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INTRODUCCIÓN

En este trabajo se ha elaborado basándose en el tema «El hombre creado en


Cristo», donde se desarrolla en tres capítulos, en donde cada uno tiene el cometido
de explicar del porqué del hombre es creado en Cristo. Por eso en el primer capítulo
se aborda la condición del hombre creado, estableciendo que es una criatura de Dios,
pero antes de entender que es creatura de Dios, se debe entender cómo se entiende la
creación desde el Genesis, se tratara de hacer una breve explicación. Luego en el
mismo capítulo se aborda como era entendida la creación para los primeros
cristianos, como se entiende en la actualidad y por último como se ha de entender
desde la reflexión cristiana.

También se aborda el hombre alienado por el pecado, donde el hombre es dividido


en sí mismo por el pecado y la muerte, pero como hay que entender la muerte para
el cristiano y cuál es su sentido, la inclinación al mal. Pero es importante conocer
porque se causa dicha división en el hombre, como este afecta en la relación Dios-
hombre, esto lleva a que se tenga una incapacidad en cumplir la voluntad de Dios,
porque todo pecado lleva al hombre en un incumplimiento de la voluntad de Dios,
viviendo ausentes de la gracia.

Por tanto, en este trabajo se quiere resaltar que el hombre es nueva creación de
Cristo, ya que todo aquel que hace una opción por Dios, no solo realiza un acto bueno
como todos los demás, sino que el mismo se hace bueno, hay un hecho pleno de
salvación, que es realizado en Cristo, en el todo se hace nuevo y se abandona el
hombre viejo, abriéndose a la vida en Cristo, que solo puede darse por medio de una
unión filial, que lleva a la persona a participar de la gracia, convirtiéndose en hombre
nuevo, porque solo Cristo puede trasformar la vida del hombre. Donde se quiere dejar
bien claro la importancia que tiene Cristo para la vida del hombre, ya que solo por
medio de Cristo se puede ser hombre nuevo.
CAPÍTULO I

El hombre creación de Dios

1. El hombre, creación de Dios


Es evidente que el AT, está dirigido en particular a personas determinadas y pueblo
determinado, hombres descendientes de Abraham, que, viviendo en una comunidad
concreta, les invita a vivir fieles a una alianza, la cual es manifestada en el monte
Sinaí. El hombre a su vez al intentar descubrir ¿el por qué? conviene adherirse a Dios
con absoluta confianza y en completa obediencia, esto no solo lo lleva ir más de la
condición propia, sino que a su vez este logre la que trascienda a la categoría del
pueblo elegido.

Esta fecundación del germen humano en el mundo se fundamenta en S. E. en un


proyecto histórico, en el que parte de los datos históricos del pueblo escogido hasta
llegar al tiempo en que el hombre, por la gracia de Dios su creador, aparece en el
cosmos. De esta misma forma se va confirmando en el NT, cuando recupera su
dignidad al momento del nacimiento del hijo del hombre, específicamente que el
hombre es por Cristo, en Cristo y hacia Cristo.1un hombre renacido a una nueva
dignidad. «la creación se ponía en relación explícita con la salvación a través de la
idea de la mediación universal de Cristo. Hemos visto también que Dios ha creado
el mundo libremente y que él mismo es el fin de la creación»2.

2. La condición creada del hombre


El pueblo elegido, Israel, tiene relatos verídicos de la narración antigua, que a su
vez no han influido en la vida religiosa del pueblo, y solo de una forma progresiva
se fue descubriendo el profundo significado religioso del origen de todas las cosas
que emergen en Dios. Porque el núcleo esencial de la religión Israel se basaba
realmente en una total y absoluta entrega al Dios de la alianza, que fiel a sus promesas
cumple lo que le ha prometido a Abrahán. Es por ello que se ve que la revelación va
progresando, en relación con las exigencias y disposiciones de aquellos que la

1
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 13.
2
F. Ladaria, Introducción a la Antropología Teológica. 54
3
HOMBRE CREACIÓN DE DIOS

reciben y la asumen y cuando se presenta una situación en la que, para mantener la


adhesión fiel a la alianza, se necesita profundizar más en el conocimiento de Dios y
su misterio.

Israel como pueblo elegido, luego de haber ocupado la tierra prometida por Dios,
asume un estilo de vida agrícola, y fue necesario que reconociera a Dios como Señor
de la vegetación, de los tiempos y las estaciones, más aún de toda la naturaleza. En
el conflicto con las grandes potencias mesopotámicas, la reflexión sobre las
relaciones entre Dios y el mundo tuvo que ir progresando ulteriormente.

