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RESPONSABILIDADES Y CASTIGOS
Stella Maris Firpo.
Una de las múltiples cuestiones de debate actual en la Argentina, está en el disminuir la
edad de imputabilidad de los adolescentes –a 16 ó 14 años– lo cual plantea la
pregunta por la responsabilidad jurídica, pero también por la subjetiva .
La dificultad hoy es “hacerse un lugar” en esta transformación social. Han estallado las
ideas de prosperidad, de ciencia al servicio de todos, de educación extendida, de equidad
económica, social y simbólica, de regímenes políticos eficientes y justos.
Los jóvenes son promesa de futuro y a la vez amenaza que pone en riesgo los valores ya
consolidados de los adultos; pueden decantar para un lado o para otros, de allí su
peligrosidad, pero también su potencialidad. Son habitantes cambiantes de lo liminar. Como
plantea Víctor Turner: “ No estamos tratando con contradicciones estructurales cuando
analizamos la liminaridad, sino con lo esencialmente no estructurado que al mismo tiempo
está destructurado y pre-estructurado ” 1 .
Lo liminar es un lugar central donde se posibilita el después, que está abierto al porvenir y
desde donde nace lo nuevo.
El discurso jurídico, es uno de los múltiples discursos que va construyendo una noción de
adolescencia en el eje de quién es responsable como imputable y quién no lo es.
Desde épocas remotas se consideraba que la infracción jurídica determinaba una
consecuencia: el castigo. Luego se logró establecer una diferencia entre el castigo y la
sanción, que ya no son equivalentes, dado que esta última no está dirigida a producir un
daño en el culpable –como sí el castigo–, ni a repetir el mal que otro provocó en uno. La
sanción pretende recomponer el equilibrio legal y desalentar el beneficio que un ser
responsable pueda obtener fuera de los caminos que marca el derecho.
Desde el punto de vista jurídico, responsable es quien puede responder (y para poder
responder hay que estar en posesión de todas las facultades mentales y saber diferenciar lo
permitido de lo prohibido), diferencia ésta, fundamental.
El adolescente ya tiene un acervo de otro simbólico, pero aún el lazo con el otro real es
necesario en su función de acompañar, sancionar y legitimar, posibilitando esa función de
límite entre lo lícito y lo ilícito.
Son estos adolescentes –que nos generan al mismo tiempo terror y pena– de los que se debe
decir que también en ellos el lazo con otro real es decisivo e importante. Las secuencias de
infracciones alargan las condenas de sus –siempre– breves vidas.
Dos cuestiones no pueden ser dejadas de lado: la historia libidinal de cada sujeto y la
cultura vigente. Si es cierto que un joven pone en acto lo que no puede poner en palabras y
muestra así las fallas en la constitución de una función de terceridad; no es menos cierto que
la terceridad está formada por internalización de un universo que es social, que conspira –
todavía– contra la instauración de la ley y mantiene la trasgresión, la corrupción y la estafa
como forma de lazo social, dando un modelo desresponsabilizante.
La sanción subjetiva es el acto de dar un nombre a una acción, apelando a la respuesta del
sujeto, con el fin de hacer lugar a la posibilidad de su afirmación o rechazo a las
consecuencias.
Tema de Tesis
Referencias
1.Turner Víctor. Entre lo uno y lo otro: el período liminar en los “ritos de pasaje” en “La
Selva de los Símbolos”. Pág. 104. Siglo XXI, 4ª edición. México, 1999.
2. Dobón Juan. El sujeto en el laberinto de los discursos en “Lo público, lo privado, lo
íntimo”. Pág. 62. Letra Viva, 1ª edición. Buenos Aires, 2001.