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tutti orquestal es una cúpula, un punto alfa humano como el sentido religioso, y hacer-
como inspirado en Teilhard de Chardin. lo no desde la óptica del estudio museístico
Así planteado el libro, pareciera que so- o filológico de lo que quiso o no quiso decir
lo pueden acceder al mismo personas de al- un filósofo particular, sino desde la óptica
ta cultura. Así va a ser, desde luego, habida del examen filosófico de una experiencia en
cuenta del fomento actual de la incultura concreto, la experiencia del que vive su vida
por parte de los poderes públicos que pade- cara a Dios, o del que vive en al menos una
cemos. Pero la poesía todo lo rebasa, y en tensión respecto de lo que pueda ser «Dios».
nada queda, si no es en la consecución de El libro de Lucero González, ¿Adónde te
la belleza: la belleza, que todo sobrepasa, y escondiste amado, y me dejaste con gemido?
en nada se detiene, es la búsqueda de lo in- tiene la rara virtud de la valentía, en la me-
efable. ¿Se da aquí, se concita en este libro? dida en que decide dejarse interpelar por un
Presumo, por mi parte, en lo que de lector fenómeno difícil de tematizar, de verbalizar,
me atañe, que no para otro objeto fue escri- de comunicar, pero al mismo tiempo urgido
to. Lo inefable es inseparable de la fe. Fe en de una tematización y de una comprensión
la condición humana, fe en el ser superior que permitan decirlo en categorías contem-
que interiormente nos habita. Desde esta poráneas. Existencialmente, no hay tema
perspectiva, Ahanasius, lejos de lo que pare- más importante que el tema de Dios: ¿cuál
ce, la exhibición vanidosa de unos saberes es el Bien perfecto, hacia dónde debo dirigir
que rayan el portento, el sueño nostálgico mi vida? Si la vida es mis amores, ¿cuál es
que culmina el proceso interdisciplinar de el amor más grande, el único deseo que ha
nuestra época, a semejanza medieval y mu- de guiarme en la persecución de la alegría?
cho después enciclopedista, es eso, y nada Es cierto que la reflexión sobre la noción
más ni menos que eso: el testimonio vivo de de Dios ha tenido en la historia derroteros
quien al ser humano lo considera inmortal, muy variados, muchos de ellos seriamente
aun en su contingencia de arrojado, y ahe- afectados por una visión naturalista, mecá-
rrojado, a un mundo limitado y por esencia nica, objetivista de Él. No menor daño ha
perverso. – Antonio Enrique hecho la lectura tan reduccionista que se
ha hecho de la teología de Aristóteles, la
González Suárez, L., ¿Adónde te escondiste, construcción de ese Dios como un ser am-
Amado, y me dejaste con gemido? Una biguamente perfecto, inmóvil, estático. Ha
fenomenología hermenéutica del Cántico costado siglos poder recobrar el buen cami-
Espiritual B de san Juan de la Cruz, Uni- no de la filosofía respecto de los problemas
versidad Iberoamericana. México 2017, de la religión, aún a pesar de que hayan
309 págs. existido grandes como Agustín, Bernardo,
Tomás, Erasmo, Pascal o Kierkegaard. La
Dentro de la escena filosófica contempo- escena filosófica ha sido dominada por la
ránea de México es inusual encontrar publi- perspectiva naturalista que hace de Dios el
caciones y filósofos, mucho menos filósofas, ente más perfectamente inmóvil de todos y,
que se ocupen tan seriamente del fenómeno en tanto tal, el más descartable y el menos
religioso como lo hace Lucero González. El importante para la vida de un ser humano.
