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Nuestro marco político se estructura y erige sobre la base de las preguntas que hemos
realizado en el proceso del análisis grupal; ¿Qué es ser mujer?; en relación a ello ¿Qué papel
desempeñan las mujeres retratadas en la dramaturgia de Sieveking?; ¿Qué papel desempeñan, por otro
lado, los hombres?; y ¿Está este ligado a la visión occidental previamente mencionada?; ¿Manifiestan
dichos roles de los personajes una evolución en relación a comienzos del siglo XX?; ¿Se exponen hoy
de forma distinta o son más bien atemporales?; ¿Que simboliza, en esa misma línea, el título de la
obra en relación a Teresa, la cuarta y monstruosa hermana encerrada tras la puerta del fondo del
salón?; y finalmente ¿Qué implicancia adquiere este texto al ser de autoría masculina?
El contexto de elaboración de la obra se ubica en el siglo XX, en un Chile de los años 60’ y
70’, en donde se comienza a perpetuar un fenómeno social ‘revolucionario’, que se encuentra
acelerando, activando e impulsando un proceso histórico y contemporáneo tanto a nivel mundial
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como nacional. Este proceso, tiene que ver con el cambio del paradigma en la forma de vida en los
países y naciones del mundo luego de la segunda guerra mundial. El proceso que vendría a
continuación es denominado como Guerra Fría y culminaría a finales de siglo XX. Este suceso, se
involucra con las decisiones políticas, económicas y culturales en Chile. Todo lo que había sido
trabajado con el presidente Pedro Aguirre Cerda a mediados de los años 50’ con la reforma
educacional que impulsa el trabajo de los teatros universitarios y sus escuelas, se potenciaría esta vez
con otros gobiernos de turno, como el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-70) con el emblema
“Revolución en libertad”, y Salvador Allende Gossens (1971-73) con el emblema “Luchar, crear,
poder popular”. Estos datos, nos permiten situarnos en un proceso social y reactivo vivido en Chile en
la década del los 70’ que es de suma relevancia para las artes y las culturas.
La cultura y las artes en Chile comienzan a tomar aspectos tanto del extranjero como de las
localidades del territorio chileno; nuevas costumbres, con nuevos enfoques debido al surgimiento de
dos ideologías contrapuestas como son el capitalismo de occidente por un lado y el comunismo en
oriente por el otro. La búsqueda del cambio aspiraban a conformar una sociedad mayormente
igualitaria y de gran libertad. La cultura se transforma en el reflejo de la sociedad desde un potente
furor juvenil en busca de vanguardias, con pensamientos radicales, quiebre del sistema y cambios
izquierdistas de ámbito revolucionario que logran radicalizar la costumbre de pueblo chileno en sus
orígenes.
En esta línea, queremos recalcar cómo es que la iglesia católica ha cumplido un rol
preponderante a lo largo de la historia de Chile, el cual se ve absolutamente reflejado en las costumbre
tradicionales chilenas a lo largo de la geografía nacional. En los años 60’ con el gobierno de Frei
Montalva, se inicia la reforma agraria en Chile, que refiere uno de los primeros actos que revuelan los
ánimos de la época; la expropiación por parte del estado a las propiedades pertenecientes al mundo
eclesiástico, trae consigo un tremendo conflicto para la sociedad rural. Este es uno de los grandes y
primeros vestigios de una época, en donde podemos observar el remezón a los pilares de la tradición,
versus la modernidad en un sistema social que aboga a una nueva forma de producción y relación del
ser humano con la tierra. Salvador Allende posteriormente, será quién en los años 70, hará cambios
más profundos en estos y otros ámbitos . Esto quiere decir, que en chile la cultura, la política y la
sociedad cuestionara y tomará otro rumbo, la tradición transversal de la costumbre en lo cotidiano será
remecida de apoco. Respecto de cambios sociales, culturales, económicos y políticos, Chile se
transformó en un país ambicioso que estaba a cargo del mandatario, quien sería el primer socialista
que llega al poder vía democrática.
Por otro lado, creemos importante contextualizar en que se encontraba el feminismo en esos
años. Ya en la década del los 50’ la mujer en Chile, había adquirido en 1949 en el gobierno de
González Videla, la posibilidad del ser ciudadanas, es decir, tener derechos políticos como un hombre
más en la patria chilena. Para mitad de siglo, Inés Enríquez abogada y política chilena, sería electa
diputada en la comuna de Concepción en 1950, impulsando así un hecho no recordado por la historia
tradicional pero nunca olvidado por las feministas, en que Inés se convertiría en la primera
representante de parlamento chileno en la historia del Chile. Para que luego en el año 1952’ las
mujeres comenzaron a votar en las presidenciales, y en 1953 María de la Cruz sería la primera
senadora electa en el congreso.
