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GUERRA DE TREINTA AÑOS - BATALLA DE LECH (Abril de
1632). "Historia Universal de los Ejércitos". Volumen 2.
~IDO ROBERTO CARTAGENOVA:.
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SUBTENIEN

"Estudiar es progresar". La paz tiene tam-


bién sus grandes batallas y sus altos triunfos
radicados en la escuela, en los libros y los
campos de maniobras.
Lo demás es obra de esas cualidades mar-
ciales y cívicas, que, como el valor y la abne-
gación, han acompañado constantemente con la
fortuna a las armas argentinas."
Tte Gral D Luis María Campos.
Discurso de inauguración de la
ESG el 25 de abril de 1900.


ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA
" Tte Fin U Luis María Campas"

Manual de
Historia Militar
lra. Parte
(2da. Edición)

Un Método actualizado para el Estudio.


Introducción al Estudio de la Historia
Militar.
Introducción al Estudio de la Evolución del
Arte de la Guerra.
La Evolución del Arte de la Guerra desde
el Siglo VI AC hasta los Prolegómenos de
la Revolución Francesa.
Influencia del armamento en la evolución del
arte de la guerra.

1975
Ira. Edición: Junio de 1974.
2da. Edición: Nov.-Dic. de 1975.

El Manual de Historia Militar (Ira. Parte), fue


redactado por los profesores de la Materia en la
Escuela Superior de Guerra, Tenles D José Luis
Picciuolo, D Bernardo Menéndez y D Jaime B. Gon-
zales Rubio. Para ello se ha utilizado la numerosa
Bibliografía existente que se detalla al final de cada
UD y que incluye los apuntes de clase de años ante-
riores de los Tenientes Coroneles Ernesto Repetto
Peláez y Federico Minicucci.
PREFACIO DE LA PRIMERA EDICION

El estudio de la Historia Militar permite extraer


importantes reflexiones, las que asimiladas por el ser e
incorporadas a su intelecto como conocimientos ciertos,
constituyen la experiencia de la Guerra a través de mi-
lenios.
Esta experiencia acumulada, fruto de un permanente
y profundo trabajo de análisis y síntesis, refuerza la per-
sonalidad del conductor y le brinda flexibilidad en el
ejercicio del mando, profundidad en sus juicios y acierto
en sus decisiones.
Es por ello que la Escuela Superior de Guerra la
incluye en los planes de estudio de todos sus cursos re-
gulares.
Asimismo, como la extensión del programa vigente
en el Curso Básico de Comando, resulta indispensable pa-
ra la cabal comprensión del ciclo histórico, la Escuela
Superior de Guerra vio como muy conveniente la redac-
ción del presente Manual de Historia Militar, orientado
a facilitar su estudio, además de reducir la necesidad de
recurrir a una copiosa y, a veces contradictoria, biblio-
grafía.

LA DIRECCION.
PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION

Como decíamos en nuestro anterior trabajo de 1973, la fina -


haad que se persigue con la publicación de este Manual es que el
mismo constituya un elemento permanente de consulta para el es-
tudio y la enseñanza de la Historia Militar por parte de los Se-
ñores Profesores y Alumnos de la Escuela Superior de Guerra.
La vastedad del Programa vigente no puede limitar la tarea
intelectual a realizar en forma exclusiva al presente trabajo. Por
ello sugerimos la necesidad de que se recurra a las fuentes bi-
bliográficas detalladas al final de cada Unidad Didáctica y que
pueden ser consultadas, en su gran mayoría, en la Biblioteca del
Instituto.
Debemos advertir que en la redacción de estos apuntes han
participado activamente distinguidos Jefes y Oficiales, Profesores
y alumnos de años anteriores, a los cuales agradecemos su valio-
sa colaboración, por el positivo aporte que han efectuado a la
preparación profesional de sus camaradas.
Como toda obra humana e histórica, es perfectible, revisable
y ampliable, para lo cual los señores alumnos, integrados solida-
riamente con la cátedra durante el año, podrán colaborar en tal
sentido.

LOS AUTORES
PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION

La rápida difusión y la circunstancia de haberse


agotado la primera edición del presente Manual, como
consecuencia de responder al programa vigente de la
Materia en la Escuela Superior de Guerra y otros Insti-
tutos Militares, llevó al análisis correspondiente para en-
carar la Segunda Edición.
La experiencia adquirida, como consecuencia del Ejer-
cicio de la Cátedra y las opiniones recibidas de camaradas
y alumnos, hizo necesario introducir algunas modifica-
ciones y completamientos de temas que se ajustan, en
mayor medida, al período tratado en este libro. En tal
sentido se contempló, con especial énfasis, el perfeccio-
namiento del Capítulo Primero dedicado al Método ac-
tualizado para el estudio de la Historia Militar, la inclu-
sión de temas que en la Primera Edición hacían referen-
cia a publicaciones de la Revista de la ESG de difícil
acceso por estar agotadas y además, se le agregó un anexo
especial con la influencia del armamento en la evolución
del arte de la guerra. Este último tema, justo es recono-
cer, ha contado también con el inestimable aporte de los
jefes y oficiales alumnos de los dos últimos años, a quie-
nes agradecemos su valiosa contribución.
Recordando los conceptos vertidos en el último pá-
rrafo del prólogo de la Primera Edición, mantenemos la
esperanza de que la futura experiencia de quienes nos su-
cedan en la tarea docente y el aporte de aquellos que
reciben los beneficios de la enseñanza permitan perfec-
cionar en un futuro el presente trabajo.

LOS AUTORES.

GERARDO ré o r, -. 7.73 C.-.7TAGENOVA

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CAPITULO I. UN METODO ACTUALIZADO PARA EL ESTU-
DIO DE LA HISTORIA MILITAR.

1. Introducción.
Procuraremos definir de manera clara y concisa los concep-
tos básicos para la enseñanza-aprendizaje de la Historia Militar
en la Escuela Superior de Guerra, respondiendo a las finalida-
des que tiene el estudio de la materia en el ciclo de formación
del Oficial de Estado Mayor y en cada uno de los cursos.
Debemos tener plena conciencia de que las ventajas o bon-
dades de una metodología o sistema de estudio no guardan ne-
cesariamente relación directa con los resultados que éste permi-
tirá obtener. En nuestro caso procuraremos simplemente siste-
matizar un procedimiento que ayude a conocer, reflexionar e in-
terpretar sobre cada hecho histórico en estudio, quedando los
resultados ligados a quienes se sirvan del método.
Como todo sistema o procedimiento de trabajo intelectual
podrá resultar artificial o esquemático si, además de tener una
clara concepción de su carácter meramente instrumental, no lo
aplicamos con un criterio amplio e imaginativo que lo adapte a
cada caso.
Para cumplir el objetivo expresado al comienzo, este capí-
tulo tendrá el siguiente desarrollo :
—Ambitos de la Historia Militar y ciclo histórico.
—Análisis de las finalidades de la materia.
—Las ciencias del espíritu y los estudios histórico-militares.
—Un método para el estudio.
. Conocimiento del hecho histórico.
. La interpretación del hecho histórico.
—Principales conceptos y requerimientos de aplicación para
la exposición y/o comprobación del método de estudio.
—Empleo de las fuentes, en especial bibliográficas.
----Consideraciones finales.

2. Ambitos de la Historia Militar y ciclo histórico.


La Historia Militar es una rama especializada de la Histo-
ria General. Por integrar esta última y estar íntimamente in-
terrelacionada con todas las ramas, que responden a los distintos
campos del quehacer humano (político, económico y social), no
puede ser considerada aisladamente.
Nuestros estudios no podrán circunscribirse a lo militar, sos-
layando el ineludible encuadre de la "Historia Política", "Histo-
ria Económica" e "Historia Social"; necesariamente la Historia
Militar deberá ser estudiada en el ámbito de "la Historia que es
la suma de todas las historias posibles" (1). La Historia Militar
circunscripta a la historia de la batalla, carecería del contexto
que permite la interpretación integral del hecho histórico mili-
tar, fuera del cual el estudio no podrá alcanzar su real valor.
Además de esta adecuada ubicación, que podemos denomi-
nar el "ámbito temático" de un hecho histórico militar, será ne-
cesario encuadrarlo dentro de otros dos ámbitos : el espacial y
el temporal.
El estudio de la Primera Guerra Mundial, en lo referente a
las causas que condujeron a su estallido, no resultará posible si
lo circunscribimos en "espacio" a Gran Bretaña, Alemania y Fran-
cia ; necesariamente deberemos considerar, como mínimo, la si-
tuación en Europa.
De igual manera, en "tiempos", el referido hecho histórico
(para resultar "interpretable" y "utilizable"), impone estudiar
algo más que la situación de preguerra. Desde la crisis de Aga-
dir o aún de la política internacional del Kaiser Guillermo II, pues
esta última se podrá comprender recién a partir de la política
Bismarkiana, que a su vez quedará clarificada si conocemos las
circunstancias que caracterizaron la Europa pos-napoleónica.
Consideramos que encontrar los ámbitos temáticos, espacial
y temporal de cada hecho histórico militar, constituye un ele-
mento esencial para el estudio del mismo. La importancia de de-
terminarlos en forma adecuada queda plenamente evidenciada si
analizamos los fines perseguidos por la materia Historia Militar,
que, como veremos a continuación, pretenden superar una con-
cepción circunscripta a la batalla o al simple relato de una cam-
paña, para lograr de nuestros estudios los elementos realmente
relevantes y permanentes de la evolución del arte de la guerra,

(1) Delmas, Toni.; Zaniewicki, cap. De I 'H istoi re militai re contemporalne.


Cfr.: L'Armee. Revue periodique de L'Armee de Terre Francaise. N9 98. Jun
1970. Trad. del francés del Toril D Enrique J. Ottino. Publicado en Revista de
la Escuela Superior de Guerra N9 413.

1
12
que darán a la materia su sentido formativo y su valor para in-
terpretar el presente e imaginar el futuro del pensamiento mili-
tar en general (2).
En el capítulo II consideramos la interpretación filosófica
de la Historia a través de la idea de ciclo.
Apoyándonos en dicha idea (pero sin aceptar plenamente la
teoría que sustenta), surge la conveniencia didáctica de estable-
cer un concepto de ciclo histórico militar, que permita progra-
mar y desarrollar sobre bases coherentes la enseñanza.
Se trata exclusivamente de establecer una teorización que
adecuadamente instrumentada, permita comprender con mayor
claridad cuáles son y qué pueden abarcar los grandes temas de
la evolución del arte de la guerra.
Antes de intentar una definición, daremos algunos ejemplos
que permitan captar la importancia didáctica e instrumental que
tendrá la fijación de estos ciclos histórico militares. Es conve-
niente también destacar que el concepto de ciclo será totalmente
relativo y dependiente del tema y del enfoque que del mismo se
pretenda hacer.
Ejemplos :
Tema : Napoleón conductor militar.
Ciclo : La conducción militar del Siglo XVIII - Las guerras
napoleónicas - Los intérpretes de Napoleón.
Tema : Las guerras mundiales.
Ciclo: Primera Guerra Mundial - Segunda Guerra Mundial -
Guerra Fría.
Tema: Los blindados en la conducción táctica y estratégica
operacional.
Ciclo: Primera Guerra Mundial - Batalla de Cambrai - Se-
gunda Guerra Mundial - Campaña de 1940 en Francia - Guerras
árabe-israelíes - Guerra del Yom Kippur.
A partir de los conceptos expresados, podemos definir al "ci-
clo histórico militar" como un período de historia que compren-
de la gestación, desarrollo y solución, desaparición o replanteo de

(2) Pensamiento militar. Conjunto de concepciones, normas, procedimientos


y circunstancias, que caracterizan a la interacci45n de lo militar con lo político,
económico y social, y todo lo especificamente militar. En lo fundamental se ma-
terializa en las estrategias militar y operacional, la doctrina táctica y la organización
de los distintos componentes del factor de poder militar.

13
un aspecto o problema importante de la evolución del arte de la
guerra, adecuadamente encuadrado en los ámbitos temático, es-
pacial y temporal.
3. Análisis de las finalidades de la materia.
3.1. Sobre la base de los conocidos conceptos de grandes con-
ductores y pensadores militares del pasado y del presen-
te (3), aceptamos que la finalidad última u objetivo final
del estudio de la Historia Militar es :
"Contribuir a educar la personalidad del conductor y
proporcionar bases para interpretar el presente e imagi-
nar el futuro del pensamiento militar, mediante la adqui-
sición de experiencia".
El análisis de esta finalidad nos permite aclarar que:
—Expresamos "contribuir", pues todo el plan de carrera
para el personal superior procura la formación del ofi-
cial a través de la educación de su personalidad.
—"Educar la personalidad": el estudio de la materia se-
rá útil no sólo a la mente, sino fundamentalmente al es-
píritu del militar, quien, aprehendiendo la relevante del
hecho o concepto histórico-militar, educará su persona-
lidad, en forma tal de estar en mejores condiciones, pa-
ra reaccionar y resolver en las situaciones —muchas
veces impredecibles o decepcionantes— que se le pre-
sentarán en la guerra.
—"Conductor": consideramos que el término incluye no
sólo a los jefes y comandantes de todos los niveles, sino
también al oficial en general, para quien el mando es
su profesión.
—Al expresar "proporcionar bases para interpretar el pre-
sente e imaginar el futuro del pensamiento militar",
queda dicho que los estudios de Historia Militar tienen
el propósito de comprender el presente, mediante el co-
nocimiento en profundidad del trasfondo histórico que

(3) Napoleón: "Las altas partes de la guerra no se adquieren sino por la


experiencia y por el estudio de la historia militar de las guerras de los grandes
capitanes".
Federico II: "Los grandes ejemplos y los grandes modelos educan al militar".
Schlieffen: "Para ser buen conductor de ejércitos es esencial el conocimien-
to de la historia militar".
Liddell Hart: "La historia militar es la base de la educación militar".

14
lo sustenta, para posibilitar (a partir de estos conoci-
mientos del pasado y del presente), un esbozo de las ten-
dencias que razonablemente proyectadas hacia el futu-
ro, nos darán una prospectiva. Esta última constituye
otra disciplina científica, que necesita a la Historia co-
mo punto de apoyo.
—En cuanto al concepto de "experiencia", si bien la acep-
ción idiomática señala que es un conocimiento especial
que se adquiere sobre un hecho con la práctica o la re-
flexión, en nuestros estudios recurriremos a Liddell Hart,
quien en su libro sobre Estrategia sostiene que hay dos
formas de experiencia : la directa y la indirecta (4). De
ambas, "la experiencia indirecta puede ser la de mayor
valor por ser infinitamente más amplia", pues aún en
una profesión activa como es la del militar, "el alcance
y las posibilidades de una experiencia práctica son muy
limitadas. Sin embargo, y en oposición con la del pro-
fesional de las armas, la del médico goza de una prác-
tica constante".
"No obstante ello, los grandes avances en medici-
na y en cirugía se deben más al investigador de labora-
torio que al que practica la medicina en general."
"El mayor valor de la experiencia indirecta descan-
sa en su superior variedad y extensión". Aquí —añade
Liddell Hart— "reside la justificación racional de que
la Historia Militar es la base de la educación militar y
que tiene un preponderante valor práctico en la ins-
trucción y en el desarrollo de la mente de un soldado.
Sus beneficios dependen de su amplitud, de la medida
en que se ajuste a la definición antes citada y de los
métodos que se utilicen para estudiarla."
A su vez, el Mariscal Montgomery, en su libro "His-
toria del Arte de la Guerra" cita un párrafo interesan-
te referente a la necesidad del estudio de las guerras
del pasado, sometiendo sus reflexiones "a la prueba
de nuestra propia experiencia, asimilando lo que sea útil,
rechazando lo que sea inútil y añadiendo lo que sea es-
pecíficamente nuestro. Esto último es muy importante,

(4) Liddell Hart, B. H. Estrategia. La aproximación indirecta. Circulo Mi-


litar. Biblioteca del Oficial. Vol. 500/501. Buenos Aires, 1960. Pág. 30.

15
porque de otro modo no podremos dirigir una guerra.
Leer es aprender, pero aplicarlo es también aprender, y
en definitiva la clase más importante de aprendizaje".
Y añade que "el estudio y práctica son necesarios: pri-
mero, estudiar la ciencia de la guerra y segundo apren-
der a aplicar prácticamente el estudio en el campo de
batalla. Lo primero siempre es posible y no hay excusa
para descuidarlo..." (5).
3 .2 . El logro de la finalidad última analizada en 3.1. supone
un objetivo previo, que encontramos en la DPE de la Es-
cuela Superior de Guerra y que orienta la enseñanza y
programación de la materia en el Instituto.
"Estudiar Historia Militar para comprender, reflexio-
nar e interpretar la evolución del arte de la guerra y la
diversidad de los factores intervinientes".
Aquí también el análisis nos permite sintetizar algunos
conceptos rectores:
—"Reflexionar e interpretar": estos términos destacan que
muy por encima de la simple adquisición de conocimien-
tos, la materia procura imponer el trabajo de reflexión
e interpretación que no podrá materializarse sino en un
marco de libertad, que permita desarrollar la imagina-
ción creadora, la independencia de juicio y la confron-
tación objetiva permanente de puntos de vista, coadyu-
vando en definitiva a la educación de la personalidad.
—"Evolución del arte de la guerra": constituye un con-
cepto que tiene en su núcleo el pensamiento militar de
cada época, según lo hemos definido anteriormente. Así-
mismo, el concepto de nación en armas en el siglo XIX
y su evolución en el siglo XX hacia el de guerra total,
hacen de ésta un fenómeno integral, comprensible sólo
en el marco ya analizado, al considerar los ámbitos de
la Historia Militar.
—"Diversidad de los factores intervinientes": aquí que-
da ratificado el ámbito temático que hemos analizado
en 2., configurando, además, la importancia que adquie-
ren para el estudio de la Historia Militar otros conoci-
mientos auxiliares y complementarios, que tendremos que

(5) Montgomery, Mariscal. Historia del arte de la guerra. Traducción de Juan


García Puente. Editorial Aguilar. Madrid, 1965. Pág. 19.

16
obtener en las materias que integran las "ciencias del
espíritu".
3.3. Las finalidades previstas para los programas de los tres
cursos correspondientes al ciclo de formación del OEM, ade-
más de responder a las finalidades de la materia analiza-
das en 3.1. y 3.2., guardan relación entre sí y en su
conjunto siguen una progresión no sólo cronológica, sino
también temática, conforme los conocimientos en la ma-
teria y en las ciencias del espíritu lo vayan facilitando y
adaptadas a las limitaciones, fundamentalmente de tiem-
po, que impone el desarrollo de los cursos.
4. Las ciencias del espíritu y los estudios histórico-militares.
Las finalidades analizadas imponen estudiar Historia Mili-
tar centrando el interés en los aspectos esenciales de los hechos
histórico-militares, configurados por el pensamiento militar de
la época en el nivel de las grandes decisiones y los factores hu-
manos permanentes, que expresados por orden de importancia
podrán ser, entre otros:
—Factores humanos observables en cuadros y tropa, funda-
mentalmente en los primeros.
—Interrelación entre lo político y lo militar en el Estado.
—Relaciones del factor de poder militar con los otros fac-
tores de poder.
—Conducción estratégica militar y operacional, en la medi-
da que resulte posible su delimitación.
—Doctrina y conducción táctica, en tanto la interpretación
de la batalla permite observar las consecuencias de la con-
ducción estratégica, las influencias que ésta recibe de los
resultados de la táctica y los factores humanos expresa-
dos en primer término.
—Organización, armamento y medios bélicos en general, en
la medida que permitan interpretar la conducción estra-
tégica y táctica, así como los factores humanos relevantes.
Los puntos expresados permiten deducir las materias
que proporcionarán conocimientos indispensables para la
reflexión e interpretación a realizar:
—Filosofía
—Ciencia Política
—Derecho Internacional Público

17
—Administración
—Seguridad Nacional
—Estrategia (incluso Estrategia Militar y operacional)
—Economía
—Sociología
—Psicología.
Estas materias deberán guardar en el desarrollo de su pro-
grama, en los distintos cursos del ciclo de formación del OEM,
una estrecha interrelación con los objetivos y programas de His-
toria Militar.
Las ciencias del espíritu deberán servir fundamentalmente a
la formación de la mentalidad estratégica de los alumnos, de ahí
su relación con la Historia Militar, que es a su vez otra gran for-
ma,dora de los futuros conductores.
5. Un método para el estudio.
El método para el estudio de la Historia Militar deberá res- 1
ponder a las finalidades de la materia analizadas en 3., y cum-
plir las acciones mencionadas en las mismas : conocer y reflexio-
nar para interpretar sobre cada uno de los hechos históricos en
consideración.
Por ser esencial el resultado a obtener a través de la interpre-
tación, el método deberá instrumentarse con máxima flexibilidad.
En última instancia, lo que interesa es penetrar el problema y
reflexionar a través del trabajo individual o colectivo con el mé-
todo y técnica que más convenga en cada caso, para de esa ma-
nera llegar al proceso final en que la interpretación da a "Cada
uno" la experiencia indirecta que enriquece la personalidad.
Aquí debemos insistir en el carácter estrictamente personal, sub-
jetivo e intransferible (ni del profesor al alumno ni entre los
alumnos) de este objetivo final o finalidad última de nuestro
estudio.
Esta consideración reiterada a lo largo del trabajo, permite
llegar a concretar que el método aquí expuesto, deberá ser va-
lorado en su justo término, evitando el error de hacer de éste
un fin o aún un medio rígido y tiránico, pues lo esencial serán
los resultados a obtener.
La experiencia y las opiniones recogidas de cursantes del ci-
clo del OEM señalan que éstos aspiran a una máxima partici-
pación y flexibilidad en el estudio de Historia Militar; estas
aspiraciones resultan plenamente coherentes con la intención de

18
la materia de dar una neta preponderancia a lo formativo sobre
la mera adquisición de conocimientos históricos. De estas cir-
cunstancias señalamos un segundo aspecto: el método deberá
inspirarse en una pedagogía activa, de plena participación, con
máxima libertad de expresión y respeto de las opiniones, asu-
miendo el profesor en la mayor medida posible, un papel orienta-
dor de las reflexiones en el más alto nivel intelectual.
5.1. Conocimiento del hecho histórico.
Antes de comenzar cada subunidad didáctica, el pro-
fesor determinará y hará conocer el objetivo general y los
objetivos específicos de la misma; estos últimos definirán
los principales centros de interés que en principio han de
orientar el estudio del hecho histórico, sin perjuicio de la
aparición de otros objetivos específicos, que inclusive po-
drán ser propuestos por los propios alumnos.
El conocimiento del hecho histórico deberá lograrse
en lo posible a través de una obra historiográfica a deter-
minar anticipadamente por el profesor, con el objeto de
nivelar el conocimiento básico de los alumnos y racionali-
zar sus esfuerzos. Tal conocimiento podrá ser ampliado
con otras fuentes, particularmente orientadas por los ob-
jetivos específicos que configuran centros de interés den-
tro del hecho histórico en estudio.
5 . 2 Reflexión e interpretación del hecho histórico.
Después de conocer el hecho histórico, particularmen-
te en sus elementos básicos, deberá encararse el proceso
de reflexión, para alcanzar finalmente su cabal interpre-
tación.
El proceso de reflexionar sobre los elementos básicos
del hecho histórico conocido, implicará la consideración de-
tenida de sus causas, el porqué y el para qué, en particu-
lar las que se asientan en la acción libre y creadora del
hombre, protagonista del mismo y las que surgen del azar
o de la acción divina, siempre presente. Por último, la in-
terpretación podrá contener un juicio de valor que con-
crete si la acción o la idea central que analizamos se en-
cuentra en plena coherencia con el fin perseguido, confor-
me a las normas y medios de la época, o por el contrario,

19
se orienta hacia fines secundarios, inferiores o aún de dis-
tinta naturaleza (6).
Nuestra reflexión e interpretación sobre las influen-
cias causales (configuradas no sólo por la causalidad ob-
jetiva, sino también por la "casualidad" y la libertad y
voluntad humanas), serán las que nos permitirán arribar
a aquellos aspectos que, por ser esenciales y relativamen-
te permanentes, proporcionarán la experiencia indirecta
enriquecedora de la personalidad, fin último de nuestro
estudio.
El procedimiento para reflexionar e interpretar el he-
cho histórico se basará en principio en un método intelec-
tual similar al de una apreciación de situación (deductivo-
inductivo ; análisis y síntesis). Comenzará cuando el alum-
no haya adquirido en su domicilio el conocimiento de la
subunidad didáctica, previo a la clase que deberá desarro-
llar en forma individual o colectiva, según las modalidades
de estudio, siendo conveniente destacar que para este mo-
mento reunirá mayores ventajas el trabajo en equipo, ti-
po grupo de discusión (no más de cuatro personas).
El proceso de reflexión e interpretación continuará
bajo la dirección del profesor, mediante diversas técnicas
de enseñanza, tales como clase, grupos de discusión y de-
bate dirigido, entre otras. La segunda de estas técnicas,
a pesar de sus conocidas ventajas, se verá limitada por
el escaso tiempo disponible.
6. Principales conceptos y requerimientos de aplicación para la
exposición y/o comprobación del método de estudio.
En el desarrollo de las actividades de enseñanza y aprendi-
zaje de la materia, los cursantes podrán verse en la necesidad
de satisfacer —entre otros— requerimientos encuadrados den-
tro de los siguientes términos :
—Determinación de causas de un hecho histórico o selec-
ción de causas principales con breves fundamentos (refe-
ridos a la selección).

(6) Este juicio de valor difiere con el "Juicio crítico", muy empleado en
Historia, Militar años atrás, que consistía en analizar el hecho histórico a la luz
de la doctrina actual y llegar a establecer si el proceder aplicado era o no co-
rrecto. Finalmente se dictaminaba cuál hubiese sido la solución más aprópiada.
Era un procedimiento no histórico y propio del método de estudio de la táctica.

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—Interpretación de un concepto o hecho histórico.


—Analizar diferencias o similitudes entre dos o más hechos
históricos.
—Opinión fundada sobre un concepto o hecho histórico.
—Preparación de monografías.
A los efectos de uniformar criterios en la interpretación de
estos requerimientos, así como en la solución de los mismos —en
forma escrita o verbal—, con el presente trabajo se expone una
orientación o guía, conceptual y formal, que cada alumno deberá
adecuar a los casos concretos que se le planteen.
6.1. Determinación de causas de un hecho histórico o selección
de causas principales, con breves fundamentos (referidos
a la selección).
En primer término, es necesario aclarar que la con-
cepción causalista absoluta no es aplicable a la Historia.
Pero es evidente que un hecho histórico determinado no
se produce espontáneamente, "porque si", sino que reco-
noce la existencia de otros hechos o acontecimientos de
distinta naturaleza que, sumados, lo motivan (pluricausa-
lidad). Esos hechos se designan como causas y configura-
rán un instrumento o un medio más para nuestros tra-
bajos.
6.1.1. Con respecto a determinación de causas.
Para la determinación de causas se han utilizado
diversas clasificaciones, tales como :
—Causas principales y secundarias.
—Causas generales y particulares.
—Causas reales y aparentes.
—Causas inmediatas y mediatas.
En todos los casos se trata exclusivamente de teo-
rizaciones que procuran contribuir a la interpretación
de un hecho, es decir que en la Historia, más que cau-
sas y efectos, hay hechos y circunstancias de distintas
naturaleza, que se interrelacionan.
Por lo expresado, las clasificaciones que se desarro-
llan en este trabajo establecen un criterio para la inter-
pretación del concepto de causa.

21
Las causas deberán buscarse en las circunstancias
importantes (no anecdóticas), que motivaron el hecho
histórico.
Al respecto deberá tenerse en cuenta que en nues-
tra materia utilizaremos normalmente las siguientes cla-
sificaciones :
—Por su naturaleza.
. Causas finales: Constituyen el fin u objetivo que
impulsan al hombre (protagonista de la historia), a
producir el hecho histórico.
. Causas fuentes : Constituyen hechos o circunstan-
cias previas que originan o provocan el hecho his-
tórico.
—Por su importancia.
Causas principales : Aquellas que pueden ser con-
ceptuadas como de máxima relevancia en el origen
o fin del hecho histórico ; normalmente serán en-
globantes de otras causas.
Causas secundarias : Aquellas que pueden ser con-
ceptuadas como de menor relevancia en el origen
o fin del hecho histórico.
6 . 1 . 2 . Esquema metodológico para determinación de causas :
—Para satisfacer esta tarea es conveniente comenzar
haciendo una enumeración de todos los hechos y cir-
cunstancias importantes de distinta naturaleza que
se relacionaron con la gestación del hecho histórico.
—Posteriormente resultará apropiado agrupar los refe-
ridos hechos según las pautas que más convengan en
cada caso. Ejemplificando: para un hecho estra-
tégico general, incursionando en lo político, económi-
co, social, etcétera ; para un hecho estratégico opera-
cional o táctico, según los grandes campos de interés
de la conducción (operaciones, inteligencia, etcétera).
—Finalmente, aplicando los distintos tipos de causas
conceptuados en 6 . 1 . 1 . , se podrán seleccionar las cau-
sas principales que contribuirán a una mejor y más
clara interpretación del hecho histórico en estudio.

22
6 . 1 . 3 . Ejemplo práctico :
El estudio de la Primera Guerra Mundial presenta
una causa final, principal, clara: objetivos políticos irre-
conciliables de las grandes potencias que procuraban una
situación hegemónica en Europa, en algunos casos con
proyección mundial. Esta causa, evidentemente, englo-
ba un conjunto de causas finales, tales como: el enfren-
tamiento de Rusia y Austria-Hungría por el control de
los Balcanes ; o de Alemania y Francia por la hegemo-
nía en Europa Continental, etcétera.
También el hecho histórico (Primera Guerra Mun-
dial) reconoce como principal una causa fuente: fuerte
sentimiento competitivo nacionalista acrecentando a par-
tir de 1870. Esta causa fuente engloba otras causas del
mismo tipo (secundarias), tales como : lucha por los mer-
cados mundiales entre Inglaterra y Alemania; choques
por la expansión del Imperio colonial en el norte de Afri-
ca entre las grandes potencias, etcétera.
Finalmente, también encontramos otra causa fuen-
te principal: los resentimientos nacionales entre las gran-
des potencias: esta causa fuente es englobante de una
serie de causas secundarias, tales como: Alsacia y Lo-
rena en poder de Alemania generaba un afán de revan-
cha en Francia; Bosnia-Herzegovina, un afán de reivin-
dicación territorial por parte de los patriotas servios,
etcétera.
6.1.4. Aclaración fundamental.
Para expresar la solución al requerimiento que ana-
lizamos deberá omitirse toda referencia al proceso (me-
todológico) explicado, así como la inclusión de títulos o
subtítulos que pretendan clasificar o denominar las cau-
sas según los distintos tipos anunciados.
El autor del trabajo se limitará a enumerar en pá-
rrafos claros y concretos, los hechos y circunstancias
que constituyen las causas del acontecimiento histórico
en estudio, seguida cada una de los otros hechos y cir-
cunstancias englobados.
6 . 1 . 5 . Con respecto a la selección de causas principales con
breves fundamentos :

23
La selección de las causas principales se hará según
las pautas mencionadas, omitiéndose en su expresión
oral o escrita, las causas englobadas.
En cuanto a la fundamentación, deberán tenerse en
cuenta los siguientes lineamientos generales :
—Fundamentar las razones o motivos principales por
los cuales se considera que la causa seleccionada es
una de las más importantes. No se deberá caer en el
error de fundamentar la existencia de la causa, que
normalmente ya estará reconocida y explicada como
tal.
—Cada fundamento deberá redactarse en afirmativo y
responder al interrogante "por qué". Estas palabras
podrán iniciar el párrafo en los primeros trabajos,
para facilitar la elaboración de la idea.
—Deberá ser concreto y con clara referencia a los he-
chos, sin generalizar.
—No se deberá volver a narrar o describir hechos o acon-
tecimientos conocidos, sino expresar de ellos los ele-
mentos que hacen a la fundamentación que se realiza.
—La clara redacción del fundamento hará innecesaria
la ejemplificación.
6.2. Interpretación de un concepto o hecho histórico.
Este requerimiento impondrá básicamente explicar el
sentido de un concepto o hecho histórico, en algunos casos
incluyendo deducciones que completen esa explicación.
El tema, ya conocido, deberá ser comprendido, lo que
generalmente exigirá aclarar el porqué, el cómo y el para
qué, del concepto o hecho histórico que se busca interpre-
tar. Todo esto requerirá un proceso de reflexión, o sea una
consideración lo más acabada y exhaustiva que el tiempo
permita, cuyo natural resultado será la interpretación. Asi-
mismo ésta podrá explicar las proyecciones futuras del he-
cho o concepto —tal vez nuestro presente o porvenir— en
función del mismo, así como intentar alguna tarea creativa
sobre su significado y relaciones.
Déjase así establecido claramente que la interpreta-
ción será el producto final que supondrá dos tareas pre-

24
vias e indispensables: el conocimiento del tema y la pos-
terior reflexión acerca del mismo.
6.3. Analizar diferencias o similitudes entre dos o más hechos
históricos.
Frente a dos hechos históricos (dos o más conducto-
res en distintas épocas o contemporáneos; varias guerras
o campañas dentro de una guerra, etcétera), será útil ana-
lizar sus diferencias o similitudes, para enriquecer la ex-
periencia del alumno.
Debe advertirse que exponer diferencias o similitudes
significa encontrar los elementos esexciales que, como con-
secuencia de la interpretación de los hechos o conducto-
res que se trate, surjan claramente como disímiles o co-
munes a ambos.
Ejemplos:
1) ¿ Cuáles son a su juicio las dos diferencias funda-
mentales entre el pensamiento militar de Jomini y Clau-
sewitz ? Breves fundamentos.
—El diferente enfoque respecto al drama de la guerra:
Jomini reducía su gran complejidad a la solución casi
matemática de los problemas, donde todo podría tener
solución en forma racional. Clausewitz, entendiendo la
suma complejidad de la guerra, era mucho menos racio-
nalista que Jomini y consideraba preponderantes los fac-
tores morales y los imprevisibles.
—Jomini fue un teórico de la estrategia operacional, mien-
tras que Clausewitz fue un filósofo de la naturaleza de
la guerra.
2) Exprese cuáles fueron las similitudes existentes en-
tre la Batalla de Cannas y Zama, producidas durante la
Segunda Guerra Púnica, desde el punto de vista táctico.
1. Las dos fueron batallas de aniquilamiento.
2. Los adversarios incorporaron procedimientos innova-
dores.
3. En ambas el vencedor tuvo la iniciativa.
4. Los conductores de los ejércitos vencedores fueron
hombres creativos.
5. Se aplicaron planes adecuados y flexibles.

25
6.4. Opinión fundada sobre un concepto o hecho histórico.
La satisfacción de este requerimiento supone realizar
previamente el proceso mental que permite la interpreta-
ción (según el concepto expresado en 6.2.) a partir de
la cual se deberá emitir una valorización sobre el concep-
to o hecho histórico. Esta valoración (juicio de valor) se
hará según lo determinado en 5.2., segundo párrafo.
El requerimiento podrá precisar el punto de vista, cam-
po o área desde los cuales se pretende que sea enfocada
la valoración (política, económica, operacional, logística,
etcétera).
Para la determinación de los fundamentos se segui-
rán las pautas indicadas en 6.1.5.
En los casos en que el concepto o hecho histórico sea
complejo o compuesto, podrá ser necesario fraccionar la
opinión, así como los respectivos fundamentos.
Ejemplo:
Tema : Opinión fundada sobre el siguiente concepto
de Hitler: "Cuando el enemigo se halle desmoralizado des-
de adentro, cuando se halle al borde de la revolución, cuan-
do amenace el malestar social, ése será el momento propi-
cio (para el empleo del poder militar). Un solo golpe bas-
tará para destruirlo...".
Respuesta: Considero que esta concepción Estratégica
General es conceptualmente acertada, tuvo validez y man-
tiene actualidad, pero implica una ética política negativa.
Fundamentos:
"...conceptualmente acertada...".
Destaca la importancia de la Acción Psicológica como
instrumento de la Estrategia General, en procura del de-
bilitamiento del frente interno enemigo, en todos los cam-
pos y a través de diversos medios no militares, a fin de
crear las mejores bases y la oportunidad propicia para
emplear el poder militar y lograr con éste la decisión del
conflicto.
"...tuvo validez"
—Respondió a la estrategia que empleó el propio Hitler.
. Austria y Checoeslovaquia: creó las bases mediante

26
una Estrategia Política Psicológica dirigida al frente
interno de estos países y al ámbito internacional. Fi-
nalmente logró la decisión con una simple demostración
de fuerzas.
Polonia y Francia : creó igualmente las bases políti-
co-psicológicas, para luego con un golpe rápido y ful-
minante del poder militar lograr la decisión.
En todos estos casos, a los que se puede agregar
Noruega y Dinamarca, se aplicó el concepto en análisis
con pleno éxito.
—Este concepto revolucionario practicado por Hitler en-
contró, después de la Segunda Guerra Mundial, variacio-
nes y nuevas formas que tomaron lo esencial de él. En-
tre estas innovaciones merece destacarse la Guerra Re-
volucionaria que tanto ha beneficiado a las potencias
comunistas.
....mantiene actualidad..."
—El concepto tiene plena vigencia, implica el empleo de
la Estrategia Indirecta para crear las bases, y en el mo-
mento oportuno con máxima rapidez y al menor costo,
lograr el objetivo mediante la Estrategia Directa.
"...implica una ética política negativa . .."
—Supone una actitud expansionista y agresiva y la inter-
vención en los asuntos internos de otro Estado, siendo
todo ello contrario al progreso de las relaciones inter-
nacionales y al bien universal, al que debería tender la
sociedad mundial.
6.5. Preparación de Monografías.
Este tipo de trabajo escrito consiste en el estudio de
un tema con profundidad para su cabal interpretación y
una limitada "investigación histórica", que podrá desarro-
llarse con mayor o menor amplitud según el tema y el tiem-
po disponible.
Para su preparación, podrá seguirse la siguiente se-
cuencia:
—Selección del tema general, en caso de que el autor de-
ba autoimponérselo o interpretarlo, si le ha sido im-
puesto.
—Especificación del tema, a efectos de precisar más la ta-
rea a realizar.

27
—Elección del aspecto del tema que se desea investigar,
especialmente cuando así correspondiere.
--Determinación de la finalidad del trabajo escrito.
—Establecer tentativamente lo que se desea demostrar,
aclarar o defender.
—Iniciar la búsqueda preliminar de material bibliográfico.
—Realizar la lectura preliminar del material seleccionado.
—Preparar la bibliografía mediante fichas, asignando una
ficha para cada referencia bibliográfica y consignando
en la misma al autor, título, nota tipográfica y páginas
donde se hallan los datos necesarios. Asimismo, deberá
colocarse un breve comentario con el contenido o la uti-
lidad para el trabajo que se proyecta.
—Preparar un plan tentativo del trabajo, marcando las di-
visiones o partes principales del tema, es decir se con-
feccionará el temario o estructura del tema. -
-Lectura detenida.
—Confección definitiva de la tarea mediante:
Un resumen, con redacción propia, de los conceptos
expuestos por el autor o autores.
Citas, es decir transcripciones exactas de las palabras
del autor o autores, respetando la redacción original.
Un juicio de valor, observando en especial que los ob-
jetivos del trabajo estén claramente expuestos y de-
sarrollados (7).
7. Empleo de las fuentes, en especial bibliográficas.
El amplio espectro de materias y temas que necesariamente
se conjugarán en nuestros estudios de Historia Militar, impon-
drán un intenso trabajo de consulta bibliográfica.
Las principales obras a que se deberá recurrir serán:
—Historiográficas generales (Historias universales o parti-
culares).
—Historiográficas específicas o especializadas (fundamental-
mente militares y políticas).
—Históricas generales y particularmente específicas (memo-
rias de conductores, ensayos militares de la época en es-
tudio, recopilación de documentos, etcétera).

(7) Para una mayor información, ver Jean Key Gates. Libros y Bibliotecas.
Guía para su uso. Editorial Mauri Hnos. Buenos Aires, 1971. Capítulo 23.

28
—Geográficas.
—Políticas.
—Sociológicas.
—Económicas.
—Psicológicas.
—Filosóficas.
El proceso más común comenzará por la ubicación del hecho
histórico militar en estudio en un ámbito temático, espacial y
temporal adecuado que lo encuadre, recurriendo a una obra
historiográfica general. Posteriormente se entrará de lleno a la
obra básica (normalmente recomendada por el profesor), que tra-
ta el hecho y a través de su lectura se irán tomando notas sobre
los principales aspectos o temas en estudio. De estas notas sur-
girán otras exigencias bibliográficas, tales como obras geográfi-
cas, políticas, socioeconómicas, etcétera, a las que se recurrirá
con fines muy concretos y específicos, para aclarar dudas o am-
pliar el conocimiento e interpretación del hecho. En particular,
la interpretación se podrá ver facilitada con fuentes históricas
tales como memorias de los protagonistas del hecho o recopilación
de los documentos de la época.
Las particularidades del estudio de la Historia Militar en la
Escuela Superior de Guerra y el tiempo disponible, limitarán este
trabajo de los alumnos a la búsqueda de material bibliográfico
según los lineamientos expresados, excluyendo por lo general las
fuentes inéditas o de otro tipo.
En todos los casos deberá acostumbrarse a tomar notas de
las obras consultadas o a confeccionar fichas temáticas (8) re-
gistrando cuidadosamente el origen de cada nota o ficha, así co-
mo el conjunto del aparato erudito que ha servido de base al es-
tudio de cada subunidad didáctica, particularmente cuando se de-
ban desarrollar monografías (9).
8. Consideraciones finales.
8.1. El método de estudio de la Historia Militar y en particu-
lar todas las consideraciones de carácter general expues-
tas en el presente trabajo, tienen en cuenta los conceptos

(S) Gates, ,Tean Key. Libros y Bibliotecas - guía para su uso. Editorial Mauri
Hnos. Buenos Aires, 1971.
(9) Para las referencias de la bibliografía se procederá según las normas
internacionales al respecto. Ver Gates, Jean Key. Libros y Bibliotecas - guía para
su uso. Editorial Mauri Hnos. Buenos Aires, 1971.

29
esenciales que han orientado tradicionalmente el desarro-
llo de esta disciplina en nuestro Ejército y en especial en
la Escuela Superior de Guerra. No obstante, procura ac-
tualizar la concepción y propedéutica según las finalida-
des y programas vigentes, así como aprovechar el valioso
aporte de quienes en el pasado inmediato se han desem-
peñado en tareas de programación y/o impartición de es-
ta materia.
8.2. El trabajo no agota la profundización del tema ni pretende
llegar a precisiones o detalles que resten flexibilidad al
proceso de enseñanza y aprendizaje, que en definitiva no
deberá cercenar la libertad académica del profesor para
la enseñanza, ni la capacidad de elección en el aprendiza-
je por parte de los alumnos.
8.3. El empleo del método, los procedimientos y concep-
tos desarrollados, deberán adaptarse a cada caso particu-
lar, con arreglo a las necesidades de cada tema o hecho en
estudio.
8.4. El estudio de la historia militar ha tenido una relevancia
particular en la formación de nuestros oficiales de Estado
Mayor, contando con estudiosos y profesores de la talla
de los coroneles J. Beverina y Leopoldo R. Ornstein. Se pue-
de apreciar que esta disciplina cobrará en el futuro inme-
diato, renovada importancia en los ejércitos de las gran-
des potencias occidentales, como lo evidencian sus publi-
caciones militares. Nuestro Ejército no deberá quedar atrás
en un campo en el que dispone de sólidos antecedentes,
para la formación de la personalidad de nuestros conduc-
tores. Impulsar el estudio de esta materia es un deber,
en procura de una eficiente preparación para la guerra.

Nota aclaratoria sobre los términos Reflexión e Interpretación:


Reflexiones: Consideran detenidamente un hecho o concepto histórico ya co-
nocido.
Interpretación: Explican el sentido de una cosa; en este caso de un hecho
histórico sobre el que ya se ha reflexionado puede contener un juicio de valor
según lo hemos visto en el presente capitulo.

30
BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL

1. Un Método Actualizado para el estudio de la Historia Militar. En la redacción


del presente trabajo han participado los siguientes profesores de Historia Mi-
litar del Instituto: Tenientes Coroneles Félix Aguiar, Juan E. Ottino, José Luis
Picciuolo, Horacio O. Chimeno, Jorge Mansueto, Bernardo Menéndez, Jaime
Gonzales Rubio, Juan L. Torres y Adolfo Pietronave, utilizándose además
la siguiente bibliografía:

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

—ASTI VERA, A. Metodología de la investigación. Editorial Kapeluz. Es.


As., 1968.
—DELMAS, Tcnl. ZANIEWICKI, Cap. De l'Histoire militaire contemporaine
Cfr.: L'Armee. Revue periodique de L'Armee de Torre Francaise N9 98. Jun
70. Trad. del francés del Tcnl D Enrique J. Ottino.
—GATES, Jean Key. Libros y Bibliotecas-guía para su uso. Editorial Mauri
Hnos. Buenos Aires, 1971.
—LIDDELL HART, B. H. Estrategia. La Aproximación indirecta. Círculo Mi
litar. Biblioteca del Oficial. Volumen 500/501. Bs. As., 1960.
—MONTGOMERY, Mariscal. Historia del arte de la guerra. Traducción de
Juan García Puente. Editorial Aguilar. Madrid, 1965. Pág. 19.
—ORNSTEIN, Leopoldo R. Cnl. El estudio de la Historia Militar. Círculo Mi-
litar. Biblioteca del Oficial. Volumen 461. Be. As., 1957.
—SCHWEINITZ, Kurt Graf v. Ten'. Grebauch der Kriegsgeschichte. Cfr.:
Wehrkunde. München. Ago 70. Trad. del alemán del Tcnl D Félix R. Aguiar.

31
II. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR

1. La problemática histórica. El concepto de Historia como


Ciencia.
La palabra Historia muestra significación distinta, según sea
la fuente de consulta utilizada. En el diccionario encontramos el
concepto de Historia como "un relato de los acontecimientos y
de los hechos dignos de memoria". Para otros constituye la na-
rración verídica cronológica de los sucesos del pasado. En un in-
teresante trabajo sobre este tema se habla que no son los expues-
tos las únicas acepciones del vocablo, puesto que también llama-
mos historia a "la narración de cualquier pasado, natural, huma-
no o divino y aún a relatos ficticios propios del cuento, la novela
o la fábula. La extensión de este perfil de Historia hace que
llamemos así al chisme, a la mentira y hasta los artificios de que
alguien se vale para lograr su objeto" (1). Cuando deseamos re-
ferirnos a los libros que hablan del pasado leemos en sus títulos :
"Historia de Roma", "Breve Historia del Arte" y en ese caso se
convierte en sinónimo de texto, de manual o de simple ensayo,
cuando en realidad debemos vincularlo al significado real de his-
toriografía, o sea la historia escrita. Bauer cita que la palabra
historia (en alemán "Geschichte"), se deriva del verbo "suce-
der" (2). La considera objetivamente como lo que sucede o ha
sucedido y subjetivamente como el conocimiento del suceder. Con
esta última palabra se expresa un concepto de movimiento: suce-
der en tanto signifique cambio. En el centro de ese cambio se
halla el hombre que lo sufre y que también lo guía. Cuando ese
suceder alcanza su plenitud, o dicho en otras palabras, tomamos
conocimiento de lo que ha sucedido, entonces lo llamamos "his-
tórico".
La Historia es una ciencia. Y si ello es así, ¿ cuáles son los
"fenómenos" que estudia ?
Ante todo, recordemos que una de las características del Mun-
do contemporáneo es que el hombre se ha rodeado integralmente
del saber científico, cuyos avances extraordinarios en todos los

(1) CASSANI Jorge Luis y PEREZ AMUCHASTEGUI A. J. Qué es la His-


toria. Quinta edición. Editorial Perrot. Buenos Aires, 1971, pág. 7 y 8.
(2) BAUER Wilhelm. Introducción al Estudio de la Historia. Traducción de
la Segunda Edición Alemana y por Luis G. de Valdeavellano. Editorial Bosch.
Barcelona, 1944, pág. 31 y siguientes.

32
campos lo ayudan a desentrañar los interrogantes que desde mu-
chos siglos se fue planteando sobre su origen, su presencia en la
Tierra y su futuro. El conocimiento científico, como saber sis-
tematizado, requiere ciertas características imprescindibles para
su existencia: la objetividad, en cuanto la preocupación del cien-
tífico debe ser la búsqueda de la verdad, sin influencia afectiva.
La positividad es otra de las notas salientes y se refiere a que
el saber científico estudia los hechos, los fenómenos, pero no de-
be ser confundida con el Positivismo, corriente filosófica del si-
glo XIX (3). La racionalidad y la revisibilidad son otros tantos
elementos ponderables a tener en cuenta en el conocimiento cien-
tífico, en virtud del cual la Ciencia que se funda en la realidad y
que sistematiza conceptos racionales y abstractos creados por el
intelecto, requiere permanente actualización y perfeccionamien-
to. El saber científico debe ser sistemático, metódico y racional,
diferenciado del conocimiento vulgar, pero a la vez cambiante y
dinámico en tanto que el hombre permanentemente va ampliando
su panorama científico con nuevas formas y conocimiento de tan
peculiar actividad del hombre.
La historia, dentro de las ciencias del espíritu, se ocupa de
estudiar un particular conjunto de fenómenos, que reciben el nom-
bre de "históricos" y cuyas características son: la unicidad, la
singularidad y la preteridad. Es decir, el fenómeno de que trata
esta ciencia tiene que ser "algo que sea separable de todos los
demás"; debe ser también singular o "distinto", con peculiarida-
des excluyentes o características que lo diferencien de otros si-
milares y además debe ser "pretérito", o sea perteneciente al pa-
sado, sin tener en cuenta si el hecho en sí perdura o ha resultado
de intrascendentes consecuencias (4).
El fenómeno histórico se diferencia del físico, químico o na-
tural, en que dadas las tipificaciones ya expuestas, su repetición
es irreversible. Podemos así, repetir en el laboratorio la com-
binación de hidrógeno y oxígeno cuantas veces sea necesario;
pero no podemos volver a "vivir" un determinado "momento"
histórico, aún con los mismos personajes y circunstancias, por-
que no será igual al primero. Aquí juega como factor preponde-
rante el factor "tiempo" y tanta trascendencia posee, que Marc

(3) El Positivismo es un sistema filosófico del Siglo XIX creado por Comte,
que admite como cierto sólo lo experimental o sensible. Rechaza toda noción aprio-
rística como concepto universal y absoluto. Comte fue el creador de la Sociología.
(4) CASSANI y PEREZ AMUCHASTEGUI. Obra citada. pág. 3 y 4.

33
Bloch llegó a definir a la Historia como "la Ciencia de los hom-
bres en el tiempo", como queriéndonos señalar dos conceptos ine-
ludibles de esta ciencia, pues sólo el hombre tiene Historia (5).
Hombres y tiempo conforman dos ingredientes indispensa-
bles de esta ciencia. Aquello que perdura consustanciado con el
tiempo y forma parte de nuestro presente actual y vital, lo deno-
minamos "historicidad"; ésta transporta en el tiempo lo influ-
yente del hecho hacia nuestro presente, a veces con una fuerza
indetenible.
Del fenómeno histórico tomamos conocimiento a través de
los distintos testimonios de su existencia: documentos, tradicio-
nes, costumbres, libros, medallas, tumbas y cuanto signo de la
actividad humana el investigador pueda descubrir. Pero no basta
esta actividad, pues los testimonios ordenados en forma rigurosa
y metodológicamente analizados y mediante adecuada observa-
ción, crítica e interpretación nos permitirán volver a "vivir" el
fenómeno histórico, y exponer luego el trabajo realizado a la con-
sideración de los hombres como resultado de nuestra actividad.
La Historia Ciencia, es entonces aquella que se ocupa de in-
vestigar los fenómenos históricos. Se trata de recrear intelec-
tualmente en el presente, un pasado específicamente humano lo-
grando mediante una minuciosa investigación, a partir de prue-
bas testimoniales y coronada con la exposición congruente de sus
resultados, normalmente dados a publicidad mediante la historio-
grafía, que es la historia escrita (6).
2. Corrientes Históricas.
Según Bauer, los sucesos que la ciencia histórica nos presen-
ta pueden ser considerados desde puntos de vista distintos. Así,
los historiadores exponen los acontecimientos con existencia pro-
pia e independiente de otros o también, por oposición, encadena-
dos y sometidos a una interacción (7).
Es así que se distinguen las siguientes corrientes o formas
de exposición:
a. La historia narrativa describe lo acaecido ubicándolo en
el tiempo y en espacio. Trata de comunicar lo real de

(5) BLOCH Marc. Introducción a la Historia. Editorial Fondo de Cultura


Económica. México, 1952, pág. 21 y siguientes.
(6) CASSANI y PEREZ AMUCHASTEGUI. Obra citada. pág. 52.
(7) BAUER Wilhelm. Obra citada. pág. 210 y siguientes.

34
cada suceder. Heródoto ha sido uno de sus primeros re-
presentantes (8).
b. La historia pragmática entiende ese suceder a la luz de
causas y efectos, extrayendo de ese análisis consecuen-
cias y reflexiones de importancia para el futuro. Desde
el punto de vista de nuestros estudios resulta sumamen-
te interesante esta forma de exposición, pues significa
una aplicación utilitaria de la Ciencia. Histórica (9).
c . La historia genética : "para la cual el presente es un
producto del pasado y sólo es inteligible a la luz del de-
sarrollo de las nacionalidades desde su origen" (10).
d . Concepción dialéctica de la historia : según esta particu-
lar concepción marxista, los intereses y necesidades eco-
nómicos mueven el avance del hombre. La comunidad
de estos intereses origina las distintas clases sociales y
la historia se mueve por la oposición de las clases que
se van formando en las distintas épocas.
3. Las. Formas de la Historia.
Son las expresiones filosóficas de la Historia, mediante las
cuales se busca explicar una determinada estructura sobre cuyas
líneas básicas se van insertando los distintos hechos históricos.
Las distintas escuelas han creado sus respectivas estructuras,
distinguiéndose entre las fundamentales la idea de progreso, la
idea de ciclo y la idea de la evolución dialéctica.
a . La idea de progreso consiste en considerar a la historia
como un proceso singular irreversible, que avanza hacia
un fin en forma paulatina y en línea recta. La historia
se desarrolla en etapas sucesivas y necesarias y no exis-
ten repeticiones, sólo retornos aparentes.
b . La idea de ciclo concibe a la historia como sucesivos
círculos que vuelven a su punto de partida para finali-
zar o comenzar de nuevo. Aceptando como símbolo del
devenir el de la vida orgánica, trasladada la biología a la
historia con sus fases sucesivas de nacimiento, decaden-
cia y muerte. Pero los ciclos no se encierran en sí mis-

(8) Idem.
(9) Idem. pág. 172. La corriente pragmática, fue iniciada por Tucídides y con-
tinuada por Polibio.
(10) CASSANI y PEREZ AMUCHASTEGUI. Obra citada, pág. 9.

35
mos, pues hay interrelaciones entre ellos, entre los con-
temporáneos y también en los sucesivos ciclos.
c . La idea dialéctica es la concepción económica de la his-
toria. Procede del idealismo alemán y su forma más ra-
dical parte de Marx, con su concepto de materialismo
histórico a que nos referiremos posteriormente. Consi-
dera a cada acontecimiento como viniendo de un proceso
unilateral, con causas puramente económicas, aspecto
muy vulnerables a la crítica contemporánea.
4 . El Materialismo Histórico y el Sentido Cristiano de la Historia.
a. El Materialismo Histórico.
La explotación de una parte de la sociedad por la otra, según
el marxismo, es el rasgo común en todos los siglos. La compren-
sión en esta particular óptica de la estructura histórica requiere
introducirse, aunque sea brevemente, en algunos fundamentos del
marxismo que nos ayudarán a comprender también otros concep-
tos que más adelante explicaremos.
Ante todo, el marxismo pretende ser una concepción univer-
sal e integral del Mundo y del hombre. Es simultáneamente una
filosofía, una política, una moral, una ciencia y también una re-
ligión. Reconoce influencias anteriores en tres aspectos funda-
mentales :
—Filosóficamente, Marx recurrió a dos fuentes principales:
una fue la dialéctica de Hegel, despojada por completo del
idealismo que caracteriza la filosofía de este pensador, dia-
léctica que convertiría en arma decisiva ; la otra, el ma-
terialismo de Feurbach que tiñó toda la doctrina marxista.
—Económicamente, toma las fuentes de la escuela clásica in-
glesa. De allí parte para arribar a la teoría marxista del
valor y la plusvalía (11).
—Políticamente, se inspiró en la tradición revolucionaria
francesa, propiciando la violencia para la lucha de clases
y la supresión del Estado Capitalista. Se llegaría así a la
dictadura del proletariado.

(11) PLUSVALIA: Uso de los conceptos fundamentales de la Teoría Econó-


mica MARXISTA. Representa la cantidad de valor producido en exceso del salario
abonado por el capitalista al obrero.
El trabajador aporta al proceso productivo un determinado esfuerzo que se
transforma en bienes y servicios. El empresario, al venderlos en el mercado, re-

36
, 1 .

Vamos a analizar aquí los aspectos filosóficos del marxismo


y con particular énfasis su enfoque de la Historia. Para Hegel,
la idea estaba compuesta de elementos contradictorios. Así, de-
cía, que una idea (tesis), no puede existir sin que salga inmedia-
tamente su contraria (antítesis), de esa discusión entre opues-
tos surge otra idea (síntesis), que adelanta el proceso. La exis-
tencia de esta síntesis (que a su vez es nueva tesis), crea auto-
máticamente una nueva oposición y entonces da nacimiento a un
nuevo proceso de tesis-antítesis-síntesis, que va escalando hacia
una idea más elevada y que sólo se interrumpirá cuando el pen-
samiento alcance el absoluto que sería la síntesis suprema, sin
contradicción.
Marx tomó el método Hegeliano, pero cambiando la idea por
la materia, que tendría en sí los elementos contradictorios que
pueden iniciar el proceso de su propia evolución, sin necesidad de
la existencia de una fuente externa de carácter superior. De es-
ta forma nace el materialismo dialéctico, según el cual todo lo
que existe, el Universo entero, se nos presentaría como una "gran
generación espontánea".
En cuanto a la Dialéctica, recordamos que procede de una
palabra griega que significa discutir o debatir. En su origen fue
el arte de la discusión, con el objeto de llegar a la verdad, me-
diante la exposición de contradicciones contenidas en los argu-
mentos de los adversarios. Hegel sostenía que las contradiccio-
nes eran sumamente importantes, pues a través de sus oposicio-
nes se podía alcanzar la categoría de lo Absoluto, ya mencionado.
Siendo Marx un revolucionario (no fue un historiador y no
quería serlo tampoco), se sintió naturalmente atraído por la Dia-
léctica, ya que representaba todo lo existente en estado de con-

cibe un determinado dinero con el cual abona al trabajador y del resto, destina
parte al beneficio y parte a la reposición de maquinarias, equipos, construcciones,
etc. Ese excedente, entre aquello que recibe el obrero y el resto, se denomina
plusvalía.
La misma, en el sistema capitalista, cumple una función social importante e
indispensable, ya que su desaparición quitaría estímulo al empresario e impedirla
la adecuada reposición. Sin embargo, el problema consiste en determinar, dentro
de cualquier •sociedad, sea ésta capitalista o comunista, cuál es el destino que de-
be darse a esa plusvalía.
Los países con economía centralmente planificadas han destinado la plusva-
lía, hasta ahora, a amortizar las maquinarias y al aumento de adquisición de
bienes de capital. En Occidente, en cambio, se ha conseguido llegar gradualmente
a un equilibrio más, o menos feliz entre la posibilidad de aumentar el nivel de
consumo medio, el standard de vida de la población y el imperativo de reponer
o aumentar la existencia de medios de producción.

37
vertirse en otra cosa y un modo de razonar superior a la lógica
formal (12).
Cuando aplicó el método dialéctico a la realidad histórica,
dio como motivo fundamental de la actividad humana las condi-
ciones económicas de la sociedad. Así lo económico, lo material,
constituyó para Marx, la estructura del proceso histórico. Las
causas económicas son fundamentales y ellas operan de confor-
midad con el principio dialéctico. El materialismo histórico en la
aplicación del materialismo dialéctico teniendo en cuenta el par-
ticular terreno de las relaciones humanas dentro de la Sociedad.
Según Marx el principio que gobierna las relaciones humanas lo
constituye la producción de los medios para el sustento de la
vida y el intercambio de las cosas producidas.
Recordamos también los aspectos más salientes del discurso
de Engels, el compañero inseparable de Marx, pronunciado ante
la tumba de este último. Según Engels, para entender las revo-
luciones sociales se debe distinguir entre los cambios en las fuer-
zas productoras y las diversas formas ideológicas en que los hom-
bres han adquirido conciencia del conflicto y lo discuten. Todo
gran movimiento de la Historia fue debido, en última instancia,
a una causa económica, y Marx había descubierto, así como Dar-
win en otros planos, la ley de la evolución de la Historia Huma-
na. "La Humanidad debe primero que todo, comer y beber, tener
albergue y vestidos, antes de que pueda dedicarse a la política y
a la religión, a la ciencia, al arte, etc. Por consiguiente, la pro-
ducción de los inmediatos medios materiales de subsistencia, y
consecuentemente, el grado de evolución económica logrado por
un pueblo determinado o durante una determinada época, forman
el fundamento sobre el que se han desarrollado las instituciones
estatales, los conceptos legales, el arte y aún las ideas religiosas
del pueblo en cuestión ..."
Los marxistas sostienen, finalmente, que todo gran movi-
miento de la Historia fue debido, en última instancia, a una cau-
sa económica y que los hombres raramente se dan cuenta de esta
causa, creyendo que luchan por la libertad política, por la religión
o por cualquier otro motivo ideológico.
Pero ocurrió que a lo largo de la Historia, ciertos miembros
minoritarios de la Sociedad adquirieron un control sobre las fuer-

(12) BAUER Wilhelm. Obra citada, pág. 210 y siguientes.

38
zas productoras y así la minoría vivió del trabajo de la mayo-
ría. En consecuencia, las relaciones productoras se convirtieron
en las de dos clases antagonistas ; de esa manera la historia de
todas las sociedades existentes es la historia de la lucha de clases
(lucha entre la burguesía y el proletariado). Los infortunios de
este último son atribuibles al sistema Capitalista y desaparecerán
cuando éste sea destruido.
b. El sentido Cristiano de la Historia.
Vamos a detenernos un poco en estudiar el sentido cristiano
de la historia, porque frente a la virulencia que presenta la con-
cepción materialista debemos oponerle la propia, que posee mu-
cha mayor trascendencia. La visión cristiana de las cosas y del
mundo es la de un suceder guiado por la acción de Dios, quien va
marcando las distintas etapas del hombre dentro del plan que se
ha forjado para toda la Humanidad, aunque dejándole a la per-
sona la voluntad de su libre albedrío, sobre la cual el Creador
también podría ejercer su omnipotencia, al permitir la casualidad
o azar a que haremos referencia al hablar de la Causalidad His-
tórica.
San Agustín, en su "Ciudad de Dios", concibió el drama del
suceder universal como un combate permanente entre el poder
divino y el del demonio, lucha en la cual el primero triunfará
finalmente. "La Humanidad en el curso de sus generaciones, es
semejante a un hombre único, que va pasando por una serie de
estados sucesivos, o a un solo ser colectivo, que encamina sus
pasos hacia una perfección y una plenitud a la que se va acer-
cando más cada día" (13).
El sentido cristiano de la Historia contiene las siguientes
ideas fundamentales :
—Dios omnipotente, creador del Mundo y de los hombres,
permite el pecado original y condena a la criatura humana
a una existencia cargada de fatigas, de miserias y de la
muerte corporal.
—Como expiación de la culpa del hombre, el Plan divino pre-
vió la necesidad de la Redención mediante un Hijo, que es
Nuestro Señor Jesucristo, el Dios-Hombre que ocupa el

(13) SAN AGUSTIN. La ciudad de Dios. Citado por BERTHELEMY Jean en


Visión Cristiana del hombre y del universo. Ed. EducaOón y Vida. Buenos Aires,
1958, pág. 256.

39
centro de la Historia. Su Pasión, Muerte y Resurrección
fue necesaria para cumplir el Plan de Redención aludido.
—La Visión Cristiana de la historia no se detiene allí, por-
que tiene además un sentido escatológico. Para el cristia-
no con la muerte termina una existencia terrestre, pero no
será eso el fin de todo, pues a la muerte sigue el juicio
particular (14).
Volvamos ahora nuestra mirada hacia el materialismo histó-
rico marxista, recordando que para esta concepción Filosófica, el
Comunismo es la etapa final de la Historia, es la síntesis supre-
ma que no generaría ninguna contradicción. Este último aspecto
presenta una vulnerabilidad, por cuanto significaría interrum-
pir el proceso dialéctico. Pero el criterio que separa esta con-
cepción de la nuestra consiste en que siendo los marxistas ne-
gadores de la existencia del Dios Creador, de la personalidad del
hombre compuesta por el cuerpo y el alma eterna, poseen una

(14) Alberto Ezequiel Volpi, en su libro Radiografía del Comunismo, cita las
siguientes palabras pronunciadas por el diputado democristiano Pascual Pastore
en el Parlamento Italiano y que tienen estrecha vinculación al sentida escatoló-
gico a que hemos hecho referencia:
"Yo siento hacia vosotros una particular atracción, mucho mayor de la que
siento hacia mi partido, porque sois más infelices, porque carecéis de esperanzas,
porque con las cualidades humanas nada comunes que tenéis —y que frecuente-
mente son, sin duda, superiores a las nuestras— sois sirvientes del error. . . ! Por
ello os deseo el bien, por la íntima persuasión con que estáis en el error, no obs-
tante haber merecido estar en la verdad. . .
"Permitidme este otro recuerdo; yo tenía diez Hijos. La mayor, que era toda
mi ilusión, ha muerto y ha empleado para morir cuatro años. ; Cuatro años son
untos días, tantas horas, tantos minutos! Pero yo espero verla nuevamente. No
hago otra cosa que esperar . . . En apariencia yo ejerzo una profesión, trabajo en
política. Pero no es verdad. Sólo busco el cumplimiento de esta esperanza. Más,
cuando pienso que vuestra ciencia, que vuestra doctrina, dice con seguridad abso-
luta y enseña que entre los huesos de mi hija muerta, que esperan la resurrec-
ción, y la carroña de un buey no existe ninguna diferencia y que mi esperanza
es una estúpida ilusión al servicio del capitalismo, ;ah!, entonces os digo: mien-
tras haya hijos que mueran y padres que esperen, los hombres se rebelarán con-
tra vosotros, contra vuestra doctrina, contra vuestro comunismo. Nuestro desa-
cuerdo --permitidme que os lo diga—, nuestro desacuerdo, ese abismo que nos
divide, está aquí, en la base y fundamento de la vida misma, lo que nos divide
es este concepto fundamental de la existencia toda. Vosotros tenéis de la vida
individual y social un concepto químico, ¡ he aquí la razón de por qué sois des-
graciados!
"Los ácidos y las sales se combinan y de ello resulta una reacción dialéctica
de la vida, donde no hay lugar •para el amor; así concebís vosotros todas las
cosas. Y aquí está la gran divergencia. Vosotros estáis ensayando, no sin cierto
éxito, un "bluff" colosal; pretendéis hacer creer que vosotros estáis por los po-
bres y que nosotros estamos por los ricos, que vosotros defendéis a los pobres y
que nosotros defendemos a los ricos, que vosotros amáis a los pobres y que no-
sotros amamos a los ricos.
"Pero, permitidme que os diga con todo el sentimiento y amargura posible
que vosotros no amáis ni a los ricos ni a los pobres. :Vosotros no amáis a nadie!".

40
visión unilateral, no observando más que el aspecto económico,
dentro de las variadas causas que mueven al hombre y a la His-
toria. En consecuencia, el enfrentamiento con la filosofía cris-
tiana es inevitable y está en la esencia del Marxismo, pues éste
coloca al hombre en el centro de la Historia, con un limitado ho-
rizonte temporal y carente de alma inmortal. Considera su feli-
cidad terrena, atada a los goces económicos de un mundo único,
que pasa y termina con la existencia del hombre mismo.
El Comunismo ha rechazado reiteradamente la doctrina cris-
tiana de la inmortalidad del alma : "El proletariado moderno —ex-
presó Lenín— se aproxima al socialismo en cuanto combate las
ideas vanas de religión por medio de la ciencia, organiza al obre-
ro en la verdadera lucha por una mejor condición de vida y lo
libera de la creencia en la vida futura". Trotski, reforzando este
razonamiento, sostuvo: "todas las confesiones religiosas pueden
relatarnos historias sobre un paraíso en otro mundo ; nosotros
declaramos que queremos crear para la raza humana un verda-
dero paraíso en la tierra" (15).
La Iglesia Católica ha condenado expresamente estas ideas,
entre otros documentos en la Encíclica "Divini Redemptoris" del.
Papa Pío XI. En la misma se destaca cómo el marxismo leninis-
mo se esfuerza para hacer más agudos los antagonismos que sur-
gen entre las diversas clases de la Sociedad y así la lucha de
clases es una nueva cruzada hacia un supuesto progreso de la
humanidad... Pero el mismo Pontífice se encarga de aclarar que
"bajo pretexto de querer tan sólo mejorar la suerte de las clases
trabajadoras, quitar abusos reales causados por la economía li-
beral y obtener una más justa distribución de los bienes terrenos
(fines, sin duda, del todo legítimo), y aprovechándose de la cri-
sis económica mundial, se consigue atraer a la zona de influencia
del comunismo aún a aquellos grupos sociales que, por principio,
rechazan todo materialismo y terrorismo. Y como todo error con-
tiene una parte de verdad, este aspecto verdadero a que hemos
hecho alusión seduce aún a espíritus no vulgares, hasta llegar a
convertirlos en apóstoles de jóvenes inteligencias poco prepara--
das . .".

