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232. Diversas clases de acumulación de pretensiones.

Existen diversas clases de acumulación de pretensiones:

I. a) Acumulación meramente subjetiva, cuando varias personas son titulares, o


pretenden serlo, de un mismo derecho o situación jurídica, y utilizan la misma
demanda para formular su pretensión (por ejemplo, los varios herederos para
reclamar un derecho de su causante, o los varios acreedores por un mismo título
del deudor común); o cuando un solo demandante demanda a varias personas
respecto a la misma pretensión, o varios demandantes a varios demandados.
II. a) Acumulación objetiva de pretensiones, que ocurre cuando un demandante o
varios demandantes, en la misma demanda ejercitan diferentes pretensiones,
como es lo más frecuente.
Esta acumulación objetiva se subdivide así:
a) Pretensiones principales y subsidiarias, cuando las segundas se formulan para
que el juez resuelva sobre ellas únicamente en caso de negar aquéllas; pudiendo
existir todo un grupo de subsidiarias para el caso de negarse todas las principales,
o subsidiarias de alguna o de varias de las principales (en ambos casos puede
formularse cada subsidiaria a continuación de la respectiva principal, o también
después de formuladas todas las principales plantearse todas las subsidiarias, a
gusto del abogado).
b) Pretensiones subsidiarias de otras subsidiarias y entonces éstas se conocen
como de primer grado y aquéllas como de segundo grado, y así sucesivamente
(hemos conocido demandas de cinco grupos de sucesivas subsidiarias, por
ejemplo: como principal la inexistencia de un contrato; subsidiaria de primer grado,
su nulidad; subsidiaria de segundo grado, declaración de lesión enorme;
subsidiaria de tercer grado, resolución por otra causa; subsidiaria de cuarto grado,
cumplimiento de las obligaciones insolutas). Es muy importante estudiar todas las
posibles subsidiarias, para el caso de fracasar las anteriores, para evitar la
necesidad de otro proceso posterior y el riesgo de que durante el trámite del
primero se produzca la caducidad o la prescripción del derecho que dejó de
reclamarse subsidiariamente.
c) Dentro de cada grupo de principales o de subsidiarias, es muy frecuente que
unas (que deben presentarse como primeras), sean causa necesaria de otras, que
deben formularse a continuación, de tal manera que de no prosperar las primeras,
tampoco pueden lograrlo las otras; por ejemplo: se pide la nulidad de un contrato
de compraventa y como consecuenciales la restitución del bien objeto del mismo,
el pago de perjuicios, de frutos y productos; o la resolución de dicho contrato y las
mismas consecuenciales (pueden hacerse varios grupos: uno con la principal de
nulidad y sus consecuenciales; otro con la principal de resoluciones y sus
consecuenciales; lo mismo en cada grupo sucesivo de subsidiarias). Puede
hablarse, por tanto, de pretensiones principales iniciales y consecuenciales;
también de pretensiones subsidiarias iniciales y consecuenciales.
d) Pretensiones sucesivas para que todas se satisfagan y pretensiones
alternativas, para que bien sea el demandante o el demandado, según fuere el
caso, escoja exigir (el primero) o satisfacer (el segundo); por ejemplo: la
resolución de contrato de compraventa viciado de lesión enorme, o completar o
restituir (según que el demandante sea el comprador o el vendedor) la parte del
precio justo que faltó o sobró; la entrega de cierta mercancía o del valor comercial
de ella. Estas pretensiones alternativas pueden formar parte del grupo de
principales o de cualquiera de las subsidiarias. Cuando se han acumulado varias
pretensiones en la demanda, si encuentra el sentenciador que solamente existe
jurisdicción y competencia respecto de unas, pero no de otras, o que falta otro
requisito para resolver en el fondo sobre algunas pero no sobre las demás, debe
proferirse sentencia de mérito respecto a las que no tienen ese vicio o tal defecto
procesal.