Durante el destierro se fue elaborando aquella teología de la creación, cuyo fruto


es el texto actual de Gen 1, 1-2,4, este texto se enseña la universalidad y la
exclusividad de la acción divina en la producción del mundo. La descripción que
hace el Genesis de la creación esta desde el principio orientada hacia el hombre, toda
la cosmogénesis tiene la función de preparar la narración de la historia humana, el
hombre es considerado como vértice del universo creado por Dios, al que están
ordenadas todas las demás cosas.

3. La creación para el cristiano


En el NT, recoge la doctrina del Antiguo Testamento: según Hb 11,3; «por la fe,
sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que
se ve resultase, de lo que no aparece», se puede decir que el centro de la creación no
es ya el pueblo de Israel, sino Cristo y sus discípulos. Los Padres al tener que predicar
sobre la creación en el ambiente helenista, empapado de una doctrina según la cual
fue el demiurgo el que produjo el mundo de una materia eterna, necesaria, intentan
progresivamente aclarar de diversas maneras la universalidad y la exclusividad
absoluta de lección creadora de Dios, don del hombre es dé la gracia creada3.

La liturgia romana completa la reflexión cristiana sobre la creación, los textos


relativos a este misterio, que provienen ordinariamente del final de la edad patrística,
hablan poco de la creación en cuando que sea un acontecimiento que tuvo lugar en
el comienzo del tiempo. La creación le recuerda al cristiano que todas las cosas
dependen completamente de Dios y están ordenados a Dios. Es así, que el misterio
de la creación enciende la confianza en Dios, que mira misericordiosamente al
hombre, obra privilegiada de sus manos, por eso se apela a la creación en la liturgia
de los enfermos, donde se le pide a Dios que conforta al alma que ha creado.

4. La teología de la creación en la actualidad

3
ALFARO, J. La gracia de Cristo y del cristianismo, 338.
4
EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

En el concilio Vaticano I, describe la creación como una producción de todas las


cosas de la nada, la expresión de la nada, que se encuentra ya en el Lateranense IV y
que es de origen bíblico, ha sido explicado por la filosofía escolástica: la nada, no
tiene que concebirse como un principio o como una cosa que precede a la realidad.
Esto significa una pura negación de otro principio distinto del creador, o lo que es lo
mismo, la eficacia exclusiva de la acción divina.

Los pensadores contemporáneos experimente frecuentemente cierta dificultad en


formarse un concepto exacto de la creación, que sea análoga, con los últimos influjos
causales que terminan las mutaciones físicas. Dios creador no solamente les da un
sentido a unos elementos preexistentes, sino que produce el efecto en toda su
realidad.

5. El hombre creado para la gloria de Dios, según la reflexión cristiana


El pensamiento contemporáneo es más consciente que nunca del hecho de, que
toda la realidad inmersa en el tiempo se va desarrollando progresivamente y que, por
consiguiente, no puede ser perfectamente conocida hasta que no se descubra el
termino hacia el cual tiende en su devenir. La reflexión cristina sobre el fenómeno
humano, reconocido como obra de un Dios personal, desemboca inevitablemte en la
cuestión de la intencionalidad de la creación, es decir la relación de la creación con
un valor de la conciencia divina.

Hay que buscar un valor en la creación, digno del amor de la voluntad creadora,
se descubre el valor en la semejanza de toda la realidad finita con Dios, causa
ejemplar del mundo. Al aplicar el tema de la libertad en la creación a la semejanza
con Dios entendida como valor, se resolverán como no contradictorias las diversas
aporías que estaban implicadas en la intencionalidad creadora, es por eso que se
puede observar los diferentes modos diversos con que los distintos órdenes de seres
se asemejan a Dios.

El pensamiento cristiano no pudo evitar tomar posiciones ante concepción


grandiosa, expresada en una obra que parecía contener elementos bastante
semejantes a la cosmogénesis bíblica. No se trata de una total aceptación, ni de una
repulsa total, la reflexión patrística siguió el camino que el concilio vaticano II
recomienda hoy al hablarnos de los «signos de los tiempos» GS4,114.

