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XVII DOMINGO ORDINARIO

(DOMINGO 26 DE JULIO DE 2015)


RITOS INICIALES
Reunido el pueblo, el Señor Obispo con los ministros va al altar, mientras se entona el

CANTO DE ENTRADA
Cuando llegan al presbiterio, el Señor Obispo va directamente a la sede sin hacer reverencia al altar.
Todos permanecen de pie.

INTRONIZACIÓN DE LA IMAGEN DE SAN JUAN DIEGO


MONITOR:
Recordando el gran gozo que experimentó san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, al encontrarse, en
este lugar, con nuestra señora de Guadalupe, recibamos con gran fervor y alegría su imagen, la
cual veneramos en nuestra Diócesis, recordándonos que él es ejemplo de discípulo y misionero, y
que siempre nos está acompañando en el desarrollo de nuestro Plan Diocesano de Pastoral.

Entra la imagen de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin por el pasillo central y es colocada en el costado
derecho del presbiterio (cerca de la credencia).

MONITOR:
Una vez que ha entrado la imagen de san Juan Diego, el Señor Obispo deja la sede, se dirige al
altar, lo besa, lo inciensa; y venerará el crucifijo, la imagen de nuestra Señora de Guadalupe y la
imagen de san Juan Diego, incensándolas.
Mientras tanto todos entonamos el Himno a san Juan Diego.

Una vez colocada la imagen de san Juan Diego en su lugar, el Señor Obispo con los ministros hace la
debida reverencia, besa el altar, lo inciensa. Lo mismo hace con el crucifijo, la imagen de nuestra Señora
de Guadalupe y reverentemente se dirige ante la imagen de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin y la venera
incensándola. Mientras tanto se canta el himno a san Juan Diego.

Himno a San Juan Diego


(Letra y Música: Pbro. J. Jesús Moreno Acosta)

Coro:
San Juan Diego, Misionero
de encuentro con Dios
que en la misa a todos espera
para darnos vivir de su amor. (2)

1
Estrofas
1.- San Juan Diego camina hacia Dios
su camino queremos seguir
con la Virgen y Juan caminemos
al encuentro de Cristo Señor.

Y el templo que pide la Virgen


ya lo soy del bautismo hasta hoy
hoy y siempre lo llegué a ser
y por Dios todos sean también.

Coro
2.- San Juan Diego de Tlayácac Cuautitlán
en el cielo acompaña la oración
oración del perdón y la paz
del Señor que a todos quiere dar.

Y la Virgen visita a Bernardino,


que de pronto recibe la salud.
El Señor acompaña a la Virgen;
siempre Virgen y Madre de Dios.

Coro
Al culminar el himno, el Señor Obispo se dirige a la sede.
Terminada la veneración y el himno, el Señor Obispo y los fieles de pie se santiguan, mientras el
Señor Obispo dice:

Cuando llega al altar, el Señor Obispo con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar,
lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el Señor
Obispo y los fieles de pie se santiguan, mientras el Señor Obispo dice:

 En el nombre del Padre,


y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
El pueblo responde: Amén.

2
El Sr. Obispo dice:
La paz esté con todos ustedes.
El pueblo responde: Y con tu Espíritu.

ACTO PENITENCIAL
El señor Obispo invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos:
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos
nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio, a continuación el señor obispo dice:
V. Tú, que borras nuestras culpas:
Señor, ten piedad
R. Señor, ten piedad

V. Tú, que creas en nosotros un corazón puro:


Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad

V. Tú,que nos devuelves la alegría de la salvación:


Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad

El pueblo responde: Amén

El Señor Obispo concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde: Amén

Se entona el himno de GLORIA.

3
ORACIÓN COLECTA
El Sr. Obispo, con las manos juntas dice:
Oremos.
Y todos, junto con el Sr. Obispo, oran en silencio durante unos momentos. Después el Sr. Obispo,
con las manos extendidas dice la oración colecta.

Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni
santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, bajo tu
dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que
nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Al final de la oración el pueblo aclama: Amén.


La Asamblea se sienta.

LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 4. 42-44
En aquellos días, llegó de Baal-Salisá un hombre que traía para el siervo
de Dios, Eliseo, como primicias, veinte panes de cebada y grano tierno
en espiga.
Entonces Eliseo dijo a su criado: "Dáselos a la gente para que coman".
Pero él le respondió: "¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien
hombres?"
Eliseo insistió: "Dáselos a la gente para que coman, porque esto dice el
Señor: 'Comerán todos y sobrará*
El criado repartió los panes a la gente; todos comieron y todavía sobró,
como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.

4
Todos aclaman: Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Salmo 144

R. Bendeciré al Señor eternamente.

Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fíeles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R.

R. Bendeciré al Señor eternamente.

A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres,
Señor, tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos. R.