escenario de la filosofía mexicana, y casi po- Hoy, el pensamiento sobre Dios estaría
dría decir que de toda filosofía en el mundo completamente anquilosado si no fuera
contemporáneo está en su mayoría preocu- por las perforaciones que la filosofía judía
pado por asuntos de quinta importancia, no ha podido hacer en el residuo de «razón»
solo por sus métodos, dedicados y consagra- que nos quedó después de la Ilustración. Ha
dos a la manufactura del paper, sino también sido la virtud de Rosenzweig, de Buber, de
por sus temas, concentrados en asuntos tri- Lévinas, de Fackenheim, la de rehabilitar el
viales, banales e incomprensibles. Es raro, discurso sobre aquello que queremos decir
en ese sentido, ver el trabajo de una filósofa cuando nombramos a Dios, una palabra
que decide valientemente afrontar uno de los que se ha pronunciado y jurado tantas ve-
temas más cruciales para la vida de un ser ces demasiado vanamente. La filosofía judía

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del siglo XX logró comprender uno de los de refutarlo. El punto de quiebre está pre-
grandes problemas de la filosofía clásica, cisamente en la noción de «autenticidad»,
que había y ontologizado al Amor y lo había pues, si Heidegger sostiene que el ser-ahí
convertido en algo estático. sólo existe auténticamente cuando afron-
Hay que decir, sin embargo, que la fi- ta su propia muerte y se hace cargo de los
losofía judía es sólo una expresión posible temples anímicos que este límite provoca,
de esas formulaciones tan atinadas sobre el asumiendo su mortalidad, el texto de Luce-
Amor, y que ha de concebirse de la mano ro acepta las coordenadas principales sobre
de la filosofía cristiana, la otra vía de la filo- las cuales el ser-ahí existe en el mundo, pero
sofía del Amor. San Juan de la Cruz puede niega que la única forma de autenticidad
considerarse, en esta línea, uno de los más sea precisamente la de la aceptación de la
importantes epítomes de la filosofía del muerte, tal como lo muestra la mística de
amor, que no solamente hablan de Dios, si- san Juan de la Cruz.
no que hablan a Dios. Podría objetarse, en este contexto, que
El libro de Lucero González, en ese sen- lo que alumbra el examen de la mística de
tido, es una importante contribución a la san Juan sólo es aceptable para quien com-
filosofía del Amor, entendida como filosofía parte sus presupuestos. Sin embargo, hay
de la mística, pues rehabilita o, más bien, que decir que la fenomenología hermenéu-
traduce o, quizá, simplemente, presenta tica que emprende Lucero González da por
en un lenguaje contemporáneo, específica- sentado que la cuestión definitiva no tiene
mente, en un lenguaje post-heideggeriano, que ver con el asentimiento que se dé a la
las intuiciones y las experiencias que hicie- proposición sobre la existencia de Dios,
ron de san Juan de la Cruz uno de los más sino con la descripción de un cierto modo
grandes exponentes de la filosofía del Amor. de ser-en-el-mundo, cuya legalidad puede
Por supuesto que san Juan de la Cruz fue explicitarse sin necesidad de demostrar pre-
mucho más que un filósofo: fue también viamente la existencia de Dios. El místico
poeta —quizá el más grande de la lengua muestra al mundo que se puede vivir como
española—, pero ante todo fue un místico. él, que hay otros modos de ser distintos al
El libro de Lucero tiene como objetivo ateísmo y que este modo de ser puede traer-
describir el modo de ser-en-el-mundo de ese se a comprensión y a inteligibilidad.
místico que fue Juan de la Cruz, un modo Este ejercicio de exploración del modo
de vivir que dejó descrito en sus poemas y de ser del religioso encuentra ecos en el
en las explicaciones que él mismo dio a sus pensamiento de algunos filósofos que han
poemas. Esa forma de vida es precisamente querido partir de Heidegger para dar cuen-
la mística, y la lógica y racionalidad que sub- ta de otros modos de existencia. Pienso en
yacen a ese modo de ser-en-el-mundo puede Lévinas, en Henry, en Lacoste, en Chrétien,
ser comprendido y descrito con ayuda de la en Falque: filosofías que se han elaborado a
fenomenología y de la hermenéutica. partir de Heidegger para mostrar desde sus
El primer Heidegger se dio a la tarea, propios presupuestos la insuficiencia de sus
principalmente en Ser y tiempo, de describir planteamientos.
el modo de ser-en-el-mundo del Dasein, un ¿Cuáles son, en ese sentido, los aportes
ser atravesado por el tiempo que tiene un que la profesora Lucero González hace en
mundo de significaciones en el cual él se las este libro? De la mano de la filosofía de la
ve con su propio ser. El ser-ahí, como José mística que han elaborado los filósofos es-
Gaos ha traducido la expresión heideggria- pañoles Juan Martín Velasco, José Gómez
na «Dasein», existe bajo la forma del ciuda- Caffarena y Miguel García-Baró, el libro
do, o la cura, según la cual ha de resolver que presentamos aporta, a mis ojos, las si-
su propia existencia bajo el horizonte del guientes tesis sobre la mística:
tiempo cuyo destino último es la muerte. 1ª. La mística no es solamente un mo-
El libro de Lucero tiene el mérito de ape- mento especial de ‘éxtasis’ afectivo y espi-
lar a las categorías heideggerianas, es decir, ritual, privado, como suele entendérsele.