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En este sentido, la institución que fue el motor canalizador de las ideas e impulsos del
movimiento feminista en Chile, fue el MEMCH, Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de
Chile. Fue acá donde se fundados los pilares de la lucha feminista, los derechos políticos, jurídicos,
domésticos, eran debatidos en este espacio hasta 1953, año en que termina su periodo de actividad el
cual había iniciado a principio de siglo XX. El poder y el aporte que ejerce esta institución la
organización feminista hasta nuestros días, es de suma relevancia al momento de poder analizar esta
obra en su contexto, ya que varios de los referentes que tomamos hoy para estudiar “la mantis
religiosa” provienen del este organismo.
En el mismo periodo, el teatro chileno marcado como “el teatro universitario de directores”,
vive un clima asociado al contexto político que vivía el país. Esto en un comienzo de la década de los
60’s hasta los 70’s, cuando la valorización de lo nacional, latinoamericano y el simbolismo ligado a
los sectores populares afectó de manera directa en el quehacer teatral de la época.
Como parte de este periodo la creación colectiva como herramienta de producción, acogía las
propuestas de cada uno de los integrantes quienes lograban conformar una obra. El cuestionamiento
de este método en torno a las concepciones tradicionales del teatro, fue a través de una nueva
sensibilidad, a través de sus lenguajes escénicos y temáticas del cuestionamiento de valores.
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universidades facilitan de alguna forma, una dramaturgia más intelectual, con sesgos históricos del
teatro más clásico.
Ahora bien, como grupo creemos que La mantis religiosa es una obra que se valida
completamente dentro de una cosmovisión patriarcal y católica del ser. Siendo éstos los márgenes que
dirigen y limitan la vida y la realidad de las mujeres en el texto y en su contexto.
La obra “La mantis religiosa”, desde una perspectiva feminista desvela un esbozo de la
construcción de imagen de lo que es ser mujer en el contexto chileno; como es que debe ser, como
debe comportarse, como debe elegir y cómo debe vivir. En este sentido, esta construcción la
concebimos desde los valores católicos tradicionalmente impuestos en la sociedad chilena, tales como
la pureza, la honestidad, la castidad, la fidelidad, la devoción, el respeto, el recato y el servicio. Esta
línea tradicional de valores universales y determinista, construyen arquetipos de mujeres entre las
hermanas; estructuras de relaciones sociales y comportamientos domésticos, que además de entramar
una situación micro-política machista en el hogar de estas hermanas, nos muestra una forma de
familia matriarcal. Las estas hermanas son quienes deciden su mejor destino, aunque sea de alguna u
otra forma determinado por la relación que ellas mantienen como mujeres con el sexo “superior”
(Juan, Carlos, Jorge). Decimos que son matriarcales en su forma de vivir, en cuanto son las hermanas
mayores son quienes dominan la finalidad, el destino, el actuar de cada una de ellas, tanto las muertes
como el rol del padre en esa familia. Son matriarcales en cuanto su contexto político es patriarcal,
desde que comienzan a cuestionarse los juicios sociales del pueblo, hasta cómo deciden castigar pero
cuidar a su hermana menor, Teresa quien es mortificada por ellas. Son ellas autoras de sus actos,
machistas y violentos. Es por esto, que la determinación del misterio no resuelto sobre los
pretendientes de Llalla y Lina, llevan a estas mujeres a encerrarse por necesidad de ocultar la
posibilidad de haber accionado ‘malamente’, por el posible asesinato del los pretendientes, los que
ellas justificaran como : defensa propia.
En esta línea, nos preguntamos si les creemos a estas hermanas. ¿Ocultan asesinatos
injustificados? Estos cuestionamientos nacen desde la forma en que el relato está escrito. Diálogos
inconclusos, gestos del secretismo y castigos que nos hacen no creer de todo en el accionar de las
hermanas. Este es el momento en que creemos es necesario tomar una postura a través de relato.
