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• Ilusión/ Desilusión
La preocupación materna primaria lleva a la madre a adecuarse casi perfectamente a las
necesidades de niño en las primeras semanas, la rapidez y la adecuación al deseo del bebe con que
se repite dicha experiencia crea en el niño la ilusión de que el pecho es parte de él. El niño siente
que el deseo crea el objeto gratificante cada vez que lo necesita. Sentido de intersubjetividad.
Con la extinción paulatina de la preocupación materna primaria, la madre continua
proporcionando al bebé experiencias de ilusión, pero también le provee frustraciones derivadas de
la natural imperfección en la adecuación a sus necesidades. Esto guía al bebé hacia el
reconocimiento de la realidad exterior. Progresivamente el bebé reconoce rasgos del objeto (hay
otros objetos ademas de mi mama) y eso lleva a la construcción de la realidad.
• Memoria
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• Significante
Para que algo en psicoanálisis sea considerado significante tiene que repetirse. Este es un primer
criterio. El significante no reconoce la propiedad privada, no es que sea de alguien; cruza, circula,
atraviesa generaciones, traspasa lo individual, lo grupal y lo social; no es pertenencia de alguna
miembro de una familia; en todo caso es el problema que interpela a cada uno. Lo que se juega
entonces en una frase como la de los segundos hijos varones es intersubjetivo, no mera
necesariamente invención imaginaria de alguien en particular. Una vez que algo es introducido
con la función de significante se produce un poco al menos de lo nuevo, es decir, algo con cierto
valor distintivo. Y he aquí un segundo criterio: cuando un elemento adquiere gravitación
significante, en el momento de su introducción algo nuevo se traza. Hay un modelo muy
desarrollado que me parece optimo para dilucidar la cuestión, y es el que da Lacan, el modelo de
la carretera.
A partir de la existencia de una carretera principal una serie de diferencias se generan en los
lugares que atraviesa. Lacan subraya todo lo que se ira amontonando en torno a esa autopista:
estaciones de servicio, bates, pequeñas poblaciones, casas solitarias construidas a la vera del
camino. También es posible plantear la cuestión del significante en el terreno de la intervención
psicoanalítica, ya que generalmente decimos muchas cosas y pasa como en esos juegos donde
damos más veces en la herradura que en el clavo. Pero hay ciertas intervenciones que demuestran
tener una incidencia significante porque después de ellas algo no queda exactamente igual.
Siempre hace falta esforzarse para alejar del psicoanálisis todo esquema causal lineal. En la
multiplicidad de senderos del inconsciente jamás existe un solo itinerario posible y la experiencia
nos obliga a defender el principio de la multiplicidad de respuestas. De hecho queda fuertemente
indeterminado muchas veces por que un sujeto forjo la que li encontramos cuando nada parece
impedir que, en otro, un “que lindo que sos” pase y caiga sin dejar rastro significante alguno.
Cuando concebimos la precedencia del significante o la prehistoria como una fatalidad, el
psicoanálisis se devora a si mismo, porque, de ser así, ¿para que tratar alguien? Si no hubiera
margen para el acontecimiento, si imperase una estructura inmóvil, desaparecería lo histórico
como tal y con el el registro dinámico; por lo tanto, no habría como pensar lo nuevo. La
limitación mas seria de un planteo “estructuralista” mas que estructural - es reducir el
acontecimiento al plano del hecho estructurado. Para sortear estas simplificaciones
metodologicas, no olvidarse de las series complementarias fundamental, solo que, tal cual las
formulara Freud, hoy no nos bastan. Por lo tanto, a mínima, conviene incorporar resueltamente la
prehistoria del sujeto a los factores constitucionales.
Junto a ellas el concepto de sobredeterminación y el de repetición y diferencia, nos auxilian
para no perder de vista que, una vez que hemos establecido el peso significante de una frase como
la analizada, lo importante es que hace el sujeto con ella: ¿la deja tal cual esta? introduce alguna
retoque, desvía su dirección? Toda la dinámica de la cura gravita en torno a esto.
El tercer criterio: el significante conduce siempre hacia alguna parte; tiene dirección. El
itinerario del significante lo extravía en la pasividad de lo escópico, lo cual no significa que no
pueda salir de allí, la carretera se puede abandonar, hay diversos itinerarios alternativos activables.
Mito familiar
Se puede ser caracterizado por lo que un niño respira allí donde esta colocado; mito familiar
entonces homologaba en su función al aire, al oxigeno, homologa que apunta mas a lo
isomorfismo que a lo meramente análogo. Lo que se respira en un lugar a través de una serie de
practicas cotidianas que incluyen actos, dichos, ideologías, normas educativas regulaciones del
cuerpo que forman un conjunto donde esta presente el mito familiar. Para tomar un ejemplo,
cuando uno le dice a una niña “es feo que una nena haga eso”, no hace mas que pones en acción el
mito familiar, un trozo de ese mito que en este caso concierne a la diferencia sexual.
