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Cosse, Isabella. En Ramacciotti, Karina y Valora, Adriana (comp.).

Buenos Aires, Proyecto


Editorial, 2003. Pág. 173-195. Reseñado por: Ferros, Olga.
Cosse Isabella es investigadora de CONICET y profesora del doctorado de la FLACSO (Argentina)
y de posgrado de la Universidad de Buenos Aires. Entre sus libros se encuentran: Mafalda: Historia
social y política y Estigmas de nacimiento. Peronismo y orden familiar, 1946-1955.
El peronismo significó una gran transformación tanto en la política como en la sociedad y la
economía. El orden familiar no quedó exento de estos cambios. El crecimiento económico, las
políticas públicas, la “peronización” de la infancia y la fundación Eva Perón influyeron sobre las
dinámicas familiares. Durante el peronismo hubo una gran sensibilidad sobre la situación de la
infancia y sobre los hijos ilegítimos. En este período se acentuaron los reclamos a favor de los
derechos de estos últimos. La modificación de los derechos de los hijos ilegítimos fue el resultado
de un complejo proceso en el cual hubo diversas contraposiciones dentro del peronismo. El cambio
de normativas como la ley de divorcio y la afiliación de los hijos ilegítimos provocó una ruptura con
la iglesia y una polarización ideológica. En ese momento, un matrimonio unido por el amor conyugal
y el cariño a los hijos era la norma ideal para la sociedad argentina. Según el Código Civil de 1946,
la familia se creaba con el matrimonio civil, y esto daba legitimidad a sus hijos y la forma de
transmisión del patrimonio.
Los deberes y derechos en las relaciones entre los padres y los hijos se regían por la patria
potestad. Aproximadamente el 30% de los recién nacidos para 1945 eran hijos ilegítimos, lo cual
los dejaba desvalidos de las normas instituidas. Existían tres clases de filiación ilegítima: natural,
adulterina e incestuosa. De estos tres casos, solo el hijo natural podía llegar a obtener los mismos
derechos que un hijo ilegítimo. Para 1946 varios partidos políticos anunciaban en sus campañas
las modificaciones necesarias para el país, expresando las regulaciones en materia de familia. Pero
la iglesia fue quien más importancia dio a estos temas en cuanto a insistencia y preocupación.
Temían por lo que el régimen peronista hiciera en cuanto a la autonomía de la familia. En un
principio, los anhelos por volver a la familia tradicional predominaban los discursos de J. D. Perón,
iban de la mano con el casamiento legal luego del matrimonio por iglesia, esto le iba a permitir el
salario familiar, casas subsidiadas por el Estado, y a su vez prestamos e inversiones. Se puede ver
aquí reflejado la influencia de la Iglesia Católica y la importancia de las familias de la aristocracia
de la época.
Luego de que el Poder Legislativo volviera a sesionar, se presentaron numerosos proyectos, los
cuales implicaban a la familia. Entre ellos se destaca el de Reyes, que pedía igualdad entre los tres
tipos de hijos ilegítimos, pero este proyecto fue rechazado. Pero el fuerte rechazo de la iglesia
hacia este proyecto, que para ella era un hincapié hacia el divorcio, logró frenarlo.
En 1949, con la reforma constitucional, se incluyeron los derechos de la familia en la Constitución.
El presidente de la Convención Constituyente, D. Mercante, propuso una definición de familia,
donde la naturaleza se relacionaba con su importancia a los vínculos afectivos de los individuos, el
bienestar y el orden moral. A esto el jurista católico A. E. Sampay afirmaba que la familia era el
núcleo primario y fundamental de la sociedad, por lo cual el Estado debía hacerse cargo de
protegerla primordialmente. A estos postulados, se le sumaron el de algunas organizaciones, como
la de la Unión de Mujeres de la Argentina, las cuales manifestaba un interés separatista hacia la
iglesia, de carácter laico.
Cabe mencionar que los derechos de la familia obtenidos hasta ese momento se vieron ligados a
los intereses de los católicos y a algunos sectores de los peronistas. Pero todo este contexto derivó
en la ruptura de la concordia entre la Iglesia y el gobierno. Al darle paso a las “leyes modernas”,
como que el casamiento solo era legal si se registraba en el Estado, la Iglesia comenzó a
distanciarse del gobierno, para ella, el meterse en los asuntos que le concernían solo a la iglesia
era una forma de ponerse en contra de esta.
A pesar de que siempre estuvo latente la temática de los hijos ilegítimos, recién para 1954 fue
cuando el proyecto de A. Benítez adquirió el grado de atención que necesitaba. Era una propuesta
en la cual los hijos ilegítimos pasarían a ser el eje central y no el matrimonio, otorgando a los
primeros la igualdad de derechos en todas sus categorías con la de los hijos legítimos. Este
proyecto estaba mencionado en el segundo Plan Quinquenal, ante el cual los católicos quedaron
sorprendidos por la articulación del mismo. Por supuesto, los católicos comenzaron a reclamar de
que dicho proyecto iba en contra de la sanción de 1949 de que el matrimonio era el eje central, lo
cual logró llevar el proyecto a la Cámara de Diputados. El proyecto fue presentado con un nuevo
membrete que decía: “proyecto de la supresión de las discriminaciones públicas y oficiales hacia
los hijos ilegítimos”. Logró la igualdad entre los tres tipos de hijos ilegítimos bautizándolos con el
nombre de “extramatrimoniales”, que se decía era un calificativo menos ingrato que el de ilegítimos,
también produjo un mejoramiento en los derechos de estos. A pesar de las oposiciones que se
produjeron dentro de la Cámara de Diputados, la ley fue aprobada. Esta fue presentada como una
victoria tanto para los peronistas como para los católicos.
Conclusión:
Durante el peronismo la necesidad de un bienestar social afectaba directamente a los dirigentes
políticos de acorde a sus discursos de campaña. Esto provocó la necesidad de implantar nuevos
proyectos en torno a la familia, la cual constituía el orden social fundamental en Argentina. Había
demasiadas contraposiciones entre los partidarios del peronismo y los católicos, la principal
necesidad básica a cubrir era el orden de los hijos ilegítimos, que hasta ese momento eran
discriminados por la sociedad. El orden eclesiástico se oponía a los diferentes proyectos
presentados en temor a la disolución del matrimonio, el peso de estos en las decisiones políticas
es considerablemente alto, lo cual significó un retraso en la aprobación de dichos proyectos, pero
la insistencia y la reformulación de dichos proyectos conllevó a la aceptación de los mismos, aunque
de un grado menor de beneficios comparados con los reclamados en un principio.
Lo que no se aclara en específico es la postura del presidente J. D. Perón, el cual en ningún
momento hace intervención en el tema más que para calmar a las diferentes cámaras tanto
Legislativa como la Ejecutiva para demostrar el orden y armonía que se vivía en el país.

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