233. Los fundamentos de hecho.


El señalamiento de los hechos es fundamental en toda demanda, ya que vienen a
ser como la historia del litigio, cuando lo hay por tratarse de proceso contencioso,
o de las circunstancias que motivan la necesidad y procedencia de la declaración
debida, en los procesos de jurisdicción voluntaria. De esos hechos emana el
derecho que se pretende; de ahí que la causa petendi y los hechos son términos
sinónimos, como lo explicamos al estudiar la pretensión.
Para los simples efectos de la admisión de la demanda basta presentar una
relación clara y numerada de hechos, entre los cuales pueden aparecer o no los
que sirvan para determinar lo que se pide. La improcedencia, inexactitud,
contradicción e ilicitud de los hechos o su insuficiencia no son cuestión de previo
examen, y menos aún motivo para la no admisión de la demanda; deben
examinarse en la sentencia.
En cambio, si los hechos están redactados en forma confusa, que no permita
saber con precisión su contenido o significado, se faltaría a este requisito formal.
Las denominaciones jurídicas de los hechos son innecesarias, pero si se incluyen
no obligan al juez ni desvirtúan su naturaleza, en caso de ser erradas. Tampoco
es defecto acompañar los hechos de raciocinios y apreciaciones de derecho, pues
esto, en ocasiones, contribuye a precisar su sentido. Para el éxito de la demanda
y el contenido de la sentencia, los hechos alegados en aquélla son
trascendentales, puesto que, como hemos dicho, constituyen la causa petendi o el
título de donde se hace emanar el derecho pretendido, y por esto la sentencia
tiene que versar sobre las pretensiones en relación con la causa invocada para
ellas en la demanda y sobre las excepciones y hechos afirmados por el
demandado, para que no resulte incongruente.
En los procesos de jurisdicción voluntaria la ausencia de litigio y de controversia,
al menos inicialmente, los hace menos importantes para la eficacia de la
demanda. La afirmación de los hechos constituye, pues, un acto jurídico procesal,
cuyos efectos jurídicos son de suma importancia; no así las alegaciones de
derecho, porque su ausencia o error es suplido forzosamente por el juez.
La doctrina moderna considera suficiente para el éxito de la demanda la indicación
de los hechos necesarios “para individualizar o identificar la acción que se
propone”, como dice Chiovenda ; es decir, para fijar las pretensiones de manera
que no exista incertidumbre sobre el objeto de la demanda. Es la teoría de la
individualización , a la cual se opone la de la sustanciación, que es más rigurosa y
exige indicar todos los hechos que fundamentan el derecho que se hace valer.
Entre los sostenedores de esta última, algunos exigen que todo el material de
hecho de que quiere servirse el actor en el pleito se indique en la demanda, de
manera que la alegación posterior de un hecho no comprendido en aquélla sería
cambio de demanda y por lo mismo inadmisible. Pero, como dice Chiovenda,
“esta opinión se enlaza con formas de procedimiento hoy en desuso y no tiene
muchos adeptos”.
Es decir: basta alegar los hechos fundamentales, de donde emana la pretensión,
sin exigir que se enuncien todos los detalles o todos los hechos circunstanciales
que puedan interesar.
De lo anterior se deduce que la causa petendi debe ser el conjunto de hechos de
donde se derive el derecho pretendido por el demandante o la relación jurídica
sustancial que alega; pero en la práctica puede haber diferencia entre aquélla y
éstos, cuando hubo error o deficiencia en la enunciación de tales hechos en la
demanda. Entonces la demanda fracasará.
No es indiferente la manera como se formulan; pero no debe exagerarse, porque
si es posible conocer la verdadera intención encerrada en los hechos expuestos,
ésta debe prevalecer sobre el tenor literal.
Es necesario distinguir los hechos sustanciales y los meramente accesorios o
circunstanciales, para limitar tal exigencia a los primeros, es decir, a aquellos que
configuran la causa petendi, la fuente de la pretensión, como determinado
accidente, el contrato cuyo cumplimiento se pide o del cual emana el derecho
pretendido, las relaciones sexuales o la posesión de estado en los casos de
filiación extramatrimonial, el vicio que configura la nulidad reclamada, etc. En
cambio, la mayor o menor velocidad del vehículo que ocasione el accidente, el
estado de salud o sobriedad del conductor y demás circunstancias que existieron
en el caso; el lugar donde ocurrieron las relaciones o la posesión de estado y la
manera cómo sucedieron; las circunstancias que rodearon el contrato y que
condujeron al vicio del consentimiento que señala, etc., vienen a formar hechos
accesorios que en caso no enunciarse en la demanda, no impiden que la causa
petendi resulte claramente determinada y, por consiguiente, basta probarlos en el
curso del proceso para que en la sentencia se tengan en n en ta con todas las
consecuencias legales.
De lo contrario se pecaría por Lina exagerada exégesis y se sacrificaría el
derecho a la forma, con violación del principio general sobre interpretación ¿e las
normas de procedimiento, de manera que se hagan efectivos derechos
sustanciales que con ellas se tutelan y de los actos procesales en general .