(15) "El comunismo —ha dicho Pío XI en su Enciclica Divini Redemptoris—


es por naturaleza antirreligioso y considera la religión como el opio del pueblo,
porque los principios religiosos que hablan de la vida de ultratumba desvían al
proletario del esfuerzo por realizar el paraíso soviético que es de esta tierra."

41
Pero "para explicar cómo ha conseguido el comunismo que
las masas obreras lo hayan aceptado sin examen, conviene recor-
dar que éstas estaban preparadas por el abandono religioso y
moral en que las había dejado la economía liberal" (16).
Es así que en esta Encíclica, el Papa recuerda la doctrina
secular de la Iglesia acerca del carácter individual y social de la
propiedad privada, el derecho y la dignidad del trabajo, las rela-
ciones de apoyo mutuo y de ayuda que deben existir entre los
poseedores del capital y los trabajadores, el salario debido en
estricta justicia al obrero para sí y para su familia; en suma, no
está la solución en la lucha de clases y en el terror, "y mucho
menos en el abuso autocrático del poder estatal", sino en la pe-
netración de la justicia social y del sentimiento del amor cristia-
no en el orden económico y social.
5. El Concepto de Causalidad Histórica.
En el siglo XIX, en pleno auge de las ciencias naturales, cier-
tas corrientes históricas trataron de aplicar los métodos de aqué-
llas a la Historia. Así, se sostuvo la posibilidad de determinar
las causas que provocaban los distintos hechos en forma singular
a como podía ocurrir en la Química, la Física o la Biología.
"Esta historiografía naturalista —anota el Coronel José T.
Goyret— respondía al positivismo filosófico en cuanto a que su
actitud limita el conocimiento científico a lo efectivamente dado
por la experiencia sensible, es decir, al mundo de los hechos com-
probables, negando toda consideración de orden filosófico sobre
el conocimiento" y llegándose incluso a postular leyes (17). Un
aspecto de tanta trascendencia para el estudio de la Historia re-
quiere recordar que al hablar de causalidad histórica se debe men-
cionar paralelamente el concepto de casualidad y de libre albe-
drío o facultad propia del hombre que es la libertad. Luego, el
hecho histórico cae dentro de la esfera de la voluntad humana de
producirlo, a lo que hay que agregar también el azar. Lógica-
mente que también debemos añadir aquí que en muchas oportu-
nidades la libertad de elegir y aún la causalidad pueden estar
condicionadas por miles de factores que influirán en determinada

(16) RICHAUD PAUL. Monseñor (Obispo de Lavais, Francia). El Papa y el


Comunismo. Comentario de la Encíclica de S.S. Pío XI. Ed. Ruca. I3s. As., 1949,
Mg. 53.
(17) GOYRET José T. Col. Notas para una Introducción al Estudio de la
Historia Militar. Inédito.

42
situación. Es allí donde el analista histórico deberá volcar su in-
teligencia para despejar la incógnita y tratar de comprender el
hecho en sí.
"Al decir en Historia "A" causa "B", no se debe olvidar nun-
ca que "A" así como "B" son siempre cantidades infinitamente
complejas, es decir que B contiene muchísimos elementos que no
corresponden con un elemento de A. Lo que se fija como relación
entre A y B es, a lo más, una relación de dependencia general".
En toda combinación de dos elementos del acaecer histórico, en
toda aparición de un hecho va implícita la confluencia de nume-
rosos efectos no relacionados causalmente entre sí (18). Además,
hay que tener en cuenta que el conocimiento histórico considera
ante todo lo individual y singular y no como en las ciencias natu-
rales lo general. "Saber cómo se originan las revoluciones no
constituye un problema histórico, sino que lo que interesa al his-
toriador es conocer las condiciones especiales que determinaron
el estallido de la revolución francesa o la inglesa" (19).
6. La Historia y la Prospectiva.
La Historia dedica su actividad al pasado y la Prospectiva
estudia el provenir lejano; el vocablo fue adoptado por el filósofo
francés Gastón Berger y es un derivado del latín, significando
"mirar adelante" (20). Ambos campos del conocimiento, Historia
y Prospectiva, son opuestos, pues mientras la primera pertenece
al ámbito de lo conocido pero también inmodificable, la Prospec-
tiva en cambio, nos da la posibilidad de actuar a través de la ma-
terialización de "futuribles" (21) y con tal aspiración tratar de
hacer la Historia, aunque siempre teniendo en cuenta el libre al-
bedrío y el azar o casualidad a que hemos hecho referencia en el
Párrafo anterior. El porvenir de los hombres es como un proyec-
to que éstos han de realizar, es decir ese proyecto es conocido o
condicionado desde nuestro presente. De allí el esfuerzo combati-
vo del hombre que no busca saber qué ocurrirá, sino qué es lo
que estamos dispuestos a permitir que acontezca.
La actitud prospectiva significa perfilar un ideal concreto,
una imagen de la historia que se quiere hacer, conformada por

(18) Idem.
(19) BAUER. Obra citada. pág. 40.
(20) GOYRET José T. Cnl. Prospectiva y Estrategia. En Revista Estrategia
NO 4. Bs. As. 1969. pág. 73 y siguientes.
(21) Idem.

43
un espectro de futuros posibles. La Prospectiva nos ayuda tam-
bién a desechar la idea a veces generalizada de ciertos "mandatos
históricos" reguladores de conducta y creadores de normas infle-
xibles, desde el momento que es el hombre el que quiere influir
en su futuro.
7. La Historia Militar como subdivisión especializada de la His-
toria.
La Historia Universal admite diversas subdivisiones especia-
lizadas abarcando cada una de ellas determinadas actividades del
quehacer humano. Así, admítese una Historia Política Social, Eco-
nómica, Religiosa, Cultural y Militar, la cual también se va rami-
ficando en diversos temas particulares vinculados a su ámbito
de estudio.
La Historia Militar, muy vinculada a la Política, es la par te
de esa Historia Universal que estudia las Guerras del pasado y los
hechos que las determinan. Dice Bauer que "en general, una gran
parte de la historia política es devorada por la guerra". Ade-
más, supone un importante punto de apoyo pedagógico como me-
dio de formación de los militares (22).
De las tres corrientes históricas a que hemos hecho referen-
cia anteriormente, la Historia Militar puede recurrir fundamen-
talmente a la corriente pragmática, la cual podrá proporcionar
experiencia que a manera de advertencia deberá ser tenida en
cuenta al enfrentar una determinada situación.
Como es fácil de advertir, el conocimiento de esta rama par-
ticular de la Historia exige a profesores y alumnos un esfuerzo
considerable para captar la metodología de su aprendizaje y en-
señanza. No se trata únicamente de conocer el hecho bélico, sino
de estudiarlo en función de los acontecimientos que lo motivaron
y de las consecuencias que el mismo pueda tener en el suceder
histórico.
Ello requiere el auxilio de una serie de conocimientos cuyo
espectro es amplio y comprende la Política, Geografía, Economía,
Sociología, el Derecho Internacional, la Filosofía, Psicología y
otras disciplinas según se requiera en los estudios a analizar.
Finalmente debemos agregar que la Historia Militar encara-
da desde el punto de vista filosófico nos lleva a profundizar

(22) BAUER W. Obras citadas. pág. 172.

44
la verdadera naturaleza de la guerra, reconociendo acabadamen-
te las causas y circunstancias del hecho bélico en sí.
Este conocimiento permitirá al Conductor afrontar con pleno
dominio este complejo fenómeno social, preparándolo para supe-
rar sus incertidumbres.
El estudio de la Historia Militar neutraliza la excesiva ra-
cionalidad de los aspectos doctrinarios ejercitados en las Materias
del área de Conducción, donde no siempre el enemigo real, el mie-
do, el cansancio, el dolor y la desesperación, en definitiva, la gue-
rra real, forman parte de las diversas situaciones que en el aula
se resuelven.
8 . Finalidad del estudio de la Historia Militar.
En un conocido libro sobre Historia Militar, aparecido en 1957,
el Coronel D Leopoldo R. Ornstein sostiene que la finalidad del
estudio de la Historia Militar no puede limitarse únicamente a
extraer experiencias de las guerras del pasado. Esta circunstan-
cia no es más que un medio para alcanzar una meta superior, que
es perfeccionarse en el arte de la conducción (23).
En el análisis de "Un método actualizado para el estudio
de la Historia Militar", desarrollado en de este trabajo, he-
mos determinado como Finalidad de la Materia la de "contri-
buir a educar la personalidad del Conductor y proporcionar bases
para interpretar el presente e imaginar el futuro del pensamiento
militar, mediante la adquisición de experiencia".
Por ello no volveremos sobre dicho tema, sino para efectuar
muy breves reflexiones complementarias.
El estudio de la Historia Militar posibilita penetrar profun-
damente en la naturaleza de la guerra y en su evolución constan-
te, comprobando la influencia de los factores morales e intelec-
tuales en la conducción. Va mostrando también lo flexible que
debe ser la aplicación de la teoría en casos concretos, produciendo
como ya lo hemos mencionado, un saludable equilibrio en el ra-
zonamiento lógico que establecen las técnicas de conducción y
la realidad que nos muestra la guerra. En la guerra, "se hace
lo que se puede para aplicar lo que se sabe": es pues necesario
iniciarla con aptitudes para hacerla y también para comprender-

(23) ORNSTEIN Leopoldo. Cnl. El Estudio de la Historia Militar. Círculo


Militar. Biblioteca del Oficial. Bs. As., 1957. pág. 91 y 98 y siguientes.

45
la. En consecuencia para poder hacer algo en un campo de ba-
talla "es menester saber mucho y bien" porque la gravedad de
las situaciones que se provocan oscurece, en parte, aún a los es-
píritus iluminados (24). Tales algunos de los pensamientos que
el Mariscal Foch explicaba a sus alumnos en Francia, cuando en
los prolegómenos de la Ira. Guerra Mundial, trataba de enseñar
que no basta la experiencia de haber vivido la guerra misma para
comprender y estar capacitado para la lucha.
Además, la educación del espíritu que proporciona la Histo-
ria Militar, desarrolla otras aptitudes muy necesarias al conduc-
tor, tales por ejemplo son las que tienden a desarrollar la ima-
ginación creadora, la capacidad de análisis, las que otorgan una
aptitud anímica suficiente para afrontar con mayor seguridad
situaciones críticas en las cuales se introducen normalmente fac-
tores imprevistos e imponderables.
9. El Concepto de la experiencia Histórica.
"La experiencia, según su acepción idiomática, es un cono-
cimiento especial que se adquiere sobre un hecho con la prác-
tica y la observación" (25).
Según Spranger, es un saber que se ha de formar en uno
mismo y con el cual el que lo posee puede enfrentarse con he-.
chos que no son iguales (por aquellas características particulares
del "hecho histórico" a que hemos hecho referencia) y que no se
repiten.
Agrega además que es un saber directo, intransferible por-
que no se lo puede enunciar sin enseñar y además es válido por
encima del hecho singular por sedimentación.
La experiencia no nos puede presentar la solución para cada
caso, pero obra a manera de advertencia personal sobre los su-
cesos que puedan ocurrir. Esa advertencia se transforma en
una guía que aplicada a nuestras acciones nos permitirá obtener
la creatividad necesaria para superar la prueba de la guerra (26).

(24) FOCH Fernando. Mariscal. Los principios de la guerra. Traducción del


Teniente Coronel Eneas Colombo. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. Volumen
300. Bs. As. 1943. pág. 26.
(25) ORNSTEIN Leopoldo. Obra citada. pág. 137.
(26) Emplearemos en lo sucesivo la palabra experiencia y en singular y no
en plural, pues "es un saber que se ha de formar en uno mismo", de carácter
personal, no transmisible. De manera que aquello que se transmite no es la ex-
periencia propiamente dicha sino el conocimiento. En consecuencia y por lo que

46
10. Idea general del método de investigación histórica y de las
ciencias auxiliares de la Historia.
Como toda ciencia, la historia también tiene su método de
investigación, a fin de alcanzar el "conocimiento cierto de las
cosas".
Del concepto de historia dado anteriormente se desprende la
necesidad ineludible de lograr "la recreación intelectual" mediante
la "reunión de pruebas testimoniales" y una minuciosa "pesquisa
de acciones" coronando todo ello con "la exposición congruente de
sus resultados".
Decidido el investigador, que se encuentra ubicado en el pre-
sente, a estudiar un determinado fenómeno o hecho histórico, lo
primero que hace es trazarse un plan para lograr un proceso cohe-
rente en la investigación a realizar.
Este plan puede abarcar los siguientes pasos :
a . Búsqueda o reunión testimonial, que recibe el nombre de
Heurística.
b . Análisis de testimonios.
c. Hermenéutica e interpretación de las fuentes.
d . Redacción del trabajo y posterior publicación.
La Heurística consiste en la búsqueda de las fuentes que
proporcionarán la información necesaria para realizar la tarea.
Bauer da como ejemplo de fuentes testimoniales a los siguientes:
—Hechos geográficos: clima, límites, forma de asentamien-
to de la sociedad o del hombre.
—Hechos corporales : constitución física, capacidad de resis-
tencia y características de las razas, deformaciones y res-
tos de cadáveres.
—Hechos de vida práctica : tecnología, forma económica,
utensilios, edificios, sepulcros, vestidos y armas.
—Hechos del orden voligvo: moral, costumbres, derecho,
opinión, religión, usos sociales, fiestas, instituciones, leyes,
cultos.
—Hechos de orden intelectual: ciencias y artes, lenguaje,
escrituras, representaciones plásticas, etcétera (27).

hemos expresado en I. al hablar de "Reflexiones sobre un hecho histórico", supri-


miremos de nuestra terminología de clase las denominaciones anteriores de "Con-
clusiones", "Enseñanzas" y "Experiencias" para reemplazarlas por "Reflexiones"
(27) BAUER W. Obra citada. pág. 221.

47
El análisis testimonial consiste en analizar las fuentes, para
determinar su valor mediante un proceso denominado crítica ex-
terna y crítica interna.
La crítica externa busca determinar la época, el lugar de
origen, el autor y la autenticidad, mientras que la crítica inter-
na comprende especialmente la veracidad de los testimonios.
Esta actividad nos permitirá una acertada hermenéutica o
interpretación del hecho histórico, cuyas conclusiones elabora-
das se volcarán en distintos trabajos, llamados Monografías, Ma-
nuales, Ensayos, folletos o libros y que constituyen la historia
escrita, también llamada historiografía.
Indudablemente que de los pasos que hemos expuesto, la Heu-
rística y la Hermenéutica representan los dos más importantes.
Particularmente es en el último donde se debe volcar el esfuer-
zo del Investigador por lograr la mayor objetividad posible, a
fin de sustraerse a las humanas tendencias de tomar partido por
una determinada dirección. Finalmente agreguemos que en el
presente curso difícilmente tendremos oportundidad de hacer tra-
bajos de investigación, dada la poca disponibilidad de tiempo. Si
bien nos serviremos de la Historia para aplicarla reflexivamen-
te en favor de nuestros conocimientos profesionales, es necesario
que los alumnos, al consultar las diversas fuentes sobre un de-
terminado tema, sepan diferenciar entre aquellas que sólo cons-
tituyen un aporte testimonial, de las que significan en sí una
obra historiográfica. En éstas corresponde también determinar
cuál es la hermenéutica empleada por el autor, ya que en varias
oportunidades puede suceder que se trate de explicar el acaecer
histórico, esencialmente complejo, por el cumplimiento de una
determinada idea o proceder, sin tener en cuenta los aspectos
vinculados al azar y al libre albedrío a que hemos hecho refe-
rencia al hablar del problema de la causalidad histórica.
En el 'transcurso de esta tarea de investigación científica el
historiador recurrirá normalmente a otras ciencias, llamadas "Au-
xiliares, tales como la Geografía, la Economía Política, Antro-
pología, Paleografía, Diplomática, Epigrafía, Cronología, Heráldica.
Filología, Arqueología, Somatología y varias otras, según las ne-
cesidades del hecho a investigar" (28).
(28) La Paleografía es la ciencia de la Escritura; la Diplomática de los do-
cumentos y la Epigrafía de las inscripciones. La Cronología trata de la medida
y computación del tiempo y la Heráldica de los escudos y blasones. Pueden citar-
se otras ciencias, auxiliares, tales como la Lingüística, el Derecho, las Ciencias
Militares, la Religión, la Numismática y en algunos casos la Geneología, aunque
Bauer la considera formando parte de la ciencia histórica misma.

48
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

1. Fuentes inéditas.
COMINI David Ubaldo, ANDUJAR Alfredo, GOMEZ Guillermo José, SOSA
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—VOLPI Alberto Exequiel. Radiografía del Comunismo. Ed. Poblet. Bs. As.
1964.

49
INTRODUCCION A LA HISTORIA DE LA EVOLUCION
DEL ARTE DE' LA GUERRA.

1. La naturaleza de la guerra.
La primera idea que aparece ante el significado de la pala-
bra Guerra es, según el tratadista Antokoletz, la de "defensa",
traducción del alemán antiguo (1).
Vinculado muy estrechamente se encuentra la idea tradicio-
nal de un choque cruento entre fuerzas militares que tratan de
dirimir supremacía por medio de la violencia física. Clausewitz,
en su recordado libro alertó sobre la verdadera naturaleza de la
guerra al decir que "la política penetra todo acto guerrero y
ejerce en él una constante influencia. . . ; la guerra es la simple
continuación de la política por otros medios, una continuación
de las relaciones políticas, una gestión de las mismas, pero con
otros medios . . ." (2).
En consecuencia, el sentido clausewitziano da la idea de
choque violento íntimamente vinculado con la acción política, lo
cual significa también que no puede ser exclusivamente un ac-
to militar. "A lo largo de la Historia —dice el Mariscal Montgo-
mery— siempre la guerra ha afectado a la vida civil y en los
tiempos modernos la suprema dirección de la guerra ha venido
a ser incumbencia de los políticos, que son civiles y no soldados
profesionales. A medida que el hombre ha ido civilizándose, las
guerras se han hecho cada vez más frecuentes y han surgido
con mayor claridad las cuestiones fundamentales" (3).
¿ Cuáles son esas cuestiones fundamentales ? Como veremos
luego al analizar las causas de la guerra, podrán ser objetivos
o aspiraciones de hegemonía política entre Estados o dentro de
ellos, problemas económicos, sociales o ideológicos : en otras
situaciones el conflicto surgirá por motivos religiosos o de ex-
pansión territorial, la búsqueda de ventajas comerciales o el do-
minio mundial de un determinado país. Pero de todas maneras,

(1) MARINI Alberto. Coronel. La Guerra, la Política y la Estrategia. Círcu-


lo Militar. Biblioteca del Oficial. Vol. 525. Tomo 1. Bs. As. 1962. Pág. 30.
(2) CLAUSEWITZ Carlos von. General. De la guerra. Tomo 1. Círculo Mili-
tar. Biblioteca del Oficial. Vol. 594. Bs. As. 1968. Pág. 50 y 51.
'(3) MONTGOMERY del Alamein. Mariscal de Campo. Historia del Arte de
la Guerra. Ed. Aguilar. Madrid. 1969. Pág. 13.

50
aparece en estas motivaciones un denominador común : la gue-
rra está originada por acciones de los hombres dentro de la So-
ciedad, restringida a una Nación o al conjunto de éstas dentro
del Mundo. Hay pues una "primera naturaleza" de la guerra
formada por la lucha permanente del hombre, que al no poder
satisfacer ciertas aspiraciones o necesidades recurre a su espí-
ritu bélico para solucionarlas.

2. Concepto, finalidad y objetivo de la guerra.


Doctrinariamente, el RC-2-1 define la guerra como "un con-
flicto de violencia variable entre bloques de naciones, naciones
o grupos sociales organizados políticamente, respaldados por la
fuerza, que buscan imponer la supremacía o salvaguardar sus
objetivos o intereses materiales, ideológicos y espirituales".
Se puede observar que esta definición implica una evolución
del concepto de guerra vigente hasta el primer tercio del siglo
XX. Se debe remarcar esta diferencia, porque aún en nuestro
lenguaje común empleamos a este vocablo en su antigua acepción.
La idea de guerra, contenía el concepto de un conflicto que
era solucionado a través de la participación activa del poder mi-
litar. Normalmente este poder militar era el factor preponde-
rante o, al menos, tenía un papel significativo.
Recordando la explicación de Clausewitz hicimos referencia
a que dicho autor puso énfasis en hacer aparecer la guerra co-
mo "un acto de fuerza" y que era la simple continuación de la
política pero por "otros medios".
Ese "acto de fuerza" y esos "otros medios", indican la pre-
sencia activa y prioritaria, en la mayoría de los casos. del po-
der militar del Estado o el grupo social involucrado.
Si analizamos atentamente nuestra definición podemos ob-
servar:
—que la guerra presupone la existencia de violencia, pero
esta "violencia" no es necesariamente física.
—que la "fuerza", interprétese poder militar, respalda al
Estado o grupo social. Este respaldo no es necesaria-
mente activo, pues la fuerza nuclear estratégica de un
país le proporciona a éste un respaldo de sus acciones
sin ser empleado, obrando en consecuencia como perma-
nente disuasivo.

51
La violencia puede ser ejercida por medio de diversos con-
ductos : el diplomático, el ideológico, el psicológico, el económico,
etc. La violencia no es necesariamente física y, podemos admi-
tir, que ésta no siempre es la más grave.
Por diversos motivos, pero particularmente por el hecho nu-
clear, el poder militar ejerce una tremenda influencia sin ser em-
pleado. El poder de persuasión o de disuasión que emana de él
es tan formidable que no es necesario su empleo activo. Es por
ello que el respaldo proporcionado por el poder militar adquiere
hoy una gama variadísima de actitudes.
El nuevo concepto de guerra, de la guerra que por otra parte
se viene desarrollando desde hace tiempo, incorpora la idea de
que la solución del conflicto puede alcanzarse ejerciendo la violen-
cia a través de distintos medios, medios de naturaleza muy va-
riada, entre los cuales se encuentra el militar como uno más.
Hitler expresó esto en forma muy clara : "La paz será firma-
da antes que las hostilidades hayan comenzado", ello quiere decir
que para alcanzar su objetivo empleará otras armas, que no son
militares. Hitler mismo señaló las armas empleadas para ejer-
cer la violencia y someter la voluntad del adversario: "La con-
fusión de sentimientos, los conflictos morales, la indecisión, el pá-
nico, he aquí cuáles serán nuestras armas". Y agrega, "Nuestra
estrategia consistirá en destruir al enemigo en su interior, al
vencerse él mismo" (4).
Pero cabe advertir aquí que la herramienta bélica alemana
"respaldaba" la acción política a desarrollar.
El límite entre la guerra y la paz, es difícil de determinar:
dice el General Beaufre que la gran guerra y la paz han muerto
juntas. Esto es cierto en el presente y, por lo menos, para el fu-
turo inmediato.
Por ello podemos considerar que el fenómeno guerra está pre-
sente cuando:
—se está en presencia de un conflicto de cierta intensidad,
es decir la solución del conflicto es importante para el
Estado o el grupo social involucrado ;

(4) EARLE Edward Mead. Creadores de la Estrategia Moderna. Tomo III.


Pág. 422. "La estrategia nazi no estableció en realidad línea alguna bien definida
entre la guerra y la paz y consideró a la guerra y no a la paz como el estado
normal de la sociedad." Así, la política del Estado en tiempos llamados de paz
representaba tan sólo una estrategia ampliada que abarcaba lo económico, lo
psicológico y otras armas de carácter no militar.

52
—existe una voluntad manifiesta por ambas partes de ob-
tener lo que se disputa;
—está latente la posibilidad de participación activa del
poder militar.
El estudio de la finalidad y objetivo de la guerra ayudan a
conocer la naturaleza de ésta.
El RC-2-1 expresa : "La guerra tiene por finalidad obtener
aquellos objetivos políticos de una nación o aspiraciones de un
grupo social, que éstos no pueden alcanzar por medios pacífi-
cos"
Los Estados o grupos sociales importantes políticamente or-
ganizados en ciertos casos, se fijan objetivos a los cuales están
dispuestos a acceder a cualquier costo. Si no los pueden alcanzar
por medio de negociaciones normales apelan a la violencia. La
violencia a aplicar estará, normalmente, en relación directa con
la importancia del objetivo.
Cuando un Estado aplica la violencia, por cualquier medio,
porque está decidido a alcanzar sus objetivos políticos, es decir
tiene la firme voluntad de llegar a obtenerlos, ha recurrido a la
guerra y a través de ella piensa conquistar aquello que consi-
dera vital. Esta decisión siempre implica la presencia de un
poder militar, de cualquier naturaleza, capaz de sostener la apli-
cación de la violencia, sea ésta física o de otro tipo.
Sin la presencia de un poder militar suficiente, es muy di-
fícil poder alcanzar la finalidad de la guerra, aunque se empleen
los medios indirectos, es decir no militares.
El objetivo de la guerra y esto también lo expresa nuestro
reglamento de conducción para la FF TT, "consiste en imponer
la voluntad al enemigo".
Al imponer la voluntad al enemigo se puede lograr el ob-
jetivo político deseado, es decir, se alcanza la finalidad por la
cual se ha recurrido a la guerra.
Es conveniente señalar que por definición, este objetivo es
psicológico. Todo consiste en mentalizar al enemigo, en especial
a sus dirigentes, que están vencidos y que toda resistencia a la
propia acción es inútil. Las propias acciones deben convencerlo
que lo más conveniente para él, es ceder el objeto en disputa.
Es muy importante retener esto porque indica la dirección
en la cual deben orientarse todas las acciones propias, cualquiera
sea el medio empleado.

53
Este es el objeto principal y fundamental. Pero también
se debe tener en cuenta que existen otros muy importantes y
que a manera de objetivos intermedios, permiten y ayudan a
alcanzar aquél.
Estos serán los objetivos particulares para los distintos me-
dios que se empleen en la guerra. En el caso, por ejemplo, de
emplearse el poder militar será la destrucción de sus fuerzas
militares o, por lo menos, colocarlas en una situación del que no
Puedan servir de apoyo a la voluntad de resistir.
Tal es el caso de un determinado país que, sin llegar a la
destrucción material del adversario, logre por diversos medios
impedir el adecuado y oportuno apoyo logístico de efectos críti-
cos, como pueden ser los combustibles e insumos importantes
para la industria de guerra.

3. Las causas de la guerra.


Es muy difícil precisar con exactitud las causas de la gue-
rra ; requerirá buscar muy profundamente en el alma de los pue-
blos y de sus grupos dirigentes para encontrar los verdaderos
hilos que nos conduzcan a dichas causas.
Evidentemente la guerra se produce por el choque de los
objetivos políticos. La fijación de estos objetivos políticos o as-
piraciones de grupos sociales encontrados por parte de cada ad-
versario, lleva necesariamente al conflicto.
Pero es imprescindible ir más allá, atravesar dichos objeti-
vos para individualizar las ideas-fuerza que lo provocaron. Es-
tas ideas-fuerza son los motores que hacen accionar a un pue-
blo y a sus representantes en determinadas direcciones. Ellas
nacen, se desarrollan y se encarnan en el pensamiento de la Na-
ción a través de muchas conductas por las masas y pueden ser
absorbidos en forma irracional e intuitivas.
Keisako Murakami, ex profesor de la ESG del Ejército Ja-
ponés, considera que las contiendas obedecen a causas biológi-
cas, afectivas, místicas y sociales en distintas combinaciones.
Gastón Bouthol afirma que no es posible conocer las verda-
deras causas de una guerra, aunque sí las causas justificativas
de la misma.
Cualquier sean las causas de una guerra que podamos des-
cubrir en una investigación, la principal estaría siempre radi-

54
cada en la libertad y voluntad del hombre imperfecto, el cual
por falsa posición filosófica, por mala interpretación de su deber,
por debilidad, por razones de poder, por vanidad, por envidia y,
aún por irracionalidad, desencadenará ese "drama espantoso y
apasionado", tal cual definió Jomini a la guerra.
Desde la antigüedad, los filósofos han tratado de descubrir
el origen del fenómeno de las guerras. Esto ha dado lugar a va-
rias tendencias que, en general, pueden ser agrupadas en las
siguientes ideas:
Ellas son:
—Considerar a la guerra como el resultado de los hechos
sociales.
—Determinar que la guerra es uno de los elementos cons-
titutivos de la naturaleza.
—Considerar a la guerra como el resultado de un determi-
nismo histórico.
—Incorporar el concepto guerra dentro de la ley divina, co-
mo un elemento más del plan trazado por Dios (cualquie-
ra sea éste) para la humanidad.
De acuerdo a lo visto precedentemente, podemos concluir
que la guerra es producto de una pluricausalidad, totalmente
vinculada y de muy difícil bisección. La determinación de los
orígenes pluricausales también resulta sumamente difícil, espe-
cialmente encausarlos en los parámetros de tiempo y espacio.
Muchas veces por exigencias didácticas y metodológicas, el
historiador se ve en la necesidad (en cierta forma arbitraria)
de determinarlos espacial y temporalmente.
4. Bases filosóficas del enfoque de la guerra.
De acuerdo a nuestra doctrina la guerra se origina en im-
pulsos generales EN y POR la vida de relación.
La naturaleza del hombre, ser racional, inteligente, libre,
poseedor de una voluntad, hace que las relaciones entre ellos sean
muy variadas y complejas.
Apoyado en sus cualidades esenciales el hombre lucha para
alcanzar sus objetivos en la vida; él lucha por objetivos que le
son impuestos (imprescindibles para vivir), por objetivos que
él mismo se fija para perfeccionarse, por objetivos de su vida
trascendente. Se puede afirmar que vivir es luchar.

55
La lucha está también en la naturaleza del hombre, el cual
siente esta necesidad para lograr algo o mantener lo que ya ha
obtenido.
Su adecuada formación y su racionalidad dominada, deben
impulsarlo a una lucha lícita con el objeto de salvaguardar su
patrimonio moral y dignidad humana.
La guerra se origina, de acuerdo a lo visto, en y por la vida
de relación. Dicho de otra manera, se origina por los conflictos
que surgen de las acciones de los hombres en sociedad.
Dos elementos podemos hallar aquí que definen la naturale-
za de la guerra. Ellos son el concepto de "conflicto" y la circuns-
tancia de ser la guerra un hecho que se desarrolla en el seno
de la sociedad, es decir un fenómeno social.
Un conflicto representa básicamente un enfrentamiento de
intereses que responde a causas muy diversas.
Solucionar este conflicto nacido por acciones opuestas de
los hombres requiere una mecánica que permita arribar a deter-
minado acuerdo. Si hay consenso, el conflicto tendrá una salida
sin problemas. Si éste no existe, la mecánica se complica. Si lo
que está en juego es vital, o al menos así es considerado por los
adversarios, la mecánica de solución apela a recursos variados
para obligar al oponente al acuerdo.
Comprender el conflicto y la mecánica de solución es im-
prescindible para entrar en la naturaleza de la guerra, porque
ésta no es otra cosa que un conflicto grave cuya solución se
busca a través de una mecánica que emplea los medios a dispo-
sición con violencia para doblegar la voluntad del adversario y
obligarlo al acuerdo.
Dicho de otra forma : resulta imprescindible comprender que
este fenómeno siempre tiene una finalidad política. Esta fina-
lidad política domina la mecánica de la solución y como con-
secuencia el empleo de los medios. Es por ello que la conducción
militar tiene, como primera obligación, conocer y comprender
este contexto político que rodea el empleo del poder militar y,
por supuesto, su finalidad.
Esto es así porque la finalidad en juego puede tener una
importancia relativa para cada adversario y esto definirá en
gran medida la actitud de cada uno.

56
Conociendo la finalidad de la guerra se tendrá un elemento
de juicio básico para determinar su carácter y, también, para
analizar qué tipo y qué grado de violencia será necesario aplicar
para doblegar al adversario.
El otro elemento: la guerra es un fenómeno social. Al tener
esta característica incorpora todas las complejidades de este ti-
po de fenómeno. Un fenómeno social abarca todos los aspectos
que hacen a la vida de una determinada sociedad. Todos esos
factores deben ser jugados y juzgados al estudiarse la guerra.
Los actores de la guerra son el hombre y la masa. A am-
bos hay que comprenderlos para poder advertir la conducta que
luego tendrá durante el desarrollo del conflicto. La justa valo-
ración de dicha conducta es esencial porque ella marcará, sobre
otros aspectos del potencial, la decisión y la voluntad de ven-
cer y no dejarse doblegar. De ella surgirá qué magnitud real
tiene el espíritu de defensa de la sociedad involucrada.
Los valores humanos adquieren aquí particular importan-
cia porque de su síntesis, surgirá el poder de resistencia del
pueblo para soportar este espantoso drama sin claudicar.
No olvidar que hemos señalado que el objetivo de la gue-
rra es psicológico. Un pueblo no está vencido hasta que él mis-
mo se considere vencido.
De aquí la importancia de los valores humanos que, dados
en toda sociedad o en algunos dirigentes que mantienen la fe
en la victoria y la contagian a sus gobernados, permite sobre-
ponerse a todos los esfuerzos, contratiempos e inconvenientes.
Churchill fue un gran ejemplo, su fe en Gran Bretaña y su te-
naz negativa a reconocer la derrota, colaboraron en gran me-
dida a alcanzar la victoria.
Además, es interesante reflexionar sobre otros aspectos :
a . La violencia: de la definición de guerra estudiada sur-
ge que la violencia puede ser ejercida por los más va-
riados medios. No se debe restringir el concepto de
violencia al aspecto físico; ésta puede ser moral, ideo-
lógica, psicológica, económica, etcétera.
El acertado manejo de la violencia para el logro de
una finalidad es muy difícil. Determinar qué grado de
violencia debe ser aplicada, es decir, cuál es la medida
óptima, presenta serias dificultades.

57
Estando la violencia en el núcleo de la guerra es
evidente que comprenderla y saber manejarla es bási-
co para el resultado de ésta ; la violencia es aquí el al-
ma de la mecánica que se empleará para solucionar el
conflicto.
No se puede olvidar que por medio de ella, en de-
finitiva, se debe doblegar la voluntad del enemigo, es
decir alcanzar el objetivo de la guerra. De aquí la im-
portancia de su administración y dosificación.
b. La oposición de voluntades. Hemos dicho que el obje-
tivo de la guerra era imponer la voluntad al enemigo ;
pero el enemigo pretende lo mismo. Se produce aquí al
decir del General Beaufre: una dialéctica de las volunta-
des cuya síntesis es alcanzar el objetivo de la guerra
saltando sobre la negación que es el enemigo. Esta opo-
sición de voluntades es esencia de la guerra, ella la mue-
ve y desarrolla. Cuando una falte, la guerra finalizará.
La oposición de voluntades es el motor de la guerra.
Esto hace que el fenómeno guerra sea muy parti-
cular.
En la guerra, el enemigo no expresa su verdad ; por
el contrario trabaja para disimularla y sorprender. Es
hostil, oscuro, camuflado y en permanente estado de
cambio.
Es una negación real pero libre de hacer lo que
quiera.
Por ello la guerra no es realmente lo que se pre-
tende, es siempre otra cosa y su racionalidad no es la
que se espera.
Por lo mismo está plagada de imponderables, erro-
res, incertidumbres, indecisiones. Este es su ambiente.
En este ambiente se produce la más pesada de las
cargas para el alma de quien es responsable de otros y
ante otros, el no saber lo que es necesario hacer o la in-
certidumbre del resultado.
c. Participación activa de todos los factores del potencial
nacional. Siendo la guerra un fenómeno social, unifor-
ma todas las complejidades y aspectos que hacen a la
vida de la sociedad. Es por ello que esta sociedad em-

58
plea, en la guerra, todos los medios que tiene a su dis-
posición.
Este empleo de medios, provenientes de los distin-
tos factores que forman el potencial nacional, se hace
en dos sentidos:
—algunos apuntan directamente al objetivo de la gue-
rra, es decir sojuzgar la voluntad del adversario.
—otros sirven de apoyo a la acción con otros medios ;
éstos juegan indirectamente en la consecusión del ob-
jetivo.
—ciertos medios pueden operar cumpliendo además am-
bas funciones.
d. La fuerza. La violencia, núcleo de la guerra necesita
ser aplicada a través de medios. Ella es sólo una no-
ción abstracta que nace de la forma en que se emplean
los medios, ya que éstos son los que producen la fuerza
generadora de la violencia.
De acuerdo a la finalidad de la guerra surge la vio-
lencia que se debe aplicar, y esta calificación de la vio-
lencia, determina cuál será la fuerza necesaria a em-
plear. Es por esto que la fuerza debe ser empleada en
forma controlada, progresiva, sostenida y limitada para el
desmoronamiento de la voluntad del enemigo.
e. La relación objetivo-finalidad de la guerra. Es necesa-
rio recordar que la guerra tiene su propio objetivo "im-
poner la voluntad al adversario". También una finalidad
"obtener determinado objetivo político". Esta es exter-
na al fenómeno guerra, pero la condiciona totalmente. En
consecuencia hay una relación directa entre el objetivo y
la finalidad. Esta relación consiste en que el objetivo debe
siempre permitir alcanzar la finalidad deseada. Si ello
no ocurriese el éxito obtenido ha sido inútil y el grave
esfuerzo realizado insensato.
f. La relación finalidad-costo. La guerra impone un tre-
mendo esfuerzo de todo orden a una sociedad. Normal-
mente, ésta se verá muy afectada por ella. Es un me-
dio para obtener un fin que implica serios riesgos.

59
Por esto, el precio que se está dispuesto a pagar
tiene que estar justificado por la finalidad que se espe-
ra alcanzar. La importancia de la ganancia debe supe-
rar al costo.

5. La Iglesia Católica y el Marxismo frente al problema de la


guerra.
En recientes documentos de gravitación universal, la Iglesia
Católica ha opinado sobre el candente problema de la guerra, pues
aunque la Iglesia tenga un fin escatológico, debe vivir también
la vida del tiempo experimentando permanentemente las vicisitu-
des terrenas.
En la Encíclica "Pacem in terris", Juan XXIII preconiza que
las diferencias que surjan entre las naciones se han de resolver,
no con las armas sino mediante conveníos. Además añade que
"resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto pa-
ra resarcir el derecho violado", condenando explícitamente el em-
pleo del armamento nuclear y la gravedad de la carrera arma-
mentista que posterga la ayuda necesaria para el progreso eco-
nómico y social (5).
Más recientemente, algunos documentos del Concilio Vati-
cano II se refieren explícitamente al problema que nos ocupa.
La Constitución Pastoral "Gaudium et Spes" nos dice que
la humanidad no podrá llevar a cabo la construcción de un mun-
do más humano si no se orienta de una vez para siempre en la
verdadera paz, que debe ser fundada sobre la justicia y el amor.
Admite sin embargo que "los hombres, en cuanto pecadores
quedan siempre bajo la amenaza de la guerra, aunque en cuanto
vencedores del pecado, vencen también la violencia" (6).
Sin embargo, admite el derecho de legítima defensa "mien-
tras exista la guerra y no haya autoridad internacional compe-
tente". Pero si la guerra se desencadenase no resultaría lícito en-
tre las partes recurrir a cualquier medio, pues el empleo de armas
de destrucción masiva puede acarrear daños de consecuencias
imprevisibles. "Este Concilio, reiterando las condenaciones ya

(5) JUAN XXIII SS. Encíclica Pacem in Tenis. Prólogo y comentarios del
Centro de Investigación y Acción Social. Ed. Cías. Bs. As. 1962. Pág. 95 y 96.
(6) Documentos del Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Sép-
tima Edición. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 1969. Pá.g. 192 y si-
guientes.

60
pronunciadas contra la guerra total, declara que todo acto de
guerra que tiene como objeto la destrucción de ciudades o re-
giones enteras es un delito contra Dios y contra la Humani-
dad" (7).
En resumen, se admite la guerra como insertada dentro de
la naturaleza imperfecta del hombre, condenando muy especial..
mente el empleo nuclear y admitiendo la guerra justa, acompa-
ñada de la aspiración de conseguir en una futura etapa Univer-
salista de la Humanidad, su entera proscripción, edificando una
Comunidad Internacional que establezca una paz fundada sobre
la justicia y el amor.
En cuanto al Marxismo y su vinculación con la idea de la
guerra, debemos recordar que al referirnos a las corrientes his-
tóricas y la concepción materialista de la historia, exponía Marx
que la lucha de clases había caracterizado al suceder del hom-
bre durante toda su vida en la tierra. En consecuencia y en for-
mo simplista, expresó que las clases sociales pueden dividirse
en dos : una de ellas detenta y es dueña del poder y de la rique-
za, mientras la otra le depende y está sujeta a la miseria. Los
proletariados unidos deberán destruir ese sistema injusto, pues
entre éstos y sus patrones existe inevitablemente una oposición
profunda que hace mover el proceso dialéctico de tesis y antíte-
sis, que producirá la síntesis anhelada: el triunfo final, la dicta-
dura del proletariado y el paraíso comunista. De allí surge que
la fuerza que descansa detrás de la dialéctica histórica y mueve
el mundo no serían los conflictos entre diversos Estados Capi-
talistas sino la violencia dentro de cada uno de ellos entre pro-
letarios y sus oponentes. El objetivo será entonces la "lucha de
clases" para conseguir la destrucción de las mismas y la cons-
trucción de un tipo de Sociedad sin clases, que transforme esa
situación en una colectivización general en que a cada uno se le
asignarán los bienes según sus necesidades, lo que determina-
rá el Estado (élite dirigente). Lenin sostuvo que el Capitalismo
de los tiempos de Marx había evolucionado hacia un peligroso
Imperialismo sobre todo el Mundo, en el cual un pequeño núme-
ro de países explotaba injustamente a todos los demás.
Las apetencias de esos Imperios habrían provocado la gue-
rra de 1914-1918. La revolución no sería espontánea, sino debía
prepararse detalladamente para hacerla triunfar en Rusia y des-

(7) Idem (6) pág. 193.

61
de allí, una vez afianzada, apoyar su divulgación en todo el mun-
do. El. Partido Comunista sería la Vanguardia del Proletariado,
constituido por una selecta minoría capaz de despertar a la ma-
sa adormecida para sacarla de su postración, producir un movi-
miento internacional expansionista y alcanzar gradualmente la Re-
volución Mundial.
Lenín estudió a Clausewitz y dejó escritos varios comenta-
rios muy interesantes sobre dicho autor; así sostuvo que . "la
guerra es en el fondo política" y que ... "la guerra parece más
militar cuanto más profundamente política es .. .".
Además agregaba : . "las guerras son inevitables en tanto
que la sociedad esté dividida en clases, mientras exista la explo-
tación del hombre por el hombre" . (8).
Los doctrinarios comunistas sostienen que esta situación su-
pone un conflicto permanente donde la paz y la guerra no tienen
diferencias, pues "si la guerra es una continuación de la políti-
ca, solamente por otros medios, del mismo modo también la paz
es una continuación de la lucha, sólo que por otros medios" (9).
A esta situación tan especial se agregó, después de la IIda
Guerra Mundial, la circunstancia de que el perfeccionamiento de
las armas nucleares, los cohetes intercontinentales y satélites
artificiales hicieron imposible el enfrentamiento de las dos su-
perpotencias mundiales, siendo impensable para Rusia y EE. UU.
la guerra de concepto clausewitziano. Luego es posible despla-
zar los objetivos políticos hacia los campos económico sociales,
culturales, psicológicos o simplemente políticos, los que podrán
o no derivar en conflictos locales tipo Vietnam, pero sin llegar
a una IIIra. Guerra Mundial. Evitando el enfrentamiento nu-
clear, Rusia y China aspiran a mantener sus objetivos políticos
expandiendo ideología y enarbolando la bandera de la liberación
y el antiimperialismo, alentando los movimientos internos den-
tro de cada país, particularmente en aquellos menos desarrolla-
dos, que es donde se dan con mayor virulencia los conflictos so-
ciales.

6. La guerra y la evolución cultural de la humanidad.


La guerra tiene considerable influencia en el desarrollo de

(S) MARINI Alberto. Obra citada. Tomo T. Pág. 34 a 37.


(9) Idem.

62
las civilizaciones, y de las culturas, frutos laboriosos del progre-
so humano.
El hombre, bélico por naturaleza, ha tendido desde su apa-
rición sobre la tierra a dirimir por la violencia sus diferencias, a
imponer su libertad, a apropiarse de aquello que le agrada, que
puede ser útil o satisface sus pasiones.
Anota el 1VIariscal Montgomery, en su "Historia del Arte
de la Guerra", que ésta constituye parte básica de la Historia,
porque está relacionada con los factores esenciales de la existen-
cia. "El alimento y un lugar seguro donde vivir fueron las dos
necesidades absolutas y perentorias para el hombre primitivo,
justamente como lo son para nosotros". "Pero estas cosas que
el hombre necesita, así como otras muchas que desea, tales co-
rno su pareja, riqueza, poder y prestigio, sólo están disponibles
con frecuencia en pequeña cantidad" (10).
Es indudable que el hombre primitivo debió luchar por las
condiciones mínimas de existencia. La lucha puede haber sido
individual e intertribal, tal como sucede con ciertas cul-
turas similares que todavía existen en América y en Africa. Al
final del Paleolítico se libran ya combates colectivos de magni-
tud, aunque esto no signifique en sí la "Guerra" propiamente
dicha. Esta exige, por lo menos, una sistematización en el em-
pleo de los hombres, de las armas y del terreno. Además deben
existir también ciertos movimientos lógicos y reflexivos que se
llaman maniobras y que son actividades esenciales de la guerra.
El descubrimiento de los metales ayudó al hombre a produ-
cir nuevas y más terribles armas ofensivas y defensivas; el es-
cudo, el casco, yelmo, espada, la pica. El progreso cultural tam-
bién se manifestó en el arte, en la construcción de toda clase de
utensilios y objetos de adorno. La Guerra y la Cultura fueron
progresando juntas, apoyándose mutuamente. La Humanidad de-
be a la guerra inventos y descubrimientos trascendentales : la pól-
vora, la aeronavegación, la energía nuclear e incluso las maravi-
llas de la actual y trascendente aventura en el espacio.
Algunos milenios antes de Jesucristo, en el Mediterráneo
Oriental aparecieron varias culturas : la griega, la egipcia, la asi-
ria, la babilónica, la judía y la persa. Incomunicadas por la distan-
cia y el desconocimiento, otras culturas florecieron, tales las Pre-

(10) MONTGOMERY del Alamein. Mariscal. Obra citada. Pág. 29.

63
colombinas, brillantes civilizaciones indígenas que la conquista
europea destruyó. Estas diversas agrupaciones humanas lucha-
ron entre sí y las guerras continuas que se fueron desencadenando,
sus conquistas, alianzas y la interacción resultante generó tam-
bién fuentes de progreso, concretándose inmensos imperios hege-
mónicos. Así, Persia dominó 500 AC toda el Asia Menor, Egipto
y aún ,parte de Grecia, pero la civilización griega, más elevada,
logró emplear adecuadamente un instrumento de Guerra eficiente,
la Falange, salvando al mundo Occidental del entonces dominio
Oriental.
Aquí surgieron guerras cuya finalidad era el dominio del
mundo, porque las luchas anteriores persiguieron otras más limi-
tadas. Después de Grecia, Roma formó un Imperio poderoso,
realizando la unión de pueblos tan dispares. Sus herederos re-
cogieron la vertiente bárbara, que unida al cristianismo generó
la cultura Occidental, creadora de tantos pueblos y naciones, mu-
chos de los cuales trasplantaron su cultura a América.
A. la Falange, Roma opuso la Legión que representa un nue-
vo escalón dentro de la táctica lineal de aquella época. Y no sólo
hubo superioridad en la táctica sino un mayor perfeccionamien-
to en el empleo del armamento. La historia pareciera indicar que
a una cultura superior generalmente corresponde una superiori-
dad militar.

7. El conductor en la Historia Militar.


a. La autoridad en el Ejército.
El mando de una Institución armada presenta serias dificul-
tades por la naturaleza intrínseca de la misma.
La aplicación de la Autoridad en una organización que en su
conjunto es parte de un grupo mayor de la sociedad, cuyas nor-
mas estructuradas, uniformes y estables, le dan categoría de Ins-
titución particular y formada por grupos primarios, secundarios
y de categorías sociales bastantes diferenciadas, presenta serias
complejidades.
La complejidad se ve agravada, cuando la institución arma-
da es empleada por la sociedad para cumplir con la función ob-
jeto de su creación, es decir, asegurar su defensa.
Es por ello que el conductor militar no sólo debe tener la
autoridad del Jefe, es decir, la autoridad legal, también debe te-

64
ner la autoridad de Líder, o sea la que le confiere la organiza-
ción que reconoce en él a su conductor.
b. El conductor militar en la Guerra — Sus características
ideales.
El mando en la guerra es de suprema importancia. De las
numerosas cualidades que se requieren de un Jefe, dos son vi-
tales :
—la capacidad de adoptar decisiones correctas
—el valor para obrar y mantener dichas decisiones.
Observar que apelamos aquí a dos elementos diferenciados :
a la capacidad intelectual y moral del Jefe.
Sobre todo debe poseer valor moral, resolución y determi-
nación, esto le permitirá mantenerse firme cuando el resultado
de la batalla esté aún inseguro.
Una de las primeras responsabilidades del Jefe es crear una
atmósfera, es decir un estado mental en el cual vivirán, trabaja-
rán y combatirán sus subordinados.
Estos sus subordinados deben saber qué es lo que él quiere,
las líneas generales de su conducta y recibir una dirección clara
y firme. Inspiración y dirección deben venir desde arriba y pe-
netrar en toda la fuerza.
El comandante debe pknsar con claridad, ser capaz de dis-
tinguir lo esencial del cúmulo de factores menores que influyen
en cada problema.
Su mando debe ser activo. En la guerra todo es actividad.
Siempre debe buscar desequilibrar a su adversario y nunca
cederle la iniciativa.
Su previsión debe llevarlo a pensar siempre dos batallas de
antemano: la que está proyectando llevar y la siguiente.
No debe olvidar que la materia prima de su oficio es el
hombre y que el mando es, básicamente, un problema humano.
El comandante que vele por sus hombres, cuide sus vidas y ga-
ne batallas con el menor costo de vidas humanas ganará la con-
fianza de sus fuerzas. Nunca debe ser parco en la alabanza cuan-
do es merecida.
Es muy importante su actitud cuando las cosas no marchan
bien; es entonces cuando todos los ojos se vuelven hacia él en

65
busca de confianza, fortaleza y dirección. Es aquí donde se ve-
rá su personalidad, donde él además de mandar a la fuerza debe
mandarse a sí mismo. Si él cede todos cederán.
c. La importancia del conductor militar.
El ejército es al General como la espada al soldado; ésta va-
le según el brazo que la maneja.
La historia nos señala la importancia del conductor del ej ér-
cito en el resultado de la campaña; sin Alejandro es muy poco
probable que los macedonios vencieran a enemigos tan superio-
res. Sin Aníbal los cartagineses no hubieran podido vencer por
algún tiempo, a los romanos ; Federico, Napoleón, San Martín
y tantos otros son elocuentes ejemplos.
Grandes capitanes fueron capaces de dar brillo a las armas
de naciones deprimidas o decadentes y, por lo contrario, la desa-
I parición de un gran conductor acarrea frecuentemente el ocaso
de la gloria guerrera de una nación.
Resulta indudable que el resultado de una guerra, sin ne-
gar otros factores, depende en gran medida de las calidades y
cualidades del conductor militar.

8. Las situaciones y los cambios políticos, económicos y socio-


culturales.
La guerra es uno de los agentes de cambio en el proceso
histórico de la Humanidad. Raúl Puigbó conceptúa que dichos
cambios son los siguientes (11) :
a . Efectos demográficos.
—aumento de la mortalidad y disminución de la natalidad ;
—modificación de la relación de sexos (Alemania en 1946
tenía 36 millones de mujeres y 29 millones de hombres)
—modificación de la pirámide de edades (Alemania en 1937
disponía del 33 % del total de hombres entre 20 y 40 años ;
en 1946 ese porciento había bajado al 25) ;
—variación de los coeficientes de nupciabilidad y divorcios;
—disminución de los suicidios ;
—aumento de migraciones internas y externas ;
—incremento de la desnutrición y del hambre.

(11) PUIGBO Raúl. Cambio y Desorganización Sociales. Ed. Pleamar. Bs. As.
1966. Pág. 401 y siguientes.

66
Erectos en la estructura social:
Se producen durante y después de los conflictos bélicos.
Los principales son:
—cambios en la estratificación social (ejemplos: acorta-
mientos en las distancias sociales, ascenso y descenso de
élites, cambios en las pautas valorativas, etc.) ;
—aumento de la gravitación y prestigio de los militares y
de los símbolos que los representan;
—cambios en la estructura familiar.
c. Efectos en la conducta personal y colectiva:
La guerra produce un cambio de mentalidad en la persona;
lo que en la paz se considera un crimen o un delito en la guerra
es lo normal y hasta virtuoso. La conducta personal es arrastra-
da por una corriente de psicosis colectiva belicosa. La enajena-
ción de la voluntad reflexiva individual prueba la naturaleza so-
cial de la guerra. Así, el coraje, la temeridad, la fidelidad, la
religiosidad, ante el peligro, reemplaza al confort, la seguridad,
el bienestar y la indiferencia o descreimiento como valores co-
rrientes de la Paz.
Durante la guerra existe un incremento de los desórdenes
mentales y las neurosis funcionales aumentan la emotividad. Des-
pués de la guerra es normal un aumento de la criminalidad y
de la rebeldía juvenil.
d . Efectos socio-culturales:
—se intensifican los contactos culturales (vencedores y ven-
cidos intercambian e interinfluencían sus respectivas cul-
turas) ;
—se incrementan los inventos técnicos y científicos ;
—las acciones bélicas sirven de inspiración a las diferentes
artes (Música, Literatura, Arquitectura, etcétera).
e . Efectos económico-financieros:
Son de gran trascendencia porque significan:
—destrucción de bienes y de capital ;
—cambio de estructura económica ;
—perturbaciones en la infraestructura del transporte;
—alteración de la oferta y la demanda de bienes, del co-
mercio interno y externo ;
—modificaciones en las políticas económicas y financieras.

67
9. La Guerra y los conocimientos científicos y los desarrollos
técnicos. La interacción y la interdependencia.
Al referirnos a la guerra y la evolución cultural de la Hu-
manidad, mencionamos la circunstancia permanente de ser la
Guerra provocadora de nuevos inventos y descubrimientos que
se aplican al combate. Pero ocurre que, pasado el momento crí-
tico del conflicto, es normal que esa tecnología sirva de aplica-
ción inmediata en otros campos que procuran al hombre un me-
joramiento en su bienestar y progreso. En los tiempos moder-
nos, particularmente en este siglo, se observa un notable incre-
mento de este fenómeno. Para no citar sino unos pocos ejem-
plos, mencionamos el caso del avión. Tenuemente ensayado co-
mo simple deporte tuvo su consagración en la Ira. Guerra Mun-
dial. De allí en más, pasó a ser un elemento de transporte que
fue acortando las distancias internacionales. La IIda. Guerra
Mundial mostró, en sus finales, la aparición del Jet que utiliza-
ba la turbina. Ello dio motivo a la gigantesca red de líneas
aéreas que conectan prácticamente todo el mundo y que sirven
no sólo al transporte de pasajeros sino, incluso, al de mercan-
cias de diferentes tipos, volúmenes y pesos. En forma similar
podíamos referirnos a la aplicación de la tecnología nuclear, a la
construcción de buques y usinas eléctricas, a la utilización de la
electrónica ensayada en el campo de batalla pero que nos per-
mite utilizarla a través de la radio y la televisión como un me-
dio de difusión masivo. La aparición de los cohetes alemanes,
hacia fines de la IIda. Guerra, permitió disponer de una inicial
infraestructura técnica para encarar la extraordinaria carrera
espacial que actualmente presenciamos.
En la Argentina, la circunstancia de que hace ya una cen-
turia que no se sufre la prueba de la guerra, no ha impedido que
las FFAA vuelquen su complejo conocimiento tecnológico en el
progreso nacional.
No está de más recordar que como centinelas avizores, las
FFAA siguen atentamente el desenvolvimiento nacional, colabo-
rando con sus medios, mano de obra y saber científico en la ob-
tención de aquellos bienes que si bien pueden ser de aplicación
bélica, también contribuyen al desarrollo.

68
BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL

Fuentes inéditas:
ESG. CBC. Apuntes de Historia Militar. Primera Parte. 1973.
ESG. CCEM. Apuntes de Historia Militar. 1973.
BRASA PEREZ, Mayor del Ejército del Paraguay, RUIZ PALACIOS David,
REUTHER Alfonso A., STRAZZA Lucio C., MONZON Oscar F. y MEDINA ABAR-
CA Rafael, Capitanes. Propuesta :obre la nueva redacción al Capítulo Introducción
a la Evolución del Arte de la Guerra. Apuntes de Historia Militar. CBC. 1973.

Fuentes Historiográficas:
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456. Círculo Militar. Bs. As. 1956.
CLAUSEWITZ Carlos Von. De la Guerra. 3 tomos. Círculo Militar. Biblioteca
del Oficial. Bs. As. 1968.
Documentos del Vaticano II. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1969.
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lo Militar. Biblioteca del Oficial. Vol. 600. Bs. As. 1968.
EJERCITO ARGENTINO. M. 150-1. Ejercicio del Mando. Bs. As. 1969.
EJERCITO ARGENTINO. RC-2-1. Conducción para las fuerzas terrestres. Ins-
tituto Geográfico Militar. 1968.
FOCH Fernando. Mariscal. Los Principios de la guerra. Circulo Militar. Bi-
blioteca del Oficial. Volumen 300. Bs. As. 1943.
GARTHOFF Raymond L. Doctrina Militar Soviética. Círculo Militar. Biblio-
teca del Oficial. Vol. 489. Bs. As. 1959.
GIOVANELLI Jorge A. General de División (RE) La teoría de Clausewitz so-
bre la guerra y la Doctrina de Guerra Soviética. Volumen 519. Bs. As. 1962.
JUAN XXIII SS. Encíclica Pacem in Terris. Ediciones Cias. Bs. As. 1963.
KINDENLAN Alfredo. General. Clima de Guerra. Aguilar. Madrid. 1952.
MARINI Alberto. Coronel. La Guerra, la Política y la Estrategia. 2 tomos.
Circulo Militar. Biblioteca del Oficial. Volumen 522. Bs. As. 1962.
MARINI Alberto. Coronel. Estrategia sin Tiempo. La Guerra subversiva y Re-
volucionaria. Circulo Militar. Biblioteca del Oficial. Volumen 628. Bs. As. 1971.
MONTGOMERY de Alamein. Mariscal. Historia del Arte de la Guerra. Edito-
rial Aguilar. Madrid. 1969.
PUIGBO Raúl. Cambio y Desorganización Sociales. Pleamar. Bs. As. 1966.
Ver REVISTA ESG N9 350.

--*

69
IV. LA EVOLUCION DEL ARTE DE LA GUERRA DESDE EL
SIGLO VI A.C. HASTA LA DISOLUCION DEL IMPERIO
ROMANO DE OCCIDENTE (476).

1 . El Mundo Griego.
Los griegos constituyeron, posiblemente, el primer pueblo
que se sintió poseedor de una cultura propia frente a la de los
restantes países. Ellos organizaron el pensamiento y el arte, or-
denándolos a la medida del hombre. La civilización helénica, com-
parada con otras anteriores en el tiempo, posee la característica
esencial de ser antropomórfica, en todo conforme a la naturaleza
humana ; por ello sus dioses tienen todos los vicios y virtudes del
hombre, viven siempre como tales. Aún cuando el espacio geográ-
fico fue pequeño y su época clásica corta, produjo una de las más
grandes civilizaciones de la Historia, que supo conquistar al mundo.
En la Hélade ,no sólo nace lo que conocemos en la actualidad
con el nombre de "civilización occidental", sino que lo griego,
al seguir viviendo late con su savia, directamente o a través de
otros países, toda la cultura del mundo posterior, pues hasta a
los pueblos orientales llega la herencia griega por conducto de
los reinos helenísticos posalejandrinos.
Roma, conquistadora de Grecia, fue a su vez "conquistada"
culturalmente por ésta.
Grecia recibió todo el aporte de la cultura antigua y sobre
este sólido basamento descansa la griega, pero ésta no es una
"continuación" de la anterior oriental, sino algo nuevo, pues el
genio griego crea los genuinos y armónicos tipos culturales que
después habrían de integrar nuestra cultura occidental.
Una de sus más importantes características políticas fue la
ciudad estado. En efecto, cada una de las ciudades, formada por
la comunidad de sus habitantes, con la región que la circundaba
constituía un Estado independiente, al que se llamó "ciudad es-
tado" (polis). Esta ciudad organizada fue la única nación que
los griegos conocieron ; cada una fue un poder soberano con sus
propias leyes, con su ejército y con sus dioses.
Este régimen de la ciudad dura unos 4 ó 5 siglos (desde el
siglo VII A.C. a la Batalla de Queronea, 338 A.C.) ; durante ellos
se pasa del primitivismo a la civilización y, apenas los griegos

70
se hacen sedentarios, la ciudad manifiesta tendencias democráti-
cas. Aparecen también vicios internos, que aparte del individua-
lismo y la demagogia, se podrían citar el orgullo excesivo y un
estrecho nacionalismo que condujo a una incapacidad de la polis
para unirse o federarse olvidando sus rivalidades en aras del in-
terés común. Esto explica la impotencia final de Grecia ante
los macedonios, primero, y después ante los romanos. Las civi-
lizaciones demasiado refinadas y, por lo tanto, políticamente dé-
biles, difícilmente han conseguido resistir el empuje arrollador
de fuerzas jóvenes.
La historia de Grecia fue fundamentalmente la de 2 polis ;
una militar y agraria, Esparta, y otra _cultural y marítima,
Atenas.

2. Guerras Médicas.

Fue el enfrentamiento de las ciudades estados griegas con-


tra el poderoso imperio persa. Chocaron dos concepciones de vi-
da radicalmente antagónicas ; cada una como ocurre casi siem-
pre en la historia, con caracteres militares propios.
La Ira guerra médica se redujo a una expedición a Atenas,
donde ésta derrotó en la playa de Maratón al rey de los persas,
Darío. -1

La 2da guerra médica tuvo lugar cuando Jerjes, hijo de Da-


río, atravesó el Helesponto, al frente de un ejército en el que
marchaban docenas de pueblos asiáticos, de un efectivo del or-
den del medio millón de hombres. Mientras, la mayoría de las
ciudades griegas se sometieron al Gran Rey, Esparta y Atenas
se decidieron por la resistencia. Cuatro batallas reñidas (tres
triunfos y una derrota gloriosa), en un año dieron la victoria a
los griegos. En las Termópilas, los espartanos de Leónidas, pro-
dujeron un ejemplo de coraje y abnegación al resistir hasta el
fin a un enemigo inmensamente superior. En Salamina la es-
cuadra persa aglomerada en un estrecho, fue aniquilada por la
flota ateniense.
En Platea, se dio otro triunfo griego sobre las fuerzas per-
sas que aún quedaban en Grecia. Yen Micala, en la costa del
Asia Menor, desembarcó un ejército helénico que derrotó al
persa.

71
3. Diferencias entre persas y griegos.
El reclutamiento persa se hacía sobre la base de mercena-
rios y de contingentes que aportaban los numerosos pueblos del
imperio. Por el contrario, el ciudadano griego defendía su Pa-
tria guiado por motivaciones altruistas. Una vez más los fac-
tores morales, demostraron su preeminencia en la historia mi-
li Lar.
En lo que respecta a medios, los persas emplearon los carros
armados y los elefantes, además de una numerosa infantería
tipo falange y caballería.

4. Guerras Civiles.
La guerra denominada del Peloponeso duró entre 431-404
A.C. y enfrentó a Atenas y Esparta, consiguiendo esta última al
fin la victoria.
Atenas era superior en el mar, mientras Esparta lo era en
la tierra. A esta guerra siguieron otras guerras civiles, hasta
que otra ciudad-estado, Tebas, gracias a la presencia de un ge-
nial conductor militar, Epaminondas, logró una temporaria he-
gemonía. Epaminondas, cuyo "orden oblicuo" lo hizo célebre,
derrotó a los espartanos en Leuctra (371 A.C.) y Mantinea (363

5. La Falange.
Si bien otras ciudades griegas tuvieron a la falange como
forma de organización de sus ejércitos, la más famosa fue la de
Macedonia, arma con la que Alejandro conquistó el mundo. El

HOPLITA — Infante griego de la época de Alejandro, armado con casco, coraza,


escudo, polainas y la sarisa, una larga lanza terminada en 2 afiladas
puntas para ser utilizable en caso de romperse.

72
elemento básico de la falange era el hoplita (infante armado con
lanza o sarisa) . Formaba una densa masa de 4.096 hombres, en
16 filas de 256 cada una.
Comparación con la legión (ver gráfico) : la falange.-..tenía
la ventaja de su gran potencia de masa, pero le faltaba, flexibi-
lidad. Un accidente del terreno o una fluctuación de la 1ra línea
podían dislocarla. En cambio, la legióiii)era menos potente pero
ofrecía dos grandes ventajas:
a. Su mayor flexibilidad, ya que la 2da línea podía ade-
lantarse hasta quedar a la par de la 1ra, con lo que la
legión pasaba a combatir en 2 líneas. Asimismo la 2da
línea, sin adelantarse, podía quedar encolumnada entre
la ira y la 3ra o cubrir el claro entre ambas (tipo ta-
blero de ajedrez).
b. Su .disposición, tenía un . efecto_p§icológico, pues dis-
minuía el riesgo del pánico. Vale más, es sabido, con-
tar con una 2da línea pronta a intervenir, que con filas
demasiado profundas que pueden fluctuar y desban-
darse.

5. Alejandro Magno (356 - 323 aC).


Concluida la hegemonía tebana, tras la muerte de Epami-
nondas en la batalla de Mantinea (362 a. C.) surgió en el esce-
nario griego, quien habría de establecer una federación del mun-
do helénico, empresa en la que habían fracasado las tres gran-
des ciudades-estados: Atenas, Esparta y Tebas.
En efecto, Filipo II, rey de Macedonia, país bárbaro hele-
nizado, luego de unificar definitivamente su reino, al que con-
virtió en base de operaciones, libró una serie de guerras que le
permiten dominar Tesalia, Tracia, el Bósforo y por último con
la victoria de Queronea (338 a. C.), obtener el control de toda
Grecia. Para ello, contó con un arma formidable, que el genio
de su hijo Alejandro, utilizaría a su vez para conquistar el mun-
do: la falange macedónica.
Filipo II murió asesinado en 336 a. C. reemplazándolo Ale-
jandro, quien con singular precocidad, había sido factor decisivo
en el triunfo de su padre en Queronea.
Alejandro recibió de Filipo su formación militar y política
de su madre Olimpia su carácter apasionado, ambicioso y domi-

73
nante; y de su gran maestro Aristóteles, lo mejor de la cultura
griega.
Ya en el trono, Alejandro debió sofocar una rebelión de Ate-
nas, Tebas y el Peloponeso, que creyeron que la muerte de Filipo
posibilitaría la recuperación de su independencia. Con toda Gre-
cia bajo su férreo dominio, en 334 a. C., Alejandro cruzó el He-
lesponto e inició la conquista de Persia. Las victorias de Grá-
nico, Iso y Arbelas lo llevaron a entrar en Babilonia y Susa,
donde se convirtió en monarca a la usanza oriental. En el ínte-
rin, dominó a Siria y Egipto, y comenzó una campaña a la India,
que tras la victoria de Hidaspes sobre el rey indio Poros, debió
interrumpir por una rebelión de sus tropas, cansadas de tan largo
peregrinaje.
Esta colosal empresa militar se tradujo en la integración
de las culturas griega y asiática, que resultó una invalorable y
definitiva herencia para la civilización. También en un principio
de hegemonía mundial, muy fugaz, porque se esfumó con la tem-
prana muerte de su genial inspirador.
Batalla de Arbelas.
Después de su derrota en Iso, Darío se dirigió a Arbelas,
pasando a la orilla izquierda del Tigris, decidiendo esperar a
Alejandro en Gaugamela, una amplia llanura que favorecía el
empleo de su caballería. Allí procedió a nivelar el terreno, y dis-
puso su ejército cuyo efectivo es difícil estimar, ya que las ci-
fras oscilan de 200.000 a 400.000 infantes, de 40.000 a 100.000
jinetes y 200 carros de guerra, más algunos elefantes, que por
primera vez se hace de ellos una mención histórica en acciones
guerreras, fuera de los confines de la India. El dispositivo per-
sa figura en el gráfico 1.
Por su parte, Alejandro dispuso su ejército, cuyo efectivo
sumaba 40.000 infantes y 7.000 jinetes en su dispositivo (grá-
fico 1) en que había dos columnas volantes, una detrás de cada
ala. Ellas formaban ángulo con el frente, a efectos de tomar
sobre el flanco al enemigo que pretendiera rebasar las alas. De
no ser así, se replegarían hacia el centro para reforzar el frente.
El Coronel Dodge escribe lo que sigue respecto a este dis-
positivo de Alejandro: "Esta disposición ha sido calificada de
"gran cuadrado cóncavo", pero era algo más que esto. Asegura-
ba una movilidad mayor de la que puede ofrecer un cuadrado.
Téngase en cuenta que las columnas volantes estaban organiza-

74
das y dispuestas de tal modo que podían situarse en cualquier
dirección, y contener ataques de frente, de flanco y de retaguar-
dia. En realidad, tuvo lugar uno de dichos ataques, siendo re-
chazado. Según Curdo, Alejandro "había dispuesto su ejército
de tal modo que daba frente a todas partes", aunque mejor se-
ría decir que "podía" dar frente a todas partes. De este modo,
estaba en condiciones de combatir en diversos lugares, si es que
se intentaba rodearlo; en dicho sentido el frente estaba tan guar-
necido como los flancos, y éstos como la retaguardia".
Iniciada la batalla (gráfico 2), Alejandro se inclinó sobre
el ala izquierda enemiga, mediante una aproximación oblicua y

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76
gradualmente se fue colocando más allá del terreno nivelado por
Darío. Este entonces ordenó rodear la derecha macedónica, la
que tuvo que detenerse.
Los jinetes persas consiguieron una ventaja inicial, pues los
caballos escitas estaban protegidos por una armadura defensiva,
y cuando para explotar aquélla, Darío lanzó los carros de guerra,
se los recibió con una nube de flechas y jabalinas que pronto los
neutralizaron.

