Professional Documents
Culture Documents
"CONSIDERACIONES DIAGNÓSTICAS"
Introducción:
Las alteraciones articulatorias son un trastorno común en la infancia y uno de los más
fáciles de identificar por las repercusiones que generan en la comunicación del menor con
su núcleo familiar, el entorno educativo y social. Estos trastornos se observan también en
adolescentes y adultos, aunque con menos frecuencia, individuos que por diversos
motivos no recibieron atención logopédica oportunamente y por lo tanto, conservan sus
defectos articulatorios y/o resonanciales.
Durante este período de organización y desarrollo del lenguaje oral pueden presentarse
defectos articulatorios que son fisiológicos en esta etapa evolutiva y conocidos como
dislalias de evolución. No obstante, si estos errores de pronunciación se mantienen más
allá de los 4 años de edad, sería conveniente consultar al logopeda. Este profesional
luego de efectuar una valoración del menor y concretar el diagnóstico podrá determinar si
el caso amerita o no una intervención, informando y asesorando adecuadamente a la familia
acerca de los resultados obtenidos.
Las dislalias se manifiestan por omisión, sustitución o distorsión de los fonemas que son
las unidades más simples de la expresión hablada. Esta dificultad para articular uno o más
fonemas incidirá en la correcta pronunciación de las palabras, alterando en forma
proporcional el lenguaje oral del individuo y en ocasiones también, el aprendizaje de la
lectoescritura en su fase inicial.
Los trastornos articulatorios de etiología orgánica reciben el nombre de disglosias y se
producen por alteraciones esquelético-estructurales de origen congénito y/o adquirido en
los órganos periféricos del habla (en forma única o asociada). Las dislalias y disglosias
obedecen a múltiples factores causales, alguno de los cuales se exponen en la siguiente
tabla:
Para examinar la articulación del sujeto se suelen administrar listas de palabras donde
cada fonema se presenta en posición inicial, intermedia y final, al igual que los sinfones con
“l” y “r”. Estas listas fonemáticas se utilizan a la repetición (lenguaje repetido), aunque
también resulta útil con los niños de corta edad (2 a 4 años) valorar la pronunciación a
través de la descripción de láminas, dibujos, juguetes, etc., (lenguaje dirigido).
Por lo antes dicho, debieran examinarse la lengua, los labios, el paladar (duro, blando y
úvula), los maxilares (superior e inferior), las arcadas dentarias, la articulación
temporomandibular (ATM), los músculos buccinadores y maseteros (de la masticación).
Esta valoración nos permitirá relacionar la forma (anatomía), la musculatura y las
funciones orofaciales, para obtener un diagnóstico certero y encarar un tratamiento eficaz,
tanto en las disglosias como en las dislalias.
La resonancia que es generada a partir del ascenso y descenso del velo del paladar, podrá
verse alterada por factores orgánicos o funcionales los que determinarán el diagnóstico
y el tipo de abordaje terapéutico. Para evaluar el correcto funcionamiento de la válvula
velofaríngea existen pruebas objetivas y semiobjetivas, aunque estas últimas son las más
utilizadas ya que no requieren equipamiento especial y pueden practicarse en la consulta
de logopedia.
Existen tres tipos de trastornos (Farías 2007, 2011 p. 210): 1) Hipernasalidad o hiperrinolalia
o rinolalia abierta; 2) Hiponasalidad o desnasalidad o hiporrinolalia o rinolalia cerrada:
posterior o anterior; 3) Nasalidad asimilativa exagerada. La autora mencionada describe
cada uno de estos trastornos: “La hipernasalidad es el exceso de resonancia dentro de la
cavidad nasal para vocales y consonantes sonoras orales […]. La hiponasalidad es la
disminución o ausencia de la resonancia nasal normal en “m”, “n”, “ñ” y pérdida de la
nasalidad asimilativa […]”1. Farías concluye: La nasalidad asimilativa exagerada consiste
en la resonancia nasal aumentada en una vocal continua a una consonante nasal1.
