.

15
Mendoza Rockwell, Natalia (2011). Microhistoria de la violencia en Altar, Sonora, en: Las bases sociales del
crimen organizado en México. México, SSP.
16
BONFIL, G. (1991). La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos. Estudios sobre las culturas
contemporáneas. 04 (12), 165-204. Recuperado de
http://www.culturascontemporaneas.com/anteriores.php?revista=10&page=9
Una vez habiendo resuelto la relación entre los elementos culturales propuestos por Bonfil
Batalla y su ejemplificación en las narcocultura altarense es tiempo de abordar un tema igual de
importante y que contribuye al entendimiento de las construcciones culturales.

Edward B. Tylor a partir de la década de 1970 define la cultura en términos


simbólicos como telaraña de significados, como estructuras de significación socialmente
establecidas. Esta concepción surge a partir del influyente libro de Clifford Geertz “fase simbólica”
en la formulación del concepto de cultura. La cultura ya no se presenta ahora como “pautas de
comportamiento”, como en la década de 1950, sino como “pautas de significados”.17

“la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por


los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en
formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente
estructurados”.18

Los significados culturales se objetivan en forma de artefactos o comportamientos


observables, llamados “formas culturales” por John B. Thompson; por ejemplo, obras de arte, ritos,
danzas; y por otra, se interiorizan en forma de habitus, de esquemas cognitivos o de
representaciones sociales.19

La narcocultura es creadora de “pautas de comportamiento” y “pautas de significados” que


son intrínsecas al narcotráfico, estas “van infiltrándose progresivamente en los diferentes sectores
sociales y pasan a convertirse en parte del “sentido común” vigente. Se incrementa entonces la
tolerancia social frente al crimen. Más aún, se asume la vida delictiva como un “modelo deseable
de ascenso social”.20

La narcocultura como generadora de expectativas no remite a las aspiraciones que se


generan al adoptar o cuando ese camino figura como un camino viable en la vida de los jóvenes y
personas que crean sea fácil internarse en ese camino. Lo anterior deriva de una normalización de
las prácticas y que el control cultural de censura que pudiera tener la sociedad frente a los grupos

17
Bonfil, G. (1991). La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos. Estudios sobre las culturas
contemporáneas. 04 (12), 165-204. Recuperado de
http://www.culturascontemporaneas.com/anteriores.php?revista=10&page=9
18
Ibid.
19
Giménez, M.G. (2009). Cultura, Identidad y Memoria. Materiales para una sociología de los procesos culturales en
las franjas fronterizas. Frontera Norte. 21 (41), 7-32.
20
Bernex de Falen, Nicole. El mapa del narcotráfico en el Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2012
delictivos se ve mermado frente a los elementos culturales con los cuales cuentan los carteles,
capos y demás integrantes de este espacio. “Los elementos simbólicos contenidos en ella crean
representaciones e imaginarios sociales sobre el tráfico de drogas, que llegan a configurar un
mundo de vida con estilos, valores y patrones de comportamiento propios, y seducen a una gran
cantidad de personas al convertirse en anhelos que van desde el consumo y apropiación de los
contenidos simbólicos, hasta la incorporación en actividades del narcotráfico”.21

Se da una jerarquización de los actores en la que los capos están en la cima y los “mortales” en el
fondo. Se trata de “un respeto ilusorio” por el capo y se convierten en modelos a seguir

Entonces la narcocultura “es el lugar de la exaltación de la violencia y del poder económico


y político de los grupos y sujetos vinculados al tráfico de drogas que los vuelve ídolos; en tanto,
es una cultura de la ostentación, de estética del poder y de la impunidad, el elogio al estilo de vida
asociado al narcotráfico”. La carga simbólica que la narcocultura representa para ese sector en el
cual el narcotráfico se ha normalizado es enorme, por lo que sin duda alguna muchas personas en
una situación desfavorable para el desarrollo integral no dudarán ni dos veces en unirse a las filas
del narco, ya sea como sicario, burrero o en algún caso de suerte, como productor. Es entonces
como el universo de expectativas cambia drásticamente y tenemos para mi opinión ese “anomia”
del que habla Durkheim, frente a mi normalidad podría calificarlos como desviaciones culturales,
pero ese no es el propósito del ensayo, sino, quedará para una labor investigativa futura.