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La segunda parte de la batalla (gráfico 3) comenzó cuando


Alejandro mandó .a Aretes que con su caballería atacara a su vez
a los persas, que intentaban envolver su derecha. Luego, Ale-
jandro a la cabeza de los "compañeros" (tropa escogida de caba-
llería) a los que dio formación de cuña, aprovechó una brecha
del frente persa provocada por el adelantamiento de su caballe-
ría y atacó hacia la parte del dispositivo adversario en que se
hallara el propio rey Darío. La decidida carga apoyada por su
izquierda por las lanzas de la falange, tuvo pleno éxito, obligan-

77
do a Darío a huir, al igual que la caballería que había inten-
tado rebasar el ala derecha macedónica.
Mientras Alejandro lograba esta situación tan favorable en
su derecha, recibió de su segundo, Parménides, el mensaje que
su flanco izquierdo, era rebasado por la caballería persa. Sus-
pendió entonces Alejandro su persecución al ala izquierda persa
y se largó contra la derecha, que a la postre fue aniquilada por
esta acción combinada con el contraataque de Parménides.
A partir de allí el ejército vencedor emprendió una enér-
gica persecución, cuya culminación fue la destrucción del pode-
río militar persa y el término de su imperio. Con la entrada
triunfal de Alejandro en Babilonia, el mundo estuvo frente al
advenimiento a un nuevo régimen, que basado en la integración
de la raza griega con la raza oriental, y dirigido por un caudillo
genial, propendía al dominio universal.

6. El Mundo Romano. Antecedentes.


Anota Alfred Weber que desde el punto de vista de la His-
toria universal, Roma ofrece una importancia cultural de prime-
ra línea en dos aspectos : primero, por haber creado un ámbito
mundial unitario, en el cual las obras de Grecia fueron conser-
vadas para la posteridad, y segundo, porque en ese ámbito crea-
do por Roma, el cristianismo halló su campo de propagación y
Occidente su organización definitiva. Además, la cultura roma-
na sentó las bases geográficas externas y los fundamentos cul-
turales internos para otras culturas, como la del Islam y la mis-
ma Rusia, a través de Bizancio (1).
La Historia de Roma es por tanto, la Historia de casi todo
el Mundo. Sus influencias políticas jurídicas y militares son in-
negables y muchas de las instituciones de aquella época mantie-
nen todavía plena vigencia.
El instrumento de dominación romano fueron sus fuerzas
militares. El Ejército Romano constituyó una de las mejores ma-
quinarias bélicas de que se tenga conocimiento, por su organi-
zación, disciplina y la flexibilidad demostrada al ir adaptándose
a las diferentes fluctuaciones, jalonadas por triunfos y derrotas,
en los vastos territorios en que tuvo que luchar durante varios
siglos.

(1) WEBER Alfred. Historia de la Cultura. Ed. Fondo de Cultura Econó-


mica. México. 1963. pág. 87.

78
El Ejército Romano, como institución, realizó plenamente
el sueño de Alejandro: la conquista de un imperio mundial, que
perduró durante varios siglos, dejando profundas huellas civili-
zadoras en los territorios sometidos.
Alejandro creó con notable rapidez un imperio que desapa-
reció con igual premura a su muerte. En cambio, el Imperio Ro-
mano, fue construido paso a paso y con tenacidad, por una clase
dirigente que tuvo un objetivo perfectamente establecido: el do-
minio del Mediterráneo. Este lento proceso dio por resultado un
Imperio multisecular.
He aquí la gran diferencia entre una obra realizada por un
hombre, un conductor genial y afortunado, y otra ejecutada por
el conjunto de la nación, perfectamente compenetrada del objetivo
nacional perseguido.
La grandeza de Roma era el ideal supremo del ciudadano
romano. Estaba convencido que el interés colectivo prevalecía so-
bre el individual y este interés colectivo se sintetizaba en el
interés del Estado. El Estado reclamaba la obediencia y el res-
peto a la ley y un máximo de prestación nacional. La consecuen-
cia fue que tanto el Estado como el individuo se fundían en un
concepto único de Patria, cuyo nombre era Roma.

7. Composición, organización, táctica y armamento de los ejér-


citos romanos.
a. La Legión.
Era la unidad principal del Ejército, variando su efectivo
(según las épocas), entre 4.200 y 6.000 hombres.
La masa legionaria era de infantería, aunque los efectivos
montados se componían de unos 300 nobles a caballo. Más tarde,
especialmente en tiempo de César, fueron empleadas tropas mon-
tadas provenientes de territorios conquistados o aliados.
Normalmente, la Legión ad,optaba la formación táctica que se
detalla en el gráfico anexo,l`La Falange y la Legión". La forma-
ción era sobre la base de tres líneas ("hastarii", "príncipes" y
"triarii"). Estas líneas empleaban una táctica de combate en pro-
fundidad, que al mismo tiempo brindaba movilidad y seguridad.
La formación de tablero de ajedrez permitía la protección de los
manípulos entre sí, a la vez que un espacio para maniobras de
cada. uno de éstos, cuando se consideraba necesario, las líneas
avanzadas podían replegarse, permitiendo el avance de los vete-

79
,k•

In El O n [11 E Eil El E El
1L,IJE EM HIE E E E El
ranos "triad," con las lanzas preparadas. La Legión la compo-
nían ciudadanos romanos, patricios o plebeyos, de 17 a 46 años
de edad. En los primeros tiempos, el personal militar no recibía
paga alguna, pero posteriormente le fue asignado un sueldo con
lo cual el ejército se transformó en profesional y permanente, de
rigurosa y sólida disciplina.

LEGIONARIO. — Epoca del Siglo 1 d. JC. Era el infante romano in-


tegrante básico de la legión. Llevaba como armamento: coraza de placa
de hierro, casco de metal, una corta daga, escudo y lanza.

b. Táctica, armamento y equipo.


El ataque romano podía iniciarse con acciones aisladas de
tropas ligeras (vélites), armadas con arco, flecha y también hon-
da o jabalina. El ataque en sí se iniciaba con los "hastarii";
después que éstos arrojaban las jabalinas, continuaban el com-
bate con la espada corta, pesada, con doble filo y un largo de
medio metro. Luego del choque inicial, la masa legionaria en-
traba en combate; las primeras líneas podían retirarse ordena-

81
damente, mientras los veteranos "príncipes" y "triarii" definían
la acción. En caso de derrota, la retirada se trataba de ejecu-
tarla en forma ordenada hacia un campamento fortificado, el cual
era construido, habitualmente, al término de cada jornada de
marcha.
c. Evolución de la Legión.
Mario introdujo modificaciones, algunas importantes, , que
fueron perfeccionando la organización y el empleo táctico de la
Legión. Unificó el armamento, proveyéndole pica o jabalina a
todas las líneas. Además suprimió la infantería ligera y creó la
c..Qhorte, al reunir 3 manípulos. La Legión comprendía 10 cohor-
tes, formando 3 líneas, con grandes intervalos de separación en-
tre cohortes.
César reestableció la 3ra. línea, aunque menos fuerte que
las dos primeras. Asimismo creó también una "reserva general",
compuesta de las dos armas (infantería y caballería) a disposi-
ción del General en Jefe, lo cual podía permitir ejecutar ataques
de flanco o de revés.

8. Acontecimientos Políticos y Sociales significativos en la His-


toria de la Roma Antigua.
753 a JC Legendaria fundación de Roma por
Rómulo.
616-509 Roma es gobernada por monarcas
MONARQUTA
etruscos.
753 a 509 A.C.
509 Se establece la república después de
la expulsión del último monarca
etrusco (Tarquino el Soberbio).

494 Se crea el cargo de tribuno para pro-


teger los derechos de los plebeyos.
493 Roma se une a la Liga Latina forma-
da por sus vecinos para mutua de-
REPUBLICA fensa.
494 A.C.
a 27 A.C. 449 Se comienza la publicación de la Ley
de las Doce Tablas, que codifica el
derecho romano existente.
396 Roma viola sus acuerdos con la Liga
Latina, anexando nuevos territorios.

82
290 Los galos saquean Roma.
340-338 Roma derrota y disuelve la Liga La-
tina.
290 Se completa la dominación romana de
Italia Central.
287 La Ley Hortensia desplaza el poder
Legislativo de los aristócratas a los
plebeyos.
268 Primeras monedas romanas de plata.
264-241 Primera Guerra Púnica.
218-201 Segunda Guerra Púnica.
149-146 Tercera Guerra Púnica y destrucción
de Cartago.
133-122 Reformas agrarias de los hermanos
Graco.
121 Roma conquista la Galia meridional.
112-106 Guerra con el Rey Yugurta de Afri-
REPUBLICA ca del Norte.
81 El aristocrático General Sila se con-
vierte en Dictador. Restablece el po-
der del Senado y mejora el sistema
judicial.
63 Cicerón llega a Cónsul.
60 Se forma el Primer Triunvirato.
Pompeyo, César y Craso.
58-51 César dirige una serie de grandcs
campañas en Galia.
49-48 Comienzan las guerras civiles.
44 César es asesinado.
43 Segundo Triunvirato. Octavio, Anto-
nio y Lépido.
31 Antonio y Cleopatra son derrota& s
en Actium por Octavio.
27 Octavio se convierte en Emperador y
asume el título de Augusto.

83
14 dJC Muerte de Augusto. Tiberio es Empe-
rador.
43 Comienza la conquista de Britania.
64 Arde Roma, dando a Nerón un pre-
texto para la persecución primera de
los cristianos.
135 Adriano rechaza la sublevación de
los judíos.
212 Se concede la ciudadanía romana a
todos los habitantes libres de las pro-
vincias romanas.
252 Las provincias europeas de Roma son
invadidas por los godos y otros pue-
blos.
IMPERIO 284 Término de las guerras civiles.
27 A.C. a
476 D.C. 303 Intensa persecución de los cristianos
por Diocleciano.
312 Victoria de Constantino sobre Majen-
cio, en Pte. Milvio.
313 Edicto de Milán: libertad para la re-
ligión cristiana.
330 Constantino hace de Constantinopla
la nueva capital del Imperio.
395 El Imperio Romano queda dividido en
Occidental y Oriental.
410 Alarico, rey de los visigodos, captu-
ra y saquea Roma.
476 Odoacro, cacique germánico, depone
al último emperador de la Roma de
Occidente, Rómulo Augusto.
t
9. Aparición del Cristianismo.
La doctrina que en un lejano rincón del Imperio, en Galilea,
sembrara Jesús, pronto llegó a Roma a la que habría de con-
quistar siglos después.

84
Tal doctrina, traía una sustancia desconocida hasta enton-
ces, que la hizo radicalmente revolucionaria : la caridad y el amor
al prójimo.
El prójimo era el resto de los hombres, con abstracción de
su situación social o económica, cuya igualdad, como hijos de
Dios se proclamaba.
El cristianismo, con la formación inicial de sus comunidades
fraternales, constituyó el polo contrapuesto a la "polis". Esas
comunidades se hallaron provistas de una gran fuerza de atrac-
ción, constituida por la caridad, de efecto social multiplicador
porque el Imperio Romano y aún la Antigüedad pagana no pu-
dieron llevar a feliz término esos inmensos imperios de esclavos
y señores, de ricos y pobres, tan complejos y contradictorios. El
cristianismo provocó el derrumbamiento del Imperio y su trans-
formación, a la luz de la palabra evangélica que difundía men-
sajes que el mundo no conocía (2).

10. Expansión del Imperio Romano.


a. La conquista de la Italia Central y las Guerras Samníticas.
Los romanos, en los siglos V y IV A.C., consiguieron afian-
zar su hegemonía sobre toda Italia, proceso que concluyó en los
primeros años del siglo III.
Las posibilidades que les daba la nueva organización del ejér-
cito, al que se había incorporado un crecido número de plebeyos,
movieron a los romanos a extender sus dominios hacia el Norte
y el Sur.
b. Sometimiento del Norte de Italia.
Para completar los romanos su triunfal carrera de conquis-
ta de las regiones del Norte de Italia, tenían que luchar con los
etruscos y con sus antiguos enemigos, los galos.
Así lo hicieron y en el año 283, los ejércitos unidos de galos
y etruscos, sufrieron una decisiva derrota y todo el Norte de
Italia quedó en poder de los romanos.
c. Guerra con Tarento y sometimiento del Sur de Italia.
En el año 281, Tarento atacó algunos barcos romanos que
estaban en el puerto ; esto desató la guerra. Tarento pidió auxi-
lios a Pirro, rey de Epiro, que fue derrotado en Beneventum, en

(2) WEBER Alfred. Obra citada. pág. 137 y 139.

85
275, después de lo cual resolvió abandonar Italia y dejar a las
ciudades libradas a su suerte.
Naturalmente, Roma logró apoderarse de ellas, y la propia
Tarento debió rendirse en 272.
d. Conquistas en el extranjero. Guerras Púnicas.
1) 1ra. Guerra Púnica.
En 264 los cartagineses se apoderaron de Mesina, cuyos ha-
bitantes pidieron ayuda a Roma ; el ejército romano obtuvo una
victoria en Sicilia, donde los cartagineses fueron arrojados de
Mesina. Finalmente, los romanos consiguieron una formidable
victoria naval en 241 y Cartago, vencida en el mar, se vio obli-
gada a pedir la paz. Roma se estableció en Sicilia, donde quedó
fuera de autoridad la ciudad de Siracusa, que estaba en manos
de un rey amigo, y en los siguientes años, sus fuerzas ocuparon
Córcega y Cerdeña y la Galia Cisalpina (222).
2) 2da. Guerra Púnica.
Durante 10 años, Roma afrontó la guerra con Aníbal y so-
bre todo en Sicilia, donde Siracusa se había decidido por el con-
ductor cartaginés. En 212, el Cónsul Marcelo se apoderó de Si-
racusa.
En 211, Publio Cornelio Escipión conquistó la España car-
taginesa. Aníbal abandonó Italia, reclamado por Cartago para
que organizara la defensa de la ciudad ante el ejército de Esci-
pión. Aníbal enfrentó al ejército romano, y fue derrotado en la
batalla de Zama en 202.
Cartago perdió los territorios, debiendo entregar a los ro-
manos su flota y sus materiales de guerra, además de una grue-
sa indemnización.
3) 3ra. Guerra Púnica.
Cartago se fue rehaciendo económicamente; esto despertó
recelos en Roma, que resolvió acabar con ella. El Cónsul Esci-
pión Emiliano, asaltó la ciudad y una vez tomada, ordenó su des-
trucción, transformando luego en provincia romana todo el te-
rritorio.
e_ Expansión hacia Oriente.
En el año 213, Roma atacó a Filippo, rey de Macedonia, en
represalia del tratado que dicho monarca había firmado con los
cartagineses. La 2da. Guerra macedónica terminó en el año 197,
poniendo fin a la supremacía de Macedonia en Grecia.

86
Terminada la guerra con los macedonios, Roma llevó la gue-
rra contra Antíoco el Grande, Rey de Siria. Los romanos lo de-
rrotaron tanto en Grecia, como en el Asia Menor y en el año
188, se firmó un tratado de paz, en tales términos que la in-
fluencia romana quedó predominante en el Asia Menor hasta las
fronteras de Siria.
En 171, Roma emprendió la guerra contra el Rey Perseo,
hijo de Filippo. Esta tercera guerra Macedónica acabó con la
gran victoria obtenida por los romanos en el 168, cuya conse-
cuencia fue la extinción del reino de Macedonia.
Las fuerzas romanas mandadas por el cónsul Munimio de-
rrotaron a los griegos a la entrada del itsmo de Corinto y la
ciudad fue tomada y arrasada (146). Macedonia y Grecia habían
pasado a depender de Roma. Sin embargo Grecia fue tratada
con cierta generosidad y no fue considerada como provincia ro-
mana hasta la época de César.
f. Conquista de España.
El Cónsul Escipión Africano el Menor, puso fin al sitio de
la ciudad de Numancia. La Guerra de Numancia había durado
10 años del 143 al 133; con su fin puede considerarse terminada
la resistencia hispánica contra los invasores romanos.
g. Resumen de la conquista de Roma.
En 133 A. C. Roma poseía los siguientes territorios : Italia,
Sicilia, Cerdeña, Córcega, La Galia Cisalpina, el Sur y Centro
de España, la Grecia Septentrional y Meridional, el antiguo te-
rritorio de Cartago en Africa y la mayor parte del Asia Menor.
No estaban bajo su dominio: la Galia, Egipto y Siria en las
costas mediterráneas.
El Ponto pasó a ser provincia romana en el 65, al vencer
Pompeyo el Grande a Mitríades rey del Ponto. En el 64 había
sometido a Siria y en el 63 sometió la Fenicia y la Palestina,
apoderándose de Jerusalén.
h. Conquista de la Galia por César.
Después de ocho campañas, del 58 al 50, César conquista la
Galia, que comprendía el Rin, los Alpes, el Mediterráneo, los
Pirineos, el Atlántico y el Canal de la Mancha, luego de la derro-
ta de Vercingetorix.

87
i. Augusto.
Los límites del Imperio Romano en tiempo de Augusto 1er
emperador, eran al N. el Canal de la Mancha, el Rin, el Danubio,
el Mar Negro; al E. el Eufrates y el desierto de Siria; al Sur,
el Gran Desierto del Sahara, y al Oeste, el Océano Atlántico. En
números redondos, este gran imperio medía más o menos 4.500
km. de este a oeste, con un ancho de 1.600 km. y comprendía a
Portugal, España, Francia, Bélgica, parte de Holanda, la Prusia
Renana, parte de Baviera, Baden, y Wurtemberg, Suiza, Italia,
el Tirol, Austria, parte de Hungría, Croacia, Eslavonia, Servia,
Turquía Europea, Grecia, Asia Menor, Palestina, Egipto, Trípoli,
Túnez, Argelia y la mayor parte de Marruecos. La población
total del Imperio en tiempo de Augusto se calcula que ascen-
día a cerca de 50.000.000 de habitantes, de los cuales la mitad
eran esclavos.
11. La Segunda Guerra Púnica - Aníbal y Escipión.
a . Antecedentes.
Al perder territorios en el Mediterráneo, Cartago resolvió
conquistar la Hispania, para lo cual envió a Amílcar Barca, con
un ejército mercenario; con ello obtuvo el acceso a las minas de
plata que facilitarían el pago de los tributos exigidos por Roma
al término de la Primera Guerra Púnica. Además, nuevos mer-
cados de consumo y la sumisión de una valerosa población para
aumentar los efectivos militares fueron otras tantas ventajas

ANIBAL

88
que proporcionó el dominio cartaginés sobre la actual España, si-
tuación que la aspiración hegemónica de Roma no iba a permitir.
En el año 229 A C murió Almícar Barca combatiendo contra los
íberos, sucediéndole su yerno Asdrúbal, el cual fundó Cartagena
en 228 A C. Entretanto, los romanos se encontraban luchando
contra los galos y no deseando nuevos conflictos con los carta-
gineses se estableció en la Península Ibérica un límite divisorio
del dominio de ambas Potencias que correría por el río Ebro.
Asdrúbal fue asesinado en 221 A C, sucediéndolo Aníbal. Na-
cido en Cartago en 247 A C, fue educado por su padre Amílcar
Barca en el odio implacable a Roma.
Combatió en España junto a su padre desde la edad de 9
años, entre 237 a 227, en que regresó a su patria por razones
políticas.
Vuelto a España, participó activamente en las luchas ibé-
ricas durante 3 años más y a la muerte de Asdrúbal fue elegido
sucesor de éste.
En esta circunstancia, Roma había triunfado sobre los ga-
los y dominaba el mar. De manera que se le presentaba la opor-
tunidad de reiniciar la lucha contra Cartago, para lo cual el con-
flicto de Aníbal con Sagunto dio causa a la nueva guerra.
b. Toma de Sagunto e iniciación de la Segunda Guerra Púnica.
Roma había firmado un tratado con Sagunto, ciudad situa-
da al Sud del Ebro y a unos veinte kilómetros al Norte de la ac-
tual Valencia, es decir, dentro de la zona de influencia cartagi-
nesa. En 219 A C y no obstante la advertencia romana, Aníbal
tomó por asalto la ciudad. Esta se encontraba fortificada pu-
diendo convertirse en una base de operaciones de Roma y sólido
punto de apoyo de futuras conquistas. Después de 8 meses de
sitio, un ejército cartaginés de unos 150.000 hombres la ocupó
y destruyó, imponiéndose duras exigencias de capitulación. Aní-
bal conocía de antemano que esta acción traería como consecuen-
cia inmediata la guerra contra Roma. Pero apreció muy favo-
rable el momento para su acción ofensiva, pues conocía la posi-
bilidad de una insurrección general de los pueblos dominados por
los romanos, los que engrosarían en masa a su ejército.
Además, Aníbal, cuya experiencia militar era innegable, te-
nía un ejército mejor organizado, particularmente en lo que ha-
ce a caballería y empleo de elefantes. Fue justamente la supe-
rioridad en el empleo de tropas móviles una de las característi-

89
cas de su conducción, pues el ejército romano de esa época era
predominantemente de infantería.
c. El Teatro de Operaciones.
Esta guerra se desarrolló en la zona sud y central de Euro-
pa. Abarcó en particular un amplio sector costero al Mediterrá-
neo, caracterizado por comprender zonas montañosas como los
Pirineos, Alpes y Apeninos, junto a llanuras surcadas por cur-
sos de agua importantes como el Ródano y el Po, que se alimen-
tan en parte de los glaciares alpinos.
En aquella época, estos vastos territorios estaban ocupados
por pueblos bárbaros y semibárbaros, entre ellos los galos, hel-
vecios e ibéricos. Como obstáculos naturales, los Alpes consti-
tuíanse en los más importantes, siendo el Monte Blanco y el Mon-
te Rosa los picos más elevados (el primero supera los 4.800 me-
tros).

ESCIPION EL AFRICANO

Para tener una idea de las distancias recorridas, diremos


que desde Cartagena hasta la llanura del Piamonte, hay aproxi-
madamente 1.600 km, distancia que Aníbal recorrió entre el 30
de mayo y el 7 de noviembre del 218 A C, sufriendo como con-
secuencia de ello y de los combates unas 76.000 bajas de per-
sonal.

90
91
d. La finalidad de la guerra para ambos adversarios.
Ambos adversarios aspiraban a la hegemonía mundial ba-
sándose en el dominio del Mediterráneo.
c. Las concepciones estratégicas.
1) ANIBAL: Deseaba efectuar un movimiento indirecto,
entrando en las Galias, invadir la península e insurreccionar los
aliados de Roma, hasta que cercada y aislada se viese obligada
a capitular, pero sin destruirla.
2) ROMA: No se pueden esbozar sus ideas estratégicas, pe-
ro evidentemente pensaba que la guerra se desarrollaría en Es-
paña y en el Africa. La sorpresa recibida ante el avance de Aní-
bal sobre Italia, hace reflexionar sobre el hecho de que no se
evaluó debidamente la capacidad de Aníbal para ejecutar una es-
trategia indirecta de esa dimensión.
3) El largo desplazamiento terrestre elegido por Aníbal pa-
ra invadir Italia, pudo haber sido seleccionado por las siguien-
tes causas:
—el dominio del mar por los romanos podía interferir la in-
vasión o su posterior apoyo.
—la necesidad de mantenerse unido a su lejana base de
operaciones, España, por medio de territorios aislados o
amigos ;
—incitar a los galos a la lucha contra los romanos o tenien-
do además una base intermedia donde replegarse, apta
para el apoyo logístico y de personal antes de entrar en
Italia.
f. El Ejército Cartaginés.
Cartago preparó un ejército mercenario, pues una docena
de lenguas se hablaban en él.
La infantería pesada estaba formada por ibéricos y galos ;
la ligera por honderos baleares. La Caballería era básicamente
númida.
Según el Mariscal Montgomery, la infantería ligera estaba
armada de espada corta, lanza, escudo y una pequeña armadura.
La caballería númida disponía de jabalina (3).

(3) MONTGOMERY del Alamein. Mariscal. Obra citada. Pág. 88 y 89.

92
La infantería pesada combatía en formación de falange, pues
los griegos tuvieron gran influencia en la formación militar de
Cartago.
Después de Cannas, Aníbal tomó el escalonamiento de los ro-
manos, aunque no su estilo manipular.
El arma decisiva fue la caballería; en su empleo Cartago si-
guió la línea de Alejandro.
La táctica de Aníbal consistía en lo siguiente: la infante-
ría era el pivote que preparaba el empleo decisivo de la caballe-
ría, siempre contra el flanco y la retaguardia. La maniobra clá-
sica fue el envolvimiento. La maniobra de Alejandro era la rup-
tura, seguida por una explotación de la misma en el marco tác-
tico.
El genio era acompañado por una flota de cuarenta navíos
que no tuvo participación importante. En el marco estratégico
operacional, dos aspectos distinguieron a Aníbal:
—la selección de direcciones de menor resistencia y expec-
tativa;
—la habilidad para conseguir la batalla en el terreno que
quiso, colocando a sus tropas en las mejores condiciones
para hacerla.
g. Las Operaciones.
El Ejército cartaginés concentrado en Cartagena, dispuso de
100.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes; 50 navíos com-
pletaban los medios operacionales.
En caso de ataque romano se previó un cuerpo de 15.000
hombres para proteger la base de operaciones de España y otros
40.000 para intervenir en Africa.
El primer problema era cruzar el Ebro, atravesar Cataluña
(zonas de influencia romana) y pasar los Pirineos.
Desplazando el ejército en varias columnas se llevó a cabo
esta etapa. Someter a Cataluña costó 20.000 hombres, por la
acción de guerrilla desarrollada por los naturales de esta zona,
favorecidos en su acción por las características montañosas del
terreno. Cruzados los Pirineos y concentrado el ejército en Per-
pignan, comenzó la segunda fase: atravesar las Galias. Los pro-
blemas aquí eran políticos y militares, pues consistían en:
—vencer a los galos y atraerlos a su causa ;
—pasar el Ródano;

93
—entrar en batalla prematura con los romanos ;
—accionar políticamente a los galos del Norte de Italia a
fin de preparar la invasión a la península.
La marcha continuó por la ruta de la costa que bordea el
mar. Aníbal contó aquí con el apoyo de su flota pero, aparen-
temente, no le dio una participación importante.
El movimiento de aproximación al Ródano causó muchas ba-
jas. La exploración informó que la segunda orilla estaba fuerte-
mente ocupada por los Galos.
El franqueo admitía tres posibilidades:
—ataque a viva fuerza;
—envolvimiento por el N.;
—envolvimiento anfibio por el S.
Se decidió por una demostración frontal y el envolvimiento
por el N. a cargo de efectivos de caballería. Hizo jugar aquí el
engaño y la sorpresa (movilidad y secreto). La acción tuvo éxi-
to y establecida una cabeza de puente, la masa del ejército ini-
ció el pasaje.
Casi simultáneamente con estos acontecimientos, desembar-
có en Marsella un ejército romano al mando de Escipión (padre
del futuro vencedor de Aníbal).
Su intención era mantener la línea del Ródano, pero al lle-
gar tarde deseó presentar batalla donde se encontrase el enemi-
go. Aníbal procuró eludir la batalla, atacando la ruta de la cos-
ta, más directa hacia su objetivo pero también más fácil de obs-
truir, para tomar la más difícil pero más segura de Val d'iseu
al Norte.
Escipión, al no poder encontrar a Aníbal envió la masa de
su ejército a España y con el resto se reembarcó hacia Italia pa-
ra esperar a su adversario en las llanuras de Lombardía.
Simultáneamente, con la conclusión de las operaciones, Aní-
bal desarrolló una activa acción política, tendiente a lograr el
apoyo de los galos de ambos lados de los Alpes. Necesitaba crear
una base de operaciones intermedia.
La siguiente fase del plan de campaña de Aníbal era cruzar
los Alpes y desembarcar en las llanuras del Norte de Italia. El
aspecto saliente es el cruce del cordón montañoso. Se debió lu-
char contra las tribus de la zona y un prematuro invierno. No
se sabe exactamente por dónde cruzó, pues las opiniones están

94
muy divididas. El hecho es que en el 218 desembocó en el Pia-
monte con 20.000 infantes y 6.000 jinetes. Fue entonces cuando
Roma se alarmó, pues nunca había creído que Aníbal llegaría a
la Galia Cisalpina. En última instancia, se apreció que los car-
tagineses quedarían enterrados en la nieve de los Alpes. Aníbal
logró una sorpresa estratégica, porque los romanos confiaban ex-
cesivamente en el desgaste que produce el espacio y los obstácu-
los naturales. Esto los llevó, incluso, a no aprovecharlos. Eje-
cutado el cruce de los Alpes, los cartagineses se dedicaron a reor-
ganizar su ejército incorporando contingentes galos.
En los últimos meses del 218 se inició la 1ra. Campaña de
Italia con la toma de Turín.
Escipión se adelantó con fuerzas móviles y se libró a orillas
del Río Tesino un combate de caballería, favorable a los cartagi-
neses. Entretanto el cónsul Sempronio, que tenía un ejército de
40.000 hombres organizado en Sicilia para invadir Africa, llegó
a Plasencia, para reforzar a Escipión. El apuro de éste permitió
a Aníbal batirlos por separado.
Luego del combate de Tesino, Aníbal franqueó el Río Po y
se encontró con Sempronio, Río Trebia por medio.
Aníbal necesitaba ahora una victoria importante que le die-
ra prestigio moral ante los galos y otros aliados peninsulares de
Roma. Atrajo a Sempronio con un hábil movimiento de su ca-
ballería al Oeste del Río Trebia, y con un doble envolvimiento
lo derrotó. Diez mil romanos rompieron el cerco y consiguieron
escapar en diciembre de 218.
En esta batalla es interesante señalar el "momento" del ata-
que cartaginés, teniendo en cuenta que Aníbal buscó el aniqui-
lamiento y no el rechazo. Permitió que Sempronio franquease
el Trebia, aguas a la cintura, y formase en seguida a orilla los
tres escalones clásicos de las legiones, con el obstáculo a sus es-
paldas para facilitar su intención de aniquilamiento. Recién en«.
tonces se inició la batalla, con un doble ataque a los flancos. La
caballería cartaginesa rechazó a la romana y se volvió luego pa-
ra atacar simultáneamente con la primera, el dispositivo romano.
Esta batalla tuvo como consecuencia la insurrección total
de la Galia Cisalpina contra Roma. El objetivo fundamental es-
taba alcanzado.
En el Valle del Po pasó Aníbal el invierno y aprovechó para
aumentar su ejército a 90.000 hombres, de los cuales 60.000
eran galos.

95
En marzo del 217 se abrió la segunda campaña de Italia.
Aníbal, en el Po, debió enfrentar a dos concentraciones ro-
manas de más de 30.000 hombres ; Flaminio en Arezzo y la otra
de 40.000 a órdenes de Servilio en Rímini.
Maniobrando por línea interior cayó primero sobre el más
débil (Flaminio), para luego atraer a la llanura de Etruria a
Servilio. Recordemos que Aníbal necesitaba un terreno favora-
ble para emplear la Caballería, que era su elemento de decisión.
La actitud de los generales romanos era pasiva: denotaba
falta de un plan de operaciones y de una autoridad superior mi-
litar que coordinase las acciones militares.
Fue así que como consecuencia de la falta de exploración no
se conoció la actitud del adversario. Se perdió la oportunidad de
defender con ventaja los desemboques de los Apeninos y no se
operó la reunión de ambas fuerzas, ya fuera desplazando una so-
bre la otra o de las dos a un lugar intermedio. Esto pudo ha-
berse hecho en pocas jornadas de marcha.
Los romanos dominaban con su despliegue estratégico las
rutas orientales hacia Etruria, y occidentales hacia el Adriático.
Aníbal, en lugar de avanzar por las rutas normales (bien cono-
cidas por el enemigo), tomó una más corta, a través de pantanos
que le permitieron caer de sorpresa sobre Flaminio. Es éste un
ejemplo de un conductor que prefiere correr los riesgos de una
situación difícil, antes de proporcionar al enemigo la oportunidad
de combatir en el terreno por él elegido y una nueva muestra
de la excesiva confianza romana en los terrenos considerados co-
mo inadecuados para operar.
Obtenidos los desemboques, el ejército cartaginés franqueó
el Amo, pasó por Siena, se acercó a Arezzo, la eludió por el Oes-
te y se dirigió a un punto intermedio entre Cortona y el lago
Trasimeno. Durante la marcha se realizaron grandes devasta-
ciones. Esto, junto con la demostración frente a Arezzo y la con-
tinuación de la marcha al Sur en dirección a Roma, tenía por
objeto atraer a Flaminio al lugar elegido por Aníbal. Flaminio
cayó en la trampa y ordenó la persecución. Mientras tanto se
observaba que Servilio seguía pasivo en Rímini. En el lugar
elegido, Aníbal preparó la mayor emboscada de la historia mili-
tar en abril del 217. El camino de marcha se desarrolló entre
unas elevaciones y el lago a lo largo del llamado Valle Romano.
Aníbal ocultó su ejército en las alturas ; la infantería ligera en

96
el centro, en ambos flancos Infantes Pesados y Caballería para
cerrar la entrada y salida del valle.
La señal de ataque sorprendió a los romanos en columnas
de marcha. El Ejército romano fue aniquilado, sufriendo 24.000
bajas en dos o tres horas de combate.
Esta acción tuvo una tremenda originalidad: librar una ba-
talla por medio de una •emboscada.
Después de Trasimeno, Aníbal no marchó sobre Roma y ello
es un misterio aún no revelado suficientemente. La razón de la
falta de medios de sitio no es causa suficiente. Aníbal siguió fir-
me en su objetivo de lograr la disolución de la federación itálica
y explotó moralmente sus victorias.
En Roma, después de Trasimeno, tomó el mando Fabio; reu-
nió todas las tropas disponibles y cubrió la ciudad. Inició ade-
más una nueva estrategia defensiva, que eludía la batalla y bus-
caba el desgaste del enemigo. Fabio era tal vez el único que com-
prendía la causa esencial de las victorias de Aníbal. La estrate-
gia Fabiana no sólo eludía la batalla para ganar tiempo; calcu-
laba además los efectos sobre la moral enemiga y sobre la de
los aliados. 771 Ir 1 r 11
El desgaste lo obtenía por medio de pequeñas acciones, que
consumían las fuerzas enemigas y evitaba que reclutase nuevas
tropas. Eludía la decisión militar, manteniéndose siempre en lu-
gares altos y accidentados, donde Aníbal no podía usar su ca-
ballería.
Este sistema atemperó el recuerdo de las victorias de Aníbal
vivificando el espíritu de las tropas romanas y deprimiendo a
los cartagineses, conscientes de la necesidad de obtener una rá-
pida decisión. Con el tiempo, la estrategia Fabiana cayó en des-
crédito pues el desgaste puede ser un arma peligrosa. El Senado
y el pueblo querían una definición. Fabio fue reemplazado en
el mando y su segundo cayó en una emboscada tendida por Aní-
bal. Fabio salvó la situación y aquietó por un tiempo las críticas
contra su plan, siendo repuesto nuevamente en el mando.
Luego de seis meses, el senado olvidó la experiencia pasada
e impuso a los cónsules Paulo Emilio y Terencio Varrón la orden
de presentar batalla a Aníbal. La decisión tenía su fundamen-
to : las devastaciones que sufría Italia, la disponibilidad de ocho
legiones y la posibilidad de que tal superioridad numérica fuese
decisiva para ganar la guerra.

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BATALLA DE CANN AS. — El presente Venecia en el año la Historia Universal


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Europea. Vol. I, p.
99
h. La batalla de Cannas.
1) Dispositivo inicial de ambos adversarios: Ver gráfico.
2) Plan de ambos adversarios.
a) Plan romano:
—aferrar a la caballería adversaria con la propia
caballería para evitar una decisión prematura ;
—empeñar la masa de la infantería, para dividir el
dispositivo adversario, para batirlo y aniquilar-
lo por partes, aprovechando la superioridad nu-
mérica ;
b) Plan cartaginés:
—destruir las fuerzas móviles del enemigo median-
te la caballería ;
—atacar con la infantería en un dispositivo con-
vexo, con la intención de atraer la masa de la
infantería romana, ceder ante su presión y apo-
yándose en las alas, realizar el cerco, completan-
do el doble envolvimiento con dos falanges ubi-
cadas en los extremos y a retaguardia ;
—cooperar en esta acción mediante una operación
a retaguardia del enemigo, empleando la caba-
llería.
3) Desarrollo de la Batalla:
a) Primer momei.1:-,: (Combate de la infantería liviana y
lucha de las caballerías, ver gráfico).
Mientras se empeñó la infantería, Asdrúbal cargó
contra la caballería de Paulo Emilio y la aniquiló.
En el flanco opuesto Maharbal y Varrón combatieron
encarnizadamente, manteniéndose la situación equilibra-
da. La intención de Aníbal se estaba cumpliendo de acuer-
do a lo previsto : mantenía aferrada a la caballería ene-
miga a la vez que protegía el flanco de su infantería.
b) Segundo momento: (fijación del ataque romano y aniqui-
lamiento de su caballería, ver gráfico).
Mientras tanto la infantería romana ejercía presión
sobre el dispositivo de Aníbal. Viendo que éste cedía en
su parte central (de acuerdo a lo previsto), las legiones
romanas se fueron estrechando sobre el centro para di-

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rigir todo el empuje de su fuerza, sin darse cuenta que
se le estaba tendiendo una trampa mortal.
Entretanto, la infantería pesada cartaginesa per-
maneció sobre ambas alas sin actuar, contemplando el des-
arrollo del combate y esperando la orden de Aníbal para
atacar. Paulatinamente el ejército romano se fue adap-
tando a la forma cóncava del dispositivo adversario y así
se preparó gradualmente su aniquilamiento.
Además unos quinientos númidas simularon entre-
garse en la retaguardia del dispositivo romano, como una
maniobra de engaño para hacer creer al enemigo que la
situación era desfavorable para Aníbal.
Asdrúbal, una vez aniquilada la caballería romana
al mando de Paulo Emilio, recibió la orden de Aníbal de
desplazarse y cargar contra la caballería, al mando de
Varrón y que estaba luchando en un combate equilibrado.
La sola presencia de Asdrúbal y sus efectivos fue sufi-
ciente para las fuerzas de Varrón, las cuales se desarti-
cularon y diseminaron por la llanura. La caballería de
Maharbal prosiguió la persecución mientras que Asdrú-
bal reorganizó sus fuerzas.
Mientras esto sucedía, la presión de la infantería
romana era tal que estaba por ceder el dispositivo car-
taginés ; Aníbal recurrió a su infantería liviana Y la
emplazó detrás de la parte más débil, consiguiendo equi-
librar la situación.
c) Tercer momento: (Cerco y aniquilamiento del ejército
romano, ver Gráfico).
Hasta este momento las falanges de africanos de
6.000 hombres aún no habían actuado. Aníbal decidió
hacerlo y en forma paulatina fue cerrando el cerco con
sus alas y atacando el flanco con los efectivos señala-
dos anteriormente.
Como Terencio Varrón había desaparecido, Paulo
Emilio combatió tenazmente con la infantería, para res-
tablecer en parte la situación.
A medida que el cerco se estrechaba, el aniquila-
miento del ejército romano se hacía sentir más aguda-
mente. Paulo Emilio, al mando de las tropas, trató de-
nodadamente de restablecer sus fuerzas, pero no lo con-

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104
siguió, pues no quedaba espacio para combatir. Pese a
ello, los romanos continuaron con verdadero valor, pre-
firiendo la muerte antes que huir.
Para completar el cerco, Asdrúbal, después de ha-
ber vencido a la caballería de Varrón, atacó la reta-
guardia enemiga. De esa manera el ejército romano
quedó encerrado totalmente. En esta última fase de la
batalla la masacre fue total. Más de 45.000 infantes
sucumbieron, junto con unos 2.700 jinetes.
El asalto de la infantería romana al campamento
cartaginés también había fracasado, pereciendo 2.000
de ellos. El resto cayó prisionero.
Después de la acción, Aníbal hizo buscar el cadá-
ver de Paulo Emilio y le dio sepultura, como muestra
de respeto hacia el virtuoso y heroico general romano.

i. Después de Cannas Aníbal a la defensiva.


La victoria de Cannas dio a Aníbal aliados en el sur de Ita-
lia, especialmente después que Capua, la segunda ciudad de Ita-
lia, indujo a la rebeldía contra Roma. El senado cartaginés en-
vió refuerzos y Macedonia comenzó a inclinarse hacia su causa.
Pero pocos meses después Aníbal comprendió que su victoria
era un presagio de su derrota final. Luego del desastre, Roma
no claudicó y sus victorias tácticas que debían servir para rebe-
lar Italia contra Roma, no alcanzaron su objetivo.
Como cartaginés no contaba con la moderación y sentido co-
mún de la administración romana y, en realidad, pocos pueblos
estaban dispuestos a cambiar las libertades romanas por las pro-
mesas cartaginesas.
Una mente ofensiva como la de Aníbal, se adaptó durante
mucho tiempo a la defensiva estratégica. Este largo período (216-
203), estuvo acompañado por guerras en España.
Este nuevo período se caracteriza por un continuo marchar
y contramarchar, maniobrando estratégicamente, para subsistir
y eludir el cerco de tres o cuatro ejércitos romanos que trataron
de encerrarlo sin presentar batalla Y operando en ciudades amu-
ralladas, pivotes de la estrategia romana.
A medida que pasó el tiempo, la conducción militar romana
mejoró sensiblemente, en particular en lo referente a la Uni-
dad de Comando.

105
De todo este período es de destacar la acción del Cónsul Clau-
dio Nerón y la victoria romana de Metauro. Asdrúbal, derrotado
en España por Escipión en la batalla de Bailén, llegó a Italia,
atravesando los Alpes, con un ejército de 60.000 hombres y fue
enfrentado en el Norte por los ejércitos de Livio. En una opor-
tunidad Claudio Nerón realizó una de las primeras maniobras por
"líneas interiores" de la historia militar: dejó frente a Aníbal a
la masa de su ejército y con 7.000 hombres (6.000 de infantería
y 1.000 de caballería) marchó a reforzar a Livio. Ambos obliga-
/ on a Asdrúbal a presentar batalla en Metauro (207). Asdrúbal
fue totalmente derrotado, muriendo en la acción, y Nerón volvió
frente a Aníbal, antes de que éste advirtiera su ausencia.
j. Escipión el Africano.
Publio Cornelio Escipión nació en Roma en el año 235 AC.,
de ilustre y antigua familia romana, siendo sus padres Olimpia
y Publio Escipión. De refinada cultura griega, desarrolló su vi-
da pública durante la segunda Guerra Púnica y luego de las vic-
torias de Aníbal en Roma.
Nombrado sucesor de su padres, como Comandante de los ejér-
citos romanos en España, concibió el siguiente plan: iniciar su
campaña derrotando las tropas cartaginesas que se hallaban en
la península ibérica, para lograr con ello arrojar a los cartagine-
ses de Europa, privar a Aníbal de su base de apoyo y negar los
recursos con los que mantenía sus fuerzas. Concluida la campa-
ña en España, pasó al Africa basando su idea en que con un
fuerte ataque a Cartago, Aníbal se vería obligado a abandonar
Italia.
A los 24 años y en la hora más crítica de Roma, inició su
campaña en España, estableciendo su base en Tarragona (211
A.C.). Aprovechando la dispersión de los ejércitos cartagineses,
comenzó por atacar su base en Cartagena, para luego derrotar-
los por partes en Becula e Ilipa. Antes de retirarse, castigó a
los pueblos de Cástulo e Iliturgis, que habían traicionado a su
padre. Concluida la conquista de España, se embarcó hacia Roma.
Escipión fue nombrado comandante en Sicilia y sobre la ba-
se de los sobrevivientes de Cannas comenzó a organizar su ejér-
cito, que en el año 205 A.C. contaba con 35.000 hombres, 40 bu-
ques de guerra y 40 transportes. Con esta fuerza se embarcó en
el 204 A.C. en Lilibeo y arribó a un lugar próximo a Utica, en el
Norte de Africa.

106
Luego de pasar allí el invierno y de librar algunos combates
sin importancia, derrotó a los ejércitos de Asdrúbal y Sifax en
las llanuras de Bragadas, continuando luego su marcha hacia el
oeste para reunirse con su aliado Massimissa.
Con motivo de la captura de los exploradores de Aníbal, quien
había sido traído por los cartagineses al Africa, tal como lo su-
pusiera Escipión, y al trato caballeresco dispensado a sus hom-
bres, Aníbal propuso a Escipión la firma del Tratado de Paz., pe-
ro bajo condiciones que no conformaron al comandante romano.
Fracasado este intento de pacificación, ambos genios de la
conducción se enfrentaron en la batalla de Zama, quedando la
victoria en poder de Roma, y marcando así el fin de la Segunda
Guerra Púnica.
Asegurada la victoria de su campaña en Africa, Escipión
regresó a Roma, donde se retiró a la vida privada, pero nombra-
do cónsul en distintos períodos volvió a aparecer para organizar
campañas de menor importancia, contra tribus del norte y este
de Italia, a las cuales Aníbal seguía agitando en contra de Roma.
Desalentado por las continuas afrentas de sus enemigos po-
líticos, decidió retirarse definitivamente de la vida pública ro-
mana.
Se dirigió a Libertino desterrado, donde murió en el año
183 A.C. a la edad de 52 años, por rara coincidencia el mismo día
que Aníbal. Antes de su muerte, ordenó que su cuerpo fuese
cremado y los funerales llevados a cabo lejos de Roma, hacien-
do previamente grabar en su tumba : "Patria ingrata, no ten-
dráis mis huesos".

k. La Batalla de Zama.
El 19 de octubre del 202 A.C., en proximidades de la ciudad
de Zama, ocurrió este célebre hecho de armas de trascendencia
para el futuro dominio del mundo conocido por parte de Roma.
Antes de la batalla, se cumplió para Escipión uno de los
propósitos que se había fijado en su plan de campaña: hacer eje-
cutar a Aníbal una marcha forzada, con la finalidad de :
—alejarlo de su base militar de Cartago;
—acortar la distancia que los separaba de su aliado Massi-
missa;
—elegir el terreno donde librar la batalla.

107
108
Este era prácticamente una llanura rectangular, limitada
por dos alturas y dos cursos de agua, lo cual permitía desplaza-
miento de tropas a pie y a caballo y proporcionaba espacio sufi-
ciente para los movimientos tácticos.
1) Dispositivo, organización y efectivos en presencia.
Las disposiciones adoptadas por ambos conductores, presen-
taban importantes características.
Las luchas anteriores entre cartagineses y romanos habían
hecho evolucionar la táctica vigente en ambos adversarios. Esci-
pión dispuso su infantería en el centro y la caballería en las alas.
Pero la novedad consistió en que no hizo adoptar a sus legiones
la clásica formación ajedrezada, pues haciendo cubrir los distin-
tos agrupamientos con adecuados intervalos, presentó la facili-
dad de crear pasajes hacia retaguardia para el ataque de los ele-
fantes de Aníbal.
Los cartagineses adoptaron un dispositivo en tres líneas que
se alejaba bastante de la masa falangística habitual, pues entre
la primera y segunda línea había una distancia de 150 pasos y
entre la segunda Y tercera, unos 1.500. Además ubicaron en
vanguardia unos 80 elefantes y en las alas a la caballería carta-
ginesa y númida.
Según afirma el general J. F. C. Fuller, "en calidad y adies-
tramiento el ejército de Aníbal era muy inferior al de su adver-
sario", pues las tropas africanas no eran confiables. Además, y
esto es un detalle importante, con su caballería de efectivos me-
nores a los romanos no podía ejecutar un rodeo del enemigo,
por lo cual optó por la ruptura del frente romano y la conse-
cuente penetración por parte de la primera y segunda línea (4).
En cuanto a los efectivos en presencia, Escipión disponía de
unos 36.000 hombres, de los cuales 26.000 eran romanos (2.000
de caballería) y 10.000 númidas (4.000 de caballería). Aníbal
era superior numéricamente, totalizando unos 55.000 hombres
entre cartagineses y mercenarios (entre ellos, galos, ligures, hon-
deros baleares y africanos).
2) Desarrollo de la batalla.
De lo que se conoce y se ha podido determinar, ambos co-
mandantes decidieron ir al encuentro, atacando al adversario,
en procura de la victoria.

(4) FULLER J. F. C. Batallas decisivas del Mundo Occidental. Ed. Caralt.


Barcelona. 1961, pág. 169.

109
Se pueden establecer 3. fases :
ira.: Aníbal ordenó iniciar el ataque a los conductores de
los elefantes, mientras su infantería y caballería avanzaban len-
tamente.
Escipión replicó haciendo avanzar sus fuerzas, pero acompa-
ñado de un tremendo estruendo de trompetas y cuernos, que pro-
vocó el pánico entre los paquidermos. Especialmente en los flan-
cos dieron media vuelta y se abalanzaron contra la caballería
cartaginesa, sembrando gran confusión. Esta oportunidad no
fue desechada por Escipión, que con una arrolladora carga arras-
tró fuera del campo de combate, a la caballería númida de
Aníbal.
En el centro del dispositivo, algunos animales lograron pa-
sar pero fueron neutralizados por los Vélites, quienes los condu-
jeron por los pasajes hacia la retaguardia.
2da.: Mientras ocurría el episodio de las caballerías y ele-
fantes, los primeros escalones de infantería avanzaron y choca-
ron. Al principio, los hastarios, superados por la mejor esgrima
de los mercenarios, sufrieron graves bajas, pero al recibir apoyo
de los Príncipes, retomaron la iniciativa y los hicieron retroceder.
Posteriormente el repliegue se transformó en huida al no ser apo-
yados por los Afrocartagineses.
Es así que a este segundo escalón cartaginés se le presenta-
ban dos eventos:
—contener el desbande de sus aliados;
—rechazar el ataque de los dos escalones romanos, que ya
amenazaban desbordarlos y a su vez ejercían una fuer-
te presión.
Aníbal, ante esta situación, ordenó el repliegue sobre el 3er.
escalón y constituyó así una Fuerte Masa, que obligó a Escipión a
detener el ataque ante el nuevo cuadro de la situación que se le
presentaba.
La resolución del conductor romano fue organizar y redis-
tribuir sus fuerzas, ampliando el frente del ataque. Para ello
ordenó que los hastarios mantuvieran su posición central, mien-
tras que los príncipes y triarios marcharan a primera línea por
mitades y a ambos flancos.
3ra.: Con este dispositivo continuó la lucha en el que ambos
adversarios chocaron con una energía y valor tal, que la batalla
quedaba sin definirse, aunque existía una ligera superioridad

110
cartaginesa por su mayor número. La oportuna llegada de
la Caballería romano-númida, volcó la situación en favor de los
romanos. Con su carga sobre la retaguardia enemiga, provoca-
ron, enormes bajas a los cartagineses, quienes luego de una épi-
ca resistencia fueron derrotados. Algunos se rindieron y otros
fueron perseguidos y aniquilados.
Se calcula que los romanos perdieron más de 2.000 hombres,
siendo en mayor proporción la de hastarios, mientras que los
cartagineses sufrieron más de 20.000 y similar número de pri-
sioneros. Aníbal logró escapar con una reducida escolta.
Al término de la batalla, Escipión se mostró magnánimo con
el vencido. Según Fuller, no se encontraba en condiciones para
llevar a cabo el sitio de Cartago, por lo cual se llegó a la paz.
Cartago entregó todos sus buques de guerra y sus elefantes, com-
prometiéndose a no entrar en ninguna guerra sin el consenti-
miento romano. Además a Massimissa, fiel aliado romano, le fue
devuelto su reino y Cartago se obligó a pagar un fuerte tributo
durante 50 años.
11. Cannas y Zama en la Evolución del Arte de la Guerra.
Hemos señalado la importancia que tuvo la Batalla de Za-
ma para el posterior dominio romano, pues a continuación Es-
paña se convirtió en una provincia, Cartago se eliminó como Po-
tencia transformándose en una ciudad mercantil que más tarde
sería destruida, mientras Roma miraba hacia Grecia y otros te-
rritorios que luego conquistaría sin obstáculos para constituir
su inmenso Imperio.
Pero además, las dos batallas nos brindan una serie de re-
flexiones importantes y decimos las dos, pues, es imposible estu-
diar una sin que aparezca la otra mostrándonos cómo, ante el ge-
nio creador de Aníbal, se produjo la reacción romana de Esci-
pión, quien logró absorber el impacto de aquel gran conductor y
vencerlo con similares procedimientos técnicos y creatividad.
Pero hay otra circunstancia que debemos señalar. La Ba-
talla de Cannas, estudiada por el Mariscal Schlieffen, lo llevó a
creer que la maniobra de Aníbal era "una panacea para con-
quistar la victoria". Según nos dice el Coronel Ornstein, "creó
en el ejército alemán de comienzos de siglo una mentalidad ru-
tinariamente aferrada a la idea de la ofensiva o avance que in-
variablemente debía desembocar en la batalla del cerco, doctri-

111
na que persistió tenazmente después de finalizada la Primera
Guerra Mundial" (5).
Esta circunstancia nos debe hacer meditar muy profunda-
mente, pues estudiar Cannas con exclusividad sin ver su contra-
partida en Zama, es caer en uno de los peligros señalados reite-
radamente, o sea buscar en la Historia Militar fórmulas de éxi-
to o normas para aplicar a futuras situaciones.
Eso significa prepararnos para la guerra que pasó, sin te-
ner en cuenta que la Historia Militar busca conseguir algo muy
distinto de las "recetas" para obtener la victoria.
12. Las Guerras Civiles.
. Cayo Julio César.

JULIO CESAR

Con la destrucción de Cartago terminó la oposición más im-


portante para que Roma pudiera ocupar y someter los pueblos
del Mediterráneo, de manera que pudo así prepararse para im-
plantar su hegemonía mundial. Pero no bien Roma se planteó es-
te objetivo, estallaron las guerras civiles. Luchas que según al-
gunos historiadores, surgieron en torno de la cuestión acerca de
cómo debía llevarse a cabo dicha conquista y de qué era lo que
debía hacerse con las tierras italianas ganadas y con el Imperio

(5) ORNSTEIN Leopoldo, Coronel. Obra citada. pág. 128 y 129.

112
Mundial conquistado. Dicho de otro modo más sencillo, cómo la
"élite" gobernante debía cumplir esa tarea. César representa,
a través de la trayectoria política militar, la coyuntura de este
interrogante y su muerte ocurrió cuando se hallaba tan sólo en
el comienzo de la obra de organización, integración y consolida-
ción del Imperio, que sus sucesores lograron realizar.
César nació en Roma el 12 de julio del año 100 A. C. Es
considerado una de las figuras más extraordinarias de la Histo-
ria; murió asesinado el 15 de marzo del año 44 A. C. por un gru-
po de Senadores que se oponían a su nombramiento como Rey
de Roma.
Poseía una extraordinaria inteligencia; era un espíritu egó-
latra y maquiavélico. Buscando lograr sus fines, se enroló en
las filas del partido del pueblo, que era el que más apoyo podía
darle.
Como gobernante fue un gran demagogo; llevó a Roma a
un elevado grado de progreso y bienestar. Desempeñó numero-
sos cargos públicos ; fue nombrado Sumo Pontífice, se le declaró
divino y su estatua fue colocada en los templos junto a la de los
dioses.
Como militar se preocupó constantemente por el bienestar
de sus soldados ; gozaba entre su tropa de un respeto y fidelidad
incondicionales. Se le consideraba cerebro y alma de su ejérci-
to. De espíritu ofensivo, lo acompañaba con cierto grado de au-
dacia y temeridad que le valió más de un triunfo.
De clara visión estratégica, extraordinario organizador, po-
seía gran talento para el empleo de la técnica militar en sitios
de ciudades y pasajes de ríos.
En su época, descolló como militar, político, matemático, his-
toriador y escritor.
Sus campañas las podemos reducir sintéticamente en:
1) Conquista de la Galia (58 a 51 A.C.).
—Dos invasiones a Bretaña (Inglaterra).
—Dos expediciones a través del río Rin contra tribus
germánicas.
—Algunas batallas: BERGOVIA (derrota), AVERI-
CUM, ALESIA.
2) Guerra civil contra Pompeyo (49 a 45 A.C.).
Algunas batallas : DIRRACHIUM (derrota), FAR-
SALIA, ZIELA, TAPSO y MUNDA.

113
b. La batalla de Farsalia.
1) Antecedentes.
Fue el resultado de la ambición por el poder entre dos roma-
nos y con ella finalizó la 2da. guerra civil de la República.
—CESAR dominaba Italia y las zonas inmediatamente al
norte de la misma.
—POMPEYO completaba su ejército en Dirrachium (Epiro,
actual Albania).
—AFRANIO, general pompeyano, con el grueso de las fuer-
zas leales a éste, dominaba España.
CESAR quedó entre dos frentes y decidió atacarlo por par-
tes (líneas interiores) y, mediante sólo hábiles maniobras, aisló,
sitió y logró la rendición del ejército de AFRANIO en España.
Luego regresó a Italia, eliminó pequeñas resistencias y cru-
zó el Adriático hacia el Epiro, en dos escalones, para sitiar a
Pompeyo en Dirrachium.
Fracasado el sitio, se retiró por falta de víveres hacia el
Sudeste, a las llanuras de Farsalia. POMPEYO lo siguió sin que
hubiera persecución (fase de la explotación).
Sobre las márgenes del río Enipeo, acamparon aproximada-
mente 5 km uno del otro y durante días se reorganizaron efec-
tuando demostraciones sin consecuencias.
El 9 de agosto POMPEYO formó su ejército en un lugar de-
sacostumbrado y más favorable para los planes de CESAR, que
decidió atacar (año 48 A.C.).
2) Planes tácticos:
—CESAR :
Ataque frontal con empleo de una reserva creada
al efecto, formada oblicuamente con respecto al fren-
te, en el ala derecha y oculta detrás de la caballería,
se la denominó 4ta. fila.
Además, apoyar la caballería con infantería lige-
ra que combatía mezclada con ella y hostigaba a los
jinetes enemigos desde abajo, con sus armas ligeras
y livianas.
Empleo de la 3ra. línea, reserva clásica romana,
sólo por su orden.

4
pr

115
—POMPEYO:
Ceder la iniciativa para conservar las líneas, ago-
tando al enemigo con el movimiento a realizar para
tomar contacto.
Asegurar el ala derecha, apoyada en el río con
600 jinetes.
Atacar el grueso de la caballería, el ala derecha
de CESAR, rodearlo y caer sobre la retaguardia.
3) Desarrollo de la batalla:
César, que había dejado bajo su exclusivo control
la reserva o cuarta línea, ante la actitud de Pompeyo
de cederle la iniciativa, inició el avance hacia el dispo-
sitivo adversario. Detuvo el mismo a 200 metros del
enemigo, y al reanudarlo,. Pompeyo lanzó su caballería,
arqueros y honderos contra la derecha de César, obli-
gando a retroceder a la caballería de éste. Ante este
éxito, presionó aún con más fuerzas e inició el envol-
vimiento del ala respectiva. "Al observarlo César dio
la señal a su cuarta línea, que estaba compuesta por
ocho cohortes, las cuales avanzaron con toda rapidez,
desplegando sus estandartes, y atacaron con tal furia
a la caballería de Pompeyo que ésta no pudo resistir y
dando media vuelta emprendió la huida en dirección a
las alturas próximas. Una vez desalojadas las mismas
por las huestes de César, los arqueros y honderos que-
daron sin protección y fueron muertos. Llevados de su
ardor, las cohortes rodearon la izquierda de Pompeyo,
a pesar de la resistencia encontrada allí y atacaron su
retaguardia" (1). Simultáneamente, César puso en jue-
go a sus reservas, que rompieron el frente de Pompe-
yo. Este huyó entonces y César emprendió una agre-
siva y enérgica persecución, que concluyó con el aniqui-
lamiento total del ejército pompeyano.
Operación ofensiva — explotación, coronada por una perse-
cución extrema.
Sólo César ordenaba las acciones y movimientos.
Empleo gradual de las fuerzas acorde con su real capacidad.
Iniciativa permanente y en consecuencia :

(1) CESAR, Guerra Civil, III, 93.

116
—Dominio permanente de la situación.
—Conducción ágil y decidida.
—Resoluciones y soluciones rápidas y efectivas.
Exacta determinación del punto débil enemigo.
Concentración del poder de combate en busca del logro del
objetivo.
Optima instrucción y elevada moral de las fuerzas de César
con:
—Gran espíritu de cuerpo.
—Plena identificación con el Jefe.
4) Innovaciones de César:
Explotación de la batalla librada.
Movilidad de la reserva, en oposición al estatismo ortodoxo
anterior de la misma y su empleo resuelto prácticamente, antes
de comenzar la batalla.
Farsalia, a diferencia de casi todas las grandes batallas de
la época, fue una victoria militar y política.
Militar: porque la derrota de POMPEYO fue total, destrui-
do su ejército, arrollado su campamento, rendidas por sed las
dos legiones que se lograron retirar con pocas pérdidas del cam-
po de combate y perseguido él mismo hasta Egipto, donde fue
asesinado por el hermano de la reina Cleopatra.
Política: porque significó para el vencedor, la suma del po-
der público y para Roma el resurgimiento de su gloria y esplen-
dor por otros cuatro siglos.
13. El Ejército Imperial Romano.
a. Antecedentes.
Al término de las Guerras Civiles y con el asesinato de Cé-
sar en 44 A.C., se produjo una crisis en la República Romana.
De ella surgió victoriosa la figura de un sobrino de César, lla-
mado Octavio. Cuando éste logró derrotar a Marco Antonio, reu-
nió consigo prácticamente todos los poderes, entre ellos el de
"Imperator", que lo consagraba como la más alta autoridad mi-
litar. El ejército romano sufrió una reorganización distinta a
la vigente hasta entonces, pues nutrieron sus filas diferentes
grupos étnicos de los que hasta entonces se conocían. Desde los
tiempos de Mario y con participación activa en las luchas civi-
les, los libertos y esclavos tuvieron acceso a las legiones roma-
nas. En la época del Imperio, también los bárbaros lo integra-

117
ron, particularmente aquellos asentados en las provincias balcá-
nicas que apenas habían sufrido el proceso de romanización. Así,
hacia el 166 y 180 A.C., bajo el reinado de Marco Aurelio, lo-
graron obtener una particular gravitación, constituyéndose en
una instancia política decisiva, puesto que el estado militar sig-
nificaba el derecho a la Ciudadanía romana.
El Ejército Romano pasó a ser una Institución de carácter
permanente, fijándose el servicio a cumplir en 20 años. Para
tan dilatado período en las filas se determinaron adecuadas com-
pensaciones ; así, Boudet cita, en su "Historia Universal de los
Ejércitos", que la soldada normal era de 750 denarios anuales,
además de cesiones de tierras en las colonias y otros estímulos
importantes.
b CaracteríSticas principales del Ejército Imperial.
1) Composición.
La legión continuó organizada en cohortes, manipulas y
centurias. Cada Legión contenía un número y denominación ca-
racterística, además de la jurisdicción territorial correspondien-
te (Ejemplo : III Augusta, V Blandae, etcétera).
Había además 9 cohortes pretorianas, de las cuales tres es-
taban en Roma y 6 en el resto de Italia.
Augusto organizó 25 legiones en total, de las cuales 8 es-
taban en el Rin.
Siete cohortes (vigiles) constituían una policía nocturna,
encargados de prevenir incendios.
Los cuerpos auxiliares (extranjeros) formaron unidades
permanentes.
La Guardia privada era un cuerpo de Caballería, que escol-
taba al Emperador y su familia en sus desplazamientos, siendo
reclutada entre españoles y germanos.
2) Presupuesto financiero para el sostén del Ejército:
Se solventaba con los fondos obtenidos con un impuesto, ob-
tenido en la retención de un vigésimo de los bienes de la po-
blación.
3) Efectivos aproximados.
Alrededor de 350.000 hombres, sobre un total de 50 millo-
nes de habitantes para todo el Imperio. Ello indica de por sí un
efectivo insuficiente.

118
4) Decadencia del Ejército:
Las guardias de fronteras (el "limes") quedaron reducidas
a la defensiva. La mayoría de las veces fueron integradas esen-
cialmente por tropas de cobertura, sin más reservas detrás de
ellas que los pretorianos, que no se transformaban en cuerpos
de operaciones fácilmente.
El ejército imperial quedó prácticamente inmovilizado en
sus quehaceres cotidianos y en su rutina burocrática, preocupa-
do por sus comodidades y aislado del resto de la vida del país.
5) Tareas más importantes del Ejército Imperial.
El limes era todo un complejo fortificado, sólida defensa,
construida en profundidad e intercomunicada con el resto tia
Imperio por medio de buenas rutas terrestres y aún fluviales.
En algunos casos, la frontera la constituían muros de piedra, con,
fosos, torres y puestos fortificados. Los cuarteles de las distin-
tas legiones fueron centro de múltiples actividades, pues no só-
lo se vinculaban con acciones defensivas, sino que constituyeron
con el tiempo los núcleos importantes de poblaciones estables.
Para concretar esta acción cultural, el Ejército ejecutaba
los siguientes trabajos :
—Conservación y mejoras de las líneas fortificadas.
—Construcción de caminos, viviendas, cuarteles y en algu-
nos casos poblaciones estables.
—Construcción de puentes, calefacción pública y acueductos.
—Fabricación de tejas y ladrillos para construcciones.
Estas actividades acentuaron la pérdida del espíritu guerre-
ro. Los civiles rodearon los fuertes y los soldados fueron auto-
rizados a vivir con sus familiares, en muchos casos ilegítimos.
6) Pérdida del carácter nacional.
Los soldados, cada vez menos profesionales, perdieron su es-
tado físico, abandonando los equipos pesados, la coraza y el casco.
Hubo dificultad en la integración de los soldados bárbaros
dentro de la sociedad romana. Esta falta de asimilación produjo
una penetración dentro de aquélla, que se acentuó hasta consti-
tuir el elemento dominante en el ejército.
c . Consecuencias.
La pérdida de agresividad tuvo su primer exponente en la
Campaña contra los germanos (Año 5 D.C.), en que el general

119
romano Varo fue derrotado por Arminio, caudillo bárbaro, im-
pidiéndose así adelantar la cultura romana más allá del río Rin.
Más tarde, los antaños invencibles legionarios fueron venci-
dos por los godos con granizadas de flechas. Paulatinamente, la
espada y la pica fueron reemplazadas por el arco, y hacia fina-
les del Imperio, éste constituyó el arma esencial.
En forma gradual, los "limes" fueron ocupados por tropas
menos selectas y vigorosas que eran las encargadas de dar la
alarma, pues las tropas realmente operacionales estaban acanto-
nadas en el interior, lo cual dificultaba su accionar inmediato.
La legión tradicional desapareció por ser demasiado numerosa y
pesada, siendo reemplazada por agrupamientos de 1.000 hombres,
a las órdenes de un tribuno.
La Caballería constituyó un arma muy importante. Estaba
integrada en su gran mayoría por unidades bárbaras, que com-
batían con sus propias armas y tácticas particulares.
Así, la decadencia del Ejército Romano, fue preparando tam-
bién la caída del Imperio, cuya eclosión se produjo en 476 D.C.
con la ocupación de Roma que inició la llamada Edad Media de
la Historia.

120
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA

Principal (Inéditas).
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Complementaria.
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—DUFOUR A. Táctica aplicada. Ed. Fernando Maldonado. Bs. As. 1901.
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—LIDDELL HART. Escipión el Africano, un hombre más grande que Na-
poleón. Círculo Militar. 193'5.

121
. LA EVOLUCION DEL ARTE DE LA GUERRA, DESDE
LA DISOLUCION DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDEN-
TE (476) HASTA LA CONQUISTA DE CONSTANTINO-
PLA POR LOS TURCOS (1453).

