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Sobre la pregunta si existe un nombre verdadero, hay que entender que se refiere con la palabra

“verdadero”. Aristóteles en la Metafísica define la verdad como: “Decir que es lo que es, y que no es lo
que no es” (Aristóteles, 1994). En esta visión la verdad es la correspondencia entre lo que se dice con la
realidad. Por eso es conocida esta idea como verdad por correspondencia. Pero ¿De qué es posible decir
que es lo que es? De lo que conocemos, pero ahora nos surge otra interrogante, qué es el conocimiento,
Foucault en una de sus conferencias dice: “(…) la razón por la que estos tres impulsos -reír, deplorar y
odiar- llegan a producir el conocimiento no es que se apacigüen, como en Spinoza, o se reconcilien o
lleguen a una unidad, sino que luchan entre sí, se confrontan, se combaten, intentan, como dice Nietzsche,
perjudicarse unos a otros” o sea que el conocimiento es el resultado de las lucha entre las percepciones
que el sujeto hace del objeto. Esto genera que Foucault concluya de la siguiente manera “no hay en el
conocimiento una adecuación al objeto, una relación de asimilación sino que hay, por el contrario, una
relación de distancia y dominación (…) no hay unificación sino un sistema precario de poder”.

Esto deja a entender que la verdad se vuelve imposible ya que no podemos entender al objeto a
conocer, por lo tanto, menos se podrá decir de este que es

¿Qué sucede con los nombres? ¿Hay una correspondencia entre ellos con lo que quieren representar?
El presente ensayo entiende que no. Ya que todo lo que venga entendido por el ser humano no es más que
un conjunto de relaciones no inmediatas con la cosa.

Las palabras no reflejan la esencia de las cosas o lo que hace una cosa, por lo que no puede haber
un nombre verdadero, no existe forma de darle un nombre real a las cosas, porque según Sócrates los
nombres tienen como fin distinguir la esencia de las cosas, “Sóc.-Entonces el nombre es un cierto
instrumento para enseñar y distinguir la esencia(…)” (platon, 1983)

Los nombres que se le dan a las cosas no reflejan lo que son o para que sirven por ejemplo una mesa,
en este rincón del mundo el fonema es m\e\s\a pero en otro lado del mundo es t\a\b\l\e , eso no quiere
decir que la “esencia” de la mesa cambie o tampoco su función, entonces ¿Por qué cambia la forma de
decir? y ahí entra la postura de Hermógenes que decía que los nombres venían de una convención social
y por eso cambiaría el fonema porque viene siendo otra sociedad,”Herm.-(…)no soy capaz de creerme
que la exactitud de un nombre sea otra cosa que pacto y consenso.” (platon, 1983), lo que no quiere
decir que los nombres sean falsos en una y correcto en otra, más bien no existe una manera de llamar
verdaderamente a las cosas por su naturaleza, también es más complicado el nombre de una persona ya
que si se quiere nombrarlo por su naturaleza, pero esa naturaleza seria su actuar, habría que nombrarlo
con un fonema que sea capaz de encerrar sus cualidades, pero como el hombre no es una máquina y tiene
cierta “libertad” de pensar como se le plazca y actuar a su criterio, en teoría, su esencia puede cambiar
según sus vivencias, según su actuar, si está actuando realmente como es o solo finge por miedo o
vergüenza de lo que piense el resto de su verdadera forma de ser y lo comiencen a nombrarlo como
realmente es, lo que nos llevaría a un nombre no real, no verdadero, no exacto. Un hombre no es capaz
tampoco de dar un nombre exacto, Sócrates decía que el que ponían los nombres vendrían siendo los
legisladores y también decía que no todos los hombres dan los nombres, porque no vendrían siendo
exactos, “Sóc.- Por consiguiente, Hermógenes, no es cosa de cualquier hombre el imponer nombres
(…) ” (platon, 1983).

Si el nombrar cosas no está en la capacidad de todos los hombres y de los pocos capaces no dan
nombres exactos, es imposible que haya nombres verdaderos y esto también nos lleva a cómo evolucionan
los nombres o más bien los fonemas de estos, lo que puede suceder cuando un legislador por ejemplo hace
dos mil años decidió dar un nombre a cierta cosa creyendo que ese fonema representaba la esencia de la
cosa, pero atreves del tiempo otro legislador lo traspaso mal o decidió que modificando el fonema se
representaría mejor la esencia de la cosa, pero ¿qué sucedería si Sócrates se equivocaba? Y los nombres
no tienen que reflejar la esencia de una cosa y solo una persona la comenzó a llamar de cierta forma y lo
siguió haciendo y la gente que lo rodeaba también lo hizo y así se le dio nombre a las cosas y Hermogenes
tendría razón y los nombres se dan por un consenso social, pero si es así, no tendría por qué haber nombres
ideales no habría por que existir un nombre verdadero o uno falso, solo que en el lugar o la época en la
que se desenvuelve se le da un nombre a cierta cosa, como por ejemplo el fonema “b/u/e/n/o” es el
nombre que se le da a una cosa que es de valor positivo, pero con el cambio de épocas con el nuevo
vocablo juvenil, ahora igual se le puede poner el fonema “b/a/c/a/n” que igual es algo de valor positivo,
lo que quiere decir que el lenguaje evoluciona porque hace trecientos años no existía el fonema b/a/c/a/n
pero ahora es común entre las generaciones más jóvenes cuando nombran a una situación positiva, ningún
fonema viene siendo malo ningún fonema viene siendo bueno.

“Esto no es una pipa”, es una pintura que representa lo que nosotros conocemos como pipa, pero
abajo sale escrito “esto no es una pipa” y esto nos ayuda a entender que no hay nombres reales ni
verdaderos, porque si alguien decidio que se llama asi no significa que realmente se llama asi,

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