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INTRODUCCIÓN
La música, como cualquier otro lenguaje, tiene una finalidad comunicativa que se
establece entre un emisor (quien envía el mensaje) y un receptor (quien lo capta). Sin
embargo, a diferencia de otros lenguajes como el verbal, el mensaje musical es
subjetivo, es decir, no presenta una clara correspondencia semiótica entre significante y
significado. Precisamente este carácter subjetivo de la música fue lo que hizo que
durante el siglo XIX, en el Romanticismo, fuera la más elevada de todas las artes, pues
era capaz de expresar sentimientos y emociones que ninguna otra podía transmitir. Todo
ello hace que el significado de la música sea relativo y no absoluto: es el sentido y la
intención estética, no el significado, lo que caracteriza el lenguaje musical en su
dimensión comunicativa.
La música como lenguaje tiene unos elementos particulares que son, según Guy
Maneveau (1993):
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- el ritmo, elemento primario de la música, es esencial tanto en la escuela como en la
organización de la vida diaria.
- la melodía, asociada a la emoción intelectual y afectiva del individuo.
- la armonía, concepto intelectual y abstracto creado por la mente humana con el fin
de enriquecer el resultado sonoro.
- y el timbre, elemento semántico en sí mismo pues de él depende la intención y el
sentido de la música.
Podemos establecer una relación directa entre estos elementos musicales y los
elementos del lenguaje hablado mediante las siguientes comparaciones:
Acento de la palabra: Ritmo musical
Entonación de la voz: Melodía de la música
Manifestación sonora de las leyes que rigen la naturaleza física: Armonía
Timbre de la voz: Timbre musical
Morfosintaxis del lenguaje: Formas musicales
En este sentido, Edgar Willems afirma que la educación musical debe seguir las
mismas leyes psicológicas que las de la educación del lenguaje. Así, mientras que en el
lenguaje verbal, el niño escucha las voces, observa la boca del que habla, retiene
paulatinamente elementos del lenguaje para, posteriormente, retener ya palabras y
sílabas sintiendo su valor afectivo y terminar reproduciendo dichas palabras, en el
lenguaje musical se produce un paralelismo claro: el niño escucha los sonidos, observa
sus fuentes sonoras reteniendo los sonidos y sensibilizándose ante ellos para,
finalmente, reproducir él mismo sonidos y ritmos.
También otro pedagogo musical, Carl Orff, tiene en consideración la gran importancia
del lenguaje verbal con respecto al lenguaje musical. Para este autor, la palabra es
generadora por sí misma del ritmo musical. Por ello, su metodología aboga por el uso de
recitados, poesías, refranes, retahílas, etc. De esta forma, el niño a través de la música
refuerza y asegura ambos lenguajes.
Sin embargo, para Violeta Hemsy de Gainza, a pesar de coincidir con los anteriores
autores, explica que el proceso de alfabetización de ambos lenguajes ha de ser distinto;
mientras que aprender a leer y a escribir puede comenzarse a la edad de cuatro, cinco
años, no será hasta a partir de los ocho años cuando el niño comience a afirmar, por una
parte, y a ampliar, por otra, sus vivencias y conocimientos musicales mediante el
aprendizaje de los signos de notación musical.
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Dentro de la Educación Primaria, el Decreto 89/2014 señala en su Artículo 4 (Objetivos
de la Etapa) que dicha etapa contribuirá a desarrollar en los alumnos las capacidades
relacionadas, entre otros aspectos, con la participación, la cooperación y la
comunicación, fomentando así la formación de una personalidad completa y equilibrada.
A pesar de que autores como Hanslick o Stravinsky tuvieran una visión formalista de la
música, consistente en dejar claro que no expresa nada más allá de los propios sonidos,
lo cierto es que para nosotros, como educadores, la música resulta un medio de
expresión excelente. Justamente, el poder expresivo de la música reside en que los
sonidos no están sometidos a la significación denotativa de las palabras y carecen de
información semántica concreta, por lo que transmiten directamente la esencia de los
sentimientos.