1. Antecedentes. - Los Bárbaros, la Caída del Imperio Romano


de Occidente y la Evolución del Arte de la Guerra.
Hacia el siglo V DC, los pueblos germanos que lindaban con
el Imperio se enfrentaron con serios problemas: cambios climá-
ticos desfavorables, incremento demográfico, escasez de produc-
tos primarios para la vida y finalmente el avance impetuoso de
los hunos. Este pueblo estepario, después de ser expulsado de
China, se desplazó hacia el Oeste y ocupó la llanura rusa meri-
dional.
En 375 D.C. los hunos lograron someter a los pueblos ger-
manos, muchos de los cuales estaban al servicio de los romanos.
Entre 377 y 405, los hunos se asientan provisoriamente en Ucra-
nia y Rumania. En 453, Atila se convierte en el Caudillo Gene-
ral de los hunos, ejerciendo coacción sobre el Imperio Romano
de Oriente, quien tiene que pactar con él un tributo anual. Des-
pués de una incursión por el Valle del Po en 451 (donde fue de-
rrotado en la Batalla de los Campos Cataláunicos), Atila desapa-
rece en 453 sin haber logrado la sedentarización de su pueblo.
Un año después, el sucesor de Atila, su hijo Elac, es derrotado
por los germanos. En 455 los vándalos realizan la conquista de
Roma (que ya había sido incendidada y arrasada anteriormente
en 410), y ejecutan un pillaje sistemático durante varios días.
Luego de ello, regresan a su reino situado en Africa del Norte. A
continuación, durante un largo período, el Imperio Romano de Oc-
cidente va desapareciendo, fragmentándose en una serie de rei-
nos gérmánicos que en forma paulatina se convierten al cristia-
nismo y serán con el tiempo, el núcleo de futuros Estados Eu-
ropeos. Con la formación de los reinos bárbaros florecen los po-
deres locales, limitados a una abadía, un burgo o un castillo.
Este factor origina una considerable influencia sobre la or-
ganización militar y el arte de la guerra. Así, hemos observado
que los romanos utilizaron fundamentalmente las Legiones de
Infantería, durante la mayor parte de su existencia. Con la apa-
rición de los bárbaros, hacen su entrada los jinetes, hombres que

1 22
vivían, combatían y morían a caballo. Ello trae como conse-
cuencia la supresión de las grandes y compactas formaciones de
combate y la tendencia hacia la lucha individual. La caballería
se fue cubriendo poco a poco de hierro, imponiéndose leyes espe-
ciales y surgiendo paralelamente una nueva clase guerrera, la
de los caballeros. La infantería quedó relegada a un rol secun-
dario y como las normas vigentes imponían el deber de afrontar
cara a cara al adversario, se llegó a no tener en cuenta lo que no
sea el choque con el arma blanca, en una lucha donde los caba-
lleros, formados en línea cargaban todos simultáneamente, des-
cartándose la idea básica de maniobra.
Dice Dufour en su libro sobre Táctica, de principios del si-
glo XX, que "el arte de librar batallas, consiste esencialmente en
ejecutar las concepciones del jefe. Es necesario para esto que el
jefe disponga de masas obedientes, susceptibles de recibir la im-
pulsión de su voluntad. Sin esto, la batalla degenera, transfor-
mándose en una serie de acciones aisladas, de duelos, donde la
destreza y la bravura personal es lo que predomina".
Por lo tanto, la situación política-social que se vivía, hizo
que en este particular período histórico, el caballero buscara en
el combate solamente brillar en primera línea y el jefe, sin tener
tampoco vistas más amplias, procedía en forma parecida.
Más tarde, hacia fines del siglo XIV sucedió en el mun-
do conocido un hecho muy importante: la aparición del arma de
fuego, cuya trascendencia fue gradual, pues recién a principios
del siglo XVI tuvo verdadera influencia en el campo táctico. Sin
embargo, ya durante la guerra de los 100 años, la artillería co-
menzó a hacer sentir sus efectos y junto a ella, la infantería per-
maneció con una formación similar a la falange griega, hasta
ocupar paulatinamente un lugar notable en el campo de combate.
Con esta breve introducción, estamos en capacidad de abor-
dar los principales hechos político-militares que hacen a este pe-
ríodo histórico y que constituyen una etapa muy importante en
la evolución del Arte de la Guerra.
2 . El Arte de la Guerra durante la Edad Media. Las institu-
ciones militares y el orden político, económico, social y
científico-técnico.
Estructura social de la Edad Media.
Por razones de estudio, la Edad Media ha sido dividida en
tres períodos :

123
—la temprana Edad Media : comprende desde la caída del
Imperio Romano de Occidente (476) hasta la disolución
del Imperio Carolingio, a la muerte de Carlomagno (814) ;
—la Alta Edad Media que abarca desde el 814 hasta las 7a.
y 8a. cruzadas (1270) ;
—la Baja Edad Media, se extiende desde el 1270 hasta la
caída de Constantinopla (1453) para unos, o hasta el des-
cubrimiento de América (1492), para otros.
En este prolongado período histórico, la estructura social y
política está condicionada por dos factores principales:
—el régimen feudal;
—el desarrollo de las ciudades (la vida urbana).
El primero está presente durante toda la Edad Media; ex-
tra-legal en su nacimiento, a partir del 800 adquiere particular
importancia, llegando a constituir el elemento característico de
todo el período. Alcanza su esplendor en el siglo XIII y, luego
de declinar rápidamente, desaparece en el siglo XV.
El desarrollo de la ciudad está presente en la Edad Media
a partir del siglo XI, alcanzando su plena vigencia en el siglo XVI.
b. El Feudalismo.
Tiene su origen en distintas épocas y lugares ; los factores
más importantes que llevaron a él, son los siguientes:
—La clientela, el colonato y el precárium en Roma.
—El beneficium y las inmunidades puestos en práctica por
los reyes merovingios y carolingios.
—Las invasiones de los escandinavos, los magiares y los mu-
sulmanes.
—El comitatus germano.
1) La clientela:
Desde remotos tiempos, aquellos que pasaban por
una mala situación económica, buscaban protección en
los ricos, de quienes se transformaban en clientes o de-
pendientes personales.
2) El colonato:
En los siglos III y IV, el gobierno imperial roma-
no, con el objeto de aumentar la producción agrícola, dio
tierras a labradores a los que convirtió en colonos, colo-
cándolos bajo el control de grandes terratenientes.

124
3) El precárium.
Consistía en el arrendamiento de la tierra a quie-
nes querían cultivarla y estaban dispuestos a pagar la
renta al propietario.
El colonato y el precárium fueron características
del feudalismo de la temprana edad media. Los
propietarios tenían cada vez más fuerza y enfrentaban
al gobierno ignorando sus disposiciones y tendiendo a
gobernar soberanamente sus propiedades.
4) El benefícium.
Fue creado por la Iglesia para modificar el precá-
rium. Adoptado por los reyes merovignios para recom-
pensar a sus condes y duques con beneficios, asegura-
ba el vínculo entre los cargos públicos y la posesión de
la tierra.
Los reyes carolingios recurrieron a él para obte-
ner tropas de caballería de los nobles locales, para lu-
char contra los musulmanes.
Cuando esta práctica se hizo muy común, ocurrió
que los reyes dependieron cada vez más de los terrate-
nientes ; el problema se agudizó cuando se otorgó las
inmunidades a los poseedores de beneficios.
Estos impedían a los agentes del Rey controlar las
tierras de un noble, seglar o eclesiástico.
c Las invasiones de los escandinavos, magiares y musulmanes.
Estas comenzaron a presionar en los siglos VIII y IX en las
zonas más ricas de Europa Occidental. Ello llevó a los agricul-
tores más modestos, hasta ahora independientes, a pedir protec-
ción a sus vecinos más poderosos, quienes poseían tropas y for-
talezas en las que podían refugiarse sus protegidos.
d . El comitatus germano.
Era un grupo de guerreros con su jefe correspondiente, uni-
dos por obligaciones de servicio y lealtad mutuas. Los guerre-
ros debían proteger y defender a su jefe, y éste les proporcio-
naba armas y caballos. No había servilismo ; los guerreros eran
prácticamente pares de su jefe.
Este tipo de relación, basado en el honor y la lealtad, se
introdujo en el feudalismo y condicionó las relaciones entre se-
ñores y vasallos.

125
c. El sistema feudal.
En síntesis constituyó una estructura social descentralizada.
en la cual las funciones de gobierno eran ejercidas por SEÑORES
particulares sobre las personas que dependían económicamente
de ellos.
Se basaba en los siguientes conceptos principales :
1) El derecho a gobernar era un privilegio de todo el que
poseía un feudo. Este privilegio implicaba obligaciones
cuya violación ocasionaba, normalmente, la pérdida del
feudo.
Todo estaba basado en el contrato.
—los gobernantes convenían en que gobernarían justi-
cieramente y de acuerdo a las leyes humanas y di-
vinas;
—los súbditos se comprometían a obedecer mientras los
gobernantes ejercieran sus funciones con justicia ;
—si una parte violaba el contrato, la otra quedaba ab-
suelta de sus obligaciones.
2) La SOBERANIA era limitada. Ningún gobernante te-
nía derecho a imponer su voluntad personal a sus súb-
ditos. No tenía derecho a dictar leyes, éstas nacían de
la costumbre y de la voluntad de Dios. El señor podía
dictar decretos administrativos para poner en vigor la
ley.
Casi todos los nobles debían su posición a una he-
rencia ; en ciertos casos se otorgaba título a algún ple-
beyo por servicios prestados al rey. Por lo tanto era
una sociedad muy aristocrática ; el progreso por méri-
tos personales era difícil y, en consecuencia, no existía
la movilidad social.
El sistema feudal adquirió su mejor expresión en
Francia, pero no fue igual en todos los países. En
Alemania, por ejemplo, no se daba el derecho a la he-
rencia del primogénito y la diferencia de clases sociales
no era tan marcada.
Cabe señalar que toda Europa no estuvo bajo este
régimen; las regiones montañosas quedaban bajo pro-
piedad de agricultores independientes en FRANCIA,
ALEMANIA e ITALIA y las ciudades, especialmente
a partir del siglo XI, escaparon al régimen.

126
f. Niveles sociales bajo el régimen feudal.
Existían dos niveles bien diferenciados : la nobleza y las cla-
ses serviles. Cada una de ellas admitía otras divisiones.
El régimen de señorío y vasallaje se desarrollaba dentro del
siguiente esquema :
El rey tenía la autoridad suprema.
Luego venían los grandes nobles (condes - duques - mar-
queses) y los obispos.
Estos nobles tenían bajo su dependencia nobles menores (ba-
rones y vizcondes), los cuales ejercían su poder sobre partes del
feudo del gran señor. Es decir, un feudo era concedido por el so-
berano o un gran noble.
Estos últimos podían aún dividir su feudo entre caballeros,
último escalón de la nobleza y cuyos feudos eran indivisos.
Un feudo podía ser también un cargo público, instalar mer-
cados, una esfera de influencia, el derecho de cobrar peaje por
pasar un puente, etcétera.
g. Derechos y deberes feudales.
1) Derechos del señor sobre sus vasallos.
—Actuar como tutor legal en caso de que un menor he-
redara un feudo.
—Sucesor, o sea recuperar el feudo de un vasallo que
muriera sin dejar herederos.
—Confiscar el feudo si el vasallo no cumpliera el con-
trato. Este podía ejecutarse si el vasallo fuera con-
denado por un tribunal formado por sus pares.
2) Obligaciones del señor con sus vasallos.
—Proporcionar ayuda militar a sus vasallos.
—Controlar que se hiciera justicia a sus vasallos.
3) Derechos de los vasallos sobre sus señores.
—Ningún noble podía ser juzgado por otros que no fue-
ran sus pares.
—Repudiar a su señor por actos injustos o por no ha-
berle dado protección.
4) Obligaciones de los vasallos con su señor.
—Prestar servicio militar durante cierto número de días
al año.

127
—Asistir a su corte.
—Rescatar a su señor si caía prisionero.
—Pagar un impuesto muy alto si heredaba o vendía el
feudo.
h . Las clases serviles.
Constituían la gran masa de los habitantes de un feudo. Exis-
tían cuatro niveles :
—villanos ;
—siervos;
—rústicos;
—esclavos.
La gran mayoría eran villanos y siervos, quienes ejecuta-
ban los trabajos de la tierra.
i. La vida urbana,
A partir del siglo XI la ciudad cobró en Europa un notable
incremento y las actividades en ella desarrolladas fueron tan im-
portantes como las dei sistema feudal.
En las ciudades se desarrolló todo el conocimiento cultural
y artístico de la Edad Media (especialmente la baja Edad Media).
Las ciudades nacieron por diversas causas:
—algunas venían de la época romana;
—otras eran poblaciones pequeñas que adquirieron impor-
tancia al crearse obispados ;
—unas al congregarse gente alrededor de castillos y forta-
lezas.
Todas fueron producto del resurgimiento del comercio del si-
glo XI. Los habitantes de las ciudades escaparon del régimen
feudal. Tenían amplia libertad para disponer de sus bienes, des-
plazarse a voluntad, no pagaban tributos feudales Y los ciuda-
danos eran juzgados por tribunales municipales. Las ciudades
más importantes gozaron de amplia libertad política designando
sus funcionarios por elección.
Las instituciones fundamentales de la ciudad estaban cons-
tituidas por los gremios ; los principales fueron los de los merca-
deres y los artesanos.
J. Funciones de los gremios.
—mantener la calidad de los productos ;

128
—evitar la competencia entre mismos productos, regulando
los precios ;
—exigir uniformidad de precios y salarios;
—prohibir el trabajo en horas extras ;
—regir, por medio de una complicada reglamentación, los
métodos de producción y calidad de los materiales emplea-
dos;
—desalentar los descubrimientos e inventos a menos que
pudieran ser empleados por todos;
—impedir el ejercicio del oficio en la ciudad si antes no se
ingresaba al gremio.
3. Organización. Armamento y procedimiento de Combate
durante la Edad Media.
a. Organización y armamento.
Desde la caída del Imperio Romano y hasta el siglo IX prác-
ticamente las armas empleadas eran similares a las de la época
romana (sables, lanzas, etcétera).
Posteriormente aparecen armas arrojadizas de mayor po-
tencia y precisión, tales como el arco y la ballesta.
El ARCO, perfeccionado por los ingleses, vuelve a resurgir.
Largo de la estatura de un hombre, era construido de madera de
arce. Longitud de la flecha: mitad del arco; alcance: aproxima-
damente 200 metros ; cadencia de tiro: de 10 a 12 flechas por
minuto; gran poder de penetración (eficaz contra jinetes y ca-
balgaduras) ; precisión, no tanto como la ballesta, pero de ópti-
mo resultado empleado en "granizadas de flechas" (empleo en
masa).
Las tropas, siempre que entraban al combate, formaban:
una vanguardia, un centro, dos alas y una retaguardia. Disponían
además de varias formaciones de combate: media luna cóncava,
convexa, rombo, triángulo o anillo. Sus líneas de batalla
estaban constituidas por diez filas: de la la. a la 3a., infantería ;
de la 4a. a la 8a. caballería, y 9na. a 10ma., con servidores e
impedimentas.
b. Artillería.
Adquirió importancia en la Guerra de los Cien Años.
e. Ingenieros.
Llamados gastadores, acompañaban a las tropas en número
que llegaban a miles, juntamente con taladores y azadores.

129
Carecían de organización, disciplina y estado militar. Entor-
pecían en gran manera a los combatientes, en especial durante
los desplazamientos. Recién tomaron estado y organización mi-
litar en el siglo XVII, dado que en la Edad Media el trabajo por
ellos realizado se lo consideró algo poco honroso e impropio del
soldado.
4. El Imperio Bizantino - Los Arabes.
a . Bizancio.
1) Consiguió sobrevivir al siglo V. En el siglo VI Justi-
niano reorganizó el Imperio de Oriente que perduró has-
ta el siglo XV. Causas de su permanencia:
—restos de la cultura helenística;
—economías ricas para mantener el Imperio ;
—Ejército y Marina fuertes y bien organizados ;
—gobierno centralizado y con poder;
—buena infraestructura administrativa.
2) Aportes culturales de Bizancio.
—hombres de letras no originales, pero transmitieron
a la posteridad el saber de Grecia y Oriente;
—impidió la caída del comercio y la industria;
—preservó y sistematizó el Derecho Romano (Código
de Justiniano) ;
—la Iglesia Cismática Griega no tuvo ingerencias en la
vida política, pero sí fue un factor político indirecto
importante por su contribución a crear la unidad del
Imperio.
b. Las Guerras Bizantinas.
1) Antecedentes.
Entre los siglos V y X la debilidad militar de Europa fue
impresionante. No obstante en este prolongado período no apa-
reció un invasor decidido a conquistarla. En gran parte esto se
debió a la presencia del Imperio Bizantino y sus estratégicas
áreas de influencia. Europa sólo debió soportar, más que opo-
nerse, a las tribus bárbaras que provenían del Asia. Bizancio,
sulo y sin ayuda, se opuso durante ese lapsa a eslavos, búlgaros,
ávaros, rusos, turcos, persas, etcétera. Europa encontró en el Es-
te defensas muy competentes y capaces, los cuales dieron tiempo
a los países occidentales del continente a afirmarse y organizarse
después de la caída del Imperio Romano de Occidente. Cuando

130
Bizancio cae finalmente, los países de Europa ya están en
condiciones de relevarles en la defensa contra el tradicional asalto
bárbaro del Este.
Desde el año 527, ascensión de Justiniano al trono, hasta
el 1071, fecha de la invasión turca y derrota del romano DIO-
GENES en MANZI-KERT (batalla que quebró definitivamente
la estructura del Imperio Bizantino), el poder militar imperial
no sufrió ninguna derrota grave ni tampoco tuvo un largo pe-
ríodo sin lucha.
La potencia bélica bizantina se basó en el ingenio y en el
intelecto, en el desarrollo de una estrategia y táctica muy ade-
cuada y en un comando superior muy bien preparado.
La vieja Roma fue conquistadora, es decir ofensiva, en base
a un poder militar formado por tácticas de infantería; su pro-
longación en Oriente, Bizancio, confió su permanente actitud de-
fensiva a su caballería.
La milicia bizantina era más griega que romana, pero con-
fiaba más en las fuerzas cerebrales que en las musculares. La
herencia helénica se advierte bien en los generales que no du-
dan en emplear la traición, ardides y estratagemas extremas pa-
ra alcanzar sus fines.
El estudio de la guerra fue importante en Bizancio. Puede
afirmarse que los libros de textos militares fueron verdaderas
armas de guerra. Escritos por emperadores y generales para la
conducción de probables operaciones, no pasaron por alto detalle
alguno, moral o material; además, es interesante destacar los
estudios sobre los probables enemigos, sus características nacio-
nales, sus organizaciones y tácticas, y no omitieron consideracio-
nes climáticas sobre la mejor época para operar contra cada uno
de ellos teniendo en cuenta sus hábitos particulares.
El poder militar bizantino se basó :
—en el sistema de mercenarios hasta MAURICIO (más rs,
menos 580) ;
—en el sistema de milicias nacionales entre MAURICIO y
la derrota de MANZI-KERT (1071). Se quiso imponer el
servicio militar ;
—se volvió al sistema de mercenarios hasta el fin del Im-
perio.

131
2) Belisario.
El IMPERIO de Oriente escapó a la acción bárbara sobor-
nándola con dinero y concediéndole las ventajas de accionar so-
bre Italia. Pasado este momento crítico, bajo los Emperadores
Zeno y Justiniano, reconstituyeron el poder militar y Bizancio,
en el 530 (Justiniano), está en condiciones de emprender la re-
conquista de Italia, España Y Africa del Norte.
El Comandante en Jefe será Belisario, el que, luego de vein-
te años de lucha, convertirá su nombre en leyenda.
Dos aspectos se destacan en Belisario: siempre operó con
gran pobreza de recursos si los comparamos con el adversario,
consiguiendo sus éxitos con el uso constante de tácticas defen-
sivas. Además tuvo una especial habilidad para inducir al ene-
migo a atacar.
c. Los Arabes.
El imperio mahometano, nació en la Península Arábiga. Des-
de allí comenzó la expansión hasta crear una gran hegemonía
territorial.
La creac'ón del Imperio tiene relación directa con Mahoma,
el gran dirigente religioso que nació en la MECA en el 570.
Dedicado al comercio desde joven, tuvo oportunidad de to-
mar contacto con otros pueblos y ampliar sus conocimientos re-
ligiosos. Casado con una mujer acaudalada, dispuso de tiempo
rara dedicarse a la meditación y a los problemas que suscitaban
la religión y la moral humana. Concluyó con el politeísmo de la
época, creyendo en la existencia de un ser supremo, un solo Dios,
cuyo nombre era Alá.
A los 40 años, es decir en el 610, tuvo una crisis religiosa
y creyó aue se le ordenaba predicar entre los árabes el sendero
de la VIRTUD. Comenzó a predicar en la MECA sin éxito, por
lo cual se cFri2-ió a MEDINA. Este acontecimiento, conocido con
el nombre de Hégira o Huida, ocurrió en el año 622.
En Medina consiguió numerosos seguidores y volvió con un
ejército a la Meca. En el año 632 casi todos los árabes eran
adeptos al nuevo credo.
1) La expansión.
A la muerte del profeta (632), se eligió un sucesor que to-
mó el nombre de CALIFA (sucesor del profeta). A partir de en-
tonces, los árabes inician un proceso imperialista, empleando la

132
Guerra Santa. Menos de un siglo después de la muerte de Maho-
ma (730), dominaban ARABIA - PALESTINA - SIRIA - ME-
SOPOTAMIA - NORTE DE LA INDIA - EGIPTO y NORTE
DE AFRICA; ocuparon algunas islas mediterráneas y en el 711
invadieron ESPAÑA. Llegaron a Francia pero fueron rechazados,
en 732, por Carlos Martel en Poitiers.
2)Organización del Imperio Islámico.
—El califa es la autoridad suprema, civil y militar.
—No tenía poderes legislativos.
—El territorio se organizó en provincias.
Córdoba
—Tres califatos : El Cairo
Bagdad
—A pesar de las diferencias existentes entre los pueblos que
formaban el Imperio, la religión, la cultura, y el idioma
obraron corno aglutinantes.
3) Desarrollo económico.
—Fueron grandes comerciantes; tal vez más que los fenicios.
Promovieron la agricultura.
—El comercio podía desarrollarse libremente.
—La industria fue estimulada.
. sedas
. telas
. alfombras
. joyería
. perfumes
4) La cultura islámica.
Los árabes, con gran sentido práctico, reunieron en manuales,
conocimientos útiles acerca de diversos ternas.
Introdujeron el uso del compás, el astrólabo y la pólvora.
Fueron grandes matemáticos (números arábigos) ; perfecciona-
ron así el álgebra, la aritmética y se distinguieron como astró-
nomos.
5) La decadencia.
—Los grandes días de la cultura musulmana van del siglo
VII al X.

133
—A partir de esta fecha adquirieron la supremacía aque-
llas ideas que se atenían rigurosamente a la letra del Co-
rán. Finalizó la libertad de pensamiento y la renovación
cultural.
—Los árabes gobernaron hasta el siglo XI.
—Los turcos adúcidos tomaron en esta época el mando.
—En el siglo XII se produce la irrupción de los mongoles
(GENGIS KHAN), que ocuparon SIRIA y MESOPOTA-
MIA.
—El siglo XIII y el XIV, otra tribu turca, los otomanos,
que tomaron CONSTANTINOPLA en 1453.
5. La Caballería Medieval.
a. La Caballería durante la Temprana Edad Media.
Los árabes organizaron sus tropas sobre la base de la ca-
ballería y fuerzas camelleras, con las que actuaron en el Norte
de Africa y en Asia Occidental.
Utilizaron una organización y táctica primitiva, y su arma-
mento y armaduras eran rudimentarias.
Luchaban en dos o tres líneas consecutivas, organizándose
por tribus separadas. Primero combatían sus campeones entre
sí y luego se realizaban las cargas en masa con una caballería
ligera, de gran movilidad.
También empleaban tropas a pie, pero en general estaban
mal armadas y desempeñaban tareas secundarias.
Su cualidad fundamental era una elevada moral de comba -
te, con fuerte influencia religiosa, gran movilidad en sus accio-
nes y una extraordinaria resistencia física, desarrollada por la
dura vida del desierto. De su fracaso ante los bizantinos, extra-
jeron alguna experiencia y modificaron en parte sus fuerzas, pe-
ro llegaron a tener una caballería pesada.
En cambio, el Ejército Bizantino basó siempre su potencia
en ese tipo de caballería. Sus soldados usaban larga cota de
malla, escudo de tamaño mediano y casco empenachado. Tam-
bién los caballos estaban protegidos por bardas de acero. Se em-
pleaba una amplia y cómoda silla y estribos de hierro.
Combatían con espadas de hoja ancha, daga, arco, lanza lar-
ga y a veces hacha.
Es interesante destacar que usaban uniforme, cuando nin-
gún otro ejército occidental lo hizo antes del siglo XVI.

134
El caballero debía tener adecuada solvencia económica para
poder mantener su caballo y los servidores que requería.
Empleaban la infantería, armada con arcos y jabalina, pa-
ra defender desfiladeros y terreno montañoso, fortalezas y ciu-
dades importantes. Disponían también de un cuerpo de ingenie-
ros y un servicio de sanidad, con médicos y camilleros.
En general, formaban para combatir con infantería en el
centro (cuando disponían de ella) y caballería en las alas y de
reserva. Definían la batalla mediante sucesivas cargas. Duran-
te el siglo VII en Europa occidental, adquiere importancia la ca-
ballería de los francos, quienes en principio combatieron a pie
y luego adoptaron sucesivamente el caballo y la armadura.
De ellos se conoce la primera carga de caballería, ejecuta-
da por Clotario II contra los sajones en el año 626.
Además, la perfeccionaron para poder defenderse de las fre-
cuentes invasiones vikingas, pueblo esencialmente marino Y que
basaba su poder en una extraordinaria capacidad para el comba-
te a pie, ya que no podían transportar caballos en sus naves.
Fueron guerreros extremadamente fuertes y feroces, e incluso
sus mujeres combatían con gran eficacia.
Carlos Martel, duque de los francos, y posteriormente su nie-
to Carlomagno introducen importantes reformas en el Ejército y
en el Estado.
Carlomagno, coronado Emperador por el Papa en el año 800,
organiza su Ejército con vistas a la conquista de un vasto im-
perio. Basa su poderío en la gran potencia de su caballería pe-
sada, que resulta indispensable para participar en campañas tan
prolongadas y combatir contra enemigos tan diversos, como los
arqueros montados ávaros o los lanceros pesados lombardos.
Carlomagno era un guerrero conductor de condiciones inna-
tas, estudioso de la historia y consumado conocedor de los hom-
bres. En general, concebía sus batallas mediante escaramuzas
con infantería (esencialmente arqueros) y luego las definía con
cargas de caballería en masa.
Precisamente para satisfacer en mejor medida las necesida-
des de su caballería, se inicia la cría de caballos de raza.
Como estadista, Carlomagno inició la feudalización de su rei-
no, proceso éste que va a determinar el feudalismo con caracte-
rísticas muy importantes para el desarrollo de la caballería y que
será tratado en el punto siguiente.

135
b. La Caballería como Institución.
1) Origen y esencia de la Institución.
Los orígenes de la caballería se hallan envueltos en la le-
yenda que atribuyen su creación al Rey Arturo de Bretaña; fun-
dador de la "Tabla Redonda", y a Carlomagno con sus legenda-
rios doce pares o paladines.
Los estudios modernos se remontan a tiempos más lejanos,
a la época de los germanos. Este pueblo, con sus costumbres, es-
píritu bélico y ambición de gloria, junto a la civilización roma-
na y bajo la influencia del cristianismo, dio nacimiento a la ca-
ballería como institución.
El feudalismo constituye una estructura social descentrali-
zada, en la que las facultades de gobierno son ejercidas por se-
ñores sobre las personas que dependen económicamente de ellos.
Los vínculos entre los señores y los vasallos se asentaban sobre
la base del honor y la lealtad recíproca. El derecho de gobernar
era un privilegio de todo aquel que tenía un feudo y debía ser
ejercido con justicia.
Los vasallos debían prestar servicio militar durante ciertos
días del año. De este aspecto, el servicio militar a caballo cons-
tituyó un factor fundamental del régimen feudal.
El desarrollo del feudalismo durante el siglo XI contribuyó
a robustecer la naciente institución de la caballería.
Se introdujeron fórmulas y ritos solemnes para el ingreso
de sus pretendientes. Se crearon jerarquías dentro de ella y se
adoptó el uso del blasón.
También influyeron de un modo decisivo en su desarrollo
las cruzadas adquiriendo entonces un matiz religioso de elevado
idealismo.
En síntesis: la caballería como institución se caracterizó por :
—Surgir como bastión de la fe, la defensa del débil y del
oprimido.
—Su base y razón de ser fue el sentido de lo sagrado que
tenía el hombre de la Edad Media. Su espada estaba al
servicio de causas justas.
—El verdadero espíritu caballeresco debía manifestarse en
una actitud noble, formas corteses y adoración por la da-
ma elegida.

136
—Gracias al ideal caballeresco, el oficio de las armas se trans-
formó en una noble misión.
—Proyectar a través de los años su elevado concepto del ho-
nor; hidalguía y fe en la causa justa que se defendiese.
—Al principio el ingreso a la caballería estuvo abierto a to-
do hombre libre; en la práctica a los nobles que pudieran
costearse el caballo y equipo.
—La entrega de las armas se efectuaba en solemnes ceremo-
nias y en presencia de pares.
—La preparación era un verdadero noviciado y el aprendi-
zaje de las armas, un proceso lento.
2) La educación y los ritos.
La educación del futuro caballero comenzaba en la más tier-
na infancia.
A la edad de siete años, era retirado de manos de las muje-
res para dar principio a una educación varonil y robusta normal-
mente en el castillo del señor feudal de su padre. Allí, al salir
de la infancia, venía a ser "paje" o "doncel", lo cual involucraba
cierta servidumbre al señor; pero ésta se consideraba ennoble-
cida por la elevada alcurnia de aquellos a quien se tributaba.
A los 14 años el doncel pasaba a la categoría "escudero" ;
recibiendo solamente una espada y calzando la espuela de plata.
En este nuevo estado se agregaba al servicio personal de algún
caballero a quien debía acompañar en sus viajes, en la caza y
en las actividades guerreras. De él aprendía el manejo de las ar-
mas y los usos de la caballería, tomándolo como modelo de hi-
dalguía, coraje y destreza para la guerra. A ello unía la elección
de la dama a quien había de dedicar sus proezas.
El escudero podía usar las mismas armas ofensivas que el
caballero y vestir la misma armadura, pero sin casco ni cuja pa-
ra la lanza y llevando botines de becerro en lugar de botas.
Hecho su aprendizaje y habiendo cumplido fielmente sus de-
beres, el escudero alcanzaba la dignidad de caballero generalmen-
te al cumplir los 21 años.
La ceremonia de armarse caballero fue muy sencilla hasta
mediados del siglo XII, consistiendo esencialmente en la entre-
ga de las armas Y sus espuelas de oro al aspirante por un caba-
llero que podía ser un poderoso barón, su señor feudal y a veces
el mismo rey, quien además, en presencia de la multitud y de

137
sus pares, le daba la pescozada (palmada en la nuca o bofetón
en la mejilla). Posteriormente sustuido por el "espaldarazo",
tres golpes con el plano de la hoja de la espada sobre los hom-
bros y la nuca) simbolizaba la "última injuria que podía recibir
el caballero sin tomar venganza en ello" y lo exhortaba a que
sea esforzado y leal.
Este sencillo ceremonial se complicó cuando el ideal religio-
so exaltado por las cruzadas se fundió con el ideal caballeresco.
La caballería se convirtió entonces en una especie de sacerdocio,
sacralizándose la entrega de las armas en base a un ritual.
3) Cristianización de la caballería.
La extensión del cristianismo sobre el mundo guerrero de esta
época, se consiguió con bastante facilidad.
Los germanos, los sajones y los francos, fieles a los dioses
Odin y Wotan, ya estaban persuadidos que la muerte honrosa
del guerrero le abría por sí sola las puertas del Paraíso; el Walha-
la. Uno de los grandes triunfos de la Iglesia fue el de haber
hecho aparecer la imagen del Paraíso más allá de la victoria por
las armas, a todos aquellos que iban a combatir por un mundo
mejor para hacer reinar el orden y la paz cristiana, sin poder
impedir la guerra, aunque la aprueba para la defensa del bien
y del derecho, ha cristianizado al soldado.
Como había hecho con otros elementos de la sociedad, de-
pura a la caballería de su parte material y la convierte en su
apoyo y arma, dándole por misión consolidar la paz y propagar
una moral llena de dignidad.
Así surge el sentimiento que a partir del año 1095 impulsa
a los ejércitos cristianos hacia la gran empresa de las Cruzadas,
que se prolongará durante dos siglos, iniciándolas sin planes de-
tallados pero con una intensa fe.
Por las características de la guerra emprendida, los Cruza-
dos formularon una estrategia adecuada a sus necesidades. Tra-
taron de apoyar sus conquistas mediante castillos conveniente-
mente ubicados y defendidos.
Cuando debían luchar en campo abierto, basaron su fuerza
de choque en la caballería pesada con sus cargas en masa, si
bien como ocurre en casi toda la Edad Media este concepto de
masa debe entenderse como el de grupos de caballeros que ata-
caban en conjunto, no siempre adecuadamente coordinados. Los
cruzados hicieron más complicada su armadura para una mejor

133
protección, aunque perdieron velocidad, y emplearon lanzas más
largas que en otras épocas. El caballo utilizado era criado espe-
cialmente ("destrier" o destrero) y cuidadosamente adiestrado.
También se lo protegía para el combate.
Los sarracenos, en cambio, emplearon una caballería más
liviana, con caballos más veloces y manejables, desarrollando tác-
ticas muy móviles. Eran expertos en el hostigamiento durante
las marchas para desmembrar las fuerzas enemigas y batirlas
por partes.
También empleaban retiradas simuladas con ataque poste-
rior. Este procedimiento provocó tantos inconvenientes a las co-
lumnas de los cruzados, que éstos debieron imponer importantes
fuerzas de seguridad (especialmente de infantería) en la van-
guardia, retaguardia y flancos para proteger a la caballería, has-
ta su empleo oportuno.
Del sustento espiritual de las Cruzadas han de nacer las Or-
denes Religiosas Militares, creando comunidades de monjes sol-
dados, cuyos fines eran de asistencia y defensa de los peregri-
nos como así también de propagación de la fe cristiana. En sín-
tesis, formaron el ejército permanente de Jerusalén.
6. Las Cruzadas.
Las cruzadas constituyen un hecho central en la historia de
la Edad Media.
En esta época los polos de la civilización estaban situados
en Bizancio y en los países del califato árabe.
El sepulcro de Cristo en Jerusalén, el Santo Sepulcro, ha-
bía sido siempre el más venerado de los lugares de peregrina-
ción. Los musulmanes, dueños de Jerusalén, no impedían que
los peregrinos cristianos fueran allí para sus devociones. Estos
iban de todos los países cristianos, hasta de Noruega.
En el siglo XI una nueva "especie" musulmana invadió el
Asia Menor y se apoderó de Jerusalén. Eran turcos, más igno-
rantes, de menos tolerancia, quienes comenzaron a maltratar a
los peregrinos.
Una guerra santa contra los infieles parecía, por lo tanto,
el gran recurso para desviar los ataques dirigidos al Papado y
unir todos los cristianos en torno a la Iglesia.
Esa guerra iba a constituir la mayor contraofensiva de la
cristiandad occidental frente al Islam.

139
Las cruzadas fueron precedidas por acciones parciales con-
tra los musulmanes, en el Oriente, en España y en Sicilia; pero
la idea de una acción solidaria de todos los países cristianos, con-
tra su común enemigo religioso, el Islam, se debe al Papa Gre-
gorio VII y fue llevada a la práctica por Urbano II.
Este pontífice reúne en Clermount, un concilio, y en un
discurso vehemente exhorta a iniciar esta guerra. Este llamado
de Urbano II fue completado, poco después del concilio, con la
predicación apasionada de Pedro el Ermitaño, quien despertó en-
tre los campesinos un entusiasmo frenético por la santa causa.
Desde el punto de vista militar, las cruzadas pueden ser con-
sideradas como una contraofensiva por los cristianos de Europa
para detener el avance de los Estados mahometanos de Asia oc-
cidental y sudo ccidental.
En 400 años a partir del 625 los musulmanes habían invadi-
do toda Asia Menor, Siria, Palestina, Egipto, Africa Septentrio-
nal, España y el sur de Italia, y en una ocasión llegaron a aden-
trarse profundamente en Francia.
La contraofensiva se efectuó en una serie de expediciones
en que participaron hombres de todos los niveles sociales, desde
emperadores y reyes hasta sirvientes y labriegos.
a. Cantidad de Cruzadas.
No sabemos a ciencia cierta cuántas fueron realmente las
Cruzadas, pero su número, según distintos autores, varía entre
7 y 10. Para nuestro estudio nos vamos a referir solamente a 8.
De estas ocho podemos decir que las cruzadas más impor-
tantes son la primera, tercera y octava.
Para la finalidad de este trabajo, nos referimos a todas en
general y en detalle a las tres cruzadas mencionadas.
b. Las Cruzadas.
1) Primera Cruzada.
Al llamamiento de Pedro el Ermitaño acuden grandes ma-
sas de campesinos, las que galvanizadas por aquél, y movidos
por el espíritu religioso, y en algunos casos animados por una
sed de aventuras, de conquista o lucro, se pusieron en marcha
y atravesaron, con grandes penalidades, Europa Central, pero
fueron aniquilados por los turcos.
Siguieron a éstos lo que podemos llamar Ejército Regular,
el que estaba compuesto por cuatro cuerpos.

140
A pesar de las deserciones y las discordias entre sus diri-
gentes, los Cruzados llegaron ante Jerusalén, que había pasado
del dominio turco al de los egipcios.
Tras durísimos combates, la ciudad fue tomada por asalto
el 15 de julio de 1099, cumpliéndose así el objetivo inmediato de
la expedición.
Se organizó en seguida el reino de Jerusalén, del cual se hi-
zo cargo Godofredo de Bohuillón con el título de protector del
Santo Sepulcro.
Gran parte de los cruzados regresaron a su patria, por lo
que quedaron mal guarnecidas las tierras conquistadas y no tar-
dó en producirse la contraofensiva turca.
Con la muerte de Godofredo, su hermano Balduino se hace
cargo y rige los destinos de Jerusalén, ampliando las fronteras
y creando los condados de Trípoli y Edesa.
En el año 1144 los turcos reconquistaron Edesa y esto alar-
ma al mundo cristiano, originando la Segunda Cruzada.
2) Segunda Cruzada.
Participan en ella dos monarcas, Luis VII de Francia y Con-
rado III de Alemania.
Esta expedición fracasa luego de lo cual los turcos aumen-
taron su agresividad y redujeron cada vez. más los dominios cris-
tianos de Siria y Palestina, hasta que Saladillo, sultán de Egip-
to y Siria, mediante hábiles golpes, anexa Palestina y el Yemen,
conquista San Juan de Acre, Nazareth, Cesárea, etcétera, y
ocupa la ciudad Santa en el año 1187, hecho que provoca la ter-
cera Cruzada.
3) Tercera Cruzada.
La pérdida de Jerusalén determina la organización de esta
cruzada. El Papa hace predicar la necesidad de la misma.
Federico Barbarroja de Alemania tomó la Cruz. Felipe Au-
gusto y Ricardo de Inglaterra se ven obligados, ante este llama-
do del Papa, a hacer la guerra.
El ejército de los caballeros alemanes, bajó por el Valle del
Danubio y pasó por Constantinopla. Luego tomó la antigua vía
romana que atravesaba el Asia Menor por su parte media. En
esta zona los efectivos turcos habían quemado y arrasado los
campos, obligando a Federico Barbarroja a desviarse del cami-
no llegando a Icónium, capital del sultán del Asia Menor. Al

141
grito de "Cristo Vencedor" toman la ciudad. El sultán se ve de-
salentado, acepta la paz y deja el camino libre hacia Jerusalén.
Felipe Augusto y Ricardo de Inglaterra se embarcaron en
Génova y llegaron hasta San Juan de Acre, ciudad fortificada
por Saladino.
Los dos reyes se lanzaron al asalto, el ímpetu del cual hace
capitular a los defensores de la Ciudad y permite a Felipe Au-
gusto y Ricardo tomar Acre.
Felipe Augusto dejó su ejército a órdenes de Ricardo y re-
gresó a Europa. Ricardo dirigió el resto de la cruzada.
Los prisioneros de Acre fueron ajusticiados por Ricardo, lle-
gando a ser éste el terror de los musulmanes, quienes lo apoda-
ron Corazón de León, por su crueldad.
Los cristianos, con Ricardo, recuperaron las ciudades de la
costa, pero renuncian a penetrar en el interior para apoderarse
de Jerusalén. Firma con Saladino una tregua, prometiendo éste
tolerar la religión cristiana y el paso de los peregrinos hasta
los Santos Lugares, es decir, se logra con esto, en parte, el ob-
jetivo.
4) Cuarta Cruzada.
Es proclamada por Inocencio III. Se desvió de su objetivo
que era Palestina, primero para conquistar la ciudad dálmata de
Zara en beneficio de los venecianos, que eran quienes realizaron
el transporte de los expedicionarios.
En segunda instancia conquistan Constantinopla y gran par-
te del Imperio. Se forma así el Imperio Latino de Oriente que
no duró mucho, pues los griegos del Asia Menor reconstituyeron
el Imperio y reconquistaron Constantinopla.
5) Quinta Cruzada.
Es promovida por Honorio III. Desembarcaron en Egipto,
conquistaron Damieta, pero son rechazados en su avance sobre
El Cairo, por lo que tuvieron que desistir de la empresa.
6) Sexta Cruzada.
No fue ésta una expedición como las anteriores, sino que,
aprovechando la amenaza mongólica sobre el régimen turco, el
emperador Federico II impone al sultán Malik-al-Kamil un ar-
misticio, estableciéndose un régimen de condominio sobre Jeru-
salén.

142
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No obstante haber quedado los Santos Lugares nuevamen-
te en poder de los cristianos, éstos no aprovecharon la experien-
cia pasada. En estos 10 años en que los turcos estaban ocupa-
dos con los mogoles, los cristianos no lograron ponerse de acuer-
do, ni unirse para defender su reino.
7) Séptima Cruzada.
En 1224 cae otra vez Jerusalén, la que quedó desde enton-
ces y hasta la primera guerra mundial, en manos de los maho-
metanos.
En este período se realizaron dos nuevos intentos para re-
cuperar la Tierra Santa. El primero de ellos es el conocido co-
mo la Séptima Cruzada, que tuvo como Jefe al rey Luis IX de
Francia, sinceramente devoto, quien anhelaba la reconquista de
los Santos Sepulcros para su iglesia.
Organizó su cruzada, marchó y entró en Egipto, tuvo algún
éxito inicial; sin embargo, sus efectivos fueron derrotados y el
propio rey, tomado prisionero.
Algunos meses después fue rescatado, permaneciendo cua-
tro años en Oriente.
8) Octava Cruzada.
En el año 1267 Luis IX vuelve a la lucha bajo la señal de
la cruz. En esta ocasión lo ayudó su hermano Carlos de Anjou
y el príncipe Eduardo, el que más tarde fue rey de Inglaterra,
con el nombre de Eduardo I.
Los cruzados se preparan para dar la batalla, pero precisa-
mente en la víspera de la misma murió Luis IX.
Carlos de Anjou quedó como jefe, pero éste, en vez de lu-
char, firmó un tratado.
Este no se tradujo en la recuperación de Jerusalén, lo cual
no satisfizo al príncipe Eduardo. Permanecieron luego de ello
un año en Tierra Santa sin llevar a cabo ninguna acción por no
estar en fuerzas, no pudiendo en consecuencia recobrar el te-
rritorio.
9) Ultimos dominios.
Los últimos dominios cristianos en las costas de Siria y Pa-
lestina fueron conquistados paso a paso por los turcos, a fines
del siglo XIII. San Juan de Acre sucumbió en mayo de 1291 y
poco después capitulaban Tiro, Sidón y Beirut.

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146
10) Resultado de las Cruzadas.
Terminaron las cruzadas y el triunfo fue de los musulma-
nes, los que continuaron siendo dueños de Jerusalén.
Además de ello, habían logrado tanta destreza en sus lu-
chas contra Occidente, que en el curso de los cien años sigutien-
tes llegaron hasta el Danubio.
11) Aspectos militares de las cruzadas. (Para otros deta-
lles, ver también: Military Review, Julio 1961. Pág. 31
a 40).
7. Gengis Khan.
Conocido por su pueblo como "Temutchin" o "Temujin",
que significa "trozo de hierro", nació en 1167, hijo de un jefe
mogol de la tribu de los Borjignim.
Era éste un período en que las nómades tribus mogoles es-
taban desunidas y mantenían crónicas luchas entre ellos.
Tempranamente se distinguió Gengis Khan por sus dotes de
guerrero y conductor que lo llevaron a ser jefe de su tribu, por
su temprana comprensión de la política tribal y de las cualida-
des y debilidades de los mogoles.
Advirtió que el pueblo mogol sólo podría ser poderoso si se
unía y así gradualmente extendió su dominio sobre otras tribus
pequeñas, luego otras cada vez mayores, hasta lograr al cabo de
cuarenta años de continuo batallar, ser reconocido como supre-
mo Khan de los mogoles, con el nombre de Gengis Khan, en 1206.
Gengis Khan fue un dictador militar, pero a la vez un líder
político; percibió temprano la necesidad de un código de leyes
para su creciente dominio y supo aprovechar la sabiduría y ex-
periencia de los pueblos civilizados que sojuzgaba.
La personalidad profunda de este guerrero salvaje, valien-
te, inteligente, audaz, astuto y cruel, puede medirse por su fa-
moso dicho : "La mayor satisfacción que un hombre puede ex-
perimentar es la de conquistar a sus enemigos y ponerlos en fu-
ga; montar sus caballos; despojarlos de sus posesiones; ver los
ostros de sus seres queridos anegados de lágrimas, y estrechar
en los brazos a sus esposas e hijas".
Su conducción militar se caracterizó por la gran movilidad.
Sus masas de jinetes llevaban consigo lo indispensable y no te-
nían atadura logística. Esta movilidad, unida al empleo de la

147
sicología para atemorizar a sus futuros adversarios, le dio a Gen-
gis Khan claras ventajas operacionales.
8. La guerra de los Cien Años (1337-1453).
a . Antecedentes.
Uno de los aspectos a tener en cuenta en la Guerra de D.›s
Cien Años fue la particular situación de los reyes ingleses en
su calidad de vasallos del rey de Francia, pues eran señores de
Aquitania y Gascuña. Tal circunstancia convertía cualquier en-
tredicho feudal en un problema internacional. Los dos feudos
de la monarquía británica eran en realidad cabezas de puente
en Francia y para los soberanos de este país tal situación fue
sumamente irritante. De hecho era un obstáculo para extender
un dominio efectivo sobre toda el territorio nacional.
Otro antecedente fue el creciente comercio inglés de lana con
Flandes. Las exportaciones inglesas eran importantes para la
industria flamenca. Los reyes franceses siempre temieron que
este floreciente y creciente comercio, altamente beneficioso pa-
ra ambas partes, inclinara a los flamencos hacia Inglaterra y
buscaran desvincularse de la corona francesa.
Agravó la tensión existente la pretensión de Eduardo III a
la corona de Francia, al poner en discusión la legitimidad de Fe-
lipe VI para ocuparla. No obstante, conviene advertir que esta
pretensión del monarca inglés se produjo cuando el enfrenta-
miento fue evidente y constituyó más bien una maniobra polí-
tica para debilitar la posición de Felipe VI (1).
No se debe olvidar tampoco la permanente intervención fran-
cesa en el problema de Escocia ; la política francesa apoyó a los
escoceses en su larga lucha contra los ingleses. Precisamente, el
desplazamiento de la flota francesa al Canal de la Mancha, para
intimidar a Eduardo III y lograr que acuerde la paz, o al menos
una tregua con David de Escocia, inició la serie de acontecimien-
tos que llevaron al estallido del conflicto.
En respuesta, el Parlamento inglés votó en septiembre de
1336 el apoyo financiero para poner al país en pie de guerra, an-
te la amenaza de la flota francesa anclada en los puertos nor-
mandos.

(1) Eduardo III de Inglaterra sostenía su derecho al trono francés por ser
descendiente de Felipe el Hermoso, ya que su abuela Isabel (casada con Luis X
de Francia) era hija de Felipe.

148
Tal medida provocó la resolución de Felipe VI de invadir
Aquitania, en marzo de 1337, declarando la anexión de la mis-
ma. Esta decisiva medida desencadenó la guerra.
b Finalidad de la Guerra para cada adversario.
—Inglaterra: buscó asegurar sus territorios en Gascuña y
Aquitania tratando de extender territorialmente dichas po-
sesiones. A la vez debilitaba la posición francesa en Flan-
des, para sacar a este territorio del dominio político de
Francia, atrayéndolos hacia la propia esfera de influencia.
—Francia: aspiró a expulsar del territorio nacional a los in-
gleses, asegurando su posición política en Flandes y cor-
tando sus relaciones comerciales con Inglaterra.
c . Períodos de la Guerra.
Esta guerra, que finalizó cuando en el Este, Constantinopla
cayó en poder de los turcos otomanos; fue el último hecho bélico
importante de la Edad Media en Europa Occidental. Contribuyó
a la caída de la estructura política y social hasta entonces sus-
tentada y a su transformación hacia nuevas formas que se con-
cretaron en la Edad Moderna.
Puede ser dividida en tres períodos :
1) Entre 1337 y 1380; se caracterizó por el enfrentamien-
to de reducidos ejércitos ingleses contra grandes y pe-
sados ejércitos franceses. Inglaterra nació como poten-
cia militar. Crecy y Poitiers son sus dos hechos de ar-
mas sobresalientes, ambas derrotas francesas.
2) Entre 1380 y 1415; se luchó en forma desorganizada.
En gran medida, Francia es desvastada. Ambos países
tienen serios problemas internos. En Francia dos ra-
mas de la casa real, la de Borgoña y Orleans, luchan
por el poder. Azincourt es la batalla más importante.
3) Entre 1415 y 1453: fue el período de Juana de Arco y
la contraofensiva francesa.
d . El Teatro de Operaciones.
Abarca el actual territorio de Gran Bretaña Francia y Bél-
gica. Se incluye también el Canal de la Mancha, por la especial
circunstancia de desarrollarse allí acciones navales importantes.
Las principales acciones militares se van a realizar en la
zona próxima al Paso de Calais, los Ducados de Gascuña y Aqui-
tania (al Sudoeste del actual territorio francés, en poder enton-

149
ces de la monarquía inglesa), en Orleans sobre el río Loira, Pa-
rís y el Ducado de Borgoña, el Sudeste de Francia. Los duques
de Borgoña eran vasallos de la corona alemana y francesa. Por
la prosperidad de este territorio, la corona francesa se consideró
amenazada, particularmente después de la paz de Arrás en 1435,
en que Borgoña se desvinculó de Francia.
e. Características, organización y armamento de ambos adver-
sarios.
En Inglaterra el ejército inició un proceso importante de
transformación: las bandas mercenarias fueron dando paso a un
ejército profesional en forma gradual. La masa del mismo la
compone una eficiente infantería, armada con un arco largo de
origen galés de 1,95 de alto. La flecha de este arco, de aproxi-
madamente un metro de longitud, era un proyectil muy eficaz
a una distancia de aproximadamente 200 metros, capaz de per-
forar más de dos cm de madera dura. La práctica deportiva del
arco y la obligatoriedad de poseerlo por parte de los pequeños
propietarios fue creando las condiciones para que Eduardo III
dispusiera de una eficiente "milicia de arqueros" de carácter
permanente. La "lluvia de flechas", concentrada sobre determi-
nados blancos móviles, resultó frecuentemente superior a la tác-
tica ofensiva medieval de la caballería. En esas luchas contra
Escocia, previas a la guerra de los Cien Años, Eduardo III com-
probó la eficacia de la acción coordinada de arqueros y caballe-
ros desmontados, actuando defensivamente, arqueros en las alas
y jinetes en falange, en el centro del dispositivo. Este empleo
sería decisivo en los primeros períodos de la guerra.
En Francia, el ejército mantuvo su estructura feudal carac-
terística : mercenarios pagados, no siempre eficientes en el com-
bate, formaron la infantería, armados con ballesta y arco. La
caballería era típicamente medieval, constituida por señores aco-
razados, combatían exclusivamente a caballo. Señalamos final-
mente que ambos adversarios emplearon las armas de fuego, aun-
que las mismas no participaron en forma decisiva en los prime-
ros años de la guerra.
f . Estrategia Operacional y Doctrina Táctica.
No se puede señalar aquí, como ocurrió en otros períodos
de la Historia Militar, una concepción estratégica, que guíe y
de coherencia a las acciones militares. La estrategia operacional
prácticamente no existió y cuando surgió fue impuesta por las

150
circunstancias y a menudo por la casualidad. Tal vez en toda la
guerra sólo puede señalarse al condestable francés Bertrand Du
Guesclin, quien, aplicando una estrategia fabiana en el lapso 1369-
1377, redujo a los ingleses a la mitad del territorio que ocupaban.
Como en la tercer campaña de Italia de Aníbal, el orgullo
nacional impuso la batalla, y también como entonces, la táctica
superior del invasor logró la victoria.
g. Aspectos particulares de la táctica inglesa.
Como dijimos, fue innovadora en la Europa Occidental de
entonces, pues combinaba el empleo de una lluvia de flechas con
el choque.
Era defensiva y desarrollada en dos fases : la primera de-
sorganizaba, desgastaba y desmoralizaba ; la segunda buscaba el
aniquilamiento por el choque mediante un contraataque.
En la fase primera era fundamental el empleo de los arque-
ros y en la segunda actuaba la caballería.
En la primera fase la caballería combatía a pie, para dar
coherencia y solidez al dispositivo y proteger a los arqueros. Es-
te procedimiento no era totalmente nuevo, pues fue empleado en
la Batalla de Tagina (2).
El dispositivo general que se adoptaba inicialmente consistía :
—dos batallas en primera línea, a pie ;
—arqueros en los flancos y centro, formando salientes, lo
cual permitía la acción flanqueante de los arqueros y la
maniobra posterior;
—como reserva solía dejarse una batalla y arqueros.
Este dispositivo defensivo podía apoyarse en alturas impor-
tantes, en obstáculos a los flancos y algunas interceptaciones rús-
ticas. para impedir la acción de los jinetes, especialmente delan-
te de los arqueros.
h . La Táctica Francesa.
Estuvo dominada por la mentalidad caballeresca que obli-
gaba al ataque frontal y contra otro caballero. En consecuencia,

(2) La Batalla de Tagina ocurrió en el ario 552 entre Narsés y el rey godo
Totila, quien atacó con caballería montada a la caballería lombarda. Esta, situa-
da en el centro y a pie. logró rechazar el ataque, eficazmente apoyada por ar-
queros situados a los flancos que con una lluvia de flechas detuvieron el avance
montado. Seis mil godos murieron en esa batalla, incluyéndolo a Totila entre
las bajas. Para mayores detalles ver FULLER J. F. C., General. Batallas de-
cisivas del mundo Occidental citada. Pág. 372 y siguientes.

151
la carga buscando el choque constituía la batalla desde el co-
mienzo al fin. Era una táctica totalmente ofensiva, donde no
existía una conducción centralizada que coordinase a la infante-
ría con el arma montada.
La eficacia de la acción de los arqueros ingleses, las inter-
ceptaciones y el hecho de tener que combatir contra otro caballe-
ro hacía que la carga se dirigiese contra la caballería desmonta-
da inglesa, formada en falange.
i. Principales acciones militares.
El primer momento se desarrolló en el mar. En esta guerra
el Canal de la Mancha jugó un papel importante.
Constituyó para los ingleses su conexión con Inglaterra, si
bien podían montar bases de operaciones en zonas favorables,
como eran Flandes al Norte y las posesiones francesas del Rey,
Gascuña y Aquitania al Sur.
En 1340 se libró la batalla naval de Sluys, que dio el domi-
nio del canal a Inglaterra. Curiosamente, a pesar de la impor-
tancia del mismo, los franceses no hicieron ningún esfuerzo pa-
ra hacer sentir su presencia nuevamente en el canal. Como los
romanos, los ingleses llevaron al mar sus tácticas terrestres. La
combinación del empleo del arco y el choque fue la base de la
táctica naval. El segundo elemento era la movilidad y la manio-
brabilidad de las naves. Cada dos naves, con hombres para el
abordaje, había una con arqueros. La flecha que empleaban era
de ancha cabeza para desgarrar las velas. Tras ocho horas de
lucha, 150 de las 190 naves francesas fueron destruídas y captu-
radas.
j. La batalla de Crecy.
Es la más importante dentro del primer período considera-
do, circunstancia por la cual nos detendremos a analizarla con
mayor detalle.
Sin que estuviese claro el objetivo de la maniobra estraté-
gica a realizar, Eduardo III decidió atacar a Felipe VI operan-
do desde tres direcciones : Gascuña (Derby), Bretaña y Flandes.
Derby ya operaba en el Sud y un ejército angloflamenco en Flan-
des. Eduardo III partió desde Porstmouth en 1346 con 10.000
hombres, de los cuales 1.500 era caballeros. Derby efectuó una
maniobra de diversión en el Sud, para atraer a Felipe VI y per-
mitirle el desembarco en Cherburgo sin oposición.

152
Felipe, que había marchado contra Derby, dio media vuelta
ante la amenaza en el Norte y Derby acentuó su acción en la re-
gión de Ponthieu.
Probablemente, Eduardo III creyó posible obligar a Felipe
VI a acceder a un acuerdo por medio de esta acción conjunta
desde tres direcciones, pero no logró su objetivo.
El amotinamiento de la flota inglesa dio un giro inespera-
do a las acciones militares. Eduardo, operando en Normandía,
vio cortada sus comunicaciones. No le quedó otro recurso que
dirigirse a Flandes, para establecer allí una base de operacio-
nes, dado que desde el Sur avanzaba un poderoso ejército fran-
cés. Su otra variante era buscar la unión con Derby en Gascu-
ña y Aquitania.
La maniobra de Eduardo se desarrolló en el eje Caen-Pais-
sy-Abbeville-Blanchestaque-Crecy. Tal vez avanzó demasiado al
Este, lo cual lo aproximaba a Felipe. El choque no se produjo
por la poca decisión de éste para tomar contacto con el enemi-
go. Incluso el flanqueo del Somme, que creó una crisis al ejér-
cito inglés, sólo fue aprovechado por los franceses para tomar
ligeros contactos con sus efectivos más adelantados.
El movimiento de Eduardo debía llevarlo, lógicamente, al
corazón de Flandes, donde podía esperar máximo apoyo. Allí ope-
raba la fuerza angloflamenca ya señalada.
Como ocurrió muchas veces en este período, una razón sen-
timental se opuso a la lógica. Eduardo se sintió obligado a de-
fender Ponthieu, que era de su abuela, por lo cual decidió pre-
sentar batalla. Renunció así a llevar a su enemigo hacia una re-
gión hostil y a buscar la unión con las fuerzas angloflemencas.
k. El terreno y los planes de ambos adversarios.
En las zonas en que tradicionalmente se han enfrentado los
pueblos europeos durante varios siglos, el ejército inglés se pre-
paró para dar la Batalla el 26 de agosto de 1346, a la mañana.
Crecy se encuentra al Noreste de Abbeville, en proximidades del
río Somme, todos escenarios históricos de las guerras contempo-
ráneas. Según el mariscal Montgomery, el ejército francés se
encontraba en proximidades de Abbeville con la intención de ata-
car cuanto antes a los ingleses, pues no solamente eran superio-
res numéricamente, sino que Eduardo no podía esperar ayuda in-
mediata. Por ello, el comandante inglés eligió una fuerte posi-
ción defensiva, de unos 2.000 metros de frente, desde el pueblo

153
154
de Crecy hasta Wadicout. Al sud de la posición existía un curso
de agua, el Maye, hacia el cual el terreno presentaba abrupto
descenso. Las alturas elegidas descendían levemente hacia el Nor-
este y en el centro, tres "terrazas" de cultivo de unos 300 me-
tros constituían otros tantos difíciles obstáculos contra la caba-
llería. Ambos flancos estaban apoyados, al sud por el curso de
agua y al norte en Wadicout.
En la retaguardia de la posición se encontraba el bosque de
Grange, donde Eduardo dispuso se reuniesen los caballos y ca-
rros de transporte. Todos sus hombres combatieron a pie, inclu-
so los caballeros.
La actitud de los franceses fue totalmente ofensiva; dentro
del esquema normal del combate feudal se imponía el choque fron-
tal de la caballería, luego de iniciarse la acción con la infantería
mercenaria de arqueros genoveses. En total, se enfrentaron unos
40.000 hombres de Felipe frente a 12.000 ó 13.000 de Eduardo.
donde también se incluyeron los primeros cañones de que se ten-
ga noticia en Occidente.
1. La Batalla.
A las dieciséis horas se desató una ligera lluvia y Felipe, que
tardó bastante tiempo en ubicar la posición inglesa, decidió pos-
tergar la batalla, para lo cual hizo detener el avance de los 6.000
arqueros genoveses de vanguardia. Pero no pudo hacerlo con la
masa de los caballeros que marchaban desplegados en tres líneas.
Estos se llevaron por delante a los arqueros, sambrando el de-
sorden e iniciando el ataque en medio del mismo, además de te-
ner el sol de frente y desconocer en detalle el despliegue defen-
sivo inglés.
Cuando los arqueros comenzaron a recibir las primeras llu-
vias de flechas y a escuchar el ruido de los cañones, desertaron
y huyeron. La primera línea de la caballería francesa recibió
también los impactos eficaces de los largos arcos galeses.
Se calcula que los caballeros llevaron un total de quince car-
gas suicidas contra la imperturbable línea inglesa que resistió
y no tuvo necesidad de emplear la reserva. Las pérdidas fran-
cesas se calcularon en 10.000 hombres, de los cuales no menos
de 1.600 caballeros, mientras las inglesas no llegaron a 100, aun-
que esta cifra puede variar de acuerdo a las distintas fuentes de
consulta.

155
En Crecy, dice el mariscal Montgomery, "un ejército inglés
entrenado, bien armado, lleno de confianza y mandado por un je-
fe que era un probado experto en las nuevas y más eficientes
tácticas de la época, derrotó a un ejército más numeroso y apre-
suradamente reunido, diverso, sin entrenar, anticuado y dirigido
por un mando indeciso" (3).
La batalla de Crecy tuvo como resultado estratégico el do-
minio de Flandes y una gran influencia moral. Inglaterra sur-
gió como potencia militar y los franceses sobreestimaron ese po-
der militar quedando en inferioridad psicológica ante su adver-
sario.
Después de Crecy, los franceses imitaron el empleo de la
caballería inglesa desmontada, pero sin tener el concepto claro
de Eduardo referente a la coordinación con los arqueros, con lo
cual perdieron movilidad y potencia de choque.
m. Continuación de la guerra.
La guerra siguió su curso con acciones menores. El próximo
hecho saliente fue la batalla de Poitiers, ganada en otoño de
1356 por el Príncipe Negro (príncipe de Gales), en el transcurso
de una incursión de saqueo por Francia Central. Con seis mil
quinientos hombres enfrentó a 16.000, conducidos por el rey Juan
y el delfín.
El ejército inglés tomó posición en una altura detrás de se-
tos y zonas pantanosas. El dispositivo fue el habitual: una fa-
lange de caballeros (lanceros) desmontados en el centro y dos
alas de arqueros ; reserva de caballería y arqueros de infantería.
El apresuramiento ofensivo francés los hizo cargar sin apro-
vechar su evidente superioridad de ballesteros para desgastar al
enemigo o al menos, para neutralizar a los arqueros ingleses. El
zoco frente y el terreno desordenó las dos primeras cargas de
la caballería francesa desmontada, y fue rechazada. El rey Juan
lanzó entonces todas sus fuerzas que llegaron al choque. Allí la
reserva inglesa fue lanzada al combate para evitar la ruptura
del frente, excepto 60 caballeros y 100 arqueros, los que ejecu-
taron un contraataque contra el flanco francés. Esta acción lo-
gró su objetivo, desmoralizó totalmente al ejército francés que se
retiró. La caballería inglesa persiguió sin descanso. El rey Juan
y el delfín fueron hechos prisioneros. La batalla tuvo un ele-

(3) MONTGOMERY del Alarnein, Mariscal. Obra citada.

156
mento nuevo para la época : la maniobra táctica contra el flanco,
en este caso desde una posición defensiva.
Demostró además que el caballero acorazado era peor estor-
bo a pie que a caballo, cuando atacaba a un enemigo equilibrado
en infantería y , caballería.
Los franceses sufrieron aquí una nueva derrota de conse-
cuencias psicológicas. Consideraron invencibles a sus enemigos,
aspecto muy importante y vinculado a la "voluntad de lucha",
sin la cual no hay guerra posible.
En los años siguientes, sólo es destacable citar en esta gue-
rra, la aplicación de una estrategia fabiana (de desgaste y de-
fensiva), llevada a cabo por el condestable Pu Quesclin. Su ac-
ción consistió en :
—eludir la batalla con el ejército inglés ;
—estrecharlo en el territorio que ocupaba ;
—explotar la movilidad y la sorpresa para atacar guarni-
ciones aisladas y columnas logísticas ;
—elegir el lugar menos esperado como objetivo de ataque;
—emplear como técnica el ataque nocturno y nuevos proce-
dimientos tácticos de asalto basados en la rapidez ;
—elección psicológica del objetivo (guarniciones desconten-
tas y poblaciones inclinadas a cooperar) ;
—alentar la guerra de guerrillas como medio para distraer
y desgastar al enemigo.
Se puede decir que su principio era "no atacar sin contar
con la sorpresa".
En cinco años redujo a los ingleses al puerto de Calais y a
una angosta faja de territorios entre Burdeos y Bayona ; todo
esto sin librar una sola batalla.
Con Enrique IV de Inglaterra, la guerra tomó nueva fuer-
za. Muy ambicioso, trató nuevamente de recuperar sus dominios
en Francia. Organizó para ello un nuevo ejército y pactó con el
duque de Borgoña, adversario dinástico del rey francés.
En 1413 murió Enrique IV, sucediéndole Enrique V. Hom-
bre de ilimitadas ambiciones, decidió reanimar la pretensión al
trono de Francia. Nuevamente pactó una Alianza con el duque
de Borgoña ; por entonces, Francia estaba en guerra civil entre
borgoñeses y orleanistas (o armagnacs), desde 1411. Los ar-

157
magnacs habían ofrecido toda la antigua Aquitania a Enrique IV
a cambio del apoyo inglés.
Enrique V derrotó en Azincourt a los franceses (la masa
eran armagnacs), el 24 de octubre de 1415.
El 21 de mayo de 1420 se firmó un Tratado en Troyes. En
el mismo Enrique V se casaría con Catalina, hija de Carlos VI, y
éste desheredaría a su hijo, el delfín, por bastardo. Enrique V
fue declarado heredero del trono de Francia, y mientras viviese
Carlos, retendría Normandía y sus otras conquistas, compartien-
do el gobierno de Francia con el duque de Borgoña.
Carlos VI, rey de Francia, murió en 1422 y también falle-
ció Enrique V, dejando como heredero un hijo pequeño. Que-
dó gobernando Inglaterra el duque de Bedford, hermano de En-
rique V. El delfín, desheredado y presunto bastardo, se hizo
proclamar rey de Francia con el nombre de Carlos VII. Existía
una gran insurrección, pero faltaba un chispazo para hacer es-
tallar una revolución nacional. Carlos era un rey débil, con muy
poco apoyo, salvo sus capitanes armagnacs. Las operaciones se
estancaron y en 1423, ingleses y borgoñeses derrotaron a esco-
ceses y armagnacs en Cravant. El duque de Bedford derrotó a
otro ejército de Carlos en Vernuil.
Los anglo borgoñeses sitiaron Orleáns, conducidos por el du-
que de Salisbury. Orleáns era una ciudad populosa, importante
fortaleza flanqueada por el río. Los muros estaban defendidos
por catapultas y 71 grandes cañones y culebrinas. El conde de
Dunois condujo la defensa.
El plan de ataque consistía en aislar Orleáns y rendirlo me-
diante un cerco. Hubo una pausa en Navidad para invernar y
tregua de seis horas, además de torneos, como festejos. El ham-
bre se hizo sentir y Orleáns se convirtió en el símbolo de la re-
sistencia francesa. En esta situación apareció Juana de Arco :
una campesina, nacida en 1412. Enviada de Dios, se presentó
al delfín para que en Reims fuese proclamado rey de Francia.
Interrogada por teólogos y garantida su ortodoxia religiosa par-
tió hacia Orleáns, a la cabeza de 3.000 a 4.000 hombres. El 8
de mayo de 1429 los ingleses levantaron el sitio, después de ser
derrotados por los franceses. Luego de nuevos triunfos sobre
los ingleses, se sometió toda Francia, incluso Reims, el 16 de ju-
lio, cuando Carlos fue coronado.