La afirmación de la libertad de Dios en la creación no basta para iluminar el misterio


de la acción creadora, sino que plantea un nuevo problema, es que la libertad no

4
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 57.
5
HOMBRE CREACIÓN DE DIOS

puede concebirse como si comprometiera de una manera ciega, irrazonable, esto es,
sin tender a la actuación de un valor determinado. Pero en el concilio Vaticano I, el
cual trata de la cuestión del fin de la creación en oposición con una corriente de la
teología alemana del siglo XIX, que, bajo el influjo de la ética idealista, afirmaba
que Dios puede crear solamente tendiendo hacia la utilizad de la criatura como último
fin, que cualquier otra finalidad seria egoísmo, por ello indigna del creador.
CAPITULO II

El hombre alienado por el pecado

1. El hombre dividido en sí mismo


En el concilio Vaticano II se califica como «división del hombre» (GS 10,13), en
el hombre hay tendencias espontaneas e imposibles de suprimir que contrastan con
otras tendencias y con el curso inevitable de la naturaleza. Se pueden considerar tres
aspectos de este conflicto del corazón humano: está el tema de la muerte inevitable
pero siempre aborrecida, el tema de la inclinación al mal, la concupiscencia,
inclinación espontanea a ciertos comportamientos que el hombre juzga como malos;
y el tema de la inevitabilidad del pecado, que mancha la misma existencia humana,
con un sentimiento de culpabilidad.

2. El sentido de la muerte
El término de la vida terrena y el comienzo de una nueva fase en la existencia
personal, es un inevitable proceso bilógico de la vida, que provoca un horror
instintivo por parte del hombre, que la siente como algo contario a su ser. Por eso en
los pueblos primitivos la muerte se consideraba como algo que no debería tener lugar,
las diversas mitologías la explican como ocasionada por una equivocación, por un
sortilegio, por la infracción de un tabú. La muerte encuentra su expresión en los
diversos modos con que es personalizada: como un cazador o un pescador que se
apodera de su víctima por engaño o por pura crueldad5.

El mensaje cristiano no insiste en el terror de la muerte, a no ser en cuanto que el


Padre por Cristo les ofrece a los que creen en el la victoria sobre este terror, pero es
precisamente ese anuncio de que Dios nos libra de la muerte colectiva e individual
(Hb 2,14-15; 1cor15,55), muestra que la fe presupone la relación normal del hombre
sano frente al enemigo de la muerte. La permanencia de ese temor frente a la muerte
es compatible con la teología de la muerte, ya que la muerte como final de la
existencia terrena, es un hecho percibido experimentalmente y por eso mismo vivido

5
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica, 52.
7
EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

con una notable carga afectiva, mientras que la muerte, como comienzo de una nueva
vida, es objeto de fe al que corresponde todo lo más una persuasión firme.

3. La inclinación al mal
En el AT en la narración del diluvio, observa por dos veces que el corazón de los
hombres esta inclinado continuamente al mal desde la niñez (Gen 6,5; 821). El
hombre encuentra dificultades al caminar en simplicidad delante de Dios, de una
manera espontánea e instintiva se ve inclinado a busca la satisfacción inmediata,
individual, terrena y temporal, interdependientemente de toda norma superior,
aborrece incondicionalmente la muerte, el dolor y cualquier limitación de su
bienestar.

Es así, que aun cuando quiere cumplir la voluntad de Dios, permanece este
instintivo, y no puede perseverar en alianza con Dios, sino a través de una lucha
continua. Todavía le resulta más difícil al hombre someterse a Dios sus más
profundas intenciones, esto es, la motivación de sus maneras de actuar. La Escritura
comprueba repetidas veces que esta índole psicológica en la manera de obrar del
mismo pueblo escogido, acusado con frecuencia de dureza de corazón.

En el NT se conoce el impulso espontaneo suscitado por el Espíritu Santo en el


corazón de los fieles hacia el bien, pero habla también de los impulsos espontáneos
hacia el mal que existe en el hombre, en cuanto carnal y animal. El hombre ha sido
inserto en Cristo, en donde se ve libre de este dominio, pero tiene que seguir luchando
continuamente para mantener su libertad (Rm 6,12; Col 3,5), la tensión dramática
entre el impulso al bien y el impulso al mal pone al hombre en una situación
desgraciada, de la que es librado solamente por Cristo6.