Claro debe estar que estamos frente ante un proceso cultural con tal fuerza y con cierta
homogeneidad, pero no podemos hablar de una cultura enajenada en su totalidad, sino un doble
proceso de apropiación y enajenación al mismo tiempo. El primero porqué la narcocultura no nació
de la espontaneidad misma, sino es un sistema externo que fue adoptado por un pequeño grupo
que fue extendiendo su poder y el segundo como consecuencia su influencia en la dinámica cultural
que a través de la enajenación en una mayoría de la población. Aún hay personas que pertenecen
a ese segmento de cultura autónoma en el que toman sus decisiones sobre los elementos culturales
(llamémosle el estado cultural natural)

21
Becerra Romero, América Tonantzin (2018). Investigación documental sobre narcocultura como objeto de estudio
en México. Culturales, 6, e349. https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e349
La narcocultura como mecanismo de legitimación del tráfico de drogas tiene que ver con
los procesos de naturalización, legitimación e institucionalización social de narcotráfico. Se da el
cambio de percepción de una actividad ilegal, el cual, se ca incorporando a la vida cotidiana de la
sociedad que la normaliza y pasa a ser una actividad económica que da trabajo a personas. Es un
conjunto de “elementos simbólicos que hacen referencia al tráfico de drogas, el cual tiene un alto
potencial para generar deseos, aspiraciones y esperanzas, así como para producir y reproducir un
mundo de vida específico, y justificarlo socialmente, aunque esté asentado en la violencia, la
muerte y la ilegalidad”.22

En el segmento que se apropió de esta cultura podemos hablar de mecanismos de identidad


que tiene ver con la idea de quienes son y la otredad que se plantean para llevar a cabo dicha
identificación ya que la identidad se basa en la comparación con el otro y la caracterización de
esos rasgos culturales particularizantes. Es por ello por lo que en una nueva acepción la cultura es
una fuente de identidad. Uno de los requisitos para que tengas una identidad según Giménez es
que debes de ser una “identidad sentida, vivida y exteriormente reconocida de los actores sociales
que interactúan entre sí en los más diversos campos”.23

Es por tanto que los “atributos particularizantes” tomados de la teoría de Giménez y útiles
para la identificación de este grupo son los de estilo de vida y las red personal, más allá de los que
distinguen a una persona por su físico. Estamos hablando de un estilo de vida en el que el
narcotráfico es la norma y forma parte de las vidas de muchos altarenses, caben los buchones, los
migrantes, los que enaltecen la cultura del narco y otros tantos. La red personal destaca por los
contactos que se tienen entre personas, los “conectes” y la facilidad que se tiene por conseguir
cualquier cosa relacionada con el narco.

Giménez defiende que “las áreas fronterizas situadas a uno y otro lados de la frontera lineal
son “espacios transnacionales” donde los Estados concernidos han perdido el control de la
dinámica cultural e identitaria de sus poblaciones”.24 No podría estar más de acuerdo, estos lugares
han desarrollado una dinámica cultural propia dentro de los mecanismos de control que tiene el

22
Becerra Romero, América Tonantzin (2018). Investigación documental sobre narcocultura como objeto de estudio
en México. Culturales, 6, e349. https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e349
23
Ibid.
24
Giménez, M.G. (2009). Cultura, Identidad y Memoria. Materiales para una sociología de los procesos culturales en
las franjas fronterizas. Frontera Norte. 21 (41), 7-32.
Estado y la trasnacionalidad no tiene más cabida en un lugar que considera sus fronteras más allá
de la frontera propiamente dicha. “Son el lugar de las identidades exasperadas en confrontación
recíproca, donde las identidades dominantes luchan por mantener su hegemonía, en tanto que las
dominadas lo hacen para lograr su reconocimiento social”25 Es un lugar donde la narcocultura está
en constante lucha para no pasar de “moda” para implantarse de manera definitiva y donde plantea
ser hegemónica.