158
Juana atacó liarís, pero fue herida; Carlos firmó una tre-
gua y el ejército se disolvió. En mayo cayó prisionera de los
borgoñeses : Bedford vio en su captura la forma de anular la
coronación de Carlos VII, buscando la condenación de la Inquisi-
ción como hereje y hechicera. Juana fue comprada al duque de
Borgoña por 10.000 francos y condenada y quemada el 29 de
mayo de 1431 en Ruán.
En 1435 hubo paz, entre borgoñeses y armagnacs, la llama-
da Paz de Arrás, mientras el hambre, las epidemias y los crí-
menes de soldados desmovilizados azotaban todo el territorio.
Después de la tregua entre 1444 y 1449, se reorganizó el Ejérci-
to francés en compañías de cien lanzas, cada una con un guerre-
ro, un escudero y tres ballesteros. Además la artillería fue or-
ganizada por los hermanos Bureau.
Finalmente el ejército francés, fortalecido moralmente des-
pués de la aparición de Juana de Arco, logró derrotar a los in-
gleses en la batalla de Castillón en el año 1453, donde dispuso
de 250 piezas de artillería.
n . Consecuencias de la Guerra de los Cien Años.
Políticamente : Inglaterra logró retener Calais y mantener
su influencia en Flandes. Francia recuperó todos los territorios
que por el sistema feudal estaban bajo el poder de un soberano
extranjero. Se consolidó la monarquía y la unidad nacional en
ambos países, iniciándose la caída del sistema feudal.
Militarmente: Nació el ejército permanente, profesional y
dependiente del monarca (poder central).
La guerra dio origen a la artillería con sus distintas espe-
cialidades (artillería de sitio y de campaña).
La caballería acorazada inició su decadencia, mientras fue
cobrando mayor importancia la infantería.
Surgió como necesidad imprescindible la coordinación en el
campo de batalla de la infantería y la caballería, como medio de
lograr la maniobra táctica y el choque para imponerse al adver-
sario.
La fortaleza perdió temporalmente su importancia.
o . Evolución de la artillería durante la guerra de los Cien, Años.
Los progresos obtenidos por la artillería al iniciarse el con-
flicto no fueron realmente trascendentes y la influencia de esta
arma en el primer período del mismo no determinó un resultado

159
significativo en el combate. Recién en el año 1380 se notó una
evolución de real significación.
En el primer período de la guerra, las balistas fueron reem-
plazadas por las catapultas.
Las primeras bocas de fuego aparecieron en Flandes en el
año 1314, con anterioridad a la iniciación de la guerra. En In-
glaterra en 1321, y posteriormente en Francia, en 1326. Estos
materiales lanzaban específicamente proyectiles de ballesta, lla-
madas saetas.
Eduardo III de Inglaterra, empleó un material similar al
cañón en su primera campaña contra los escoceses en 1327.
Cuando los ingleses derrotaron a Felipe VI en la Batalla de
Crecy, contaban con seis bombardas, que influyeron en la vic-
toria obtenida, fundamentalmente, por su efecto psicológico.
Hacia 1358 Carlos V, entonces rey de Francia, resolvió el
empleo de culebrinas, para la defensa de Meaux y Monte Reaux.
Por una ordenanza del 19 de julio de 1367, Carlos V ordenó
que sus ciudades se proveyesen de bocas de fuego para su defen-
sa. Además creó un cuerpo de artillería e hizo inspeccionar sus
plazas de Normandía.
A pesar de su evolución, los franceses continuaron usando
las catapultas. Es así que Du Guesclin las utilizó en el sitio de
Thonars en 1372 y también fueron empleadas en el sitio de Ar-
des en el año 1378.
Esta vieja artillería, de las balistas y catapultas, continuó
empleándose hasta las postrimerías del siglo XIV. A la nueva
artillería se la denominó artillería de fuego, a diferencia de la
anterior, debido a su mecanismo especial, por cuanto las piezas
empleadas disponían de una rudimentaria recámara con un ori-
ficio en su parte anterior y superior en el que era aplicada la
mecha para el encendido de la pólvora. Este orificio contaba con
una espira suplementaria, denominada serpentín o serpentina,
dando más tarde origen a otro tipo de arma llamada precisa-
mente de igual manera.
Gradualmente, durante el transcurso del siglo XV, las vie-
jas armas cayeron en desuso y se utilizó en cambio una serie de
bocas de fuego designadas con nombre de animales, entre ellas
el falconete, la culebrina, la serpentina y otros.
La primitiva artillería de fuego se componía de piezas de
pequeño calibre, que eran llamado cañones ; disparaban proyec-

160
tiles de plomo o dardos en cuyo extremo se adaptaba un dispo-
sitivo especial. Su empleo se aproximaba al de nuestras armas
portátiles y se utilizaban fundamentalmente contra la caballería
acorazada.
Las piezas de mayor calibre, que fueron apareciendo lenta-
mente, llevaban el nombre genérico de bombardas, por el ruido
que producían en el disparo. Las originarias, en su perfecciona-
miento, comenzaron a ser construidas de hierro forjado y poste-
riormente de fundición y bronce.
El ánima cónica de estas bombardas permitía disparar pie-
dras de diferentes tamaños. Cuando la pieza era muy corta se
la denominaba con el nombre de mortero, por su semejanza con
el utensilio doméstico.
El manejo de los cañones y de las bombardas era muy in-
cómodo y la puntería sumamente difícil porque estaban fijados
sobre pesados basamentos.
Con el uso de los cañones, las corazas de los caballeros re-
sultaban ineficaces y a la vez las bombardas de grueso calibre
permitían batir los muros de las ciudades y de los fuertes; de
allí pues la preferencia siempre creciente por piezas de calibre
cada vez mayor.
En 1408, el ejército francés que sitiaba a Tongres disponía
de cañones que podían disparar de 400 a 500 libras.
Durante el sitio de Orleáns en el año 1428, tanto los ingle-
ses como los franceses disponían de cañones. Los mismos tenían
diferencias en sus trayectorias la de los ingleses eran curva, mien-
tras la de los franceses era tendida.
Si bien el título de "Maestre de Artillería" apareció en Fran-
cia después de la guerra, Pedro Bessonneau ejerció el cargo de
"Director de Artillería" entre 1420 a 1444. Para esta época el
artillero constituía una casta dentro de la estructura social me-
dieval.
En la época de Carlos VII, hacia el año 1424, los hermanos
Juan y Gaspar Bureau idearon el empleo de las balas de hierro,
que permitían destruir los muros de las posiciones fortificadas
con calibre menor a los que utilizaban proyectiles de piedra.
Además montaron las bombardas sobre carros de cuatro ruedas ;
de esta manera el transporte era más fácil y las armas podían
emplearse en el tiro horizontal. Comenzaron a usarse exitosa-

161
mente contra las tropas y se reemplazó definitivamente el nom-
bre de bombarda por el de cañón.
Al principio del siglo XV, el hambre y el miedo parecían ser
los únicos medios de vencer una resistencia prolongada. Pero a
partir de 1420, la artillería transformó por completo esta estra-
tegia de desgaste. En unos cuantos años, la fortaleza que fue
un sistema de defensa milenaria, perdió valor ante un descu-
brimiento que sólo tenía un siglo de desarrollo.
Durante la batalla de Castillón, una cantidad de culebrinas
tirando a boca de jarro dio a los franceses la victoria decisiva
y puso fin a la guerra.
Al finalizar el reinado de Carlos VII, Francia contaba con
34 bombardas, cañones gruesos, culebrinas, serpentinas y morte-
ros. El alcance de tiro de estas armas oscilaba entre los 1.500
y 2.000 pies, o sea, alrededor de 400 a 500 metros.
Se llegaron a ensayar unos cañones que se cargaban por la
culata e incluso a inventar un proyectil explosivo hueco.
Las armas de fuego tuvieron muy importantes consecuencias
en la evolución del Arte de la Guerra. En principio apareció la
tecnología y según Fuller, la lucha se volvió "Democrática" por-
que hizo a todos los combatientes iguales. Quien tenía un ar-
ma de fuego era un elemento muy importante en la batalla, sin
considerar su clase social o nivel de riqueza. Además, la arti-
llería contribuyó a abandonar la concepción de la guerra como
prueba de valores morales, en la que Dios intervenía como ár-
bitro. La fuerza fue dejando gradualmente paso a la técnica y
el idealismo reemplazado por el realismo. "La pólvora voló las
fortalezas del medioevo y los ideales de sus posedores" y con
la invención de las armas portátiles disminuyó el desprecio me-
dieval por la infantería, que fue colocada al mismo nivel de la
caballería (4).
8. Los Turcos Otomanos y la caída de Constantinopla.
El Imperio Bizantino constituyó un obstáculo al expansio-
nismo de los árabes, persas y turcos, además de servir como
vehículo transmisor del patrimonio cultural griego, factor origi-
nario del Renacimiento. Los mogoles produjeron con sus invasio-
nes el asentamiento en el Asia Menor de varios pueblos, entre
ellos las tribus turcas. Estas, posteriormente islamizadas, inicia-

(4) FULLER, General. Obra citada. Pág. 538 y 539.

162
ron un período expansionista con Osman I (1281-1326). El Ejér-
cito Turco Otomano se caracterizó por ser, en su masa, de ca-
ballería Spahis, armados con cimitarra y lanza), aunque la in-
fantería también tenía importancia (Genízaros). La artillería
poseía, para su época, una gran cantidad de armas de fuego. Con
tales elementos llegaron a conquistar el Asia Menor y aun el
actual territorio de Grecia hacia 1396. Sin embargo, una prime-
ra tentativa de sitio a Constantinopla fracasó en 1402, ante el
avance de Tamerlán, caudillo mogol que los derrotó en la bata-
lla de Angora'.
Años después, y ante la retirada de los mogoles, los turcos
sitiaron nuevamente la ciudad y luego de dos meses la tomaron
por asalto el 29 de mayo de 1453.
El imperio turco otomano amenazó directamente a Occiden-
te, porque Europa dejó de tener acceso al Mar Negro y con ello
la directa vinculación con "Las Indias", circunstancia que con-
tribuyó al descubrimiento de América.
El auge del imperio tiene lugar entre 1413 y 1566, lapso en
el cual los turcos ocuparon importantes territorios en los actua-
les Balcanes (Albania-Yugoslavia-Bulgaria y Grecia), Egipto,
Palestina e importantes regiones del norte de Africa (como es-
tados vasallos).
El 6 de octubre de 1571 fueron derrotados en Lepanto por
Don Juan de Austria, por las flotas combinadas de España, Ve-
necia y Malta, con lo cual se detuvo su creciente expansión.

163
BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL

Fuentes Inéditas.

—Capitanes del Curso Básico de Comando año 1972 BARRIOS Rodrigo Erasmo
Y FIORDA Eduardo Rubén. Monografía sobre la caballería Medieval y Ca-
pitanes del Curso Básico de Comando año 1973 - CAPITÁN Jorge L. - TE-
GLIA Julio - TERRATS Ricardo y FLEURQUIN Horacio. Proposiciones so-
bre versión de la unidad táctica 1 — M05 del programa de Historia Militar
1973.
—Tenientes Coroneles del Curso Básico de Comando año 1972 MINICUCCI Fe-
derico y REPETTO PELAEZ Ernesto. Apuntes de Historia Militar. Y Ca-
pitanes del Curso Básico de Comando año 1972 RUIZ Víctor Abel y PIAGGI
Italo. Monografía sdbre la Artillería en la Guerra de los Cien Años.
—ETCHEHUN Adolfo Patricio y DIAZ Mario Cándido, Capitanes del Curso
Básico de Comando año 1972. Monografía sobre Las Cruzadas.

Fuentes Bibliográficas.

—DUFOUR A. Táctica Aplicada. Escuela Militar de Bélgica. Traducción del


Mayor Martín Rodríguez. Bs. As. 1901.
—KINDER Hermann y HILGEMANN Werner. Atlas Histórico Mundial. Dos
Tomos. Traducción española del original alemán. Madrid, 1970.
LIDDELL Hart B. II., Capitán. Estrategia. La aproximación indirecta. Círcu-
lo Militar. Biblioteca del Oficial. Volumen 500/501. Bs. As. 1960.
—FULLER J. F. C., General. Batallas decisivas del Mundo Occidental. Tomo I.
Ed. Luis de Caralt. Barcelona. 1961.
—MONTROSS Lynn. Historia de las Guerras. Editorial Jano. Barcelona. 1963.
—WEBER Alfred. Historia de la Cultura. Séptima Edición. Ed. Litoarte. Mé-
xico. 1963.

164
VI. LA EVOLUCION DEL ARTE DE LA GUERRA DESDE
LA CONQUISTA DE CONSTANTINOPLA POR LOS
TURCOS (1453) HASTA LA FINALIZACION DE LA
GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1648).

1. La transformación de la guerra en occidente hasta la guerra


de los Treinta Años.
a. El Renacimiento y la Evolución del Arte de la Guerra.
A medida que transcurrió la Baja Edad Media, toda la es-
tructura socio-política vigente durante siglos, se desmoronó pau-
latinamente, al modificarse la misma concepción integral de vida.
La cultura de Europa Occidental fue buscando el antiguo
modelo grecorromano, del cual abrevó ; se produjo entonces el
renacer de un pensamiento y una obra vital sepultados allá
por el siglo V. Fue el Renacimiento, que significó la revolución
en el campo del arte, como el Humanismo y la Reforma, revolu-
cionaron contemporáneamente la ciencia, la cultura y la religión.
Esta es tal vez la gran característica del ocaso del medioevo
y el inicio de la Edad Moderna: un triple y radical movimiento
de renovación en tres campos fundamentales del quehacer hu-
mano.
El arte de la guerra fue quizás uno de los aspectos cultura-
les que evolucionó más tardíamente. Algunos atribuyeron dicha
circunstancia al hecho de encontrarse en manos de nobles poco
letrados o de jefes mercenarios que tenían el mismo nivel inte-
lectual. Si bien Maquiavelo, en su tratado "El Arte de la Gue-
rra" (obra muy poco conocida), había difundido y preconizado
el resurgimiento de la táctica a partir de los principios roma-
nos (1), corresponde señalar que Gonzalo de Córdoba, Mauricio
de Nassau y Gustavo Adolfo tuvieron el mérito de renovar y
enriquecer el arte de la guerra. Reaccionando contra los anti-
guos métodos, preconizaron entre otros aspectos, la reaparición
de la infantería, la aplicación y difusión de las armas de fue-
go, la formación de la unidad batallón y regimiento, la organiza-

(1) La Biblioteca del Oficial ha publicado una interesante síntesis de las


ideas militares de Maquiavelo contenidas en sus libros: El Arte de la Guerra.
Discursos, Historia Florentina y El Príncipe, este último, el más conocido. Ver
para mayores detalles: MEAD EARLE Edward. Creadores •de la Estrategia Mo-
derna. Tomo I. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. Volumen 598. Buenos Aires.
1968. Pág. 24 y siguientes.

165
ción de la brigada de varios batallones, la movilidad de la arti-
llería y la nueva organización y el empleo táctico de la caballe-
ría (2). Este importante temario lo iremos ampliando al desa-
rrollar las guerras más notables ocurridas en los siglos XVI y
XVII.
Pero tales innovaciones fueron teniendo lugar mientras Eu-
ropa sufría una grave crisis religiosa, circunstancia que nos obli-
ga a detenernos bravemente en ella, para estudiar la influencia
que ejerció en el pensamiento y acción de su época.
b. La Reforma y la Contrarreforma.
La Reforma constituyó un movimiento de raíz religiosa (aun-
que reconoce también otros aspectos no menos importantes), que
durante el siglo XVI rompió la Unidad de la Iglesia Católica.
Ello provocó el surgimiento de una nueva religión: el protestan-
tismo, cuyos principales líderes fueron Lutero, Calvino, Zwin-
glio y Enrique XVIII. Además sirvió para que la misma Iglesia
reaccionara contra la herejía mediante una acción que se llamó
la Contrarreforma o Reforma Católica.
Para muchos representantes de la intelectualidad y de cier-
tos círculos políticos dominantes del siglo XVI, europeo, el lema
vigente era "vivir su vida". Ciertamente que no fue compartida
esta situación por la masa del pueblo y de los religiosos conven-
tuales, quienes se ocupaban de la santidad con el clásico sentido
ascético y moral de la vida cristiana, sentimiento compartido
por las grandes Universidades que no habían entrado todavía en
un proceso de aguda laicización del pensamiento y la acción del
mundo Occidental de aquel entonces. La revolución protestante
nació de una multiplicidad de hechos relacionados estrechamen-
te con las condiciones políticas y económicas, ya que no es posi-
ble considerarla como un movimiento exclusivamente religioso,
a pesar de ser los hechos religiosos los más evidentes. Trata-
remos de sintetizar los aspectos que nos interesan :
1) Antecedentes religiosos.
a) Situación de la Iglesia Católica.
En un principio, el movimiento se alzó fundamentalmente
como una rebelión contra ciertos abusos en la Iglesia Católica :

(2) DUFOUR A. Táctica aplicada. Tomo I. Publicado por la Escuela Mili-


tar de Bélgica. Traducción del Mayor Martín Rodríguez. Editorial Fernando Mal-
donado. Buenos Aires. 1901. Pág. 24 y 25.

166
la vida escandalosa que llevaban los miembros del clero, la igno-
rancia de los mismos, la corrupción existente con respecto a la
venta de indulgencias y la veneración supersticiosa de las reli-
quias. Estas circunstancias contribuyeron a que se sintiera la
necesidad de una reforma.
b) El "cautiverio babilonio" y el Gran Cisma.
Cuando el Papa Bonifacio VIII fue apresado por los solda-
dos del rey Felipe IV de Francia, la capital papal se trasladó a
Aviñón. A merced de las influencias francesas el papado dejó
(le ser una institución internacional para convertirse en instru-
mento de una potencia. Este período conocido como el "cauti-
verio babilonio" del Papado culminó en 1378, cuando un esfuer-
zo para restablecerlo en su capital original, tuvo como conse-
cuencia la elección de dos papas, uno en Aviñón y otro en Roma.
A esta división de la Iglesia se la llamó el "Gran Cisma" y junto
con el "cautiverio babilonio" contribuyó a debilitar la autoridad
Pontificia.
2) Antecedentes Económicos.
a) Las riquezas de la Iglesia Católica.
Durante el transcurso de la Edad Media, la Iglesia se fue
convirtiendo en un centro de poder económico, pues no sólo era
un importante terrateniente europeo, sino que además contaba
con una considerable fortuna en bienes y joyas. Esta circuns-
tancia constituyó un motivo de atracción para los gobernantes,
pues la creación de ejércitos y flotas para hacer pesar su influen-
cia en la política, demandaba enormes gastos que no podían ser
satisfechos en parte por los gravámenes a las propiedades reli-
giosas.
Además de todo lo expuesto, debe agregarse la gran canti-
dad de impuestos papales que en sus diversas formas termina-
ban por extraer mucha de la riqueza europea en beneficio de los
territorios de la actual Italia.
b) Inactualidad de la economía medieval.
Las pautas económicas medievales, también con raíces re-
ligiosas, ya no resultaron posibles ni aptas para una Europa en
tren de enorme transformación (imprenta, descubrimientos geo-
gráficos, etcétera), con un nuevo y avasallante dinamismo eco-
nómico, que contrastaba con la pasividad anterior.

167
3)Antecedentes Políticos.
En pleno proceso de constitución de los modernos estados
nacionales, los gobernantes de éstos quisieron sacudir toda de-
pendencia del Papa, y consolidar el dominio soberano que ejer-
cían sobre sus territorios.
4) La personalidad de Martín Lutero. Las primeras luchas
sociales.
Jacques Maritain, notable filósofo fallecido muy recientemen-
te, se refiere a la personalidad de Lutero en uno de sus más co-
nocidos libros (3). Lo considera como un reformador religioso
y junto a Descartes y Rousseau, creador de la conciencia moder-
na y por tanto de los problemas que atormentan el mundo de
hoy. "Martín Lutero estaba dotado de una naturaleza a la vez
lírica y realista, potente, impulsiva, valiente y dolorosa, senti-
mental y de una impresionabilidad enfermiza. Este hombre vio-
lento poseía bondad, generosidad y ternura, unidas a un orgullo
indomable y a una vanidad petulante. Fruto de una precipitada
vocación, Martín Lutero ingresó en 1505 en un monasterio agus-
tino (había nacido en Turingia, en 1483). Ordenado sacerdote
y posteriormente graduado de doctor en Teología a los 29 años,
ejerció el profesorado en la Universidad.
Según Maritain, "se apoyaba para llegar a las virtudes y la
perfección cristiana en sus solas fuerzas, confiando en sus es-
fuerzos, en sus penitencias y en las obras de su voluntad", mu-
cho más que en la ayuda de Dios, a través de la Gracia. En 1516,
antes de iniciar los conflictos con la Iglesia, escribía al prior de
Erfurt ". . . durante todo el día no hago otra cosa que escribir
cartas .. . ; soy predicador del convento y del refectorio ; cada
día me llaman a la parroquia para predicar ; soy regente de es-
tudios, vicario del distrito. . . ; rara vez me queda tiempo para
rezar el breviario y decir misa . . ." (4).
"Lutero —agrega Maritain— cayó interiormente, desespe-
ró de la Gracia . ; renunció a luchar ... Es el momento que
aparece Lutero el Reformador, el que descubre el Evangelio, en
que el Evangelio lo libera ; ¿ qué ve en el Evangelio y en San Pa-
blo?... Lutero identifica la concuspiscencia con el pecado origi-

(3) MARITAIN Jacques. Tres Reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau.


Editorial Difusión. Buenos Aires, 1968. Recomendamos su lectura como comple-
mento importante de esta unidad didáctica.
(4) MARITAIN Jacques. Tres Reformadores. Citado. Pág. 15 y siguientes.

168
nal. El pecado original continúa siempre en nosotros, imborra-
ble, nos hace radicalmente perversos, corrompidos en la esencia
misma de la naturaleza. Dios, dándonos su ley nos manda lo
imposible. Pero he aquí que Cristo ha pagado por nosotros y
su justicia nos resguarda. El es justo, en lugar nuestro. La jus-
tificación es ajena a nosotros... ; desde este momento el cielo
se abre para Lutero. Basta de tormento y remordimiento. Inu-
tilidad absoluta de las obras, salvación por la sola fe, es decir,
por la confianza en Cristo".
"Pecca fortiter et brede firmius" ("peca como hombre valien-
te, cree aún con más firmeza y serás salvo)". Aspiró a encon-
trar la paz de su conciencia mediante "la fe justificante", o sea
"que la fe sola, la fe sin obras, la fe fría y escueta bastaba para
salvarse". "Está uno justificado desde que cree con certeza que
lo está. Sin esta certidumbre no hay justificación posible para
los fieles, porque no se puede invocar a Dios ni confiar en El,
mientras se dude de la bondad divina por la cual Dios imputa a
cada uno de nosotros la justicia de Jesucristo".
Lutero negaba entonces el libre albedrío, pues por él la na-
turaleza humana está corrompida y de nada servirían las obras
buenas para la salvación eterna. La primera rebelión de Lutero
contra la Iglesia se produce en 1517 ; indignado por el engaño que
se hacía a los campesinos mediante la venta de indulgencias prac-
ticadas por monjes inescrupulosos, hizo imprimir 95 tesis o pro-
posiciones en las que se condenaba ese comercio (5). Luego, las

(5) Indulgencia: Comúnmente es la facilidad en perdonar o disimular cul-


pas o en conceder gracias. Pero para la doctrina católica, es la remisión que ha-
ce la Iglesia de las penas temporales debidas a los pecados ya perdonados. Al
respecto, el abad León Von Dudloff sostiene, en su Breve teología para laicos,
que "gracias a la plenitud del poder recibido de Cristo —poder de retener y de
perdonar— la Iglesia ha sustituido con prácticas de penitencia más benignas la
severísima disciplina penitencial antigua; en virtud de esa potestad universal,
dispone del tesoro de méritos de Cristo y de los santos y con pleno derecho hace
partícipe de ellos a quienes practican esos actos de penitencia por ella prescrip-
tos. Para poder ganar una indulgencia, se requiere el estado de gracia".
La Iglesia distingue dos clases de indulgencia: la plenaria y la parcial.
"La indulgencia plenaria es la remisión de todas las penas. La parcial es
la remisión de una parte de ellas. Cuando se habla, por ejemplo, de una indul-
gencia de siete años, quiere decir: la Iglesia equipara esta indulgencia a la pe-
nitencia pública que en tiempos antiguos debía durar siete años, incluyendo las
prácticas extremadamente austeras que solían hacerse durante la Cuaresma.
Para ganar una indulgencia plenaria, además de la práctica correspondiente,
suele prescribirse la recepción del Sacramento de la Penitencia y Eucaristía, la
visita a alguna iglesia y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice. La
inmensa mayoría de las indulgencias pueden aplicarse por las almas del Purga-
torio (por una determinada y en forma de sufragio)". El abuso en la venta de
las indulgencias dio motivo a Lutero a iniciar el conflicto con la Iglesia.

169
hizo distribuir por diversas ciudades y muy pronto fue aclama-
do por Alemania entera como el dirigente elegido por Dios para
destruir el poder de un clero arrogante e hipócrita. A comien-
zos de 1518 el Papa ordenó al superior de la orden agustina que
obligara a retractarse al monje rebelde. Lutero se negó a ha-
cerlo y continuó propagando sus doctrinas. En 1520 León X
promulgó una Bula en la que condenaba oficialmente la teología
luterana y le dio un plazo de sesenta días para retractarse o ser
declarado hereje. Lutero quemó públicamente la Bula y el Papa
lo excomulgó, ordenando además que fuese castigado. Fue lle-
vado a comparecer ante la Dieta Imperial, reunida en Worms,
la que después de un largo proceso dictó un edicto declarando
fuera de la ley a Martín Lutero, pero éste ya había logrado re-
fugiarse en el castillo de su amigo Federico de Sajonia. Final-
mente, el edicto de Worms no fue nunca puesto en vigor.
Hasta su muerte en 1546, Lutero se dedicó a constituir una
Iglesia alemana, independiente, organizada sobre la base de la
preeminencia del Estado sobre la misma, contrariamente a la
Iglesia Romana.
El estallido de la Revolución social apresuró también la de-
rrota del catolicismo en Alemania. Los nobles de segunda cate-
goría, empobrecidos a causa de la competencia que le hacían los
grandes latifundistas y el desarrollo de la economía capitalista,
veían la causa principal de su miseria en la concentración de la
riqueza agrícola en manos de los príncipes de la Iglesia. En 1522
y 1523 se produjo una rebelión de caballeros, dirigidos por Ulrico
de Hutten y Francisco de Sickingen. El evangelio de Lutero les
pareció a estos hombres un programa excelente para luchar por
la libertad de Alemania. Aunque esa rebelión fue aplastada rá-
pidamente por los ejércitos de los arzobispos, constituyó un im-
portante anticipo de las reacciones que seguirían luego.
En 1524 y 1525, en forma más violenta que la anterior, se
produjo una rebelión de las clases humildes, integrada en su ma-
yoría por campesinos, aunque atrajo también a muchos obreros
de las ciudades. Originada en causales similares a la rebelión
de los caballeros, la concentración de las propiedades agrícolas y
el radicalismo religioso, se agregaron a éstos el violento cambio
producido por el pasaje de una economía feudal a un sistema ca-
pitalista, el alza del costo de la vida, el aumento de las rentas
impuestas a los campesinos y la restauración del derecho roma-
no. La rebelión comenzó en Alemania Meridional y se extendió

170
rápidamente al Norte y al Oeste, con características de huelga
más que de rebelión. Pero, a los pocos meses, se pusieron al
frente del movimiento ciertos fanáticos, Tomás Muntzer entre
ellos, quienes incitaron a la violencia contra los nobles perversos
y el clero. Los nobles se volvieron contra ellos con un furor te-
rrible. Paradójicamente, algunos reformistas, incluyendo a Lu-
tero, incitaron a los señores a cometer esos actos de salvajismo
"contra las hordas de campesinos asesinos y ladrones". Muchos
de los participantes en la rebelión pertenecían a la secta religio-
sa de los anabaptistas (rebautizadores), quienes además de creer
en un segundo bautismo, poseían una concepción religiosa fuer-
temente individualista por la que rechazaban la teoría sacerdotal
y negaban la necesidad de la existencia del clero. Además de
representar el extremismo religioso, representaban también las
tendencias sociales más revolucionarias de la época, comparables
al socialismo moderno. Sus doctrinas constituían la manifesta-
ción extrema del fervor revolucionario provocado por el movi-
miento protestante.
Reprimidos brutalmente y convencidos de la ineficiencia de
la violencia que estaban empleando, los campesinos abandona-
ron los dogmas fanáticos de sus dirigentes y volvieron al quie-
tismo religioso de años anteriores.
5) La anarquía protestante. La Contrarreforma o Reforma
de la Iglesia.
a) El Emperador Carlos V.
Carlos V, ocupado en sus luchas contra Francia y el Impe-
rio Otomano, no pudo reprimir la herejía protestante. Posterior-
mente reconoció a los príncipes, que habían abrazado esa reli-
gión, el derecho de imponerla a sus súbditos, de manera que en
adelante la religión de los pueblos fue la de sus príncipes. Sin
embargo, ya en vida de Lutero comenzaron a surgir interpreta-
ciones de las nuevas ideas inculcadas por él, dando así nacimien-
to a una innumerable cantidad de sectas. Calvino buscó no un
medio de alcanzar la salvación eterna, sino un dogma para te-
ner la absoluta seguridad de salvarse y lo encontró en la predes-
tinación, según la cual Dios actúa sólo en determinado número
de personas, aristocrizando la democrática doctrina del Evange-
lio. Enrique VIII también protagonizó, aunque por otros moti-
vos, la separación de la Iglesia Anglicana, decidiendo que él mis-
mo sería su jefe. La consecuencia fue una serie de convulsio-

171
nes y luchas internas, entre ellas las guerras civiles de presbite-
rianos y puritanos contra Carlos I (6). Las doctrinas esencia-
les de Calvino están contenidas en sus "Principios de la religión
cristiana" (1536).
Sus ideas, vinculadas fundamentalmente a la teología de San
Agustín, expresan que el Universo depende enteramente de la
voluntad de Dios y que los seres humanos nada pueden hacer pa-
ra modificar su destino.
Pero esto no significa para Calvino que el cristiano no
deba ocuparse de su conducta en la tierra. Activaba así con su
doctrina, el celo por el dominio de la naturaleza humana, la ac-
tividad misionera y la lucha contra la tiranía política.
La religión de Calvino se diferencia de la de Lutero en di-
versos aspectos. Era más legalista ; Calvino creía en la sobera-
nía de la ley, mientras Lutero era más individualista, Calvino se
acercaba más al Antiguo Testamento ; el calvinismo se relacio-
naba más estrechamente con los ideales del capitalismo nuevo.
Lutero simpatizaba con los nobles, mientras Calvino aceptaba los
riesgos del comerciante y del prestamista, y en su sistema ético
concedía un lugar destacado a las virtudes comerciales. El cal-
vinismo represenaba una fase de la revolución protestante más

(6) En Inglaterra la reforma religiosa no iue el resultado de una crisis


similar a la ocasionada por Lutero, sino la consecuencia de la actitud asumida
por Enrique VIII, que ocupaba el trono en el momento de producirse ese movi-
miento.
Después de la guerra de las Dos Rosas, Enrique VII se casó con Isabel de
York y la reconciliación entre esta casa y la de los Tudor pareció un hecho;
sin embargo, los partidarios de la primera continuaron siendo perseguidos. A
Enrique VII le sucedió Enrique VIII (1509-1547), quien gobernó despóticamente.
Había recibido de Roma el título de Defensor de la Fe, en virtud de haber pu-
blicado un libro sobre la interpretación de los textos sagrados. El conflicto can
la Santa Sede comenzó a raíz de que el Papa Clemente VII se negó a anular
el matrimonio con Catalina de Aragón, para poder así casarse con Ana Bolena.
Rotas las relaciones con la Santa Sede, Enrique VIII resolvió proclamarse pro-
tector y Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra, la que quedaba así separada
de la Iglesia Romana. De este modo declaró válido su divorcio, se casó con Ana
Bolena, confiscó los bienes de la Iglesia y se arrogó la facultad de nombrar Y
destituir obispos.
Enrique VIII fue sucedido en el trono por Eduardo VI; bajo su reinado,
el protestantismo se consolidó paulatinamente.
La hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María Tudor, que sucedió
a Eduardo VI, resolvió volver sangrientamente al catolicismo. Su sucesora Isabel,
hija de Enrique VIII y Ana Bolena, implantó el protestantismo y reglamentó la
iglesia anglicana, quedando desde entonces la iglesia de Inglaterra subordinada
al rey, quien constituye hasta hoy la más alta jefatura de la misma.
Actualmente la iglesia anglicana mantiene amistosas relaciones con la igle-
sia católica, con la cual existen grandes similitudes litúrgicas y dogmáticas.

172
radical que el luteranismo. Lutero mantuvo muchos elementos
del culto y el dogma de la Iglesia romana. Calvino los rechazó
a todos y organizó su iglesia de tal manera que excluyó todas
las huellas del sistema episcopal.
El calvinismo se difundió posteriormente en los países de la
Europa Occidental, donde florecían el comercio y las finanzas.
Llegó a ser sobre todo la religión de la burguesía, aunque atra-
jo también conversos de otras clases sociales. Contribuyó enor-
memente a moldear la ética de los tiempos modernos, a fomentar
el espíritu revolucionario de la clase media y a crear una de las
bases éticas del moderno capitalismo, influyendo además en la
filosofía liberal de siglos posteriores.
b) La Reforma Católica.
(1) Orígenes.
Una de las fases del gran movimiento llamado la Reforma,
fue la Reforma Católica o Contrarreforma, conocida por este
nombre en base a la suposición de que el propósito principal de
los dirigentes era contener el desarrollo del protestantismo.
Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que
los orígenes de la Reforma católica fueron enteramente indepen-
dientes de la revolución protestante.
En los últimos años del siglo XV se produjo en España un
renacimiento religioso que conmovió profundamente al país y con-
tribuyó notablemente a regenerar la vida espiritual de la Na-
ción. También en Italia aparecieron una serie de clérigos que
se esforzaron para que los sacerdotes de la iglesia católica se hi-
cieran más dignos de su oficio.
(2) Culminación de la Reforma Católica: Los
Papas reformadores.
Cuando la revolución protestante comenzó a afectar seria-
mente a la fe antigua, el ardor por la reforma católica adquirió
verdadera intensidad. El primer Papa que trató de purificar a
la iglesia fue Adriano VI de Utrecht, sucedido en 1523 por un
Médicis, la campaña contra los abusos en la iglesia no se reanu-
dó hasta el reinado de Pablo III (1534-49). El y sus sucesores
Pablo IV (1555-59), Pío V (1566-72) y Sixto V (1585-90), fue-
ron los cruzados de la reforma más celosos que ocuparon la silla
pontificia. La contrarreforma llegó a su apogeo bajo el reinado
de estos papas, quienes también reestablecieron la inquisición.

173
(3) El Concilio de Trent°.
Esta acción de los papas fue complementada por la acción
del Concilio reunido en 1545 por Pablo III, y que funcionó, con in-
tervalos, hasta 1563. El propósito principal de su convocatoria
era volver a definir las doctrinas de la iglesia católica y fueron
confirmados sin excepción los dogmas recusados por los refor-
madores protestantes. Mantuvo además la supremacía del Papa,
no sólo sobre obispos y sacerdotes, sino también sobre los conci-
lios eclesiásticos mismos, devolviendo al gobierno de la Iglesia
su forma monárquica.
El Concilio no sólo se ocupó de las cuestiones dogmáticas, si-
no que dictó leyes destinadas a eliminar los abusos y a reforzar
la disciplina en el seno de la iglesia, prohibiéndose la venta de
indulgencias, la acumulación de riquezas, la distribuición de los
libros conteniendo ideas heréticas, etcétera.
(4) La Compañía de Jesús. Organización
y actividades.
La reforma católica no habría sido tan completa si no la hu-
biesen ayudado las actividades de los jesuitas, quienes realiza-
ron en el Concilio de Trento la mayor parte de la labor diplomá-
tica que permitió a los papas dominar a ese cuerpo en sus sesio-
nes más importantes. Contribuyeron también a que Polonia y
Alemania Meridional volvieran al campo del catolicismo.
Pertenecían los jesuitas a la Compañía de Jesús, fundada
en 1534 por un noble vasco, Ignacio de Loyola, y aprobada en
1540 por el Papa Pablo III. Fue la más militante de las órdenes
del siglo XVI, organizados como una institución militar; conta-
ban con un general como comandante, se constituían como sol-
dados juramentados para defender la fe. Además de defender
el campo católico contra los ataques de protestantes y herejes,
deseaban difundir la fe católica hasta los rincones más lejanos,
llegando en carácter de misioneros hasta Africa, Japón, China
y América. Otra de sus principales actividades fue la educación,
de la que ejercieron monopolio en España y Francia durante
siglos.
c) España y la Contrarreforma. Su influencia en la
Conquista y Colonización de América.
Un aspecto importante en el proceso que estamos exponien-
do, es considerar cómo se fue desarrollando en España. Y deci-
mos que es importante, porque al mantenerse en la Madre Patria

174
la pureza de la religión católica, se salvó la América por ella co-
lonizada del cisma protestante. Anota Vicente Sierra que ya en
tiempos de los reyes católicos se hizo sentir la influencia de dos
hombres trascendentales : fray Francisco Ziménez de Cisneros,
obispo de Toledo, y fray Hernando de Talavera. Particularmen-
te el primero recorrió monasterio por monasterio, "exhortando
al cumplimiento de las reglas religiosas, quitando las posesiones,
peculios y cuanto poseían los religiosos en mengua de sus votos
de pobreza" (7) .
Tal circunstancia convirtió a España en un baluarte cató-
lico, mientras el resto de Europa se debatía en las nuevas here-
jías. Con la posterior expulsión de los judíos y musulmanes in-
conversos, se afirmó la unidad espiritual y moral española; jun-
to a ella surgió, ya en tiempos de Colón, la empresa misional en
las nuevas tierras, para convertir a los indios a la fe católica,
una de las motivaciones de la conquista y colonización de Amé-
rica.
d) Influencia de la Reforma en la Evolución del Arte
de la Guerra.
Como todo hecho o circunstancia trascendente de la historia,
la Reforma, hizo sus aportes a la evolución del arte de la gue-
rra, los que podemos sintetizarlos en los siguientes conceptos :
—contribuyó en principio con el ingrediente ideológico, al
dividirse los Estados (y aún éstos) en bandos irreconci-
liables de católicos y herejes, dando a la motivación de
la guerra uno de sus preponderantes factores;
—como consecuencia de ello, se desataron varias guerras in-
ternas dentro de Francia, el imperio y otros países ; los
grupos sociales, aliados a otros Estados o a partes de és-
tos con similares creencias, lucharon por lograr la hege-
monía. Todo ello dentro de un contexto donde lógicamen-
te, los factores políticos, económicos y sociales jugaron
un papel preponderante ;
—estas luchas hicieron evolucionar también la conducción
táctica y la técnica militar, aspectos que veremos en de-
talle al tratar más adelante algunas de las innovaciones
más importantes.

(7) SIERRA Vicente. Historia de la Argentina. Tomo I. 1500-1600. Editorial


Udel.

175
2. La Política Europea en el Siglo XVI y la Evolución del Arte
de la Guerra.
Durante el siglo XVI, se consolidó el poder político de Es-
paña como potencial mundial.
El reinado de Carlos V (1500-1558) significó para Francia
una situación difícil, pues los amplios dominios europeos del em-
perador la encerraron por el Este y por el Oeste y así se libra-
ron seis guerras entre ambos, entre 1519 y 1559. En Alema-
nia, por la crisis religiosa surgieron dos partidos : el católico,
apoyado por el emperador, y el protestante, que buscó un sostén
exterior; por dicha circunstancia el territorio fue un permanen-
te campo de batalla. El imperio otomano continuó su expansión:
después de 1453, Solimán ocupó Belgrado y en 1526 fue tomada
Budapest. Las luchas entre Francisco I y Carlos V embandera-
ron también a luteranos y turcos, pues estos últimos se aliaron
a Francia para que ésta pudiera mantener el "equilibrio europeo".
Frente al peligro turco, la dinastía de los Habsburgo se vio
obligada a liderar la defensa europea. En la alianza, participa-
ron España, Austria, Polonia y Venecia. En 1529 los turcos ase-
diaron por primera vez, a Viena y en 1532 Carlos V rechazó una
invasión hacia Austria.
En 1571 se libró la batalla naval de Lepanto. En la misma
las flotas combinadas de España, Venecia y Malta, conducidas
por Don Juan de Austria, destruyeron la supremacía naval turca.
En Europa Central, el imperio de los Habsburgo controló
el continente desde su posicón clave. La gran extensión y lo he-
terogéneo de su composición hizo que su cohesión interna fuese
un problema permanente para el emperador. La región que co-
rresponde a la Alemania de hoy, estaba constituida por un con-
junto de estados semi independientes, bajo el control de la co-
rona imperial.
Suiza logró su independencia en 1499, mediante la paz de
Basilea, que permitió la separación del imperio.
Italia estaba dividida en una sedie de pequeños estados : Ve-
necia, Florencia, Milán, Génova, Estado Pontificio y Reino de
Nápoles.
a. Los efectos de la pólvora y las armas de fuego.
Antes de entrar en los sistemas tácticos que dominaron en
el siglo XVI, conviene hacer un resumen de los efectos de la pól-
vora, en el ámbito de la conducción militar en todos los niveles.

176
El primer aspecto a señalar es el económico : el costo de las
nuevas armas hizo que este factor tuviese una participación e
importancia cada vez mayor en la guerra. El respaldo económi-
co se convirtió en el combustible indispensable que movía y hacía
posible el conflicto.
En segundo lugar, la industria del armamento adquirió par-
ticular importancia, pues no era fácil fabricar armas. La tecno-
logía se incorporó a la guerra como un factor más de la misma
y el país que poseía tecnología e industria adquirió una gran ven-
taja sobre sus posibles adversarios.
Por otra parte, la pólvora y sus consecuencias técnicas, las
nuevas armas, obligaron a un especial adiestramiento del com-
batiente. Ya no fue posible la simple convocatoria de hombres
para luchar. Las armas a emplear y las técnicas de combate
exigieron ahora una preparación especial. No se emplearon ar-
mas que de alguna manera eran utilizadas por los soldados po-
tenciales durante sus actividades normales. Ahora se requería
un soldado entrenado, fuese profesional o instruido a través de
un sistema, bien preparado. Esto reforzó la tendencia hacia la
constitución de ejércitos profesionales.
Desde el punto de vista de la conducción estratégica opera-
cional y, en el nivel táctico, la pólvora dio un tremendo incre-
mento a la potencia de fuego. En consecuencia, reforzó las acti-
tudes defensivas, por lo menos a nivel táctico, y la batalla fue
decidida frecuentemente por el contraataque contra un disposi-
tivo previamente desgastado.
La caballería fuertemente acorazada y el castillo medieval,
pivotes de la conducción militar en la Edad Media, desaparecie-
ron como consecuencia del adelanto técnico de la pólvora.
b. Las ideas, militares de Maquiavelo.
Maquiavelo ha sido un agudo observador político, pues la
política fue su pasión y motivo principal en su vida.
Es por ello que adquiere particular importancia su interés
por el hecho militar. Le tocó vivir una época, en la cual su pa-
tria itálica se convirtió en un campo de batalla. Las potencias
europeas dirimían allí la supremacía. Vio el derrumbe político
de Italia y no escapó a su aguda observación que en la base de
esta debilidad se encontraba, entre otras causas, la ausencia de
un poder militar suficiente que respaldase al Estado y a su po
lítica. De aquí su incursión en lo militar.

177
Las ideas de Maquiavelo pueden ser agrupadas en dos as-
pectos:
—las que se refieren al estudio del fenómeno guerra, es de-
cir, al problema de su naturaleza; aquí abrió un nuevo
rumbo a dicha temática.
—las referidas al problema táctico militar, donde incursio-
nó en la organización, la táctica y aún en la estrategia
de su tiempo.
1) "Con respecto a la naturaleza de la guerra.
Lo primero a señalar es la ubicación de la guerra en el con-
texto de la política. La idea es que la guerra es un medio para
que la política actúe y lleve al Estado hacia su finalidad.
Se advierte esto al establecer el papel decisivo del poder mi-
litar en la política y a concluir que la existencia y grandeza de
un Estado dependen de la posesión de un poder militar que ocu-
pe su debido lugar en el orden político.
En el centro de la guerra (en su clímax, como él lo llama),
está la batalla. Ella busca destruir al ejército enemigo, paso pre-
vio para el aniquilamiento del Estado u objetivo de la guerra.
Esto indica que veía la solución del conflicto por medio del em-
pleo del factor o medio militar.
2) Con respecto a la organización y la conducción militar.
Estas ideas parten del examen del poder militar de los Es-
tados italianos del siglo XVI, caracterizados por la presencia ex-
clusiva de mercenarios, normalmente a caballo, y su admiración
por el sistema militar romano (8).

(8) Los jefes mercenarios eran llamados en Italia "condottieri" (derivado


de la palabra "condotta" o contrato) y se encargaba de hacer la guerra, po-
niendo especial énfasis en ejecutar movimientos lentos y batallas incruentas, de
manera que las operaciones durasen el mayor tiempo posible con las mínimas
bajas.
Anota Félix Gilbert en el Capítulo I del libro Creadores de la Estrategia
Moderna citado en (1), que las críticas y observaciones de Maquiavelo estaban
dirigidas contra el sistema militar que había florecido en Italia durante el si-
glo XV, con anterioridad a la invasión francesa. Los "condottieri" y sus com-
pañías mercenarias de caballería eran el blanco de su menosprecio. "Son desuni-
dos, ambiciosos, indisciplinados, carentes de fe, temerarios entre amigos y co-
bardes entre enemigos, no tienen temor de Dios, y no mantienen fe con los
hombres". Su opinión pobre de las proezas de ellos tiene una expresión satírica
en la Historia Florentina, cuando habla de las batallas del siglo XV, en las que
combatieron los ejércitos de los "condottieri". En la "batalla" de Zagonara,
que fue una victoria famosa en toda Italia, nadie resultó muerto, excepto Ludo-
vico degli Obizzi, y éste juntamente con dos de sus hombres fueron arrojados
por sus caballos, asfixiándose en el fango. En la batalla de Anghiari, "que duró

178
(a) Define su concepción de una guerra, lo cual tiene im-
portancia para establecer una organización y un plan de campa-
ña adecuados a dicha idea :
—la guerra debe ser corta y llevada a cabo con suma vio-
lencia •
—la guerra debe ser un esfuerzo continuado, hasta alcan-
zar el objetivo de la misma.
(b) La organización del ejército debe apoyarse en las si-
guientes ideas :
—poder militar nacional ;
—servicio militar que compromete a los ciudadanos en la
defensa de su país;
—ejército de soldados a pie en su núcleo principal, pero
también caballería e infantería ligera ;
—artillería para aumentar el poder ofensivo, aunque niega
que sea un arma decisiva.
(c) Es interesante recalcar que advierte claramente la in-
fluencia de la organización político-social en lo militar; es decir
la primera condiciona a la segunda.
b . El Ejército Español del siglo XVI.
La hegemonía española en el siglo XVI se inició práctica-
mente con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón en 1469, unión dinástica que terminó con el último do-
minio musulmán de la Península, al conquistarse Granada en
1492. Ese año, que también fue del descubrimiento de América,
presenta una España conquistadora del Nuevo Mundo que en
Europa deja oír su voz de primera potencia.
Instrumento importante del siglo de oro español fue su ejér-
cito. Con el rey Fernando, inició una etapa de reorganización,
pero tuvo en Gonzalo de Córdoba a su verdadero conductor. Fue
el creador de la moderna infantería, particularmente en lo que
hace a su organización y empleo. Inspirándose en la legión ro-
mana, formó los famosos "tercios", agrupando a doce compañías
distribuidas en tres coronelías, bajo el mando de un maestre de
campo. De éste dependían directamente un furriel mayor, un

desde las veinte hasta las veinticuatro horas, únicamente un hombre resultó
muerto y no fue éste herido ni derribado por un golpe valiente, sino que se cayó
del caballo y fue después pisoteado y muerto". En la batalla de Molinella, que
duró medio día, "no hubo muerto alguno, únicamente algunos caballos resultaron
heridos y tomados de cada lado unos cuantos prisioneros".

179
sargento mayor, un médico, cirujano, farmacéutico y capellán,
embrión de un Estado Mayor. Organizó también un Cuerpo de
Zapadores para emplearlos en la guerra de sitio o en la cons-
trucción de caminos. El armamento era variado, pues consistía
en larga pica de seis metros, espada y arcabuz. Estos últimos en
proporción diversa, llegando a la mitad progresivamente. Los
suboficiales llevaban alabardas y la artillería, si bien pesada, se-
guía evolucionando. Las formaciones de la infantería recuerdan
la táctica romana de la legión. El "erizo", es una formación de
cuadro o rectangular, saturado de picas y precedida por arcabu-
ceros en guerrilla. Dominaron el campo de batalla hasta la épo-
ca de Gustavo Adolfo ; en ese tiempo el perfeccionamiento del
fuego artillero y la carga de la caballería los hizo evolucionar
rápidamente.
La subunidad de infantería tenía un capitán, un alférez, un
sargento y diez cabos. En la compañía había 125 arcabuceros
y 125 piqueros.
La caballería del ejército español fue del tipo ligero. Su mi-
sión era la persecución, y en ocasiones, el choque durante la ba-
talla.
La formación de combate de la infantería consistía en unas
cuatro filas de arcabuceros y detrás los piqueros. Las filas se
alternaban para poder mantener un volumen de fuego continuo,
dado el tiempo que llevaba cargar el arma.
El arma de fuego se empleaba para desorganizar el ataque
enemigo de manera que en esa forma se podían facilitar las re-
acciones ofensivas.
Los piqueros eran responsables de proteger el primer mo-
mento y luego realizar el contraataque. Si éste obtenía éxito, la
caballería explotaba el mismo.
No obstante el esquema descripto, no siempre la batalla fue
defensiva-ofensiva. En muchas ocasiones se pasó al ataque, cum-
pliendo los arcabuceros su función durante el desarrollo del mis-
mo. La acción frontal, a menudo, fue combinada con la acción
contra el flanco.
Otro aspecto a considerar es la extensión del frente de lu-
cha, pues éste se incrementó en relación directa con la mayor
potencia de las armas. La artillería de campaña aumentó los
fuegos de la infantería en todas sus fases. La artillería tenía

180
su limitación en la poca movilidad táctica, pudiéndose hábilmen-
te evitar sus fuegos por medio de la maniobra.
De lo dicho observamos cierta semejanza con el esquema
táctico inglés de la guerra de los Cien Años. La diferencia con-
siste en que la infantería cumplió aquí las misiones que la ca-
ballería pesada inglesa realizaba a pie o montada.
Con Gonzalo de Córdoba, el ejército español del siglo XVI
hizo renacer definitivamente a la infantería. Su acción en dis-
tintos campos de batalla dejó como herencia el concepto de que
lo útil y valedero en el campo de combate es la sabia coordina-
ción de las distintas armas. Cada una de ellas debe cumplir su
respectiva función a pesar de la ocasional preponderancia que
alguna pueda alcanzar, según el período que se viva, y la mayor
o menor influencia que ejerzan las innovaciones en el armamen-
to y equipos de combate (9).
La institución militar española llegón a contar con varios
miles de hombres, de los cuales gran parte eran mercenarios, aun-
que los mandos fueran españoles. Era un ejército regular, dota-
do de un alto espíritu de profesionalismo.
La instrucción del recluta, voluntario o mercenario, se ha-
cía en centros de instrucción, de donde eran destinados a la uni-
dad de combate cuando alcanzaban el nivel de preparación de-
seado.
c. El aporte suizo a la evolución del arte de la guerra.
Corno dijimos, a partir de 1499 Suiza logró su independen-
cia; muchos de los ciudadanos de la Confederación habían ser-
vido como mercenarios en Europa, pero este sistema fue reem-
plazado con el tiempo por 'un servicio extranjero, que permitía
emplear a los hombres de esta nacionalidad previo Tratados de
Alianza. En tal forma, este tipo especial de tropas se distinguie-
ron del mercenario común por el hecho de combatir bajo su pro-
pia bandera y con oficiales suizos, los cuales determinaban la
participación o no de sus tropas. Además, cada uno de los can-

(9) Este criterio es fundamental para comprender uno de los conceptos


esenciales de la conducción de todos los tiempos, pues el triunfo en la Batalla
dependerá de la sabia coordinación de todas las arras s, tropas, técnicas y servi-
cios y no de la exclusividad o marginación de una de ellas. Agreguemos tam-
bién que la figura de Gonzalo de Córdoba tiene importancia por cuanto su sis-
tema táctico "enterró definitivamente al ballestero y caballero acorazado". Des-
pués de ser derrotado en Seminara (1495), transformó su ejército y. en Ceririola.
logró triunfar aplicando el procedimiento defensivo ofensivo a que hemos hecho
referencia.

181
tones se reservaba el derecho de llamar a sus ciudadanos en cual-
quier momento. Durante muchos años, Suiza firmó tratados de
este tipo con Francia.( entre 1444 y 1830), Portugal, España, In-
glaterra, Holanda, República de Génova y Venecia, Reinos de
Cerdeña y Nápoles, Sajonia Polonia, Suecia, Prusia y Austria
y la Santa Sede, cuya guardia pontificia todavía subsiste me-
diante un sistema voluntario (10).
La técnica suiza se caracterizó por la introducción de masas
pesadas de tipo falangístico que constituían el núcleo del Ejér-
cito. En este tipo de formación compacta, que de alguna mane-
ra significa el regreso a la falange griega, encontramos una au-
sencia de caballería y artillería. La unidad básica tiene algo
menos de 3.000 hombres, organizados en alarbarderos, piqueros
y ballesteros. Los primeros constituían aproximadamente un po-
co más de la mitad, repartiéndose los otros dos en partes iguales.
La formación de combate era normalmente el cuadro; no
obstante ello, la profundidad fue variable y dependió en muchas
ocasiones del número de la fuerza y el frente que era necesario
ocupar.
Las primeras líneas estaban constituidas por soldados ar-
mados de picas. Estos formaban una red de armas que busca-
ban desorganizar el frente enemigo, para permitir la acción de
los alabarderos de las últimas filas.
El conjunto era precedido por los ballesteros que actuaban
como infantería ligera. Cumplían la habitual tarea de hostiga-
miento, buscando causar bajas y desorganizar la formación ene-
miga. Con la aparición de las armas de fuego individuales, fue-
ron incorporados arcabuceros. Combinados con los ballesteros,
tenían a su cargo la misión de la infantería ligera.
El ejército suizo francés formaba para la batalla en esca-
lones : el grueso era el escalón central y la infantería ligera ope-
raba delante. El ataque normalmente mantenía esta formación,
la cual según las circunstancias, podía modificarse en un dispo-
sitivo lineal, donde el escalón vanguardia y el escalón retaguar-
dia formaban las alas del dispositivo. Por lo tanto, esta forma-
ción daba una adecuada seguridad a los flancos. Además, cada

(10) BORY Jean René. Los suizos al servicio extranjero desde el siglo XV
hasta el XIX,en Historia Universal de los Ejércitos. Citado. Volumen 3. Páginas
36 a 40.

182
escalón estaba instruido para formar el cuadro en los 360° es
decir, adoptaba una formación de erizo.
Como los romanos, la actitud táctica suiza era el asalto fron-
tal. Se basaba en la idea de que el ataque continuo y sin conside-
ración era la clave del éxito. La maniobra táctica buscando los
flancos fue ocasional. La persistencia en el ataque frontal se
mantuvo aún con la aparición de la artillería de campaña y la
infantería armada de arcabuz.
Los éxitos de los suizos no se debieron tanto a lo ingenioso
del sistema, como a la cohesión y alta moral del soldado indivi-
dual. Esta moral, nacida inicialmente en la lucha por la inde-
pendencia, tenía en cuenta el hecho de provenir de un sistema
democrático, donde cada uno se sentía comprometido en la de-
fensa de su libertad. Se mantuvo luego por el nacimiento de un
espíritu profesional militar muy desarrollado. Ello explica el al-
to valor de estas tropas que sirvieron bajo distintos países (1.1) .
El sistema táctico suizo puso en evidencia una vez más la
preponderancia del factor moral en la guerra.
Los suizos descartaron prácticamente la armadura, excep-
to el casco y el peto. Esto les proporcionó una gran movilidad
táctica, la que, unida al frecuente empleo de la sorpresa, les per-
mitió obtener éxitos, atacando antes de que el enemigo pudiera
adoptar su dispositivo.
2. Panorama de las Guerras Europeas en el siglo XVI.
Tres son las guerras europeas importantes en el siglo XVI:
las desarrolladas en Italia entre la corona francesa y la imperial
en el período 1494-1550 ; las guerras de religión francesas entre
1562 y 1568 y, por último, la de independencia holandesa, que
abarcó desde 1598 a 1609.
Además, en la centuria entre 1500 y 1600 comenzó la lucha
imperialista entre las potencias europeas y los países nativos,
como también entre las primeras por imponerse en determina-
clas zonas. Esta guerra se desarrolló fundamentalmente en el

(11) Jean René Bory cita algunas sentencias y frases célebres sobre el valor
moral de los suizos en la. guerra, algunas de las cuales transcribimos a conti-
nuación: "Los suizos se baten bien, pero no se contentan con palabras". (Maris-
cal de Montluc. Siglo XVI). Federico II, en Rossbach (1757): "¿Qué son esos mu-
ros de ladrillos rojos que mis cañones no pueden derribar? —Señor, son los sui-
zos". Napoleón a su hermano José, rey de España: "Los mejores soldados, aque-
llos en quienes puedes tener confianza, son los suizos: ¡son bravos y leales!".

183
mar, cuyo dominio fue necesario para expandir la colonización
y el comercio.
En este período de perfeccionamiento táctico y tecnológico,
terrestre y naval, la guerra sirvió a dinastías e intereses nacio-
nales, adquiriendo nueva dimensión ; no fue un hecho aislado o
esporádico, pues en gran medida involucró a todos los países eu-
ropeos. Observamos también que la diplomacia ocupó un lugar
activo en el ámbito de la guerra, utilizándola como una de sus
importantes herramientas.
a. La guerra de religión francesa (1562-1568) y algunas inno-
vaciones importante durante el siglo XVI.
Es ésta una de las grandes guerras religiosas que se exten-
dieron hasta mediados del siglo XVII. En Francia, se inició co-
mo consecuencia de una matanza de calvinistas, que produjo la
reacción del sector protestante. No obstante ello y como ocurre
generalmente en todas las guerras, hay otras motivaciones po-
líticas, dinásticas y económicas. Por ello es que veremos a ca-
tólicos y protestantes mezclados en ambos bandos.
No interesa seguir en detalle las acciones de esta desorde-
nada guerra, carente de una estrategia que diera unidad de pro-
pósito y continuidad a las acciones de ambos bandos. No obstan-
te, se produjeron en ella algunos adelantos e innovaciones que
trataremos muy sintéticamente.
1) La fortificación y el fuego de la artillería.
Las ciudades estaban amuralladas, según la técnica de la
época medieval, pero eran inadecuadas para soportar el ataque y
asalto de un ejército provisto con armas de fuego, particular-
mente con artillería.
Como no hubo tiempo para reconstruirlas y adaptarlas con-
venientemente, la solución fue completarlas con obras de tierra
que disminuyeran la eficacia del bombardeo. Para ello se rodea-
ba la antigua fortificación con un terraplén bajo, a fin de difi-
cultar el fuego artillero y defenderlo con empalizadas, trinche-
ras y emplazamientos para cañones. Se estableció así un nuevo
cinturón defensivo, desde el cual se podía combatir.
Durante la segunda mitad del siglo, la fortificación reaccio-
nó contra la artillería, volviéndose inexpugnable pues el cañón
no evolucionó tan rápidamente.

184
Las fortificaciones se hicieron más compactas y bajas, in-
cluso en partes por debajo del nivel del suelo. Constituían un
blanco difícil y lo bastante gruesas para resistir el fuego y re-
troceso de los propios cañones.
Se reforzaron las obras exteriores y los fosos fueron más
anchos, buscándose por medio de bastiones, dominar el mayor
campo de tiro posible.
2) Algunos aspectos orgánicos y tácticos.
La ausencia de piqueros por razones financieras, en los ejér-
citos que combatían especialmente en el partido protestante (Hu-
gonote), llevó a introducir una innovación táctica.
Los arcabuceros fueron intercalados entre los escuadrones
de caballería y en ambas alas. Las unidades de las alas, dado lo
peligroso de su posición, eran instruidas en el empleo de terre-
no para apoyarse y hacer fuego sobre los jinetes que avanzaban.
Estos arcabuceros, protegidos mientras tenían cerca a la pro-
pia caballería, quedaban totalmente indefensos si la carga de la
adversaria tenía éxito. Pero la experiencia de varias batallas
comprobó que la infantería armada con arcabuces, tenía capa-
cidad para rechazar por sí sola el ataque de la caballería.
3) Las armas de fuego de la infantería y la caballería y
su influencia en la táctica.
La invención del mosquete (alrededor de 1550), reforzó aún
más la situación de la infantería. Esta arma portátil, más pe-
sada que el arcabuz, lanzaba a 200 metros con mayor precisión
un proyectil de doble peso. La mayor eficacia se vio disminuida
por el hecho de ser un arma pesada, que requería dos hombres
para su manejo. Coordinada su acción con el arcabuz, se adoptó
la formación de disparar la primera fila de arcabuceros rodilla
a tierra y la segunda de mosquetes. La potencia de fuego se vio
incrementada por el volumen que se podía colocar en un momen-
to sobre la unidad atacante.
En 1550 apareció también la pistola. Su adopción trajo una
tentativa de modificación en las tácticas de la caballería, cuya
acción principalmente ofensiva, era la carga por escuadrones, en-
columnados o en línea, en dos filas. La carga se realizaba con
sable o con lanza.
Con la pistola surgieron tres empleos tácticos de la caballe-
ría, que detallaremos a continuación:

185
(a) La primera, de origen alemán, consistió en la carga de
una fila de jinetes que descargaban sus pistolas a corta distan-
cia del enemigo. La fila se replegaba y otra repetía la acción y
así sucesivamente. La fila que se replegaba se reorganizaba y
cargaba sus armas detrás de las que estaban preparadas para
atacar. Esta táctica se llamó "caracola" y estaba destinada a
destrozar las escuadras de piqueros, obrando por el "choque" del
caballo y el fuego de la nueva arma.
El sistema tenía sus inconvenientes : requería gran sincro-
nización y coordinación, pues la caballería que aplicaba la "ca-
racola" quedaba expuesta al contraataque, si no mantenía el rit-
mo de las sucesivas cargas.
La crítica que se hizo a este empleo de la caballería es que
perdía su fuerza de choque, característica principal del arma des-
de la antigüedad (12).
(b) Esta idea fue adoptada por el campo hugonote, pero
modificada : la caballería protestante cargaba, hacía fuego con
sus pistolas a corta distancia y luego iba al choque sable en mano.
(c) El campo católico combinó ambos tipos de caballería,
los armados con pistolas y los lanceros. Los primeros prepara-
ban la acción con su táctica de "caracola" y luego daban paso
a los lanceros. Frecuentemente la carga de lanceros fue frena-
da por los primeros que no le daban espacio ; con el tiempo, la
segunda fue la que dio mayor resultado.
4) La Estrategia Operacional.
Desde el punto de vista estratégico-operacional, esta guerra
tuvo valor durante el período que comandó al ejército católico

(12) Hasta la aparición del arco y flecha galeses y de las armas de fuego,
generalmente la caballería actuaba en la batalla mediante el choque. Pero hemos
visto que aquellas armas la obligaban a combatir en algunas oportunidades a
pie, en formaciones tipo falange (ver V: La Guerra de los Cien Arios), con lo
cual su efectividad quedó disminuida. Con el incremento de las armas de fuego,
la caballería fue provista de pistola y su táctica de "caracola" no prescribía el
empleo del arma blanca, un elemento importante para el momento del choque.
Con Mauricio de Nassau, según veremos a continuación, parte de la caballería
(formando núcleos equivalentes cada uno a un escuadrón de 200 hombres) fue
empleada en sostener a la infantería, mientras la masa actuaba a los flancos
(aquí puede encontrarse un antecedente del empleo de parte de la caballería en
grandes unidades de combate de la infantería). Finalmente con Gustavo Adolfo,
la caballería volvió a tener un empleo táctico preponderante sobre la base del
choque con arma blanca (sable), que podía prepararse debilitando al adversario
por el fuego, mediante la descarga del mosquete por una sola vez. Como el Co-
ronel Brandsen en Ituzaingó, Gustavo Adolfo halló la muerte, cargando al adver-
sario en la batalla de Lutzen, en 1632.

186
Alejandro Farnesio, duque de Parma. Este intervino por orden
de Felipe II de España, que apoyaba al bando católico.
Evidentemente, fue el mejor conductor de la guerra y mu-
cho aprendió de él su adversario Enrique de Navarra. El futu-
ro Enrique IV de Francia, era el comandante protestante.
El duque de Parma tenía un claro concepto de las exigen-
cias de la maniobra. El desplazamiento sobre la zona de comu-
nicaciones fue su norma.; alcanzar su objetivo estratégico sin
presentar batalla era posible para él por su gran destreza en la
maniobra rápida y sorpresiva.
b. La Guerra de la Independencia Holandesa (1598-1609). Mau-
ricio de Nassau.
La guerra holandesa tuvo una fuerte connotación política
y religiosa. Los Países Bajos deseaban obtener un gobierno in-
dependiente de España y, además, poder adherir sin trabas a la
religión protestante.
La guerra, iniciada en 1598, adquirió importancia militar en
el segundo período de la misma, cuando el duque de Parma y
Mauricio de Nassau fueron comandantes de los ejércitos espa-
ñol y holandés, respectivamente.
Mauricio fue un excelente conductor estratégico y táctico (13).
Su concepto estratégico se basaba en el dominio territorial,
en el control de las grandes ciudades y vías de comunicaciones.
Es por ello que evitó, en lo posible, la batalla campal.
Su característica saliente es la creatividad unida a la auda-
cia ; esto dio un carácter decisivo a sus acciones militares.
Fue creador de un sistema táctico, procedió a organizar el
ejército necesario para aplicar dicho sistema. Es un ejemplo más
de que la organización debe servir a la táctica que se desea apli-
car y, por lo tanto, no puede ser desarrollada en forma indepen-
diente, como frecuentemente se hace.
Dadas las ideas de Mauricio en el campo de la conducción,
su infantería debía necesariamente tener buena capacidad de ma-
niobra en el terreno y una técnica de asedio perfeccionada. Adop-
tó unidades pequeñas y flexibles. Las compañías fueron llevadas,

(13) Mauricio de Nassau (1567-1625), fue uno de los primeros conductores


militares de su época. Hijo de Guillermo el Taciturno, intervino activamente en
el proceso de Independencia de Holanda. Adaptó los conceptos fundamentales de
la táctica romana y en su ejército formaron hombres de varios países, que con-
currieron a aprender y perfeccionarse en los principios de la conducción militar.

187
en sucesivas reducciones, a ochenta hombres con igual proporción
de mosqueteros y piqueros. Se agrupaban en regimientos de 800
hombres. Se aumentó el frente y redujo la profundidad de los ti-
radores, a diez filas como máximo. Fracciones de mosqueteros y
piqueros se intercalaban, estando estos últimos separados por un
metro en lugar de codo a codo.
Los mosqueteros no pasaban detrás de los piqueros para car-
gar. Simplemente retrocedían hasta la cuarta o quinta fila de las
unidades de piqueros vecinas, con lo cual estaban suficientemen-
te protegidas y podían seguir disparando hasta que el contacto
era estrecho.
Las reformas suiza y española fueron un retorno a las for-
maciones legionarias. Pero el que mejor adaptó a la época del
arma de fuego la vieja legión manípulo fue Mauricio. Los otros
tendieron más bien a una formación de tipo falange.
La formación ajedrezada de la legión-manípulo, dio a Mau-
ricio las mismas ventajas que ya había proporcionado en la an-
tigüedad : flexibilidad, movilidad táctica y reserva.
Desde el punto de vista estratégico-operacional, Mauricio es-
tableció que la maniobra y el asedio eran los elementos impor-
tantes para obtener el objetivo de la guerra. La primera se ba-
só en la velocidad y sorpresa.
Lo segundo, como ya se indicó, le debía proporcionar por la
conquista de ciudades, dominio territorial y de las vías de co-
municaciones.
La táctica aplicada para la toma de ciudades fortificadas se
basaba en la sorpresa y en la concentración de la artillería en un
solo sector para permitir el asalto.
Esta técnica exigió también la presencia de unidades de za-
padores, las que con Mauricio recién son incorporadas como uni-
dades militares.
También empleó el humanitarismo como arma de la guerra
psicológica : otorgó todos los honores a la guarnición que ca-
pitulaba y la debida protección a la población civil. Ambos re-
cursos le abrieron las puertas de muchas fortalezas.
Una idea de la movilidad estratégica de Mauricio lo da el
siguiente ejemplo: el duque de Parma, que combatía en Francia,
realizó una rápida marcha amenazando la provincia de Utrecht.
Mauricio eludió a su adversario y moviendo su ejército en bar-

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cazas por las numerosas vías fluviales holandesas, apareció fren-
te a Hulst, cerca de Amberes, la que fue tomada antes de que
el duque de 'J'arma pudiera llegar en su auxilio. Empleando el
mismo procedimiento, apareció en el otro extremo de la línea
española, donde tomó en once días a Nimega, la principal forta-
leza de la zona.
Durante los años siguientes, con un ejército que nunca su-
peró los diez mil hombres, conservó la iniciativa, conquistando
provincias enteras mediante la sucesiva ocupación de las ciudades.
Los españoles trataron siempre de llevarlo a la batalla en
campo abierto, pero Mauricio, a cada amenaza respondía con la
organización de fortificaciones de campaña muy fuertes para
ser asaltadas. La reacción de la conducción ortodoxa habló de
"esos topos cavadores que la azada había elevado a una fama
no merecida".
En 1600 ganó la única batalla importante en Nieuport. En
esta acción, librada entre dunas al lado del mar, el flexible dis-
positivo de Mauricio aferró y envolvió a las cuatro masas de in-
fantería española.
La infantería holandesa formó con sus pequeñas unidades
dejando amplios intervalos entre ellas para disminuir el blanco.
El mortífero fuego de sus unidades de arcabuceros y mosquete-
ros, que se movían muy bien en el terreno quebrado, desorgani-
zó a los españoles y facilitó el ataque contra el flanco. Su dis-
positivo, que le daba movilidad, reserva y la posibilidad de apro-
vechar el terreno, le dio la victoria.
e . El Batallón y la Brigada. Sus orígenes romanos.
Según Dufour, Mauricio de Nassau creó la Unidad Táctica
Batallón, con efectivos de quinientos hombres. De ellos, trescien-
tos eran piqueros, y doscientos armados de mosquete. Los pi-
queros formaban en el centro y los mosqueteros en las alas, lla-
madas mangas (14).
El batallón formaba en diez filas y el procedimiento de com-
bate era el siguiente:
1) Los mosqueteros, agrupados —como ya dijimos— en
mangas, se adelantaban al frente para ejecutar los fuegos por
filas, a fin de disponer de suficiente tiempo para la carga de las
armas.