En la reflexión teológica ha intentado explicar el desorden, la falta de armonía


existente en el hombre, dentro de dos modelos de pensamiento positivo y negativo.
El primer modelo considera la concupiscencia como una fuerza extraña a la
verdadera naturaleza del hombre, introduce desde fuera. Esta manera de pensar ha
recibido notables influencia del helenismo, que creyó haber encontrado la
explicación de la escisión interna de la psique humano, en el antagonismo existente
perfecto, pero ese espíritu, encerrado en un cuerpo, padece tendencias irracionales
espontaneas llamadas pasiones7.

6
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 46.
7
ALFARO, J. La gracia de Cristo y del cristianismo, 340.
8
EL HOMBRE ALIENADO POR EL PECADO

La concupiscencia seria por tanto un conjunto de inclinaciones espontaneas e


irracionales que tienden hacia los valores sensitivos, especialmente a los deleitable y
que no están sometidas a la razón, hasta el punto de que siguen sobreviviendo aun
cuan las desapruebe la misma razón.

El segundo modelo, negativo de pensamiento, concibe la concupiscencia, no ya


como una fuerza inserta en el hombre sino más bien como la supresión o
debilitamiento de una fuerza, que debería completar y mantener en equilibrio a las
demás inclinaciones, igualmente buenas. Dentro de este esquema el mal no es la
existencia de una tendencia, sino la deficiencia de una fuerza que debería ponerse en
el otro platillo de la balanza para salvar la estructura dinámica del hombre.

Ordinariamente, los teólogos intentaron integrar los dos modelos utilizados para
explicar la concupiscencia. También la teología escolástica, al menos en las
interpretaciones de los manuales, conoce una forma combinada, en done la
concupiscencia se describe como la insubordinación de las tendencias sensitivas
contra el dominio del mal.

4. La causa de la división
Partiendo de las diversas miserias humanas, abstractamente consideradas, no es
posible concluir con certeza que este o aquel mal sea necesariamente consecuencia
de algún pecado.

El NT supone la persuasión, muy difundida ya en el judaísmo, de que los males


de la humanidad, muerte y la concupiscencia, la imposibilidad de observar la ley de
Dios, son consecuencias del pecado humano. Por lo que atañe a la muerte, esta unida
al pecado no solo como a su causa, la muerte y el pecado son dos manifestaciones
del dominio diabólico, bajo el cual ha caído la humanidad Jn 8,44 y Hb 2,14.8 Esta
esa fuerza que habita en el hombre y lo arrastra hacia actos pecaminosos es llamado
por Pablo «pecado», y pertenece evidentemente al conjunto de males que provienen
de la desobediencia de Adán, según Rm 5,12-21.

No hay duda que para Pablo, los hombres han caído bajo el reino del pecado de la
muerte y de la condenación, a causa de un pecado cometido por un hombre. pablo no
va hablar del nexo de descendencia física entre el primer pecador y los demás
hombres. Actualmente la teología católica no se considera como absurda la hipótesis
de que el pecado de Adán en el texto paulino no tenga más función que la de una
ejemplificación temática, o de un argumento en contra de la teología rabínica, que si

8
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 120.
9
EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

es posible un influjo de un acto único sobre la multitud para empeorarla, no es


increíble el influjo de la obediencia de Cristo sobre la multitud para mejorarla.

Todos los pecados están unidos de alguna manera entres si, bien porque un pecado
provocado la imitación, bien porque suscita una reacción igualmente pecaminosa.
Además, los pecados particulares forman una especie de unidad, ya que todos los
pecadores se van empujando por un mismo espíritu a la brusquedad de su propio bien
individual y terreno, excluyendo toda norma superior. Por eso se habla del pecado
del mundo, que sería como una fuerza que reina, el cual inclina a los hombres a
multiplicar los pecados y que les impide construir una verdadera existencia humana,
por eso que el pecado del mundo es precisamente el mal que Jesucristo ha venido a
quitar (Jn1,29).

5. Incapacidad de cumplir la voluntad de Dios


Al hablar de la división del hombre, pone su causa en este pecado del mundo; el
hombre, abuso de su libertad, levantándose contra Dios y pretendiendo de esa manera
alcanzar su propio fin al margen de Dios. por eso llegara a decir que conocieron a
Dios, pero no lo glorificaron como a Dios, oscurecieron su estúpido corazón y
prefirieron servir a la criatura, no al creador.

La realidad del cambio introducido por el pecado en la humanidad exige que haya
existido en el hombre una perfección, que se perdió luego, pero puede pensarse que
esta perfección existía solamente de una manera virtual, y que por consiguiente no
podía comprobarse fenomenológicamente, se habla de una perfección, no se quiere
decir que dicha perfección no esté presente, pero que es posible y necesariamente
futura.