Refiriéndose a los trastornos de la resonancia Donato& Grandi (2006) dicen: Una de las
causas más frecuentes de esta afectación, se produce cuando existe o bien una hipertrofia
del tejido adenoideo del cavum -con la consiguiente obstrucción nasal que puede dar lugar
a una hiporrinolalia o rinolalia cerrada- o bien una hipertrofia de las amígdalas palatinas -
que al aumentar de tamaño cierran el espacio de los pilares posteriores, ocasionando
dificultad respiratoria y en algunos casos de la deglución, modificando la postura lingual; lo
cual puede provocar además una hiperrinolalia o rinolalia abierta2. En líneas generales
estos pacientes requieren una valoración otorrinolaringológica; por lo tanto, el tratamiento
suele ser médico, quirúrgico y posteriormente logopédico con carácter rehabilitador.
Dijimos antes que la etiología de las disglosias obedecía a factores orgánicos, congénitos
(desde el nacimiento) o adquiridos, entre los que se mencionaba el frenillo de la lengua. “El
frenillo lingual es una membrana delgada que sujeta la lengua por la línea media de su parte
inferior”3. Estos casos de disglosia lingual requerirán inicialmente una intervención
médico-quirúrgica y posteriormente logopédica, encaminada a reeducar el déficit
fonoarticulatorio y deglutorio existente.
FRENILLO SUBLINGUAL HIPERTRÓFICO
El frenillo sublingual acortado origina dificultades en la articulación de los fonemas del habla
y falta de habilidad del ápice lingual, manteniendo la lengua en posición baja, es decir,
alejada del paladar.
La liberación del frenillo es un requisito ineludible cuando altera la movilidad del órgano
lingual, por las repercusiones que genera en la dicción y en la función de deglución,
impidiendo que ésta se realice con normalidad.
La clasificación de los sonidos de la voz: Sabemos que el sonido producido por la laringe
al atravesar la cavidad bucofaríngea, desde la glotis hasta los labios, modificará su timbre
y se diferenciarán según sean vocales o consonantes al salir de la boca. Por esta razón,
para detectar la presencia de alteraciones fonoarticulatorias y proceder a su corrección,
será una condición necesaria conocer la clasificación de los sonidos de la voz.
En la siguiente tabla se ofrece una síntesis de la clasificación efectuada por Farías (2007,
2011 p. 24)1:
Bibliografía:
1. Farías P. Ejercicios que restauran la función vocal. Editorial Akadia, Buenos Aires,
Argentina. 1ª Edición 2007 [2011].
2. Donato G. & Grandi D. Terapia miofuncional. Diagnóstico y tratamiento. Ed. Lebón,
Barcelona, España. 1ª Edición 2006.
3. Pastor Vera, T. (2008) Tesis doctoral [en línea]
http://hdl.handle.net/10803/9263 Capítulo 2: Análisis y descripción de la deglución:
diferencia entre la deglución adulta y la deglución atípica. Disponible
en: http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/9263/7.pdf?sequence=9
La hiponasalidad casi siempre es de base orgánica por obstrucción de vías nasales o área
nasofaríngea, por lo que el tratamiento es médico-quirúrgico1. En ocasiones estos pacientes
por acostumbramiento luego de la cirugía (ej: pólipos nasales) mantienen su fonación con
hiporrinolalia o rinolalia cerrada, en estos casos la actuación logopédica será auxiliar al
sujeto en la recuperación de la resonancia normal (m, n y ñ).
LA INTERVENCIÓN:
En líneas generales, el procedimiento de intervención en los trastornos del habla dependerá
del tipo de alteración orgánica o funcional que presente la persona, por lo tanto,
basaremos la reeducación en el diagnóstico obtenido mediante la evaluación realizada
previamente. La alteración fonoarticulatoria podrá deberse a disglosias, dislalias o
trastornos resonanciales, conceptos analizados y descriptos en: TRASTORNOS DE LA
FONOARTICULACIÓN (Parte I): "CONSIDERACIONES DIAGNÓSTICAS" se sugiere al
lector su consulta.
Dentro de los factores que influyen en el pronóstico y que deberemos tener presente se
encuentran: la edad del paciente, el crecimiento facial, las maloclusiones, los hábitos
lesivos, la antigüedad de la alteración, el órgano afectado, la colaboración individual y
familiar, etc. Una vez analizados estos aspectos que pueden determinar un resultado
favorable o adverso en nuestra actuación, procederemos a planificar el tratamiento.