(14) DUFOUR A. Obra citada. Página 28 y 29.

190
2) Ejecutados los fuegos, los piqueros iniciaban el choque
o esperaban el del enemigo.
3) El mosquete representó en su tiempo un arma superior
al arcabuz de horquilla, pues el fuego se daba mediante una me-
cha, unida al "serpetín" o mecanismo fijo del arma. La mecha
encendida entraba en contacto con la pólvora o "cebo", conteni-
da en la "cazoleta".
La unidad superior al batallón fue la brigada, la cual podía
comprender unos ocho batallones, reunidos de a dos (seiscientos
piqueros en el centro y doscientos mosqueteros en cada ala). La
brigada tenía un dispositivo en tres líneas, que recuerdan a la
región romana, donde los "manípulos" eran ahora los dobles ba-
tallones de cada una.
En cuanto a la caballería, Mauricio creó escuadrones de dos-
cientos hombres cada uno, distribuyéndolos entre las brigadas
y dentro de las segundas y terceras filas. El resto de la caballe-
ría ocupaba los flancos de manera que a esta arma le daba por
misión sostener la infantería completando la derrota del enemi-
go o eventualmente asegurar la retirada de propias tropas.
3. La Guerra de los Treinta Años. Gustavo Adolfo y su aporte
a la evolución del arte de la guerra.
a . Antecedentes.
En la primera mitad del siglo XVIII, un largo conflicto obligó
a participar en el mismo a la gran mayoría de los países de Eu-
ropa Occidental. Conocido como la Guerra de los Treinta Años,
se desarrolló entre 1618 y 1648. Si bien tuvo como antecedente
importante la lucha entre católicos y protestantes a que he-
mos hecho referencia a principios de este capítulo, no pueden
tampoco marginarse de sus motivaciones la aspiración de hege-
monía sobre Europa por parte de Francia y del Imperio, ya que
al abdicar Carlos V en favor de Felipe II y su hermano Fernan-
do II, España había quedado separada en Estado independiente
de Alemania, aunque guardando estrecha vinculación dinástica.
La situación territorial francesa, con peligro de ser encerrada
entre dos miembros de la casa de Austria, las luchas internas
políticas y religiosas de Alemania y la aspiración sueca de lide-
rar los territorios bálticos, son otros tantos antecedentes que de-
ben tenerse en cuenta en el desarrollo de la guerra. Inglaterra,

191
aunque interesada en la destrucción del imperio, no participó
por sus conflictos internos (15).
Es interesante destacar aquí la figura de Gustavo Adolfo,
cuya creatividad e inteligencia le hicieron comprender la nece-
sidad de transformar los pesados ejércitos de entonces en tropas
móviles y con mayor dispersión, dos aspectos a los que Mauricio
de Nassau había prestado especial atención.
Pero no sólo en esto consisten sus principales aportes, ya
que debemos recordar que las reformas de Gustavo Adolfo abar-
can un amplio aspecto innovador. Comprendió que la movili-
dad se basaba en la disciplina y ésta en una administración y lide-
razgo eficaz; por ello se preocupó por mejorar las condiciones
de vida de sus soldados.

GUSTAVO ADOLFO

Uno de los aspectos de gran efecto multiplicador en el cam-


po técnico lo constituyó la fabricación del cartucho, pues hasta
esta época, la carga del arma de fuego necesitaba disponer del
proyectil en sí, la pólvora para la carga y la pólvora de cebo, que
se llevaban separadamente. Al ordenarse la fabricación de un
cartucho que comprendía proyectil y pólvora, se aumentó la ve-
locidad de tiro y en consecuencia la intensidad del fuego, incre-

(15) Entre 1642 y 1648 hubo en Inglaterra una guerra civil entre la Corona y
el Parlamento. Cromwell, particularmente después de sus triunfos en Naseby y
Preston, instauró un régimen republicano después que el rey Carlos I fue ejecu-
tado bajo la acusación de traidor.

192
mentándose también la proporción entre mosqueteros y pique-
ros, en favor de los primeros.
Gustavo Adolfo aligeró al jinete de caballería, quitándole la
pesada protección que era una herencia del Medioevo.
La caballería fue provista de sable, mosquete ligero y pis-
tola. Empleó también a los dragones, una de las especialidades
de esta arma cuya aptitud especial consistía en que podía com-
batir a pie.
En cuanto a la artillería, agregó algunas piezas livianas a
la infantería y caballería, mientras las más pesadas se reunie-
ron para formar la masa de esta Arma.
El ejército sueco fue nacional y popular, con gran espíritu
de lucha, y en ese aspecto diferente de los de su época, en par-
ticular del ejército mercenario de Wallestein, su principal ad-
versario militar.
A partir de la Guerra de los Treinta Años, los ejércitos fue-
ron aumentando su volumen por la creciente riqueza de los Es-
tados. Por otra parte, la guerra como fenómeno social significó
cada vez más un impacto político, económico y nacional.
Los ejércitos se fueron transformando en permanentes y
se incrementaron la industria del armamento y otras actividades
logísticas, entre ellas las necesidades alimenticias, el apoyo sa-
nitario y el transporte. Paralelamente a ello aumentaron los
gastos militares, lo que trajo la necesidad de recaudar mayores
impuestos y por ello fue necesario una mayor coacción del monar-
ca sobre sus súbditos, lo cual traería como consecuencia un ab-
solutismo político gradual.
b . El Período Sueco de la Guerra (1630 - 1645) (16).
La guerra de los Treinta Años comenzó en Bohemia en 1618.
Un conflicto local, de índole religioso, desemboca en un pro-
blema político al desconocer los checos, en su gran mayoría pro-
testantes, al nuevo emperador Fernando II; de Bohemia la guerra
se extendió a todo el continente.
En el Imperio, los Habsburgos católicos buscan imponer la
unidad religiosa y obtener un poder real en lugar del nominal
que detectaban sobre Alemania. De lograrlo se convertiría en la
potencia dominante de Europa central.

(16) Síntesis del artículo publicado por el Tcnl D Federico Minicucci en la


Revista de la Escuela Superior de Guerra N9 402.

193
Los estados alemanes semi-independientes, se enrolaron a fa-
vor o contra el Emperador de acuerdo a sus aspiraciones ; no obs-
tante, teniendo en cuenta los dos aspectos del problema, religioso
y político, la decisión se hizo difícil: un estado católico aliado
al Emperador defendía la religión y al mismo tiempo sus aspira-
ciones de imponer un poder central fuerte, lo cual no siempre
le convenía.
Esto explica porqué estados de una y otra creencia comba-
tieron indistintamente en ambos bandos.
Los Habsburgos españoles entran en guerra en apoyo de
sus parientes austríacos y, también, para contener a la cada vez
más poderosa Francia que amenaza ya sus posesiones en Italia
y los Países Bajos.
Francia por su parte, ya siente el cerco estratégico de los
Habsburgos y busca romperlo en su parte más débil: el Im-
perio; deshacer el Imperio y balcanizar Alemania, es decir im-
pedir la gestación de un Estado poderoso al este del Rhin será su
objetivo.
Si bien no tuvo una participación activa en los primeros pe-
ríodos, Francia fue la potencia que mantuvo activa la resistencia
contra los Habsburgos.
En síntesis fue la primera prueba de fuerza, en gran escala,
entre los borbones y los Habsburgos.
Iniciadas las operaciones Austria, con el fundamental apoyo
de Baviera, venció a los coaligados encabezados por Federico,
elector Palatino, y ocupó Bohemia.
En el segundo período, Cristian IV de Dinamarca asumió
la dirección del bando protestante; derrotado en Dessau y Lutter
en 1626, debe pedir la paz como consecuencia de las operaciones
del ejército imperial sobre Holstein y Jutlandia en 1627.
Los ejércitos del Emperador mandados por Tilly y Wallens-
tein, ocuparon Alemania y la costa báltica. Al parecer la guerra
había terminado.
Temeroso Richelieu, primer ministro francés, de una Alema-
nia unida y del poder de Fernando II, alienta a Gustavo Adolfo
que comparte sus temores, a reanudar la guerra.
Se firma un pacto por el cual Francia hacía el esfuerzo finan-
ciero y Suecia el militar.

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Así se inició el tercer período de esta guerra y Gustavo


Adolfo asumió la dirección de la misma contra el Imperio.
No debe pensarse que el rey sueco fue un medio empleado
por el hábil Richelieu para alcanzar los objetivos de Francia ;
Gustavo Adolfo tenía los propios y muy claros ; conviene re-
cordarlos :
—crear un Imperio báltico para lo cual debía tener poder
real y directo sobre el Norte de Alemania ;

195
—convertir a Suecia en cabeza de una federación de esta
dos protestantes;
—defender la religión protestante.
c. Las operaciones militares.
Las operaciones se iniciaron con el desembarco del ejército
sueco en Pomerania junto al Oder, el 6 de julio de 1630. El
desembarco inicial se realizó con 13.000 hombres, a los que se
unieron posteriormente otros 40.000.
Gustavo enfrentó dos problemas :
—la necesidad de aumentar sus efectivos por medio de los
contingentes de estados alemanes que se le unieran, lo
que exigía una pronta y efectiva acción diplomática.
—establecer firmemente su base de operaciones en Pome-
rania.
Apreció con justeza que sus medios, inferiores a los impe-
riales, podrían tener mejores oportunidades en los amplios es-
pacios disponibles en Alemania. De todas formas necesitaba
incrementar sus fuerzas con aliados, para atenuar una relación de
fuerzas muy desfavorables. Los imperiales podían poner en cam-
paña 100.000 hombres.
Antes de penetrar hacia el sur era esencial asegurar la costa
báltica y sus comunicaciones por mar con Suecia. Para su pos-
terior penetración hacia el sur era preciso dominar el Oder, una
de las principales vías de comunicaciones de la época que corría
por territorios protestantes. Todo el resto del año 1630 se empleó
en estas tareas.
En la primavera de 1631, Tilly entró en Brandeburgo mien-
tras su segundo el conde Pappenheim ponía sitio a Magdeburgo.
Gustavo avanzó hacia Francfort para atraer a Tilly a una batalla
pero éste marchó a Magdeburgo para acelerar las operaciones
de sitio.
Al no tener éxito con su maniobra que buscaba batir a su
adversario por partes, resolvió el Rey buscarlos en Magdeburgo
y salvar la ciudad.
Lamentablemente las dudas de los Electores de Brandeburgo
y Sajonia, este último disponía de un ejército de 40.000 hombres,
retrasaron la operación y la ciudad cayó en manos de Tilly el
20 de mayo.

196
Tilly cometió el error de saquear e incendiar la ciudad ; esto
predispuso psicológicamente a los protestantes en favor de Gus-
tavo Adolfo. No obstante ello, debió aún amenazar Berlín para
lograr la participación de Brandeburgo.
Sajonia aceptó apoyarlo cuando Tilly amenazó Leipzig.
Como se puede apreciar, estas alianzas obtenidas bajo la
presión de la fuerza y la necesidad, no aseguraban la fidelidad
de los aliados; tal situación fue motivo de permanente preocupa-
ción porque podían amenazar o crear dificultades a sus líneas de
comunicaciones y le era muy necesario el concurso del ejército
sajón.
La reunión del Ejército sueco con sus aliados se llevó a cabo
en Duben el 15 de septiembre. El ejército aliado, fuerte de 47.000
hombres, avanzó de inmediato a Leipzig para librar la batalla.
Tilly no pudo evitarla por la rapidez del movimiento, produ-
ciéndose el encuentro en Breintenfield el 17 de setiembre de 1631.
En esta batalla se produjo el primer choque entre el sistema
de las formaciones masivas en cuadro y el flexible sistema táctico
sueco; la misma finalizó con el completo triunfo de Gustavo
Adolfo.
Esta batalla decisiva, puso a prueba las nuevas tácticas con-
tra las antiguas y sancionó el triunfo de la movilidad y la po-
tencia de fuego contra la masa y el arma blanca.
La batalla tuvo importantes consecuencias políticas y mili-
tares ; aseguró la posición estratégica de Gustavo y evitó que el
norte y centro de Alemania cayeran bajo el dominio Habsburgo.
Por otra parte, aseguró temporalmente la adhesión de los aliados.
Eliminado el principal ejército imperial, la explotación de
la batalla permitía seleccionar entre distintas direcciones estra-
tégicas ;
—La más directa era dirigirse al Danubio y por este río
sobre Viena, centro político del Imperio. Tenía el in-
conveniente de tener que atravesar la Bohemia dejando
en su flanco a Baviera. Constituía sin duda la línea de
mayor expectativa.
—La otra era aproximarse al Rhin, cortar las comunicacio-
nes con los Países Bajos españoles y atacar Baviera des-
de el Oeste.
Tenía la ventaja de cortar la afluencia de refuerzos desde
los Países Bajos y atacar al principal aliado de los habsburgos.

197
Era poco probable que los austríacos lo socorrieran afligidos por
sus propios problemas.
Gustavo empleó esta segunda dirección que lo llevaba indi-
rectamente a su objetivo y debilitaba a su adversario. Movió su
ejército y ocupó Renania con lo cual cortó la importante vía de
comunicaciones del Rhin.
En la primavera de 1632 avanzó sobre Baviera, alcanzó el
Danubio y se enfrentó nuevamente con Tilly sobre el río Lech.
El 16 de abril se produjo el encuentro que terminó con el
triunfo sueco; en la acción murió Tilly.
La situación de Fernando II era desesperada. Llama nueva-
mente a Wallenstein, que había sido licenciado, y le ordena la
organización de un nuevo ejército. Es necesario señalar que Wa-
llenstein tenía una rara habilidad para montar un ejército de la
nada.
Es interesante recordar las duras condiciones que impuso
Wallenstein al Emperador para aceptar el cargo; entre otras,
figura la de no poder cursar órdenes sin su consentimiento. Este
es un ejemplo del sometimiento del poder político, que se supone
conduce la guerra, al militar que sólo es parte de ella.
Wallenstein, organizado su ejército, entró en Bohemia ex-
pulsando a los sajones y ocupó Praga; reunido con Maximiliano
de Baviera su ejército contaba con 60.000 hombres.
En junio comenzó a aproximarse a Gustavo que retrocedió
a Nuremberg; Wallenstein lo siguió, ocupó el 16 de junio Furth,
localidad que fortificó, y atrincheró su ejército; más de dos me-
ses estuvieron ambos ejércitos enfrentados; dos ataques del ejér-
cito sueco al campo fortificado imperial fueron rechazados.
El 18 de septiembre, falto de abastecimientos, Gustavo le-
vantó su campo para dirigirse contra Viena; buscaba también
atraer a Wallenstein a una batalla sobre el Danubio.
Este último, en lugar de dejarse atraer, ordena una concen-
tración contra Sajonia. Su maniobra indirecta cumplía tres fun-
ciones
—eliminar a Sajonia como aliada de Gustavo.
—amenazar sus líneas de cumunicaciones con el litoral.
—atraerlo a una batalla sobre el terreno elegido.
Gustavo que ya había iniciado su maniobra sobre Viena, re-
cibió pedidos urgentes de auxilio del Elector de Sajonia, regresó
a Nuremberg donde llegó el 22 de octubre.

198
En noviembre Gustavo trata de reunir todas las fuerzas dis-
ponibles en la región de Naumburg.
Wallenstein que ha ocupado Leipzig con parte de sus fuer-
zas, decide instalarse en cuarteles de invierno ; para facilitar el
acantonamiento fracciona su ejército en tres grupos:
—en Leipzig; en Lutzen; y en Halle.
Esta dispersión era peligrosa frente a un adversario astuto
y rápido como Gustavo.
Gustavo Adolfo, reunidas las fuerzas, con excepción de los
sajones continuó su aproximación hacia Lutzen y el 14 de no-
viembre, aclarada la situación por su exploración, decide dar ba-
talla a pesen de su inferioridad numérica.
En la madrugada del 15 de noviembre alcanzó Pegau donde
pensó reunirse con los sajones; al no aparecer éstos decide con-
tinuar hacia Lutzen. Prefirió así, combatir con efectivos meno-
res, pero no desaprovechar la oportunidad de batir al enemigo
por partes.
La noche del 15, ambos ejércitos ocuparon la llanura de Lut-
zen. Wallenstein adoptó su dispositivo y hace construir fortifi-
caciones de campaña para resistir el ataque de los coaligados ;
además, ordenó a Pappenhein que se encontraba con parte de la
caballería en Halle, se le reuniera en Lutzen.
d. La batalla de Lutzen (17 de Noviembre 1632) (Anexo 3).
El terreno de batalla es una amplia llanura flanqueada al
Este por el arroyo Flossgraben; este curso de agua es vadeable
en varios puntos; hacia el Oeste y a tres kilómetros y medio del
arroyo se encuentra Lutzen ; al Norte de la localidad hay algu-
nas alturas.
El campo de batalla, está dividido de Este a Oeste por la ru-
ta que conduce de Leipzig a Lutzen; corre sobre un terraplén
a cuyos bordes, había numerosas zanjas paralelas al camino.
Los efectivos en presencia no son conocidos con exactitua;
—los imperiales contaron, inicialmente, con 25.000 hom-
bres ; posteriormente llegó Pappenheim con 8.000.
—E1 ejército de Gustavo Adolfo contaba con 18.000 hom-
bres y la probable llegada de los sajones.
El dispositivo adoptado por cada adversario fue el siguiente:
—Wallenstein, que pensaba librar una batalla defensiva, or-
ganizó a su ejército en un escalón.

199
200
La infantería ocupó el centro, organizado para el combate
en cuatro grandes masas.
La caballería ocupó las dos alas. La línea de batalla apoyó
sus flancos en el Flossgraben y en las alturas al norte de Lut-
zen; esta localidad fue incendiada; para proporcionar mayor se-
guridad se ubicaron efectivos de caballería al oeste del arroyo y
se ocupó con efectivos de infantería los alrededores de Lutzen
y las colinas al Norte.
La artillería fue emplazada en dos grupos : frente al centro
y al extremo del ala derecha.
El frente ocupado era de 3.500 metros.
—Gustavo Adolfo: respondiendo a su idea ofensiva, colo-
có su ejército en dos escalones.
La infantería en el centro, con cuatro brigadas en cada
escalón.
La caballería en ambas alas, contó con 13 escuadrones a la
derecha y 14 a la izquierda, también dispuesta en dos escalones.
El primer escalón estaba reforzado con ocho compañías de dra-
gones en cada ala.
Detrás de la infantería del centro, colocó una reserva de
caballería.
La artillería de campaña, 26 cañones, tomó posición delante
de la infantería.
La batalla comenzó con la aproximación del ejército sueco
protegido por la niebla y tuvo el siguiente desarrollo :
—fase 1: la acción de la artillería.
A las 10.00 horas, cuando se levantó, en parte, la niebla,
comenzó el fuego de la artillería por ambas partes.
—fase 2: el primer ataque sueco.
Gustavo Adolfo ordena el ataque, el cual es escalonado en
tiempo ; él, al mando del ala derecha, carga contra la izquierda
imperial haciéndola retroceder.
Poco después su centro y ala izquierda inician el ataque. La
infantería sueca rechaza las fracciones adelantadas sobre el ca-
mino y captura la batería de artillería emplazada en ese sector.
La caballería del ala izquierda sueca hizo ceder terreno a
la derecha imperial.
Al parecer, Gustavo quiso en esta fase rechazar la izquierda
imperial para envolver a la masa de la infantería de Wallenstein.

201
—fase 3: el contraataque imperial.
Wallenstein ordena un contraataque a su infantería. Los
tercios imperiales rechazan a la infantería sueca al sur del ca-
mino, recuperando la artillería perdida.
Enterado de esto Gustavo Adolfo concurrió en su apoyo con
dos regimientos de caballería, tratando de tomar el contraataque
por su flanco. Al parecer, en esta acción murió Gustavo.
—fase 4: el segundo ataque sueco.
Bernardo de Weimar - Sajonia toma el mando del Ejército
Sueco; reorganiza sus fuerzas y se lanza nuevamente al ataque.
En este momento llega Pappenheim con su caballería y des-
plazándose por detrás del propio dispositivo fue en apoyo de la
caballería del ala izquierda. Esta acción produjo el retroceso
de la caballería sueca al sur del camino, repliegue que arrastró
a la infantería del centro. En esta acción murió Pappenheim.
—fase 5: el tercer ataque sueco.
El ejército sueco reordenó nuevamente su dispositivo al sur
del camino y se lanzó nuevamente al ataque. La batería central
imperial cayó nuevamente en su poder; el ataque toma contacto
con las primeras líneas imperiales y progresa en la profundidad.
Ambos ejércitos pierden la cohesión y la lucha se hace muy
desordenada. La batalla es conducida por los comandos subal-
ternos. Al caer la noche los suecos eran dueños del campo de
batalla. No hubo persecución.
Wallenstein quiso librar una batalla defensiva; para ello ase-
guró sus flancos apoyándose en obstáculos y puntos importantes
del terreno, reforzándolos con tropas para incrementar la segu-
ridad de las mismas.
Asegurados los flancos, trata de dar la mayor fortaleza po-
sible a su frente confiando en la capacidad del rechazo de sus
formaciones masivas y en las fortificaciones de campaña.
Puede decirse que hizo una conducción en extremo estática
de la defensa, sus reacciones ofensivas fueron muy limitadas y
ni siquiera aprovechó la posibilidad de operar con el cuerpo de
caballería Pappeheim contra el flanco o la retaguardia sueca. La
empleó exclusivamente para reconstruir el dispositivo en su ala
izquierda.
Gustavo Adolfo tuvo que ejecutar un ataque frontal; su ac-
ción escalonada en tiempo, accionando primero contra el ala más

202
débil del dispositivo enemigo, indica la intención de rechazarla
para crear un flanco donde aplicar su máximo poder de combate.
Contó con fuertes reservas de infantería y caballería, para
hacerlo. El fracaso de su centro para aferrar a la infantería
imperial y retener el terreno conquistado y su muerte, al comien-
zo de la acción, no permitió recomponer la maniobra táctica pre-
vista convirtiéndose la batalla en un desordenado forcejeo.
Si bien los suecos ganaron la batalla, los imperiales obtu-
vieron, indirectamente, un gran éxito por la muerte de Gustavo
Adolfo. De no haber ocurrido esto, probablemente Suecia hu-
biera alcanzado sus objetivos y terminado la guerra.
Este período de la guerra continuó hasta 1635 por la tenaz
actividad de Richelieu. En 1634 Bernardo de Weimar-Sajonia,
el nuevo líder protestante, fue batido decisivamente en Nord-
lingen por Fernando de Hungría, hijo del Emperador. Alemania
estaba nuevamente en manos de éste. El 30 de mayo de 1635 se
firmó la paz de Praga finalizando, momentáneamente, el conflicto.
Suecia no aceptó la paz, y uniéndose a Francia dio comienzo
al cuarto período, combatiendo contra Austria y España.
La guerra continuó hasta 1648 y finalizó porque los beli-
gerantes, especialmente el Imperio que fue el campo de batalla,
estaban agotados.
La última acción fue el sitio de Praga por los suecos. La
guerra terminaba en el mismo lugar en que se había iniciado trein-
ta años antes.
La paz de Westfalia puso fin a las hostilidades. Este trata-
do fue de suma importancia política ya que dio nueva fisonomía
a Europa. Desde el punto de vista religioso estableció la igual-
dad del catolicismo, luteranismo y calvinismo; la Reforma fue
oficializada. Se solucionó así una de las causas principales de
esta guerra y eliminó un factor irritante para la estructuración
de la nueva sociedad europea.
e. El aporte de Gustavo Adolfo a la evolución del arte de la
guerra.
Gustavo Adolfo fue un conductor militar que incursionó,
con originalidad y talento, en todos los ámbitos de la ciencia
y el arte militar.
Fue, sin duda, un gran capitán, no sólo por sus sobresalien-
tes aptitudes como comandante de tropas en campaña, sino tam-

203
bién por introducir nuevos conceptos que hicieron evolucionar
las ideas militares de la época hasta niveles de mayor perfección.
Se puede afirmar que con él, comenzó el cambio de las con-
diciones de la guerra hacia la forma que caracterizan a los con-
flictos modernos.
La creación de un ejército nacional y profesional, totalmente
integrado a la nación y al servicio de los objetivos nacionales, dio
un nuevo carácter a los conflictos; comienzan aquí a dejar de ser
un enfrentamiento de príncipes para convertirse en lucha de
pueblos.
No puede olvidarse tampoco la organización de un sistema
administrativo-logístico, alimentado por el país, para sostener las
operaciones de los ejércitos en campaña. Ya se señaló las ven-
tajas, morales y estratégicas, que reportó a los suecos, pero no
debe olvidarse que abrió nuevos horizontes a la estrategia-ope-
racional al eliminar, en parte, las restricciones que surgían del
sistema de apoyo usado en la época. Esta idea de Gustavo fue
rápidamente adoptada y perfeccionada por sucesivos conductores.
Gustavo dio nueva vida a la ofensiva y a la movilidad, tanto
en lo estratégico como en lo táctico. Fue de particular impor-
tancia su aporte táctico, donde estableció un procedimiento tác-
tico-ofensivo para las armas de fuego basado en el uso de la ma-
niobra, la potencia de fuego y la integración de las armas en
el campo táctico.
Son importantes sus aportes orgánicos, área en la cual es-
tablece :
—la primacía de las formaciones pequeñas, pero móviles
y rápidas.
—el empleo de la unidad táctica de tipo regimental con
capacidad para cumplir misiones propias en el campo
de combate.
—la idea de niveles orgánicos, cumpliendo cada uno res-
ponsabilidades específicas.
—el concepto de proporción entre las armas.
La elevación de la artillería a la categoría de tercer arma
importante junto a la infantería y la caballería. Técnicamente
normalizó el material y le dio movilidad, lo que era indispensa-
ble para su modalidad de conducción y tácticamente, dejó esta-
blecido el concepto de la concentración de los fuegos y la coor-
dinación del mismo y el movimiento.

204
Por último, no debe olvidarse lo que probablemente fue la
base de sus éxitos : la cohesión espiritual y fuerza moral de su
ejército, y el especial cuidado que tuvo por contar con un cuadro
de oficiales de gran calidad. Ambas cosas fueron obra suya.

BIBLIOGRAFIA PRINCIPAL
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Tomo VIII. Ediciones Españolas publicadas bajo la dirección de Don Eduar-
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205
VII. LA nVOLUCION DEL ARTE DE LA GUERRA DESDE
LA FINALIZACION DE LA GUERRA DE LOS TREINTA
AÑOS (1648) HASTA LAS GUERRAS DE LA REVO-
LUCION FRANCESA (1792).
1. Luis XIV. Louvois y Vaubán.
a . Antecedentes. Europa en el siglo XVII y XVIII.
La paz de Westfalia puso fin a la guerra de los Treinta Años
en octubre de 1648. Se reconoció oficialmente la independencia
de Holanda y Suiza. Suecia obtuvo el territorio de Pomerania
Occidental, los ducados de Bremen y Verden (territorios situa-
dos al sudeste y sudoeste de la actual Dinamarca), además del
control de la desembocadura de los ríos Weser, Elba y Oder.
Francia la Alsacia meridional, los obispados de Metz, Toul y
Verdún y la jurisdicción de diez ciudades imperiales de Alsacia
y la frontera con el Rhin.
En la actual Alemania, el imperio se mantuvo dividido en
una Confederación de Estados Independientes. La influencia de
los Habsburgo quedó disminuida y con ella la hegemonía de Es-
paña en Europa, que había alcanzado con Carlos V y Felipe II.
Francia, Suecia y Holanda surgieron como nuevas potencias,
la primera de estas naciones aspiró a liderar la política europea,
en particular a través de Richelieu, quien preparó con su accio-
nar el advenimiento de Luis XIV.
En Francia, el protestantismo se manifestó a través de la
influencia de Calvino ; sus adeptos se llamaron hugonotes y fue-
ron acaudillados por Enrique IV, quien en 1598 se convirtió al
catolicismo. El Edicto de Nantes (1598), permitió la libertad
de cultos y la igualdad de derechos políticos para católicos y pro-
testantes. Enrique IV murió asesinado en 1610, sucediéndole Luis
XIII. Este eligió como primer ministro al cardenal Richelieu, quien
prácticamente gobernó Francia entre 1624 y 1642.
b. El absolutismo como concepción política del Estado.
Es de estos tiempos la concepción absolutista del Estado,
que se dio con particular énfasis en Francia y representa la re-
acción contra el poder feudal de la Edad Media que seguía per-
durando, aunque disminuido, en varias zonas de Europa.
La autoridad del monarca no debía estar sometida a ningu-
na limitación. Bossuet, influyente pensador de la época de Luis

206
XIV, dio las bases de la teoría absolutista, al sostener el origen
divino del rey, quien no era responsable ni ante la Iglesia ni an-
te el pueblo (1).
c. El mercantilismo como sistema político y económico.
1) El mercantilismo fue el sistema de intervención guber-
nativa para promover la prosperidad nacional y aumentar el po-
der del Estado.
Sus objetivos, además de económicos, eran también políti-
cos. La intervención en los asuntos económicos no consistió sólo
en aumentar el volumen de la producción, sino que además re-
presentó aportar más dinero al tesoro de los reyes, para que és-
tos pudieran construir flotas, equipar ejércitos y hacer que su
gobierno fuese temido y respetado en el mundo.
Este sistema fue acompañando el absolutismo político, que
como ya expresamos, había sustituido a la estructura feudal, dé-
bil y descentralizada, donde las relaciones económicas eran mu-
cho más sencillas y de un carácter más bien localista.
Pero los reyes no fueron sólo sus creadores, lo apoyaron tam-
bién los magnates de los negocios, pues les daba muy aprecia-
bles ventajas.
Si bien llegó a su apogeo entre 1600 y 1700, muchas de sus
características sobrevivieron hasta fines del siglo XVIII.
2) Principios generales del mercantilismo.
a) "Reserva de metales preciosos". La prosperidad de una
nación depende de la cantidad de metales preciosos que cuenta

(1) La teoría del gobierno absolutista del Estado procede desde antes de
la época de Luis XIII, pues corno consecuencia de la Reforma se produjo en to-
da Europa (y particularmente en Francia) un largo período de agitación y, gue-
rras civiles que impusieron la necesidad de un gobierno fuerte.
Juan Bodín (1530-1596), autor del Método para la fácil comprensión de la
Historia, fue un firme partidario de la monarquía absoluta, a la vez que de la
tolerancia de cultos. Sostenía que la dirección de los intereses del Estado no ha
de hacerse arbitrariamente sino de acuerdo a la recta razón. Tomás Hobbes (1588-
1679) escribió el Leviathan, nombre de un monstruo bíblico que emplea para sim-
bolizar al Estado dominador de todas las voluntades individuales.
Si se lo elimina, se corre el peligro de caer en la anarquía.
El poder absoluto se fue afirmando luego con Richelieu, pero tuvo en Luis
XIV su genuino representante. Jacques Bossuet, famoso predicador de esta épo-
ca, puso especial énfasis en el origen divino del derecho del monarca, pues como
representante de Dios no debía responder ni ante la Iglesia ni ante el pueblo.
La predicación doctrinaria tenía en cuenta tres aspectos importantes: "Un roi,
une foi, une loi" (un rey, una fe, una ley). Luis XIV detentaba todo el poder y
lo ejercía por medio de decretos; era asistido por sus ministros, controlando las
provincias por medio de los intendentes reales.

207
en su territorio. Cuando más oro y plata tenga un país, tanto
más dinero puede recaudar el gobierno, en forma de impuestos.
b) Los estados que no contaban con oro y plata, o que no
tenían colonias que los produjesen, podrían conseguir la riqueza
y el poder mediante un apreciable aumento del comercio exterior,
de manera que el valor de exportación superase al de la im-
portación (saldo comercial favorable).
Para ello era necesario apelar a los siguientes recursos :
—aranceles altos para reducir las importaciones ;
—impedir por completo la entrada de algunas mercaderías ;
—apoyo a las exportaciones y a las industrias nacionales
para que la Nación dispusiera de considerables saldos
exportables.
e) Además se propiciaba un nacionalismo económico que
buscase la autarquía (es decir, que la nación se bastase a sí mis-
ma), incrementando las industrias no sólo para el comercio, si-
no para independizarla de suministros del exterior.
d) Otros aspectos importantes:
—E1 gobierno debía ejercer funciones de guardián de la
vida de sus ciudadanos. Convenía estimular y regla-
mentar el matrimonio para que la población creciera
constantemente.
—Debía cuidar los salarios, horas de trabajo, los precios
y la calidad de los productos.
—Ofrecer a los pobres una ayuda generosa, que incluyese
la atención médica gratuita.
—Todo esto debía hacerse, no con fines caritativos o justi-
cieros, sino para que el Estado se apoyara en una base
económica segura, y en caso de guerra, contase con la
ayuda de una población numerosa y rica.
e) Aspectos imperialistas del mercantilismo.
La adquisición de colonias no era para beneficiar a los ciu-
dadanos, sino para hacer más fuerte e independiente la nación.
Las colonias más codiciadas eran las que podían aumentar
las reservas de metales preciosos, pero en caso de no ser posi-
ble, las que proporcionaran materias primas, pertrechos navales
o cualquier otra mercadería que no produjese la Madre Patria.

208
Las colonias existían para beneficio del Estado que las do-
minaba. Por tal motivo no se les permitía dedicarse a la indus-
tria de la navegación o actividades en competencia con la me-
trópoli.
Como dijimos, su función era producir materias primas y
consumir la mayor cantidad de mercancías del Estado domi-
nante. De este modo infundían vitalidad a las industrias y le da-
ban a ésta ventajas en la lucha por el comercio mundial.
3) Aspectos sociales.
El mercantilismo fomentó el comercio y la industria, pero
los campesinos no tuvieron tantos estímulos para incrementar la
producción. Por otra parte, en Francia continuó una estructura
social donde los privilegios de la nobleza y el clero y los benefi-
cios económicos de la burguesía alta contrastaban con la situa-
ción de la pequeña burguesía y campesinado, sobre los cuales
caía la casi totalidad de la coacción del Estado para obtener sus
recursos.
d. Turena y el perfeccionamiento de la táctica holandesa de
Mauricio de Nassau (2).
En el capítulo anterior hicimos referencia al aporte efectua-
do por Mauricio de Nassau a la evolución del Arte de la Guerra.
Pero este conductor holandés fue perfeccionado aún más por En-
rique de la Torre de Auvernia, vizconde de Turena, nacido en
Sedán en 1611 y muerto en la batalla de Salzbach en 1675 du-
rante la guerra de Holanda a que hemos hecho mención anterior-
mente. Turena se inició como militar en Holanda, a las órde-
nes de sus tíos Mauricio y Enrique de Nassau. En 1629 se in-

(2) Además de Turena, podemos mencionar a otros tácticos célebres que


desde la segunda mitad del siglo XVII y durante el siglo XVIII hicieron evolu-
cionar con sus diversas ideas el Arte de la Guerra. El Caballero de Folard (1669-
1752) fue partidario de la formación en profundidad, tipo ,falangístico, mediante el
empleo de la columna, del cual fue precursor. Hacia 1730, estas ideas aparecieron
en su libro Comentarios sobre Polibio.
El barón de Mesnil Durand (1729-1799), francés, participó en diversas cam-
pañas a favor de su país, entre otras, la guerra de los Siete Míos. En 1784
obtuvo el grado de mariscal de campo y escribió "Proyectos de un Orden Francés
en Táctica o la Falange Fraccionada y doblada por las mezclas de las Armas"
(1755) y "Fragmentos de Táctica" (1774). Revivió y aumentó las ideas de Folard,
sosteniendo la organización de una falange para la infantería que consistía en
una masa de 768 hombres por 24 de frente y 32 de profundidad. Además atribuía
una acción decisiva al choque, considerando secundariamente la acción del fuego.
Como veremos más adelante, a estos dos pensadores se opusieron otros que
preconizaban distintos conceptos tácticos que tuvieron en Napoleón a su agente
dinámico y revolucionario.

209
X

knq
EL

210
corpor6 al ejército francés, combatiendo en la guerra de los Trein-
ta Años. Allí condujo parte de las tropas suecas de Gustavo
Adolfo que habían continuado combatiendo en Alemania. Tuvo
también activa participación en las luchas civiles de Francia du-
rante la minoridad de Luis XIII, en las que formó al principio
en la Fronda y luego en el ejército del rey. Actuó en Flandes en
1667, enfrentando al general del imperio Montecuccoli, inicial-
mente en 1672. Después de varios encuentros favorables, en ma-
yo de 1675 alcanzó nuevamente a Montecuccoli en Salzbach y
fue muerto por un proyectil de artillería cuando estaba por ga-
nar la batalla.
El sistema táctico de Turena se inspiró no sólo en Mauricio,
sino también en Gustavo Adolfo.
Sus principales aspectos los podemos resumir en lo siguiente :
—en la infantería, se mantuvo la organización anterior de
piqueros y mosqueteros. Los primeros, armados con pica
larga de cinco metros; los oficiales llevaban media pica
y los suboficiales, alabarda ;
—el batallón tenía un efectivo de 600 a 1.000 hombres, en
una formación que oscilaba entre seis a ocho filas. Com-
prendía un número variables de compañías, entre seis a
diecisiete. Pero en aquella época, la subunidad no tenía
independencia dentro del combate, pues el Batallón lo ha-
cía en masa. Los oficiales formaban al frente, al centro
y detrás la masa de piqueros y al flanco los mosqueteros ;
—los distintos movimientos del batallón eran lentos, pues
se ejecutaban a voz de mando. Durante la marcha, los
piqueros también lo hacían en el centro. Ante ataque de
caballería los piqueros ocupaban la periferia del cuadro,
permitiendo en ciertos intervalos el fuego de mosquete ;
la caballería francesa de esta época disponía en su masa de
tropas ligeras, aunque también había regimientos de cora-
ceros y otras unidades para seguridad y escolta del rey.
No disponía de, armadura, pero sí de un vestuario de cue-
ro de búfalo que la protegía de la pica y otras armas blan-
cas. Como armamento principal se la dotó de espada, ade-
más pistola de arzón o mosquete.
—El escuadrón era la unidad táctica de esta época, con un
efectivo que oscilaba entre sesenta a ciento veinte hom-
bres. Formaban en tres filas y se organizaba internamen-

211
te en Compañías (dos o tres). Cargaba al galope, al fren-
te el capitán más antiguo, luego los oficiales. En prime-
ra fila los suboficiales y en el centro el estandarte ;
—en cuanto a la artillería, Turena mantuvo la organización
y el empleo creado por Gustavo Adolfo;
—durante la batalla, el ejército formaba en tres líneas, imi-
tando nuevamente aquí a la legión (los manípulos eran
reemplazados como con Mauricio por batallones). La ca-
ballería formaba en las alas y pelotones de mosqueteros
concurrían en su apoyo. Turena también formó brigadas,
dividiendo las líneas en agrupamientos de cinco a ocho ba-
tallones, a órdenes de un Brigadier General ;
—la época de Turena inicia el momento en que, se va per-
feccionando el arma de fuego portátil de la infantería.
Gradualmente, reemplazará a la pica y al constituirse en
el armamento principal del infante se comenzó a utilizar
los accidentes del terreno con ventaja. En las actitudes
defensivas se hacían ocupar posiciones flanqueantes a los
mosqueteros, de manera que fuese de extrema dificultad
atacarlos con piqueros o jinetes. Allí cobró importancia
la artillería, la cual aumentó también su movilidad para
destruir las resistencias de los tiradores y además, debili-
tar la línea defensiva antes del asalto. A su vez, esta cir-
cunstancia creó con el tiempo la necesidad de abandonar
el orden de batalla geométrica y manipular, porque ahora
el combate se diluía en parte en sucesos locales, para lo
cual se requería la creatividad del conductor para solu-
cionarlos.
e. Francia al advenimiento de Luis XIV.
1) Richelieu y Mazarino.
El objetivo de Richelieu fue lograr el poder absoluto del rey
en lo interno y la hegemonía francesa en Europa. Para ello de-
sarrolló su acción en el ámbito nacional, disminuyendo el poder de
la nobleza, arrebatando los privilegios políticos de los hugonotes,
fortaleciendo el poder económico de Francia y estimulando el co-
mercio, la industria y la expansión colonial.
En el ámbito externo, trató de reducir el poderío de los Habs-
burgo en España y se enfrentó al imperio, apoyando, como he-
mos visto, a la Suecia luterana contra los católicos de la Casa de
Austria.

212
nichelieu no vivió lo suficiente como para ver su triunfo,
pues murió seis años antes de terminar la guerra de los Treinta
Años. Luis XIII falleció un año después. Francia quedó nueva-
mente con la corona en manos de un niño, pues Luis XIV no
,había alcanzado la mayoría de edad. No obstante, tuvo la suerte
de contar con un gran ministro, el cardenal Mazarino, al que
había preparado Richelieu para que le sucediera como primer mi-
nistro y jefe del Estado bajo el nuevo rey.
Dirigió la guerra contra España durante los once años si-
guientes y consiguió ventajas territoriales por el Tratado de los
Pirineos en 1659, que puso fin a la campaña. Sofocó una rebe-
lión de los nobles en 1648. Murió en 1661, asumiendo Luis XIV
En conclusión, Richelieu evitó la unión de los Estados ale-
manes en uno solo y poderoso. Suecia obtuvo territorios en el
continente sin llegar a constituir un imperio báltico como era su
objetivo y se agudizó la decadencia de los Habsburgo. Pero, en
definitiva, no se solucionó el problema de fondo que fue el mo-
tor de la guerra, o sea el deseo de Francia de quebrar el cerco.
Al quedar España con Lila, Besancón, las dos Sicilias y el mila-
nesado podía, en caso necesario, concretar su enlace con el impe-
rio y así cercar a Francia estratégicamente.
2) Objetivos políticos de Luis XIV.
Cuando murió Mazarino, la monarquía gozaba de poder ab-
soluto en Francia y esta nación iba en camino de convertirse en
la potencia de Europa.
Luis XIV fue el factor primordial que dio dinámica a la po-
lítica europea después de la guerra de los Treinta Años. Sus
objetivos políticos chocaron indudablemente con los de sus ve-
cinos, como también con Inglaterra, a la cual no le convenía el
surgimiento de una potencia continental que arrastrase al resto
a bloquear su comercio.
Los objetivos políticos de Francia en esta época fueron los
siguientes :
—romper el cerco Habsburgo (España al Oeste y el impe-
rio al Este) ;
—obtener fronteras "seguras" : el Rhin en el Este, los Al-
pes en el Sudeste, los Pirineos en el Sur;
—convertirse en potencia continental dominante.

213
Una de las formas de alcanzarlos, particularmente el prime-
ro, era lograr que la corona de España no estuviera más en la
casa de Habsburgo. La ascensión de Carlos II, que subió al tro-
no español en 1665, iba a dar una oportunidad para lograr este
deseo. El rey era muy enfermo y de deficiente mentalidad, lo
cual hacía suponer, como en realidad ocurrió, que no iba a dejar
heredero.
Es así como el problema de la sucesión española estuvo pre-
sente en casi todas las guerras que se produjeron hasta 1713.
3) Los colaboradores más importantes de Luis XIV fueron
los siguientes: Jean Baptista Colbert, destacado financista que
promovió el desarrollo económico, científico y cultural; Francois
Louvois, experto en el arte militar y en el gobierno, y Sebas-
tián Le Preste, señor de Vauban, ingeniero militar, creador de
las fortalezas modernas de la época y de los procedimientos tác-
ticos de defensa y ataque a las mismas.
(a) Colbert (1619-1683). El poder naval.
Fue un firme partidario del mercantilismo y a tales fines
propició :
—el desarrollo de la industria francesa;
—el comercio con el extranjero;
—las compañías particulares, subvencionadas para crear
nuevas industrias o afianzar las existentes;
—fuertes gravámenes a los artículos importados;
—la construcción de carreteras y canales para facilitar el
transporte y abaratarlo;
—la creación de compañías francesas con protección estatal
para establecer colonias y comercio en las Indias Orien-
tales, América y el cercano Oriente.
El mercantilismo señaló una concepción particularmente es-
tatista. Además, Luis XIV, el rey Sol, se inclinó por la protec-
ción de las artes, las letras y las ciencias; el gran monarca qui-
so convertir a Francia en el centro cultural de Europa.
El desarrollo del poder naval, durante el reinado de Luis
XIV, fue conseguido por obra de Colbert, quien empapado de
los objetivos políticos del rey, pese a la falta de interés de éste,
entendió que era necesario el desarrollo integral de los factores
del poderío militar, para respaldar la política expansionista soste-
nida por la monarquía.

214
Colbert interpretó que ese desarrollo debía ser total, con
una adecuada infraestructura, tanto en lo material como en lo
humano. Recordemos, pues, que su obra alcanza a todas las áreas
creación de astilleros, construcción de puertos, creación de es-
cuelas de capacitación, instauración de un sistema de recluta-
miento, tanto para el personal subalterno como para los oficiales,
a los cuales estimula, jerarquizando a la profesión e interesando
a príncipes y nobles.
También consideró la necesidad de ese poder naval, como
elemento de capital importancia, dadas las características parti-
culares de la época, para protección de los buques mercantes y
en consecuencia el desarrollo de un comercio beneficioso para la
nación, utilizando la vía marítima, con buques franceses y a
través de compañías de comercio.
El poder naval desarrollado, cumplió una función complemen—
taria en la política expansionista de Luis XIV. La guerra na-
val propiamente dicha no existió durante el lapso tratado. Sólo
fueron acciones de mayor o menor envergadura, que responden
a objetivos distintos, y que adquiere consistencia o continuidad
durante el ministerio de Colbert y respondiendo a intereses de
expansión comercial, particularmente a las colonias.
(b) Louvois (1641-1691). La organización y administración
del Ejército.
Hasta el siglo XVII, los asuntos del ejército eran adminis-
trados, en Francia, por los mismos militares y había sobre ellos
un leve control del siempre creciente poder central.
El sistema de reclutamiento y asignación de cargos milita-
res daba por resultado una notable falta de integración entre las
armas y las unidades. Como ejemplo, entre un jefe de unidad
de 400 hombres y un Comandante de Ejército de 30.000 no exis-
tía un comando intermedio. Además, en la administración del
ejército francés no había funcionarios civiles.
Si bien es cierto que el ejército francés de la guerra de los
Treinta Años terminó la contienda fuerte y victorioso, sus vicios
y problemas orgánicos, administrativos y tácticos eran notables.
Probablemente ese ejército no hubiera podido ser utilizado
como herramienta militar idónea para servir a los objetivos po-
líticos impuestos por Luis XIV.
Louvois fue quien tuvo a su cargo corregir esta situación
alcanzando un marcado éxito en la tarea.

215
Richelieu marcó, en su época, las bases de la administra-
ción civil en el ejército. Los funcionarios fueron elegidos entre
la clase media, como forma de fortalecer el poder de la corona.
Nació así el Ministerio de Guerra francés, del que Louvois
se hizo cargo en 1668 y que retuvo hasta 1691, prácticamente
durante el lapso que abarcaron las cuatro guerras de Luis XIV.
Poco después, este Ministerio ya operaba con cinco departamen-
tos, que manejaban todos los problemas del ejército: personal,
organización, armamentos, logística y finanzas.
Del Ministro dependían los intendentes de ejército (uno
por cada ejército en campaña), responsables de satisfacer sus
necesidades administrativas, en tiempo de guerra. De los inten-
dentes del ejército dependieron una cantidad de comisarios, quie-
nes tenía a su cargo el pago de la tropa, reunir efectos de abas-
tecimiento, y entender en cuestiones de alojamiento en ciertas
circunstancias, como también otros aspectos que hacen al actual
campo de interés de la logística e incluso asuntos civiles.
Es decir, por cada Ejército y dependiendo directamente del
Ministerio de Guerra, había un equipo de funcionarios responsa-
bles de solucionar todos los problemas administrativos del ejérci-
to en campaña. Esto trajo aparejado como ventajas que los co-
mandantes sólo tenían preocupaciones operacionales y de Servi-
cios para Apoyo de Combate, en la medida en que éstos estaban
en el ámbito operacional. Fue toda una innovación separar la
conducción operacional de todo lo administrativo.
En lo específicamente militar :
(a) Se mejoró el reclutamiento, en cuanto a la calidad del
personal; el sistema fue el voluntariado.
(b) Siguiendo el modelo sueco, se estableció una cadena de
comando jerárquico, lo cual perfeccionó:
—la unidad y la calidad del comando ;
—el cuerpo de oficiales, ya que se organizó una verda-
dera carrera de las armas para los mismos, buscán-
dose especialmente seleccionarlos y prepararlos para
asumir sus responsabilidades en cada jerarquía.
(e) Se uniformó el vestuario y el armamento.
(d) Se dio especial énfasis a la instrucción individual y de
conjunto; cada nivel de comando era responsable de es-
te aspecto.

216
(e) Se integraron las armas : infantería, caballería y arti-
llería, para hacerlas actuar coordinada y estrechamen-
te en el campo de batalla.
(f) Se introdujo el fusil a chispa con bayoneta, lo cual lle-
vó a la eliminación de los piqueros. Esto concedió a la
infantería una adecuada potencia de fuego y de choque.
(g) La infantería se organizó en batallones.
(h) Si bien no existieron grandes unidades de combate cla-
ramente definidas, se disponía de comandos para hacer-
se cargo de los agrupamientos que surgían de la orga-
nización para el combate.
(i) Se adoptó la formación lineal de tres filas, que en la
defensa o ataque, disparaba descargas a voz de mando.
(j) Se reglamentó el ritmo de avance en el ataque de la in-
fantería a 80 pasos por minuto. Mantener la formación
fue importante en el movimiento, porque el tiro de con-
junto era básico para la potencia de fuego.
En síntesis, Louvois :
—fue el maestro en la ciencia de adiestrar un ejército;
—permitió el desarrollo de las concepciones estratégicas y
tácticas, especialmente al liberar al Comandante operacio-
nal de los problemas de obtención de recursos ;
—fue el creador del nuevo y moderno ejército francés, me-
diante:
su sistema administrativo;
. su organización;
. su instrucción y disciplina;
. su conducción táctica.
—se constituyó en uno de los padres de la guerra moderna,
en el sentido de introducir en ella el concepto de lucha en-
tre fuerzas armadas regulares, siguiendo así los pasos
pioneros de Gustavo Adolfo.
e) Vaubán (1633-1707). La Ciencia y la Guerra.
La ciencia y la guerra siempre han estado íntimamente re-
lacionadas. Esta relación se hizo importante cuando las armas y

217
equipos bélicos fueron evolucionando, hasta constituir en nues-
tros días un elemento fundamental del poder militar (3).
La arquitectura militar sufrió una revolución durante los
siglos XVI y XVII. Esta revolución se debió a la aparición del
cañón que volvió inservibles las fortalezas medievales. Cuando
la ciencia creó un elemento ofensivo novedoso, ella misma se en-
cargó de lograr la respuesta en su faz defensiva. Además se de-
be tener en cuenta las características particulares del nuevo ar-
mamento en su aspecto defensivo, pues el cañón también influ-
yó en la defensa de las fortalezas.
Nada aportó Vaubán a la táctica y estrategia en general. Su
campo fue la concepción de fortalezas y los procedimientos tác-
ticos de defensa y ataque a las mismas.
Su carrera se desarrolló, por lo tanto, en el área administrati-
va y operacional del ejército francés, en forma alternada. En
ocasiones dirigió la construcción de distintos sistemas fortifica-
dos, y en otras, fue responsable de conducir en el ataque o defen-
sa de tales sistemas.
(1) Vaubán como constructor de fortificaciones.
Tuvo que enfrentar dos problemas de distinta naturaleza:
—establecer un sistema fortificado para Francia;
—constituir las fortalezas y obras complementarias que in-
tegrasen dicho sistema.
(2) El establecimiento del sistema fortificado.
Estructurar un sistema fortificado era incursionar en el cam-
po estratégico, ya que consistía en determinar la misión que
cumpliría en el desarrollo de las distintas campañas previstas.
Esto implicaba determinar la ubicación y concretar su composi-
ción, en particular en las fronteras más importantes de Francia.
Para establecer esto, Vauban debió conciliar:
—las fortalezas ya existentes, instaladas sin ningún or-
den (es decir, sin criterio que diera cohesión al conjun-
to), con las limitaciones que le imponían los medios
disponibles, particularmente los económicos y finan-
cieros ;

(3) Los aspectos referentes a la influencia de Vaubán en la evolución del


Arte de la Guerra, pueden ser profundizados (entre otros) en los siguientes li-
bros: GUERLAC Henry. Vaubán: la importancia de la Ciencia en la Guerra. Ed.
Creadores de la Estrategia Moderna. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. Vo-
lumen 598. Buenos Aires, 1968; y BOUDET Jacques. Historia Universal de los
Ejércitos. Tomo III. Ed. Española. Barcelona, 1966.

218
—la inestabilidad de las fronteras, por las permanentes
anexiones y cesiones territoriales. En este sentido, Vau-
ban fue un asesor en lo referente a política exterior,
al recomendar que convenía obtener o ceder en un Tra-
tado de Paz.
(3) En general las ideas de Vauban al respecto fueron las
siguientes:
—toda obra debía ser lo suficientemente protegida, forti-
ficada y abastecida para imponer el sitio al enemigo y
ser lo suficientemente pequeña para exigir una guarni-
ción de pocos efectivos ;
—el sistema debía convertir al reino en un gran recinto
fortificado ;
—el sistema debía ser defensivo y ofensivo. En el primer
caso para retener puntos de interés estratégico, ejercer
una acción de detención y canalizar la ofensiva enemi-
ga, todo ello para facilitar la intervención del ejército
de campaña. Vauban tenía claro el concepto que la ver-
dadera defensa está en el ejército que vive y maniobra
y no en la inerte fortaleza estática.
En el segundo caso debía servir como base de operaciones
para el o los ejércitos que adoptaran una actitud ofensiva.
La ubicación del sistema debía responder a esa exigencia
defensiva-ofensiva. Por ello debía ocupar:
. los lugares que permitieran dominar el propio sistema
de comunicaciones;
. las líneas de invasión naturales;
. las cabezas de puente sobre grandes ríos ;
. los desfiladeros;
. el dominio del comercio.
Estableció dos líneas de fortaleza, debiendo ser la primera
más importante y enlazadas las obras principales con reductos
ubicados a distancia fija.
Su proyecto previó unir estas fortalezas con un canal.
En síntesis este sistema buscaba:
. amortiguar la ofensiva enemiga;
. desgastar y aferrar fuerzas;
. entorpecer sus líneas de comunicaciones;

219
. orear las mejores condiciones para la intervención del
ejército de campaña.
La construcción de fortalezas no tuvo un modelo estable, pe-
ro respetó, en general, determinados aspectos, que son comunes
en todas sus obras:
. construcciones más bajas y de gruesas paredes;
. instalaciones subterráneas;
. diseño de polígonos regulares;

Ataque a un fuerte.

220
221
. los bastiones tienen gran importancia. Todo enemigo
debía ser batido desde tres direcciones;
. obras exteriores : tenazas, medialunas y defensa en pro-
fundidad.
El ataque a las fortalezas.
Este procedimiento de ataque fue conocido con el nombre
de las tres paralelas de Vauban y consistió en:
aislar la fortaleza con una primera trinchera o paralela
fuera del alcance de la artillería de la plaza;
se comenzaba a cavar trincheras en zig-zag siguiendo
un eje normal a la primera trinchera; así se cavaban
una segunda y tercera trincheras. Esta última a corta
distancia de la explanada de la fortaleza.
Cada paralela era ocupada, sucesivamente, por tropas.
El sistema era lento; buscaba disminuir las pérdidas y mo-
derar el asedio.
2. Las guerras de Luis XIV. Principales acontecimientos.
Durante el reinado de Luis XIV, Francia, la nación conti-
nental más poderosa, libró cuatro guerras:
—La Guerra de la Devolución (1667-1668).
—La Guerra de Holanda (1672-1678).
—La Guerra de la Liga de Habsburgo (1688-1697).
—La Guerra de la Sucesión de España (1701-1713).
a. Guerra de la Devolución.
Se originó por la pretensión de Luis XIV de que se entre-
gasen los Países Bajos Españoles a su esposa María Teresa. In-
glaterra, Holanda y Suecia se unieron en una triple alianza, obli-
gando a Luis XIV a firmar la paz de Aquisgrán (1668).
b. Guerra de Holanda.
Se llevó a cabo entre Francia e Inglaterra contra Holanda y
algunos estados alemanes imperiales.
Francia mantenía una aguda rivalidad comercial con Holan-
da y además Luis XIV no miraba con simpatía a un país protes-
tante y democrático.
Inglaterra aspiraba a disminuir la intensa actividad comer-
cial holandesa y consecuentemente su poder marítimo, que se ha-
bía convertido en un rival peligroso de la naciente hegemonía
inglesa en el mar.

222
Holanda llevó a cabo una guerra defensiva, a efectos de neu-
tralizar la agresión que amenazaba su independencia como na-
ción y al mismo tiempo su credo religioso.
El Imperio, al colocarse al lado de Holanda, buscó la opor-
tunidad de afectar el prestigio y poder francés, impidiendo su
expansión que lo afectaba territorialmente.

Luis XIV de joven. Busto por Pierre Puget. Museo de Aix.

En los momentos iniciales de la guerra, Holanda fue inva-


dida y para detener el avance, los holandeses rompieron sus di-
ques e inundaron el territorio. Luis XIV y Vaubán conquistaron
Maestricht en 1673. Guillermo de ,Orange, bisnieto de aquél, que
actuara en la guerra de la independencia holandesa, tomó el man-
do del Ejército y la Armada. Es aquí donde las operaciones evo-
lucionaron a su favor; el Almirante holandés De Ruyter ganó la
batalla naval de Solebay. En tal forma, se mantuvieron abiertos
los puertos holandeses al comercio y cuando en 1673 se obtuvo
la victoria naval de Texel, Lorena, España y el Imperio, entra-
ron en la guerra a favor de Holanda.

223
En 1674, el general francés Turena invadió y ocupó Lore-
na ; en noviembre, ante la presión de Montecuccoli (que coman-
daba los ejércitos imperiales), retrocedió hacia Alsacia y ambas
fuerzas se dispusieron a invernar.
A pesar de ello Turena se mantuvo en movimiento, logran-
do una sorpresa total al situarse a 20 km del Cuartel General im-
perial, cuando éstos se hallaban en sus cuarteles de invierno.
En enero de 1675 Turena obtuvo la victoria de Turkheim,
ocupando así toda Alsacia.
En la primavera de 1675 ambos generales volvieron a en-
frentarse. La muerte de Turena hizo perder la oportunidad al
ejército francés de vencer a Montecuccoli, cuando se encontraba
en una situación muy ventajosa.
La guerra finalizó con el Tratado de Nimega. España ce-
dió a Francia el Franco-Condado y doce plazas de Flandes.
. Guerra de la Liga de Habsburgo.
1) Antecedentes.
Como antecedentes más inmediatos de esta guerra pueden
citarse entre otros los siguientes hechos:
—la revolución inglesa de 1688 permitió acceder al trono
a Guillermo III, lo cual marcó el inicio de un enfrenta-
miento de cien años entre Francia e Inglaterra por el
predominio colonial y comercial. Esto fue causa de va-
rios conflictos, entre ellos, el del tema tratado;
—el apoyo militar dado a Jacobo II por Luis XIV, para
recuperar el trono de Inglaterra. Jacobo se hizo fuerte
en Irlanda, donde fue derrotado decisivamente en 1690
en la batalla de Boyne, luego de dos años de guerra civil;
—la política francesa, siguiendo siempre sus objetivos de
llegar al Rhin y desgastar a los Habsburgo, decidió
invadir el Palatinado en su parte occidental, es decir el
triángulo ubicado al Norte de Alasacia y Lorena y li-
mitado por el Mosela y el Rhin.
La guerra se inició con la invasión del Palatinado por parte
de Francia en el año 1668. Este hecho provocó la formación de
la Gran Alianza o Liga de Habsburgo, integrada por Holanda,
Inglaterra y el Imperio, inspirada por Guillermo III en 1669.
El problema de los aliados consistió en no disponer de una
conducción centralizada que permitiese coordinar adecuadamente

224
las operaciones militares y en consecuencia dio ocasión a que
Francia apelase con éxito a la maniobra por línea interior.
Las principales operaciones se realizaron en los Países Ba-
jos, en Italia (Piamonte), en Cataluña y en el mar, donde los in-
gleses, llevando sus naves al Mediterráneo, obtuvieron varios
triunfos.
Si bien los ejércitos franceses fueron victoriosos en tierra,
no explotaron adecuadamente sus victorias y Luis desarrolló una
estrategia netamente defensiva. La situación en el mar afectó al
comercio francés, creando apremios financieros.
Luis XIV decidió iniciar conversaciones de paz y continuar
la marcha hacia sus objetivos por la diplomacia.
Una de las características de esta guerra la constituye el
hecho de que el rey impuso reiteradas veces una serie de res-
tricciones a las operaciones militares por la cantidad de bajas
sufridas en las mismas.
2) Aspectos importantes a señalar en el desarrollo de esta
guerra.
(a) Desde el punto de vista de la conducción estraté-
gica-militar.
—La retenida conducción estratégica militar, no fue cohe-
rente con los objetivos políticos expansionistas de Luis
XIV.
—La estrategia militar no logró imponer la voluntad al
adversario; el agotamiento, generalmente económico, hi-
zo que se llegase al acuerdo.
—De lo anterior surge que no hubo una apreciación de los
recursos disponibles y su mejor empleo para obtener
una decisión.
— advierte el comienzo de la conducción de este nivel
Se
al pretenderse coordinar distintos teatros de operacio-
nes y la estrategia terrestre con la naval.
—No hay en general, una explotación de las batallas.
—En cuanto a la estrategia naval, observamos que :
. La francesa no explota el comercio y la flexibilidad
propia de ella.
. La inglesa sí tiene en cuenta la importancia del poder
naval y la necesidad de que éste se encuentre fortale-
cido por una intensa corriente comercial a quien apo-

225
ya y de quien a su vez recibe hombres y medios nece-
sarios para la guerra en el mar.
(b) Desde el punto de vista estratégico operacional.
—Se coloca énfasis en la maniobra y no en la batalla. Pe-
ro la maniobra no define la campaña y, aún en el caso
de alcanzarse el objetivo impuesto, la guerra se decide
más bien por agotamiento momentáneo.
—Pareciera que en general, los objetivos a alcanzar por la
estrategia operacional no estaban claramente fijados. Es-
to unido a un continuo maniobrar y contramaniobrar,
hizo que la conducción de este nivel fuera confusa y
normalmente poco decisiva.
(c) Desde el punto de vista táctico.
—Si bien algunos comandantes buscaron la batalla, obser-
vamos que en general, la a ztividad fundamental es la
guerra de sitio, buscando conquistar determinadas plazas.
—No hubo batallas verdaderamente decisivas que aniqui-
laran el poder militar adversario.
—La preocupación por las bajas (surgidas de lo que cues-
ta formar un soldado en razón de las complicadas téc-
nicas de combate), hizo que se pretendiera ganar ba-
tallas incruentas. Varios comandantes franceses, Condé
y Luxemburgo entre otros, son relevados por Luis XIV
por ganar batallas cruentas. El sistema de sitio Vau-
bán busca precisamente disminuir al máximo las pér-
didas.
—En general los comandantes advirtieron que la única
forma de disminuir los efectos del fuego, la constituía la
maniobra táctica.
(d) Desde el punto de vista orgánico.
—Las organizaciones buscaron, en general, una mayor fle-
xibilidad con objeto de facilitar la conducción en el com-
bate ;
—La magnitud de los ejércitos creció; es fácil ver com-
batir ahora efectivos que alcanzaron los 100.000 hom-
bres en una sola acción.
—El mando se complica por la ausencia de Estados Ma-
yores; un comandante táctico debía manejar un frente
que se extendía 4 ó 5 km. Auxiliado por un grupo de

226
ayudantes, debía resolver para el conjunto. Este gru-
po no lo asesoraba, le proporcionaba información e im-
partía órdenes. Por esta razón fue que en estas gue-
rras se vio que los comandantes eran profesionales con
un profundo y detallado conocimiento de los problemas
a enfrentar.
d. La Guerra de la Sucesión de España (1701-1713).
1) Antecedentes.
Cuando la guerra de la Gran Alianza entró en su última fa-
se, .a Carlos II de España le restaba poca vida. Esta circunstan-
cia parece ser la que impulsó a Luis XIV a firmar la paz de
Ryswick (20 de setiembre de 1697) con el fin de conservar el
poderío de Francia para la confrontación que seguramente se
produciría por la sucesión del trono español.
Carlos II era el último de su linaje y a falta de heredero,
la familia real francesa, Baviera y el Imperio, tenían derechos
para aspirar a dicho trono. De lograr Francia colocar un Bor-
bón en él, alcanzaría uno de sus objetivos, romper el cerco Habs-
burgo. Además, Luis XIV podría aspirar a fundar un nuevo im-
perio tan extenso como el de Carlos V. Parece ser que al sen-
tirse cercano a su fin, Carlos II, a pesar de los años de lucha con-
tra Francia, prometió a Luis XIV nombrar heredero al duque
de Anjou, nieto de éste.
Los otros pretendientes eran el príncipe elector de Baviera
José Fernando y el archiduque de Austria, Carlos.
La muerte del primero dejó libre el camino para el nieto
del rey francés, pero la posibilidad de que surgiera una gran
potencia europea continental, alarmó a Inglaterra y otros paí-
ses, quienes decidieron impedir esta situación mediante la guerra.
El 19 de noviembre de 1700 murió Carlos II, y Luis XIV en-
vió a su nieto para ser coronado rey de España, con el nombre
de Felipe V.
En febrero de 1701 invadió los Países Bajos españoles y el
Milanesado con el pretexto de protegerlos.
Luego se apoderó de la Baviera Holandesa, línea de forta-
lezas cedida por el tratado de Ryswick y, finalmente, excluyó al
comercio inglés de América. Se debe recordar también que al
poseer España, Nápoles y Sicilia en el Mediterráneo, Francia po-
día perturbar las actividades comerciales inglesas en este mar.

227
Tales actitudes tuvieron su rápida respuesta: el 7 de sep-
tiembre de 1701 se firmó un Tratado en La Haya entre Inglate-
rra, Austria y Holanda. En sus cláusulas, los aliados aceptaban
a Felipe como rey de España y las Indias, bajo condición de que
nunca se uniesen las coronas francesa y española. Se compro-
metían a obtener Milán, Nápoles, Sicilia y los Países Bajos es-
pañoles para Austria ; también exigían que los derechos comer-
ciales reconocidos bajo Carlos II fuesen mantenidos por Felipe.
Además de los países ya mencionados, enfrentaron a Fran-
cia (con la cual sólo lucharon España y Baviera), Prusia, Han-
nover, Baden y otros Estados alemanes que entregaron contin-
gentes pagados por ingleses y holandeses.
Diez días después de la firma del tratado, falleció en Fran-
cia, donde se encontraba refugiado Jacobo II; Luis XIV, en una
intervención en la política interior inglesa y contra lo acordado
en Ryswick, reconoció a su hijo como Jacobo III. Al año siguien-
te murió Guillermo III, siendo sucedido por la hija de Jacobo II,
la princesa Ana.
En cuanto a los efectivos en presencia, el potencial naval
era favorable a los aliados, quienes ejercían el dominio del mar,
en particular por el poder de la flota inglesa. Esta situación les
permitió bloquear los puertos franceses y españoles, dominar las
rutas comerciales e impedir su empleo por sus adversarios. Ade-
más, y esto especialmente para España, estaban en capacidad
de atacar los buques mercantes que afluían a Europa con los re-
cursos de las colonias, como también a ellas mismas si se consi-
deraba necesario. Francia, potencia continental, podía disponer
de efectivos de alrededor de 400.000 hombres, aunque sin las ca-
racterísticas de la época de Louvois en cuanto hace a la calidad
de sus cuadros, cohesión, instrucción y disciplina.
Los ejércitos aliados, inspirados en la escuela francesa, ha-
bían mejorado su organización e instrucción, presentando un po-
tencial terrestre equilibrado con respecto a Luis XIV.
2) Aspectos importantes de esta guerra. Marlborough y
la batalla de Blenheim.
La guerra se inició en 1701, cuando Austria invadió sorpre-
sivamente Italia. Eugenio de Saboya venció a los franceses en
Chiery. El duque de Saboya, aliado francés, cambió de bando y
Eugenio dominó el Norte de Italia.
En 1702, Marlborough fue nombrado comandante de los ejér-
citos anglo-holandeses con la misión de defender Holanda.