Entendemos entonces, que se censura y encierra lo “feo” en este hogar; actos, palabras y diálogos
feos, físicos femeninos deteriorados’, mujeres sin y con maquillaje, terribles, una mantis religiosa que
representa un insecto de la caña más oscura y horrorosa según las habitantes de hogar; todo se guarda
en un mundo contenido de cuatro paredes. Se desmaquilla la verdad de la realidad creada en este
cuarto. Se oculta a Teresa por ser monstruosa, y al mismo tiempo las hermanas no salen de este
encierro porque a ellas les afean los juicios, sus cuerpos y sus edades. En relación a esto, Simone de
Beauvoir indica: “La Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino con
relación a él; no la considera como un ser autónomo”.(p,3).
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y bella que sus hermanas y, en consecuencia, la más apta para la unión marital. Es, al mismo tiempo,
ambiciosa en una primera capa, al desear a Juan por los medios económicos que puede ofrecerle para
alejarse de su hogar, dependiendo por lo tanto de su sustento como hombre proveedor. En una
segunda capa, comprendemos esta forma de dependencia como una forma de entender su libertad
como mujer; este último, Juan, es un hombre del prototipo heteronormado, ya que responde a un
hombre buen mozo, joven, deportista y honroso; el padre, finalmente, es también un hombre viejo,
borracho, alejado de cotidianidad de sus hijas, excluido y sin autoridad.
Es más precisamente por este último personaje de la obra y por la madre de la misma, por
quienes descubrimos la cosmovisión católica dentro de la obra, ya que tienen una cabida estrictamente
marcada por la idealización femenina, propia de la tradición del amor romántico, en este sentido
Simone de Beauvoir dice:
"El día en que a la mujer le sea posible amar con su fuerza, no con su
debilidad, no para huir, sino para hallarse, no para destruirse, sino para
afirmarse, entonces el amor será para ella, como para el hombre, fuente de
vida y no de mortal peligro.". (De Beauvoir, 1949, p. 321)
Es por esto, que el amor romántico en la obra, amor sumamente autoritario, dominante,
eternizados e idealizador que emerge igualmente y en gran parte desde el cristianismo. La madre de
estas hermanas declaraba según el padre, que al momento de engendrar a Teresa ella gritaba ser
amante de Dios, pudiendo comprenderse esto como un acto de amor puro, perpetuado en la perfección
del Dios y por consiguiente de la hija. La madre además, hace un sacrificio al momento de parir esta
esta belleza, criatura completa y concebida casi como deidad. El parto es solamente medio para
fecundar la magnificencia de su hija, quien deberá cargar con el peso de lo que este sacrificio divino
implica: estar condenada a la ocultación y el encierro. Este momento en que el padre relata esta
historia, es un momento clave en el cual la obra toma un clímax mitológico; la belleza o
monstruosidad de la cual no tenemos realmente certeza en esta mujer joven y mortificada, se relaciona
con la expresión: ser la manzana de la discordia. Está historia qué tiene origen griego, trata del juicio
de Paris, un hombre que por obligación debe elegir a las diosas más bellas: Afrodita, Hera y Atenea
para poder conseguir su objetivo; el amor de Helena del Esparta. En este sentido, la manzana del oro
es un medio para conseguir un objetivo mayor, de poder y de deseo.
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De lo anterior, es igualmente relevante el origen español de los nombres en el texto inscritos:
por un lado, Aparicio y Juan son designados para los hombres; por otro, tenemos a Adelaida, a
Adelina y a Adela, cuyos nombres tienen la misma raíz y significa "aquella de origen noble". ¿Son
estas, entonces, mujeres dignas, de buena cepa, correctas en cuanto a lo que a la tradición del
sincretismo concierne? La herencia española instaura en nuestras tierras chilenas un fanatismo
religioso, que instala un deber ser dentro de la concepción de un idealismo femenino, enunciado
asimismo párrafos antes. Teresa por su parte, tiene asignado un nombre que en su origen significa
“cazadora y milagrosa”, cosa que coincide con el título de la obra: en primer lugar, porque santateresa
es el nombre científico asignado a la especie mantis. Este insecto suele mantener recogidas sus patas
delanteras, de modo que adquiere una postura análoga a la de una oración, y se le da, en consecuencia,
una connotación religiosa; en segundo lugar es, particularmente la hembra mantis, la que utiliza a los
machos para reproducirse, arrancándoles la cabeza en el acto mismo de la copulación.
¿Hay en ello un cuestionamiento, es decir, una denuncia por parte de Sieveking hacia la casi
nula evolución de las identidades deterministas y binarias de la sociedad ya hacia finales del milenio?
