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ANTECEDENTES DE LA NOVELA EN ESPAÑA SIGLO XVI

En España, durante el siglo XVI, comenzaron a aparecer muchos tipos de ficción, los

cuales se vieron influenciados mutuamente para dar origen a nuevos tipos de narrativa.

Hubo cinco tipos de narrativa que destacaron en esta época: caballería, pastoril, moros,

bizantinos y picarescos; considerándose a la Península Ibérica durante el siglo XVI

como un “vasto laboratorio para la experimentación e innovación literaria” (Gerli, 178).

Sin embargo, muchas de estas narraciones fueron desechadas a excepción del Lazarillo

de Tormes. Otras obras como “La Celestina” y “Grise y Mirabella”, tuvieron un gran

éxito comercial e influyeron en la narrativa del siglo XVI.

Entre las novelas de caballería, podemos encontrar a Amadis de Gaula, la cual narra la

historia del “prototipo de héroe invencible, cortés, de noble nacimiento y espíritu, cuyo

corazón y deseos se mueven únicamente por los pensamientos de su dama” (Gerli, 181).

Fue tan alta la popularidad de este tipo de novelas, que ejercieron una gran influencia

sobre la literatura tanto del siglo XVI como del siglo XVII, prácticamente se podría

decir que la caballería dominó la producción literaria durante la primera mitad del siglo

XVI. Estas novelas, no solamente tuvieron una influencia literaria en España sino

también cívica y política. “Estos libros subrayaron la unión fértil de armas y

espiritualidad, de autoridad política y devoción religiosa, que impregnaba todas las

dimensiones de la vida española en el siglo XVI” (Gerli, 184). Sin embargo, años más

tarde, Miguel de Cervantes Saavedra con su obra Don Quijote de la Mancha, fue quien

criticó duramente a estas novelas por medio de la sátira.

A mediados del siglo XVI, apareció otro tipo de narración: el romance pastoral. Se

pueden observar algunos indicios en uno de los libros del ciclo de Amadis, con la

aparición del pastor Darinel. Sin embargo, se le etiqueta como primera obra pastoral a

“Los siete libros de Diana” escrita por Jorge de Montemayor. El amor es el centro
alrededor del cual se desarrolla esta narración. “Si es verdadero, el amor es casto y puro,

desinteresado y movido por la virtud. El amor falso, por otro lado, brota de los apetitos

y persigue la satisfacción física” (Gerli, 188). “El amor verdadero inevitablemente trae

sufrimiento a todos los amantes que buscan la belleza, verdad y unión espiritual con el

amado” (Gerli, 189).

Para el año 1551, con la impresión del Inventario de Antonio de Villegas, la narrativa

cambió: aparición de la novela morisca. “Todo en esta narrativa sucede en un plano

humano y en una geografía conocida. No hay gigantes, hechiceros, salvajes o pastores

contemplativos” (Gerli, 190). Los personajes ya no se ven tan influenciados por la

caballería como una excusa para el amor, sino son movidos por sus sentimientos

personales. En estas novelas, se podía observar un desacuerdo con la realidad social de

España de esa época, al desacreditar la creencia de un imperio católico español

racialmente puro.

Por otro lado, hubo un grupo de humanistas que creían que la clave para llegar a una

perfección poética era una revolución neo-aristotélica de la epopeya en prosa. Obras

como “Leucipa y Clitofonte” y “Los amores de Teágenes y Cariclea” contribuyeron en

su manera a la aparición de las novelas bizantinas. En estas obras literarias, podemos

darnos cuenta cómo el narrador está presente en la historia incluso siendo uno de los

mismos personajes. “Mediante la participación directa del narrador en la acción, la obra

presenta una perspectiva que puede ser cualquier cosa menos objetiva” (Gerli, 193). Por

tal razón, es que estas novelas merecen una mención en la historia de la narración en

España del siglo XVI.

En el año 1554, surgió un nuevo tipo de narrativa que dejaría una huella en la literatura

europea: el romance picaresco. “La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y

adversidades” es el libro icónico de esta narrativa. Probablemente, la anonimidad de


este libro es intencional con el objetivo de “aumentar el contraste entre Lázaro, ansioso

por proyectar la fama personal y el privilegio recientemente ganado, y el escritor

histórico que, mediante el silencio intencional de su nombre, rechaza implícitamente a

Lázaro y todo lo que representa” (Gerli, 197). Esta narrativa se centra en una vida llena

de pobreza y tropiezos que tratan de reflejar dos aspectos de la vida cotidiana de la

España del siglo XVI: hambre y pobreza. A diferencia de los anteriores tipos de

narración, la picaresca tiene como objeto de interés la parte más oscura de la existencia

humana presentando personajes en su mayoría inmorales, a los cuales se les ofrece una

oportunidad de redención casi nula.

Cabe resaltar que tanto los breves relatos como las anécdotas sirvieron como base para

la narrativa española del siglo XVI. Muchos de estos cuentecillos fueron partícipes en la

narración de muchos autores, como ejemplo en “Don Quijote de la Mancha”, sirviendo

como modelo del lenguaje ordinario de Sancho Panza.

Finalmente, “no es posible hablar de formas narrativas estables y modelos en la España

del siglo XVI que puedan servir como precursores categóricos de algo que llamamos “la

novela”, para lo cual tampoco hay un único paradigma narrativo, pero todos los libros

examinados aquí ayudaron de una manera u otra a moldear los estilos y gustos

narrativos que conducirían a la aparición de la novela de la mano de Miguel de

Cervantes” (Gerli, 200).

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