228
Este conductor inglés dio una nueva dinámica a la guerra ;
adoptando inicialmente una estructura defensiva, la desarrolló
con una enérgica ofensiva táctica. Contra la costumbre, prefirió
y buscó la batalla antes que el asedio a ciudades.
Después de la guerra de los Treinta Años (1648) y hasta
la de la Gran Alianza (1697), la conducción de la guerra se ba-
só fundamentalmente en una estrategia defensiva coronada tam-
bién por una conducción táctica defensiva. Salvo las acciones
llevadas a cabo por Turena y Montecuccoli, las operaciones ofen-
sivas tácticas fueron el ataque a fortalezas.
La maniobra pausada y los prolongados lapsos de mutua ob-
servación, daban a las operaciones un ritmo más bien lento. La
continuidad de la guerra era afectada por la costumbre de in-
vernar. Lógicamente esto daba tiempo al enemigo a rehacerse
y presentar nuevamente oposición. En ciertos aspectos, esta si-
tuación podía ser favorable a Francia, por su situación de línea
interior.
La actitud de Marlborough consistió en advertir las nue-
vas condiciones que se presentaban en la evolución del arte de
la guerra, particularmente en el marco táctico y que sintética-
mente puntualizamos a continuación:
—en primer lugar, el perfeccionamiento del arma de fuego
tuvo un efecto multiplicador. El mosquete había sido
reemplazado por el fusil de chispa con bayoneta, cuyo
mecanismo describimos en el gráfico "Evolución del Arte
de la Guerra. Siglo XVIII". Las ventajas básicas del
arma de chispa consistieron en aumentar la potencia
de fuego, puesto que no se perdía tiempo en preparar
y regular la mecha o en mantener vivo el fuego. Ade-
más la cazoleta estaba protegida y por tanto era menor
la influencia de la lluvia o la humedad, permitiendo el
tiro en condiciones desfavorables ;
—paralelamente se fue perfeccionando la calidad de la pól-
vora, la cual se utilizaba para el cebo y la carga. Para
ello se rompía el cartucho, se derramaba una parte en
la cazoleta y el resto en el cañón. El papel servía de ta-
co, pero hacia mediados del siglo XVIII el proyectil fue
fijado a la vaina de papel.
—el número de filas se redujo de 6 a 4 y en consecuencia
fue posible ahora el tiro simultáneo del batallón. Pero

229
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230
como esto podía dejar la Unidad indefensa, se inventó
el fuego por pelotones, ejercitado alternadamente por
los pelotones pares e impares. Además de esta subdivi-
sión, el batallón comprendía dos alas; facilitaban la ma-
niobra táctica, aunque no siempre se llegaba al asalto
en forma ordenada, por las pausas necesarias para ha-
cer fuego y los vaivenes del avance hacia el enemigo;
—al desaparecer el piquero, todos los hombres fueron do-
tados del arma de fuego portátil. Pero además, surgie-
ron los granaderos, tropa de asalto especializada con ap-
titud de atacar posiciones organizadas o proteger la re-
tirada si era necesario. Originalmente formaban algunos
de estos hombres dentro de cada Compañía, pero luego
se organizó una subunidad de granaderos del batallón,
además de las Compañías de fusileros que constituían
su masa y la Compañía de cazadores (4).
—la caballería continuó siendo empleada mediante el cho-
que con arma blanca y en cuanto a la artillería, perfec-
cionó su material. Aumentó su velocidad de fuego al
inventarse el saquete y el número de bocas se incremen-
tó con relación al período anterior (5).
En el marco de la Estrategia Operacional, Marlborough se
caracterizó por la rapidez relativa de la maniobra (si se la com-

(4) El batallón de infantería comprendía en esta época una reducida Plana


Mayor, varias compañías de Tiradores (entre 6 a 8), una Compañía de Granade-
ros y una Compañía de Cazadores (que combatían en orden abierto, siguiendo
la tradición de la infantería liviana, entre otras misiones). Ambas subunidades
se integraban con personal seleccionado. Las compañías comprendían dos pelo-
tones de dos secciones cada una.
Para combatir, los batallones llegaban en columnas por el flanco a la posi-
ción elegida y cada uno se dirigía a ocupar su posición (defensiva u ofensiva).
Mediante una conversión se colocaba en la línea de batalla y desde allí inicia-
ba el combate; a veces, esta operación se ejecutaba la víspera y se debía pasar
allí la noche previa a la batalla.
(5) La caballería se organizaba en escuadrones de dos o tres Compañías
cada uno. Los escuadrones formaban regimientos, a razón de tres •o cuatro por
unidad. La caballería comprendía varias especialidades: coraceros (con protector
a prueba de proyectiles de armas portátiles), lanceros, dragones (que podían com-
batir a pie o montados) y caballería liviana, que se integraba con cazadores a
caballo y húsares, apta para exploración, seguridad o misiones análogas.
La artillería se organizó también en Unidades Tácticas, aunque fue en la
época de Federico II que se formaron brigadas de diez piezas cada una. Fede-
rico fue el creador de las baterías de gran movilidad para apoyar a la caballe-
ría. La artillería ocupaba posiciones, varios metros delante del frente de la in-
fantería, iniciando el combate por el fuego. Luego podía ejecutar, en el ataque,
un cambio de posición, antes de permitir el avance de la propia infantería. En
la defensa, la artillería iniciaba el combate desde la mayor distancia posible.

231
P"7170.7 y sus ahados
(Goerr4 Qt.Suce2iG17 óe 5ya-
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para con sus adversarios) , y por la amenaza a los objetivos de


alternativa, lo cual puede traer como consecuencia la dispersión
del enemigo que quiera defender todo.
Si bien no era responsable de la conducción estratégica mi-
litar de la guerra, vio claro que ésta sería decisiva si los esfuer-
zos de las dos principales masas aliadas, la de Holanda y la del
Rhin, eran coordinadas. Además, advirtió la importancia de la
acción en otros TT 00 secundarios para distraer y aferrar al
enemigo (España-Italia-Mediterráneo) .
En 1702, comenzó la lucha principal: la situación era com-
plicada, pues España y Francia formaban un bloque geográfico

232
que separaba las dos masas aliadas (los anglo-holandeses en el
Norte y los imperiales en el Este). Baviera (que entró en gue-
rra con Francia) era una base próxima que amenazaba a Austria,
la cual tenía, además, el problema de los españoles en Italia. Ba-
den, uno de los aliados, estaba entre Francia y Baviera.
Ante esta situación, Marlborough resolvió:
—proponer a Luis de Baden bloquear los pasos de la Selva
Negra para impedir un avance francés hacia el Danubio ;
—atacar con el ejército anglo-holandés al ejército francés
concentrado detrás de la Línea de Brabante (Amberes-
Huy), al mando de Boufflers ;
—ejecutar una operación anfibia sobre Cádiz para obtener
una base que permitiera a la flota inglesa cortar las co-
municaciones marítimas entre España e Italia y amena-
zar a Francia desde el Sud.
Las operaciones se iniciaron en el Norte de Italia, donde las
tropas aliadas quedaron aferradas por los franco-españoles al
mando de Vendome y la expedición anfibia sobre Cádiz fracasó.
En julio comenzó a operar Marlborough, pero la indecisión ho-
landesa impidió la batalla buscada ansiosamente.
Otras operaciones tienen el mismo fin indeciso, no obstante
lo cual los aliados expulsaron a los franceses del Rhin inferior
y del Mosa al Norte de Lieja, es decir se fueron abriendo paso
hacia Austria.
En setiembre, entró en guerra Baviera, con lo cual Luis XIV
pudo pasar a la ofensiva en el Este. En octubre de 1702 Luis
de Baden fue derrotado por Villars en Friedlingen.
En 1703, Marlborough invadió el electorado de Colonia ; ocu-
pó Bonnevillars ; tomó Kehl en marzo y cruzando la Selva Negra
se unió al elector de Baviera en Ulm. Propuso una ofensiva so-
bre Viena, pero el elector, preocupado por sus propios objetivos,
cruzó el Tirol para anexarlo y buscar la conexión con Italia.
En 1703, IVIarlborough amenazó el flanco Sudoeste ,ele la
línea de Brabante, proponiéndose atacar en su extremo Oeste, es
decir sobre Amberes, para romper el sistema fortificado fran-
cés. Pero las tropas holandesas no cumplieron satisfactoriamen-
te la misión encomendada y en consecuencia el comandante fran-
cés Villeroi no pudo ser engañado, fracasando el ataque.
Ese año se pasaron al bando aliado Saboya y Portugal. Am-
bos países tenían importancia estratégica, particularmente el úl-

233
timo, pues permitió abrir un frente en la península creando un
problema de política interna al proclamarse al archiduque Carlos
como rey de España.
e. La Campaña de 1704.
Después de dos años de guerra sin obtener la decisión (ni
siquiera un avance significativo hacia ella), tanto Marlborough
como Eugenio concluyeron en la necesidad de operar desde nue-
vas direcciones y en la conveniencia de concentrar el poder mi-
litar en un frente, para luego volverse hacia el otro.
Esto dio motivo a dos planes de campaña en 1704; ambos
ideados por Marlborough El segundo, en particular, fue prepa-
rado con el apoyo y la participación de Eugenio.
El primer plan consistía en eludir la línea fortificada del
Norte de Francia ejecutando una maniobra envolvente por el
Mosela. Aquí había dos opciones en la dirección estratégica a
seguir :
—tomar a la masa del ejército francés que estaba en el
frente Norte por su retaguardia ;
—atacar y tomar París.
El segundo plan contemplaba desplazar la masa del ejército
aliado de Holanda, compuesto por ingleses y alemanes, al Danu-
bio. Continuar por el valle del Rhin, cubrir Viena y tratar de
aniquilar el ejército franco-bávaro que operaba en el Danubio.
Utilizando mucha acción diplomática y también engaño an-
te los holandeses (que no querían ver alejarse al ejército aliado
de sus fronteras), se decidió el segundo plan de campaña, por las
siguientes razones :
—Austria pasaba por un momento particularmente crítico:
amenazada por el ejército franco-bárbaro de Marsin, los
rebeldes húngaros y una posible intervención del ejér-
cito franco-español de Italia ;
—permitía la posibilidad de aniquilar al principal ejército
del frente Este, el franco-bávaro.
—de tener éxito posibilitaría salir de la guerra al aliado
francés más débil, Baviera;
—restablecería la situación de Austria, que era un aliado
importante.
Resultaba evidente que la situación general imponía asumir
la ofensiva, dado que en este caso, la guerra defensiva y lenta

234
235
convenía a Luis XIV en su posición central, poderosamente atrin-
cherada.
La situación general al iniciarse la campaña era la siguiente:
1) Franceses y Bávaros.
—Villeroi en Flandes.
—Coigries entre el Mosa y el Mosela con un efectivo de
10.000 hombres.
—Tallard cubriendo Alsacia a caballo de Estrasburgo con
aproximadamente 15.000 hombres.
—Marsin y el Elector de Baviera en el Danubio con 45.000
hombres.
—Ausburgo al Sur del Danubio.
2) Aliados:
—Auvequerque con 70.000 holandeses cubría Holanda.
—Marlborough con 40.000 hombres, concentrados en Bed-
burg para iniciar la campaña.
—Eugenio, llamado de Italia, con 10.000 hombres en el
Danubio, debía reunirse con Marlborough.
—Luis de Baden con 30.000 hombres en Baden, debía ha-
cer lo mismo.
3) Fases previstas de la operación.
—Desplazamiento del ejército Marlborough por el Mosa y
Rhin.
—Concentración de los tres ejército en la región de Mann-
heim.
—Desplazamiento al Danubio.
—Librar la batalla en el Danubio.
—Explotar el éxito en dirección a Baviera para ocuparla.
La campaña era audaz para la época, caracterizada por una•
estrategia operacional muy cautelosa. Si bien su desarrollo no
fue rápido, la amenaza a objetivos de alternativa durante la apro-
ximación mantuvo la dispersión del dispositivo estratégico ene-
migo. Esta concepción de una maniobra tan amplia fue novedo-
sa y se adoptó asumiendo un riesgo calculado; presentar el flan-
co a todo el dispositivo enemigo.
El 16 de mayo de 1704 se inició la campaña en Bedburg. Se
dejó el Mosa y se tomó el Rhin hasta el Mosela. Esta primera

236
fase hizo pensar en una maniobra hacia Francia por lo cual atra-
jo a Villeroi e inmovilizó a Coignies. La presión sobre Auve-
querque disminuyó y Marlborough pudo ser reforzado.
La segunda fase, Mosela-Neckar, implicaba una amenaza a
Alsacia, razón por la cual Tallard no se movió de su posición.
En la tercera fase, Marlborough giró al Sudeste, se unió a
Eugenio y Luis de Baden en la región Mannheim-Lademburgo.
Entró en la Selva Negra, llegando a Ulm (al Norte del Danu-
bio), el 10 de junio.
En esta marcha de seis semanas, conviene puntualizar los
siguientes aspectos :
—la lentitud del promedio, unos 16 km diarios ;
—la amplitud de maniobra de 375 km;
—la selección de la dirección para cada fase, lo cual per-
mitió velar completamente la verdadera intención y fi-
jar al enemigo ;
—el desplazamiento, presentando el flanco;
—la inactividad francesa para evitar la concentración y
sin tratar de tomar por separado cada fuerza;
—un adecuado apoyo logístico, que había previsto depó-
sitos de efectos con anterioridad al movimiento.
Eugenio fue enviado al Rhin para impedir que Tallard y
Villeroi, que estaban en Alsacia, concurrieran en apoyo de Mar-
sin. La primera tarea para Marlborough era tomar Donauworth,
por las siguientes razones:
—sus líneas de comunicaciones por el Rhin, aguas arriba
de Coblenza, estaban muy amenazadas (Ulm) ;
—Donauworth es otra puerta sobre Baviera y terminal de
una linea de comunicaciones más al Este. Por lo tanto
más segura, pues pasa por Nuremberg y toma el Rhin
aguas abajo de Coblenza. La localidad se capturó el 2
de julio.
Ese mes Tallard cruzó el Rhin, con la intención de unirse
a Marsin; éste retrocedió a Ausburgo. Marlborough invadió Ba-
viera para desvastarla y obligar al ejército bávaro a presentar
batalla, objetivo que no pudo ser alcanzado.
El 5 de agosto Tallard se unió a Marsin en Ausburgo. Afor-
tunadamente Eugenio, que controlaba a Villeroi, abandonó su
posición uniéndose a Marlborough,

237
El 9 de agosto los franco-bávaros avanzaron por el Danubio
hacia el Este para alcanzar Dilingen. Luis de Baden fue envia-
do con 15.000 hombres a sitiar Ingolstart, a pesar de la batalla
que se avecinaba.
El 11 de agosto los franco-bávaros se encontraban en Blen-
heim; Marlborough y Eugenio se aprestaron a dar la batalla en
condiciones ventajosas.
f. La Batalla de Blenheim.
1) Efectivos en presencia.
Aliados : 52.000 hombres.
Franco-bávaros : 60.000 hombres.
2) El terreno.
El campo de batalla es una amplia llanura limitada al Su-
deste por el Danubio y al Noroeste por unas altas barrancas.
Está dividida por un afluente del Danubio, el Nébel, cuyo curso
central tiene muchos bañados. Al Sur del Nébel hay tres locali-
dades importantes : Blenheim, Oberglau y Lutsingen.
3) El dispositivo.
a) Aliado: Estaba organizado para el combate en nueve
columnas de ataque; de ellas:
—4 columnas (dos de infantería y dos de caballería), a ór-
denes de Eugenio, constituían el ala derecha.
—4 columnas (de infantería y caballería), a órdenes di-
rectas de Marlborough, formaban el centro.
—1 columna de infantería a órdenes de Cutts, formaba
el ala izquierda.
b) Franco-bávaro.
Tenía un dispositivo muy particular que no respondía a una
idea de empleo, sino al mando particular de cada ejército y el
que sintéticamente era el siguiente:
—Tallard ocupaba el frente entre Blenheim y Oberglau.
—Marsin y el Elector, entre Oberglau y Kutzingen.
—Tallard se encontraba con la masa de la infantería en
las dos localidades.
—En el terreno intermedio la caballería, con una reserva
de infantería.

238
—Marsin se apoyaba en Lutzingen con infantería y sobre
el río con un ala izquierda de caballería y un ala dere-
cha de infantería.

..1014P"'

Batalla de Blenheim. La más grande victoria de Marlborough.

4) Los planes de batalla.


a) Aliado:
Se basó en la sorpresa, la cual se lograría por medio de una
rápida aproximación nocturna y en la siguiente idea general: afe-
rrar la infantería de Blenheim con Cutts y al ejército de Marsin
con Eugenio.

239
Ejecutar un ataque de ruptura en el centro, para que fuese
explotado por la masa de la caballería, la cual debería hacerlo
una vez que penetrase en dirección al Danubio. No había posi-
bilidad de envolver, pues los flancos estaban apoyados.
b) Franco-bávaro:
—No hubo plan previsto, dado la sorpresa.
—Las medidas tomadas indicaron la idea general siguiente:
de Marsin: evitar el franqueo defendiendo la segunda
orilla.
de Tallard: dejar cruzar el río Nébel, para aniquilar al
enemigo en base a contraataques de caballería contra
el río.
—No hubo una unidad de concepción; en general se pen-
só librar una batalla defensiva, empleando dos procedi-
mientos distintos:
. detención y rechazo en un caso;
• reacciones ofensivas limitadas en el otro.
5) El desarrollo de la Batalla.
Después de realizar los reconocimientos el día 12 de agosto,
a las dos de la mañana del día 13 el ejército aliado se aprestó
para iniciar su aproximación a la línea de partida (el río Nébel).
Entretanto, los franco bávaros permanecieron inactivos y recién
al advertir el avance del enemigo (había ya amanecido), se adop-
taron las primeras medidas en forma precipitada, siendo total
la sorpresa lograda por Marlborough.
El ataque de aferramiento sobre Blenheim se ejecutó a par-
tir de las 10 horas. Poco tiempo después, pero en un frente
más amplio, hizo lo mismo Eugenio, en el sector comprendido
al oeste de Oberlán. Aquí el combate duró todo el día, con al-
gunas fluctuaciones, pero el ataque sobre Blenheim no sólo ob-
tuvo su objetivo, sino que consiguió atraer las reservas de infan-
tería que se encontraban próximas a dicha localidad. Mientras
los episodios en los flancos de la posición se llevaban a cabo, el
centro, a órdenes de Marlborough, encabezó el ataque con las
cuatro columnas de infantería, las cuales no fueron molestadas
por la caballería enemiga que se encontraba a 900 metros del
río. La posición alejada de las tropas de Tallard dio la oportu-
nidad para que el centro aliado ganara rápidamente el espacio
suficiente para que fuese empleada la caballería; un contraata-
que de nueve batallones desde Oberglau fue rechazado.

240
1J

44

241
Ante el sostenido avance de Marlborough, se creó un flanco
que fue aprovechado por Marsin para un contraataque. Marlbo-
rough advirtió el peligro y con una brigada de caballería de Eu-
genio pudo tomar por el flanco al contraataque. Reorganizados
sus efectivos, el conductor inglés continuó la penetración y al-
canzó la ruptura, de manera que a partir de la misma todo el
ejército enemigo fue rechazado hacia Blenheim y el Danubio.
Marsin y el Elector se retiraron sin ser perseguidos, teniendo un
total de 40.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros, mien-
tras que los aliados sufrieron 12.000 (de los cuales 4.500 muer-
tos).
6) Consecuencias de la batalla. Fin de la Guerra.
Blenheim no significó la terminación de la guerra de Suce-
sión Española, pero indudablemente inclinó la balanza en favor
de los aliados.
Durante 1704 el archiduque Carlos, que había desembarca-
do en Lisboa, inició la guerra civil española. Inglaterra ocupó a
Gibraltar en su nombre y al año siguiente, Valencia y Cataluña
se ganaron a la causa de Carlos, quien fue proclamado rey en
Barcelona. Felipe V inició una contraofensiva que terminó recién
el 10 de diciembre de 1710 en la batalla de Villaviciosa, que fue
un triunfo borbónico. Pero después de varios años de guerra,
los pueblos (particularmente Francia y España) acusaron signos
de agotamiento.
En 1712 Felipe V renunció solemnemente a la corona fran-
cesa y al año siguiente la Paz de Utrecht lo reconoció como rey
de España y de las colonias americanas, pero debió ceder impor-
tantes territorios a Austria, mientras Inglaterra (que conservó
Gibraltar) surgió como gran potencia mundial, consiguiendo ven-
:lajas políticas y comerciales cuyo detalle veremos al tratar la
cuestión de la Colonia del Sacramento.
4. La guerra en la América española. La cuestión de la Colonia
del Sacramento en los siglos XVII y XVIII hasta la creación
del Virreynato del Río de la Plata.
. Antecedentes.
En 1493, o sea al año siguiente del descubrimiento de Amé-
rica, el Papa Alejandro VI, en su carácter de árbitro de los paí-
ses cristianos, dictó las célebres Bulas, en las que determinando
una línea dernarcatoria que corría cien leguas al oeste de las
islas del Cabo Verde, establecióse que las tierras por descubrir

242
y conquistar, sitas al oriente de dicha linea, pertenecieran a Por-
tugal y las ubicadas al occidente a España. Un año después, en
1493, se firmó entre España y Portugal el tratado de Tordesi-
llas, según el cual la línea demarcatoria se situó a 370 leguas de
las islas del Cabo Verde. Este fue la base de los derechos de
Portugal sobre Brasil y el punto de partida de la política expan-
sionista, que sucesivamente, ambas potencias seguirían en Amé-
rica del Sur.
Esta línea de Tordesillas fue de muy difícil materialización
en el terreno, pero en términos generales podemos decir que abar-
caba un triángulo, comprendido entre el Cabo San Roque, la en-
trada en la Bahía de Marajó y al sur el paralelo 30 en las pro-
ximidades de la actual Porto Alegre.
De tal manera, las cuencas del Plata y del Amazonas que-
daron inicialmente en poder de España. Mientras Portugal colo-
nizó lentamente la franja costera del Atlántico, el imperio es-
pañol tuvo más rápida organización. La apetencia por los me-
tales preciosos incitó la explotación de los territorios de la ac-
tual Bolivia (Potosí), dependiente entonces del Virreynato de
Lima. La colonización hispánica se afirmó sobre el Virreynato
del Perú y las actividades comerciales tuvieron como eje princi-
pal a la Metrópoli, Portobelo, Lima, el Alto Perú y Buenos Aires.
Lógicamente, entre las tierras colonizadas por Portugal desde
el Atlántico y el dominio efectivo de España desde el Pacífico,
se abrió una extensa brecha que las apetencias lusitanas fueron
cubriendo en un ininterrumpido avance hacia el Oeste, en la bús-
queda de metales preciosos, con la cacería humana de los ban-
deirantes más tarde y finalmente hacia el Sud para dominar la
entrada al Río de la Plata.
En el año 1617 Hernandarias advirtió a la Corona sobre el
peligro que significaba el paulatino avance portugués fuera de
los límites de Tordesillas y ello trajo como consecuencia la crea-
ción de las gobernaciones de Buenos Aires y del Paraguay.
Entretanto, Francia intentó colonizar la zona próxima a la
desembocadura del Amazonas. Los portugueses los desalojaron
por la fuerza, pero ello fue motivo para extender gradualmente
sus dominios al Noroeste del límite inicial de Tordesillas. Otro
tanto sucedió cuando los holandeses desembarcaron y organiza-
ron activas colonias en la zona de Recife. En esa circunstancia,
Portugal y España, bajo la monarquía común de Felipe III, se

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244
encontraban en guerra contra Inglaterra, Francia y Holanda. Es-
te último país ocupó territorios en Brasil hasta 1654, en que los
evacuó después de una lucha de más de veinte años.
b. La Colonia del Sacramento.
Hemos dicho que una de las direcciones de la penetración
portuguesa sobre el territorio español en América del Sud se
orientó hacia el Oeste, buscando los metales preciosos y la cap-
tura de indios para sus actividades agrícolas, particularmente el
cultivo de la caña de azúcar y posteriormente del café. Pero ha-
cia el sudeste de la línea de Tordesillas, los expedicionarios tam-
bién realizaron frecuentes incursiones. Durante la ejecución de
las mismas chocaron frecuentemente con las reducciones jesuí-
ticas de las Misiones Orientales y Occidentales, las cuales fue-
ron arrasadas en parte y en otras oportunidades ofrecieron re-
sistencia armada, pues los indios fueron organizados militarmen-
te para rechazar las depredaciones y destrucciones periódicas de
las cacerías bandeirantes. En el combate de Mbororé, en 1641,
2.000 indios guaraníes derrotaron a más de 4.500 bandeirantes y
auxiliares indígenas en una lucha que duró varios días (6).
Pero también sobre el Río de la Plata fijó su política ex-
pansionista el rey de Portugal. En principio, el motivo de atrac-
ción consistía en la gran cantidad de ganado cimarrón que va-
gaba por entonces en los desiertos y ricos campos del actual Es-
tado de Río Grande do Sul y de la República del Uruguay. Ade-
más, le interesaba especialmente promover el comercio ilícito o
contrabando, para lo cual era menester disponer de una base
adecuada próxima a Buenos Aires. Como dice Vicente Sierra,
el desarrollar esta política de expansión hacia el Plata, Portugal

(6) Misiones jesuíticas: según el Padre Guillermo Furlong Cardiff, eran "las
diversas agrupaciones de pueblos estables, poblados por indígenas y gobernados
espiritualmente por religiosos de la Compañía de Jesús. A mediados del siglo XVII
quedaron definitivamente organizados los diversos pueblos en dos grupos que
pertenecían al gobierno del Paraguay y del Río de la Plata. Las cacerías ban-
deirantes destruyeron, entre 1627 y 1631, nueve pueblos y cautivaron 60.000 in-
dios. En 42 años (entre 1610 y 1652) los jesuitas habían formado 48 pueblos, aun-
que la mitad desapareció por "los asaltos frecuentes de los paulistas, provistos
de armas de fuego". De allí que el rey de España concediera a los indios arma-
mento de fuego, además de ser organizados militarmente y prestar muy eficaces
servicios a la Corona, según iremos viendo en este trabajo. Ver también: Fur-
long Cardiff, Guillermo -S. J. Las Misiones Jesuíticas. En Historia de la Nación
Argentina. Volumen III. Capítulo XII. Ed. El Ateneo. Buenos Aires. 1961. Pág.
373 y siguientes.

245
"supuso de ese modo responder a sus propios destinos, pero no
dejó de ir a la zaga de los intereses de su aliado Inglaterra" (7).
Cuando el Papa Inocencio XI designó el primer obispo en
Río de Janeiro, el monarca portugués obtuvo que el Sumo Pon-
tífice determinase como límite Sud de la Nueva Diósesis al Río
de la Plata. Interesante antecedente, si se tiene en cuenta que
había sido justamente el Jefe de la Cristiandad quien señaló en
primer término los límites de ambas Coronas en América (8).
En 1657, el rey Pedro II concedió a Salvador Correa de Saá
y Benavídez, una capitanía cuyo territorio se extendía desde San
Vicente hasta el Río de la Plata, o sea en tierras de la monar-
quía española. La desidia de ésta en poblar efectivamente el te-
rritorio entre el Uruguay y el Atlántico, daba un argumento im-
portante a las pretensiones de Portugal. El 18 de diciembre de
1678, Pedro II resolvió fundar una población en la ribera Norte
del Río de la Plata, para afirmar definitivamente la soberanía
portuguesa. A tal fin ordenó que el Gobernador de Río de Ja-
neiro Don Manuel Lobo, militar profesional, procediese a efec-
tuar la fundación. Lobo partió del puerto de Santos en diciem-
bre de 1679 con una expedición integrada por tres compañías de
infantería, un escuadrón de caballería y veinte piezas de artille-
ría, además de elementos para fortificación y el apoyo logístico
correspondiente, todos transportados en cuatro buques y embar-
caciones menores. A mediados de enero de 1680 arribaron a las
costas de Maldonado y el 21 de dicho mes se realizó la fundación
de lo que Lobo llamó "Nueva Colonia del Sacramento" ; en reali-
dad era un fuerte, rodeado de empalizada y con edificación de
circunstancias.
c. Reacción del Gobernador de Buenos Aires.
En los primeros días de febrero de 1680, el gobernador de
Buenos Aires Don José de Garro, recibió la información precisa
de la llegada de los portugueses y su primer medida fue la de
reunir los mayores efectivos posibles. A tales efectos despachó
las órdenes pertinentes para concentrar 50 hombres de Santa
Fe con 300 caballos, 80 jinetes de Corrientes y 3.000 indios gua-
raníes de las misiones jesuíticas, quienes estaban encuadrados

(7) SIERRA Vicente. Historia de la Argentina. 1600-1700. Editorial Udel.


Buenos Aires, 1967. Pág. 455.
(8) PALACIO Ernesto. Historia de la Argentina. Tomo I. 1515-1835. Quinta
Edición. Ed. Peña Lille. Buenos Aires. Pág. 96 y 97.

246
militarmente por oficiales españoles (9). Todos los efectivos mi-
litares fueron puestos a órdenes del maestre de campo Don An-
tonio de Vera y Mujica, fijándose como lugar de concentración
la reducción de Santo Domingo Soriano. Al mismo tiempo dispu-
so también que el gobernador de Tucumán alistase 300 hombres
y luego de reunir en Buenos Aires una junta de vecinos princi-
pales, que aprobó por unanimidad la exigencia a los portugue-
ses de que hicieran abandono de la colonia, envió al Sargento
Mayor Juan Cebrián de Velazco para cumplir tal misión. Ma-
nuel Lobo contestó que la fundación efectuada estaba "dentro
de los límites de la Corona de Portugual" y "eran dominios del
príncipe nuestro señor", por lo que sin su orden expresa "no
volvería atrás ni un paso". El gobernador de Buenos Aires com-
prendió que sería necesario atacar a la colonia para desalojar
a los portugueses y se preparó para la lucha.
Sitio y ataque de la Colonia.
A mediados de julio de 1680, el fuerte de la colonia fue si-
tiado por las tropas españolas e indígenas. Los sitiadores se
componían de 120 hombres de Buenos Aires, al mando del capi-
tán Francisco de la Cámara, 50 de Santa Fe a las órdenes de
Juan de Aguilera, 60 de Corrientes al mando del sargento ma-
yor Villanueva, además de los indios guaraníes. Manuel Lobo
había despachado sus buques de regreso, quizá con la intención
de recibir refuerzos, e intentó demorar el ataque mediante ne-
gociaciones, pero las mismas fracasaron. El 7 de agosto se eje-
cutó el asalto en tres columnas de ataque, sin apoyo de artille-
ría, pues las piezas pedidas a Buenos Aires todavía no habían
llegado.
El combate fue recio y duró aproximadamente una hora.
Los cañones del fuerte causaron muchas bajas entre los atacan-
tes, que sufrieron un total de 166 entre muertos y heridos, mien-
tras los portugueses tuvieron 120 muertos y 150 prisioneros. Lo-
bo, que se encontraba enfermo en el momento del ataque, fue
capturado y enviado junto a sus hombres a Buenos Aires. En
su poder se encontró la documentación con las órdenes firmadas
por el soberano portugués que disponía la fundación de la co-
lonia (10).

(9) SIERRA Vicente. Obra citada. Pág. 461 y siguientes.


(10) Idem. pág. 408.

247
e. Las negociaciones diplomáticas en Europa. El Tratado Pro-
visional de 1681 y la devolución de la Colonia del Sacramento.
Al conocerse en España el informe del Gobernador Garro
con la fundación de la colonia, el Consejo de Indias investigó so-
bre si las tierras donde se asentaba pertenecían o no a Portugal.
Luego de ser convenientemente asesorado, fue de opinión de
aprobar lo actuado por el gobernador. Pero todavía no se sabía
en Madrid que la colonia había sido tomada por asalto; se dispu-
so el envío de refuerzos, unos 300 hombres en total, y adoptar las
medidas para arrojar a los invasores, "a sangre y fuego".
Sin embargo, cuando se supo que la Colonia había sido atacada
y destruida, Portugal (apoyada por Inglaterra), presentó un ulti-
mátum y concentró tropas en la frontera europea con España,
reclamando la inmediata devolución y el castigo del gobernador
de Buenos Aires. Por esos años, sabiéndose en Europa la natu-
raleza enfermiza del rey Carlos II (que además no tenía descen-
dencia), eran varios los países que buscaban colocar en dicho
trono al sucesor del rey. En consecuencia, el problema mayor en
España lo constituía buscar un heredero para su corona y no so-
lucionar un incidente como el de la colonia que había ocurrido
en tierras lejanas, poco conocidas y cuya importancia se mini-
mizaba en la Corte.
Así fue como se firmó un Tratado Provisional, en el cual
España manifestaba la necesidad de "reparar el acto turbativo"
causado por la fundación, y aunque admitía sus legítimos dere-
chos a la posesión del territorio en disputa, aceptaba la devolu-
ción de la colonia de Portugal, tachando la conducta de Garro
de "notorio exceso, inmoderado y violento de hostilidad".
En otros artículos se acordaba la devolución de los prisio-
neros, la prohibición del comercio con las reducciones y "el mu-
tuo comercio entre castellanos y portugueses" y el nombramien-
to de una comisión demarcatoria de los derechos de posesión de
ambas coronas, cuyo dictamen en caso de desacuerdo, se some-
tería al laudo del Sumo Pontífice.
El gobernador de Buenos Aires fue reemplazado y enviado
a Córdoba por decreto del 26 de mayo de 1681 y más tarde a
Santiago de Chile.
Entretanto, la comisión demarcatoria reunida en diciembre
de 1681 no se puso de acuerdo y debió apelarse al arbitraje del
Papa Inocencio XI, circunstancia por la cual Portugal se intere-

248
só en demorar el laudo, preocupado en alargar tal situación, pues
especulaba con la enfermedad de Carlos II, ya que el propio rey
portugués era también pretendiente a la corona de España.
f. Restitución de la Colonia. El problema del comercio ilícito.
En febrero de 1683, el gobernador de Buenos Aires entregó
a los portugueses la colonia del Sacramento. Desde los prime-
ros momentos de la reinstalación de aquéllos en la misma, se
hizo notar un activo contrabando que fue arruinando gradual-
mente al comercio español de la zona. Los distintos artículos
provenientes del Brasil y de Europa, se vendían a la mitad de
precio con respecto a aquellos provenientes del Perú e incluso de
algunos lugares del interior de dicho virreynato.
Las mercancías se entregaban en Buenos Aires, obtenién-
dose el metal codiciado cuyo precio era muy superior en Europa
que en la América española. A pesar de que el gobernador in-
terino de Buenos Aires Don José Herrera y Sotomayor, prohibió
cualquier tipo de contacto con navíos portugueses, tales activida-.
des no sólo no disminuyeron, sino que buques mercantes ingle-
ses se hicieron presentes para participar de los beneficios, a cos-
ta del comercio español, que se seguía realizando por el Pacífico
cuando hubiese sido propicia esta oportunidad para cambiar su
dirección por el Atlántico. Por otra parte, instalados los portu-
gueses en la Banda Oriental, comenzaron a explotar la hacienda
cimarrona de los campos, hacienda que pertenecía a Buenos Ai-
res. Al obtener abundancia de carne y de cueros en el Uruguay
actual, los portugueses prescindían de Buenos Aires, que por
aquel entonces sólo podía ofrecer para sus transacciones comer-
ciales los cueros del ganado, la mitad de los cuales les eran qui-
tados por la colonia.
g. La Guerra de Sucesión de España. Entrega "definitiva" de
la colonia.
En noviembre de 1700, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV,
fue proclamado por éste rey de España, dando comienzo la lla-
mada Guerra de la Sucesión Española. Enfrentados Francia y
España al Imperio e Inglaterra, fue menester conseguir el apo-
yo de Portugal. Pero el precio que se pagó por la alianza hispa-
no-portuguesa fue la cesión y renuncia de España en las tierras
en que se hallaba la colonia. Se descartaba así el arbitraje Pon-
tificio previsto en 1681 y España renunciaba voluntariamente
a un territorio que siempre le perteneció.

249
Las fluctuaciones de la Guerra de Sucesión en Europa die-
ron motivo .a que se avivase el conflicto por la Colonia en Amé-
rica. En 1703, Portugal se unió a Inglaterra y Holanda contra
Francia y España. Una comunicación al gobernador de Buenos
Aires en noviembre de dicho año, le ordenaba apoderarse nue-
vamente de la disputada fundación, dando por motivo el incum-
plimiento de la alianza lusitana, que había expresado su apoyo
incondicional a Inglaterra.
La declaración de guerra formal entre España y Portugal
fue de fecha 11 de junio de 1704, pero ya entonces el goberna-
dor. Valdez e Inclán había alistado fuerzas coloniales e indígenas
de las misiones. Las tropas disponibles comprendían siete com-
pañías de infantería de Buenos Aires, tres de Santa Fe y tres
de Corrientes, 400 hombres de Córdoba y 4.000 indios, todos ba-
jo el Comando del sargento mayor Baltazar García Ros.
El 18 de octubre de 1704 fue sitiada la colonia por los ata-
cantes, decidiéndose no conquistarla por asalto, debido al fraca-
so de una tentativa inicial y tratando de rendir la guarnición
portuguesa de 700 hombres por hambre. Pero el gobernador del
Brasil decidió evacuarlos, por cuanto le resultaba imposible man-
tenerla por la distancia y las dificultades para el reabastecimien-
to. En marzo de 1705 y luego de un breve combate naval con
buques españoles, la colonia fue evacuada y ocupada por el go-
bernador de Buenos Aires el 16 de marzo de dicho año.
h . Los Tratados de Utrech y la nueva devolución de la colonia
del Sacramento. Influencia inglesa.
En 1713 y 1715 se firmaron los Tratados de Utrech y en
1714 los de Raastah, por los cuales finalizó la guerra de la Su-
cesión Española.
En lo que interesa recordar aquí, Inglaterra fue la poten-
cia ganadora, pues logró alcanzar su aspiración de hegemonía
sobre Francia y España. Este último país sólo consiguió man-
tener sus dominios sobre las colonias americanas. La parte es-
pañola de la actual Italia fue cedida a Austria, salvo Sicilia, que
inicialmente entregada al rey Víctor Amadeo de Saboya, la cam-
bió en 1720 por Cerdeña. Este gobernante también recuperó Sa-
boya y Niza (entregadas por Francia) y aspiró luego a la unifi-
cación italiana, concretada recién en 1870. Los Países Bajos fue-
ron entregados a Austria (nos referimos a la actual Bélgica) y
Brandeburgo consiguió para su gobernante el título de rey de

250
Prusia, con la idea de fortalecer desde allí la futura reunión de
la nación alemana.
Anotemos también que el 6 de febrero de 1715 se acordó
otro Tratado entre España y Portugal, en el cual como veremos
a continuación, todas las ventajas fueron para este último país.
Pero antes de continuar, con el conflicto de la colonia, digamos
que el Tratado de Utrecht tuvo importante influencia en nues-
tra historia, pues desde el punto de vista político, se inauguró
con su vigencia la influencia francesa de los borbones en España.
La cultura de este país se hizo sentir en la Madre Patria y des-
de el punto de vista económico Inglaterra logró obtener en Amé-
rica una situación de privilegio. Buenos Aires, que estaba mar-
ginada como puerto, revivió totalmente, como consecuencia de
las actividades comerciales (licitas e ilícitas), que surgieron des-
pués de la pentración anglo-portuguesa.
España, que había vertebrado su imperio americano sobre el
Pacífico, miró hacia el Atlántico ante el peligro que podría sig-
nificar los nuevos avances de Portugal y su aliada Inglaterra,
que ya había pasado a ser toda una potencia mundial.
Si bien Felipe de Anjou fue reconocido como rey de Espa-
ña, la guerra le costó a este país una serie de concesiones terri-
toriales y económicas. En América, España cedió a Inglaterra,
por un Tratado, no sólo la licitud y libertad de comercio para in-
troducir y extraer mercaderías, sino el monopolio para la distri-
bución de los esclavos negros en varios lugares, particularmente
en el Río de la Plata. Esta concesión era en realidad un pretex-
to hábil para continuar con el comercio ilícito, pues el "asiento"
daba además derecho a poseer un sector próximo a la ciudad pa-
ra depósito transitorio de los esclavos. Sin embargo, Inglaterra
aspiraba además a poseer una base naval, desde la cual pudiera
ejercer su hegemonía comercial en el Atlántico y proyectarla
luego hacia el Pacífico. Pero dicha pretensión, como fue norma
en la política internacional inglesa, apareció disfrazada. Presio-
nó a España para que devolviese nuevamente la colonia del Sa-
cramento, y la impotente diplomacia española la devolvió, reite-
rando la nulidad del Tratado Provincial de 1681, cediendo "to-
da acción y derecho que (España) pretendía tener sobre dicho
territorio y la colonia. Dicha cesión se realizó "en los términos
más firmes y auténticos... a fin de que queden comprendidos
en los dominios de la corona de Portugal...".

251
Al conocerse en Buenos Aires lo acordado en Europa, el go-
bernador García Ros remitió en una detallada Memoria los per-
juicios que tendrían los habitantes de la ciudad, como conse-
cuencia de las nuevas disposiciones, las que sintéticamente com-
prendían los siguientes conceptos básicos:
—la expresión "el territorio y la colonia" daba pretexto
a los portugueses para incursionar en la campaña orien-
tal y realizar nuevas fundaciones, ya que no se estable-
cía concretamente los límites de la fundación entregada.
—en esas incursiones, se apropiarían del ganado vacuno,
cuyos cueros, grasas y cebo eran propiedad de Buenos
Aires y muy necesarios para su sustento, dado que los
indios pampas y araucanos impedían a veces su caza
en la provincia.
—el contrabando iría en aumento, no sólo con buques por-
tugueses, sino especialmente ingleses, siendo imposible
su control con los precarios medios disponibles para vi-
gilancia de las costas.
—se sugería poblar la Banda Oriental, para dar testimo-
nio efectivo de ocupación y control de dicha zona y fi-
nalizaba su informe proponiendo la no entrega de la
litigiosa colonia, ofreciendo a Portugal algo equivalen-
te a lo que se le debía entregar (11).
No obstante, la colonia debió ser entregada nuevamente en
octubre de 1716.
Fundación de Montevideo. Nuevo sitio de la colonia y avan-
ce portugués sobre Río Grande.
La nueva ocupación de la colonia por parte de los portugue-
ses se realizó en marzo de 1722, pero esta vez con numerosos
efectivos, artillería y población de agricultores traídos desde Bra-
sil. La intención era afianzar la conquista y si era posible re-
alizar nuevos intentos de ocupación. A fines de dicho año, los
portugueses desembarcaron en la ensenada de Montevideo 200
hombres, los que de inmediato comenzaron trabajos de fortifi-
cación. Al tomar conocimiento de estos hechos, el gobernador
de Buenos Aires Bruno Mauricio de Zabala, organizó una escua-
drilla para bloquearlos por agua, mientras que con efectivos his-

(11) Carta del Gobernador de Buenos Aires, Baltasar García Ros, al rey de
r.sparia, de fecha 7 de diciembre de 1715 en SIERRA Vicente. Historia de la Ar-
gentina. 1700-1800. Ed. Udel. Buenos Aires. 1959. Pág. 54 y '55.

252
pano-indígenas puso sitio por tierra a la colonia y presionó so-
bre las recientes instalaciones, hasta conseguir su evacuación.
Esto fue el origen del Fuerte de San Felipe de Montevideo, ciu-
dad fundada realmente en la Navidad de 1726 con un núcleo de
familias traídas de España. La fundación contribuyó a afianzar
la soberanía española en la Banda Oriental y fue una amenaza
permanente a la colonia del Sacramento, pues permitía frenar
su expansión y controlar el contrabando.
Entretanto, las actividades portuguesas no decayeron: en
1735, desde Madrid, se ordenó al nuevo gobernador de Buenos
Aires, Miguel de Salcedo, ejecutar la habitual operación de ata-
que y captura de la colonia, pues en Europa, España y Francia
aliadas mantenían un nuevo conflicto con Inglaterra y Portugal.
Pero esta vez no pudo realizarse la operación con éxito, pues
Salcedo no disponía de suficientes medios y además la colonia
estaba bien fortificada y protegida con numerosa artillería.
Después de un sitio que se prolongó 22 meses, un oportuno
armisticio entre España y Portugal paralizó las operaciones. No
obstante esta situación, los portugueses realizaron intentos de
continuar sus ocupaciones y comenzaron a instalarse en el actual
Río Grande con efectivos militares y pobladores venidos desde
San Pablo.
j . El Tratado de Permuta de 1750. Entrega de la colonia a
España.
A principios de 1750, y con la finalidad de terminar con las
permanentes disputas entre Portugal y España, se firmó en Ma-
drid este tratado, por lo cual Portugal cedió en Asia sus dere-
chos sobre Filipinas y en América la famosa Colonia del Sacra-
mento. Pero esta aparente generosidad le costó a España un in-
menso territorio, base del Brasil moderno, y contribuyó a la ato-
mización del imperio hispánico.
El origen del tratado puede encontrarse en el acceso al tro-
no español de los borbones, con Felipe V, a principios del siglo
XVIII. En tal sentido, dice Vicente Sierra que "la permuta de
la Colonia del Sacramento por los pueblos de las Misiones del
Uruguay denuncia que las exigencias estratégicas y mercantiles
prevalecían sobre la finalidad misional y los propósitos de ele-
vación del indio". Además, es innegable la influencia que ejer-
ció Bárbara de Braganza, esposa portuguesa del rey español Fer-
nando VI, como también la presencia inglesa. Para apartar a
España de Francia y unirla a Portugal (a quien consideraba un

253
simple Protectorado desde el Tratado de 1704), Inglaterra pre-
sionó para proponer este tratado, valiéndose de la influencia
de la reina, gestión que estuvo a cargo directamente del emba-
jador inglés en Lisboa.
El Tratado de Permuta introdujo en América una norma
jurídica innovadora, de gran repercusión en el momento en que
se inició a partir de 1810 el proceso de la independencia de Es-
paña. Se trata del "uti possi detis", principio por el cual "cada
parte se habría de quedar con la que poseyera en el momento
de la firma del acuerdo". Por supuesto que en este caso, Espa-
ña fue la gran perdedora, pues de esta forma se legalizaron las
ocupaciones efectuadas por Portugal durante más de ciento cin-
cuenta años (12).
En síntesis, y en lo que nos interesa particularmente a no-
sotros en este breve estudio, se estipuló entre los dos Estados lo
siguiente:
1) Portugal cedió "para siempre" la Colonia del Sacramen-
to y los territorios circundantes, dejando constancia que
la navegación del Río de la Plata entraba íntegramente
dentro de la soberanía española (Artículo 13 del Tra-
tado).
2) España cedió a Portugal extensos territorios, en gran
parte ocupados por este último. En particular, debemos
referirnos a los siete pueblos situados en la margen
oriental del río Uruguay, con unos 30.000 habitantes,
varias estancias y miles de cabezas vacunas. Portugal
también retuvo minas de oro en Cuyabá y Matto Gros-
so, que explotaba y ocupaba sin derecho alguno, además
de otras importantes extensiones al Norte de Marañón,
y algunas misiones en Baures y Mojos, es decir, prác-
ticamente media América del Sud. Lo interesante del
caso fue que en la discusión preliminar a la firma
del acuerdo, sólo se tuvieron en cuenta las cartas geo-
gráficas portuguesas, debiendo ceder España territorios
que le pertenecían por otros que también eran suyos y
que como la Colonia, habían sido ilegalmente ocupados.

(12) Tratado entre la monarquía portuguesa y española del 13 de enero de


1750 (comúnmente llamado Tratado de Permuta) en ARCHIVO 'GENERAL de
la Nación. Campaña del Brasil. Antecedentes Coloniales. Tomo II. 1750-1762. Bue-
nos Aires. Ed. Kraft. 1939. Pág. 7 y siguientes.

254
Para ejecutar lo establecido, ambos países nombraron co-
misionados, los que se dieron tarea a partir de febrero de 1752.
El problema mayor a resolver lo constituyó el traslado de la po-
blación perteneciente a los siete pueblos de las misiones orienta-
les. Los indios se negaron a entregar sus tierras y sobrevino la
llamada "Guerra Guaranítica", en la cual españoles y portugue-
ses debieron luchar juntos para aniquilar a los súbditos espa-
ñoles indígenas que no querían abandonar sus tierras. Mientras
sucedían las acciones de esta guerra que finalizó en 1756, los por-
tugueses demoraron la entrega de la Colonia del Sacramento,
entre otros pretextos porque no habían podido recibir los siete
pueblos misioneros. Entretanto, el rey español resolvió designar
gobernador de Buenos Aires a un prestigioso militar, el Tenien-
te General Pedro de Cevallos, con la misión de apresurar el cum-
plimiento del Tratado de Permuta, pues se creía que la rebelión
indígena obedecía a influencias jesuíticas. Ya en Buenos Aires,
y posteriormente en las destruidas misiones, Cevallos comprobó
lo infundado de esta acusación, como también la demora portu-
guesa en recibir los territorios cedidos por España y en entregar
la Colonia. La demora obedecía a las instrucciones dadas por el
Ministro Pombal de Portugal, en el sentido de dificultar por to-
dos los medios la ejecución del Tratado ; por otra parte, al asu-
mir el gobierno Carlos II obtuvo y consiguió su anulación en fe-
brero de 1761. La Colonia fue sitiada nuevamente por Cevallos,
quien de esa forma impidió su abastecimiento y actividades de
contrabando. Aprovechándose del estado de guerra entre España
y Portugal con motivo de la llamada Guerra de los 7 años, Ce-
vallos atacó y ocupó la Colonia del Sacramento, utilizando un com-
tingente de 2.000 hombres de Buenos Aires y Corrientes y más
de 2.000 indios, en noviembre de 1762.
Entre los efectos capturados, se obtuvieron innumerables mer-
cancías destinadas al contrabando con Buenos Aires. Anotemos
también que en enero de 1763 una escuadra anglo-portuguesa
intentó, sin resultado, ocupar Montevideo y la Colonia, acción
que tuvo un efecto adverso para los atacantes, a los cuales se lo-
gró incendiar el buque insignia inglés del almirante Mac Nama-
ra, quien murió en el combate. Se logró capturar a más de 80
marinos ingleses, además de tener estos otros tantos heridos ;
los defensores de la Colonia sólo tuvieron cuatro bajas (13).

(13) SIERRA Vicente. Historia de la Argentina. 1700-1800. Ed. Udel. Bue-


nos Aires. 1959. Pág. 299.

255
A partir de abril de 1763, Cevallos resolvió continuar la gue-
rra con los portugueses, para arrebatarles los territorios ocupa-
dos en Río Grande. Con efectivos de alrededor de 1.000 horn-
brs avanzó sobre el Fuerte Santa Teresa. Luego de rendirse di-
cha guarnición y de su posterior captura, avanzó sobre el Cas-
tillo de San Miguel y ocupó Río Grande. Iba a continuar las ope-
raciones cuando recibió la orden desde Madrid de suspenderlas y
entregar nuevamente todos los territorios, incluyendo la Colo-
nia, orden que con desgano se cumplió en diciembre de 1763. En
dicho año fue creado por el rey de Portugal el Virreynato de Bra-
sil, designándose por capital del mismo a Río de Janeiro (14).
k. Ocupación de las Islas Malvinas por Inglaterra.
La resolución de entregar otra vez. la disputada Colonia obe-
deció a que, finalizada la Guerra de los Siete Años, las potencias
participantes habían convenido una nueva distribución mundial
de territorios e influencias. Inglaterra obtuvo, entre otras po-
sesiones, el Canadá, el Valle del Ohio, la orilla izquierda del Mis-
sissipi, una parte de las Antillas y varios establecimientos en la
costa del Senegal, además de posesiones en la India. España re-
cibió de Francia la Luisiana, pero a cambio de ella, Inglaterra
consiguió que a su aliada y protegida Portugal se le devolviese
las tierras reconquistadas por Cevallos para España, entre ellas
la disputada Colonia del Sacramento.
Francia fue una de las potencias perdedoras de _aquella gue-
rra; su ministro Choiseul ambicionaba reconstituir su imperio
y su intención era apoyar militarmente a España, para invadir
y anexar Portugal a la corona española, pero quedándose Francia
con el Brasil. Al mismo tiempo se devolvería Gibraltar a Espa-
ña y Francia podía reconquistar la Luisiana, además de ocupar
las Islas Malvinas, pues no se desconocía la existencia de dichas
islas desde hacía casi 200 años. De allí la ocupación de Bougain-
ville, realizada a nombre del rey francés en enero de 1764 y la
posterior fundación de una pequeña colonia.
España argumentó en su protesta el principio jurídico de la
contigüidad, entonces sin vigencia plena en el Derecho Interna-
cional Público, y Francia, aunque contra su voluntad, las de-
volvió.

(14) Portugal creó el Virreinato del Brasil el 27 de enero de 1763; la inten-


ción del gobierno al designar capital a Río de Janeiro (abandonando Bahía), no
podía ser otra que ubicar al Virrey en un lugar céntrico y particularmente más
cercano a la conflictiva zona de Colonia del Sacramento.

256
Pero los ingleses, en enero de 1766, las ocuparon, pues ta-
les islas eran entonces la llave del Estrecho de Magallanes, ade-
más de constituir una base comercial futura muy importante pa-
ra la hegemonía inglesa del Atlántico. El gobernador de Buenos
Aires Bucarelli los expulsó en junio de 1770 y si bien por un
convenio diplomático entre España e Inglaterra fueron devuel-
tos a este último país, los ingleses abandonaron definitivamente
el archipiélago el 20 de mayo de 1774. España continuó ejercien-
do la soberanía sobre dichas islas, que dependieron del goberna-
dor de Buenos Aires (15).
1.. Nueva Guerra entre España y Portugal. El Tratado de San
Ildefonso y la creación del Virreynato del Río de la Plata.
Después de la devolución de la Colonia a Portugal en diciem-
bre de 1763, la actitud de este país para con España en América
no fue pacifista. El conflicto entre las dos continuó con acciones
militares esporádicas, pero que mostraron la penetración portu-
guesa, especialmente en la zona de Río Grande.
La fortaleza española de Río Grande fue atacada por los por-
tugueses en mayo de 1767 sin poderla capturar por la exitosa de-
fensa del comandante español. A partir de 1769, incursiones por-
tuguesas actuaron sobre territorio españoles al Este del río Uru-
guay y jurisdicción de Montevideo. Como respuesta, el goberna-
dor de Buenos Aires, Juan José de Vértiz, con escasos efectivos,
logró capturar el Fuerte de Santa Tecla en enero de 1774 si bien
más tarde debió retirarse ante la insuficiencia de los medios dis-
ponibles, pues sólo contaba con 574 hombres regulares, 400 mi-
licianos e indios auxiliares.
En 1775 se inició la Guerra de la Independencia de los EE.UU.
y por tal motivo, Inglaterra debió concentrar la masa de sus
medios económicos y militares para derrotar a los colonos rebel-
des. En consecuencia, Portugal no pudo contar con el apoyo in-
glés, situación que permitió a España actuar con alguna ener-
gía, aunque sin explotar debidamente todas las circunstancias
políticas favorables a ella.

(15) Al abandonar las islas Malvinas, de acuerdo a un convenio secreto con


España, los ingleses dejaron una inscripción en la cual hacían constar la sobe-
ranía británica en dicho territorio. Pero lo real es que el archipiélago dependió
permanentemente de la Corona española y de su "sucesora, las Provincias Uni-
das, hasta que por un acto arbitrario fueron ocupadas nuevamente por Inglate-
rra en 1833.

257
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258
También en 1775 fuertes efectivos portugueses fueron con-
centrados en Río Grande, con la intención de penetrar en terri-
torio español. En total excedían los 16.000 hombres bien arma-
dos, aparte de los que ocupaban la guarnición de la Colonia. Bue-
nos Aires tenía para oponerle alrededor de 35.000 hombres. El
rey de España decidió actuar ahora con la máxima energía : apro-
vechándose de la favorable coyuntura con Inglaterra, organizó
una expedición al mando nuevamente del Teniente General Don
Pedro de Cevallos para reconquistar la Colonia y la isla de San-
ta Catalina, llevando además la guerra, a Río Grande con energía.
En julio de 1776 Cevallos fue nombrado Comandante de los efec-
tivos terrestres y navales, que alcanzaron a 9.000 hombres em-
barcados en 111 buques de guerra y mercantes. Disponía de cua-
tro brigadas de infantería, una de dragones, un cuerpo de arti-
llería y los apoyos logísticos correspondientes. En noviembre de
dicho año abandonó Cádiz y en febrero de 1777 se ocupó, previa
rendición de la guarnición portuguesa, la Isla de Santa Catalina.
A mediados de abril llegó a la vista de la Colonia, a la cual
bloqueó y puso sitio. El gobernador portugués se rindió incon-
dicionalmente el 5 de junio de 1777 y Cevallos ordenó la destruc-
ción total de la población e inutilización de su puerto, según ór-
denes que le habían sido impartidas. Entretanto, en Europa ha-
bía fallecido el rey José I de Portugal. Le sucedió Doña María
Francisca, su hija y sobrina de Carlos III, por lo que poco tiem-
po pasó para que se llegase a un arreglo diplomático. Este con-
sistió en un nuevo "Tratado de Límites en la América meridio-
nal", conocido como de San Ildefonso. Portugal cedía a España
las islas de Martín García, Dos Hermanos, San Gabriel y la Co-
lonia. Pero como siempre, España fue la gran perdedora : en-
tregó la mayor parte de la región del Amazonas, devolvió la isla
de Santa Catalina y se mantuvo en líneas generales, la demar-
cación anterior del Tratado de Permuta (16). Entretanto, quedó

(16) El Tratado de San Ildefonso fue firmado el 19 de octubre de 1777 por


Francisco de Souza Coutinho por parte de Portugal y el conde de Floridablanca
por España. Con respecto a la navegación del Río de la Plata y del Uruguay, el
artículo 3ro. del Tratado concedió la soberanía absoluta de ambos cursos de
agua a la corona española. En cuanto a los límites entre los virreinatos del Perú
y del Brasil, España cedió a Portugal la mayor parte de la zona del Amazonas.
Una línea divisoria "partiendo de un punto del Madeira, situado a igual distan-
cia del Río Amazonas y de la boca del Río Mamoré continuaba en dirección Es-
te-Oeste hasta encontrarse con la ribera oriental del Río Javary", bajando por
dichas aguas hasta el Marañón o Amazonas. Esto fue causa de Un conflicto en-
tre Perú y el Brasil, solucionado recién en 1909 por un Tratado de Límites, Co-
mercio y Navegación. Ver IRELAND GORDON. Conflictos de Límites y de Pre-

259
constituido el Virreynato del Río de la Plata, que si bien signifi-
có una barrera a la expansión portuguesa, no detuvo su constan-
te penetración (17)
Así, y menos de 40 años después de la creación del Virrei-
nato, la Banda Oriental fue ocupada por los portugueses, consti-
tuyendo tal acción uno de los antecedentes más inmediatos de la
guerra que sostuvieron las Provincias Unidas y el ya Imperio
del Brasil (a partir de su Independencia en 1822), guerra que
enfrentó a los dos Estados entre 1825 y 1828. Su resultado fue
la constitución de la Banda Oriental como Estado Independiente,
pese a que las operaciones militares fueron favorables a las Pro-
vincias Unidas del Río de la Plata.
5. El ascenso militar de Prusia. Mauricio de Sajonia.
El segundo tercio del siglo XVIII tuvo en Mauricio de Sajo-
nia y en Federico II las máximas figuras de la conducción mi-
litar. Ambos contribuyeron a cerrar una época y preparar el
advenimiento del ciclo napoleónico.
Si bien sus respectivas ideas militares contienen conceptos
diierenciados, constituyeron las dos fuentes que alimentaron el
revolucionario sistema creado por Napoleón.
Recordemos ahora los objetivos políticos de algunas de las
potencias europeas, en la época referida.
a. Inglaterra: Luchó por la hegemonía sobre el mundo a
través de la creación de un imperio colonial que la convirtiese
en potencia dominante. Para ello tuvo como arma el comercio
y la superioridad naval. En Europa aplicó la política del "equi-
librio europeo".
b. Francia: Tuvo similares objetivos, pero su acción prin-
cipal se desarrolló en Europa, donde pretendió imponer un do-

siones en Sud América. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. Buenos Aires, 1942.
Pág. 207 y siguientes.
(17) Si bien el Virreynato del Río de la Plata fue creado provisoriamente
con la finalidad de detener los avances portugueses, el rey Carlos III dispuso en
octubre de 1777 su instalación definitiva, designando sucesor •de Cevallos al Te-
niente General Don Juan José de Vértiz. En, 1782 y por real ordenanza, el Virrey-
""ato fue subdividido en ocho gobiernos intendencias: Buenos Aires, Paraguay,
Córdoba, Salta del Tucumán, Santa Cruz de la Sierra, La Paz, La Plata y Po-
tosí (esta última, con salida al Pacífico). Además se contaban entre las subdi-
visiones territoriales, las Provincias de Mojos, Chiquitos y la de los treinta pue-
blos •de las misiones guaraníticas, sin las prerrogativas de gobernadores intenden-
tes. Ver, para mayores detalles, BEVERINA Juan. El Virreynato del Río de la
Plata. Su organización militar. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. Buenos Ai-
res. Pág. 25 y siguientes.

260
minio directo. Roto ya el cerco estratégico Habsburgo, durante
las guerras de Luis XIV, su preocupación estuvo en el Rhin. Así
como Inglaterra maniobró políticamente para evitar el nacimien-
to de una potencia dominante continental, Francia tuvo como
política, impedir el crecimiento de una gran potencia tal este
del Rhin. Para ello volcó sus esfuerzos, el militar entre otros,
en mantener la división de Alemania y anular el poder de los
Habsburgos.
c. Suecia: Trató en este período de salvar los restos de
su proyectado reino báltico. Su participación en las guerras bus-
có mantener sus posesiones en el norte de Alemania, la Pomerania
sueca y, tal vez, el retorno a las fronteras de su máxima expansión.
d. El Imperio Español continuó su proceso de decadencia.
Nuevos fracasos diplomáticos y militares hicieron más precaria
su situación general de potencia de 2do. ó 3er. orden.
e. Se debe prestar especial atención ahora a Prusia, en ra-
zón de ser una potencia naciente y principal protagonista de es-
te período.
Junto con Rusia, nacieron como estados durante el siglo XVII,
consolidándose en el siguiente.
Prusia fue el producto de la unión de Brandeburgo con las
posesiones de los Hohenzollern, feudatarios del rey de Polonia.
Era un reino entre el Niemen y el Rhin; sus provincias es-
taban separadas por otros estados alemanes. En 1618 la Prusia
Ducal (Oriental) se unió a Brandeburgo.
El Estado, que adquirió su categoría de reino con la paz de
Utrecht (1713), fue muy bien administrado por sucesivos prín-
cipes Hohenzollern, situación que provocó una sostenida prospe-
ridad.
La creación de un fuerte y disciplinado ejército, fue una ta-
rea a la que se dedicó especial atención.
El poder fue totalmente centralizado en el rey, por medio
de un acuerdo con los nobles ; éstos retuvieron una serie de pri-
vilegios. No obstante, el mesurado uso que hizo la nobleza y el
clero de los mismos, permitió que se cristalizara una verdadera
unión nacional con la burguesía y el campesinado. La libertad
de credo caracterizó a Prusia entre el resto de los estados ale-
manes.
La guerra de los Treinta Años y otras posteriores, hicieron
nacer un fuerte sentimiento nacionalista en Alemania. La de-

261
cadencia de los Habsburgo motivó que los estados alemanes
buscasen una nueva potencia dirigente. La intransigencia reli-
giosa de la católica Baviera y de los protestantes de Sajonia y el
Palatinado no los hicieron aptos para esta función. Surgió así
Prusia, con su tolerancia religiosa y un fuerte poder militar pa-
ra liderar a los alemanes.
. . En 1740 subió al trono Federico II, el Grande. Prusia tuvo
en él al conductor que la guió en su lucha, por conquistar un lu-
gar de privilegio en Europa.
f . Mauricio de Sajonia: Mauricio, conde de Sajonia, era
hijo natural del elector de Sajonia Augusto II, rey de Polonia.
Nació en 1696 y murió en 1750. En 1708 ingresó en la carre-
ra militar, combatiendo contra suecos, polacos y turcos, a las ór-
denes del príncipe Eugenio. A partir de 1720 comenzó a servir
en el ejército francés como jefe de un regimiento, llegando a al-
canzar después el grado de mariscal. Frecuentó la amistad del
Caballero de Folard, de quien recibió los conceptos del empleo
de las tropas en orden profundo. Participó en varias campañas,
siendo la más notable su .actuación en la Guerra de Sucesión Aus-
tríaca. En 1757 se publicó su libro, obra póstuma titulada "En-
sueños", la cual contenía ideas importantes sobre un nuevo sis-
tema táctico cuyos principios eran de inspiración romana.
1) El pensamiento militar de Mauricio. Aspectos estraté-
gicos y tácticos.
Para comprender la importancia y la originalidad de las
ideas de Mauricio de Sajonia, es necesario tener presente que el
pensamiento militar de los siglos XVII y XVIII, puso toda la
atención en las formaciones masivas de combate, vinculadas a
la falange griega, y en el mecanismo de dichas formaciones.
Recordemos que la guerra de estos siglos se caracterizó por
la carencia de batallas y lo poco decisivo de las campañas. La
falta de movilidad, estratégica y táctica, era evidentemente una
de las principales causas.
La reacción contra esta situación se advierte en las accio-
nes y el pensamiento de Mauricio.
Comenzó por establecer la importancia de la batalla, en el
contexto de la estrategia, advirtiendo sin embargo que un buen
general no debía verse obligado a luchar en desventaja. Acon-
sejó no arriesgarse en una batalla formal, cuando la paridad de
fuerzas hiciera incierto su resultado, debiéndose, en tal caso, de-

262
bilitar y perturbar previamente al enemigo por medio de repe-
tidos y frecuentes encuentros.
Insistiendo en este tema de la batalla, señaló que debe ha-
cerse la guerra sin confiar nada a "los accidentes", lo cual es,
decía, el punto más alto de la habilidad y la perfección de un
general. Es importante recalcar este concepto, porque una de
las finalidades del arte de la conducción es reducir a un mínimo
el campo de los imponderables.
La persecución, después de la batalla victoriosa, ejecutada
con la mayor energía, fue una de sus más positivas caracterís-
ticas como conductor.
Advirtió con toda claridad el camino a seguir para obtener
la decisión; percibió que distraer al enemigo en direcciones se-
cundarias era el prólogo para definir la guerra.
Concentró por ello su atención en romper el equilibrio men-
tal y físico del adversario, perturbando su plan de campaña y
la organización de sus fuerzas.
Su gran preocupación fue el renacimiento de la movilidad.
Para ello debían modificarse las condiciones de la época, creando
otras que consideró primarias para que la movilidad existiera:
la rapidez y seguridad de los movimientos, la facilidad de ma-
niobra y el apoyo logístico eficiente (un ejército camina sobre
su estómago). Al respecto dijo : "todo el secreto de la maniobra
y el combate está en las piernas".
Estableció que había un límite, determinado por la movili-
dad, del tamaño económico de un ejército y que la fuerza efec-
tiva del mismo declinaba cuando su número afectaba la movilidad.
El ejército ideal de Mauricio, era aproximadamente de cin-
cuenta mil hombres.
Prefirió utilizar los accidentes de la naturaleza, los que apre-
ciaba más fuertes que las fortalezas. Abogó por la fortificación
de las barreras naturales.
Para Mauricio un sistema fortificado era sólo un medio para
luchar con ventajas, que debía absorber la fuerza del oponente
(a manera de esponja), con poco empleo de la propia ; un medio
de economía de fuerzas y desgaste del adversario.
Su inclinación por la fortificación de campaña, dio por re-
sultado la introducción de los reductos para desarticular el dis-
positivo del ataque enemigo y obligarlo a adelantar reservas. Te-

263
rían gran similitud con los nidos de ametralladoras de la Primera
Guerra Mundial. Igualmente innovador fue el empleo de las ba-
terías protegidas, para batir el avance enemigo tirando contra
el flanco en lugar del frente.
2) Aspectos orgánicos.
La permanente búsqueda de la movilidad, lo llevó a incur-
sionar en el campo orgánico. Necesitó reorganizar el ejército
para aplicar sus principios estratégicos y tácticos, volviendo a
los clásicos en busca de inspiración, no imitación. Tomó como
ejemplo la organización romana manipular de Escipión, modelo
de fuerza y flexibilidad (concentración y dispersión). Su infan-
tería se estructuró en "legiones" de cuatro regimientos de infan-
tería, cada uno a cuatro subunidades, con una pequeña subuni-
dad de infantería ligera y un escuadrón de caballería.
Mauricio preconizaba la existencia de dos infanterías: la pe-
sada con pica y la infantería liviana con fusil. Además piezas
ligeras de artillería debían acompañar y apoyar a la infantería
en todos los terrenos ; a estas bocas de fuego las llamó amusetas.
El batallón de infantería comprendía cuatro "centurias" de 184
hombres cada una, integradas por números iguales de piqueros
y fusileros y formados por 8 filas ; las dos primeras, la Sta. y
6ta. con fusil y el resto con pica. La centuria comprendía cuatro
pelotones además de una amuseta. El batallón estaba integrado
por otras dos medias centurias.
g. Las campañas de Mauricio.
Mauricio de Sajonia comenzó su actuación como comandan-
te superior durante la guerra de la Sucesión Austríaca (1741-
1748) .
Su primer mando independiente lo obtuvo en ocasión del si-
tio de Filípolis, durante el cual recibió la misión de rechazar a
un ejército de socorro mandado por Eugenio de Saboya.
En 1742 se distinguió en el ataque a Praga y poco después
recibió el mando de un ejército organizado en los Países Bajos,
para invadir Inglaterra. El proyecto fracasó porque la flota in-
glesa derrotó a la francesa.
En 1746, Mauricio operó en Flandes poniendo sitio a Tour-
nay en el mes de mayo, un ejército británico al mando de Cum-
berland se aproximó para socorrer la fortaleza. Ambos ejércitos
chocaron en Fontenoy el 11 de mayo.