R. Bendeciré al Señor eternamente.

Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas


sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el
Señor de quien lo invoca. R.

R. Bendeciré al Señor eternamente.

SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS: 4, 1-6

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a
que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean
siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense
mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu
con el vínculo de la paz.
Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también
una sola es la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un

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solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos,
que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.
Palabra de Dios.
Todos aclaman: Te alabamos, Señor.
La Asamblea se pone de pie.

ALELUYA
El coro y la asamblea cantan la aclamación antes del Evangelio. Mientras tanto, el Sr. Obispo
pone incienso al incensario. El diácono, inclinado ante el Sr. Obispo, pide la bendición, diciendo
en voz baja:

Padre, dame tu bendición.

El Sr. Obispo en voz baja dice:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios,


para que anuncies dignamente su Evangelio,
en el nombre del Padre y del Hijo, 
y del Espíritu Santo.

El diacono responde: Amén

Después el diácono va al ambón llevando el Evangeliario, acompañado por los ministros que
llevan el incienso y los cirios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Aleluya, Aleluya, Aleluya,
Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.


El coro y la asamblea vuelven a entonar el Aleluya.

Aleluya, Aleluya, Aleluya,


Aleluya, Aleluya, Aleluya.

6
EVANGELIO
Ya en el ambón, el diácono dice:
El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.


Diácono:

 Del santo Evangelio según san Juan: 6, 1-15


Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho, el pueblo
aclama:
Gloria a ti, Señor.
El diácono inciensa el libro de los Evangelios.
Luego proclama el Evangelio.

En aquél tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de
Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales
milagrosas hacia curando a los enfermos. Jesús su hio al monto y so
sonto allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, festividad do los judíos. Viendo Jesús que mucha
gente lo seguía, lo dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que
coman estos?" Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues el bien
sabía lo que iba a hacer, Felipe le respondió: "Ni doscientos denarios
bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: | Aquí hay un
muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados, Pero, ¿qué es
eso para tanta gente?" Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se
siente". En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí;
y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los
fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue
dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se
saciaron, dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos sobrantes, para que

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no se desperdicien". Los recogieron y con los pedazos que sobraron de
los cinco panes llenaron doce canastos.
Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho,
decía: "Esto es, en verdad, el profeta que había de venir al mundo' 1. Pero
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de
nuevo a la montaña, él solo.
Acabado el evangelio el diácono dice:
Palabra del Señor.
Todos aclaman: Gloria a ti, Señor Jesús.

BENDICIÓN CON EL LIBRO DE LOS EVANGELIOS


El diácono lleva el evangeliario al Sr. Obispo y éste lo besa, luego dice en secreto:

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

Aleluya, Aleluya, Aleluya,


Aleluya, Aleluya, Aleluya.

HOMILÍA

BENDICIÓN DE LOS MISIONEROS Y


ENTREGA DE LOS CRUCIFIJOS
MONICIÓN
Invocamos la bendición de Dios sobre los misioneros que van a ser enviados. Después de
recordar a la Virgen, a los Apóstoles y los Patronos de las Misiones pedimos que sean fieles
colaboradores en la obra de la evangelización y la salvación de toda la humanidad.

ORACIÓN DE BENDICIÓN
Después de la homilía todos se levantan. Los misioneros que han de partir se acercan al
celebrante y se quedan de pie ante él de manera que los fieles pueden ver el rito. El celebrante
dice:

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Pidamos, hermanos, a Dios, que en atención a los méritos de su Hijo,
Jesucristo, nuestro Señor, de la Santísima Virgen María, Madre de la
Iglesia y Reina del mundo, de los santos Apóstoles, fundamento de la
Iglesia y de los santos Patronos de las Misiones, san Francisco Javier y
santa Teresa del Niño Jesús, se digne otorgar a estos misioneros, que hoy
enviamos, servidores de Cristo, que su amor aumente más y más y
alcancen sabiduría y entendimiento, para saber escoger siempre lo mejor,
que se mantengan fieles y sin tacha hasta el día de Cristo para que
puedan presentar una abundante cosecha de buenas acciones gracias a
Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (cf. Fl 1, 9-10).

El celebrante, imponiendo conjuntamente las manos sobre ellos, dice:


Te bendecimos y alabamos, oh Dios,
porque, según el designio inefable de tu misericordia,
enviaste a tu Hijo al mundo,
para librar a los hombres, con la efusión de su sangre,
de la cautividad del pecado,
y llenarlos de los dones del Espíritu Santo.
Él, después de haber vencido a la muerte,
antes de subir a ti, Padre,
envió a los apóstoles
como dispensadores de su amor y su poder,
para que anunciaran al mundo entero
el Evangelio de la vida
y purificaran a los creyentes
con el baño del bautismo salvador.
Te pedimos ahora, Señor,
que dirijas tu mirada bondadosa
sobre estos servidores tuyos
que, fortalecidos por el signo de la cruz,
enviamos como mensajeros de salvación y de paz.
Con el poder de tu brazo, guía, Señor, sus pasos,
fortalécelos con la fuerza de tu gracia,
para que el cansancio no los venza.

