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CANTO DE ENTRADA
Cuando llegan al presbiterio, el Señor Obispo va directamente a la sede sin hacer reverencia al altar.
Todos permanecen de pie.
Entra la imagen de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin por el pasillo central y es colocada en el costado
derecho del presbiterio (cerca de la credencia).
MONITOR:
Una vez que ha entrado la imagen de san Juan Diego, el Señor Obispo deja la sede, se dirige al
altar, lo besa, lo inciensa; y venerará el crucifijo, la imagen de nuestra Señora de Guadalupe y la
imagen de san Juan Diego, incensándolas.
Mientras tanto todos entonamos el Himno a san Juan Diego.
Una vez colocada la imagen de san Juan Diego en su lugar, el Señor Obispo con los ministros hace la
debida reverencia, besa el altar, lo inciensa. Lo mismo hace con el crucifijo, la imagen de nuestra Señora
de Guadalupe y reverentemente se dirige ante la imagen de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin y la venera
incensándola. Mientras tanto se canta el himno a san Juan Diego.
Coro:
San Juan Diego, Misionero
de encuentro con Dios
que en la misa a todos espera
para darnos vivir de su amor. (2)
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Estrofas
1.- San Juan Diego camina hacia Dios
su camino queremos seguir
con la Virgen y Juan caminemos
al encuentro de Cristo Señor.
Coro
2.- San Juan Diego de Tlayácac Cuautitlán
en el cielo acompaña la oración
oración del perdón y la paz
del Señor que a todos quiere dar.
Coro
Al culminar el himno, el Señor Obispo se dirige a la sede.
Terminada la veneración y el himno, el Señor Obispo y los fieles de pie se santiguan, mientras el
Señor Obispo dice:
Cuando llega al altar, el Señor Obispo con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar,
lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el Señor
Obispo y los fieles de pie se santiguan, mientras el Señor Obispo dice:
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El Sr. Obispo dice:
La paz esté con todos ustedes.
El pueblo responde: Y con tu Espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El señor Obispo invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos:
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos
nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio, a continuación el señor obispo dice:
V. Tú, que borras nuestras culpas:
Señor, ten piedad
R. Señor, ten piedad
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ORACIÓN COLECTA
El Sr. Obispo, con las manos juntas dice:
Oremos.
Y todos, junto con el Sr. Obispo, oran en silencio durante unos momentos. Después el Sr. Obispo,
con las manos extendidas dice la oración colecta.
Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni
santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, bajo tu
dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que
nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 4. 42-44
En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre que traía para el siervo
de Dios, Eliseo, como primicias, veinte panes de cebada y grano tierno
en espiga.
Entonces Eliseo dijo a su criado: "Dáselos a la gente para que coman".
Pero él le respondió: "¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien
hombres?"
Eliseo insistió: "Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el
Señor: 'Comerán todos y sobrará*
El criado repartió los panes a la gente; todos comieron y todavía sobró,
como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
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Todos aclaman: Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 144
Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fíeles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R.
A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres,
Señor, tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos. R.
SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS: 4, 1-6
Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a
que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean
siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense
mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu
con el vínculo de la paz.
Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también
una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un
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solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos,
que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.
Palabra de Dios.
Todos aclaman: Te alabamos, Señor.
La Asamblea se pone de pie.
ALELUYA
El coro y la asamblea cantan la aclamación antes del Evangelio. Mientras tanto, el Sr. Obispo
pone incienso al incensario. El diácono, inclinado ante el Sr. Obispo, pide la bendición, diciendo
en voz baja:
Después el diácono va al ambón llevando el Evangeliario, acompañado por los ministros que
llevan el incienso y los cirios.
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EVANGELIO
Ya en el ambón, el diácono dice:
El Señor esté con ustedes.
En aquél tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de
Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales
milagrosas hacia curando a los enfermos. Jesús su hio al monto y so
sonto allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad do los judíos. Viendo Jesús que mucha
gente lo seguía, lo dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que
coman estos?" Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues el bien
sabía lo que iba a hacer, Felipe le respondió: "Ni doscientos denarios
bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: | Aquí hay un
muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados, Pero, ¿qué es
eso para tanta gente?" Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se
siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí;
y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los
fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue
dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se
saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes, para que
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no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron de
los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho,
decía: "Esto es, en verdad, el profeta que había de venir al mundo' 1. Pero
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de
nuevo a la montaña, él solo.
Acabado el evangelio el diácono dice:
Palabra del Señor.
Todos aclaman: Gloria a ti, Señor Jesús.