264
La batalla fue un clásico combate de la época con empleo
de tácticas lineales. No hay muchos datos precisos sobre el en-
cuentro ; al parecer, ambos adversarios disponía de 50.000 hom-
bres cada uno.
Mauricio ocupó una fuerte posición defensiva, apoyando sus
alas en el río Escalda y el bosque de Gravain, lo cual daba una
adecuada seguridad en los flancos.
Cuatro reductos fueron organizados en el frente, dos al Nor-
este y dos al Sudeste de Fontenoy. La distancia entre ellos era
de unos ochocientos metros.
El ejército francés adoptó un dispositivo clásico que respon-
día a la táctica de líneas :
—se organizó en dos escalones, lo cual siempre proporcio-
naba mayor profundidad a la línea y una fuerte reserva ;
—la formación de combate fue también clásica, la caballe-
ría constituía las alas y la infantería el centro.
En este caso el ala derecha era mucho más fuerte que la iz-
quierda, respondiendo esta dosificación de fuerzas a las caracte-
rísticas de la posición.
Desde Fontenoy al bosque de Gravain hay menos espacio que
entre la localidad y el río Fontenoy y los dos reductos del sector
Noreste (mucho más próximos entre sí) daban mayor fortaleza
frontal al dispositivo. La caballería del ala izquierda se apoyó
prácticamente en el bosque, lo cual no daba espacio para actuar
contra el flanco.
En el sector Noroeste, en cambio, había mayor espacio pa-
ra la maniobra sobre el flanco de la posición y la fortaleza fron-
tal de la posición era menor.
El ejército británico adoptó su dispositivo de la siguiente
forma :
—la formación de combate fue lineal y, también, en dos es-
calones.
—La infantería y la caballería estaban intercaladas :
. el ala izquierda, caballería e infantería ;
. el centro, una masa de infantería encuadrada por la
caballería;
. el ala derecha, infantería en un solo escalón.
Mauricio ejecutó una batalla defensiva en dos fases:

265
—la defensa de su línea de reductos cuya finalidad fue des-
gastar y, sobre todo, desorganizar el ataque;
—la defensa de la posición en base a reacciones ofensivas
flanqueantes.
Cumberland atacó en todo el frente tratando de capturar
en primer término los reductos. Las columnas de ataque fueron
repetidas veces rechazadas.
Ante esta situación el comandante inglés decidió penetrar
sin consideración de pérdidas, formando con su centro una com-
pacta falange de 14.000 hombres que medía 500 por 600 metros.
La misma era seguida por la caballería del centro con alguna
artillería. Su intención fue filtrarse y romper el dispositivo fran-
cés en su centro. El avance se produjo sufriendo severas bajas,
pero logró pasar; al enfrentar la línea francesa fue contenido
por el fuego de la infantería y la artillería, mientras Mauricio
ordenaba contraataques contra los flancos de la columna de ata-
que. En poco más de 15 minutos la formación estaba deshecha
y más de la mitad de los efectivos quedaron en el campo.
Durante los años siguientes de la guerra, Mauricio condujo
en los Países Bajos otras campañas, tomando fuertes y ciudades.
En 1746 ganó la, batalla de Rougoux cuya característica prin-
cipal fue la enérgica persecución que siguió a la misma; un ejem-
plo de explotación del éxito para la época. El 2 de julio de 1746
triunfó en Laufeld; Cumberland y el general austríaco Daun,
unieron sus fuerzas para aniquilar a un cuerpo francés de 30.000
hombres aislado en los Países Bajos.
Mauricio maniobró en apoyo de este cuerpo por medio de
una extraordinaria marcha de aproximación y concentración de
fuerzas sobre el campo de batalla. Para tener una idea sirven
las siguientes magnitudes : determinadas fracciones estaba se-
paradas en más de 160 Km y algunas marcharon más de 80 Km
en dos días.
Así, desde una amplia dispersión logró una perfecta con-
centración en corto tiempo sobre el campo de Laufeld, donde
obtuvo un difícil pero amplio triunfo.

266
6. FEDERICO EL GRANDE Y SUS APORTES A LA EVO-
LUCION DEL ARTE DE LA GUERRA.
a . Breves datos biográficos.
Federico El Grande, una de las grandes figuras dentro de
la evolución del arte de la guerra, nació el 24 de enero de 1712
en Berlín, siendo sus padres el príncipe heredero Federico Gui-
llermo, más tarde rey de Prusia, y la princesa Sofía. Dorotea de
Hannóver. Por contraste con su padre, "el gran sargento ins-
tructor de la nación y del ejército prusiano", no demostró in-
clinación por la vida militar (1).

FEDERICO

Anota el Conde Schlieffen que solamente una vez, tenien-


do en ese entonces tres años, Federico fue encontrado por
su padre en momentos en que avanzaba redoblando brio-
samente un tamborcito. Esta escena se creyó tan extraor-
dinaria que se inmortalizó por mano maestra en un conocido
cuadro. Los maestros de Federico recibieron de su padre, el Rey,
la siguiente orientación general para la educación del futuro so-
berano; "Asignad la mayor importancia a inculcar a mi hijo un
verdadero amor por la profesión de soldado y persuadidle que
nada en el mundo puede proporcionar a un príncipe mayor glo-

(1) Estos breves datos biográficos son una síntesis del libro Federico El
Grande, del Conde Schlieffen, publicado por la Biblioteca del Oficial. Vol. 186 y 187.

267
ria y honor que la espada, que será un ser despreciado por el
mundo si no la ama y si, al mismo tiempo, no busca únicamente
en ella la gloria". (2) .
Federico comenzó así a ser ejercitado militarmente, aunque
demostraba mayor placer por la música, haciendo ocultas correrías
por el campo de las "ciencias prohibidas" y adoptando modales ex-
tranjeros o costumbres y modas francesas. Además por sus mo-
dos afeminados, despertaba el desprecio de su padre.
El 3 de mayo de 1725 fue ascendido a Capitán, al año siguien-
te es nombrado mayor de la guardia de Granaderos de Potsdam y
el 20 de agosto de 1726 presentó su batallón a inspección por pri-
mera vez.
La juventud de Federico no mostró, al menos inicialmente,
las cualidades que demostraría más tarde, cuando a la muerte
de su padre debió hacerse cargo del Reino de Prusia en difícil
situación.
Incluso llegó a tener una vida desordenada, con una mala
salud que llegó a impedir, al menos aparentemente su boda con
una princesa inglesa para que Prusia pudiera ganarse como aliado
a Gran Bretaña, frente al probable conflicto que se podía vislum-
brar con Austria. Despreciado por su padre, intentó huir a Fran-
cia para participar en una campaña militar en Italia y hacer mé-
ritos frente al Rey.
Su padre, al fracasar el proyecto, lo hizo confinar y sometido
a un Consejo de Guerra salvó la vida gracias a la influencia de
países amigos de Prusia.
"De esta cruel escuela de depuración, el "mozo afeminado"
salió un hombre, que sería rey, héroe, vencedor y a quien le
estaba reservado dar un rumbo imprevisto a la historia de esta
parte del mundo."
Más tarde, después de desempeñarse como Jefe de Regi-
miento, se transformó en un estudioso de la Política y la Guerra.
Son célebres sus reflexiones sobre las Campañas de César en
las Galias y durante la guerra civil con Pompeyo, donde se de-
tuvo particularmente en el estudio de la batalla de Farsalia. Allí,
César, con efectivos inferiores, logró vencer a su rival mediante
acertadas medidas de conducción (3).

(2) Idem. Pá,g. 13.


(3) Ver Manual de Historia Militar. Ira. Parte. Capítulo IV.

268
b . Federico El Grande visto por el Conde Schlieffen (4).
"Federico sirvió de ejemplo a su ejército en esa se-
vera disciplina personal como no lo hubiera servido an-
tes ningún otro capitán. Había aprendido a obedecer en
la dura escuela de su padre, había tenido que renunciar
a disponer libremente de su vida y hasta en la elección
de su esposa se había inclinado ante altos intereses. Co-
mo rey aprendió a soportar con estoica tranquilidad los
golpes más duros del destino. "Haz como yo, que me
castigo el alma para que se haga paciente y silenciosa."
No es, pues, de admirar que su corazón se endureciera
con los años a causa de esas duras y constantes luchas
del alma. Quien año tras año y día tras día, había vivido
en perpetua zozobra, ¡ cómo no habría de tener el pecho
recubierto de dura corteza, cómo no habría de tenerlo
acorazado ! Esto mismo no fue, sin embargo, desfavora-
ble. El temor a la imperiosa voluntad del rey se infun-
día hasta el tuétano en todo el mundo en los momentos
de crisis y fue la causa de por qué después de Kolin y
Kunersdorf no se llegara a situaciones sin remedio, co-
mo las que todos hemos vivido en los últimos
pos" (5).
"En su vida de soldado no quiso gozar de comodi-
dades mayores que las que tenía cualquier otro oficial
de las filas. No obstante sus quebrantos corporales, que
aumentaron con la edad, evitó proporcionarse toda como-
didad. Próximo a finalizar la guerra de siete años, de-
cía : "Esta es una vida de perros como nadie la ha so-
portado, a excepción de don Quijote". En otra oportuni-
dad agregaba: "El judío errante, si ha vivido, no ha lle-
vado una vida como la mía". En campaña, por lo común,
se alojaba en simples hosterías de aldea y frecuente-
mente rechazaba las invitaciones de los príncipes. En el
invierno de 1759-60, habitó durante muchas semanas en
un paupérrimo acantonamiento de aldea a fin de estar
próximo a las avanzadas. La noche que siguió a la ba-
talla de Torgau la pasó en los escalones del altar de la
iglesia sobre un montón de paja. En el campamento de

(4) SCHLIEN'tEN. Federico El Grande citado.


(5) Referencia a la situación que provocó la revolución alemana en los úl-
timos días de la Gran Guerra - N. del T. en el libro del Mariscal Schlieffen.

269
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270
Bunzelwitz todas las noches se trasladaba a la gran trin-
chera situada en Jauernick, contentándose allí con una
cama de paja a cielo descubierto, que tendría entre sus
tropas prontas para la generala."
"Debido a esto, sus soldados veían en él al jefe que
compartía con ellos alegrías y pesares y que, si les exi-
gía mucho, en cambio tenía corazón para su gente. En
verdad, ningún otro capitán ha vivido en más estrecha
comunidad con su tropa que Federico con la suya."
"Siendo aún príncipe heredero, decía : "El amor al
servicio de parte de la tropa reposa, en lo que es esen-
cial, en la adhesión a sus superiores. Un superior no se-
rá odiado nunca si sabe aparecer la energía con la bon-
dad del corazón". Un contemporáneo suyo ha dicho: "En
las críticas de las maniobras era un deleite oírle leer co-
mo si estuviera en un colegio militar... Su voz era sua-
ve y arrebatadora, parecía que diera consejos, y no ór-
denes".
"Aun enfadado, su voz conservaba su común tono
insinuante, era suave hasta cuando juraba, demostrando
así que en el fondo de su corazón ardía una llama de
cálido sentimiento". Federico conocía como nadie las ne-
cesidades y las congojas del simple soldado. Hasta la ba-
talla de Kolin, conocía el nombre y procedencia a ca-
da uno de los granaderos de su batallón de la Guardia.
Cuidó constantemente y con la mayor energía la buena
alimentación de sus tropas y lo consiguió casi siempre,
hasta en las más difíciles circunstancias. Mejoró el ser-
vicio de sanidad. Sus mejores cuidados los reservaba pa-
ra los inválidos y los huérfanos. En 1748 fundó la casa
de Inválidos. Posteriormente envió a los campos como
pegujaleros a numerosos inválidos o los colocó como maes-
tros de escuela. Erigió en Postdam una Casa de Huér-
fanos para 5.000 niños. Sus soldados le agradecieron to-
dos sus afanes y por eso, a lo largo de las columnas en
marcha se les oía cantar :
"El cuida, sí, de sus niños,
como con justo afecto paternal,
y en lo futuro no quiere menos
ofrecer su sangre y su vida.

271
No se cuida a sí mismo
el Gran Rey Federico".
"Lo verdaderamente admirable en estas relaciones
entre el superior y los subalternos es que, precisamente
y no obstante todo el respeto que el soldado tenía por
el poderoso, nadie estaba tan próximo a su corazón co-
mo aquél."
"Ha existido, ciertamente, más de un capitán a quien
su ejército festejara jubilosamente después de una vic-
toria; pero es difícil que haya habido quien viviera en
el corazón de su gente como el viejo Fritz, a quien el
simple soldado, a pesar de su penosa vida, la que él com-
partía, procuraba consolarlo en su aflicción y en sus pe-
nas. En la tarde de la derrota de Kolin, en una choza,
un coracero alcanzó al rey semisediento un vaso de agua,
con estas palabras : "Beba su majestad, que las batallas
son batallas. ..". Antes de Leuthen, le gritaron: "Fritz,
está tranquilo ; entre ellos no hay pomeranios", y, en
una canción de soldados de la época, se decía :
"Hermanos : yo pido, vamos todos.
No dejemos ahora a nuestro rey.
Mirad cuántos enemigos se han levantado,
y se han reunido como ladrones".
"Esa disciplina admirable tenía todavía otra base:
el amor a la patria, que unía a todos, sometiéndolos de
buena gana a aquél que la amaba como ningún otro. "No
desesperar de -la patria —grita Federico— si no, oponer
el ánimo a la perdición." "Debe salvar, pero si no puede
salvársela, es vergonzoso seguir viviendo."
"Sólo profundizando el estudio del espíritu de Fede-
rico podremos explicarnos su fuerza casi sobrenatural pa-
ra resistir durante las tres guerras de Silesia. La razón
fundamental de esa resistencia debe buscarse en que Fe-
derico dedicó al Estado y al ejército su voluntad de hie-
rro y en que ningún contraste, por terrible que fuera, ni
ningún dolor físico o moral, fue capaz de dominar ese
titán."
"Ese carácter de hierro se desarrolló en el rey poco
a poco. En la primer guerra de Silesia el rey pasó con
frecuencia de una alta alegría a una confusión mortal.

272
Es sabido que en Mollwitz abandonó el campo de batalla
antes que se obtuviera la victoria, dándolo todo por per-
dido. En dicho sentido trabajó también constantemente
por perfeccionarse. "La fortaleza —ha dejado dicho--
consiste en la resistencia contra la desgracia y sólo los
cobardes se desmoralizan bajo el yugo, arrastran pacien-
temente sus cadenas y soportan tranquilos la opresión.
Nunca me dejaré llevar a semejante vergüenza." El bus-
có siempre, con toda la agudeza de su espíritu, afrontar
personalmente todas las situaciones y con frecuencia las
salvó entre duros combates morales, llegando a la deci-
sión por sí mismo. De aquí que fuera capaz de realizar
durante seis años la más difícil prueba a que puede so-
meterse un capitán: la de llevar a su ejército a la victo-
ria después de una derrota. De aquí que le circunde la
más alta gloria guerrera tanto en la felicidad como en la
desgracia."
"En 1757, después de Kolin, su primer gran derrota,
decía: "En nuestra desgracia es nuestra buena contenan-
ce la que, en la medida de lo posible, debe reparar las
cosas. Tengo desgarrado el corazón, pero únicamente yo
no he sido derrotado y aprovecharé la primera oportu-
nidad para enmendar la falta". Dos meses después Leh-
wald era derrotado en la Prusia Oriental. La convención
del Convento de Zaven echó aún sobre él a los franceses.
Derrotó a éstos en Rossbach, pero poco después sufrió
un descalabro el ejército que tenía en Breslau."
"Está ahora de pie, solo, en un campo de ruinas, pe-
ro, con todo, dice a sus generales antes de Leuthen:
"Atacaré al enemigo aún cuando se hubiera fortificado
en la cumbre del Zobten".
"Al año siguiente, después de obtener las victorias
de Crefeld y Zoradorf, los austríacos le llevaron la sor-
presa nocturna de Hochkirch, en la cual su actitud per-
sonal vuelve a ser admirable cuando procura poner orden
en la terrible confusión con las palabras : "Muchachos,
tomad los fusiles", y conduce los batallones al con-
traataque. En la retirada ostenta todavía la tranqui-
lidad más completa y llega al desenfado. "Artilleros —les
dice—, dónde habéis dejado los cañones ?" "El diablo
—le responden— nos lo ha quitado durante la noche."

273
"Bien: los recuperaréis durante el día." En estos mis-
mos días fue alcanzado aún por otro golpe especialmente
fuerte: la muerte de su hermana preferida, la Margravi-
na de Bayreuth. El estado de su alma en estas circuns-
tancias lo pone en evidencia la carta que entonces escri-
biera a su hermano Enrique: "Job y yo estamos obliga-
dos a ejercitar la paciencia. Entretanto la vida sigue su
curso que, bien pensado y aquilatado, no es otra cosa
que necesidad, pena, cuidado y aflicción"."
"A la gota que le atormentaba desde hacía años
se unen ahora calambres al vientre y dolores a los ojos.
"Es difícil pasarlo bien cuando el espíritu se siente mal
y cuando se vive en continuo sobresalto." A pesar de
todo, a los pocos días está de nuevo completamente en
claro respecto a su decisión de mantenerse en Sajonia y Si-
lesia y hasta consigue hacer levantar el sitio de Neisse.
En el año 1759 comienza con las victorias que Fernando
de Brauschweig obtiene en Bergen y Minden, pero éstas
son seguidas por la grave derrota de Kunersdorf. ¡ El ejér-
cito completamente derrotado, está casi disuelto; el enemi-
go se halla a pocas jornadas de la indefensa capital! Es és-
ta la única ocasión en que la desesperación se apodera del
rey. En la tarde de la batalla busca la muerte y, por último,
abandona el campo de la acción, diciendo: "¿No hay,
pues, una bala que me pueda alcanzar?". Luego escribe
a su ministro Finkenstein: "No quiero sobrevivir a la
aniquilación de mi tierra".
e . Carta de Federico (*).
AL GENERAL DE TAUNTZIEN, COMANDANTE DEL
EJERCITO O INSPECCION DE SILESIA, CON MOTIVO DE
LA INSPECCION Y MANIOBRAS DEL 19 AL 24 DE AGOSTO
DE 1784 (1).
Potsdam, 7 de septiembre de 1784.
Mi querido General de Tauentzien: (2)
"Ya durante mi permanencia en Silesia os mencioné,
y ahora os lo repito por escrito, que mi ejército de Si-

(*) Publicada en el libro del Conde Schlieffen. Citado.


(1) De la Obra Federico El Grande, de Thomas Carlyle.
(2) El rey estaba ligado por una vieja amistad al general de Tauentzien, a
quien, además, estimaba altamente como soldado, desde su valiente defensa de
Breslau en 1760. (N. del T.)

274
lesia nunca ha estado mal como ahora; si yo hiciera ge-
nerales a los sastres y zapateros, los regimientos no es-
tarían peor. El regimiento de Tenddesch (3) no se igua-
la, siquiera, al más insignificante batallón de guarnición
del ejército prusiano ; Rothkirch y Schwarz no valen tam-
poco mucho más; Zaremba está en un desorden tal que
una vez que terminen las maniobras de otoño de este año,
le enviaré un oficial de mi regimiento para ponerlo nue-
vamente en orden; de Erlach, tiene los muchachos tan
mal acostumbrados por el contrabando que ya no parecen
ser soldados; Keller es un montón de aldeanos sin ins-
trucción; Hager posee un jefe muy pobre y vuestro re-
gimiento es muy mediocre; solamente estoy satisfecho
con los del conde de Anhalt, Wendessen y mar-grave En-
rique. He ahí, en detalle, el estado de los regimientos.
Ahora pasemos a las maniobras.
Schwarz cometió en Neisse la imperdonable falta de
no ocupar con fuerzas suficientes las alturas del ala iz-
quierda, en un caso real se habría perdido la batalla a
causa de esto; Erlach, en Breslau, en lugar de proteger
al ejército, ocupando las alturas, marchó con su división,
en defilée, como ristra de ajos, de modo que la caballería
hubiera abatido a la infantería y el escalón se habría
perdido. No quiero perder batallas a causa de la lacheté
de mis generales ; por lo tanto dispongo que dentro de un
año, si aún vivo, lleve Ud. el ejército a la comarca entre
Dreslau y Ohlau cuatro días antes de que yo llegue al
campamento, a fin de que maniobre Ud. con los inexper-
tos generales y les enseña cuál es su poder. El regimien-
to de Armím y el de guarnición de Kenitz representarán
al enemigo; y a quien entonces no cumpla con su deber,
los someteré al consejo de guerra, pues yo condenaría a
cualquier puissance que mantuviera en servicio a seme-
jante gente, que se preocupa tan poco de su servicio. Er-
lach debe permanecer aún cuatro semanas arrestado. Ha-
ced conocer ésta mi opinión a toda vuestra Inspección."

(3) Según una vieja costumbre prusiana, los regimientos se designan, por
lo general, por el nombre de sus jefes efectivos; en la antigüedad se seguía el
mismo proceder, a menos que la unidad tuviera un jefe honorario, en cuyo caso
se le llamaba con el 'de éste. (N. del T.)

275
El traductor se permite añadir que si bien no conoce en de-
talle cuál fue el resultado de la Inspección de 1785, sabe, en cam-
bio, que al tercer día de la misma, Federico, anciano de 73 años,
comenzó su trabajo cuando se iniciaba una lluvia torrencial, que
duró seis horas, sin que él ni siquiera le prestara la considera-
ción de ponerse el capote. Esa misma noche se hicieron sentir
los primeros síntomas de la enfermedad que lo llevaría al sepul-
cro, pero que, por el momento, no le impidió continuar la inspec-
ción, ni tampoco presenciar más tarde en Berlín las maniobras
de Artillería.
d. Las guerras de Federico II y la situación política de Prusia
en 1740.
Cuando Federico II subió al trono de Prusia en 1740, recibió
un país en pleno desarrollo económico, socialmente estable, polí-
ticamente cohesionado y muy bien dotado militarmente; en sín-
tesis, un país con todas las características de gran potencia.
No obstante ello, el panorama político internacional y es-
tratégico de la nueva nación no era halagüeño.
Políticamente, Prusia era un estado rodeado de vecinos hos-
tiles ; esto explica su permanente preocupación por dotarse de
un poder militar fuerte y eficiente. El continuo ascenso de su
poderío, a partir de los comienzos del siglo XVIII, preocupó y
despertó temores en las dos principales potencias europeas con-
tinentales : Francia y Austria; ambas eran muy sensibles a los
cambios del statu-quo político en Alemania.
Para Francia, el crecimiento prusiano significaba la presen-
cia de un estado poderoso al Este del Rhin, lo cual no concorda-
ba con su política de balcanización de Alemania en base a estados
menores.
La hostilidad austríaca contra Prusia tuvo su origen en el
temor que esta potencia protestante del Norte alemán pusiera
en discusión su secular rango de cabeza política del imperio, en
un momento en que los Habsburgos se encontraban en una críti-
ca situación de debilidad.
Desde el punto de vista estratégico, la situación prusiana
tampoco era favorable ; a los inconvenientes derivados de la si-
tuación política exterior se suma la circunstancia de tener sus
provincias separadas, por interpolación de otros estados alema-
nes, y fronteras difíciles de defender.

276
Estas circunstancias políticas y estratégicas serán la prime-
ra y principal preocupación del nuevo y joven monarca. En sín-
tesis, se trataba de la supervivencia de su reino.
Para poder sobrevivir con éxito al cerco de potencias ene-
migas, era necesario hacer crecer el reino y mejorar su situa-
ción estratégica. Esta necesidad, por cierto urgente, implicaba
la expansión territorial con la finalidad de:
—aumentar el potencial por la adquisición de nuevos terri-
torios y población;
—unir las partes aisladas del reino;
—obtener nuevas fronteras que permitieran una mejor de-
fensa del Estado.
Como se puede apreciar, éste es un curioso caso en el cual
una política cuyos objetivos eran netamente defensivos, debió ser
llevada a cabo implementando una estrategia totalmente ofensiva.
Este aspecto debe ser subrayado y retenido para estudiar a
Federico II como conductor militar, en razón de que nos da el
sentido exacto de la teoría militar federiciana : resolver el pro-
blema prusiano. Si ella ha significado un aporte a la evolución
del arte de la guerra en general, es solamente una parte de sus
bondades.
Prusia era estratégicamente débil por carecer de fronteras
naturales y estaba rodeada de vecinos agresivos; necesitaba ex-
pandirse y el pretexto lo encontró en la cuestión de la sucesión
austríaca, al fallecer el emperador Carlos VI.
Prusia tenía derechos antiquísimos sobre los ducados de Lie-
guitz, Brieg, Wohlan, Jágendorf, Julich y Berg.
Sabiendo que Austria se hallaba mal preparada para la gue-
rra, movilizó su ejército y ofreció a María Teresa, hija de Car-
los VI, su ayuda militar a cambio de lo cual solicitaba la ocupa-
ción de Silesia. La negativa de ésta precipitó la guerra de Suce-
sión austríaca
1) Primera guerra de Silesia (1740).
En ella se debe destacar las batallas de Molwitz - Olmultz y
Chotusitz.
Concluyó esta guerra con la paz de Breslau firmada por
Austria y Prusia, por la cual esta última recibió la Alta y Baja
Silesia.

277
2) Segunda guerra de Silesia (1744).
En esta guerra pretendió conquistar Bohemia. En ella se
llevaron a cabo las siguientes batallas :
—Hohenfriederberg,
—Soor,
—Hennerdorr,
—Kessesdorf.
Finalizó con la paz de Dresden en 1745 por la cual Austria
confirmó la paz de Breslau y garantizó al rey de Prusia la pose-
sión completa de sus territorios.
3) Guerra de los Siete Años (1756-1763).
Austria, Francia y Rusia estaban en conflicto con Prusia.
Suecia entró en guerra más tarde.
Austria añoraba la Silesia ; Francia conservaba el resenti-
miento de la paz de Dresden; la Zarina trataba de intervenir en
Europa.
Federico se apoyó en Inglaterra, se aseguró cuantiosos sub-
sidios y firmó con ella un tratado de alianza.
En el verano de 1756, viendo que sus enemigos no estaban
preparados para entrar en campaña, comenzaron las hostilida-
des sin declaración previa, e invadió Sajonia en plena paz, por
cuanto sus experiencias de las guerras anteriores le había de-
mostrado que si quería tener éxito sobre Austria no podía te-
ner a su flanco o espalda a una Sajonia neutral.
Europa se levantó indignada, constituyendo una gran coali-
ción, contra Prusia : Austria disponía de 177.000, Francia 105 000,
Rusia 80.000, Suecia 20.000, Wurtemberg 6.000 y Baviera 4.000,
haciendo un total de 392.000 hombres. A ello oponía Prusia 210.000
hombres, pero sólo contaba con un ejército de campaña de 150.000
hombres.
En esta guerra se desarrollan numerosas e importantes ba-
tallas :
—Lobositz, —Jagersdorf
—Pirna, —Olmutz,
—Praga, —Zondorf,
—Kolin, —Kunersoorf,
—Leuthen, —Liegnitz
—Rossbach, —Torgau.

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280
La guerra finalizó con a firma del tratado de llubertusburg;
los cinco millones de prusianos no pudieron ser derrotados por
los 90 millones de los países enemigos.
Esta guerra había sido iniciada por un ataque a Sajonia,
pero en su concepción era defensiva, tendiente a asegurar la po-
sesión de Silesia. Este objetivo era difícil de obtener porque ex-
cluía avances profundos y buscaba dar al adversario golpes cor-
tos pero potentes.
Para poder lograr ello, rodeado por enemigos, tenía que ba-
tir sucesiva y en forma separada a sus adversarios.
De las diferentes batallas realizadas, se pueden ex-
traer reflexiones provechosas. Existen dos, Rossbach y Leuthen,
que ejemplifican con mayor relevancia el genio militar de Fede-
rico.
4) Rossbach.
Ocupando Federico una posición defensiva entre Bedra y
Rossbach, fue atacado el 5 de noviembre de 1757, por el ejército
aliado al mando de Soubise e Hildburghausen con el objetivo de
sorprender el flanco prusiano. Al darse cuenta de esto, Federico
ordenó un rápido cambio de frente, pasando a ocupar una nue-
va posición sobre las colinas de Janus y Poltzen.
Habiendo apreciado el comando aliado que los prusianos se
retiraban, dispuso una desordenada persecución.
Así fue como la caballería prusiana de Seydlitz (4.000 jine-
tes) desplazándose desde atrás de la colina de Poltzen, atacó a
la cabeza del ejército aliado constituido por las caballerías aus-
tríaca y francesa, a las que empujó hacia Fribuurgo.
Apoyado muy eficazmente por la artillería emplazada en la
colina de Janus, atacó la infantería prusiana del príncipe Enri-
qüe, ayudando a su caballería en el ataque contra la vanguardia
enemiga. De esta forma, la infantería aliada se vio forzada a en-
trar en combate sin haber podido desplegar.
Aprovechando esta oportunidad, Seydlitz cayó con su caba-
llería sobre la retaguardia enemiga, a la que rechazó por com-
peto. La retirada aliada, a partir de entonces, se tornó desas-
trosa.
Acerca del papel desempeñado por la artillería prusiana, es-
cribió Decker : "Podemos asegurar que el triunfo del día se de-
bió a los artilleros. Si, como ocurrió en Kolin, las piezas hubie-

281
282
ran permanecido inactivas, la infantería adversaria hubiera po-
dido formar y avanzar, y su derrota no habría sido tan comple-
ta, mientras el éxito de la caballería se hubiera visto también
disminuido".
Las pérdidas prusianas fueron 165 muertos y 376 heridos,
mientras las de los aliados ascendieron a 3.000 muertos y heri-
dos, 5.000 prisioneros, incluyendo ocho generales y 300 oficiales,
67 cañones perdidos, así como 7 banderas, 15 estandartes y nu-
meroso equipaje.
Políticamente, pocas batallas han originado mayores con-
secuencias que aquélla. Durante más de cien años, desde que el
cardenal Richelieu precipitó a Francia en la guerra de los Trein-
ta Años, el objetivo francés había sido siempre el de una expan-
sión hacia Oriente, a costa de Alemania. Una y otra vez, el Pa-
latinado se vio invadido, saqueado e incendiado ; pero, igual que
el ave fénix, logró siempre renacer de sus cenizas, dejando in-
cólume el espíritu nacionalista germano, que encontró su perso-
nificación en Federico y en su triunfo de Rossbach.
5) Leuthen (5 de diciembre de 1757).
Federico, desde una marcha de aproximación, logró por me-
dio de dos conversiones, desplazar sus tropas en forma de atacar
el flanco y ala izquierda del dispositivo austríaco. Obtúvose así
la sorpresa y a pesar de su inferioridad numérica, los prusianos
resultaron más fuertes en el lugar de la decisión (18).
Ziethen, en el ala derecha, rechazó a la caballería austríaca
con lo que quedó asegurado el flanco de la infantería atacante.

(18) Epaminondas fue el creador del orden oblicuo, que empleó exitosamente
primero en Leuctra y después en Mantinea. Tratábase de superar el clásico en-
cuentro frontal (falangístico) flexibilizando el ataque, al volcar el mayor esfuer-
zo en una de sus alas, para incidir sobre el ala y/o flanco enemigos, apreciado
como más débil. Así, a pesar de ser un ejército inferior en términos generales
a otro, era más fuerte en el lugar de la decisión. El orden oblicuo siglos después
tendrá en Federico el Grande a quien lo había de llevar a un alto grado de
perfección. De este modo Leuthen constituyó uno de los más brillantes ejemplos
de ataque envolvente simple. La concepción operacional tuvo como antecedente
la célebre maniobra de Epaminondas en la batalla de Leuctra. Frente a un ene-
migo superior, Federico logró la superioridad en el lugar de la decisión —flanco
izquierdo austríaco—. Luego, mediante la sorpresa, evitó la fuerza principal ene-
miga, a la que engañó por completo sobre su real objetivo.
El caso, tal vez más famoso de la historia de ataque envolvente doble, fue
Cannas. Aquí Aníbal logró una notable coordinación en tiempo y espacio, lo que
fue el presupuesto del éxito.
Tal sincronización de ambos factores no puede en un ataque o maniobra
envolvente doble, admitir errores, ya que deficiencias en este sentido, han de pro-
vocar la derrota en detalle de las fuerzas atacantes.

283
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La infantería inició el ataque desde el ala derecha, Federi-
co había trasladado el centro de gravedad a la derecha y cayó
así con superioridad local sobre el flanco y ala débil del enemi-
go, rebasándola.
Los austríacos, por su parte, sacaron tropas de la posición
no atacada y las emplearon en el nuevo frente de Leuthen, el
que en el apuro de la batalla fue formado con densas masas en
poco frente y gran profundidad.
Cuando la caballería victoriosa del ala izquierda al mando
de Ariesen rechazó a la caballería austríaca del ala norte, la que
había acudido para aliviar la situación y la arrojó sobre el flan-
co derecho del nuevo frente sud, Federico había conseguido el
envolvimiento y definido la batalla en su favor.

284
Tempelhoff escribió acerca de la batalla : "La historia anti-
gua apenas si ofrece un ejemplo similar, y en cuanto a la moder-
na, no se encuentra ninguna comparable a la batalla de Leuthen,
tanto en su ejecución como en sus consecuencias. Forma época
en la ciencia militar y pone de relieve no sólo la teoría, sino tam-
bién la práctica en un sistema cuyo único inventor fue el rey" (19) .
Por su parte, Napoleón declaró : "La batalla de Leuthen es
una obra maestra del movimiento, maniobra y resolución. Por
sí sólo bastaría para inmortalizar a Federico y colocarle en la
categoría de los más ilustres generales. Todas sus maniobras
están de conformidad con los principios de la guerra. No reali-
zó ninguna marcha de flanqueo a la vista del enemigo, porque
cuando aquélla tuvo lugar, sus columnas permanecían ocultas
por las alturas. Después del combate de Borne, los austríacos
esperaban que tomase posición en las alturas frente a ellos, y
mientras lo aguardaban allí, protegido por los accidentes del te-
rreno y por la niebla y utilizando como pantalla a su vanguardia,
continuó la marcha, atacando el extremo izquierdo de su opo-
nente" (20) .
Resulta interesante comparar estas dos batallas expuestas por-
que son ambas ejemplos de ataque en orden oblicuo, en uno de
los cuales dicho sistema constituyó un desastre, mientras que
en el otro resultó el elemento definitivo de la victoria. En Ross-
bach no hubo un mando único ; los diversos comandantes aliados
carecían de un planteamiento y en vez de mantener la línea del
Saale y continuar a la defensiva (lo que hubiera ocasionado la
ruina de Federico), la abandonaron, obrando exactamente como
él quería; es decir, ofreciéndole batalla. Eran novicios en 'la
maniobra y se limitaron a copiar un sistema que no acababan de
entender. Avanzaron a la vista del enemigo, cruzando hacia su
flanco, sin una vanguardia adecuada. No existió cooperación en-
tre las tres armas, y Saint-Germain nunca intentó indagar lo
que estaba haciendo el adversario. En Leuthen, Federico se mo-
vió con presteza, se concentró, sorprendió al enemigo y le des-
cargó un duro golpe. La coordinación y el modo de disponer las
tres armas resultaron perfectos. Sin embargo, sobre todo ello,
lo que dio la victoria a Federico fue la confianza de sus hombres
en sus grandes dotes de general.

(19) FULLER J. F. Batallas decisivas del Mundo Occidental. Tomo II. Pág.
242.
(20) FULLER J. F. Obra citada. Tomo II. Pág. 242.

285
b. El pensamiento militar de Federico II.
El problema militar que debió resolver Federico fue el de la
lucha contra la superioridad y la amenaza desde direcciones con-
vergentes, es decir la guerra en varios frentes. Esta superiori-
dad convergente, del enemigo era muy peligrosa, si éste coordi-
naba la acción de sus distintos agrupamientos.
La resolución de este problema se apoyó en la siguiente fór-
mula : en lo estratégico, permanente actitud ofensiva llevada a
cabo por medio de la maniobra por línea interior y, en el marco
táctico, la batalla buscando una rápida decisión.
Federico insistió en la necesidad de desarrollar guerras cor-
tas y decisivas; es por eso que la base de su pensamiento fue
resucitar la ofensiva. Todo lo que hizo en el ámbito militar, so-
bre todo en sus primeras campañas, fue crear las condiciones ne-
cesarias para la ejecución de rápidas ofensivas para, precisa-
mente, librar guerras cortas.
Siendo la maniobra por línea interior y la batalla de aniqui-
lamiento, los dos pilares en que se apoya el pensamiento de Fe-
derico, es conveniente recordar cuáles son las exigencias que am-
bos deben satisfacer, para tener éxito.
1) Exigencias de la maniobra por líneas interiores:
—el enemigo debe encontrarse separado en dos o más agru-
paciones ; la magnitud del espacio que separa a cada agru-
pamiento adversario es un elemento clave para planear
la maniobra. Es necesario señalar que no siempre el ma-
yor distanciamiento es lo más favorable;
—la libertad de acción adquiere, en la línea interior, impor-
tancia fundamental; asegurar la propia libertad de acción
es condición primera para ejecutarla;
—gran movilidad estratégica y táctica; son importantes los
desplazamientos rápidos y precisos ;
—la maniobra exige disponer de un mínimo de espacio y
tiempo ; este mínimo depende de la velocidad con que se
pueda eliminar una agrupación enemiga, antes de que lle-
gue la otra;
—la adecuada dosificación de las fuerzas, que permite apli-
car la masa necesaria sobre el objetivo seleccionado ;
—el aniquilamiento de la agrupación elegida como objetivo
de la acción principal, antes de dirigirse contra la siguiente;

286
—impedir que otras agrupaciones enemigas concurran a la
batalla ;
—la superioridad de procedimientos tácticos ofensivos, que
permitan rápidos y decisivos resultados;
—impedir que el enemigo eluda la decisión táctica ;
2) Exigencias de la batalla de aniquilamiento:
—la batalla debe ser decisiva y rápida;
—la aplicación del máximo poder de combate posible contra
la parte débil del enemigo, normalmente sus flancos y re-
taguardia ;
—el aferramiento de la masa, mientras se maniobra y ata-
ca la parte débil;
—el corte de sus direcciones de retirada (línea de comuni-
caciones) ;
—la rapidez de la acción;
—la conservación del propio poder de combate.
Desde el punto de vista estratégico, Federico II no puede ser
encuadrado en un sistema; la situación particular de Prusia lo
obligó a adoptar una modalidad netamente ofensiva y, dentro de
ésta, hacia una forma más perfecta, la batalla de aniquilamiento.
En lo relativo a la actitud defensiva, ésta era transitoria, y
perseguía la finalidad de que el enemigo rompa, por propia ini-
ciativa, su equilibrio, para entonces asestar el golpe decisivo. Co-
mo se ve, "espera estratégica" era sólo un "momento" de un to-
do ofensivo.
La "espera estratégica" o actitud defensiva transitoria, jun-
to con la astucia para sorprender al enemigo, a la cual dio par-
ticular atención, fueron recursos para batir al mismo, con ma-
yor seguridad y eficacia. No dejó de señalar los peligros de la
guerra de posición, cuando se es inferior, ya que la defensiva res-
tringe la libertad de acción.
En el nivel estratégico marcó la necesidad de establecer un
esfuerzo principal, el que debe apuntar al objetivo considerado
prioritario. Esto implica saber arriesgar, para formar la masa
necesaria para concretarlo.
Federico II puso especial atención a la capacidad de recupe-
ración después de una derrota; es muy necesario para, el que se
encuentra en situación inferior, ya que la defensiva restringe la
libertad de acción.

287
En síntesis, los requisitos establecidos como necesarios para
Federico II para llevar a cabo su modalidad estratégica fueron:
—el espíritu ofensivo;
—la economía de fuerzas;
—la concentración de esfuerzos sobre su objetivo;
—la rapidez y seguridad de movimientos (movilidad estra-
tégica) ;
—la coordinación de las distintas fuerzas en el TO, en fun-
ción de sus objetivos;
—la organización de la infraestructura logística;
—la batalla decisiva de aniquilamiento;
—la adecuada administrativa del tiempo y el espacio.
De acuerdo a las imposiciones de la situación, Federico II
vulneró en ocasiones sus postulados teóricos ; es por ello que se
debe siempre distinguir entre Federico II teórico de la guerra
y Federico II conductor de operaciones militares.
Así como en el marco estratégico el problema de la superio-
ridad convergente fue solucionado por la línea interior, Federi-
co debió establecer un sistema táctico que le permitiera librar
con éxito la batalla decisiva : este sistema fue "el orden de ba-
talla oblicuo".
Antes de analizarlo, conviene recordar, una vez más cuáles
eran las modalidades tácticas de la época, ya que en base a las
debilidades de las mismas se estructuró aquél.
La batalla era de tipo lineal y esquemática ; el dispositivo a
adoptar no prestaba mayor atención al enemigo o terreno; era
más bien preestablecido.
El dispositivo lineal, compacto, sin articulaciones y con ca-
rencia de reservas generales estaba a merced de cualquier sor-
presa o amenaza que maniobrara contra el ala o flanco del mismo.
La extensión de los frentes y la poca capacidad de manio-
bra de los elementos tácticos empeñados en la línea, aumentaban
esta debilidad.
La explotación de esta debilidad fue la base del orden de
batalla oblicuo: consistía en atacar con la masa un flanco del
enemigo, amenazando y aferrado el resto del dispositivo con par-
te de la fuerza. Se establecía claramente el concepto del centro
de gravedad potente aplicado en un punto definido, en lo posible
el más débil.

288
Federico definió así al orden oblicuo: "rehusar un ala al
enemigo y reforzar la otra que es la que debe hacer el ataque,
por cuyo medio se llevan todas las fuerzas sobre el ala del ad-
versario que se quiere atacar de flanco, consiguiendo las venta-
jas siguientes : 1) hacer frente con un pequeño número de tro-
pas a un cuerpo superior; 2) atacar al enemigo por el lado, en
que el combate será decisivo ; 3) que aunque una de las alas sea
abatida, es sólo una parte del ejército la destrozada y las otras,
intactas todavía, sirven, o bien para obtener la victoria, o bien
para hacer la retirada con seguridad" (21).
La amplitud del envolvimiento era importante, debiendo en
lo posible la dirección de ataque cortar la línea de retirada ad-
versaria.
El movimiento envolvente que partía desde atrás, protegido
por la vanguardia general que aferraba frontalmente, evitaba que
el movimiento fuera a su vez tomado por el flanco, por el fuego
o el contraataque.
La sorpresa en alcanzar el flanco era un ingrediente del sis-
tema, ya que la normal lentitud de sus adversarios para modi-
ficar los dispositivos permitía alcanzar resultados decisivos en
lapsos cortos.
En la obtención de esta sorpresa tenía particular importan-
cia la formación de marcha para la aproximación ; ésta respon-
día al dispositivo de batalla y se caracterizaba por la rapidez con
que se adoptaba este último. No se debe olvidar que la rapidez
es uno de los elementos de la sorpresa.
El orden oblicuo permitía además obtener resultados tácti-
cos decisivos con inferioridad, ya que el ataque contra un flanco
cambia radicalmente la relación de poder de combate.
Por otra parte, al atacarse en la dirección de menor resis-
tencia táctica, las bajas eran lógicamente menores y éste era un
aspecto que interesaba particularmente.
Los pilares de este sistema táctico fueron la organización y
la instrucción: ambos, apuntaban a lograr la coordinación de las
tres armas en el campo de combate y del fuego con el movi-
miento. ,

(21) CLAUSEWITZ Carlos. De la guerra. Tomo IV. Traducción del francés


del libro "De la guerra", por el Coronel Don J. T. Goyret. Circulo Militar. Biblio-
teca del Oficial. Vol. 603. Buenos Aires, 1970. Pág. 241.

289
El aporte de Federico consistió en evolucionar:
—de la guerra poco planificada y ejecutada sin continuidad,
a la cuidadosamente preparada y metódicamente llevada
a cabo hasta alcanzar el objetivo;
—de la ausencia de una teoría de guerra a la permanente
aplicación de principios, conceptos y procedimientos cla-
ramente establecidos ;
—de las actitudes defensivas a la permanente búsqueda de
la ofensiva;
—de la pluralidad de objetivos al objetivo considerado esen-
cial;
—de la dispersión de esfuerzos a la concentración del mismo;
—de la masa indivisible a la dispersión controlada;
—de eludir la batalla, a la búsqueda de la misma;
—del objetivo geográfico (la plaza fuerte), al objetivo mi-
litar (el ejército enemigo).
En síntesis, redescubrió la esencia de la guerra al poner su
fe en la ofensiva y en su máxima expresión, la batalla.
Federico cierra un ciclo en que predominó la guerra lenta y
estática, con una auténtica revolución: tornar aquélla en violen-
ta, rápida y ofensiva. Resultó así el precursor inmediato de Na-
poleón, con quien compartiría un supremo deseo: la batalla.

290
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Tomo X. El siglo de Luis XIV. Edición Española publicada bajo la direc-
ción de Eduardo Ibarra y Rodríguez. Editorial Sopena. Barcelona. 1913.

292
ANEXO 1. (Lineamientos para el estudio de distintos hechos
histórico-militares.) AL METODO ACTUALIZADO
PARA EL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR.
El método de estudio y sus dos grandes pasos, conocimiento
e interpretación y reflexiones, esbozados en el Capítulo I, serán
aplicados siguiendo además lineamientos acordes con el tipo de
hecho histórico en consideración. Tomaremos para ello algunos
de los grandes temas que normalmente incluye el estudio de la
Historia Militar.
—Pensamiento militar de una época.
—Guerra.
—Campaña.
—Batalla.
1 Estudio del Pensamiento militar (1).
—En primer lugar es necesario aclarar que convendrá estu-
diar el pensamiento militar en períodos que constituyan
"ciclos históricos" (Por ejemplo: la Revolución Francesa
y las guerras de la Revolución y del Imperio).
—Determinado el "ciclo histórico" que se desea analizar, con-
vendrá ajustarse al siguiente procedimiento:
Primer Paso: Encuadrarlo en los tres ámbitos (temático,
espacial y temporal) (2).
Segundo Paso: "Ubicar" dicho período histórico en una
obra historiográfica general para determinar sintéticamen-
te las características peculiares preexistentes relacionadas
con los aspectos :
Filosóficos: Ideas predominantes.
Políticos: Forma de gobierno imperante; forma de or-
ganización del Estado, etcétera.
Económicos: Sistema vigente y sus características fun-
damentales.
Sociales: Características esenciales de la organización
social.
Militares (específicos): El pensamiento que puede con-
siderarse predominante.

(1) Ver definición en llamada (2) del Capitulo I.

293
Tercer Paso: Analizar las ideas de las personalidades des-
tacadas en el ciclo histórico en estudio (militares y civi-
les) a través de sus obras fundamentales, para tratar de
concretar lo medular de sus pensamientos en lo referente a:
concepciones estratégicas, tácticas y orgánicas (doctri-
nas) ;
las instituciones militares (su creación y la transfor-
mación) ;
el reclutamiento, la composición y misión de los ejér-
citos;
las relaciones mutuas entre lo militar y el resto de la
Sociedad (lo militar en tanto estamento social) y la in-
teracción de lo político, social y económico con lo mili-
tar (en tanto influencias recíprocas que ejercen y re-
ciben).
Cuarto Paso: a) Comparar el resultado del análisis ante-
rior (en lo posible de cada aspecto), con los similares del
pensamiento militar que realmente se materializó en los
hechos durante el ciclo histórico en estudio.
Quinto Paso: Profundizar y completar el proceso de re-
flexión sobre la base de las ideas detectadas en el cuarto
paso, a), que serán los elementos fundamentales para la
búsqueda de las causas que realmente originaron o pro-
movieron una revolución en el pensamiento militar y un
aporte significativo en el arte de la guerra, o que por el
contrario originaron retrocesos ; en ambos casos, para de-
terminar el "porqué" de la evolución o retroceso, base de
la experiencia indirecta que irá enriqueciendo nuestra per-
sonalidad.
2. Estudio de una Guerra.
Conocimiento.
—Introducción mediante la definición de las circunstancias
esenciales que determinan la importancia de la guerra.
—Antecedentes políticos, económico-sociales, psicológicos y
militares que preceden al conflicto y pensamiento filosó-
fico que los influye.
—Evolución de la situación Estratégica General de los paí-
ses o grupos sociales políticamente organizados enfrenta-

294
dos, en particular, en los campos político y militar, hasta
la iniciación de la guerra.
—Pensamiento militar de cada uno de los países, bloques de
países o grupos sociales políticamente organizados enfren-
tados. Personalidades relevantes.
—Potencial de guerra, en particular Poder Militar de los ad-
versarios.
—Teatro de guerra y/o teatro de operaciones : característi-
cas geopolíticas y geográficas (geografía física, política
y económica) con relación a sus implicancias Estratégicas
militares y/u Operacionales.
—Los Planes Militares y/o Planes de Campaña :
Antecedentes e influencias históricas, geopolíticas, polí-
tico internacionales, del potencial de guerra y estricta-
mente militares.
Misiones (objetivos y finalidades).
Consideraciones de tiempo y espacio.
. Medios de todo tipo disponibles en forma inmediata, evo-
lución y desarrollo probable.
—Desarrollo de la o las campañas, en particular en lo refe-
rente a la interrelación entre los distintos teatros de ope-
raciones y entre la maniobra Estratégica Operacional y la
batalla en cada uno de ellos, hasta el logro de la decisión.
—Rendición, armisticio y/o tratados de paz que ponen fin
al conflicto.
—Consecuencias de todo orden de la guerra.
Algunos temas para las reflexiones e interpretación.
—Causas de la guerra.
—Relación entre el pensamiento militar y las circunstancias
históricas filosóficas, políticas y económico-sociales.
—Interrelación y coherencia entre los elementos integrantes
del pensamiento militar.
—El pensamiento estratégico militar y operacional y el po-
tencial de guerra y poder militar.
—Bases proporcionadas por la estrategia general y militar
a la estrategia operacional.
—Bases creadas por la estrategia operacional para la batalla.
—Causas de éxito o fracaso en las campañas y/o batallas.

295
—Actitudes de comandos y tropas en aspectos que hacen a
la educación de la personalidad.
—Innovaciones en el pensamiento militar emergente de la
guerra.
3. Estudio de una Campaña.
Conocimiento:
—Antecedentes estratégicos generales y militares que encua-
dran la campaña.
—Poder militar de ambos adversarios en el teatro de ope-
raciones.
—Características geográficas (física, económica y política).
—Bases proporcionadas por la estrategia militar al Cte.
—Antecedentes de todo tipo que influyeron en el Plan de
Campaña final de cada adversario.
—Los Planes de Campaña:
. Concepción estratégica operacional.
. Actitud estratégica operacional.
. Maniobra, direcciones y objetivos estratégicos operacio-
nales.
. Repartición estratégica operacional
. Rapidez y amplitud estratégico operacional.
. Desdoblamiento estratégico operacional.
—Desarrollo de la campaña; la maniobra y la o las batallas.
—La decisión de la campaña.
Algunos temas para la reflexión e interpretación.
—Modificaciones que introduce la batalla en la maniobra
prevista en el P1 Camp.
—Consecuencias y aprovechamiento de la batalla por parte
de la conducción estratégica operacional.
—Causas de éxito o fracaso en la batalla.
—Personalidad y actitud de comandos y tropa en sus aspec-
tos relevantes.
—Incidencia de los efectivos con relación al espacio así co-
mo de la organización, armamentos y materiales en el de-
sarrollo de la batalla.

296
4. Estudio de una Batalla.
Conocimiento:
—Antecedentes inmediatos de orden estratégico general y mi-
litar, para darle el necesario encuadramiento.
—Situación estratégico operacional (RC-2-1, Cap. I, Sec. II)
de los adversarios.
—Personalidad de los conductores.
—Maniobras previas y desarrollo de la batalla
—Maniobras y/u operaciones inmediatamente posteriores a
la batalla (de ser necesario).
Algunos temas de reflexión e interpretación.
—De orden estratégico.
—De orden táctico, particularizando en cada campo de inte-
rés de la conducción.
—A título ejemplificativo, en ambos órdenes, se podrán ex-
traer reflexiones acerca de las causas del éxito o fracaso,
aprovechamiento de cuadros de situación favorable o ma-
nera de conjurar los desfavorables aspectos psicológicos
de comandos, tropas y población civil, etcétera.

297
ANEXO 2. Influencia del armamento y la tecnología en la evo-
lución del arte de la guerra.
1. Introducción.
Entre los variados aspectos que han impulsado la evolución
del arte de la guerra, es indudable que el armamento y la tec-
nología aplicada a la actividad bélica, deben ser considerados en
primer plano.
Con la finalidad de señalar tal influencia, al finalizar el
ler. Cuatrimestre de 1973, se realizó entre Profesores y Oficia-
les Alumnos del CBC un trabajo de equipo por grupos de discu-
sión, tarea que se fue perfeccionando en el 29 Cuatrimestre, has-
ta finalizar en los cuadros que se han incluido en el presente
capítulo. A continuación se describen cronológicamente (para
cada hecho histórico importante), los aspectos más relevantes vin-
culados a la evolución, detallando el armamento y otros medios bé-
licos característicos, las principales guerras, campañas y batallas y
la influencia ejercida en los ámbitos de la estrategia, la táctica y la
organización

298
Predominio de la caballería pesada en Occidente,
INFLUENCIA DELARMAMENTO EN LA EVOLUCIONDEL AR
TE DE LA
.

OTROS
ASPECTOS

Culturas Pre- Armas primitivas y amo- Luchas tribales con Ausencia de Choque frontal. Prefalangística. No Ejércitos Tri-
histór icas ja dizas. Armas blancas. influencias mágicas. maniobra y ob- Táctica de la vio- existe organiza- bales.
60 0.000 a C .. Piedras, maderas, huesos, Lucha por la supervi- jetivo s. lencia física. Lu- ción sistema tizada
a 5.00 0 a C ? flechas, cerbatanas, dar- vencia. Conquista le cha individual. pero se tiene con-
dos. Adiestramiento de territorios que Y Choques masivos. ciencia de que la
animales. Construcción de elementos eses, cooperación forta- •
embarcaciones de made- para la vida. lece el poder del
ra. grupo humano.
Hordas y Bandas
Nómades.

Primeras Cul- Armas blancas ofensivas Guerra de Troya, In- Primeros esbo-
E:

iras. d iferenciacio- Falange (con va-


turas 4. 000 a C? y defensivas: lanza, da- vasiones Dorias. zos de manio-
E-I g

nes entre las ar- riantes). Guarni-


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,.., z

mas o especialida- ciones de ciuda-


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t icación de animales pa- sitio. Guerra en


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des de un ej ército. des. Hordas y Ban-


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Choques frontales das.


fante, camello). Ut iliza-
ci ón del carro. Poliorcé- a cuerpo. Táctica
tica (asirios y persas). del Número. Au-
Primeras manifestacio- sencia de manio-
nes del comercio maríti-
mo. Aplicación de las em- Ataque y defensa
barcaciones al Ar te de la de las fortifica-
guerra. ciones. Disciplinas
ru dimentarias.
Formación en lí-
nea. Carros en el
centro del dispo-
sitivo, infantería
liviana y pesada,
en el centro y ca-
ba llería a los flan-
cos.
Ca tap ulta de s itio.
L ‘ L 1"
Aparic ión de naves a Eo >, >"S cti O ac a) o o a) oc ca:".o
£2 113 aj

Catap ulta p ara ma te riales ígneos o infla mables.


Ballesta de s itio.
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de la Caballería.
teros. Predominio
Bandera, Batalla,

ría a pie y de In-


fantería integrada
lange de caballe-

por formaciones de
arqueros y balles-
Condestablia. Fa-
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sada. Formaciones

en rol secundario.

ductor. Desgaste
C hoque frontalde

Falta de influencia
la caballería pe-

decisiva del con-


de Caballería li-
viana. Infantería
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Grandes mov.

nentales. Ma-
niobras y ob-
je tivos conti-
de tropas, ma-

anf i-
bias. Ofensiva
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niobras
.<n .d Ild.Z 0 011,¿

de Gengis Khan.
Tours y las Cruzadas.
Bizantinas.

Conquistas
bes, mogoles y turcos.
Expansión de los ára-

rio, Narsés y Mauri-


cio (Daras y Trica-
Campañas de Belisa-

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C;-,-4P14.51w ,,, kPZcr,Igcl
espada,
ta Edad Media los pueblos jinetes. Pra-

importancia del arco y la


tina y Cultura rra. Perfeccionamiento e
(476 a 1270). 1 dominio de la Caballería
Incluye: Pue - pesada en Occidente (ar-

Cultura Bizan- tado de máquinas de gue-


Temprana y Al- Paulatina influencia de

esteparios. daga). Empleo incremen-

ja6 1'rl ›'eI.Éls) cc ^


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zos de la Ar tillería. ción total del

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adversario.

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Captación reli-

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giosa para la

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0,,ggg,
conquista (ac-

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,—„„2.,,w..„,
ción psicológi-
ca). Maniobras
convergentes y
simultáneas.
Operaciones
conjun tas.

Empleo importante del Guerra de 100 años. Estrategia cir- Táctica inglesa Falange (Infante- Ejército per-
ría y Caba llería a manente y pro-

deq
defensiva - ofen-

.O 13
Crecy (1346). Poitiers cunstancial.

mi,.
o
arco, ballesta y catapul-

P-
siva. Táctica fran- pie). Art illería de fesional, de-

M19711
Importancia de

cdr3L.
a3 •-•
ta. Aparici ón del arma ( 1356). Cast illón
de fuego, lros. cañones (1453). Toma de Cons- la maniobra en cesa ofensiva, con sitio y posterior- pen d iente del
(bombardas, culebrinas, tan t inopla por los tur- el mar. In- empleo de la ca- mente de Campa- Poder Central.
serpentinas y morteros). cos ( 1453). fluencia del ballería pesada ña. Decae la ca- Servicio Militar
Influencia sobre la po- factor psicoló- frontalmente. Em- ba lle ría pesada. Obligatorio
liorc ética y la fortifica- gico (Juana de pleo descoor d inado temporal (He-
ción. Arco). Deca- de infantería y raclio ). Ejérci-
dencia de la caballería. Deca- tos Mercena-
fortificación ciencia de la ca- ríos en algunos
ante el perfec- lle
ba ría acorazada. casos.
cionamiento de lros. ensayos de
la Artillería. empleo coor dinado
de las armas. Len -
ta r ecuperac ión de
la In fantería.
Arcabuz de mecha.

Empleo conjunto de ballestas y bombardas.


Sistema
a chispa.,

Sistema
a rueda.

Reproducción del "Cañón de Tannenberg", encontrado en el Castillo


de ese nombre en e! año 1849. Se trata de un tubo de bronce de
35 mm, con una culata de madera,
11117,
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2,
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Sistema a rueda: A: Depósito de pólvora; B: Raspador; C: Sujeta
pedernal; D: Muelle; E: Perno de rueda para la llave; F: Rueda.

Sistema Snaphaunce (Adaptación holandesa).

f
Adaptación Italiana.
d
Sistema a la Romana.

e
Sistema Michelet.
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Sistema Forsyth evolucionado.

1
Sistema Del Vigne.

2
Sistema Thouvenin.
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Sistema Forsyth.

Cartucho sistema Thouvenin, Minie y Del Vigne.


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Guerra de Dinamarca
Guerra Austro-Prusia-

siana (Sedán-Gravel-
Franco-Pru-
lolle-Sadowa).
na ( 1866).
(1856/58).

Guerra

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Piezas de bronce, raya-

—Proyectil cilindro cóni-


das, cargadas por la cu-

rri e
—Peso de la pieza 1.270

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Pieza de bronce de 12.

3 o ,1) "al '3


—Tracción a caballos.

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—Calibre 0,865 mm.

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lata, Mod. 1858.

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—Peso 4 kgs.
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Cañón de retrocarga Krupp calibre 75 mm, modelo 1871,


utilizado por el Ejército Nacional.

Cañón sistema Krupp 1891, calibre 75 mm, utilizado por los ejércitos
hacia fines del siglo XIX, época en la cual la artillería era de
retrocarga.
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MANUAL DE HISTORIA MILITAR

ira. Parte

INDICE GENERAL
Pág.
Prefacio de la Ira. Edición
Prólogo de la Jra. Edición
Prólogo de la l'Ida,. Edición 7

Capítulo 1
Un método actualizado para el estudio de. la Historia Militar 11
1. Introducción. 2.. Ambitos de la Historia Militar. 3. Análisis de
las finalidades de la 'Materia. 4. Las ciencias del espíritu y los
estudios históricos-militarés. 5. 'Un método para el estudio. Las
reflexiones sobre el hecho histórico. 6. Principales conceptos -y re-
querimientos de aplicación para la exposición y/o comprobación del
método en estudio. 7. Empleo de las fuentes, en especial bibliográfi-
cas..• 8. Consideraciones finales. Bibliografía..
Capítulo 1-1
Introducción al estudio de la Historia Militar 32
1. La, Problemática histórica. El concepto de Historia como ciencia
2. Corrientes históricas. 3. Las formas de la historia. 4. El materia-,
lismo histórico y el sentido cristiano de la historia. 5. El concepto
de cau'alidad histórica. 6. La historia y la prospectiva. 7. La His-
toria Militar como subdivisión especializada de la historia, 8. Finali-
dad del estudio de la Historia Militar. 9. El concepto de la experien-
cia histórica. 10. Idea general del método de Investigación Histórica
y de las ciencias auxiliares de la Historia. Bibliografía.
Capítulo III
Introducción a la Historia de la Evolución del Arte de la Guerra 50
1. La Naturaleza de la Guerra. 2. Conceptos, finalidad y objetivo de
la guerra. 3. Las causas de la guerra. 4. Bases filosóficas del enfoque
de la guerra. 5. La Iglesia Católica y el mPrxirrno frente al problema
de la guerra. 6. La guerra y la evolución crltural de la humanidad.
7. El conductor en la Historia Militar. 8. Las .Titu-ciones y los cam-
bios políticos, económicos y sociales. 9. La guerra y los conocimientos
científicos y los desarrollos técnicos. La interacción y la interdepen-
dencia. Bibliografía.
Capítulo IV
La Evolución del Arte de la Guerra desde el siglo VI A.C. hasta la disolución
del Imperio Romano de Occidente (476) 70
1. El Mundo Griego. 2. Las guerras Médicas. 3. Diferencias entre
Persas y griegos. 4. Guerras civiles. 5. La, falange - Alejandro Magno.
6. El Mundo Romano. - Antecedentes. 7. Composición, Organización,
Táctica y. Armamentos de los ejércitos romanos. 8. Acontecimientos
políticos y sociales significativos en la historia de la Roma Antigua.
9. Aparición del cristianismo. 10. Expansión del Imperio Romano. 11.
La Segunda Guerra Púnica. - Aníbal y Escipión. Cannas y Zaina en la
evolución del. Arte de la Guerra. 12. Las guerras civiles. 13. El
ejército Imperial Romano. Bibliografía.
Capitulo V
La evolución del Arte de la Guerra desde la disolutión del imperio rtománó
de Occidente (476) hasta la Conquista de Constantinopla por los turcos
(1453) -ízz
1. Antecedentes. Los Bárbaros. La caída del Imperio Romano de Occi-
dente y la Evolución del Arte de la Guerra. 2. El Arte de la Guerra
durante la Edad Media. Las Instituciones militares y el orden pú-
blico, económico, social y científico-técnico. 3. Organización, arma-
mentos y procedimientos de combate durante la Edad Media. 4. El
Imperio Bizantino - Los árabes. 5. La caballería medieval. 6. Las
Cruzadas. 7. Genghis Khan. 8. La Guerra de los Cien Años (1337-
1453). Los turcos otomanos y la caída de Constantinopla. Bibliografía.
Capítulo VI
La evolución del Arte de la Guerra desde la conquista de Constantinopla por
los turcos (1453) hasta la finalización de la guerra de los Treinta Años
(1648) 165
1. La transformación de la guerra en Occidente hasta la guerra de
los Treinta Años. El Renacimiento y la evolución del Arte de la
Guerra. La Reforma y la Contrarreforma. 2. La política europea en
el siglo XVI y su influencia en la evolución del Arte de la Guerra.
3. Gustavo Adolfo y su aporte a la evolución del Arte de la Guerra.
La Guerra de los Treinta Años. Bibliografía.
Capítulo VII
La evolución del Arte de la Guerra desde la finalización de la guerra de los
Treinta Años (1648) hasta las guerras de la Revolución Francesa (1792). 206
1. Luis XIV. Louvois y Vauban. 2. Las guerras de Luis XIV. Princi-
pales acontecimientos. 3. La Guerra de la Sucesión de España (1701-
1713). - Antecedentes. Aspectos importantes de esta guerra. - Marlbo-
rough y la batalla de Blenheim. 4. La Guerra en la América Española.
La cuestión de la Colonia del Sacramento en los siglos XVII y XVIII
hasta la creación del Virreynato del Río de la Plata. 5. El ascenso
militar de Prusia. Mauricio de Sajonia. 6. Federico El Grande y sus
aportes a la evolución del arte de la guerra.
Anexo 1.
Lineamiento para el estudio de distintos hechos históricos militares 293
Estudio del pensamiento militar. Estudio de una guerra. Estudio de
una campaña. Estudio de una batalla.
Anexo 2.
Influencia del armamento y la tecnología en la evolución del arte de la guerra 298
INDICE DE CROQUIS - MAPAS - ESQUICIOS O DIBUJO

Dispositivo previo a la batalla de Arbelas 75


Arbelas la parte 76
Arbelas - 2/ parte 77
Dispositivo de la Falange y la Legión 80
Canipañas de Aníbal y Esbipión 91
Batalla de Cannas (2 de agosto 216 A.J.C.) 99
Batalla de Cannas (2 de junio 216 A.J.C.) 101
Batalla de Cannas (29 momento) 102
Batalla de Cannas (3er. momento) 104
Batalla de Zama 10.8
Batalla de Farsalia (48 A.J.C.) 115
Desarrollo de las Cruzadas 143 / 144
Las Cruzadas 146
Batalla de Crecy 154
Aportes de Mauricio a la evolución del arte de la guerra 189

Las operaciones militares en el Período Sueco 195
Batalla de Lutzen 200
Evolución del arte de la guerra en el siglo XVIII. Epoca de Turena 210
Sistema de ataque a fortalezas 221
Evolución del arte de la guerra. Siglo XVIII 230
Guerra de Sucesión de España 232
Area de las campañas de Marlborough 235
Batalla de Blenheim (Dispositivo) 241
Expansi6/1"15órfügU2PS'a l éh' América del Sud sobre el Imperio Español (Siglo
XVII y XVIII) 244
Virreynato de 1 's Provincias del Río de la Plata (1782) 258
Táctica Federiciana, 270
Campañas de la Guerra de los Siete Años 280
Batalla de Rossbach 282
Batalla de Leuthen 284
INDICE ICONOGRÁFICO Y LAMINAS

Hoplitá - Infante' griego 72 Sistema a chispa, sistema a rueda,


reproducción del cañón de Tan-
Legionario - Epoca del siglo nenberg 305
D.J.C. 81
Sistema a rueda. Sistema Snap-
Aníbal, 88 haunce, adaptación italiana 307
Escipión El Africano 90 Sistema a la romana, sistema Mi-

Batallas de Cannás 98 chelet 308


Sistema Forsyth, sistema Del Vig-
Julio César 112 ne, sistema Thouvenin 311
Gustavo Adolfo 192 Sistema Forsyth evolucionado, car-
tuchos sistema Thouvenin, Minie
Ataque a un fuerte 220 y Del Vigne 312
Luis XIV 223 Cartucho militar y sistema a pe-
dernal, cartucho sistema Dreyse y
Batalla de Blenheim 239 Chassepot, cañón español "La
Pérsica", cartucho de percusión
Federicó. 267 anular, de percusión La Fouché,
y percusión central 317
Federico victorioso en Rossbach 279
Armas de fuego utilizadas durante
Predominio • de la caballería pesada la segunda mitad del siglo XIX 321
en Occidente 299
Evolución de la ametralladora du-
Naves a' remo y- vela, catapulta de rante el siglo XIX 322
sitio, ,catapulta para materiales Cañón- de retrocarga Krupp, cali-
ígneos, ballesta de sitio 301 bre 75 mm, Mod. 1871 325
Arcabuz de mecha, empleo conjunto Cañón sistema Krupp, Mod. 1891,
de ballestas y bombardas 304 calibre 75 mm 32
ESTA REVISTA SE TERMINO
DE IMPRIMIR EN LOS TALLE-
RES GRAFICOS DE. LA ESCUE-
LA SUPERIOR DE GUERRA
"Tte Grl D LUIS M. CAMPOS" EN
EL MES DE ABRIL DE 1976.
ULTIMO SITIO DE NUMANCIA ("Historia del Ejército Espa-
ñol", de F. Barado). Volumen 1.

411111101111•j•;1,-, -

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