Un aspecto de la división del hombre es la incapacidad para cumplir la voluntad


de Dios, la Iglesia enseña que los primeros hombres se vieron libres de esta miseria,
ya que fueron constituidos en justicia y santidad, que perdieron con el pecado. Por
eso según Pablo Vi, la desobediencia de Adán, no tendrá que concebirse como si no
le hubiese hecho perder a Adán la santidad y la justicia, que fue constituido, por eso
que la expresión justicia y santidad se entiende generalmente como sinónimo de
gracia santificante. La santidad y justicia del NT implica la posesión de la gracia
santificante, que deriva de Cristo cabeza específicamente idéntica a la de los justos
del NT. Los antiguos escolásticos disputaban sobre la diferencia entre la gracia de
Adán y la nuestra, sobre si Adán fue creado en gracia o tuvo que preparase para la
gracia antes de recibirla9.

9
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 126.
10
EL HOMBRE ALIENADO POR EL PECADO

6. Ausencia de la gracia
La Iglesia enseña que toda la división del hombre, solamente resulta comprensible
cuando se admite que su causa es el pecado humano, es mucho más necesaria la
actuación de este origen pecaminoso, en relación con la usencia de la gracia. Por eso
la predicación de la Iglesia la descripción de la muerte espiritual, en la que nacen
todos los hombres, esta inserta de modo más explicito aun que los demás aspectos
de la condición humana actual, en el esquema histórico y comunitario de la relación
de todos los hombres con Adán, primer pecador. Por eso la Iglesia enseña que el
pecado original resulta ininteligible, en efecto el recurso al pecado personal de Adán
tiene una doble función, etiológica y axiológica.

La afirmación de que el hombre no puede evitar por largo tiempo los pecados
personales lleva consigo una compleja problemática, un pecado es posible solamente
cuando un sujeto es libre para cometerlo, es un acto que por coacción externa o por
necesidad interna, resulta inevitable, puede estar materialmente en disconformidad
con la ley, pero no puede ser eso que la Iglesia llama pecado, esto es una acción en
contra de las exigencias de la propia conciencia, una ruptura de las relaciones
amigables y filiales con Dios10.

El acto libre, con el que uno escoge semejante norma, difiere por tanto de cada
una de las elecciones particulares.11 Efectivamente, la opción no se dirige solamente
a un bien particular, sino que el hombre a través de ella finaliza toda su propia vida
según la norma escogida y construye de esta manera su propia personalidad moral.
Para expresar la diferencia entre los actos particulares y el acto con que el hombre
escoge para si su última norma y fin, llamamos a este último acto opción fundamental
y a las demás elecciones particulares.

10
M. GUERRA, Dios y el hombre, 507.
11
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 139.
CAPITULO III

Cristo lo hace nuevo al hombre

1. Opción fundamental por Dios


Es un acto de amor, por el que Dios es amado sobre todas las cosas por sí mismo.
El amor a Dios no puede ser más que absoluto e incondicionado: Dios precisamente
por ser Dios, exige una entrega absoluta e ilimitada por parte de la criatura, la cual si
quiere amarlo únicamente bajo ciertas condiciones y dentro de ciertos límites. El que
opta por Dios acepta por eso mismo como norma suprema de todas sus acciones la
gloria de Dios en sí, en los demás hombres y en el cosmos. De esta forma el hombre
al optar por Dios, no solamente realiza un acto bueno como todos los demás, sino
que el mismo se hace bueno.

La opción por Dios, el hombre está orientado hacia el cumplimiento de todos los
preceptos divinos, sin embargo, el hombre con plena deliberación realiza un acto que
el mismo sabe que está en oposición con la opción fundamental por Dios, con ese
acto se suprime dicha opción12.

El hombre es invitado por Dios para que reconozca a Dios como «su Dios», no
solo con el entendimiento, sino con el afecto, más aun, con toda la orientación de su
vida. El único dialogo posible entre Dios y el hombre es aquel en que el hombre se
va confiando progresivamente al amor de Dios y con fe viva lo acepta como su único
y verdadero salvador. Esto puede llegar a ser posible cuando el hombre percibe los
signos auténticos, porque Dios se le manifiesta no solamente como sumo bien, sino
como aquel que se preocupa de su salvación13.