HOMILÍA
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Después de la homilía todos se levantan. Los misioneros que han de partir se acercan al
celebrante y se quedan de pie ante él de manera que los fieles pueden ver el rito. El celebrante
dice:
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Pidamos, hermanos, a Dios, que en atención a los méritos de su Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor, de la Santísima Virgen María, Madre de la
Iglesia y Reina del mundo, de los santos Apóstoles, fundamento de la
Iglesia y de los santos Patronos de las Misiones, san Francisco Javier y
santa Teresa del Niño Jesús, se digne otorgar a estos misioneros, que hoy
enviamos, servidores de Cristo, que su amor aumente más y más y
alcancen sabiduría y entendimiento, para saber escoger siempre lo mejor,
que se mantengan fieles y sin tacha hasta el día de Cristo para que
puedan presentar una abundante cosecha de buenas acciones gracias a
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (cf. Fl 1, 9-10).
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Que sus palabras sean un eco de las palabras de Cristo
para que sus oyentes presten oído al Evangelio.
Dígnate, Padre, infundir en sus corazones el Espíritu Santo
para que, hechos todo para todos,
atraigan a muchos hacia ti,
que te alaben sin cesar en la santa Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Monición
La cruz que se les entrega ahora a los misioneros es el signo del amor de Cristo por todos los
hombres y de la misión para la que han sido escogidos para llevar el Evangelio a todas las
personas y pueblos.
ENTREGA DE LA CRUZ
El celebrante:
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
El celebrante:
Oremos:
Señor, Padre santo,
que hiciste de la cruz de tu Hijo
fuente de toda bendición
y origen de toda la gracia,
dignate bendecir estas cruces
y haz que quienes las lleven a la vista de los hombres
se esfuercen por irse transformando
a imagen de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén
El celebrante rocía los crucifijos con agua bendita y pronuncia la fórmula de entrega de la cruz
una sola vez para todos, diciendo en voz alta:
Reciban la cruz,
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signo del amor de Cristo
y de la misión para la que los ha elegido la Iglesia.
En razón del número de los misioneros, se les entrega la cruz personalmente en el momento
oportuno.
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nosotros los que te hemos elegido a Ti, sino que Tú nos has elegido a
nosotros".
PROFESIÓN DE FE
Creo en un solo Dios,
Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
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y por obra del Espíritu santo, se encarno de María, la Virgen, y se
hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucito al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Todos: Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
El Sr. Obispo invita a los fieles a orar, por medio de la siguiente monición:
Pidamos, hermanos, el auxilio del Espíritu Santo, para que inspire
nuestras oraciones y ruegue con nosotros por las necesidades del mundo:
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Para que el Papa Francisco y los obispos sigan conduciendo con
sabiduría y esperanza a la Iglesia en el mundo entero. Oremos.
Te lo pedimos, Señor
Para que los que empiezan a conocer a Cristo y desean la gracia del
bautismo y para los que preparan el bautismo de sus hijos, pidamos el
favor de Dios todopoderoso. Oremos.
Te lo pedimos, Señor
Te lo pedimos, Señor
Te lo pedimos, Señor
Por los que estamos aquí reunidos y por aquellos por los que se
encomiendan a nuestra oración, pidamos al Señor que nos guarde a todos
en la fe y nos reúna en el reino de su Hijo. Oremos.
Te lo pedimos, Señor
La Asamblea concluye la plegaria con la siguiente oración:
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mira con amor a tu Iglesia,
especialmente a los jóvenes.
El diácono prepara el corporal, purificador, cáliz, misal y una vez que los dones están preparados
en el altar, el Sr. Obispo, besa el altar y dicha la oración Acepta, Señor, nuestro corazón contrito,
inciensa los dones y el altar como de costumbre.
Después el Sr. Obispo, de pie en el centro del altar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable
a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
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Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te presentamos, para
que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios santifiquen toda
nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro señor.
R. Amén
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Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
El Señor obispo, con las manos extendidas dice:
Porque Él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
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tomó el cáliz, dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
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para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
San Buenaventura y San Juan Diego Cuauhtlatoatzin
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2 Te pedimos, Padre,
que esta víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco,
a nuestro Obispo Guillermo,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
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por quien concedes al mundo todos los bienes.+
El Obispo toma la patena y el cáliz, los levanta y dice:
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama: Amén.
RITO DE LA COMUNION
Una vez que ha bajado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos juntas, dice:
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para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración aclamando:
El diácono añade:
En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz. El Obispo da la paz al diácono o a los
ministros. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del
mismo en el cáliz diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz,
sean para nosotros alimento de vida eterna.
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Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
A continuación el Obispo, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre,
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.
El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios, Jesucristo luz de las naciones,
que se nos da como alimento de vida eterna.
Dichosos, ya desde ahora, los invitados a la mesa de su Reino.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El Obispo dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.
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Habiendo recibido Señor, el sacramento celestial, memorial perpetuo de
la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él mismo nos dio con
tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación eterna.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
BENDICIÓN FINAL
El Señor Obispo extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con ustedes
El Señor Obispo:
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre,
que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente
un consuelo eterno y una feliz esperanza,
conforten sus corazones y los dispongan
a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.
Pueblo: Amén.
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Hijo
y Espíritu Santo
descienda sobre ustedes.
Pueblo: Amén.
DESPEDIDA
Diácono:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
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