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Que sus palabras sean un eco de las palabras de Cristo
para que sus oyentes presten oído al Evangelio.
Dígnate, Padre, infundir en sus corazones el Espíritu Santo
para que, hechos todo para todos,
atraigan a muchos hacia ti,
que te alaben sin cesar en la santa Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

Monición
La cruz que se les entrega ahora a los misioneros es el signo del amor de Cristo por todos los
hombres y de la misión para la que han sido escogidos para llevar el Evangelio a todas las
personas y pueblos.

ENTREGA DE LA CRUZ

El celebrante:
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.

El celebrante:
Oremos:
Señor, Padre santo,
que hiciste de la cruz de tu Hijo
fuente de toda bendición
y origen de toda la gracia,
dignate bendecir estas cruces
y haz que quienes las lleven a la vista de los hombres
se esfuercen por irse transformando
a imagen de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén

El celebrante rocía los crucifijos con agua bendita y pronuncia la fórmula de entrega de la cruz
una sola vez para todos, diciendo en voz alta:
Reciban la cruz,

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signo del amor de Cristo
y de la misión para la que los ha elegido la Iglesia.

Los misioneros responden todos a la vez: Amén.

En razón del número de los misioneros, se les entrega la cruz personalmente en el momento
oportuno.

OFRECIMIENTO DE LOS MISIONEROS

Los misioneros recitan la oración de ofrecimiento:


Padre Dios, te damos gracias por haber fundado en Jesucristo tu Iglesia
santa y universal, "sacramento universal de salvación", y por querer
reunir en ella a todos los hombres de todos los siglos, razas, lenguas y
pueblos, hasta consumar tu Reino y la comunidad feliz de los santos.

Aquí nos tienes, Señor, dispuestos a la entrega total de nuestras personas,


enviados por la comunidad cristiana, para que tu Reino se extienda hasta
los confines de la tierra.

Queremos servir fraternalmente a todos y en especial a los más pobres y


marginados, pues en ellos has querido hacerte presente de modo singular.

Queremos encarnarnos en su circunstancia y cultura, renunciando a todo


lo que no sea tu Evangelio, para que ellos nos acepten más fácilmente
como hermanos y sea más creíble nuestra proclamación del Evangelio.
Danos, Señor, la fidelidad a tu llamada y a tu mensaje salvador, para que
lo anunciemos constantemente con nuestras palabras y el testimonio de
nuestras vidas.

Te ofrecemos, Señor, la oblación de nuestras vidas, conscientes de la


pequeñez de nuestro don y de la grandeza de tu misericordia, dándote
gracias por nuestra vocación misionera, ya que sabemos que "no somos

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nosotros los que te hemos elegido a Ti, sino que Tú nos has elegido a
nosotros".

Que la Virgen Santa María, Reina y Madre de los misioneros, y los


celestiales Patronos, san Francisco Javier y santa Teresita de Lisieux, nos
ayuden a ser fieles, humildes, pobres, limpios de corazón, evangélicos,
en una palabra, para ser instrumentos eficaces de tu salvación en todo el
mundo.

Bendice a nuestras comunidades cristianas y a nuestras familias, en cuyo


seno brotó nuestra fe y nuestra vocación misionera, y dales tu "ciento por
uno" por su ofrenda y su sacrificio, asociándolos al gran gozo de la
Iglesia en la evangelización de los pueblos. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.

PROFESIÓN DE FE
Creo en un solo Dios,
Padre todo poderoso, creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,


nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajo del cielo,
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan

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y por obra del Espíritu santo, se encarno de María, la Virgen, y se
hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucito al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu santo, señor y dador de vida,


que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
reciben una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo Bautismo


para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos


y la vida del futuro.

Todos: Amén.

PLEGARIA UNIVERSAL
El Sr. Obispo invita a los fieles a orar, por medio de la siguiente monición:
Pidamos, hermanos, el auxilio del Espíritu Santo, para que inspire
nuestras oraciones y ruegue con nosotros por las necesidades del mundo:

A cada petición, el pueblo responde: Te lo pedimos, Señor

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Para que el Papa Francisco y los obispos sigan conduciendo con
sabiduría y esperanza a la Iglesia en el mundo entero. Oremos.

Te lo pedimos, Señor

Para que los que empiezan a conocer a Cristo y desean la gracia del
bautismo y para los que preparan el bautismo de sus hijos, pidamos el
favor de Dios todopoderoso. Oremos.

Te lo pedimos, Señor

Por nuestras comunidades, para que sean signo de la sabiduría de Dios


por la vivencia de la caridad, sobre todo para con los más pobres.
Oremos.