“Las áreas fronterizas, lejos de ser el lugar de la desmemoria y del olvido, es, por
el contrario, el lugar de la reactivación permanente de las memorias fuertes y de la
lucha contra el olvido”.26

Como último punto en abordar quiero recuperar a Grossberg quien dice: “Los estudios
culturales creen que siempre hay que empezar por desnaturalizar lo que parece ser evidente y se
da por sentado -llamémoslo desmitificación, defetichización o desarticulación- comprende, separa
relaciones que parecen ser naturales, inevitables, necesarias y universales mostrando la forma en
que se han construido”27. Lo anterior tiene que ver con el trasfondo histórico de los procesos. La
hegemonía de la narcocultura deviene de la declaración de guerra contra el narcotráfico como
punto coyuntural, una actividad que permanecía como “un secreto a voces” de la comunidad salió
de las sombras para traer consigo toda la carga cultural y así exportar muchas de sus creencias,
prácticas y significados.

La narcocultura no nació de la nada, ni tampoco fue exportada como tal, se dieron procesos
en los cuales se innovó para adaptarla al lugar y a las personas. Si bien existen prácticas
compartidas, también hay practicas que no lo son, que forman parte solo del imaginario colectivo
de Altar debido a sus particularidades y características únicas.

A lo largo de este ensayo se vieron temas que tiene que ver con la narcocultura en Altar,
Sonora. Nuestra tesis decía que las actividades del narcotráfico han significado un cambio en el
paradigma cultural del municipio. La puesta en escena de los elementos culturales evidencian un
grupo que hace uso de ellos y lucha por su hegemonía cultural y su jerarquía en la pirámide de la

25
Giménez, M.G. (2009). Cultura, Identidad y Memoria. Materiales para una sociología de los procesos culturales en
las franjas fronterizas. Frontera Norte. 21 (41), 7-32.
26
Ibid
27
Grossberg, L. (2016). Los estudios culturales como contextualismo radical. Intervenciones en estudios culturales,
02 (03), 33-44. Recuperado de https://intervencioneseecc.files.wordpress.com/2017/01/n3_art02_grossberg.pdf
sociedad altarense. Es por tanto que a lo largo de 14 años se han dado cambios que han significado
la normalización de una actividad ilícita como lo es el narcotráfico y que ha permeado de gran
manera una sociedad que estaba destinada a ser ese “pueblo conservador norteño” y que ha
rompido con eso para adoptar y enajenar elementos de la narcocultura. Hemos entendido que la
narcocultura no es un implante sino un proceso de años y que deriva de la mutación del narco en
la zona. También que la ubicación de Altar lo pone en una situación de trasnacionalidad y constate
lucha por ideales culturales entre diversos grupos. Hay una heterogeneidad cultural en la sociedad
altarense, pero la hegemonía la ocupa la narcocultura. La valoración cultural tiene su anclaje en el
presente altarense, un presente que lleva siendo normalidad desde hace años, es por ello que el
estudio cultural de las periferias sonorenses resulta rico para la academia y para el análisis de la
sociedad.
Bibliografía

Becerra Romero, América Tonantzin (2018). Investigación documental sobre narcocultura como
objeto de estudio en México. Culturales, 6, e349. https://doi.org/10.22234/recu.20180601.e349

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Perú. 2012

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Grossberg, L. (2016). Los estudios culturales como contextualismo radical. Intervenciones en


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INEGI (2009). Altar, Sonora (26004). Mapas.


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Mendoza Rockwell, Natalia (2011). Microhistoria de la violencia en Altar, Sonora, en: Las bases
sociales del crimen organizado en México. México, SSP.

Uribe Aviña, Víctor Manuel (1994). Narcotráfico y cultura: los narcocorridos. Revista de la
Universidad de México. 520. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles-files/df1d9729-2fff-
4e1f-a5e9-e7cb71cb106f

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