Por consiguiente, el hombre en estado de pecado original sigue siendo libre,


aunque incapaz de optar por Dios como amigo y salvador suyo, ya que le faltan las
condiciones para el dialogo, mientras Dios no se le manifiesta como salvador dándole
la revelación y la gracia. La inadaptación del hombre consiste precisamente en la

12
M. GUERRA, Dios y el hombre, 512.
13
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 218..
12
EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

privación de esa gracia que eleva el entendimiento y la efectividad del hombre para
conocer y amar a Dios como a su propio Dios y salvador. La división que se
introdujo en el hombre por el pecado no es únicamente un elemento marginal en la
antropología teológica, es un hecho de tal importancia que no puede olvidarse sin
falsificar la descripción del fenómeno humano. En efecto el hombre ha sido creado
por Dios y ha sido creado a imagen de Dios en Cristo.

2. El hombre bajo el signo de Cristo


La doctrina teológica del hombre viejo, el signo de Cristo está íntimamente unida
con la del hombre bajo el signo de Adán. El hombre creado como imagen de Dios,
no es capaz de realizar su propia existencia sin un dialogo con Dios; pero este dialogo
se ha hecho imposible por el pecado original, la superación de esta figura de Cristo
el ultimo Adán, en Cristo la figura del hombre vuelve a encontrar su sentido, su
unidad, no solo porque el hombre es querido por Dios, desde toda la eternidad, por
amor al Verbo encarnado, sino también porque solamente es su unión con el Verbo
redentor puede realizar en si mismo el hombre la imagen de Dios, convirtiéndose así
de nuevo en aquella criatura, por cuya presencia Dios encontró al universo «bueno».

El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado.


Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo
nuestro Señor14. Cristo, el ultimo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre
y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su
vocación.

El que es imagen de Dios, invisible es también el hombre perfecto, que devuelto


a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado, con
su muerte destruyo la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos
en el Espíritu ¡Abba!, ¡Padre! GS22. el pecado del primer Adán fue permitido para
que, por medio del segundo Adán, la vida divina se comunicase de una manera
mucho más perfecta de cómo habría sucedido por medio del primer Adán: el don
supera al delito (Rm 5,16).

Una vez unido a Cristo, el hombre se convierte en Cristo en una nueva criatura.
Reflexionado sobre esta novedad, distinguiremos las nuevas relaciones que el
hombre adquiere con las tres divinas personas, y descubriremos el fundamento de las
mismas en una novedad, no solamente jurídica, sino también ontológica, del propio
sujeto.

14 14
M. GUERRA, Dios y el hombre, 514.
13
CRISTO LO HACE NUEVO AL HOMBRE

La nueva vida, que el hombre empieza a vivir, es obra de la misericordia divina;


pero la actividad divina no permanece como extrínseca al hombre, sino que suscita
y eleva todo el comportamiento humano, dándole al hombre un corazón nuevo. El
devenir del hombre en Cristo, que se realiza por la acción de la misericordia divina,
tiene también lugar en dependencia de Cristo, que atrae al hombre hacia sí. La nueva
creación se verifica en el hombre que está inmerso en la historia. La vida en Cristo
es también por su misma naturaleza una vida hacia Cristo, una realidad
dinámicamente tendida hacia el Cristo total.

3. La unión con Cristo, fuente de salvación


Hay que destacar que el hombre esta inclinado al mal y se siente anegado por
muchos males, que no pueden tener origen en su santo creador GS 13. Como es
sabido, en el AT la salvación se le ofrecía en primer lugar al pueblo elegido, da
persona experimentaba la misericordia de Yahvé, ya que él había prometido que los
descendientes de los patriarcas, sería también bendecidos, más aun, que en ellos seria
bendecidos los pertenecientes a otros pueblos.

Según San Juan, la unión de Cristo es necesaria para la salvación: Cristo es,
efectivamente, la única puerta para las ovejas, él es el camino, la verdad, la vida (Jn
14,6). La unión con Jesús se realiza por el hecho de que, cuando uno lo sigue se
convierte en discípulo suyo. Es Cristo el que da a cada uno la vida eterna. La vida
que Cristo da, se obtiene porque los discípulos permanecen en Cristo y Cristo
permanece en los discípulos.