de aceptar a Heidegger y, al mismo tiempo, La mística es un camino de crecimiento

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espiritual con muchas —y a veces muy lar- algo sobre el amor mismo y sobre el verda-
gas— etapas que van del gozo al sufrimien- dero amante: que el centro de la experiencia
to, pasando por la más llana normalidad. El amorosa reside en el reconocimiento de la di-
místico es el que existe en tensión respecto mensión de misterio de aquello que se ama.
del Absoluto y dirige explícita e intenciona- Todo aquél que ama, dejará siempre abierto
damente su vida de cara a Él, aunque no ne- el concepto de su amado, pues cerrarlo sig-
cesariamente haya tenido raptos de gozo o nificará tender un cerco y tenerlo por ya del
desolaciones abismáticas. todo conocido y agotado. Es amante quien
2ª. La mística, por razón de la primera tiene conciencia de que siempre puede haber
tesis, no es un asunto exclusivo de perso- más, semper magis, en su amado.
nas extrañas, sino que es una vocación uni- 6ª. La condición de misterio arroja al
versal. Es verdad que ella admite grados, amante a un desasosiego permanente, pues
pues el camino andado por algún místico nunca goza de la presencia completa de su
le transforma de manera tal que le otorga amado. Si desde unas ciertas coordenadas
una mayor hondura en la experiencia de lo mundanas esto implica una invitación a
místico, pero en rigor, todo ser humano está abandonar la vida amorosa, la mística san-
llamado a y es capaz de la deificación pro- juanista nos ofrece otro horizonte de com-
pia de la mística. prensión de ese desasosiego: la ausencia y la
3ª. El centro de la vida mística es lo que noche oscura tienen el cometido de avivar
Juan Martín Velasco ha llamado «misterio- la llamada del amor, el apetito y la noticia.
fanía», que acoge la noción de «hierofanía» No otra cosa puede hacer el amante en este
de Eliade así como otras experiencias de la mundo que ensanchar su deseo.
totalidad, del infinito y del absoluto, que 7ª. La mística no es un asunto de expe-
pueden o no tener un correlato afectivo de riencias privadas, íntimas e indescifrables.
alegría o de dolor, pero que en todo caso se La mística es comunicable, aunque el aman-
caracterizan mucho más por la ausencia de te se sienta solo en su experiencia. Es nor-
su objeto que por la presencia explícita de él. mal que en los primeros estadios el espiritual
4ª. El misterio escapa a cualquier tipo confunda el camino místico con las expe-
de control y de objetualización. Como lo ha riencias personales fundamentadas en tem-
señalado Gregorio de Niza, cualquier con- ples de ánimo y/o estados afectivos. Pero en
cepto de Dios tiende un cerco sobre él y os- realidad, el místico sabe que esas vivencias,
curece su experiencia y el sentido que de Él afectivas o psicológicas, son apenas un pri-
podamos atisbar. A Dios no se le busca para mer paso en el camino de la deificación. Pa-
encontrar una satisfacción gozosa. Quien ra continuar, es necesario el ejercicio de las
eso hace concibe a Dios como un objeto virtudes, especialmente las teologales: la fe,
al que puede controlar. A Dios se le busca la esperanza y la caridad, de manera que la
por una profunda necesidad de sentido, que vida del místico tiene efectos visibles, públi-
permanecerá siempre truncado mientras el cos y no privados sobre la comunidad en la
«espiritual» exista en este mundo. Solemos qu está inserto. La mística no es una realidad
tener demasiado saber sobre Dios, demasia- que no pueda decirse, mirarse o hablarse de
das certezas, pero Dios es Deus semper abs­ ella. Muy al contrario, la mística implica una
conditus, y es esta característica suya lo que transformación radical de la vida hasta el
hace al místico permanecer persiguiéndolo. punto de llevar a la acción actos inauditos e
Las muchas certezas y los muchos saberes inexplicables a los ojos del mundo.