Te lo pedimos, Señor

Para los que persiguen a la Iglesia y los pecadores que viven


intranquilos, pidamos la luz del Espíritu y la gracia de la conversión.
Oremos.

Te lo pedimos, Señor

Por los que estamos aquí reunidos y por aquellos por los que se
encomiendan a nuestra oración, pidamos al Señor que nos guarde a todos
en la fe y nos reúna en el reino de su Hijo. Oremos.

Te lo pedimos, Señor
La Asamblea concluye la plegaria con la siguiente oración:

ORACIÓN PARA EL XII CONAJUM


Todos:

Señor Padre nuestro,

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mira con amor a tu Iglesia,
especialmente a los jóvenes.

Concédenos que en este XII CONAJUM


fortalezcamos nuestro encuentro
con tu Hijo Jesucristo,
y como discípulos misioneros
seamos Iglesia en salida.

Que el Espíritu Santo nos impulse


a primerear la alegría del Evangelio,
como verdaderos callejeros de la fe.

Que santa María de Guadalupe


y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin
nos acompañen en nuestra misión,
construyendo la civilización del Amor.

Concluye el señor Obispo: Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.


Todos: Amén.

El diácono prepara el corporal, purificador, cáliz, misal y una vez que los dones están preparados
en el altar, el Sr. Obispo, besa el altar y dicha la oración Acepta, Señor, nuestro corazón contrito,
inciensa los dones y el altar como de costumbre.

Después el Sr. Obispo, de pie en el centro del altar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable
a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


El Sr. Obispo, con las manos extendidas dice:

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Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te presentamos, para
que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios santifiquen toda
nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro señor.

R. Amén

PLEGARIA EUCARÍSTICA III


Prefacio El Misterio de la salvación

V: El señor Esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.


V: Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,


Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Quien, compadecido del extravío de los hombres,
quiso nacer de la Virgen María;
muriendo en la cruz,
nos libró de la muerte eterna
y, resucitando de entre los muertos,
nos dio vida eterna.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles,
con los tronos y dominaciones
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.


Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

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Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
El Señor obispo, con las manos extendidas dice:

Santo eres, en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
de manera que sean Cuerpo y † Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.

Porque Él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

“Tomen y coman todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes”.
Del mismo modo, acabada la cena,

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tomó el cáliz, dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

"Tomen y beban todos de él,


porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna
que será derramada por ustedes
y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía".
O. Éste es el Sacramento de nuestra fe.
T. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor
Jesús.

CC. Así, pues, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de tu Espíritu Santo,
formemos en Cristo
un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1 Que Él nos transforme en ofrenda permanente,

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para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
San Buenaventura y San Juan Diego Cuauhtlatoatzin
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2 Te pedimos, Padre,
que esta víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco,
a nuestro Obispo Guillermo,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

CC Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia
en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,


a todos tus hijos dispersos por el mundo.
+A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,

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por quien concedes al mundo todos los bienes.+
El Obispo toma la patena y el cáliz, los levanta y dice:
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama: Amén.

RITO DE LA COMUNION
Una vez que ha bajado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos juntas, dice:

El amor de Dios ha sido derramado


en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Obispo, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,

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para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración aclamando:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Después el obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo responde: Amén.

El obispo, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:


La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

El diácono añade:
En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz. El Obispo da la paz al diácono o a los
ministros. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del
mismo en el cáliz diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz,
sean para nosotros alimento de vida eterna.

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Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
A continuación el Obispo, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre,
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.
El Obispo hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la
patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Éste es el Cordero de Dios, Jesucristo luz de las naciones,
que se nos da como alimento de vida eterna.
Dichosos, ya desde ahora, los invitados a la mesa de su Reino.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El Obispo dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

ORACIÓN DESPUES DE LA COMUNIÓN


El Sr. Obispo: Oremos

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Habiendo recibido Señor, el sacramento celestial, memorial perpetuo de
la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él mismo nos dio con
tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación eterna.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

La asamblea responde: Amén.

BENDICIÓN FINAL
El Señor Obispo extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El Señor esté con ustedes

Pueblo: Y con tu espíritu


El Señor Obispo:
Bendito sea el nombre del Señor.

Pueblo: Ahora y por siempre


El Señor Obispo:
Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.

Pueblo: Que hizo el cielo y la tierra


La Asamblea inclina la cabeza para recibir la bendición.

El Señor Obispo:
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre,
que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente
un consuelo eterno y una feliz esperanza,
conforten sus corazones y los dispongan
a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.

Pueblo: Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,


Padre 

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Hijo 
y Espíritu  Santo
descienda sobre ustedes.
Pueblo: Amén.

DESPEDIDA
Diácono:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.

Pueblo: Demos gracias a Dios.


El coro entona el
CANTO DE SALIDA.

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