El concilio vaticano II repite la doctrina sobre la unión salvífica con Cristo,


sirviéndose de expresiones bíblicas, o aplicándola a resolver diversos problemas
eclesiológicos y antropológicos. La vida de Cristo se difunde en los hombres, cuando
ellos por medio de los sacramentos, de una manera misteriosa pero real, se unen con
Cristo glorificado. Esta unión exige que los hombres, hechos conformes con la
imagen de Cristo y siguiendo sus huellas, obedeciendo en todo a la voluntad del
Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo.

4. Participación de la gracia
La gracia no es en primer lugar una fuerza o una ayuda, sobre todo no hay que
pensar en ella como una cosa, ni hablar de ella como de una realidad abstracta e
impersonal. La gracia es aquella inefable comunión, que nos hace participes del
ministerio, de la obra del premio de Cristo y sobre todo de su vida y de su amor, de
su sacrificio y de su oración15.
15
P. LÓPEZ, Antropología Teológica, 12.
14
EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

El que participa de la unión salvífica de Cristo: por consiguiente, el objeto de esta


parte es, utilizando una expresión paulina, «el hombre en Cristo Jesús». Es así, al
estudiar al hombre bajo el signo de Cristo, se considera ante todo la plena realización
terrena de la nueva criatura. El justo, por su parte, acoge a Dios con amor de caridad
no sólo como fin de alguna acción, sino como fin de toda su persona, entregándose
definitivamente a él por medio de una opción fundamental (cf. n. 451). La posibilidad
de una retractación no altera la naturaleza de este acto, que lleva consigo una
donación que se quiere sea definitiva. Precisa-mente porque, mientras el justo está
en estado de vía, sigue siendo siempre posible que se separe de Dios, la amistad entre
Dios y el justo no llega a su definitiva perfección antes de entrar en la visión beatífica,
en donde la opción por Dios se convertirá en irrevocable.

La filiación de los discípulos es inferior a la de Jesús, pero también ellos pueden


llamar a Dios Padre «en un sentido nuevo y verdadero». Esta paternidad se manifiesta
por medio de una especialísima benevolencia y providencia. Aun cuán-do Dios
gobierna a todas las criaturas, los discípulos de Cristo se encuentran en una posición
privilegiada: Dios sabe qué es lo que necesitan, interior y exteriormente (Mt 6, 8.32);
Dios ve y aprecia las buenas obras que ellos hacen, aunque sean ocultas (Mt 6,4-6)
y quiere que ninguno de sus hijos, por muy pequeño que sea, perezca y se pierda (Mt
18,14). Si los hombres a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
«¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc11)16.

5. Hombre nueva criatura


En la conversación con Nicodemo, Jesús compara la regeneración que da acceso
a los bienes mesiánicos con un nuevo nacimiento carnal (Jn 3,3-8). Este nuevo
nacimiento tiene lugar en el bautismo, cuando el hombre se incorpora a Cristo. Es
obra del Espíritu Santo: efectivamente, según el prólogo, es el resultado «no de
sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios» (Jn 1,13)17.

Este nuevo nacimiento es anterior a las obras y se manifiesta en ellas (1 Jn 2,29;


4,7). No se trata únicamente de una expresión metafórica: «Mirad qué amor nos ha
tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!», aun cuando no
aparezca todavía la gloria de la nueva vida en Cristo (1 Jn 3,1-2). La filiación no
consiste únicamente en una nueva relación con el Padre, sino que es también una
nueva realidad en el hombre regenerado, ya que en él permanece la «semilla» de
Dios (1 Jn 3,9).

16
M. GUERRA, Dios y el hombre, 523.
17
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 189.
15
CRISTO LO HACE NUEVO AL HOMBRE

6. Cristo transforma al hombre


El hombre en Cristo, según el Nuevo Testamento, queda trasformado interior y
permanentemente para que pueda producir actos, de los que anteriormente era
absolutamente incapaz (cf., por ejemplo, 2 Cor 5,17-18; Tit 3,4-7; Ef 2,10; 1 Jn 2,19;
3,9; 4,7; 1 Pe 1,23; etc.). Pues bien, todo cambio real lleva consigo la producción o
la destrucción de una realidad en el sujeto que ha cambiado. Estas realidades
nuevamente producidas pueden ser llamadas «físicas», por el hecho de existir
antecedentemente a toda consideración humana, y son permanentes, ya que de lo
contrario el hombre no se habría convertido en una «nueva criatura».

