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La moral en Immanuel Kant y el caso de Nelson Mandela

En el presente ensayo, se analizarán los principales hitos de la vida de Nelson


Mandela a la luz de la concepción de moral elaborada por Immanuel Kant. Para esto, en
primer lugar, se realizará una breve presentación biográfica de Kant, para luego explicar sus
principales conceptos, de modo que finalmente, sea posible analizar su aplicación para la
historia de Nelson Mandela.
Immanuel Kant vivió entre 1724 y 1804. Luego de estudiar religión en un colegio de
curas muy estricto, ingresa a la Universidad de Königsberg, en la cual abrió su espectro de
conocimiento estudiando diversas materias como ciencias naturales, ética, lógica,
matemática y filosofía. Para el traductor de su obra al español, Pedro Ribas, su paso por el
colegio religioso explicaría luego su aversión a ese tipo de enseñanza, perfilando a Kant como
un defensor de la diversidad y la razón. Uno de los pilares de su pensamiento lo constituye
esta defensa de la razón, gracias a la cual señala que el hombre logra salir de la “minoría de
edad” que significaban las épocas anteriores a la ilustración, donde predominaba la acción
guiada por los mandatos de la religión y la costumbre. Con el paso de los años se convirtió
en un reconocido filósofo, al alero del reinado de Federico el Grande, quien mostraba una
relativa simpatía hacia la ilustración, su período de mayor auge intelectual fue entre sus 50-
60, cuando publica su obra insigne, “La crítica de la razón Pura. A su vez, se suele destacar
lo disciplinada que era la vida de Kant, es conocida la anécdota de que la gente solía ajustar
su hora de acuerdo con el siempre puntual paseo mañanero de Kant, únicamente
conmocionado por la revolución francesa.
En primer lugar, cabe hacer una distinción entre ética y moral, en Kant la ética es la
reflexión racional sobre la moral. En efecto, la ética analiza los conceptos que se nos aparecen
en los hechos morales, como la bondad, el deber, la felicidad, la justicia, la virtud y la libertad.
Kant señala que todos los seres humanos son seres morales, pero ¿Qué quiere decir con esto?
Para el filósofo, el ser humano es un ser moral porque tiene capacidad de elegir a la hora de
actuar, esto implica que es responsable de sus actos y, por ende, que es capaz de evaluar sus
consecuencias.
El propósito fundamental de la filosofía de Kant es fundar una ética universal, es
decir, que sea válida para todo el mundo. Para esto, la ética debe estar “vacía de contenido”,
puesto que no nos debe decir qué es exactamente lo que debemos hacer en un momento
concreto, sino cómo debemos de actuar o elegir qué es lo que hay que hacer. Asimismo, a
diferencia de la concepción de Aristóteles, donde se presentaba un fin a perseguir, como la
felicidad, para Kant la ética universal se justifica a sí misma, no es un medio para alcanzar
otro fin, sino buena inherentemente buena.
Las herramientas conceptuales de las que se vale Kant para desarrollar su ética
universal y con ello su concepción de la moral, son la distinción fundamental entre
imperativos hipotéticos e imperativos categóricos. Por un imperativo hay que entender un
mandato, una orden. Todos los imperativos se expresan por un “debes…”. Volviendo a la
distinción kantiana de imperativos hipotéticos y categóricos, los primeros indican la clásica
fórmula que, si se quiere conseguir X, debe hacerse Y. Por ejemplo, si se desea ser bueno
para el fútbol, se debe entrenar bastante. Por otro lado, en los imperativos categóricos, lo que
manda para hacer la acción no es un deseo, una finalidad, sino que manda una acción por sí
misma necesaria, sin referencia a ningún fin material, por lo que se dice sería “formal”. Por
esto mismo, el imperativo categórico obliga de manera absoluta, por puro deber y sin ninguna
condición, ya que es una norma de carácter universal. Es la verdadera ley moral que la
voluntad se da a sí misma.
Ahora bien, esto genera los problemas sobre ¿Cómo identificar los imperativos
categóricos? y ¿Qué máximas seguir?
El filósofo proporcionará tres formulaciones al respecto, que constituyen al
imperativo categórico. Cada máxima se refiere también a una noción fundamental de Kant,
estas son la universalidad, la autonomía y la humanidad. La primera máxima, con referencia
a la universalidad indica “obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción
se convierta en una ley universal”. La segunda máxima, se relaciona a la autonomía, para
Kant, todos los seres son racionales y libres, por lo que la hablamos de moral autónoma
cuando la norma moral que encuentro en mí procede de mi razón y tiene su fundamento en
ella, y no, en un mandato externo. Finalmente, Kant se refiere a una noción de la humanidad,
para él, hay que actuar de un modo que siempre se consideren a los otros humanos (y así
mismo) como fines y no como medios. Para ejemplificar lo anterior, es posible analizar un
caso clásico, ¿por qué mentir es malo? Según la máxima que señala que mi forma de actuar
se convierta en universal, tendré que pensar que, si yo miento, probablemente me mientan
luego a mí, lo cual evidentemente no resulta deseable. Luego, al mentir, se busca engañar a
una persona para conseguir algo, por lo tanto, se le trata a esta persona como un medio y no
como un fin. Finalmente, el acto de no mentir, para Kant, se justifica porque la verdad sería
