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Para todas las madres del mundo, para las madres que ya partieron al cielo, igualmente para

las futuras nuevas madres.

MADRE

Mi Madre no es una flor,

si flor fuera

se marchitaría al sol,

tampoco es un rayo de sol

si rayo de sol fuera

al anochecer desaparecería.

Sus ojos no son luceros

si luceros fueran, en el día se agotaría

sus manos no son de oro ni de plata

si oro y plata fueran,

con su arduo trabajo

se envejecerían.

Mi madre es el trinar de los pájaros,

con el corazón aplastado de tristeza,

con los ojos agrietados por el llanto,

la frente surcada por el sudor,

con su corazón inmenso

en bondad y amor.

Su espalda no es flor del sunch’u,

tampoco hay begonias en sus hombros.

En mantilla finamente tejida,

duerme un niño,

su gris mantón está llena de amor y

en su vieja servilleta rebasan valores.


Los pies cuarteados de mi madre

son el dolor de mi corazón,

y las caídas en su andar son motivo

de mi gran llanto y así,

las huellas que va dejando son

para con humildad besarlas.

En el pecho de mi madre

no reposa solo su cabellera larga,

de su pecho emana,

aroma de auténtico amor,

y de sus senos nace

la calidez del día.

Así es mi madre

Aquella que sin agotarse jamás en mi corazón,

Aquella que sin jamás escuchar de mis labios el desamor,

Aquella para quien jamás mis ojos se oscurecerán,

¡Así por siempre existirá en mí!.

Estoy muy agradecido a todas las personas que siguen de cerca mis poemas en el idioma
quechua, a quienes les seguire dedicando con mucha humildad mis trabajos poéticos.

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