Según el Nuevo Testamento, el hombre en Cristo tiene una nueva vida, v por eso
se distingue del hombre separado de Cristo, del hombre «animal» o «psíquico» (1
Cor 2,14-15). Si Dios no produjese un principio real de vida, entonces ese nuevo
comportamiento o no supondría una vida verdaderamente nueva o ro consistiría en
actos vitales del mismo hombre; por otra parte, si ese principio vital no fuese una
entidad permanente, el hombre no recibiría una nueva vida, sino que solamente se
vería movido a realizar ciertos actos18.

18
M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Antropología Teológica. 157.
CONCLUSIÓN

Que el hombre ha sido creado por Cristo, en Cristo y hacia Cristo, que Dios
siempre ha querido establecer una relación con el hombre, como lo podemos
observar en el AT, por medio de las alianzas que realiza Dios con su pueblo, un
pueblo que se aleja de él, pero que Dios siempre le ofrece su cercanía. Para el
cristiano la creación recuerda que todo fue creado por Dios y están ordenadas a él,
por eso hay que tener una confianza plena.

Pero el hombre se inclina al mal, y como consecuencia la muerte, pero aquel que
está alejado de Dios la muerte es aterradora, pero para el cristiano, es el final de la
vida terrena, como comienzo de una nueva vida. El hombre ha caído bajo el reino
del pecado y de la muerte, como de la condenación, a causa de los pecados
cometidos, ya que los pecados están unidos entre sí.

Del cambio introducido por el pecado en la humanidad exige que haya exigido en
el hombre una perfección, la cual se perdió, por eso la división del hombre es la
incapacidad para cumplir la voluntad de Dios. Por eso que la santidad y la justicia
implica la posesión de la gracia santificante, la cual deriva de Cristo.

Cuando el hombre opta por Dios, no solamente realiza un acto bueno como todos
los demás, sino que el mismo se hace bueno, en esta opción el hombre está orientado
al cumplimiento de todos los preceptos buenos. El que es imagen de Dios, invisible
es también el hombre perfecto. El que se une a Cristo, el hombre se convierte en
Cristo en una nueva criatura. El hombre bajo el signo de Cristo, se considera ante
toda la plena realización terrena de la nueva criatura.
BIBLIOGRAFÍA

ALFARO, J., La gracia de Cristo y del cristianismo, Madrid, 1973.


FLICK, M. – ZOLTAN, A., Antropología Teológica, Madrid, 2001.
GUERRA, M., Dios y el hombre, Barcelona, 1998.
LÓPEZ, P., Antropología Teológica, España, 1993.

Ladaria. L., Introducción a la Antropología Teológica, Navarra, 1993


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 1

CAPÍTULO I: EL HOMBRE CREACIÓN DE DIOS .................................................................. 2


1. El hombre, criatura de Dios ....................................................................................... 2
2. La condición creada del hombre ................................................................................ 2
3. La creación para el cristiano ...................................................................................... 3
4. La teología de la creación en la actualidad ................................................................ 3
5. El hombre creado para la gloria de Dios, según la reflexión cristiana ...................... 4

CAPITULO II: EL HOMBRE ALIENADO POR EL PECADO .................................................... 6


1. El hombre dividido en sí mismo ................................................................................ 6
2. El sentido de la muerte .............................................................................................. 6
3. La inclinación al mal ................................................................................................. 7
4. La causa de la división ............................................................................................... 8
5. Incapacidad de cumplir la voluntad de Dios ............................................................. 9
6. Ausencia de la gracia ................................................................................................. 9

CAPITULO III: CRISTO LO HACE NUEVO AL HOMBRE .................................................... 11


1. Opción fundamental por Dios .................................................................................. 11
2. El hombre bajo el signo de Cristo............................................................................ 12
3. La unión con Cristo, fuente de salvación ................................................................ 13
4. Participación de la gracia ......................................................................................... 13
5. Hombre nueva criatura ............................................................................................ 14
6. Cristo transforma al hombre .................................................................................... 15

CONCLUSIÓN ................................................................................................................ 16
BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................. 17
Instituto de Teología

Seminario Mayor Nacional de la Asunción

Guatemala, C.A.

Trabajo Practico

EL HOMBRE NUEVO CREADO EN CRISTO

Cátedra: Antropología Teológica I

Catedrático: P. Antonio Zuleta

Alumno: Alex Josué Pérez González

Curso: Tercer Año de Teología (5to. Semestre)

Guatemala de la Asunción, viernes 23 de marzo del 2018

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