Sabemos que éste no es estanco y suele variar conforme al ritmo de evolución de cada
caso, no obstante, se deberán fijar ciertos límites que serán respetados por el terapeuta y
comunicados al paciente o la familia. Los objetivos básicos que el logopeda debiera
considerar en la intervención de los trastornos fonoarticulatorios son:
Para el desarrollo de estos principios se sugieren los siguientes recursos, que obviamente
el terapeuta adaptará a las características y necesidades específicas de cada consultante
(niño, adolescente o adulto), como así también, al diagnóstico que éste presente: una
dislalia, un trastorno de la resonancia o una disglosia.
Para abordar el lugar (punto) y modo de articulación de los sonidos, el terapeuta le mostrará
al paciente el modelo correcto de cada fonema para facilitar su consecución, valiéndose de
la imitación visual y auditiva. Asimismo, dichos sonidos se pueden graficar en una lámina o
en su cuaderno de trabajo para el hogar, utilizar el espejo de mano o pared, el tacto y la
variedad de recursos encaminados a despertar nuevas sensaciones propioceptivas, para
lograr que cada movimiento fonatorio se ejecute de forma adecuada.
Para favorecer la adquisición de los sinfones o grupos consonánticos con “r” y “l” que exigen
sincronismo y velocidad en los movimientos de los órganos (especialmente de lengua y
labios), se pueden utilizar combinaciones de fonemas: dentales o alveolares con palatales
o velares para movilizar punta y base lingual. También, estarían indicadas según las
necesidades de cada paciente las siguientes actividades: los masajes bucales y faciales,
las praxias orales, los ejercicios de respiración con y sin objetos, la relajación parcial, los
ejercicios y juegos de soplo, etc.
Una vez que se han adquirido o corregido los fonemas y/o sinfones alterados, serán
incluidos progresivamente en sílabas, palabras, frases (cortas y largas), series automáticas,
lectura en voz alta, relatos, lenguaje espontáneo, etc. Este proceso es necesario para
conseguir la automatización y posterior generalización de los nuevos sonidos, los que
formarán parte de la dicción del niño o de la reeducada pronunciación del adulto.
Desde mi experiencia clínica, he podido comprobar como l@s niñ@s a partir de los cuatro
años de edad (y aún antes) participan activamente del interrogatorio que efectuamos a los
padres durante la 1ª entrevista, colaboran con la exploración y posteriormente durante la
intervención, disfrutando de la misma. Afortunadamente no he tenido que suspender
ninguna terapia porque la edad del niño fuese un obstáculo que impidiese su abordaje,
siendo que los trastornos de articulación son un diagnóstico asiduo en la práctica
logopédica. Evidentemente hay excepciones, por lo tanto, en aquellos casos de niños
sobre-protegidos o poco colaboradores por su patología de base (disglosia), el terapeuta
sabrá que recursos emplear para lograr su implicación no solo durante la exploración-
diagnóstica; sino también, a lo largo del tratamiento: permitir la entrada de algún familiar en
los primeros minutos de la sesión, variar las actividades lúdicas, etcétera.
Por lo antes dicho, si al finalizar la evaluación el caso amerita una intervención, este
resultado será comunicado a los padres para que sean ellos mismos quienes decidan el
momento idóneo para su ejecución. Deberemos tener presente que la motivación y la
colaboración del paciente-familia, serán factores determinantes en la evolución y el éxito
terapéutico.
Bibliografía:
1. Farías P. Ejercicios que restauran la función vocal. Ed. Akadia, Buenos Aires,
Argentina. 1ra. Reimpresión 2010.
2. Plaza J. El niño normal, en Cruz M. Manual de Pediatría. Ed. Ergon, Madrid, España
2003. Sección 1ª Pediatría. Introducción, 5:32-37.
3. Pastor Vera, T. Análisis correlacional de las secuelas estructurales y funcionales
que son ocasionadas por la respiración oral y que condicionan la deglución. Tesis
Doctoral [en línea] 2008. http://hdl.handle.net/10803/9263 INTRODUCCIÓN,
disponible en: http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/9263/5.pdf?sequence=7