Willems destaca los valores formativos de la música dentro de las tres esferas del
individuo de la siguiente forma:
- en la esfera cognitiva, la educación musical proporciona un desarrollo del intelecto,
de la comprensión, de la síntesis, de la atención y memoria, del pensamiento lógico y de
la capacidad imaginativa y creadora en la resolución de problemas.
- en la esfera de la afectividad, la educación musical desarrolla la sensibilidad y el
interés por la música, contribuye a la formación de actitudes de esfuerzo y disciplina así
como de valores estéticos, haciendo al alumnado más sensible, afectivo y creativo.
- en la esfera motriz, potencia el ritmo interno y externo, desarrolla el esquema
corporal, favorece la coordinación dinámica general, la lateralidad, la simetría, la
psicomotricidad fina, etc.
Cualquier desarrollo que afecte a una de esas esferas o ámbitos lo hará también a los
restantes por lo que es necesario que la educación musical y no musical tenga en
cuenta las tres por igual.
No será hasta el siglo XX, con la llegada de las primeras pedagogías musicales, cuando,
de la mano de autores como Dalcroze, Orff, Willems, Martenot o Kodaly, se retome la
idea griega de que la música ha de ser una materia esencial dentro del currículo escolar
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por su contribución a la formación integral de los alumnos/as como personas.
3. PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
Por su parte, la expresión musical resulta un medio idóneo para exteriorizar las
vivencias internas de nuestro alumnado a través de su sensibilidad e imaginación. El
procedimiento más habitual para llevar a cabo esta expresión lo constituye la
interpretación musical, bien a través de la imitación, la improvisación o la
lectoescritura. La imitación resulta muy útil durante las primeras etapas de la formación
musical pues muestra al niño diferentes posibilidades de expresión y comunicación con
sus semejantes que irá interiorizando. La improvisación como práctica musical, tanto
vocal como instrumental, sirve como medio de entrenamiento para conectar
aprendizajes previos y transferirlos a situaciones nuevas repentizadas y tiene un alto
contenido creativo que ha de estar siempre presente en nuestra labor educativa. Por
último, la lectoescritura es un proceso paulatino que debe comenzar con las grafías no
convencionales para, posteriormente, llegar a utilizar la lectoescritura convencional, lo
que implica un mayor grado abstracción y madurez.
La etapa de Educación Primaria es un período crucial en la vida del niño, pues gran
parte las adquisiciones y conocimientos posteriores van a basarse en las capacidades y
habilidades adquiridos en esta etapa. Dentro de las diferentes áreas curriculares que la
conforman, la Educación Artística, y concretamente la musical, promueve de manera
específica el desarrollo de procesos autónomos, de exploración activa, de expresión
personal, de creación, de globalización con las demás áreas del currículo, de búsqueda
de estrategias propias de resolución de problemas y de sensibilidad estética. Además,
contribuye de manera notable a la adquisición de las diferentes competencias clave
reflejadas en el currículo actual.
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Durante estos primeros años, la mayoría de los niños muestran unas habilidades y
capacidades innatas para con la música. La Educación Musical en Primaria permite
estimular estas capacidades, haciendo que se desarrollen y amplíen a través de nuevos
conocimientos más especializados y abstractos. Pero no sólo se desarrollan aspectos
estrictamente artísticos a través de la educación musical, sino que además contribuye a
transferir estos conocimientos al resto de los ámbitos: intelectual, sensorial y motriz.
Howard Gardner afirma en este sentido que la música estructura la forma de pensar y
trabajar, ayudando al individuo en el aprendizaje de otras disciplinas como las
matemáticas o el lenguaje. Y añade que la inteligencia musical influye activamente en el
desarrollo emocional, espiritual y corporal del ser humano.