ofrecen placebos a la noche oscura, el ver- Estas siete tesis me parecen centrales
dadero iter de la mística y del amor. para comprender la mística a partir de san
5ª. En la lógica sanjuanista, la amada, el Juan de la Cruz desde el paradigma de la
alma, se enamora de su amado, que es Dios, fenomenología hermenéutica contemporá-
y se enamora por lo que de él conoce. Pero nea. En esa medida, el libro de la profesora
también se enamora en la medida en que hay González podría leerse también como un
siempre algo del amado que escapa a toda tratado de fenomenología de la analogía. Si
comprensión. La mística, pues, nos enseña hay un pensador analógico es precisamente

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san Juan de la Cruz, que ahondó en la es- una empatía con el carácter y pensamien-
tructura del ser personal hasta describir to españoles, añade una objetividad que da
muy detallada y minuciosamente cuáles son consistencia a la aportación española a la
las dimensiones de la estructura de la per- filosofía. Un foráneo describe nuestra cul-
sona, hasta descubrir que muy en el centro tura en sus aspectos más sugestivos y enri-
del ser humano habita un lógos que permite quecedores. Y, ante el inveterado problema
unificar la experiencia del mundo y la ex- de si España es capaz de tener una filosofía
periencia mística y hacerla comprensible y propia o no, llega un extranjero y, toman-
experimentable, al menos al modo como el do parte en esta problemática, aporta con
místico lo pueda verbalizar y lo pueda hacer creces elementos no sólo para fundamentar
realidad con sus actos y con su vida. En esta y corroborar la identidad de la filosofía es-
medida, en tanto filosofía de la analogía, la pañola, sino para ponerla en diálogo y a la
mística ofrece al ser humano un horizonte altura del resto de las filosofías europeas.
distinto al del mundo sobre cual trazar sus El problema de la identidad y existencia
proyectos y en el cual anclar sus esperanzas. de la filosofía española viene de lejos. En el
Además de Heidegger, subyacen al libro siglo XIX, Manuel de la Revilla sostiene que,
de la profesora González dos fuentes o ante- en España, en filosofía, salvo la escolástica,
cedentes importantes que pueden ayudar a nada hay que merezca la pena. En el extre-
comprender tanto la antropología y la mís- mo contrario, Menéndez Pelayo sostenía que
tica sanjoanista como la lectura que de ella España tenía una filosofía autóctona repre-
se hace en el libro. La primera es la antro- sentada por el lulismo, vivismo y suarismo.
pología trinitaria de san Agustín de Hipona, El prejuicio de que en España no ha habido
que había descrito al Misterio como interior filosofía propia y sí abundancia de mística y
intimo meo et superior summo meo, una fór- literatura ha sido un elemento admitido por
mula que se ha convertido en clásica para foráneos y por los propios españoles. Hoy,
la filosofía y la antropología de la religión, ese prejuicio se va diluyendo como también
imprescindible si se quiere comprender el la admiración española por lo extranjero. Y
itinerario del alma que va del mundo a la este libro ha contribuido a ello. Después de
trascendencia. La segunda es Edith Stein. la edad de plata de la filosofía española, con
La filósofa carmelita realizó, en clave feno- la Generación del 98 en primer término y la
menológica, y en este caso explícitamente Escuela de Madrid después, ha habido una
no-heideggeriana, un análisis de la mística auténtica elaboración filosófica que nada
sanjoanista en su celebérrima Ciencia de la tiene que envidiar al resto de las filosofías
Cruz. Con esLa profesora González indica europeas. Tanto en producción como en ca-
con agudeza cuáles son los lugares en los lidad, la filosofía española compite con los
que hay qtas dos fuentes por debajo, una de su entorno incluso suscitado la admira-
prosa limpia y una ordenación muy clara ción de éstas filosofías europeas. Prueba de
del texto, esta obra de Lucero González ayu- ello es el interés de Europa por nuestras pu-
da a comprender adecuadamente la poesía blicaciones filosóficas. El siglo XX es el mo-
y la prosa místicas de san Juan de la Cruz. mento de esa igualación filosófica de España
– Diego I. Rosales Meana y Europa. Y esta obra es una manifestación
fehaciente de ello.
El profesor Savignano ha sabido cap-
Sabignano, A., Historia de la Filosofía es­
tar el «pathos» del pensamiento español.
pañola del siglo XX, prefacio de Car-
Y aunque España, en ese siglo XX, fuese
los Díaz, Editorial Sindéresis, Madrid,
neutral en las guerras y acontecimientos de
2018, 463 págs.
la primera mitad del siglo, ha sabido em-
Esta obra de filosofía española del siglo patizar con el drama de Europa en ese mo-
XX, creo que es una síntesis encomiable mento: la angustia espiritual y el desorden
que difícilmente puede ser superada en es- de la razón que ha caracteriza la situación
ta temática. Resulta, en primer lugar, que cultural europea de esa época. La filosofía
el autor no es español y, a la vez que tiene española del siglo XX se caracteriza por una

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