¿Es imaginable suponer eso de una autoría masculina, o es más acertado entender su trabajo como el
resultado de su deseo de estampar la ponzoña percibida por él como lo propiamente femenino?
Difícil es darle una respuesta a lo anterior sin considerar que es apenas entre los años 2014 y
2016 que comienzan a asomarse a lo largo y ancho del mundo sesgos de una nueva ola feminista, que
por primera vez acciona en pos de una denuncia hacia el amor romántico fundamentado en la
heteronorma, entendida como aquel constructo social que proclama la heterosexualidad como la única
sexoafectividad socialmente válida; con ello, y en consecuencia, se cuestionan en la actualidad la
hegemonía cultural para la construcción de los géneros binarios. Es así, que sostenemos como casi
mínima la posibilidad de que el dramaturgo en cuestión haya querido distinguir a la mujer de su papel
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como hembra o de sus modos sociales arquetípicos; de hecho, representa estos en su relato casi con
afán, tomando las dinámicas matriarcales de un hogar y coloreando estas de la envidia y el odio que
han sido culturalmente concebidos para los tratos entre quienes nacen mujeres.
Esta obra tiene la particularidad de tratar temas que son transversales a las épocas y
generaciones, de manera que a pesar de que haya sido escrita en la década de los 70, trata temas que
nos afectan y que siguen siendo relevantes. De esta manera, aunque haya pasado el tiempo, aún es
posible hacer que la obra genere una reflexión sobre lo que está pasando en la escena nacional. A
pesar de que la obra trata los temas feministas antes mencionados como un subtexto, aún se encuentra
dentro de un margen que nos lleva a cuestionarnos temáticas como por ejemplo el rol de la mujer y
cómo este ha cambiado desde aquella época, hasta hoy, donde continuamos analizando esta obra.
Los años van de la mano con los procesos que va viviendo la sociedad. A partir de esto
creemos que esta obra posiblemente tuvo un significado completamente distinto en los años donde fue
montada, sin todas las aristas y capas que hoy son posibles de analizar, incluso hoy es mucho más
factible de presentar y de que genere impacto, por los temas que están en contingencia del país y del
cambio social y cultural que se está desarrollando en todo el mundo. Un claro ejemplo de esto es el
remontaje dirigido por Paulina García el año 2011, en la cual hombres interpretaban el papel de las
dos hermanas mayores y una mujer que mide 1.90 cm a la tercera hermana para simbolizar el
comportamiento de machos de las mayores, extremar la acción dramática y parodiar los roles
femeninos. El decantar de las temáticas permite mayor renovación y amplitud creativa a la hora de
llevar a escena, sin embargo, esto contrasta con la vigencia que existe en discusiones sobre roles e
ideologías de género que hoy podemos identificar con mayor claridad, pero que no significa que antes
no existieran más implícitamente. Este travestismo y conflictos de género que propone García en la
escena se asemeja al trabajo que ha realizado en los últimos años la compañía La Niña Horrible, la
cual a través de un estilo propio toca temáticas feministas desde el punto de vista de les oprimides, lo
que es ser mujer y no calzar con la belleza socialmente acordada.
A partir de lo anteriormente señalado vemos cómo es expuesto el rol que cumple la mujer
dependiendo del contexto, dado que el aporte entregado por la obra misma tiene relevancia hoy como
la tuvo hace 40 años atrás. Esto se relaciona netamente con el juego generacional de quien lee y quien
ve este montaje, porque en un contexto mundial el feminismo como concepto de vanguardia responde
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a los conflictos socioculturales que se plantean en la dramaturgia. Cabe decir que este tipo de espacios
de reflexión están ligados al fin escogido por el autor donde el tipo de teatro (hipócrita) da lugar a la
discusión precisamente porque La mantis religiosa ya entrega por sí misma una visión política que da
de qué hablar, independiente del objetivo de su escritura. De este modo, se hace necesario escarbar en
las capas profundas de los personajes y las situaciones presentadas para develar su sentido oculto
dentro del humor y la normalización de los tratos socio-culturales en Chile, sin nunca pasar por alto la
misoginia implícita en la lectura que decanta de la década de 1970.
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Referencias
Gallardo, H. (1981). Apariencia y realidad: una clave para “La mantis religiosa”. Escena. Revista de
las artes, 30-35.
La mantis religiosa en versión recargada | Revista Paula. (2011, 11 junio). Recuperado 3 junio, 2019,
de http://www.paula.cl/tiempo-libre/la-mantis-religiosa-en-version-recargada/
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