Naturalmente, como el título o causa del derecho aducido por él actor es el mismo
generador de la obligación que se imputa al demandado, porque entre ellos existe
una relación de causa a efecto, si se demanda a una persona para que sea
condenada a pagar una suma de dinero por una causa y en el curso del proceso
se prueba que existe su obligación, pero por otra causa distinta, no es procedente
reconocer dicha obligación, porque no es materia de la litis contestatio. En estos
casos, los hechos son determinantes del petitum y su ausencia haría ineficaz la
demanda; éste es un aspecto de la necesaria congruencia de la sentencia.
Se exceptúa de esta limitación cuando, en virtud de la expresa facultad legal que
se otorga al juez de primera instancia, puede otorgar más de lo pedido o una
prestación no pedida. Mas no hay que confundir la causa petendi (hechos) con las
pruebas que en la demanda se pidan para demostrarla; éstas pueden variar en el
proceso, sin que ello signifique alteración de aquélla, y siempre deben
considerarse en la sentencia. Lo mismo sucede con las razones jurídicas para
apoyar la pretensión.
También para la fijación de la cuantía son muy importantes los hechos de la
demanda, y en caso de que de ellos aparezca clara, deben primar sobre la
apreciación arbitraria que haga el demandante en otro lugar del libelo. Insistimos
en que lo que importa es la naturaleza de los hechos, no la calificación jurídica
que les dé el demandante, y para apreciarlos debe el juez considerarlos en
conjunto, relacionándolos a un mismo tiempo con los fundamentos de derecho y
con las peticiones, para desentrañar su verdadero contenido y alcance. Es decir,
la demanda se debe interpretar, en su conjunto, con criterio jurídico y no literal.
Hay que buscar en esos hechos todas las consecuencias lógicas sin limitarse a un
examen literal de sus enunciadores.
Muy importante es la autorización al juez para que tenga en cuenta en la
sentencia hechos ocurridos después de presentada la demanda y que obviamente
no han sido alegados en ella, que modifiquen o extingan el derecho pretendido por
el demandante (pero no cuando constituyen una nueva causa petendi o generen
una diferente pretensión), siempre que aparezcan probados en el proceso y que
se aleguen antes de la sentencia de la respectiva instancia o sean de aquellos
que la ley permite considerar de oficio (como los constitutivos de excepciones de
mérito distintas de prescripción, compensación y nulidad sustancial relativa).

234. Los fundamentos de derecho.


Para la admisión de la demanda suelen exigir los Códigos que se señalen los
fundamentos de derecho, es decir, las normas legales que el demandante
pretende que son aplicables, a su favor, al caso materia del proceso.
Pero no hace falta señalarlos en forma detallada, y menos aún que sean
conducentes y precisos, por dos razones: porque la conveniencia de su aplicación
al caso no puede ser apreciada sino en la sentencia, y porque el juez está
obligado a aplicar el derecho, cualquiera que sea la norma que lo contenga, haya
sido o no citada o alegada por la parte y sin necesidad de probar su existencia:
iura novit curia.
Por eso la afirmación de los fundamentos de derecho no es un acto jurídico-
procesal, sino un acto intransitivo o neutro, puesto que no produce ningún efecto
jurídico.