un valor por sí misma, y no por las consecuencias que pueda tener (que me pillen en la
mentira), de modo que el actuar de una determinada manera, en este caso decir la verdad,
debe ser producto de la reflexión personal y muestra de la autonomía de cada ser humano
(gracias a nuestra capacidad de razonar), y no, de una simple orden externa.
Una vez analizados los principales conceptos de Kant, cabe remitirnos a la vida de
Nelson Mandela para ver en qué medida es un ejemplo de su aplicación. Mandela fue un
revolucionario, líder político y filántropo sudafricano que se desempeñó como presidente de
Sudáfrica desde 1994 hasta 1999.
¿Por qué es tan histórico Mandela? En primer término, pues fue el primer jefe de
estado negro del país y el primero elegido en una elección democrática plenamente
representativa. No obstante, este es sólo el final de una larga trayectoria como activista por
la defensa de los derechos de los negros y la lucha por la igualdad, lo que incluso le valió ser
premio nobel de la paz en 1993.
Para comprender el actuar de Mandela es necesario revisar el contexto histórico de su
vida. Mandela nació en 1918 y vivió en una sociedad profundamente racista, en la cual desde
1944 se estableció la institucionalización del apartheid, un régimen que privilegiaba a los
blancos. En concreto, se dividía la ciudad, con lugares residenciales para blancos,
generalmente los mejores, y otros para negros, mucho más precarizados, de la misma manera
que se prohibía a los negros alcanzar cargos altos en puestos de trabajo, se prohibían los
matrimonios entre negros y blancos, y se les impedía a los negros participar de cargos
políticos, entre otras discriminaciones. En este contexto, Mandela fue un activista por los
derechos de los negros y por organizar actividades de solidaridad entre estos y de protesta
hacia el régimen de supremacía blanca, fue encarcelado en 1962 y estuvo en prisión durante
27 años. Al salir de la cárcel, continuó su activismo político y cuando llega a ser presidente,
su gobierno se centró en desmantelar el legado del apartheid al abordar el racismo
institucionalizado y fomentar la reconciliación racial.
Para finalizar y vincular a Kant y Mandela, cabe preguntarnos ¿representa Mandela
un ejemplo de aplicación de la concepción moral de Kant?
En cuanto a su acción, por el contexto histórico que vivió, probablemente era más
fácil para Mandela hacer “oídos sordos” a las injusticias que se vivián, pues aun cuando el
era negro y sufría en carne propia las consecuencias del apartheid, de seguro podría haber
elegido un camino de vida donde trabajara e hiciese el “menor ruido” posible, lo que
probablemente le habría evitado los casi 30 años de prisión. En este sentido, vemos que el
actuar de Mandela no está guiado por un deseo personal, ni por el miedo a sufrir las
consecuencias, sino que actúo siempre por una convicción personal, autónoma, en lo que le
dictaba su razón. En esto se cumple el ideal de Kant, del sujeto que se dicta las normas a sí
mismo, sin seguir mecánicamente lo dicho por leyes y concepciones morales externas. Esto
habría sido, por ejemplo, aceptar el orden social del apartheid sin cuestionamientos por ser
una costumbre.
Luego, se puede señalar el carácter universal de su actuar, de la misma forma que en
la concepción de Kant, en tanto Mandela no vela por una superioridad negra o de algún grupo
social en particular -incluso no busca venganza luego de todo lo que sufrió- sino por una
igualdad, lo que reflejaría la formulación del imperativo categórico según el cual una acción
es correcta en la medida que todos deberían actuar así. Esta era la dimensión universal del
imperativo categórico, que como es posible apreciar, también se cumple para el caso de
Mandela.
Por último, también se puede apreciar que en su pensamiento los humanos deben ser
tratados como fines en sí mismos, para él los negros de la época eran instrumentalizados por
los blancos, sin embargo, esto tampoco les daba derecho a actuar a ellos de la misma forma
como represalia, sino que, al contrario, la única solución al problema era una reconciliación
pacífica, que permitiese la convivencia armónica entre personas con diferentes colores de
piel.
En conclusión, en la vida y obra de Nelson Mandela puede verse reflejado el ideal
que tenía en mente Immanuel Kant cuando elaboró su concepción de la moral, basado en la
pretensión de construir una “ética formal”. Esto porque Mandela escapa a las costumbres de
la época, guiándose no por principios que le dictaba su razón, a la vez que estos tenían en
mente la igualdad de todos los seres humanos, por lo que también contenía el principio de
universalidad, en tanto Mandela busca que todos los seres humanos se traten con los demás
como a ellos mismos les gustaría ser tratados. En añadidura, tiene totalmente en cuenta que
no es moralmente aceptable tratar a las personas como medios, sino que estos son siempre
fines en sí mismas. Una reflexión muy particular considerando su propia historia de vida, en
que fue encarcelado y tratado como un medio, para que no continuara difundiendo los ideales
que se oponían al apartheid. Sin embargo, como se señaló, para Mandela la moral no depende
de la ocasión concreta, al igual que en Kant y, en consecuencia, no hay espacio para la
venganza, sino únicamente para actuar de acuerdo a una norma universal, esta sería, el trato
igualitario entre todos los seres humanos.

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