Es por ello por lo que la Educación Musical ha de estar presente dentro del currículo de
Educación Primaria, siendo su objetivo primordial hacer música y comprenderla. Según
Violeta Hemsy de Gainza, solo será Educación Musical la enseñanza que sea capaz de
contemplar las necesidades inherentes al desarrollo de la personalidad infantil, y que se
proponga cultivar el cuerpo, la mente y el espíritu del niño por medio de la música.
Por último, la Educación Musical dentro de la Educación Primaria será conveniente que
responda a los siguientes principios básicos:
- Ha de tener un carácter progresivo que acompañe al alumno en su proceso
evolutivo.
- Debe tener un carácter integral que contribuya al desarrollo de la personalidad del
alumno.
- La metodología empleada será eminentemente activa y participativa, siendo la
representación conceptual y gráfica de los sonidos de menor importancia.
- Debe abordarse desde una perspectiva amplia, centrándose no solamente en el
canto, sino también en la educación del oído, la educación rítmica, la historia de la
música y el conocimiento comprensivo de sus obras.
El docente, en su práctica habitual, debe elaborar una programación que le sirva como
instrumento de planificación curricular específica para su área, en este caso, musical.
Esta programación supone la organización de los elementos y actividades que
intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pretendiendo guiar su proceso
educativo a través de una estructura concreta y sistemática. Sin embargo, esta
programación no se ha de presentar como un proceso cerrado, sino que actúa como un
itinerario en el que se permite cierto grado de flexibilidad, acorde a las diferentes
situaciones educativas (el contexto).
La programación se articula en Unidades Didácticas, que no son otra cosa que núcleos
de trabajo en los que quedan recogidas una serie de actividades necesarias para
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conseguir, en un período temporal concreto, un conjunto de objetivos propuestos.
Dentro del currículum musical, hemos de procurar siempre que nuestras Unidades
Didáctivas estén siempre contextualizadas a la realidad de nuestro alumnado, de forma
que se aborden situaciones musicales desde una perspectiva global y en la que los
contenidos y actividades se presenten de manera motivadora, secuenciada, variada y
original, lo que incluiría la utilización de las nuevas tecnologías, todo ello con el fin de
fomentar su curiosidad, interés y atención. Así, conseguiremos concretar el currículo de
Educación Musical en Unidades Didácticas globalizadas.
CONCLUSIÓN
● Enlazar las ideas principales y dotarlas de sentido único sin olvidar que tenemos
que referirnos constantemente al aula y a los niños. Es muy importante que esté
perfectamente estructurada y que siga el orden del tema que acabamos de desarrollar.
● Te recuerdo que la conclusión se valora de forma muy positiva por parte de los
tribunales y es la parte más personal del tema.
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BIBLIOGRAFÍA
● Aguirre de Mena, Olga y de Mena González Ana: Educación musical: Manual para
el profesorado. Ediciones Aljibe, Málaga,1992
● Gardner, Howard: La inteligencia reformulada: las inteligencias múltiples en el siglo
XXI, ed. Paidós, Barcelona, 2002.
● Hemsy de Gainza, Violeta: La iniciación musical del niño, Ricordi, Buenos Aires, 1964
● Károlyi Ottó: Introducción a la música, ed. Alianza, Madrid, 2008
● Maneveau, Guy: Música y Educación, ed. Rialp, Madrid, 1993
● Pascual Mejía, Pilar: Didáctica de la música, ed. Pearson Educación, Madrid, 2002.
● Randel, D. Diccionario Harvard de la música, ed. Alianza, Madrid, 1997
● Schafer, Murray: El rinoceronte en el aula, ed. Ricordi, Buenos Aires, 1975
● Willems, Edgar: La preparación musical de los más pequeños, EUDEBA, 1976
Las bases psicológicas de la Educación Musical, EUDEBA 1984
El valor humano de la educación musical, ed. Paidós, Barcelona, 2002