235. Inadmisión y rechazo de la demanda.


Para que la relación procesal nazca se deben reunir los presupuestos procesales,
que son las condiciones generales necesarias para que ella surja y se produzcan
sus efectos jurídicos. El juez debe examinar oficiosamente si se encuentran o no
cumplidos, antes de darle curso a la demanda, sea que la relación procesal surja
con su comunicación al demandado o con la aceptación de proveer cuando no
existe contraparte o se debe resolver de plano. Si no se cumplen, debe negarse a
tramitarla. En este caso pueden ocurrir dos situaciones la inadmisión o el rechazo
de la demanda. Se inadmite la demanda cuando le falta algún requisito o un
anexo o tenga algún defecto subsanable y con el fin de que sea subsanado en el
término que la ley procesal señale; por lo tanto, la inadmisión es una medida
transitoria. Se rechaza la demanda, como medida definitiva en dos casos: a
posteriori, cuando no se subsana oportunamente el defecto que motivó la
inadmisión, y de plano o in limine cuando el juez carezca de jurisdicción o de
competencia para el asunto y cuando la acción haya caducado por haber
transcurrido el término que la ley señale para su ejercicio. En el auto que rechaza
la demanda, el juez debe ordenar la devolución de los anexos presentados con
ella y el archivo del libelo, lo cual hace que no se produzca la suspensión por su
presentación de la caducidad ni la prescripción; pero esto no procede cuando el
rechazo fue por falta de competencia, porque entonces el juez debe enviar el
expediente al otro juez o al tribunal que estime ser quien tenga dicha
competencia, por economía procesal.
Si quien lo recibe tampoco se cree competente, debe solicitar que el conflicto lo
desate la autoridad a quien corresponda. Y cualquiera que sea la decisión del
conflicto, la suspensión de la caducidad o la prescripción y los demás efectos de
la demanda, se surte desde el momento de su presentación ante el primer juez.
En la mayoría de los sistemas vigentes, salvo en los procesos ejecutivos, el juez
debe limitarse a examinar el cumplimiento de los requisitos externos, su
competencia, la representación y existencia y domicilio de las partes; la petición o
presentación de las pruebas aducidas; si los hechos y las peticiones son
inteligibles; la designación de la cuantía; la denuncia de dónde (casa, apartamento
o lugar de trabajo) se van a recibir las notificaciones personales o por aviso, tanto
el demandante como el demandado, o la afirmación bajo juramento de que se
ignoran los de éste; la presentación en legal forma y con los necesarios anexos;
los especiales requisitos que la ley contempla para ciertas demandas; la correcta
acumulación; la posible caducidad de la acción.
Pero para la admisión de la demanda no le corresponde entrar a estudiar la
procedencia o exactitud de tales hechos y peticiones, ya que su examen de fondo
debe reservarse para la sentencia, y aun cuando por la lectura del libelo se
convenza el juez de la falta de derecho del demandante, no puede rechazar la
demanda, porque son cuestiones para decidir en la sentencia o a veces como
excepciones previas que debe formular el demandado .
Lo mismo sucede con los fundamentos de derecho. Sería mejor darle facultades
al juez para exigir de oficio que se cumplan los requisitos de fondo de la legitim
ación de la causa y el interés sustancial para la sentencia de mérito, y permitir que
el demandado proponga como excepción previa estas cuestiones, para evitar
procesos inútiles, cuyo fracaso se conoce de antemano . Con mayor razón para la
falta de integración del litisconsorcio necesario y a la falta de prueba de la calidad
de heredero o de cónyuge, en virtud de la cual se cita al demandado; nosotros
preferimos una norma general, para todos los casos de falta de legitimación en
causa o de interés sustancial serio y actual en cualquiera de las partes. Puede
suceder que el jiiez no caiga en la cuenta de la falta de algunos de los requisitos
exigidos por la ley y que le dé curso a la demanda; en tal caso, el demandado
puede proponer la excepción previa correspondiente, cuando exista un defecto
que tiene este valor según la ley procesal; pero si tampoco el demandado lo hace,
o no puede hacerlo porque la ley no se lo permite, el juez no puede luego negarse
a proveer alegando tal circunstancia, a menos que se configure una nulidad no
saneable, pues si lo es se produce su saneamiento; naturalmente, los defectos de
la demanda pueden motivar una sentencia desfavorable si afectan la prueba del
derecho o impiden reconocer la pretensión o hacen imposible la condena, y tan
bien pueden conducir a un fallo inhibitorio .
En los procesos de jurisdicción voluntaria ha de tenerse un criterio más amplio
que en los contenciosos para la apreciación de los requisitos de admisión, cuando
no respondan a exigencias especiales de la ley, a competencia y a capacidad,
dado que no hay partes opositoras.

236. Retiro, reforma y adición de la demanda.


Puede retirarse la demanda, sin que esto implique desistimiento, ni impida volverla
a presentar, mientras no se haya notificado al demandado el auto que la admitió y
siempre que no se hayan practicado medidas cautelares. Se permite reformarla o
adicionarla por las veces que se quiera antes de la notificación del auto que la
admite a todos los demandados, y con ciertos requisitos y por una sola vez
después de dicha notificación.

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