Tampoco hay que entender el mito familiar como algo más o menos congruente y unitario, algo
mas o menos sistematizado y armónico. Es mejor concebirlo como una red o haz de pequeños
mitos, no en singular y en términos del proceso secundario, y así hacer el recorrido de sus
incongruencias, contradicciones, lagunas y disociaciones; definitivamente, no estamos ante una
unidad armoniosa de tendencia única, en la cual con frecuencia se incurre, cayendo en una visión
simplista del concepto. La importancia del mito familiar nos lleva a distinguir dos niveles sobre
los que discurriremos a lo largo de este volumen: el nivel de lo que llamare proceso y el nivel de
lo que llamare función. Cuando decimos niño en psicoanálisis implicamos -sobre todo cuando se
trata de un niño pequeño- la cuestión de la construcción misma del sujeto. Tomamos o tocamos
ambos niveles a la vez:no solo todo lo relacionado con aquellos procesos, por ejemplo su trama de
fantasías (lo que unos autores designan de mundo interno, y lo que otros prefieren llamar de
imaginario), sino todo lo relativo a funciones en las que se apuntala para advenir sujeto, por
ejemplo, función materna, función paterna, las funciones que cumples sus hermanos. Actualmente
ya no pensamos que analizar a un niño es reunirse con él, conocer sus fantasías, tratar de captar su
inconsciente y punto. No porque ello no importe, sino porque resta incompleto si no añadimos en
donde está implantado, donde vive, en qué mito vive, qué mito respira y qué significa, en ese
lugar, ser madre y padre.
Significante del sujeto vs Significante del Super Yo
El significante del sujeto designa lo que agarra, en nuestro caso, a la vida, sobre todo teniendo en
cuenta ese momento capital de introducción a la vida humana. Mientras que para lo que concierne
al significante del superyó podemos recordar una expresión de Lacan ¨la vida que soporta a la
muerte”, en tanto apunta a esa condición de la vida en que ésta se vuelve algo sobre lo cual pesa
encima, aplasta, la muerte.
Los significantes del sujeto son los que le permiten al sujeto encontrar las mejores condiciones
para desarrollarse, los que puede servir para vivir, que son aptos para poder representarse como
sujeto con deseo propio.
Los significantes del superyo serían los destructivos, los que de alguna manera bloquean la
posibilidad de que el niño se desarrolle y que se haga lugar de forma individual. El lo que hacen
los padres con ese ni;o y como bloquean su posibilidad para representarse como sujeto. Un
ejemplo que demuestra eso: el niño se llama Luciano. Al respecto nos cuentan que esperaban una
nena, Lucia, y en su lugar advino “Lucia no”. Broma muy instructiva para detectar cómo se lo
nomina, con un termino que lo niega. Aquí la nominación es una trampa; solo nos dice que él no
es la esperada, que no es la deseada. En ese sentido, no es un significante que pueda servirle para
vivir; no podemos decir que lo represente sino que representa instancias maternas y paternas
hostiles hacia el hijo. Segunda muestra: su ropa. La ropa es un modo de significarse. Cuando el
chico hace múltiples juegos con ella, cuando descubre que pode y saca, entabla una relación muy
particular y muy intima a la vez con eso que es él y no es él. No solo el psicoanálisis intuye que la
ropa no es algo “externo”, que en ciertas condiciones forma parte de nuestro cuerpo, como ocurre
con la casa y con otras cosas. Pues bien, la experiencia de Luciano es muy distinta: cuando llega a
la casa de su padre (los días que le corresponde) debe quitarle toda la ropa que trae de casa de su
madre y vestirse con la que aquel le ha comprado para estar allí. Y viceversa. Por lo tanto, él no
dice “mi ropa”, sino “esta ropa es de mi papa”, “esta ropa es de mi mama”. Probablemente, ni
siquiera necesitemos de demasiada sutileza psicoanalítica para sacar cuentas de que topo de marca
deja este proceder sobre el cuerpo, porque, en definitiva, su cuerpo está partido en dos, es el
cuerpo de papa y el cuerpo de mama. Y es un acabado exponente de significante del superyo, es
una configuración muy diversa de la que examinamos gravitando en torno al “que lindo sos”, caso
en el cual la ropa formaba parte de esa presunta belleza. En lo que hace a Luciano, significa el
reciproco odio entra nos padres; el cuerpo del hijo es un campo de batalla.